Allí
estaba ella, al fondo de la calle totalmente desnuda salvo por las
sandalias de tacón, caminando hacia mí de una manera nerviosa y
acelerada como quien quiere acabar con un trámite. Mientras, yo, me
apoyaba en el coche y disfrutaba de ese momento que me había regalado
la noche.
Era un jueves de junio, hacía calor, había llegado a casa empapado de
sudor de estar todo el día trabajando y aceleradísimo. Cuando llegué,
mi pareja salía de la ducha explicando que habíamos quedado en la
terraza del bulevar, como muchas otras tardes, me venía bien, ese día
había sido muy estresante y siempre viene bien celebrar que la semana
laboral va llegando a su fin. Aproveché que el baño quedaba libre para
darme una ducha refrescante antes de quedar con los amigos. Mientras,
por su parte, mi pareja aprovechaba para ponerse un vestido de verano
rosa ceñido que bien sabe que me vuelve loco, para coronar su puesta en
escena con unas sandalias de tacón que estilizan su ya estilizada
figura. Yo, más sencillo, salí rápido de la ducha, me puse unos levis
que sé que me hacen un buen culo, una camisa ceñida y unos zapatos.
Llegamos a una de nuestras terrazas favoritas del bulevar, donde nos
esperaban nuestros amigos ya con una cerveza en la mano, nosotros antes
de sentarnos pedimos una para ver si lográbamos igualar el ritmo. Las
conversaciones eran un poco las de siempre, trabajo, casa, los hijos,
nada que se saliese de la cotidianidad...
En un momento dado uno de los chicos presentes, que trabajaba de comercial
para una multinacional, empezó a contar una anécdota de un día que
había tenido que visitar a un cliente cerca de unos polígonos
industriales en la capital, donde se concentra además mucha
prostitución. En ese momento comentaba que las prostitutas habían
cambiado sus hábitos y se las veía vestidas mucho más recatadas que
hace unos años, comentando que a día de hoy costaría distinguir por la
vestimenta a una prostituta de una mujer vestida de calle. En ese
momento, mi novia me sonrió y guiñando un ojo con complicidad lanzó la
pregunta...
- "Entonces... Entiendo que según vosotros, a cualquiera de las chicas de
esta mesa, incluyéndome a mí, podrían confundirnos como prostitutas".
Yo, que ya sabía por dónde iba, le interrumpí y con sorna añadí:
- "A ver, sexis vais todas, lo que pasa es que yo creo que no os
confundiría con prostitutas, de todas maneras, creo que lo suyo sería
hacer un experimento, dejándoos en una rotonda de alguna carretera o en
algún polígono industrial y ver si alguien para con intención de pedir
vuestros servicios", dije bromeando y claramente en un tono de broma.
Hay que aclarar que de este grupo de amigos ninguno conoce nada de
nuestras andanzas liberales, así que claramente tomaban esta
conversación como una broma. De hecho, volvimos a las conversaciones de
siempre hasta que anocheció y hubo que volver a casa, ya que al día
siguiente había que trabajar.
Después de habernos tomado unas cervezas, en mi caso solo dos, pues debía
conducir de vuelta a casa, mi pareja estaba algo borracha. Cuando nos
metimos en el coche volvió la conversación acerca de las prostitutas y
me dijo mientras montábamos en el coche:
- "Así que no crees que pararía nadie para pedir mis servicios... ".
A lo que respondí:
- "Cariño, claro que pararían, pero tienes mucho estilo, nadie te
confundiría con una prostituta".
Ella, como estaba borracha, insistía picándome.
- "Así que no te atreverías a hacer el experimento conmigo, y dejarme en
una de las rotondas donde se ponen habitualmente las prostitutas, a ver
qué pasa. Imagina que se me da bien y puedo jubilarte ¿No te
gustaría?", decía de manera retadora.
- "Ay cariño, qué borracha vas, anda, vamos para casa".
- "¿No te atreves?", volvió a insistir de una manera muy retadora.
- "No es que no me atreva, cariño, es que es peligroso, no sabes quién
puede parar ni qué te podrían hacer. Como juego o fantasía está bien,
pero no paso por ponerte en peligro ni a ti ni a mí".
En ese momento refunfuñó y haciéndome burla empezó:
- "Bla bla bliblabla... ¡Eres un aguafiestas!".
El trayecto era corto y no tardamos mucho tiempo en llegar a casa. Nos
acostamos. A ella le recomendé que bebiera mucha agua antes de irse a
dormir para evitar en la medida de lo posible los efectos de la resaca
y nos acostamos dándonos un beso al que después añadí:
- "Anda preciosa, duerme bien".
Al día siguiente me desperté con sueño, y mientras tomaba el café estaba
pensando en la conversación de broma que tuve con mi chica la noche
anterior, y me quedé pensando alguna idea para algún juego morboso que
pudiésemos llevar a cabo de alguna manera segura y sin ponernos en
riesgo, o al menos con un riesgo controlado.
En aquel momento sonó mi WhatsApp, era ella que se acababa de levantar y
me daba los buenos días:
- "Hola amor, ¿qué tal la resaca?".
- "Yo me porté bien anoche, así que con sueño, pero bien. Y tú ¿resaca?".
- "Un poco, pero no mucha, aunque sí es verdad que no recuerdo muy bien,
sé que volvimos a casa pero del final no recuerdo mucho de nuestras
conversaciones...".
Estaba seguro de que era mentira y que era para que no tuviese en cuenta
sus juegos, no sería la primera vez que pone de excusa una borrachera.
- "Quisiste que te dejase en una rotonda para ver si te confundían con una
prostituta".
- "Ahhh sí... Iba muy borracha, menos mal que no me seguiste el juego".
- "Pues la próxima vez igual te sigo el juego. Me llamaste aguafiestas".
La cosa quedó ahí y no hablamos mucho más del tema en unos días, hasta el
jueves siguiente, que volvimos a quedar con nuestros amigos en la
terraza del bulevar, como la otra vez, yo volvía de trabajar y me la
encontré saliendo de la ducha preparándose para salir a tomar algo de
tarde. Tal y como pasó el jueves anterior, yo me volví a meter en la
ducha para quitarme el sudor de todo el día. Cuando salí de la ducha
ella llevaba puesto un vestido largo tipo veraniego de color negro que
marcaba su cintura y unas sandalias de tacón que casi no se veían
porque las tapaba el vestido, era un vestido que le quedaba bien, y era
recatado, me gustaba.
Cuando llegamos a la terraza del bulevar ahí estaban nuestros amigos,
tomando algo tal y como el jueves anterior. Ya nos llevaban la
delantera en cervezas. Nos sentamos en la mesa y pedimos un par de
cervezas para ver si les lográbamos igualar. Las conversaciones al
principio, pues... eran de lo de siempre, trabajo, niños, cosas de la
casa, conversaciones realmente aburridas, hasta que una de nuestras
amigas, en tono de broma, lanzó la pregunta de si alguien había hecho
ya el experimento de ver si le confundían con una prostituta. Yo
respondí en un tono algo más serio y le comenté:
- "Mi novia el otro día, a la vuelta con la borrachera, parecía que tenía
ganas por hacer el experimento, pero al final nos pareció peligroso,
vamos, a mí. Ella con la borrachera que llevaba le daba igual. Me llamó
aguafiestas y todo. Pero vamos, como os pongáis pesadas, os dejo en una
rotonda del polígono y a ver qué pasa", a lo que mi novia en tono
retador me dijo:
- "Bueno, ya veremos esta noche", y después soltó una carcajada.
Seguimos hablando de otras cosas sin dar mucha más importancia a estos
comentarios. Las cervezas iban pasando factura y mi novia ya iba
borracha, pero por suerte no al nivel del jueves anterior. Estaba en
ese punto desinhibido y divertido de la borrachera. Cuando nos íbamos a
ir, mientras pagaba la cuenta, ella me dijo que tenía que ir al baño.
Al volver me dijo que mirase mi WhatsApp, que me había mandado una
foto. Se la veía en el espejo del baño con el vestido subido y las
bragas por las rodillas. En ese momento me excité mucho. Al ir de
camino al coche fui metiéndole mano y besándola por cada esquina,
teníamos los dos una calentura tremenda, pero nuestro hijo estaba en
casa e iba a ser difícil apagarla.
Ya una vez dentro del coche volvió al ataque como el jueves anterior, la
diferencia es que en ese momento yo tenía una excitación brutal, y mi
sangre estaba más en otras zonas que en mi cabeza y ella lo sabía, así
que volvió al ataque y remangándose de nuevo el vestido me preguntó:
- "¿Crees que hoy sería un buen día para hacer el experimento? Es solo por
amor a la ciencia", mientras ponía voz dulce y cara de niña buena.
- "Cariño, anda... no digas tonterías, me sigue pareciendo muy peligroso.
Pero creo que se me ha ocurrido una cosa...".
Entonces conduje hacia unas calles abandonadas que se urbanizaron para
hacer casas, pero que a causa del estallido del boom de la burbuja
inmobiliaria jamás se llegaron a hacer. Según se rumoreaba en la
ciudad, se había convertido en un picadero de parejas jóvenes e incluso
un sitio de dogging donde iban parejas, hombres, mujeres, etc... Ella
aún no sabía dónde la llevaba y me preguntaba en cada semáforo, donde
yo aprovechaba para acariciar su sexo por encima de sus braguitas y
besarla de una manera muy tórrida hasta que volvía a ponerse en verde.
Al fin llegamos a la zona de calles fantasma de lo que tendría que haber
sido una urbanización de lujo. Se veían coches aparcados, algunos
claramente con alguna pareja en su interior y otros no se podía ver muy
bien si estaban ocupados o no.
Conduje hacia el extremo de una calle, era bastante ancha y de una
longitud de unos 300 metros, aún tenía farolas y se veía algún coche
aparcado y alguna sombra moverse entre los arbustos, supongo que gente
haciendo dogging o cruising. Paré el coche y le dije a mi novia de una
manera muy autoritaria a modo de reto:
- "Vamos a hacer una cosa. Quiero que te quites el vestido y te quedes
solo con las sandalias, te bajes del coche y yo conduciré hacia el
final de esta calle. Tendrás que bajar totalmente desnuda hasta el
final, donde te esperaré apoyado en el coche".
Sabía que se echaría atrás y aunque en el fondo estaba aterrado de que me
siguiese el juego era muy poco probable.
- "Amor, pero hay gente en esos coches y me verán...", se quejó.
- "Bueno, hace no mucho no te importaba que te dejase en una rotonda a la
vista de cualquiera que pasase por allí, la única diferencia es que
aquí te puedes encontrar solo gente que haga dogging y parejas
follando, ni chulos, ni otras putas ni gente que se vaya de putas que
vete tú a saber, aquí solo son salidos que no les va el rollo de irse
de putas, y parejas que no tienen donde follar. Y nosotros encajamos en
los dos grupos".
En ese momento noté que empezó a flojear y que no esperaba que yo le
siguiese el juego hasta ese límite, así que la miré, la besé y le dije:
- "Amor, es una tontería, no pasa nada, te estaba haciendo de rabiar un
poco, vamos para casa, era solo un juego, ha estado bien".
El ver que yo me echaba atrás creo que la envalentonó, eso le hacía sentir
que me dominaba a mí y a la situación. Me miró un momento y me besó.
- "Ay cariñito, tú te lo has buscado, no respondo de lo que pueda
pasar...".
En ese momento tuve una erección instantánea y una sensación de pánico que
me subía desde el pecho, y dejándome boquiabierto, se quitó el vestido
y la ropa interior dejándola en el coche y salió.
Tardé unos segundos en reaccionar, teniendo por un lado la esperanza de
que se echase atrás y volviese a meterse dentro del coche y por otro
lado el deseo de continuar con nuestro juego, explorando lo
desconocido. Al final fue más fuerte lo segundo y arranqué el coche y
bajé al final de la calle mientras dejaba atrás su figura totalmente
desnuda en la calle. No sé describir el morbo que me daba la situación
y ese juego al que habíamos llegado.
Detuve el coche al final de la calle y salí a esperarla apoyado en el
capot. Mi pene estaba totalmente erecto y con ganas de salirse del
pantalón. Una vez apoyado en el coche ella comenzó a caminar hacía mí,
al principio se la veía nerviosa, se contoneaba bajando la calle, poco
a poco su caminar se hacía más seguro. Verla bajar desnuda por la calle
me excitó tanto que tuve que sacar mi pene para empezar a acariciarlo,
pero con cuidado de no acabar llegando al orgasmo.
Cuando por fin llegó a mí, sin mediar palabra se puso en cuclillas y
agarrando con la mano el tronco de mi pene, comenzó a lamerlo, desde
los testículos hasta la punta, para continuar deleitándose lamiendo mi
glande y acabar introduciéndolo en su boca comenzando una mamada
espectacular. No tardé en avisar que iba a correrme, aunque a ella le
dió igual y continuó dándome placer, hasta que estallé en un tremendo
orgasmo llenando su boca con mi esperma teniendo que dejar que se
derramase por la comisura de su boca hasta sus pechos.
Yo seguía con una calentura tremenda, así que la cogí en volandas y la
subí al capot del coche dejando su espalda apoyada contra la luna
delantera y abriendo por completo las piernas, de manera que apoyándome
en lo que quedaba de capot me dispuse a hacerle sexo oral. Su sexo se
notaba caliente y húmedo, fruto de la excitación del momento, siempre
he disfrutado mucho de hacerle sexo oral, repasando con mi lengua todos
los rincones y yendo de un lado a otro. No nos habíamos dado cuenta,
pero apareció un mirón que desde la distancia había comenzado a
masturbarse. Mi novia estaba excitada y sus piernas comenzaron a marcar
los espasmos que precedían al orgasmo que estaba a punto de tener,
estallando en un gemido de placer que rompió el silencio de la noche.
Mi pene volvía a estar muy duro y necesitaba penetrar a mi chica, así que
la bajé del capot para colocarla contra el coche y penetrarla desde
atrás mientras tiraba de su pelo y yo la follaba despacio, pero muy
contundentemente. En ese momento el mirón, de entre 30 y 40 años y en
bastante buena forma, se acercó hacia el coche y apoyándose en el capot,
casi frente a la cara de mi novia, siguió masturbándose mostrando un
pene enorme, algo más grande que el mío. Mi novia no tardó en cogerlo
con una mano y comenzar a masturbarlo. Esto debió subir su excitación,
puesto que noté nuevas contracciones en su vagina que anunciaban otro
orgasmo seguido de otro gemido ahogado.
En ese momento mi novia sacó mi pene de dentro de ella, me apoyó contra el
coche y le dijo a aquel extraño que se pusiese un preservativo y la
diese caña. Lo dijo con una agresividad y un morbo que me dejó pasmado.
Aun así, yo me dejé llevar por la situación y me coloqué donde me dijo,
ella cogió mi pene y se lo introdujo de nuevo en la boca. El extraño,
mientras, se colocó detrás y encarando su polla hacia el coño de mi
chica la penetró, causando un gemido y un pequeño espasmo.
El extraño comenzó a bombear con ímpetu y yo notaba la excitación de mi
pareja que en ese momento se puso algo más erguida y comenzó a besarme
mientras con una mano me masturbaba. La situación era muy morbosa, mi
chica me estaba besando mientras un extraño estaba reventando su coño.
Al extraño no le quedaba mucho para correrse, y no tardó en hacer ver
que se estaba corriendo mientras daba una fuerte embestida y daba un
gemido. En ese momento yo no pude más, la excitación de la situación
provocó que acabase, y me corrí.
El extraño se acercó a mí y me dio su número de teléfono, por si queríamos
quedar alguna vez. Me dio la mano y la enhorabuena por tener una novia
así de morbosa.
Poco después mi chica sacó del coche sus braguitas con las que se limpió,
se puso el vestido, nos metimos de nuevo en el coche y volvimos a casa,
besándonos y acariciándonos en cada semáforo.
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