Ya
habíamos dejado a nuestros tres hijos con sus abuelos y podíamos
disfrutar de un largo y loco fin de semana.
Llegábamos
tras la cena a casa de nuestros amigos Luis y Amparo, en una lujosa
urbanización, también en Madrid.
Esther eligió para la velada un bonito vestido, escotado y con falda
muy corta y unos taconazos, bajo el vestido solo unas tanguita. No es
por que sea mi mujer, pero después de haber sido madre por tres veces,
ya lo habéis visto en
las fotos que hemos enviado, es una
hembra espectacular. Lo mejor de todo es que además de estar buena, es
todo lo puta que yo quiero que sea, sin límites pero solo cuando yo lo
deseo. Esa noche estaba preciosa y demasiado provocativa, se le veía
todo con solo agacharse un poquito, pero como íbamos en coche y no
íbamos a salir de la casa, tampoco era un problema. A mi amigo le
encantaría.
Antes de que se vistiera, lavé bien su apetecible ojete, y luego le
introduje en él un cono de látex. Quería que llegara a la fiesta bien
dilatada y preparada para lo que tenía pensado. Le dije a Esther que
guardara otro enema y unas bolas anales en su bolso, que más tarde las
tendría que utilizar con su amiga.
Amparo es socia de mi mujer, y la pareja perfecta para ella en un
numerito lésbico. Rubia, con unos preciosos pechos sonrosados, un
conejito perfectamente depilado y un culo igual de bonito que el de mi
chica. También es muy sumisa, según dice su marido. No tanto, pensaba
yo, cuando nunca él la había podido encular como ella se merecía.
Amparo siempre iba guapísima, y esa noche no iba a ser menos,
minifalda estampada, un top de tirantes y unas sandalias de tacón alto.
Me la puso durísima el notar que no llevaba sujetador y oler su cuello
al besarla, cuando entramos a su casa.
Habíamos compartido muchas veladas de sexo, sin intercambiar parejas
(al menos con ellos), y esa noche Luis y yo planeamos dar un paso más.
En el ambiente perfecto y tras varias copas la conversación se fue
caldeando, finalmente fue Luis el que tomó la iniciativa:
- Bueno Jorge, ¿cual es ese juego tan especial que tienes preparado?
-
Amigos, voy a ser muy directo, como os gusta que sea en este tipo de
encuentros. Vamos a jugar y la regla es la de siempre, nadie debe
enfadarse por que otro proponga algo, por descabellada que sea la idea.
Somos mayorcitos y con decir no es suficiente. De todos modos, si
alguien piensa que no está lo bastante animado o animada como para
hacer cualquier cosa divertida, que lo diga ahora y continuamos
charlando. ¿Que te parece Amparo?
-
Bbb..., bien. ¿Qué significa cualquier cosa divertida?
-
Pues a lo mejor, algo que no hayas hecho nunca.
Luis se echo a reír y Amparo se sonrojó a la vez que se removía en el
sofá.
- ¿Y tú Esther, que estarías dispuesta a hacer? - dijo Luis -.
-
Si le parece bien a Jorge, cualquier cosa.
-
Cariño, ¿Y si te pido que obedezcas, solo esta noche, a Luis? ¿Se te
ocurre un juego más excitante, amigo?
-
No, desde luego, aunque pienso que no quedará la cosa solo en eso
-
Desde luego que no, no quiero acabar la noche sin follarme el precioso
culo de Amparo.
Durante
unos segundos se hizo el silencio.
-
Dudo que lo consigas amigo, llevo años insistiendo, suplicándoselo, es
muy terca con ese tema - replicó Luis -
-
Oye ¿no creéis que os pasáis un poco? - exclamó Esther al ver a su
amiga perpleja y más inquieta que nunca -
-
Perdona amor ¿No crees que deberías preocuparte de lo que te va a pedir
mi amigo, preciosa? ¿A lo mejor esto es un juego de niños comparado con
lo que él te tenga preparado, no? Tranquila, sabes por experiencia que
lo que le voy a hacer a Amparo le va a gustar. Ve con ella y prepárala
como tú sabes.
Esther cogió a Amparo de la mano y la llevó al baño.
Luis y yo continuamos en el sofá riéndonos, bebiendo y conversando.
- Oye Luis, ¿que piensas hacer con Esther?
-
Tengo pensado algo para ella que le va a encantar, si es tan zorra como
yo creo. Y cuando te lo cuente también te gustará a ti.
-
Pues cuéntamelo.
-
No me he explicado bien,
¡cuando te lo cuente ella.!
-
¡Que pedazo de cabrón eres!, tú sabes perfectamente lo que quiero hacer
con Amparo.
-
Bueno tengo esa ventaja. El caso es que yo no te pedí que me desvelaras
tus planes. Hazme caso, te vas a poner como una moto cuando vuelva tu
mujer al amanecer y ella te cuente lo que le ha pasado.
-
¿Os vais a ir? ¿A dónde?
-
Es secreto, pero no te pongas nervioso, no le pasará nada malo. Aunque
lo de malo o bueno es según se mire, jajajajajaja.
-
¡Hola chicos, ya estamos listas! - Irrumpió Amparo -.
-
Vaya Amparo que cambio. ¿Te has tomado algo?
-
No Jorge, pero tienes a tu mujer muy bien enseñada, me ha tratado con
muuuuucha suavidad y además estando solas hemos podido relajarnos un
poco, jijijiji. Ya estamos supercalientes, así os ahorramos trabajo
¿Empezamos?
-
Claro que si preciosa.
-
Pues hasta luego, Esther y yo nos vamos - dijo Luis -.
Luis y Esther subieron al todoterreno y se perdieron por Madrid. Él le
dijo a Esther que iba a proporcionarle la noche más salvaje de placer
que ella se pudiera imaginar. Ella rió, pensando que tras varios
intercambios, con su colección de juguetes sexuales y habiendo hecho
tríos con otros hombres y mujeres estaba de vuelta de todo.
Ella le dijo a Luis que le preocupaba manchar la tapicería de su nuevo
coche, estaba muy mojada, y que además el juguete que llevaba metido en
su culo la calentaba más aún, la falda era tan corta que su trasero
desnudo tocaba directamente el asiento, y ella se estaba poniendo cada
vez más cachonda. Se quitó las braguitas, demasiado húmedas ya, y se
las dio a Luis. Él las olió, deslizó su mano entre las piernas de mi
mujer, introdujo tres dedos de golpe en su coño moviéndolos con varias
sacudidas, luego acarició su clítoris y sus jugosos labios con
delicadeza. Esther puso los pies en el salpicadero, abrió las piernas
todo lo que pudo y se sacó y metió varias veces el plug hasta que su
ano se dilató lo suficiente como para que el cono, de un diámetro mucho
mayor que el de una polla normal, se le saliera del culo si no se
sentaba sobre él. Luis la obligó a bajar en una gasolinera con la
excusa de comprar un refresco.
-
Cógelo de la parte baja de la nevera, quiero verte el chocho desde aquí
cuando te agaches, y hazlo despacio, que pueda disfrutar un rato.
Esther
obedeció. Al bajar del coche, varios chicos se quedaron mirando,
comentando lo buena que estaba, el dependiente se quedó hipnotizado al
ver a semejante hembra, tan provocativa, entrar sola a la tienda. No se
imaginaban el numerito gratis que iban a presenciar.
Esther llegó a la nevera, entreabrió un poco las piernas para que se
le viera mejor todo y se agachó el tiempo que fue necesario, cogía un
bote, lo dejaba, y volvía a hacer lo mismo, con calma, para ofrecer una
visión clara de su coño depilado y su culo penetrado por el juguete.
Mientras los chavales hacían fotos con sus móviles, Luis olía las
bragas y se frotaba la polla por encima de los pantalones, nunca se le
había puesto tan dura, pensaba que le iba a reventar.
Tras coger al final la bebida, Esther fue al mostrador, apoyó las
tetas sobre él, dejándolas bien a la vista por la abertura del escote,
y poniendo de nuevo el culo en pompa dijo:
-
Se me ha olvidado el dinero, pero tengo mucho calor y mucha sed, ¿me
invitas a este bote?
El chico de la gasolinera no pudo negarse, su cara era un poema.
Esther le tiro un beso, y moviendo el culo más de lo normal, salió de
la gasolinera riendo. Los chicos de los coches aplaudieron y silbaron,
y siguieron haciendo fotos con sus teléfonos hasta que la perdieron de
vista.
Mi amigo guardó las bragas en su bolsillo y un poco después entró en
el parking de un moderno hotel muy próximo a la Castellana. Le dijo a
Esther que bajara y le esperara en recepción.
Esther sentía que la observaban, estaba acostumbrada y ni se inmutó,
se trataba de un grupo de diez o doce hombres jóvenes, deportistas que
irían a jugar algún partido a Madrid seguro. Eran bastante atractivos,
y pensó que le hubiera encantado comerse alguna de esas pollas negras o
dejarse follar por cualquiera de ellos. Uno tenía una Nikon digital, y
no paraban de hacer fotos mientras charlaban. El suelo, de color negro,
parecía un espejo, y mi mujer no se dio cuenta de lo contentos que se
estaban poniendo todos los que estaban por allí mientras ella paseaba
impaciente.
De pronto apareció Luis, saliendo del ascensor del parking, y cuando
estuvo cerca de ella se le cayeron las llaves del coche, Esther se
agachó a por ellas mostrando sin querer un primer plano de su precioso
y taladrado culo a todos los que tuvieron la suerte de mirar. Ella notó
varios destellos de un flash, pero pensó que los chicos seguían con lo
suyo. Cogió las llaves con calma y se las devolvió a Luis.
Luis le dijo:
-
Esther, vas a ir a tomarte una copa de cava al bar del hotel. Pide
también al camarero que suban lo de la habitación 1014. Además quiero
que te sientes en un taburete de la barra con las piernas bien
abiertas, de vez en cuando date la vuelta como si esperaras a alguien.
Recuerda, piernas bien abiertas, quiero ver perfectamente tu coño desde
bien lejos y que te pongas caliente pensando que cualquiera puede ver
lo pendón que eres. Yo estaré observándote aunque no me veas. Cuando
acabes la copa sube a la habitación, no antes de media hora.
Mi chica obedeció, habló con el apuesto camarero, que por el acento
parecía cubano. Le extraño la permanente sonrisa de este. Después pidió
la copa y se sentó con las piernas bien abiertas, como le había
ordenado su amigo, entre dos ejecutivos ya mayores, que no paraban de
mirar su escote y adivinar sus pechos desnudos y sus duros pezones bajo
el vestido. Su bonito trasero asomaba por el borde del taburete. Ella,
encantada de mostrarse, paseaba el dedo por el borde de la copa y la
lengua por sus labios, poniéndoles al borde del infarto.
Tras
ella, como si quisieran tener la mejor de las perspectivas, se
acomodaron tres de los chicos que había visto en el vestíbulo, uno de
ellos el de la cámara. Seguro que fue casualidad que durante la media
hora que mi señora estuvo sentada en el taburete, girándose de vez en
cuando y enseñando todo como una vulgar zorra, el flash no dejara de
dispararse. Ella no advirtió su presencia, estaba algo nerviosa e
inquieta, y no veía a su amigo cerca. Tras cumplir la orden de
exhibirse y esperar como una obediente sirvienta, subió a la
habitación.
Mientras, yo, había desnudado a Amparo, y tras comprobar que mi mujer
había hecho bien su trabajo, comencé a disfrutar de la esposa de mi
amigo. No se si sería debido a su aspecto de buena chica, pero no pude
contenerme y desde el principio y sin preparativos la trate como a la
más sucia de las putas, le metí la polla hasta la garganta, sujetándola
fuertemente del pelo, le pellizque los pezones y manosee sus tetas con
ansia, y le propiné varias palmadas en el culo mientras le hundía la
tranca en su lindo coñito hasta el tope de mis huevos. Disfruté de su
coño tierno y sonrosado como de un pastel de cumpleaños.
Ella me suplicaba más caña, diciéndome que estaba cansada de que su
marido la tratara con tanta delicadeza, nunca había pensado que
necesitaba un macho que le diera eso. Dicho y hecho, le rodee el cuello
con el cinturón de su falda, como una perrita, y la obligué a andar a
gatas. Le saqué y metí las bolas anales repetidamente, cuando le vi el
culo bastante cedido le hundí mi verga con rudeza, aumentando el ritmo
hasta oírla gritar como nunca.
Después de embestir con violencia el virgen trasero de mi amiga, saqué
la polla chorreando lubricante y saliva y le dije:
-
Chúpamela zorra, la acabo de sacar de tu culo, demuéstrame lo guarra
que eres.
Amparo
dudo unos instantes pero finalmente rodeó mi rabo con sus labios,
gimiendo de placer por sentirse tan lasciva. La besé con pasión
metiendo mi lengua hasta el fondo y volví a follarle el culo. Alterné
su ojete y su boca hasta que me cansé...
-
¿Te gusta cerda? ¿El cabrón de tu marido no te ha hecho esto nunca?
¿Quieres más?
-
Si, hijo de puta, rómpeme el culo que he estado reservando virgen para
ti, soy tu perra.
Cuando una rubia de cara angelical, con sus preciosos ojos verdes bien
abiertos se transforma en una zorra y te suplica esto, solo puedes
hacer una cosa, complacerla. Le volví a meter mi polla en la popa
aunque esta vez, además, acompañada por las bolas de goma. No le costó
nada abrir su agujero todo lo que hizo falta. Tardó en correrse, y yo
la acompañé, eyaculando dentro de su dilatado túnel.
- Dice Luis que nunca te has tragado su corrida, que te da asco. Yo
quiero que te tragues mi leche, y sé que vas a obedecerme, guarra, toma
esta copa.
Amparo obedeció de inmediato, se puso en cuclillas y expulsó el semen
de su enrojecido agujero, vertiéndolo en la copa. Luego, sonriendo,
bebió hasta la última gota de mis jugos.
-
Deliciosa leche, cariño.
Se
había portado como una campeona. La llevé a tirones del cinturón hasta
su dormitorio, se acostó en su cama y comenzó a acariciarse el ojete
del que salía un pequeño hilillo de sangre. De pronto se incorporó y
sacó de su mesita un enorme vibrador de color negro. Imitaba la polla
de un africano como si fuera real, aunque a una escala
desproporcionada, más de 30 cm de larga y más gruesa que un vaso de
tubo.
- A ver si eres capaz de enterrar este salchichón en mi trasero, mi
marido no ha podido ni metérmelo en el coño, no me ha calentado nunca
lo suficiente, tú me has puesto como si fuera de gelatina, creo que me
cabe cualquier cosa, jódeme bien cabrón.
Nunca
pensé que se me podía poner la polla tan dura apenas cinco minutos
después de haberme corrido tan a gusto, se me marcaban las venas y
tenía el glande amoratado. Complací a Amparo y le inserté el enorme
consolador en el culo, sin casi ningún esfuerzo. Ni siquiera mi mujer
con su experiencia en el sexo anal había abierto jamás así su ojete.
Jugué introduciendo la salchicha de goma en su ojete y me machaqué la
polla delante de su cara, le llené los ojos, la nariz y el pelo de
espesa leche, ella no desperdició ni un gramo, recogiéndola con los
dedos y relamiéndose, embriagada por su fuerte sabor.
-
No te saques eso del culo, quiero que tu marido vea lo que has sido
capaz de hacer conmigo.
De repente al nombrar a Luis, me acordé de mi mujer, tocando mi frente
para ver si ya habrían brotado los cuernos. Ni me imaginaba lo grandes
que iban a ser esa noche.
Casi a las 12 de la mañana llegó Luis, y llegó solo.
- ¿Que tal con Amparo? ¿Nada, no?
-
Bueno, ya que te gustan tanto los misterios, que te cuente ella, ahí en
el dormitorio tienes a la modosita, jejejejeje ¿Y Esther?, ¿está fuera?
Me dijo dónde estaba Esther, y que fuese a recogerla. La encontré
durmiendo en la habitación del hotel. La desperté con suavidad.
-
Hola cariño, esta noche he sido muy mala, ¿estas enfadado?
Su
pelo, las sabanas, estaban llenas de leche seca, era el olor a sexo más
intenso y excitante que había notado jamás, se me puso la tranca como
una piedra. Sobre la cama encontré un DVD con el titulo Esther 24,
video y fotos, y las tanguitas de Esther metidas parcialmente en su
chocho, con una corrida reciente.
- Cuéntame que hiciste preciosa.
Esther cogió el ascensor para subir a la habitación 1014, se
sorprendió de no ver a Luis. Antes de cerrarse las puertas entraron en
él a toda prisa los tres chicos del bar. Uno de ellos le guiño un ojo,
pero Esther no le hizo el menor caso. Pararon en el mismo piso, los
chicos salieron primero y se perdieron por los pasillos, ella dudo un
poco de por donde ir, pero finalmente se dirigió a la habitación.
Llamó a la puerta y la recibió Luis.
-
Hola preciosa, te esperábamos con muchas ganas.
-
¿Esperábamos, que hay alguien más?
Al
entrar al salón vio al grupo de hombres del vestíbulo, charlando y
tomando copas.
-
Si preciosa, quince tíos para ti sola, algunos amigos de mi gimnasio y
otros amigos de estos, que no conozco, pero que también estaban
interesados en follarte. Les debes complacer en todo. La noche va a ser
larga para ti.
- ¡Desnúdate guapa! A ver si estás tan buena como decía nuestro amigo.
Esther
comenzó a quitarse el vestido, se sorprendió porque estaba
completamente excitada y no sentía ningún temor ni vergüenza. Ni se
acordaba de su maridito.
-
¡¡Joder es una guarra de primera, no lleva bragas, y lleva el coño
totalmente depilado!! Y está que revienta de buena.
-
Eso no es lo mejor (dijo Luis), mirad
Giró
a Esther, dejándola de espaldas a todos ellos, la cogió de los hombros
forzándola también a que se agachara, y después le abrió el culo con
sus manos para que vieran que iba preparada.
-
¡¡¡¡Menudo culo!!!! Me parece que nos vamos a divertir, a esta zorra le
va la marcha. ¿Y dices que podemos hacerle lo que queramos? ¿Y gratis?,
¿no es una broma?
-
¿Os parece una broma?. Podéis hacerle lo que queráis, dentro de lo que
hemos acordado, es vuestra puta.
Esther, muy excitada, y pensando en complacerle, comenzó a bajarle la
bragueta a Luis.
-
Quieta, si te portas bien te dejaré que me la chupes al final, ahora
tienes otras quince para entretenerte.
Esther se arrodilló, todos los tíos se desnudaron y aproximaron a
ella, la besaban, la acariciaban. Ella iba a gatas de uno a otro,
completamente desnuda, con el único complemento de sus altos zapatos de
tacón. Ellos comenzaron a menearse sus pollas poniéndolas duras para
que ella pudiera disfrutarlas bien. Lo hizo con calma, deleitándose con
tanta abundancia de machos jóvenes. La trasladaron al sofá, para poder
comerle su precioso coño, ninguno de los quince dejó de meterle la
polla en la boca, comerle el coño o sobarle las tetas. Luis lo grababa
todo con una cámara. De vez en cuando retiraban y volvían a introducir
repetidamente el enorme cono en su dilatado culo.
Las quince trancas estaban impacientes ya por probar el resto de los
calientes agujeros de mi mujer. Los tíos se turnaban sin parar,
haciéndole dobles penetraciones, y metiéndosela de manera alterna en
coño, culo y boca. La utilizaron como a una muñeca hinchable.
Jugaron con ella humillándola, dejaron las cortinas abiertas para que
desde enfrente se pudiera ver todo, la obligaron a salir al balcón de
la habitación y la dejaron allí como a una perra mientras ellos bebían.
El que hacía de fotógrafo se vistió y acompañó a Luis para sacarla de
la suite, completamente desnuda la obligaron a andar a gatas por los
pasillos del hotel, expuesta a que cualquier cliente la viera, atada
por el cuello con el cinturón de un albornoz; fue una lastima que al
ser tan tarde no la viera más gente, con su fantástico culo en pompa y
sus tetas colgando. Mientras se la chupaba o le entregaba el coño o el
culo al fotógrafo, en los sofás del hall de la planta, frente a los
ascensores, Luis no dejaba de grabarlo todo. Una pareja salió del
ascensor, fue entonces cuando Esther chupo con más ganas, metiéndose la
tranca del fotógrafo hasta la campanilla. La muy cerda disfrutaba
cuando la veían rebajada a esclava y se excitaba aún más.
Volvieron a la habitación y siguió la bacanal, Luis sabía que a mi
mujer le encantaba el sexo anal, y la había visto varias veces conmigo
follándole culo de manera sorprendente, pero según le dijo él, nunca le
vio el ojete tan abierto, era normal pues estuvo más de cuatro horas
dándoles placer con él a todos los tíos. En el transcurso de la noche,
tal y como mi amigo les dijo que hicieran, fueron uno a uno eyaculando
en la boca de mi chica, Luis la obligó a tragarse todas y cada una de
la corridas, que fueron más de treinta. Los tíos tuvieron tiempo de
empalmarse varias veces y los mejor dotados le llenaron la boca de
esperma hasta en tres ocasiones. Casi a las 8 de la mañana, mi amigo,
que había desaparecido un momento, volvió a la habitación y los
despidió diciendo:
- Hasta la próxima. Cuando queráis disfrutar otra vez de esta
preciosidad solo tenéis que llamarme, como veis es muy facilona.
Luego entró en la habitación. Esther le dijo:
- Me has dado lo que siempre había deseado, has hecho realidad mi
fantasía, ser poseída salvajemente por muchos hombres a la vez, no la
conocía ni siquiera Jorge. He perdido la cuenta de las veces que me he
corrido, estoy exhausta, voy a ducharme y te lo voy a agradecer como
mereces.
-
No, quiero que te quedes así, llena de semen por todos lados, con el
rimel y el pintalabios corrido. Y quiero que te vea así tu marido, y
que se lo cuentes todo con detalle, que vea de lo que es capaz la
furcia con la que se ha casado. Con eso me doy por satisfecho, yo no
podré hacer con Amparo lo que Jorge hace contigo, y esto es una pequeña
venganza por lo manso que eso me hace sentir. Además seguro que tu
marido no ha podido conseguir lo que deseaba de Amparo, soy el seguro
ganador esta noche.
Bueno
guapa, antes de irme quiero que me concedas un último deseo.
-
Pide lo que quieras, cabrón, soy tu perra.
El
camarero ha sido muy amable con nosotros, no nos ha faltado hielo ni
bebidas en toda la noche. Tengo que agradecérselo de manera especial.
El sabe que tú eras un zorrón, le has estado enseñando el coño durante
media hora en el bar, te ha visto aquí follando con todos y está
enfadado, él también quiere follarte el culo.
-
De acuerdo, por uno más
Además estaba muy bueno, será un final
perfecto.
-
No tan deprisa linda. El problema es que se ha corrido la voz entre el
personal del hotel y algún amigo suyo también mulato, ahora son seis
tíos, creo que ninguno pasa de los 25 años, les he dicho que eres toda
una experta, aunque ya se lo imaginaban. Te gustarán, he rechazado a
tres que no cumplían los requisitos, les daré una copia de tu película
para que no se enfaden
-
Eres un hijo de puta, sabes que debo obedecerte en todo, no te pases.
-
Cállate putón, y a chupar pollas que ya están aquí. ¡Acuérdense
caballeros, todas las corridas dentro de su culo!
Aparecieron finalmente nueve hombres, a última hora se apuntaron
algunos que salían del cambio de turno. Alguno con el uniforme aún
puesto. A Esther ya le daba igual, en sus agujeros cabía un autobús, se
sintió más puta que nunca, les dejó las pollas bien limpias y tras
ofrecerles también su dulce coñito, almacenó en su recto las corridas
de los nueve, entre risas se marcharon mientras uno decía:
-
Menuda guarra, mira, se le sale la leche del ojete, de cedido que lo
tiene. Lo puta que es y lo buena que está ¿Vas a venir más a este
hotel, guapa? ¡¡Déjanos tu teléfono en recepción, jajajajajajajaja!!
- ¿Satisfecho Luis?
-
Mujer, pues no. Creo que no deberías desperdiciar esa leche que esta
derramándose de tu culo. Algunos por la rapidez en correrse tenían
pinta de no haber follado nunca ¿Tú te imaginas lo concentrada y rica
que debe estar la leche de un tío virgen? Jajajajajaja!
Esther no lo dudó, utilizó sus propios dedos para recoger toda la
leche, espesa y de un fuerte olor a macho y se la tragó a sorbos. Luego
se quedó dormida, estaba agotada.
-
¿Estas enfadado cariño?
-
No amor, un poco decepcionado por que esto lo podía haber disfrutado en
directo, realizar tu fantasía, y me tendré que conformar con el video.
Lo que de verdad estoy es más caliente que un mono ¿Has hecho todo eso
de verdad? ¿Te has tragado casi 50 corridas?
-
Si cariño, y lo peor es que cuanto más semen tragaba más quería. Estaba
superexcitada, no te molestes amor mío, pero si tu polla esta bien, las
de los chicos negros eran monstruosas. Me han abierto como a una
ternera. Luis eligió bien, te lo aseguro, me hicieron perder la
cabeza.
-
Pues bueno, disfrutemos un poco más de tu calentura, te espero en el
coche delante de la entrada, he rebuscado en la habitación y creo que
no tienes ropa, las bragas llenas de leche, tu vestido se lo habrá
llevado alguien como trofeo, así que tú verás que haces, no tardes.
Esther salió del baño tras ducharse, me había llevado las toallas y
las sábanas, solo le dejé una toallita de bidé para secarse. Mi mujer
no tenía ganas de arrancar las cortinas, de modo que pensó en que no
había más remedio que salir como Dios la trajo al mundo. Lo peor para
ella fue no tener maquillaje, con lo presumida que es, era peor salir
con la cara lavada que desnuda.
Tuvo muy mala suerte, corrió por el pasillo y cuando se abrió el
ascensor en el piso 10º vio dentro a un grupo de tres matrimonios
extranjeros, pasaban la cincuentena, las mujeres se escandalizaron y
los hombres miraban de reojo arriesgándose a recibir una hostia de sus
respectivas esposas en cualquier momento. Esther estaba impresionante,
con sus zapatos de tacón, su culo respingón y sus tetas apuntando al
techo del ascensor, el pelo mojado y peinado hacia atrás.
Salió por el pasillo del garaje, evitando atravesar el hall, accedió
rápidamente a la calle e intentó subir a su coche. Yo había bloqueado
los seguros. Bajé la ventanilla del copiloto unos centímetros, tan solo
para que ella pudiera oír lo que le decía.
-
Bueno zorrita, anoche te divertiste enseñándolo todo en el bar, que no
se quede ahí la cosa. Pásate otra vez por allí y agradécele al camarero
lo que te hicieron él y sus amigos. Agradéceselo bien, y pasa por el
medio del hall, si no no subirás al coche. Date prisa no sea que avisen
a la policía de que hay una loca desnuda por aquí. Ya está mirando
demasiada gente.
Esther miro a su alrededor, la gente estaba perpleja. Sin importarle
esto, atravesó con paso firme el hall. Sus tetas y su trasero se
balanceaban al andar, oyó silbidos y risas, finalmente entró en el bar.
Se acercó al mulato, no era el camarero de la pasada noche, sino uno
de sus amigos. Ella se hubiese acordado más del sabor de su polla que
de cómo era su cara, pero aún así le reconoció. Entró en la barra y le
estampó al impresionado camarero un morreo de premio, removiendo la
lengua dentro de la boca del chaval, a la vez le manoseaba el paquete y
el culo utilizando las dos manos. Luego cogió una servilleta del
mostrador se la pasó por su jugoso coño, sacó el boli del bolsillo de
la camisa del cubano y escribió en ella: Me encantan los mulatos
jovencitos, si queréis volver a sentir este olor, directamente de mi
conejo, llamad a este número
., soy vuestra zorra para lo que deseéis.
Luego volvió al coche, esta vez si pudo subir. Al arrancar se despidió
de la muchedumbre que la observaba, con todo su morro, agitando su mano
como una de las Infantas.
-¿Qué has hecho ahí dentro?
-
Lo que tú me has mandado, agradecerle al camarero lo bien que me
follaron. Le he dado tu móvil por si apruebas que me vuelvan a usar. Me
da la impresión de que no tardará en sonar.
-
¿Qué pretendes? Estás loca.
-¿Y
tú? ¿Crees que me puedes utilizar poniéndome caliente como una perra y
luego nada? Necesito que hagas conmigo cualquier cosa que se te ocurra,
estoy dispuesta a todo. En estos momentos soy la zorra más grande de
Madrid, ya me ha visto el coño medio censo y se me ha tirado el otro
medio.
-
¡Joder nena!, de acuerdo, va a ser un día inolvidable. Lo de esta
pasada noche te parecerá un rato en los caballitos comparado con lo que
se me está ocurriendo.
-
Seguro que sí, me vuelves loca amor mío.
Luis entró a la habitación y vio a su mujer, Amparo, con un enorme
pollón de latex metido en el culo, se frotaba el clítoris con una mano,
y con la otra movía con violencia el megaconsolador.
-
¿Qué haces nena? ¿Eso
? ¿Está metido en, en
.., tu culo?
-
¡¡¡¡Si!!!!, en mi culo de zorra, mira que puta soy
Se
sacó la monstruosa manguera del culo y la relamió sin dejar ni un
trocito, luego se la volvió a introducir en el mismo agujero sin ningún
esfuerzo.
-
Hostia, eres más pendón de lo que yo pensaba. Creía que Jorge se había
matado a pajas esta noche, que contigo habría echado un polvo normal y
poco más, pero veo que le ha ido demasiado bien.
-
Ni te lo imaginas. Ese cabrón ha sacado lo peor de mi, ni yo pensaba
que pudiera hacer esto, y me encanta.
Luis
aprovechó la situación y disfrutó de su mujer como si la hubiese
conocido en ese momento. Pensó que tenía que agradecer a su amigo tan
increíble descubrimiento.
-
Hola Jorge, ¿Cómo estáis?
-
¡Ah, eres Luis! Esperaba otra llamada. Estamos muy bien, tengo a Esther
a mi lado, desnuda, en el coche. He decidido que como es verano y hace
calor, le sobra la ropa. Voy a llevarla a todos los lados así, no se
merece otra cosa. Además, uno de tus amigos se llevó su vestido y ella
cree que fuiste tú quien se corrió en sus bragas, no había alternativa.
-
Menudo cabrón eres, la pobre está llevando una marcha demasiado dura
este fin de semana.
-
¡Serás hijo de puta!, demasiado dura es como me ha puesto la polla
cuando me ha contado lo que le has hecho. Como te digo, hasta cinco
minutos antes de que recojamos a nuestros niños el domingo por la
tarde, esta tía se va a enterar de quien es su marido. Me has puesto
difícil superar lo que tú organizaste.
-
¿Te gustó como la presté a esos 24 tíos? Te aseguro que tu chica puede
incluso con más, es una fiera, y muy obediente, la tienes bien
enseñada.
-
¿24?, ella no sabía el número exacto. Ahora entiendo el título del DVD,
cabrón. Oye, esta noche iremos a cenar a vuestra casa y luego
saldremos. Prepara a Amparo para que haga juego con Esther. ¿Te parece
bien que disfruten las dos de lo que tengo pensado?
-
No me imagino qué será, pero me parece una gran idea. Nos vemos a eso
de las 21:00 h en nuestra casa.
-
Jorge, me duelen las tetas, llevo casi un día sin sujetador.
-
Es que tienes unas tetas muy grandecitas amor ¿Y el coño y el culo no
te duelen?
-
La verdad es que no. Estoy deseando clavarme más pollas, y cuanto más
grandes mejor.
-
Pues no tengo tiempo de hacer un casting y empezar a medirlas, pero no
te preocupes, que cuando acabe todo te van a doler hasta las pestañas.
-
¿Dónde vamos a comer? Estoy hambrienta, y recuerda que voy desnuda. A
mí ya me da lo mismo que me vea quien sea, pero no quiero acabar en
comisaría, detenida por escándalo público. No te lo perdonaría.
-
Tú no tienes que perdonar nada, solo obedecer. Vamos a ir a un
restaurante de carretera que conozco, suele estar lleno de camioneros.
Yo entraré y pediré unos bocadillos y unas bebidas, los pagaré y
encargaré que lo dejen preparado, les diré que entrará una chica muy
llamativa a por la bolsa. Luego te cuento.
Esther se quedó en el coche, yo me llevé las llaves para que ella no
tuviera la tentación de gastarme ninguna putada. Ya dentro del
restaurante, hice lo que acababa de contar a mi dulce esposa, aunque
además le dije al dueño del local, un tío enorme como un armario, si
tenía inconveniente en que la chica fuera desnuda. Que yo tenía gustos
raros y disfrutaba contratando a una prostituta de lujo para exhibirla
y prestarla, hacerle fotos para luego pajearme mientras ella me contaba
lo que había hecho. Al principio desconfió, pero tras alguna
explicación más y un billete verde al tío le pareció bien. La tenía que
llevar a un despacho o comedor privado con la excusa de no formar un
escándalo. Luego, tanto él como quién quisiera del bar, fuesen
empleados o clientes, podrían utilizarla a su antojo.
-
Tratadla lo peor que podáis, pero sin hacerle daño. Jodedla bien duro,
quiero que tenga cosas interesantes para contarme.
Tras
urdir el plan volví al coche, entretuve a Esther el tiempo suficiente
como para que corriera la voz dentro del restaurante de lo que iba a
pasar, y estuvieran listos los bocadillos y la mandé salir a por ellos.
Esther entró rápidamente en el restaurante, confiada en pedir la
bolsa, cogerla, y volver al coche lo antes posible, tal como le había
dicho su marido. Cuando entró, vio que casi no había sitio en la barra
para poder hablar con el camarero. Todos la miraban como si esperaran
su entrada. Dos camioneros le dejaron algo de espacio mientras la
miraban de arriba abajo fijando sus miradas en su tierna y pelada
almeja o en sus duras tetas.
-
Oiga por favor, tengo que recoger una bolsa de bocadillos que
De
pronto notó una mano apretándole una nalga y otra introduciéndole dos
dedos en el conejo, gimió, dudando si gritar y pedir ayuda, o
arrodillarse allí mismo y empezar a chupar rabos, y antes de decidirlo
notó que la sujetaban fuertemente de una muñeca.
-
Señorita por favor, acompáñeme. No quiero escándalos en mi restaurante.
Esther
en cierto modo se sintió aliviada de salir de aquella situación, y miró
hacia el coche para ver si yo la observaba. Los cristales reflejaban y
ella, contrariada, no supo si la había visto cuando el gigantón se la
llevaba hacia el interior del local. No supo a donde la llevaban ni si
la podría ayudar. Yo mientras, sentado en mi coche, atendía una llamada
telefónica muy deseada.
El grandote la subió a su despacho, en la planta superior y le ordenó
sentarse.
-
Tienes dos opciones nena. O esperas sentada mientras aviso a la guardia
civil para que te detengan por entrar desnuda a mi restaurante, o me
convences para que no lo haga, y te advierto que soy muy duro de
convencer.
Esther
comprendió enseguida y se incorporó un poco hasta alcanzar la bragueta
del tipo, la abrió con calma y extrajo su enorme verga, ya casi en
erección. Comenzó a chupar con ansia, hasta ponérsela dura como una
piedra, el tío la cogió en volandas y tras tumbarla en la mesa le clavó
la polla hasta lo más profundo del coño. La folló como un salvaje y le
llenó su dulce cuevecita de semen espeso en cuestión de un par de
minutos.
-
Me gustaría haber aguantado un poco más, pero con lo buena que estas y
lo calentito que tienes el conejo es muy difícil no correrse.
-
Me has dejado a medias, grandote, ni me he enterado. Ven que te la
ponga dura otra vez.
-
No cariño, yo ya me he quedado a gusto y que tú te corras o no, me la
suda. Pero tranquila que no te vas a ir de vacío, espera aquí.
El
tipo salió e inmediatamente se abrió la puerta de nuevo. Entraron los
dos camioneros que le hicieron sitio en la barra.
-
Hola guapa. Nos han dicho que había una hembra caliente aquí dispuesta
a todo. ¿Qué quieres que te hagamos?
Esther
permanecía medio tumbada en la mesa, acariciándose el coño con las
piernas bien abiertas.
-
Quiero correrme, sacad vuestras pichas y folladme como a una perra,
¿Qué esperáis? ¿Sois maricas o qué?
El
ultimo comentario tuvo el efecto que ella pretendía, le metieron las
pollas en la boca, estirándole del pelo y dándole pequeñas bofetadas,
dieron pellizcos en sus pechos y cachetes en su culo, apretaron y
estiraron sus pezones, y tras follarla de varias formas y por todos los
sitios, la penetraron a la vez, descargando su esperma en cada uno de
sus dos agujeros. Mientras, Jorge en el coche, atendía una esperada
llamada de teléfono.
Durante más de una hora y media estuvieron entrando al despacho un tío
tras otro, hasta un total de siete, ella les provocaba para que fueran
cada vez más rudos, no tenía suficiente, ansiaba que tras salir uno se
volviese a abrir la puerta. Todos la usaron como lo que era, un putón.
El último la encontró tendida en la mesa amordazada con un trapo de
cocina y con un botellín de cerveza metido en su ojete, tras liberarle
la boca para que le chupara bien el rabo, sacarle el envase de cristal
y follarle el culo sin piedad, le entregó la bolsa con los bocadillos.
-
Este era tu encargo, que te aproveche, cosa linda. Me han dicho que
bajes por esta escalera, que un amigo tuyo te espera fuera en un
cochazo.
Esther se adecentó lo poco que pudo y salió del restaurante, el semen
le chorreaba por el culo y el coño y le resbalaba por los muslos hasta
los tobillos, haciéndole cosquillas. Subió al coche y Jorge arrancó.
- ¿Y si alguno de esos tíos me pega algo malo?
Decía
esto sonriendo maliciosamente, mientras se chupaba los dedos tras
acariciar el interior de sus muslos.
-
No pienses en eso, no te he llevado a una cárcel o a un centro de
metadona, tranquila. ¿Te ha gustado o no?
-
Si, me he corrido tres veces. El último tenía una polla muy gorda, me
ha encantado como me ha follado el culo, parecía que no iba a correrse
nunca.
-
¿Te gustaban? ¿Eran atractivos?
-
Había de todo, al dueño ya le viste, el último era un semental. Aunque
creo, por como me han tratado, que los que más me gustaron fueron los
dos camioneros jóvenes y un madurito de unos 50 años, tenía un rabo muy
corriente, pero me ha dado mucha caña, en general todos fueron
malísimos conmigo.
-
¿No te importa follar con tíos que no sean atractivos?
-
Para empezar me tienen que gustar, pero cuando estoy caliente,
cualquiera me vale.
-
Eres una putita cariño
-
Sabes que soy un angelito, tú eres quien me vuelve mala. ¿En que
piensas ahora?
Esther se aseaba con las toallitas de bebé, que siempre llevaba en el
coche. Jorge había tomado un atajo por una carretera de montaña, hacia
la urbanización de sus amigos. Pasaron por un lugar donde grupos de
gente joven solían acampar. Detuvo el coche cerca de uno de ellos.
- Mira ese grupo de chicos, convénceles para hacerte unas fotos con
ellos.
Los jóvenes se quedaron alucinados cuando vieron a semejante mujerón,
totalmente desnuda, bajar del coche. Yo creo que cuanto más semen
entraba en su cuerpo, por cualquier agujero, más guapa se ponía.
Esther
se aproximó a ellos sin ningún pudor y se puso en cuclillas para hablar
con los chicos, ya que estaban todos sentados. Eso ofreció una visión
de primera de su húmeda y brillante raja. Ella permanecía con el tronco
erguido, las tetas, con los pezones aún tiesos y enrojecidos por los
pellizcos, apuntaban hacía las caras de los sorprendidos chavales.
Tendrían todos edades entre los 18 y 25 años, había una chica además,
pelirroja, muy guapa, que se quedó encantada mirando a mi mujer. Esther
les puso al día:
-
Ese que baja del coche es mi marido. Le encanta exhibirme y quiere
hacerme unas fotos rodeada de vosotros ¿Os parece bien?
-
Nos parece de puta madre tía. Si eres una guarra y tu marido está loco,
allá vosotros
jajajaja
Otro
de los chicos habló dirigiéndose a su amiga:
-
Silvia, ¿Qué miras?, Jajajajaja ¿Te lo harías con esta mami? ¿Cuántos
años crees que tendrá este putón?
Esther
respondió sin ningún problema, tras tener tres hijos, estaba muy
orgullosa de estar tan buena para su edad.
-
Tengo 37 años. ¿Y vuestra amiga la pelirroja cuantos tiene?
-
Tiene 19, es prima de este, y viene con nosotros por que se siente de
igual a igual entre amigos, mucho más que entre amigas ¿Entiendes?
Todos
rompieron a reír y la chica se ruborizó. Esther continuó:
-
Así que me he encontrado un bollo precioso. ¿Quieres que les ofrezcamos
unos momentos inolvidables a tus amigos?
Aunque
la chica no contestó, Esther sabía que la deseaba con todas sus
fuerzas. Comenzó a besarla y acariciarla mientras algunos de los amigos
extendían mantas en el suelo.
Yo no dejaba descansar a la cámara, los cuerpos de las chicas se
enredaban en un torbellino de pasión y lujuria, las lenguas dentro de
sus respectivos coños, caricias como solo ellas saben hacerlas, el
trasero de Esther en pompa como oferta irrechazable para el más
atrevido de los chicos, muchos de ellos se pajeaban como invitados de
honor de un espectáculo de lujo.
Mientras
duró el apasionado 69 de las chicas, como no, Esther notó como
penetraban su cuerpo con ansia. Ella, concentrada en el dulce sabor de
los jugos de su amiga, con la lengua dando vueltas a su clítoris, no
sabía si era la misma polla o varias de ellas, las que follaban su
castigada almeja.
No
quedó ni uno sin su correspondiente corrida y mientras la pelirroja se
quedó tumbada acariciándose las tetas, Esther se ocupó de dejar todas
las estacas, aún medio duras, bien relucientes y limpias, con su
prodigiosa boca. Parecía no tener límites a la hora de portarse como
una puta.
Contento por el reportaje fotográfico, subí al coche y la llamé.
Mientras Esther se dirigía hacia mi, contaba mentalmente la cantidad de
pollas que había despachado en menos de un día, se preguntó cuantos
tíos se follaría en una buena jornada una prostituta profesional y la
pasta que ganaría con ello. Ella lo estaba haciendo gratis como una
jilipollas. Aún quedaba la noche del sábado y la mañana del domingo ¿De
cuanto más iba a ser capaz? ¿Qué estaría planeando el sátiro de su
marido?
Llegamos a casa de nuestros amigos, Amparo abrió la puerta vestida tan
solo con unos zapatos de tacón alto, un delantal blanco muy cortito y
una cofia. Tras estamparle un buen morreo a cada uno de sus amigos,
comenzó a caminar delante de ellos. Cuando la ví contonearse, me dí
cuenta enseguida que Amparo llevaba metido en el culo el plug de mi
mujer, Luis lo rescataría tras la fiesta del hotel. Nuestra amiga le
había cogido gusto a eso del sexo anal, y para no haberlo practicado
nunca antes de ese fin de semana, había comenzado muy fuerte.
En lugar de besar a Luis, Esther le cogió de la mano y le sentó en una
silla del comedor, se arrodillo ante él, le bajo la bragueta y le hizo
la mamada que él le había negado horas antes. Se tragó la leche sin
desperdiciar ni una gota, como nunca hacia su mujer, luego se retiró a
la cocina para ayudarla con la cena. Esther no actuó por iniciativa
propia, simplemente hizo lo que yo le había dicho que hiciera para
saludar a mi amigo, yo ordenaba y ella me complacía. Me jodió que Luis
despreciara una increíble mamada de mi zorra y no descansé hasta que se
la hizo.
Pensé que había perdido el norte, no tenía bastante ya con nada de lo
que pudiera hacer mi mujer. Mi cerebro ideaba las peores situaciones
posibles para humillarla y usarla como una puta barata. Mientras Luis
me hablaba, yo ausente, acababa de planificar la que sería la noche más
brutal tanto para mi mujer como para la de mi amigo. Le dejé con la
palabra en la boca y salí al jardín a hablar por teléfono, era una
llamada que estaba impaciente de hacer.
Al cabo de un rato llegaron las chicas con la cena, Esther llevaba un
uniforme parecido, y su amiga le había introducido un grueso aro de
plástico en el ojete, que permanecía abierto de par en par, en el
coñito llevaba unas bolas chinas.
Los tres encontramos divertido colocarla con el culo en pompa sobre la
mesa y llenar su ojete de una salsa del menú. Introducíamos los dedos
en él, chupándonoslos luego, Amparo relamía la salsa que resbalaba por
el coño de su amiga, entreteniéndose con su lengua en todos los
rincones de la entrepierna. Todos bebimos cava en los zapatos de
Amparo, que acabó con media botella metida en el coño, y yo les hice a
las dos un cortadito, eyaculando en sus cafés.
Tras la cena subimos todos al coche de Luis. Ellas dos iban casi
desnudas, sin ropa interior, con botas altas y ajustadas de gran tacón.
Amparo con un collar de cuero con una anilla para enganchar una
cadenita, y un vestidito ceñido, que más bien parecía una camiseta, que
dejaba la mitad de sus nalgas al descubierto. Esther llevaba una
minifalda igual de corta que la de su amiga, y una camiseta ajustada
semitransparente, que dejaba su ombligo al aire. Las llevamos a una
callecita estrecha y oscura, cerca de la Gran Vía, y las hicimos bajar.
Entonces me dirigí a ellas.
- Vamos a jugar a algo muy divertido, ahora sois dos prostitutas, no
hay más que veros, os metéis muy bien en el papel. Luis y yo volveremos
dentro de un rato, ganará quien consiga ofertarse por la cantidad más
cara, siempre que sea aceptada, claro. Hasta luego preciosas.
- Oye Jorge, ¿no les pasará nada malo, verdad?
-
No lo sé, ese barrio no es muy aconsejable si eres una mujer casada y
te paseas sola por ahí con el bolso. Pero ellas ahora son dos putas,
están en el sitio adecuado.
Las dos chicas se refugiaron en la entrada de un portal. No tardó en
detenerse el primer cliente.
-
Hola princesas, cuanto me cobraríais por una mamada.
Amparo
contestó
-
200 amorcito.
-
¿Las dos verdad? ¡Que cachondas, 200 pavos! ¡Anda y que os den por el
culo, guarras!
La calle estaba muy transitada. Las dos comentaron que el único
problema podría ser que las reconociera algún vecino o amigo, o un
profesor de sus hijos, por ejemplo. Al momento se aproximaron dos
extranjeros, parecían de algún país del este, muy musculados, hablaban
poco el castellano pero se hicieron entender rápidamente. Esta vez
contestó Esther, se levanto la corta falda, enseñando su chocho
peladito y se subió la camiseta dejando sus pechos al aire. Mientras se
acariciaba el coño dijo:
-
Esta mercancía la podéis disfrutar por 300 cada uno, guapos.
Hablaron
entre ellos y le ofrecieron 400 pavos.
-
Esto por estar con las dos.
-
Mmmmm, de acuerdo, pero solo media hora (dijo Esther)
Amparo
replicó:
-
¡¡Estas loca, nos van a follar de verdad!!, además estamos de oferta
¿no?.
-
Pues creo que sí, y me encanta la idea, dejaremos a nuestros maridos de
piedra ¿No querían que jugáramos a ser putas? El precio es el mismo que
le has pedido tú al viejo de antes, así que no te quejes.
-
¡Pero era por una mamada, ahora nos van a joder por donde quieran, y no
les conocemos de nada!.
-
Tranquila, últimamente tengo experiencia en eso de los desconocidos, ya
te contaré. ¡Vamos chicos! ¿Tenéis coche o entramos al portal?
Los
tipos las cogieron de la cintura y entraron en el patio del viejo
edificio.
Enseguida las obligaron a arrodillarse y desenfundaron sus sables.
Amparo, ya desinhibida, se abría el culo con las manos rogando que se
lo follaran, mientras, devoraba la polla del más alto hasta el fondo de
su garganta. Su amiga no tuvo tiempo de chupar, se vio aprisionada
contra la pared y con la polla del otro bestia metida en su coño, hasta
tocarle el cuello del útero.
Los
hombres fueron cambiando, de tía y de agujero y al final se corrieron
en las preciosas caras de las dos amigas. Les tiraron los 400 en el
suelo y las dejaron allí besándose, saboreando el esperma que resbalaba
por sus caras y acariciándose los pechos, calmando su calentura.
Las encontramos en la calle, en el mismo lugar donde las dejamos.
Veníamos de tomarnos unas cervezas tan tranquilos, paramos delante de
ellas y por la ventanilla les dijimos.
-
¡Eh zorras! ¿Cuanto vale un polvo con vosotras?
-
200 media hora (replicó Amparo mientras reían las dos).
Luis
contestó:
-
Joder que precios, menos mal que están buenas. Venga subid al coche, ha
acabado el asalto.
Luis
continuó:
-
¿Ese es el precio más caro que han aceptado Amparo?
-
Si amor mío.
-
¿Y que excusa has puesto para no hacer nada al final?
-
Ninguna, no se me ha ocurrido nada.
-
Pero entonces
Esther
interrumpió:
-
Igual lo entendimos mal, creíamos que teníamos que hacer de putas y eso
hemos hecho. Además el precio ha sido el mismo para las dos. Lo malo es
que no nos han pagado, nos han follado y engañado como a dos tontas.
-
Joder Jorge, estas tías son un par de guarras de medalla de oro. Se las
han tirado dos puteros de barrio bajo, y gratis.
Esther
susurró al oído de su amiga:
-Conozco
una tienda de bolsos que te va a encantar, nos compraremos uno el
próximo sábado con la renta de nuestro coño, jijijijijiji.
Llegamos con el coche a un barrio periférico de la capital, y paramos
en una calle cualquiera. Detuve el motor y me dirigí a las chicas.
-Bueno
nenas, hemos llegado al sitio.
-¿A
dónde? ¿Qué sitio?
-A
una sala de baile. Dan clases, creo.
Las
luces del local se veían parpadear al final de la acera. Al salir del
coche pudimos oír la música que salía del local, era salsa, y por el
rumor de voces que la acompañaba parecía que el ambiente era bastante
animado. En la puerta un grupo de tres chicos mulatos permanecía
sentado sobre el capó de un coche.
-No
sabía que te gustaba la salsa. -dijo Luis-
-No
me gusta, pero a ellas creo que sí, en todo caso el profesor se
encargará de que les guste.
Hacía unas horas que hablé con Alfredo, el camarero cubano del hotel
que se folló a mi señora y que se quedó con la servilleta perfumada con
su coñito, en la que ella escribió mi teléfono. Me dijo que no había
parado de contar lo sucedido a todos sus amigos desde que salió de la
habitación del hotel, y más aún desde que Esther llegase desnuda al bar
y le diera un morreo mientras le sobaba los huevos por encima del
pantalón. Raro era el amigo que creía lo que Alfredo les contaba,
aunque todos le pedían que les presentara a esa zorra para poder
tirársela. Cuando hablamos por segunda vez, ya había reclutado a los
necesarios como para organizar la fiesta privada que deseaba regalar a
las chicas.
Alfredo era un tipo atractivo y simpático, tenía muchos amigos, y
muchos de ellos eran mulatos como él, dominicanos y cubanos. Trabajaba
en la sala de baile dando clases de salsa, y no le resultó complicado
negociar con el dueño el cierre de la sala para celebrar esa noche una
sesión especial, que por supuesto pagué generosamente. Las condiciones
que le puse al mulato eran muy simples, los invitados tenían que ser
mulatos o negros como él y de su confianza. No quería problemas, gente
rallada, ni malos rollos. Las chicas tenían que ser bien tratadas al
principio, después vía libre, aunque sin hacerles daño.
Los chicos de la puerta miraban a nuestras mujeres, sonriendo con toda
su cara, sin importarles que fuéramos Luis y yo junto a ellas. Al darse
cuenta de que íbamos a entrar se levantaron y nos interrumpieron el
paso. Uno de ellos se dirigió a nosotros:
-Perdonad, pero se celebra una fiesta privada y esta noche no se puede
entrar sin invitación.
-Perdona
tú, no me he presentado, soy Jorge.
-¿Jorge?
Tu nombre no me dice nada.
-Traigo
a las chicas, dile a Alfredo que estamos aquí.
-Ah!,
¡Las chicas! ¡Joder hermanos, han llegado las chicas! Son mucho más
guapas de lo que esperábamos. Adentro señoritas, por favor. -dijo
mientras daba sendas palmadas en los culos de nuestras chicas-.
A
Luis y a mi nos miraron y se rieron, murmurando algo que no conseguimos
entender, y nos dejaron pasar.
Entramos
los cuatro al local, Esther y Amparo se dieron cuenta enseguida de que
eran las únicas hembras allí dentro.
-¿A
dónde nos habéis traído cabrones? Dijo Amparo-
-Hemos
hablado de fantasías sexuales muchas veces. Sabemos de sobra que tanto
a Esther como a ti os encantaría follar con un mulato, y también ser
folladas por muchos hombres, esta noche combinamos las dos fantasías en
esta bonita fiesta.
-Pero
estáis locos, ¡aquí hay más de 50 tíos! Siguió hablando Amparo-
-Seguramente,
ya he perdido la cuenta -Interrumpió Alfredo-
-Holaaaaaaaa
guapo, nos volvemos a ver contestó Esther-. ¿Nos invitas a algo a
Amparo y a mi?
-Claro
que si princesa, a las dos, venid que os presente a unos amigos.
Alfredo
las cogió de la cintura, más bien del trasero, y las llevó a una zona
de sofás, donde tomaban copas varios chicos. Los tíos no se levantaron
de sus asientos, de modo que nuestras chicas tuvieron que agacharse
para besarles.
Luis
y yo nos sentamos en una mesa, los dos solos, al fondo de la sala,
preparados para ver el espectáculo.
Si las presentaron a doce mulatos, doce veces que mi preciosa mujer y
su amiga pusieron el culo en pompa y enseñaron su almejita depilada.
Esther, la muy zorra, aprovecho el saludo para morrearse con todos
ellos, metiéndoles la lengua hasta la campanilla. Finalmente se
sentaron entre los chicos, sin cuidado de juntar las piernas, dejando a
la vista sus mojadas vulvas. Antes de que les llevaran las copas ya
tenían manos y lenguas por todos lados.
Los mulatos no se molestaron ni en hablar con ellas, Alfredo les tenía
bien informados de lo que era capaz de hacer Esther y supongo que
pensaron que su amiga sería igual de guarra. Empezaron a comerles el
coñito y a acariciar sus pechos sin ni siquiera quitarles la ropa. Al
cabo de unos minutos un montón de tíos comenzaron a menearse sus pollas
esperando su turno mientras observaban a las dos zorras abiertas de
piernas, con sus conejos húmedos de flujo y saliva, y chupando las
oscuras estacas sin parar. Era difícil ver la blanca piel de mi señora
o de su amiga entre tanto tío color chocolate.
No tardaron mucho en comenzar a follárselas, las pollas iban de una a
otra, poco importaba a que agujero. Amparo cogía las pichas con la
mano, se las sacaba del coño y las dirigía a su hambriento ojete. Las
dos pedían las corridas en su boca, hambrientas de esperma, pero
algunos de los muchachos no podían evitar correrse dentro de sus
cálidos agujeros.
Luis se levantó y se aproximó a mi mujer, se hizo sitio entre los
morenos y comenzó a menearse la polla frente a la cara de mi esposa,
ella no le prestó la menor atención, prefirió seguir disfrutando de los
rabos negros, mucho más largos y gruesos que el de Luis o el mío. La
humillación que sintió Luis aún le excitó más y se corrió en la cara de
Esther. Eso abrió la veda de eyaculaciones en las dulces caritas de las
dos chicas.
Las muy furcias se pusieron a cuatro patas sobre unos cojines, y
empezaron a besarse y a relamer el semen que goteaba por sus caras.
Mientras, ofrecían sus culos bien abiertos a todo el personal.
Me perdí el gang bang del hotel en directo, pero ahora tenía butaca
preferente para ver a un montón de tíos, con enormes pollas, llenándole
el culo de semen a mi esposa.
Luis y yo decidimos salir a tomar el aire para bajar el calentón, no
sin antes tranquilizar a Alfredo al decirle que podían seguir haciendo
lo que quisieran con ellas hasta que acabara la fiesta. Cuando
volvimos, tras más de dos horas, vimos a Alfredo solo, junto a nuestras
mujeres tumbadas en los cojines, que disfrutaban lamiéndose las cara y
los pechos, el conejito, el culo y los muslos, la una a la otra,
tragando cualquier rastro de leche que podían encontrar.
Se vistieron y las llevamos al coche. Las muy putas pusieron la
tapicería perdida con todo lo que salía de sus maltratados y dilatados
agujeros. Era tarde y al día siguiente tenían que volver a la rutina.
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