.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Comida en el restaurante".

 

 (Nuestros anteriores relatos: Trío en el club y yo mirando, Tres más uno, cuatro, María en la peluquería, Segunda vez con Roberto, María vuelve a hacer de las suyas, Mi mujer participó en una orgía)


 
Habíamos quedado con un nuevo amigo para una primera toma de contacto en uno de los cuatro reservados de un lujoso restaurante de cierta localidad costera del Sur.

 Dado que era fiesta local y puente, estábamos solos y tuvimos la suerte de que la puerta del reservado daba al pasillo, con lo que si venía alguien lo veía yo, que estaba de frente, en medio nuestro amigo, llamémosle Pedro, y a su lado, en la parte menos visible desde fuera, María.

 Cuando terminamos de comer, pedimos unas copas y la conversación fue subiendo de tono. De pronto, Pedro quiso ver los pechos de María y ella se abrió la blusa y se levantó el sujetador dejándolos al aire. Él empezó a acariciarlos mientras yo vigilaba. Avisé que si tosía era que venía el camarero, pero por allí no pasaba nadie y de las caricias nuestro amigo pasó a lamer golosamente los pezones. Ella tenía una cara de gusto y morbo enorme.

 Cuando él paró, cogió la mano de ella y la llevó a su bragueta, visiblemente abultada, extrayendo su pene, que María comenzó a acariciar. Yo seguía vigilando pero cada vez más caliente.

 Él, mientras, metió la mano por la parte trasera de la falda de María y comenzó a acariciar su magnífico trasero mientras el pene soltaba líquido preseminal. Mi mujer se agachó y se la metió en la boca a la vez que nuestro amigo sujetaba su cabeza y bombeaba. De pronto dijo que me tocaba a mí y fui yo el que empezó a acariciar el pene mientras la mano de Pedro volvía a los pechos de María.

 Las copas se habían acabado, pedimos una nueva ronda y continuamos la conversación y las caricias mutuas. Pedro me pidió que se la chupara, lo que pasé a hacer. Esta vez era él quien vigilaba, pero ya no le quedaba mucho para correrse, con lo que me pidió que parara y vigilara yo porque quería terminar en la boca de María.

 Nos cambiamos, yo volví a mi asiento y ella, agachada delante de Pedro, le hizo una espectacular mamada que terminó con una profunda corrida en su garganta.

 Ella fue al servicio, se adecentó un poco, terminamos nuestras copas y quedamos en vernos pronto para llegar aún más lejos.

 

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