.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "María y el equipo de fútbol sala".

 

 (Nuestros anteriores relatos: Trío en el club y yo mirando..., Tres más uno, cuatro, María en la peluquería, Segunda vez con Roberto, María vuelve a hacer de las suyas, Mi mujer participó en una orgía)
 

 Mientras disfrutábamos de unos días de vacaciones en la costa, coincidimos en uno de los bares del hotel con un grupo de siete chicos de unos 30 años, junto con un señor de unos 50. Los chicos eran casi todos morenos y de pelo muy corto, complexión atlética, mientras que el señor de más edad era bastante grueso.

 María iba con un bikini bastante escueto y una prenda por encima que consistía en una especie de red con la que resultaba aún más atractiva.

 Pronto observé cómo algunos de los chicos, que resultaron ser miembros de un equipo de fútbol sala, miraban apreciativamente las provocativas curvas de María. Incluso una de las veces, que ella se levantó para pedir una bebida, la cosa fue bastante descarada.

Yo me estaba poniendo a 100 por hora, mi mente calenturienta empezaba a dar rienda suelta a la imaginación y más cuando uno de ellos fue a la barra y “casualmente” rozó con su mano su espléndido trasero.

 Cuando María volvió le comenté el tema, y ella alzó su copa en dirección a los chicos en un brindis al que ellos respondieron. Seguimos charlando mientras ellos nos miraban y sonreían y María me dijo que iba al baño. Enseguida se levantaron dos de los chicos y fueron también en dirección a los servicios.

 María tardó bastante en volver, con lo que comencé a sospechar que estaba pasando lo que los dos queríamos que pasara. Primero volvió uno de los chicos muy sonriente, al cabo de unos 10 minutos llegó el otro, se sentaron con sus amigos y comentaron algo que provocó que éstos nos miraran de forma lujuriosa. Algo más tarde llegó María.

 Al poco, nos despedimos y nos fuimos a almorzar, nos sentamos en una mesa apartada del buffet e inmediatamente le pedí a María que me contara qué había pasado.

 En cuanto entró en el baño uno de los chicos se asomó para asegurarse que no había nadie más y le hizo una seña al segundo, entraron y vieron que María se estaba lavando las manos: “se nota que quieres polla” le dijo el segundo mientras el primero restregaba la suya por el magnífico culo de María cuyo coño comenzó a humedecerse de inmediato. Entonces la metieron en una cabina, la sentaron sobre la taza y cerraron la puerta con pestillo, bajándose enseguida los pantalones y mostrando sus penes erectos, uno de ellos de unos 19 cms. y otro algo más pequeño, ambos de buen grosor.

 María se desnudó también y uno de ellos, el que la tenía más pequeña, la hizo abrir la boca tirándole del pelo y se la introdujo hasta la garganta comenzando a follársela de forma brusca hasta que se corrió abundantemente en su boca. Cuando terminó hizo que ella se la limpiara bien y se marchó tras comprobar que no había nadie en los baños. El otro le pidió que se la mamara un poco, la puso de rodillas sobre la tapa y le penetró el coño desde atrás tardando algo más que su amigo en correrse. Cuando terminó, hizo que ella se la limpiara con la boca y se marchó dejando que María se adecentara un poco.

 Por la tarde, volvimos a coincidir con los chicos en la piscina. Les habían regalado un fin de semana en el hotel por haber ganado un campeonato, y ellos y María, que llevaba esta vez un bikini con sujetador bastante escueto y tanga, continuaron su coqueteo. Yo, como ya saben los lectores habituales de mis relatos, soy más aficionado a mirar que a participar en estos casos, con lo que me lo estaba pasando en grande, para que ocultarlo, soy un morboso de los grandes.

 María, que ya conocía bien el hotel, me dijo que iba al baño, de forma que se enteraran los chicos. Parece ser que le había cogido el gusto al tema, y se dirigió a unos que había en la piscina pero en una zona más apartada. El hotel es un resort bastante grande. Al momento escuché comentar a los chicos quienes iban a ir, los dos que ya habían probado fueron excluidos por sus compañeros y otros dos fueron en la misma dirección que ella. Yo ya estaba a tope.

 En unos 20 minutos volvieron los dos chicos y María algo más tarde. Como todos habíamos cogido las hamacas en una zona más separada de las piscinas, había poca gente y me contó lo sucedido.

Cuando entraron los chicos se dirigieron todos al baño de minusválidos, más grande. Al momento estaban todos desnudos y la pusieron entre los dos, mientras uno lamía sus pechos de forma experta el otro se restregaba contra su trasero mientras decía “esta maravilla de culo no sale entero de aquí”. El que estaba delante comenzó a besarla apasionadamente y sus manos bajaron a su coño. El otro chico empujó a María hacia delante pidiendo a su amigo que la sujetara y empezó a lamer su ano preparándolo para la penetración. Aprovechando la postura, el que la sujetaba, bastante alto, le introdujo el pene en la boca, a la vez primero un dedo y luego dos penetraron su esfínter anal dilatándolo.

 Ella estaba empapada y el que pretendía gozar su trasero aprovechó sus propios jugos para facilitar la penetración, la tenía más bien gruesa, con lo que fue empapando su pene con los fluidos de María y apoyó su glande en el agujero trasero de ella, empujando poco a poco hasta que se fue dilatando. Ella estuvo a punto de gritar pero la polla que tenía en la boca la tenía amordazada, se notaba que el penetrador anal sabía del tema porque ella empezó a sentir cosas que había sentido pocas veces y pronto ni siquiera el pene que chupaba le impidió gemir de placer.

 El chico de delante la sacó para evitar correrse y ella al fin pudo gritar sofocadamente, el taladro la estaba haciendo flotar, al momento sintió los chorros de semen en su interior y el otro chico cogió papel y se limpió. El más alto se tumbó en el suelo y María se puso de rodillas sobre él dejándole una excelente visión de su culo, cuando ella comenzó a moverse el chico llevó el ritmo de las embestidas con azotes en su trasero hasta que ella alcanzó un nuevo orgasmo y sus contracciones vaginales provocaron el del penetrador.

 Ya había pasado María por las manos y pollas de medio equipo, pero aún quedaban tres chicos y el entrenador... no por mucho tiempo.

Esa noche nos ofrecieron cenar con ellos y María bajó con una falda con buena abertura delantera, una blusa y sin ropa interior. Ellos se dieron cuenta y sonrieron de forma calenturienta. Aquello prometía.

 Tras la cena fuimos a un bar de copas cercano, nos sentamos en la zona más oscura, y María se sentó entre dos de los que aún no la habían follado. Pronto las manos empezaron a acariciar los muslos de ella y sus pechos. En ese momento llegó el camarero, le pedimos las copas y un chico le dijo “si eres discreto ella te la va a chupar”.

 El camarero, joven y moreno, asintió y la cogió de la mano llevándola a una especie de almacén. Dos de los chicos los siguieron. Una vez dentro, cerró la puerta y le ordenó a mi mujer que se pusiera de rodillas y abriera la boca, cuando lo hizo se la penetró violentamente hasta que, cuando estaba a punto de eyacular, la sacó y se corrió en su cara y pelo. En ese momento llegaron dos de los chicos, se ve que siempre actuaban por parejas y uno de ellos suplió al camarero ocupando su boca mientras el otro le levantaba la escueta falda y la penetraba vaginalmente. Ambos sincronizaron su penetración hasta que el que ocupaba el coño se corrió. El que ocupaba la boca continuó la penetración hasta que sintió los inicios del orgasmo corriéndose también entre su cara y pelo.

 El primero en correrse salió y, al momento, entramos el grueso, otro chico y yo.

 El grueso se desnudó y me dejó sorprendido por el tamaño de su pene, a la vez el otro, de tamaño bueno pero más normal, la penetró analmente. Ella gimió mientras el entrenador me decía “mira qué bien funciona tu puta”. Al poco ella comenzó a gemir de placer, la penetración le estaba gustando y el chico eyaculó en su ano. Cuando la sacó el grueso, aprovechando la lubricación del semen del anterior y la dilatación que le había provocado, apoyó su glande en el esfínter de María penetrándola poco a poco, consciente de su tamaño, ella gimió de dolor y placer a la vez llegando al orgasmo antes de que acabara la penetración, sus contracciones hicieron que el penetrador llegara enseguida al clímax.

 Cuando terminó su corrida anal la sacó y me dijo “ahí la tienes, toda tuya” y yo, al tener el ano tan dilatado que no me daba ni placer, la penetré vaginalmente llegando enseguida al orgasmo. Cuando me levanté ella estaba empapada en el semen de los cuatro que le habíamos follado todos sus agujeros. Entonces volvió el entrenador y nos dijo que saliera así que estaba oscuro y no se vería mucho. Así lo hizo, siendo obligada a llegar al hotel. Afortunadamente las habitaciones tenían acceso desde el garaje pero nadie evitaba un posible encuentro, eso sí, cogida de mi brazo para que se viera lo cabrón que era.

 

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