Hola,
soy Simón, y como os dije
en la primera parte de mi relato, la
primera novia que tuve me puso los cuernos y la segunda también.
Después de romper con mi segunda novia (Mónica) pasé muchos meses
deprimido y avergonzado, porque mis padres y mis amigos sabían que las
dos me habían puesto los cuernos, aunque intentaban quitarle
importancia y me daban ánimos.
Un
año después me contrataron en una ferretería y allí conocí a Cecilia,
que era la única empleada aparte de mí. El dueño iba muy poco así que
teníamos mucho tiempo para hablar cuando no había clientes. Nuestra
relación de amistad se fue estrechando y comenzamos a ser novios.
Cecilia
y yo éramos muy diferentes en varios aspectos, ella era una chica muy
extrovertida, aventurera, y yo soy más clásico, más tranquilo, pero
teníamos muchísimas cosas en común y yo estaba muy contento y feliz con
ella, aunque el temor de volver a ser cornudo rondaba por mis
pensamiento con frecuencia.
Llegó
el verano y una noche mis padres me dijeron que mis primos de Barcelona
iban a venir a pasar una semana de vacaciones con nosotros. Con mi
primo Rafael nunca tuve una buena relación, es el típico chulo y
arrogante, se cree más listo que nadie, pero con mi prima Laura siempre
me he llevado muy bien. Rafael y yo tenemos la misma edad, y Laura es
dos años más pequeña. Yo por aquel entonces tenía 21 años.
Creo
que no os he dicho todavía cómo soy yo físicamente: delgado, 1,71 de
altura, pelo rizado. Nunca he hecho deporte ni he ido al gimnasio así
que mi cuerpo es muy "del montón". Mi cara es muy normal, no soy ni
guapo ni feo.
Mi
novia Cecilia era bajita, ni gorda ni delgada, con un buen culo y tetas
grandes. Solía vestir con ropa muy ajustada, así que los hombres y mis
amigos se le quedaban mirando por la calle en muchas ocasiones, cosa
que no me gustaba nada.
Bueno,
pues llegaron mis primos un jueves (creo recordar) y el sábado nos
fuimos toda la familia a la playa. Cecilia vino con nosotros. Mi primo
Rafael no había cambiado, seguía siendo el imbécil de siempre. Para
colmo yo me di cuenta de que no paraba de mirar a Cecilia, que se había
puesto un bikini muy sexy, que realzaba sus curvas y le levantaba las
tetas.
Por
la noche, después de cenar, Rafael, mi prima Laura y yo nos pusimos a
jugar a la consola y tuve que soportar algunos comentarios que hizo
Rafael sobre Cecilia. Me decía que no se explicaba como un tío como yo
había conseguido esa novia, que estaba muy buena, que era muy guapa,
que seguro que tenía un coño delicioso. Cuando me preguntó si había
estado anteriormente con muchos tíos y les había chupado las pollas, mi
prima lo mandó callar. Me dieron muchas ganas de darle una hostia, pero
me aguanté y simplemente me despedí de ellos y me fui a la cama. Laura
al poco rato fue a mi habitación para decirme que no le hiciera caso a
Rafael, que él no era consciente que esos comentarios podían resultar
molestos... Ella sabía que yo era un chico sensible y que los
comentarios del gilipollas de su hermano me afectaban.
Al
día siguiente fuimos otra vez a la playa, pero ni mis padres ni los
padres de mis primos vinieron. Cecilia vino a recogernos en su coche a
mis primos y a mí, y cuando llegamos a la playa y Cecilia se quitó el
vestido, me puse nervioso al ver que se había puesto un bikini de tipo
tanga.
Al
cabrón de mi primo se le salían los ojos, no paraba de mirarle el culo.
Empecé a ponerme de muy mal humor cuando me di cuenta que Cecilia y él
se habían caído muy bien. Hablaban mucho y Cecilia se reía mucho con
las tonterías que decía mi primo.
Cecilia
me preguntó si me apetecía bañarme y le dije que no... ¡y mi primo
inmediatamente dijo que él sí se quería bañar! Así que se dirigieron al
agua juntos con una colchoneta inflable que Cecilia y yo solemos llevar
siempre a la playa. Me quedé con mi prima debajo de la sombrilla
mientras yo observaba con detenimiento lo que hacían Cecilia y Rafael.
Laura
notó que yo estaba muy callado y serio, y además sabía perfectamente el
motivo, así que me dio conversación para que yo me relajara y pensara
en otras cosas. No recuerdo qué me estaba contando cuando vi que
Cecilia estaba tumbada en la colchoneta, boca abajo, y mi primo le puso
la mano en el culo durante unos instantes. Después la agarró de la
cintura y la tiró al agua. Ella se reía, se lo estaba pasando muy bien
con mi primo...
-
"Tú hermano es un gilipollas, Laura. Me tiene hasta los cojones", le
dije a mi prima.
Ella
se quedó callada durante unos segundos y me dijo:
-
"Bueno... no le des tanta importancia... ya sabes que él siempre ha
sido así".
-
"Ya, pero es que acabo de ver cómo le ha tocado el culo a Cecilia y me
estoy poniendo de muy mala hostia", dije yo.
-
"Tranquilo, yo esta noche antes de irnos a la cama hablaré seriamente
con él y le diré que no vuelva hacer estas cosas", añadió Laura.
Cuando
nos fuimos de la playa paramos en un supermercado para comprar bebidas,
ya que el plan para por la noche era hacer botellón en una zona con
bastante ambiente junto a la playa. Después Cecilia nos dejó en casa y
ella se fue para la suya, y quedamos en que nos recogería sobre las 10
de la noche para ir a hacer el botellón.
Después
de ducharnos, mi primo me dijo que quería comprar un buen trozo de
hachís para llevárselo a Barcelona y me pidió que lo llevara a algún
sitio a comprarlo. Le dije que se esperara a por la noche, ya que
muchos de mis amigos fuman porros y allí podría hablar con ellos del
tema. Pero se puso muy pesado y me dijo que como todavía era temprano,
nos daba tiempo de pillar hachís y que además le apetecía fumarse un
porro lo antes posible. Se puso tan pesado que llamé a un amigo al
móvil y dio la casualidad de que me dijo que justo en esos momentos se
disponía a ir a pillar hachís, y me preguntó si yo quería acompañarle.
Mi primo, que estaba con la oreja pegada al móvil, me insistió y me
dijo que por favor le dijera que sí, cosa que hice.
Rafael
me dio 80 euros para que le comprara el hachís y bajé a la calle a
esperar que mi colega me recogiera en su moto. La desgracia se cruzó en
nuestro camino cuando nos dirigíamos al sitio, ya que la rueda de atrás
de la moto derrapó y nos caímos. Mi amigo solo se hizo unos arañazos
pero yo me rompí una pierna...
Tuvieron
que llevarme al hospital y al poco rato recibí la visita de todos: mis
padres, mis tíos, mis primos y mi novia Cecilia. Los médicos dijeron
que tenía que pasar la noche allí, porque además de tener la pierna
rota me di un golpe en la cabeza y querían hacerme unas pruebas para
asegurarse de que todo estaba bien. Mis padres les dijeron a mis primos
y a Cecilia que siguieran adelante con sus planes de salir a
divertirse, porque quedarse en casa aburridos no solucionaba nada ni
tenía sentido. Cecilia al principio dijo que no, que no salía, que
quería quedarse toda la noche conmigo en el hospital. Mi madre le dijo
que no, que solo se podía quedar una persona y que se quedaría ella.
Mi
primo, ¡cómo no! dijo que mi madre tenía razón, que para qué iban a
suspender la noche de diversión, y el muy cabrón acabó convenciendo a
Cecilia y a mi prima. No me gustó una pizca la idea pero falsamente los
animé a salir y a divertirse. Después de un rato, sobre las 11 o 12 de
la noche, se despidieron todos de mí (excepto mi madre, que se quedó
conmigo), Cecilia me dio un beso y se fueron.
No
me encontraba bien debido al accidente, estaba cansado pero no
conseguía dormir. Suponía que Rafael no iba a dejar pasar la
oportunidad de insinuarse a Cecilia, y más con la desinhibición que da
el alcohol y los porros. Intentaba tranquilizarme repitiéndome una y
otra vez a mí mismo que Cecilia rechazaría toda proposición que Rafael
pudiera hacerle, y más estando Laura allí presente con ellos.
Le
mandé un mensaje al móvil de Cecilia para preguntarle qué tal lo
estaban pasando y al cabo de un rato me respondió enviándome una foto,
un selfie de ella junto a Rafael y Laura. Rafael llevaba una camiseta
de tirantes muy ajustada, sus músculos se le marcaban mucho. (Creo que
no os había mencionado que Rafael se cuida mucho, va al gimnasio y toma
sustancias para tener los músculos más grandes).
Al
día siguiente me dieron el alta por la tarde. Los médicos no
encontraron ningún problema en mi cabeza, todas las pruebas fueron
positivas, aunque salí de allí con la pierna escayolada y con muletas.
Al llegar a mi casa, Laura me dio un abrazo y se interesó mucho por mí,
pero mi primo apenas me dijo nada. Cecilia fue a visitarme y estuvo con
nosotros hasta después de cenar. Durante todo ese tiempo noté a mi
prima más seria de lo normal, parecía preocupada, e incluso enfadada
por algún motivo. Rafael se acostó y nosotros nos quedamos viendo la
tele, y le pregunté que qué le pasaba. Me dijo que nada, que estaba
cansada, pero noté que me estaba mintiendo...
Insistí,
pero ella decía que no pasaba nada, y agachaba la cabeza. Mi prima no
sabe mentir, se le nota mucho. Empecé a preocuparme y a ponerme
nervioso, una desagradable sensación recorrió mi cuerpo al barajar la
posibilidad de que hubiera ocurrido algo la noche anterior mientras yo
estaba en el hospital... algo relacionado con mi primo y Cecilia... Y,
por fin, conseguí que hablara:
-
"Simón... cuando anoche salimos de fiesta, mi hermano comenzó a beber y
a fumar porros en cuanto llegamos a la zona del botellón. Tus amigos
estaban por allí, se los presentó Cecilia, le dieron hachís, y por cada
copa que nos tomábamos Cecilia y yo, él se tomaba tres. Comenzó a
ponerse muy pesado, a actuar como un imbécil... Bueno, ya sabes cómo es
él... Siempre mete la pata".
-
"Ya, ya... Pero... ¿ocurrió algo después? Si estás tan preocupada y
además antes no querías contarme nada, es porque algo pasó", dije yo.
-
"Él empezó a decirle cosas a Cecilia, a cogerla de la cintura...".
Se
me paralizó el cuerpo al escuchar eso, aunque no me cogió de sorpresa
porque me lo esperaba. Se me revolvió el estómago.
-
"Simón... me pones en una situación incómoda... yo no quiero mentirte
ni ocultarte cosas, pero por otro lado, la verdad puede hacer mucho
daño, y yo no quiero hacerte daño, no quiero hacerte sentir mal... Por
favor, dejemos el tema...".
-
"Necesito saber la verdad, con todo detalle. Cuéntamelo todo, prima.
Haya pasado lo que haya pasado, quiero saberlo. ¡Tengo derecho a
saberlo!".
-
"Vale... como quieras... Es normal que quieras saber lo que ocurrió,
pero no te va a gustar... y yo quiero evitar que lo pases mal,
Simón...".
-
"Dime qué paso, Laura. Dímelo ya".
-
"Bueno... Pues como te dije antes, mi hermano comenzó a ponerse muy
pesado con Cecilia, se acercaba mucho a ella, la cogía de la cintura,
le decía cosas al oído... y ella, supongo que porque estaba un poco
borracha, pues en vez de ignorarlo le seguía el juego. Dejaba que la
tocara, no lo rechazaba cuando él la cogía y la ponía sentada sobre
él".
-
"¿Y tú qué hacías mientras tanto, Laura? ¿No decías nada?".
-
"Intervine en varias ocasiones, agarré a mi hermano y me lo llevé
varias veces a metros de distancia para decirle que parara de una vez,
que dejara de hacer el tonto, que esa chica era tu novia... Pero él no
entraba en razón, me decía que lo dejara en paz... No había forma de
dialogar con él y hacerle entender las cosas".
-
"Vale... ¿y qué más pasó?".
-
"Unas amigas de Cecilia aparecieron por allí y estuve hablando con
ellas, y cuando miré hacia un lado, vi a mi hermano agarrando a Cecilia
de la mano y llevándola a la playa. La verdad es que ella no ponía
resistencia... Caminaban por la arena, entre risas, en dirección a la
orilla... pero como esa zona estaba muy oscura los perdí de vista.
Cuando las amigas de Cecilia se fueron, fui a buscarlos...".
-
"¿Y? ¿Los encontraste?".
-
"Sí... Pero Simón, creo que deberíamos dejarlo aquí, no te ayuda en
nada saber el resto de la historia...".
-
"Quiero saberlo todo", insistí con firmeza.
-
"Pues... estuve andando por la arena de la playa hasta que los
encontré... Todavía estaban lejos de mí pero los identifiqué. Ellos a
mí no me vieron. Mi hermano estaba sentado en la arena, y ella estaba
sentada sobre sus piernas. Se estaban besando... Mi primera reacción al
ver eso fue ir corriendo hacia ellos y echarles la bronca, pero no lo
hice por miedo a mi hermano. Estaba muy borracho y no sabía cómo podía
reaccionar. Además, ya no había vuelta atrás, lo que estaba pasando
estaba pasando. Ambos son personas adultas y yo no soy nadie para
meterme en esas cosas, aunque sentía una profunda pena por ti...".
Me
quedé en silencio, imaginando la escena que mi prima me estaba
contando... Mi corazón estaba muy acelerado, sentía mucha rabia en mi
interior... Aún así, le pedí que siguiera contándome. Necesitaba saber
todos los detalles, aunque una parte de mí no los quería saber... ¡¡¡No
daba crédito a que Cecilia me hubiera puesto los cuernos con el hijo de
puta de mi primo!!! ¡¡¡Era una pesadilla hecha realidad!!! Temblándome
la voz, le dije a Laura que siguiera con su narración...
-
"Me senté en la arena, un poco más cerca de ellos pero no demasiado,
para que no me vieran. Rafael le subió el top a Cecilia y empezó a...
ya sabes... a tocarle las... tetas. Ella le quitó la camiseta a Rafael,
se siguieron besando y después se quitaron la parte de abajo... Ella se
puso sobre Rafael y... bueno...".
-
"¿Se quedaron desnudos los dos? ¿Qué hicieron? ¿Qué hacía Cecilia
encima de Rafael?".
-
"Mi hermano se quedó totalmente desnudo y Cecilia se dejó solamente el
tanga puesto. Y... vi como se lo apartó hacia un lado cuando estaba
encima de mi hermano y... se pusieron a... a hacerlo".
-
"¿Se pusieron a follar?".
-
"Sí... Ella, sobre él se movía, al principio despacio, y poco a poco
cada vez más rápido... Estaban follando, Simón, tu novia y mi hermano
se pusieron a follar en la playa...".
-
"¿Pero había gente cerca? ¿Sabes si los vio alguien?".
-
"No, no, nadie se fijó en ellos. Había gente en la playa, ya sabes,
borrachos, parejas, pero muy cerca de ellos no había nadie. Bueno...
creo que ya es suficiente, Simón... Si quieres, podemos seguir hablando
de esto mañana, con más calma. Entre tu problema con la pierna y ahora
esto... creo que lo mejor es que descanses. Tu salud es lo primero,
tienes que descansar e intentar no pensar durante toda esta noche en lo
que te he contado. Todo tiene solución, no te preocupes. Mañana
hablamos, ¿vale?".
Le
dije que de acuerdo, le di las buenas noches y me fui a mi dormitorio.
Tenía ganas de vomitar, me dolía el estómago, el corazón me latía más
rápido que nunca...
Minutos
después, Laura me trajo unas pastillas que ayudaban a dormir. Ella
padecía de insomnio y las tomaba a menudo. Sabía que después de lo que
me había contado, yo no iba a poder dormir en toda la noche. Se quedó
un rato conmigo en la habitación haciéndome compañía y una o dos horas
después me dormí.
CONTINUARÁ...
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