(Nuestros
anteriores relatos:
María
y el equipo de fútbol sala,
Trío
en el club y yo mirando...,
Tres
más uno, cuatro,
María
en la peluquería,
Segunda
vez con Roberto,
María
vuelve a hacer de las suyas,
Mi
mujer participó en una orgía)
Hace
poco estuvimos en un conocido club de intercambio con un amigo al que
llamaremos Ángel, uno de los chicos más dotados que hemos conocido.
Cuando llegamos, siguiendo nuestra costumbre, nos tomamos la primera copa
con María vestida normal. Después, mientras yo pedía la segunda copa,
ella fue a cambiarse y volvió con un espectacular conjunto de lencería
negra, sujetador que dejaba los pezones al aire y tanga muy escaso de
tela, además de unos espectaculares tacones.
Nuestro amigo comenzó a meterle mano discretamente y a lamer sus pechos
mientras yo le mordisqueaba el cuello. Así se fue poniendo poco a poco
cada vez más caliente. Ella no sabía que nuestro nuevo amigo era un
poco dominante, pero tampoco se sorprendió cuando la cogió suavemente
del brazo y, así vestida, la paseó por todo el club hasta que
terminamos en el cuarto oscuro, cerca de la reja que separaba a los
chicos solos que enseguida comenzaron a acariciarla mientras uno de
ellos tiraba de mí hasta ponerme a la altura de su grueso pene que me
hizo chupar.
A la vez, Ángel estaba besando a María y le acariciaba sus preciosas
nalgas y sus magníficos muslos y, en un momento dado, salimos los tres,
él ordenó a María que se pusiera de rodillas e introdujo su enorme
miembro en la pequeña boca de ella empezando enseguida a gemir ante las
habilidades felatrices de María hasta que, próximo a correrse, la sacó
y eyaculó muy abundantemente sobre sus pechos.
Ángel no la dejó limpiarse y la llevó a la mazmorra, que también se
comunica con la zona de los chicos solos, sacó una cinta negra, le
vendó los ojos y la ató a unas cadenas con los brazos sobre la cabeza,
lo que permitía el acceso a todo su cuerpo, desde la sala de al lado,
informó a los chicos que permitiría a algunos entrar y que la tocaran e
hicieran lo que quisieran excepto penetrarla ni siquiera con dedos y
que nunca actuaría más de uno, pudiendo los demás mirar por las ranuras
al efecto de la mazmorra.
Inmediatamente seleccionó a uno de ellos y le permitió el paso, comenzando
éste a acariciar y lamer las nalgas de María mientras Ángel y yo
mirábamos. Después le abrió las nalgas, lamió su esfínter e hizo ademán
de penetrarla pero no lo dejamos, con lo que se limitó a masturbarse
sobre sus nalgas hasta eyacular.
Después entró otro que se dedicó a sus pechos y boca besándola y
acariciándola, puso su pene entre los muslos de ella y, tras unos
minutos de frote, se corrió en ellos, marchándose por indicación
nuestra, que decidimos que permitiríamos la entrada de uno más.
Este último, también muy dotado, se dedicó a besarla y lamer su vagina
consiguiendo un brutal orgasmo de ella, marchándose sin siquiera sacar
su pene.
Ella se fue a darse una ducha y, ya desnudos los tres, pasamos al jacuzzi,
donde pasamos un buen rato de caricias con una espectacular comida del
esfínter anal de María por parte de nuestro amigo acompañada de unas
caricias en su clítoris que le provocaron un nuevo orgasmo.
Entonces nos la llevamos a una cama situada en el pasillo donde todo el
mundo podía verla y, puesta a cuatro patas, la penetró vaginalmente
agarrado a sus caderas. Yo, que como ya saben los lectores tengo
vocación de mirón, estaba pasándolo en grande. El chico sólo sabía
decir que le excitaba mucho el sonido de los golpes de sus testículos
contra el cuerpo de ella, eyaculando dentro del preservativo.
Posteriormente, pasamos nuevamente a la sala oscura, donde una vez más
ella fue magreada por varios chicos a través de la reja mientras el que
anteriormente me hizo chupársela me acariciaba por todo el cuerpo,
especialmente trasero y testículos.
Tras este rato, nuestro amigo nos informó que había recargado y estaba muy
caliente, por tercera vez en casi tres horas, y aunque he cambiado el
nombre esto es totalmente cierto, y, tumbándose sobre una cama y con
ella a cuatro patas la hizo chupársela, mientras un chico intentó
penetrar su trasero pero no lo consiguió, eyaculando esta vez dentro de
su boca. Cuando terminó, antes de que se limpiara, la hice chupármela
consiguiendo de esta forma que se le juntaran dos eyaculaciones en el
estómago.
Después nos lavamos y nos marchamos quedando con Ángel en volver a vernos.
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