Pasaron
varias semanas, la rutina hacía que los días pasasen rápido. En la cama
la cosa se tranquilizó durante una temporada. Seguíamos siendo activos
pero con unas relaciones más normalizadas por decirlo de alguna manera.
A veces sí que fantaseábamos con historias y recordábamos a Javi y Bea.
Lola también usaba sus juguetes y conjuntos de lencería cuando nos
explayábamos un poco más.
Lola decidió enfriar el tema con Javi cosa que a mí no me pareció mal,
dejé a ella que actuara como quisiera. Ella no quería confundirlo ni
buscarnos quebraderos de cabeza. Supo hacerlo de manera inteligente y
con tacto para no perder la amistad del todo. Al fin y al cabo lo
pasmos muy bien juntos.
Todos los fines de semana solemos salir a cenar y tomar unas copas,
algunas veces solos y otras con un par de parejas de vecinos nuestros
con los que nos reímos mucho. Una noche de Noviembre, era Hallowen,
fuimos a cenar con mi cuñada Marta y mi cuñado Carlos y una de esas
parejas de vecinos. Después decidimos ir a tomar unas copas a una zona
de bares y pubs que nos pillaba cerca. Estuvimos en varios garitos, la
noche era agradable, no muy fría. Había gente disfrazada pero menos de
la que imaginábamos. Por donde fuésemos había gente dando publicidad de
bares y copas gratis para ellas. Un chico nos dio una de esas
cuartillas. Nos sorprendimos. Era de un local liberal que estaba
próximo a donde nos encontrábamos, un polígono, y que ofrecía ese día 2
copas gratis para ellas y descuentos para los hombres que fueran
disfrazados además de espectáculos de striptease, gogos y sexo en vivo
como colofón. Nos miramos todos con cara de tontos y mi cuñada dijo:
venga, vamos a reírnos un rato. Mi vecino contesto: ¡No hay huevos!
y todos con la valentía que dan unas copas decidimos ir.
No tardamos en llegar, todo era jiji, jaja. Ellas entraron del tirón pero
nosotros tuvimos que pasar por caja. Serían las tres o algo más de la
madrugada y habría un aforo de un setenta por ciento. No estaba mal.
Eso sí, más chicos que chicas. Cuando entraron nuestras tres chicas
todos los machotes del local les hicieron el típico chequeo visual sin
ningún tipo de reparo cosa que luego comentamos entre risas. Una chica
bailaba en una barra con solo un tanga, unas botas y cubierta de
purpulina. Llevaba una cola de caballo alta y muy apretada. Varios
chicos y alguna chica la rodeaban. Nosotros nos sentamos en unos sofás
alrededor de una mesa que estaba libre. Resaltaban dos parejas en toda
la sala, ellas iban de diablesa una y la otra con uniforme de
sirvienta. Les acompañaban dos hombres algo mayores que ellas y sin
disfrazar. Todos sospechamos que eran prostitutas. Entre nosotros
comentamos que estaban buenísimas y sabían poner cachondo al personal.
Iban con tacones, medias de rejilla y ligueros. Bailaban entre ellas
mientras ellos, los puretas, las miraban. Al bailar se tocaban y
rozaban sus bocas. Son putas, seguro, dijo mi cuñado Carlos.
A
nuestra derecha había una pareja sentada. Ella vestía una falda
escocesa de tablas y él de negro y algo maquillado parecía que quería
ser Drácula o algo así. Ella estaba recostada sobre él y le tocaba la
polla y los huevos por encima del pantalón de vez en cuando mientras le
comía el cuello. El chico no mostraba ningún pudor y cogía con su mano
la de la chica para que le apretara la polla. Por momentos paraban. Él
se levantó a pedir una copa y su pantalón de pinzas negro no disimulaba
su tremenda erección. En nuestra mesa miramos todos y reímos de manera
algo nerviosa. La chica, que parecía algo bebida, se dio cuenta, nos
miró y sonrió de manera cómplice con nosotros. Llevaba unas medias
blancas por encima de la rodilla y una camisa apretada y blanca
también. Creo que iba de colegiala.
Lola
comentó que seguro que llevaba braguitas de algodón blanco como las
colegialas. Tuvo que enterarse porque hizo un gesto con la cabeza
diciendo que no y seguidamente se giró hacía nosotros, abrió sus
piernas y todos pudimos comprobar que no llevaba ni bragas blancas ni
llevaba nada. Distinguimos perfectamente un coño totalmente depilado y
sus dos labios asomados. Cogió la pajita de su copa se la pasó por su
raja y la chupó para de nuevo ponerla en la copa. Nos quedamos
estupefactos y Lola y su hermana empezaron a aplaudir mientras los
demás reíamos.
Cuando llegó su chico ella se lo contaría todo y él mirándonos también
echó a reír. Entonces Lola cogió a Marta de la mano y la sacó a bailar.
Mi vecina también se animó y salió con ellas. El mamoneo entre Lola y
su hermana no tardó en aparecer y Pili, aunque más recatada, también
entraba en el juego. Lola y Marta se tocaban y se rozaban, entrelazaban
sus piernas y rozaban el muslo con sus perretes. Marta agarró a Pili
por la espalda y le sobó un poco las tetas y metió su mano por encima
del cinturón del pantalón. Pili se agachó y comenzó a reír, se le
saltaron las lágrimas de la risa pero Marta se agachó con ella, la
seguía cogiendo por detrás.
Después
de unos segundos de juegos y forcejeos se incorporaron y volvieron a la
mesa algo despelucadas. Venían exhaustas. Marta se sentó a mi lado y
sin decir nada me pasó su mano por la cara. La mano que había metido
por el pantalón a Pili. Tenía cierta humedad y un apetecible olor a
coño. Pili dio un grito, se llevó las manos a la cara y dijo: Oye, que
está limpio, ¿eh? No lo dudo contesté, huele a chocho pero limpio. Lola
cogió la mano de su hermana y dijo: ¿a ver? La olió y exclamó: ¡Umm!
Entonces se llevó los dedos de Marta a la boca y cerró los ojos para
terminar con una carcajada. La pareja de la mesa de al lado no perdían
detalle de lo que allí pasaba y comentaban cosas entre ellos. Nosotros
estábamos todos supongo que algo calientes pero todo era en plan guasas
y cachondeo.
De pronto anunciaron la noche más oscura y empezó a sonar el thriller de
M. Jackson. Toda la canción sería a oscuras, gritó el encargado del
microfono y había barra libre para que cada uno diera rienda suelta a
sus deseos, sólo algunos flashes blancos mostraban instantáneas de lo
que allí estaba pasando. La gente empezó a cantar y a salir a tropel a
bailar. Yo agarré a Lola en la pista y empecé a comerle la boca. Ella
me cogía el cuello con las dos manos y me decía que estaba cachonda y
algo chispada, cosa que la pone más guarra y desvergonzada.
De
repente alguien se me acercó por detrás y me trincó la polla que yo,
claro está, tenía dura por lo que Lola me decía. Fue un momento, un
apretón y soltó ¿Quién coño habría sido? Por un momento me quedé
bloqueado y Lola me preguntó que si me pasaba algo, le dije que no, que
no era nada. Sabía que había sido una chica porque noté sus pechos en
mi espada pero, ¿Quién? Vamos a sentarnos le dije a Lola, ella accedió.
Todavía sonaba la música y llegamos a trompicones a la mesa.
En
una de las ráfagas de flashes vi como la chica que estaba a nuestro
lado, la colegiala, estaba de rodillas haciéndole una mamada a su
pareja, el Drácula, que tenía los pantalones bajados por la rodilla y
permanecía sentado en el sofá. Avisé a Lola. En otra ráfaga Lola lo vio
y sin pensarlo me cogió de la mano y a oscuras me llevó hasta allí para
sentarse. Una vez sentados Lola se dirigió al oído del chico y le dijo
algo. No tardó ni cinco segundos en volcar su cuerpo a la izquierda y
buscar la polla de ese chico.
La
chavala no tardó en reaccionar y dejar a Lola que mamase también
dedicándose ella a lamer sus pelotas. Yo, en las ráfagas veía a Lola
chupar con rapidez, el chico me miraba a mí y a ellas. La canción
cambió a otra más cañera pero seguíamos a oscuras. Entonces comprobé
que la chica se desplazó hacia mí, buscó y palpó hasta que me bajó la
cremallera y sin levantar la cabeza agarró mi nabo con firmeza y lo
sacó con dificultad ya que estaba como un cuerno. Sin perder un segundo
se la metió hasta la campanilla y empezó a mamar con fuerza, aquello no
podía durar. Poco tardamos los dos en corrernos.
Lola
echó la leche del chico en una servilleta que tiró al suelo y la otra
chica en el gintonic que yo estaba tomando. Nos compusimos y
rápidamente volvimos a nuestra mesa sin mediar ni una palabra. Todavía
tardaron unos minutos en volver mis cuñados y mis vecinos. Estaban
viendo el espectáculo de sexo en directo que estaban haciendo un chico
y una chica espectaculares en un pequeño escenario y con los efectos de
oscuridad y flashes. Sus cuerpos cubiertos de aceite brillaban con las
luces y se podían intuir las embestidas del chico que tenía a su
compañera a cuatro patas y haciendo gestos espasmódicos.
Cuando
el chico sacó su polla la incorporó a ella y comenzó a masturbarse
mientras ella esperaba la descarga tocandose. Era un mulato de cuerpo
escultural, algo menudito pero con un pollón descomunal con unas venas
que iban a reventar. Llevaba un anillo de esos que te estrangulan el
rabo por lo que parecía que podía estallar en cualquier momento. El
mulato cogió la cabeza de la chica, echó la suya hacía atrás, pego un
grito y comenzó a correrse. La gente de la primera fila salto, a alguno
le llegó la leche al pelo o la ropa. A la chica se le lleno la cara y
la boca de leche en un momento. Tras esto el mulato invitó a la gente a
decirle a la chica que se lo tragara ¡Que se lo trague, que se lo
trague! La chica no se lo pensó y se tragó toda la leche, la de la boca
y la de la cara. Tras esto los aplausos y la vuelta total de las luces
a la sala.
Volvieron las luces y con ellas nuestros amigos. Todos teníamos las caras
algo encendidas, algunos del baile y otros de otra cosa. La chica de al
lado trajo mi copa y me dijo: Toma, te la has dejado allí. Lola explicó
que en la oscuridad nos habíamos equivocado de mesa y agradeció a la
chica el gesto. Lola sabía que mi leche estaba en ese vaso por lo que
le dijo a la chica: Dámela a mí, que él ya ha bebido bastante.
Lola
tomó la copa y le pegó un largo trago. Miró a la chica y dijo gracias,
aunque ya no está tan fresquito y le echó una mirada socarrona. Yo
estaba flipando con la escena y me quedé algo pillado. Espero que nadie
se hubiese dado cuenta de lo que había pasado ni de la textura con la
que llegó el gintonic. Entonces miré de soslayo a mi vecina y noté que
ella me miraba fijamente. La miré y me echó una sonrisa picarona
mientras dejaba caer sus ojos y sorbía su mojito con la pajita ¡Hija de
puta! Pensé para mí. Tú has sido la que me ha cogido la polla hace un
momento. Al saberlo me subió un cosquilleo por la barriga como cuando
bajas montando en la noria.
En
un segundo me pasaron cien cosas por la cabeza. La verdad es que mi
vecina Pili está de muy buen ver y se saca mucho partido a ella misma.
Es una auténtica milf. Melena ondulada, morena y larga. Unos cincuenta
años muy bien llevados, y bueno, le gusta vestir algo choni la verdad.
Es de leopardo, tacones y medalla del Pilar, no mi estilo pero ese
puntito macarra ochentero también tiene su rollo. Llevaba un cinturón
ancho de estos que se ponen por debajo de las tetas. Ya imaginaba yo
unas mamas voluminosas con unos pezones grandes y morenos. Abajo unos
leggins que marcaban un coño gordo y grande. Yo lo imaginaba muy
mullido y peludo, no sé porqué. Abajo unos tacones simples y negros que
dejaban ver un pequeño tatuaje en el empeine. Esto va a traer cola,
pensé. Mi vecino cincuentón también está bastante calvo, con gafas y
barrigoncete. Algo dejado, la verdad y me da a mi que no le da a Pili
todo lo que ella necesita. Ya me estaba imaginado a Pili cabalgándome
con esas enormes tetas botando con solo su cinturón amarrado bajo
ellas. Era una autentica jaca. Por otro lado también descansé al saber
que no había sido Marta, mi cuñada, la que me agarró la verga. Hubiera
sido embarazoso realmente. Aunque es más joven que Lola, está como un
puto tren y creo que tiene que ser aún más guarra que su hermana, no me
gustaría verme en la tesitura de follármela o no. No por ella claro que
como ya he dicho está hecha un pepino sino por mi cuñado Carlos con el
que me llevo muy bien y por mi mujer Lola, claro está. No sé como
encajaría que me follase a su hermana.
¡La última y nos vamos!, dijo mi cuñado sacándome del trance. Fuimos los
tres a pedir a la barra y cuando volvimos estaban la pareja de al lado
nuestra sentados con las chicas. Cuando llegamos nosotros les invité a
una copa pero desistieron, ya se iban. Entonces, ¿Porqué estaban allí?
La cosa es que nos comentaron que iban al local de vez en cuando pero
que nunca nos habían visto por allí. Ellos eran, nos dijeron, una
pareja liberal, y bueno, les había gustado mucho nuestro rollo y las
ganas de reírnos que teníamos.
Lola
y yo estábamos nerviosos, no sabíamos si descubrirían lo que había
pasado un rato antes. Sin pensarlo, no dudaron en darnos sus teléfonos
por si nos interesaba alguna vez salir con ellos a tomar algo y, porqué
no, si surge algo más pues bueno. Ellos estaban abiertos a todo con
todos, les iba la marcha dijeron. Con el buen rollo que tenéis tiene
que ser una pasada poder follar con todos vosotros juntos dijo la
chica. Os hemos visto bailar y a mi chica, dijo él, le hubiera
encantado unirse a la fiesta. Entonces mi cuñado contesto diciendo que
nosotros no hacíamos esas cosas ni frecuentábamos esos locales, que ese
día fue una casualidad ayudada por la publicidad que nos dieron. Ellos
insistieron y nos dieron los teléfonos. Cuando Carlos decía esto la
pareja nos miraba como diciendo ¿Cómo podía ser? ¿Entonces lo de un
momento antes? Lola y yo manteníamos el tipo y no decíamos ni mu.
Quizás entendieron que el grupo era cerrado por lo que educadamente se
despidieron y se marcharon. Nos quedamos en silencio un momento y
alguien, no recuerdo bien quien, decidió que nos marchásemos a lo que
todos accedimos.
Ya en el coche Lola me preguntó que si estaba bien para conducir a lo que
contesté que sí. El fresco de la noche y el último gin que no me tomé
me despejó.
¿Qué tal la noche? ¿Qué tal todo? Preguntó. Todo muy bien cariño,
fantástico.
¿Y
lo que he hecho? ¿Te ha gustado o te has enfadado? Susurró. ¿Enfadado?
Cariño ha sido maravilloso, hemos revivido cosas y el morbo ha sido
brutal, además te recuerdo que esa chica me ha comido la polla hasta
hacerme correr en poco menos de dos minutos. Y verte a ti de nuevo en
acción ha sido maravilloso. Ya empezaba a echar de menos a mi Lola más
perra.
Lola se quitó el cinturón, y saltando se pasó al asiento trasero mientras
yo conducía. Llevábamos la calefacción puesta por lo que se la
temperatura era agradable. Lola se desnudó rápidamente por completo. No
se dejó nada. Al instante tenía un pie puesto en cada reposacabezas de
los asientos delanteros.
Así
con las piernas bien abiertas comenzó a masturbarse metiéndose hasta
tres dedos en su caldoso y caliente coño. De vez en cuando me metía los
dedos en la boca para que yo pudiese saborear su jugo.
-Cuando
lleguemos a casa te voy a dar lo tuyo zorra.
-¿Cuándo llegamos a casa? Anda busca algún sitio y aparca.
Llegamos
a un aparcamiento cercano a un centro comercial que por las noches
quedaba para que las parejas comieran menús de un Burguer´s King y más
tarde se convertía en el picadero de la localidad. Eran más de las seis
y sorprendía lo concurrido del lugar. Había poca luz, la gente se
encargaba de reventar las farolas que trataban de alumbrar el lugar,
apenas quedaban dos y se encendían y apagaban intermitentemente. Estaba
cayendo una buena pelua y los coches que allí había tenían todos los
cristales empañados.
Estaba
todo en silencio, solo se oía un subwofer dando un zumbido grave y
acompasado, vibraba más que sonaba. Aparqué donde pude, apartado de la
poca luz y de la entrada al parking que quedaba más expuesto a la
carretera. No quería que reconocieran el coche o la matrícula. Teníamos
dos coches a nuestros lados y una ranchera enfrente. Apague las luces y
el motor y me fui con Lola al asiento trasero.
Eché
todo lo que pude los delanteros hacia delante y puse la radio a un
volumen bajo. Me desnudé y clavé mis ojos en los de Lola que ya me
esperaba para que me la follase. Nos comimos la boca como locos, le
besaba las tetas, el cuello, nos chupábamos y rozábamos como poseídos.
Me senté en el centro del asiento y Lola se subió a horcajadas sobre
mi. Sin pausa empezó a botar agarrándose las tetas con firmeza, el
coche botaba con nosotros.
Tras
un instante Lola se puso a cuatro patas mirando hacia una de las
ventanillas que ya estaba empañada. Yo inmediatamente la embestí con
fuerza cogiéndola de las caderas. Ella apoyaba sus manos en la puerta y
mientras gemía limpió con sus manos el vaho del cristal. Para nuestra
sorpresa a un metro de nosotros una pareja de jóvenes que no llegaban a
los treinta estaban follando de la misma postura por lo que nuestras
chicas encaraban la una con la otra viendo cada una las embestidas que
recibía la otra. De repente les salió una sonrisa de complicidad de
ambas. Entonces Lola se incorporó y se subió como pudo al asiento
trasero. Puso su culo en lo más alto del respaldal del asiento y se
echó hacia atrás ya que daba con la cabeza en el techo. La postura era
de contorsionista pero a ella lo único que le importaba era que la
vieran. Que guarra se pone.
Una
vez allí arriba abrió sus piernas y empezó a meterse otra vez los
dedos. Yo mientras me masturbaba me puse a comerle el coño. Lo tenía
chorreando y caliente. La note temblar y no tardó en correrse. Ya era
hora después de la noche que llevábamos. Gritó como una loca, no le
importaba la gente que había allí. De hecho yo creo que lo hacía
queriendo para hacerse notar. Nuestros vecinos de jodienda nos miraban
mientras follaban. Ahora él estaba sentado y ella le cabalgaba pero los
dos tenían los ojos clavados en nuestra ventanilla. Yo me puse de forma
que mi polla se viera desde fuera y Lola empezó a chupármela y a
pajearme con ojos de deseo hasta que me corrí. Llene su cara y su pelo.
Ella lo recogía con sus dedos y se lo iba metiendo cuidadosamente en la
boca.
Al
terminar bajo la ventanilla y lo escupió. La pareja de al lado bajo la
ventanilla también y él con todo el descaro y con sonrisa picarona
preguntó a Lola: ¿no te lo tragas? A veces sí dijo ella, según me
apetezca. Habéis estado de lujo pareja dijo la chica. Yo le contesté:
gracias, vosotros tampoco habéis estado mal. Yo no me he corrido
todavía, voy un poco pasadete ¿Queréis una rallita? Estoy que lo regalo
jajaja. El colega iba bien puesto, hacia mohines y sus ojos eran todo
pupilas. Entre lo que me he metido y lo que me he puesto en el capullo
cualquiera baja esto comento con descaro. A mi me tiene ya escocia,
llevo un rato comiéndosela y no hay manera. Anda cómemela mientras me
miran esta gente como han hecho ellos, a ver si me motivo y te corro
toda la cara. Le hablaba a la chica de forma brusca, seguramente no
sería su novia sino alguna que se dejaba follar por alguna que otra
raya. La chica accedió y de igual postura que cuando Lola me la comió a
mi empezó a comérsela al chaval.
El
niñato la cogía de la cabeza apretándole hacia dentro lo que provocaba
las arcadas de la chica. Lola se puso a decirle cosas guarras y él le
contestaba sin reparos. Yo le dije a Lola en voz baja que tuviera
cuidado que el tío iba muy puesto y que a ver por donde salía y ella me
contestó que lo hacía para que se corriera y dejase a la chica en paz
de una vez. Lola se pellizcaba los pezones y miraba al chico mientras
ella seguía tragando. Pasaron entre dos y tres minutos y el chico por
fin se corrió en la boca de ella. La mandó a tragárselo, cosa que hizo
sin dudar. Tenía cara de felicidad, por fin terminó, y las lágrimas
saltadas de las arcadas que había dado tragando la polla del notas.
Venga chicos nos vamos, es tarde dije yo. ¿Tarde? Ahora empieza la
fiesta exclamó el chico. Nos vestimos y pasamos a los asientos
delanteros. Di marcha atrás y les dije: ¡venga hasta luego! Entonces el
chico se bajó del coche con solo una sudadera puesta, sin los
pantalones, se agarró la chorra todavía morcillona y meneándosela
arriba y abajo nos gritó: ¡Adios, un saludo a callejeros folladores! y
se puso a reír a carcajadas. Nosotros mientras nos fuimos riéndonos
también. Vaya como va este le dije a Lola.
Llegamos a casa reventados y nos fuimos rápido a la cama. Quedaban muchas
cosas de las que hablar pero eso sería más adelante, ahora era momento
de descansar.
Continuará... Email.
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