Relato
totalmente real de cómo una bronca con mi novia se va de las manos y
acabamos haciendo un trío con un amigo. Alguno de mis relatos incluye
parte de ficción y parte de realidad en mayor o menor porcentaje, en
este caso cada palabra es real.
Ella entró en casa dando un portazo exclamando:
- "¿Contento? ¿Te ha parecido bien? Siempre con tus juegos y tonterías,
van a pensar que somos unos pervertidos, un día me voy a cabrear de
verdad y te voy a mandar a la mierda o me voy a follar a alguien
delante de tus narices para que aprendas".
Para poner en contexto, esta fue nuestra entrada estelar en casa la
madrugada ya de sábado a las 00.45 de la noche. Veníamos de cenar y
tomar unas copas en casa de una amiga, con su novio y un amigo de
nuestra amiga más.
Somos una pareja con muchas curiosidades sexuales, y yo muchas veces he
tenido fantasías con hacer sexo con más personas, pero siempre me ha
gustado dejarlo en el terreno de la fantasía. Ella por su parte odia
fantasear y hablar de cualquier cosa que no vayamos a hacer realidad.
Durante la cena habíamos estado hablando un poco de todo, y surgió el tema
de hacer nudismo. La cosa es que nuestra amiga comentó que a ella le
gustaba hacer topless y que era algo natural, y nos enseñó una foto en
la que se veían sus pechos enormes. Su novio se quedó con cara de
circunstancia y su amigo puso cara de exclamación. Nosotros hacíamos
nudismo y también teníamos unas fotos, yo guardaba esas fotos en una
carpeta distinta de la memoria de mi teléfono junto con más fotos
guarras que nos hacemos a veces.
En un alarde para normalizar la situación, mi novia comentó que ella
también se hacía fotos en la playa nudista, y entonces, supongo que
fruto del alcohol, le pareció una buena idea pedirme que enseñase
alguna. Yo me quedé un poco parado y tardé unos segundos en reaccionar.
En cuanto me espabilé, busqué la carpeta y abrí una foto en la playa
nudista en la que casi no se veía nada y la mostré. Mi novia me cogió
el móvil para enseñársela a los que estaban más lejos y luego se lo
pasó al amigo de nuestra amiga para que me lo devolviera, quien se
quedó un rato mirándola y le dio por deslizar el dedo sobre la pantalla
pasando a otra foto, no se aún si fue intencionado o no. Esta otra foto
no era tan inocente ni artística como la que mostraba antes: en ella se
veía a mi novia ensartada en mi pene. La cara de satisfacción que puso
el amigo de nuestra amiga fue increíble y exclamó:
- "Esta sí que es una buena foto", mientras me devolvió el móvil.
Mi novia percibió algo y como me conoce y sabe que me encantan nuestros
juegos de calentar a terceros, intuyó que nuestro amigo había visto
algo más y puso gesto de desaprobación.
La cena siguió con algún comentario subido de tono más y algún gin-tonic
más.
Al retirarnos a casa, bajamos los tres, mi novia, el amigo de nuestra
amiga y yo en el ascensor, y yo para tocar las narices y jugar más me
dirigí a Andrés y le dije:
- "Qué afortunado eres, quién te iba a decir hoy que ibas a compartir
ascensor con una modelo erótica", mientras buscaba complicidad en las
miradas, complicidad que nadie me devolvió y decidí callarme.
Cuando llegamos a la calle nos despedimos, Andrés se fue a su coche y
nosotros caminamos hacia casa en silencio, y al entrar en casa mi novia
no pudo más y empezó a gritarme.
- "¿Contento? ¿Te ha parecido bien? Siempre con tus juegos y tonterías,
van a pensar que somos unos pervertidos, un día me voy a cabrear de
verdad y te voy a mandar a la mierda o me voy a follar a alguien
delante de tus narices para que aprendas".
Yo la interrumpí diciendo:
- "Solo es un juego, cariño, sabes que me encanta que provoquemos a los
demás y escandalicemos. Además, ha sido todo un accidente".
Ella me siguió gritando muy cabreada:
- "¡Harta! Me tienes harta".
Sin entender muy bien porqué, si por mi naturaleza pasota o porque la
situación me parecía algo cómica, me dio una especie de ataque de risa
verla reaccionar así. Ella me miró con cierta rabia y se fue al balcón
a fumarse un cigarro. Yo me fui a la habitación y me dispuse a meterme
en la cama. Tenía una erección brutal. Cuando vino a la habitación,
estaba más calmada y poniendo un tono más cómplice me dijo:
- "No entiendo qué es lo que te gusta de llevarme a este extremo o de
calentar a otros, no sé qué te puede poner tanto".
Yo me quedé meditando un poco y le respondí:
- "Yo tampoco lo entiendo, quizá es la situación de llevarte a un extremo
en el que tu comportamiento vaya a ser impredecible y puedas salir por
cualquier lado, quizá el que fruto de tu enfado puedas llegar a hacer
algo que a mí me de morbo pero no me atreva a hacer. Quizá el pensar
que voy a sacar a la golfa que sé que llevas dentro...".
Ahí me interrumpió y me advirtió de manera chulesca:
- "Amor, créeme, no quieres que saque a la golfa que llevo dentro... Te
advierto que estás entrando en un terreno en el que si entras no vas a
poder salir, como me toques más las narices con algún jueguecito del
estilo al de hoy voy a ser yo la que tome la delantera y el control y
no me vas a poder parar...".
En ese momento me empecé a excitar de sobremanera, aunque también empecé a
tener miedo, porque a diferencia de otras veces que le había hecho de
rabiar, esta vez parecía que era capaz de seguirme el juego con lo que
fuera hasta el final, pero me daba mucho morbo la curiosidad por saber
de qué sería capaz. Todo esto no se lo hacía saber a ella. Entonces me
retó ella a mí.
- "Tanto que has jugado en la cena a calentar a Andrés, igual debería
llamarle ahora e invitarle a tomar la última. Es más, lo que quiero es
que lo llames tú, ordenarlo sería como una especie de sumisión que me
pone muy cachonda, no solo te obligo a ver cómo caliento a otro sino
que encima te obligo a que le llames tú, me encanta la idea...".
No sabría describir por qué verla hablar así, tomando el control de la
situación y tratar de someterme de aquella manera, me puso muy
cachondo, pero tuve que parar el juego ahí. Generalmente es ella quien
siempre para cualquiera de mis juegos sexuales en los que hablo de
terceras personas, pero ver que se estaba lanzando tanto y que quería
someterme me estaba desconcertando y excitando a partes iguales.
Al final pudo el miedo y me abalancé sobre ella, comenzado a besarla
apasionadamente. Estaba muy caliente y además necesitaba que se callase
y olvidase el tema. Mi lengua buscaba la suya con desesperación y mis
brazos apretaron su cuerpo contra el mío. De manera desesperada comencé
a desabrochar los botones de su jersey dejando entrever sus pechos
envueltos en un precioso sujetador de encaje negro. En ese momento me
tiró sobre la cama y se subió a horcajadas sobre mí, para quitarme la
camisa mientras me seguía besando y mordiendo el labio. Sus manos
bajaron a mi cinturón y puso su boca cerca de mi oído y después de
darme un mordisco en la oreja me volvió a amenazar de una manera muy
agresiva susurrándome al oído como quien confiesa un secreto.
- "Tú sigue jugando con fuego, cabrón, y verás lo puta y guarra que puedo
ser. No vas a parar de verme follar mientras estás atado para que no
puedas ni tocarte cuando lo veas".
Nunca la había visto así, me tenía aterrado y sometido, no me atrevía a
decir nada. Me desabrochó el cinturón y se levantó para arrancarme los
pantalones, y cuando fui a incorporarme para quitarle sus jeans me
ordenó en un tono muy autoritario:
- "Ni te muevas, mando yo y yo te diré qué puedes hacer y qué no".
En ese momento, ella se quitó los tejanos quedándose en ropa interior como
yo, y se volvió a sentar encima de mí, aunque esta vez se puso a
horcajadas sobre mi boca y retirando su tanga hacia un lado puso su
coño depilado en mi boca y empecé a lamerlo. Estaba muy excitado y
lamer su coño me excitaba aún más. Me dolía la polla de lo cachondo que
estaba. En ese momento volvió a hablar para decirme:
- "A partir de ahora lamerás mi coño siempre que te lo exija, de hecho lo
limpiarás con tu lengua después de que folle con otros. Vas a
arrepentirte de sacar a la golfa que llevo dentro... ¡Lame cabrón!".
Estaba atónito y no podía creer lo que estaba viviendo. Yo seguía lamiendo
y notaba la excitación de su sexo húmedo sobre mi boca, notaba cómo se
contoneaba sobre mí cuando vi cómo sacaba de su mesilla el vibrador y
mientras yo continuaba ella comenzó a usarlo, para acabar estallando en
un gran orgasmo. Poco después se movió hacía atrás para que la
penetrase, aunque estaba tan excitado que no aguanté más que tres o
cuatro embestidas.
Cuando lo notó se levantó y fue al baño y yo me quedé exhausto y tendido
sobre la cama.
Cuando volvió del baño ya no parecía estar poseída, y me dijo muy
cariñosamente:
- "No sabes lo que has hecho... me ha encantado someterte y no va a ser la
última vez".
Yo repliqué:
- "Era un juego solo, cariño, nos hemos puesto cachondos, nos hemos
corrido y lo hemos pasado bien".
Ella gesticuló negando con la cabeza mientras dijo:
- "No amor, se ha acabado, siempre me tocas las narices y propones juegos
y fantasías que no quieres hacer realidad, a mí me generas la
curiosidad y luego no hacemos nada real, estoy harta. Te voy a dar la
última oportunidad, pero a partir de ahora, fantasía que hablemos,
fantasía que trataremos de hacer real. No voy a pasar ni una, todo lo
que me digas y me genere curiosidad lo haremos real, con tu
colaboración o sin ella".
La cosa se quedó así unos días. Después de todo aquello teníamos un sexo
muy intenso y yo por si acaso andaba calladito, aunque ella buscaba que
le hablase de alguna fantasía, para ver si metía la pata, pero yo como
mucho le hablaba de fantasías en las que solo participásemos nosotros
dos, aunque no las hacíamos realidad, supongo que tampoco le
interesaban mucho, poco a poco mi miedo se iba diluyendo y empecé a
pensar que lo que me dijo al final fue una amenaza sin más del momento.
Unos meses después, quedamos un grupo de gente para tomar algo el domingo
a mediodía. A nosotros se nos había complicado la mañana haciendo la
limpieza de domingo de la casa y habíamos llegado tarde, sobre las
13.45, estaba el mismo grupo de amigos de siempre entre ellos Andrés.
La cosa es que, al haber llegado tan tarde, la gente ya se iba a
retirar para comer, así que ni siquiera pedimos.
- "Vaya, parece que hemos llegado al final de la fiesta, lo siento mucho,
se nos ha alargado la limpieza", me disculpé.
- "No os preocupéis, yo no tengo nada hecho para comer, así que si queréis
podemos ir a ver donde comer", propuso Andrés
El resto de gente fue desapareciendo y al final nos quedamos nosotros tres
solos. Entre unas cosas y otras ya nos habían dado las 14.30 y estaba
claro que nos iba a ser difícil encontrar un sitio donde comer. Así que
mi novia propuso:
- "¿Y si pasamos por un Opencor y pillamos algo de comida rápida y nos lo
hacemos en casa?".
- "Me parece genial", añadió Andrés, y yo asentí con la cabeza.
Total, que pasamos por el Opencor, cogimos unas pizzas, una botella de
vino y material para hacer unos gin-tonics después de comer. Nos
plantamos en casa y sincronizados pusimos la mesa, a la vez que yo
metía las pizzas en el horno, mi novia ponía la mesa y Andrés abría la
botella de vino y llenaba tres copas de vino. Nos sentamos a la mesa y
empezamos a charlar de lo típico, trabajo, de las noticias de los
últimos días, nada que reseñar.
Cuando acabamos de comer preparamos los gin-tonics y nos fuimos al sofá,
mi novia sentada a mi lado en el tresillo y Andrés en el sofá de
enfrente. Seguimos hablando de cosas sin mucha más importancia hasta
que Andrés, que ya tenía un par de copas de vino encima, comentó de
broma:
- "¿Qué habréis estado haciendo para llegar tan tarde hoy? ¿Seguro que
solo limpiar?", mi novia se rió y dijo:
- "Sí, por desgracia solo limpiar, me he quedado con las ganas", dijo
mientras resoplaba agobiada.
- "Y claro, ahora que estoy yo, ni siquiera podéis echar el polvo de la
siesta... Os he jodido el polvo del domingo", añadió Andrés con algo de
sorna.
- "Hombre, por poder... podemos echarlo, pero sería un poco raro hacerlo
con público", dije mirando a mi novia, para cabrearla un poco,
- "A mí la verdad que recordando las fotos que vi en tu móvil estaría
encantado de aunque sea estar de público, siempre he querido ir a un
espectáculo de porno en directo", soltó Andrés con bastante descaro
queriendo escandalizarnos.
- "Él, que es más exhicionista, seguro que estaría encantado, pero a mí me
corta el rollo tener a alguien mirando. Lo que sí tengo ganas de probar
un día es un trío, pero eso cuando esté preparada y me apetezca",
espetó mi novia con aún más descaro mientras yo no podía creer donde
estaba llegando la conversación. Me estaba empezando a asustar.
- "Calla, que vamos ya los tres algo borrachos y me estoy poniendo muy
cachondo", dije mientras me tocaba el paquete marcando el bulto que
tenía encima.
- "Anda... que ya te vale... Voy a ir al baño mientras te tranquilizas
poco...", dijo mientras se levantaba y tocaba mi bulto por encima del
pantalón, sabía que quería escandalizarme ella y hacer que la parase. Y
yo por otro lado sabía que no era capaz de cruzar ninguna frontera,
sabía que sería ella la que fuese a parar cualquier juego.
En ese momento miré a Andrés, que estaba callado, y se le notaba bastante
cachondo y le dije que me siguiese el juego cuando mi novia volviera
del baño. Estaba encantado con la situación de escandalizar a mi novia.
Cuando apareció de vuelta por la puerta del salón le dije:
- "He estado hablando con Andrés y dice que le encantaría ayudarte a
probar lo del trío...".
En aquel momento, mi intención era solo hacerla de rabiar y que se
enfadase un poco, y lo logré. Me respondió con un toque de ironía e
incredulidad:
- "¿De verdad? ¡Anda ya! ¡Deja ya de decir tonterías, me voy a fumar a la
cocina!".
Mientras se alejaba y se metía en la cocina yo no quería parar la broma, y
le dije a Andrés que me siguiera tras ella. Al entrar, me dijo:
- "Venga, déjalo ya...".
Yo no respondí y solo la empecé a besar mientras ella estaba apoyada en el
mostrador. En ese momento no sé muy bien qué pasó que Andrés se apoyó
al lado y, sin dudarlo, ella alargó la mano y empezó a sobar el paquete
de Andrés. Yo no sabía muy bien qué estaba pasando, o sí, más bien
ahora el incrédulo era yo. En ese momento de desconcierto, me soltó y
se encaró con Andrés y se empezaron a besar. Yo me quedé paralizado sin
saber qué hacer, entonces ella paró y me dijo con una mirada que nunca
olvidaré:
- "Ya te advertí que la próxima vez que jugases con fuego te quemabas.
Ahora tienes dos opciones, o vienes con nosotros a la habitación o
esperas en el salón".
En ese momento, me cogió la mano y me condujo a la habitación mientras
Andrés nos seguía. No me podía creer lo que estaba pasando, pero la
verdad que tenía la polla a reventar. La situación era muy morbosa e
inesperada.
Al llegar a la habitación nos quedamos los tres de pie a un lado de la
cama, ella entre nosotros dos. Se volvió hacia mí y comenzó a besarme,
nuestras lenguas se peleaban y notaba cómo mientras Andrés no perdía el
tiempo y aprovechaba para besar su nuca. Yo desabroché sus vaqueros y
los bajé un poco permitiendo que mi mano entrase a acariciar su sexo,
que estaba realmente húmedo. Mi mano empezó a chocar con la mano de
Andrés que también estaba jugando con la entrada a su vagina desde
atrás.
Mi novia no tardó en darse la vuelta y besar a Andrés mientras lanzaba
gemiditos y yo mordía su cuello a la vez que comencé a bajar sus
pantalones y quitarse la camiseta quedándose solo cubierta por un
conjunto de ropa interior semitransparente de color negro. Poco después
continué desnudándola desabrochando su sujetador, el cual Andrés le
acabó de quitar mientras con mucha delicadeza bajaba sus braguitas
dejándola, ahora sí, completamente desnuda, cuando me incorporé lo hice
lamiendo, mordiendo y besando desde su culo hasta la nuca y apretando
pasionalmente sus pechos, mientras, ella no paraba de besar a Andrés
que seguía estimulando su sexo.
Poco después nos ordenó que nos desnudásemos y una vez desnudos tumbó a
Andrés bocarriba sobre la cama para situarse ella a sus pies comenzando
a hacerle una mamada. No podía creer lo que estaba viendo, el brillo de
los ojos, la expresión de golfa que tenía y cómo mientras yo estaba de
pie a un lado de la cama ella me miraba con la actitud burlona de quien
quiere hacerme de rabiar. Ella introducía la polla de Andrés en su boca
comenzando un lento sube y baja.
Instintivamente
comencé a masturbarme, hasta que reaccioné y me puse detrás de ella
empezando a rozar mi polla con la entrada a su coño. Ella echaba las
caderas hacia atrás buscando que la penetrase, pero estaba tan cachondo
que si la penetraba en ese momento me correría, así que decidí situarme
detrás y comenzar a hacerle un beso negro. Notaba cómo le palpitaba
todo. En ese momento se volvió hacia mí cogiendo mi mano y situándome
al otro extremo de la cama ella se colocó en medio. Comencé a besarla y
Andrés mientras acariciaba su coño y lamía uno de sus pezones. La
espalda de mi novia se arqueaba a la vez que ella empezaba a soltar
gemidos entrecortados por mis besos.
Después de comernos la boca durante un buen rato, ella se colocó a cuatro
patas a los pies de la cama de manera que se viese en el espejo que
tenemos a la izquierda de la cama. Andrés se situó detrás y comenzó una
penetración lenta al principio y más rápida después. A la par, mi novia
engulló mi polla con avaricia animal y comenzó una mamada espectacular.
Yo aún estaba asimilando todo aquello, miraba hacia el espejo y veía
aquella panorámica y después miraba sus ojos inyectados en excitación
cruzándose con mi mirada mientras sacaba, lamía y volvía a meter mi
polla en su boca y ella subía una de sus piernas para que viese
claramente cómo la estaban penetrando. No hay palabras para describir
la excitación de ese momento. Ella estaba muy excitada y comencé a
notar sus primeros espasmos y Andrés comenzó a embestir más deprisa y
fuerte. Sacando mi polla de su boca comenzó a gemir como pocas veces la
he visto, llegando así el primer orgasmo. En ese momento tumbó a Andrés
de nuevo en el lado opuesto al que estaba yo de la cama con la cabeza
en la almohada y comenzó a hacerle una mamada. Yo tumbándome boca
arriba, quedando mis pies a la altura de la almohada, metí mi cabeza
entre sus piernas y comencé a succionar su clítoris. En ese momento
ella comenzó a alternar una polla y otra.
Yo no podía más, necesitaba penetrar su coño y así se lo hice saber,
volviendo a tumbarme boca arriba con la cabeza en la almohada. En ese
momento ella se fue hacia el cajón de la mesilla y sacó un succionador
de clítoris para después montarse en mi polla y comenzar a cabalgarme
muy despacito, a la vez que me daba el succionador para que se lo
colocase en el clítoris.
Andrés no perdió el tiempo y se situó tras ella mordiendo su cuello. En se
momento mi novia volvió a detenerse y alargando la mano hacia el cajón
de la la mesilla sacó un lubricante y en un tono entre deseo y orden
dijo:
- "Quiero probar una doble penetración".
Comenzó a colocar lubricante en la polla de Andrés y lo pajeó un poco para
después volver a clavarse mi polla en el coño y encaminar la polla de
Andrés a su culo. Después de intentarlo un rato no entraba, así que
continuó cabalgándome mientras Andrés masajeaba sus pechos desde atrás.
En ese momento me pareció buena idea volver a colocar el succionador de
clítoris mientras me cabalgaba. En ese momento comenzó a pedirme que
fuese más deprisa y notando sus contracciones sobre mi enlazó un
orgasmo brutal.
Yo estaba a punto de correrme pero aún no quería. Estaba haciendo
verdaderos esfuerzos. Mi novia me descabalgó, diciendo que ahora volvía
a ser el turno de Andrés colocándose a cuatro patas y volviéndose a
meter mi polla en la boca. Yo no pude contenerme más y acabé llenando
su boca de leche. Cuando acabó de escupir la mitad y tragarse la otra,
me dijo:
- "Eres un guarro".
Mientras, Andrés continuaba bombeando fuertemente y en ese momento me
detuve para mirarla a la cara. Nuestros ojos conectaron y volvió a
besarme haciendo que a pesar de haberme corrido hace unos minutos,
volviese a estar listo. Andrés no pudo más y acabó dentro del
preservativo cayendo rendido, ella volvió a cabalgar de nuevo y como si
de un reto se tratase no paró de botar encima mío hasta hacerme acabar
en su interior y caer rendida encima mío.
Después de unos minutos nos fuimos los dos a la ducha y Andrés se quedó en
la habitación vistiéndose. Al salir nos vestimos con normalidad, le
explicamos a Andrés que queríamos que nuestra relación de amistad
siguiese como si nada hubiera pasado y que esto solo podía quedar entre
nosotros tres. Andrés aceptó y bajamos al bar de abajo a tomar una
caña, sin volver a comentar lo sucedido.
Cuando volvimos a casa nos besamos muy apasionadamente y noté en el ardor
de sus besos que un nuevo estilo de vida acababa de comenzar.
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