Hola
a todos, empezaré por presentarme, soy Juan, tengo 39 años y soy el
marido de Laura, una mujer de 42 años. Somos una pareja normal como
tantas otras, ella es morena, media melena, estatura tirando a bajita,
ni gorda ni flaca con algo de vientre, pechos no muy grandes y algo
caídos por la edad y que en mi opinión son su mejor arma. Yo por mi
parte, estatura normal, delgado, con pelo corto castaño y una dotación
más que correcta sin llegar a ser enorme.
Como ya he dicho, somos una pareja de lo más normal, con una vida sexual
activa, pero sin estridencias, para entendernos, de 2 a la semana,
alguna que otra fantasía, algún juguetito en el armario y poco más
(bien, eso hasta hace un tiempo).
La historia empieza un fin de semana largo en que nuestro hijo se quedó
con sus abuelos y decidimos hacer una escapadita a la playa. Buscamos
un bungalow en un camping cerca de la playa y nos fuimos en coche hasta
allí. Decir que yo siempre había tenido la fantasía de hacer un trío
(como todos los hombres) pero a mí me ponía igual la idea de que fuera
con 2 chicas o con 2 chicos. De esta fantasía mi mujer no sabía nada ni
yo me había atrevido a confesársela, aunque supongo que ella imaginaba
que la del trío con 2 chicas la tendría como casi todo hombre. Ella por
su parte no tenía (qué yo supiera) ninguna fantasía que implicara más
personas que la propia pareja.
El sábado, salimos pronto con el coche para aprovechar al máximo los 3
días que teníamos, llegamos al camping, nos instalamos y directos a la
playa, yo con un bañador tipo bóxer y mi mujer con un bikini normal,
sin tanguita ni nada excesivamente provocador.
Al
llegar a la playa vimos que se trataba de una cala muy acogedora donde
no había demasiada gente y se podía uno dejar caer en cualquier lugar
sin tener casi tocando a algún desconocido. Pusimos nuestra bolsa y
toallas en un espacio donde no había nadie a menos de 15-20 metros y
nos tumbamos a tomar el sol.
Como
siempre, mi mujer se quitó la parte de arriba del bikini para tomar el
sol y cuando íbamos al agua se la volvía a poner. Así pasamos toda la
mañana, alternando agua y sol, aunque para ser del todo sinceros, yo
pase algo más de tiempo en el agua que ella, sobretodo porque cuando
entrábamos en el agua y jugábamos un poco, debía quedarme en el agua
para dejar bajar la erección que mi mujer provoca en mí en 0,0
segundos.
Y de esta manera fueron pasando las horas, tranquilos y relajados hasta
que decidimos recoger y buscar un restaurante donde comer, para acabar
comiendo en la terraza del restaurante del mismo camping que estaba
bastante lleno a esas horas del mediodía, comimos relajadamente, sin
prisas, y entre una cosa y otra acabamos bebiéndonos un par de cervezas
y una botella de vino entre los 2, con lo que sobretodo Laura iba un
poco achispada.
Nos levantamos de la mesa y volvimos a la playa, justo en el mismo lugar
donde habíamos estado toda la mañana. Casi al llegar nosotros, un par
de hombres de unos 35-45 años se colocaron cerca de donde nosotros
estábamos, incluso diría que demasiado cerca habiendo como había tanta
playa libre, más tarde me enteraría que mi mujer ya los había visto en
el restaurante y que les había pillado mirándola unas cuantas veces
desde una mesa cercana y que ella les había correspondido con alguna
que otra sonrisa.
Los
dos eran de estatura normal, el que parecía mayor de los dos, tenía el
pelo corto, cuerpo ancho, algo de barriguita sin llegar a ser gordo,
peludo y barba canosa. El otro por su parte era más delgado, pelo corto
aunque no tanto como el primero, cuerpo cuidado sin llegar a ser
fibrado y pelo en pecho, pero en general, poco peludo.
Como siempre, mi mujer se quitó la parte de arriba y empezamos a tomar el
sol, para al rato ir al agua, aunque esta vez Laura lo hizo sin ponerse
la parte de arriba del bikini, cosa que me extraño, pero como iba un
poco achispada por el vino, no le di mayor importancia, incluso la idea
me dio cierto morbo.
Al
rato, como ya era costumbre, mi mujer volvió a tomar el sol y yo me
quede en el agua esperando que bajara mi erección, y más en aquella
ocasión en que había venido sin la parte de arriba y había podido
aprovechar para sobarla un poco más de lo normal en la intimidad del
agua.
Al llegar Laura a su toalla, se tumbó cara hacia arriba para disfrutar del
sol y al cabo de unos instantes, uno de los hombres, en concreto el que
parecía mayor se le acercó y empezaron a hablar, lo que hizo que mis
pensamientos más oscuros provocaran de nuevo el endurecimiento de mi
polla y que no pudiera volver a la arena sin mostrar un bulto
sospechoso en mi bañador, así que seguí en el agua durante un buen rato
y pude ver como el otro hombre se unía a la conversación con Laura.
Así pasaron unos minutos entre conversación y risas hasta conseguir
relajarme para llegar hasta mi toalla. Cuando llegué a la toalla, Laura
estaba sentada sin la parte de arriba, totalmente relajada y hablando
con los dos hombres, saludé, Laura me presentó a los susodichos y me
comentó que éramos vecinos en el camping.
Estuvimos
hablando un buen rato, mejor dicho, estuvieron hablando con ella,
porque toda la conversación se centraba en hablar con ella y aún que la
conversación era de lo más banal, mi mente calenturienta iba mucho más
allá de lo que la realidad mostraba y volví a tener una erección por la
situación, así que me tumbé boca abajo siguiendo la conversación de
esta manera hasta que los dos se despidieron y volvieron a sus toallas.
Fue entonces cuando Laura se me acercó para comentarme que parecían
simpáticos, y explicarme cuatro tonterías que habían estado hablando,
pero en realidad lo que quería era meter mano en mi paquete para
comprobar si tenía la polla tiesa y al comprobar que así era se puso a
reír y me dijo:
L - ¡Juan! ¿Estás cachondo?
J - Joder Laura, pues ya ves... llevo un día que esta no para de ponerse
en alerta.
L - Pero, ¿cómo se te ha puesto así? ¿Has visto alguna mujer de
escándalo que te la ha puesto así?
J - Claro que sí Laura, te he visto a ti.
L - Jajajaja, no será que te has puesto cachondo al verme hablar con dos
desconocidos ¿verdad?
J - Pues no sabría decirte, pero verte desde el agua hablando con ellos ha
hecho que mi imaginación se disparase.
L - Pero ¿qué estabas imaginando?
J - Pues nada, que intentaban ligar contigo delante de mis morros.
L - Jajajaja, Juan, ¡vas muy salido! ¿Nos vamos al camping a ducharnos y
vamos a pasear un poco por el pueblo?
Recogimos todo, y salimos de la playa no sin antes despedirnos de los dos
hombres con los que Laura había estado hablando. Al llegar al bungalow,
me metí en la ducha y Laura vino detrás y empezó a besarme, parecía que
tenía ganas de... y al llevar mi mano a su entrepierna pude comprobar
que tenía muchas ganas ya que estaba mojadísima.
J - Mmmmmmmm! Parece que tienes ganas ¿no?
L - Buffffff, a ti te ha puesto cachondo, pero a mí también, y mucho, no
dejaban de mirarme las tetas mientras hablaban conmigo y no sé por qué
en vez de taparme me he incorporado para que pudieran verlas mejor.
J - No me digas eso Laura, que se me pone dura solo con oírtelo.
L - Pues es verdad, ya sabes que te quiero mucho, pero esa situación de
sentirme observada y deseada por dos tíos mientras mi marido estaba a
unos metros me ha puesto muchísimo, no creo que se hayan dado cuenta,
pero tenía los pezones durísimos mientras hablaba con ellos.
J - Mmmmmm, te veo desatada Laura, a ver si voy a tener que preocuparme.
L - ¿Preocuparte? ¿por qué? ya sabes que yo soy muy buena... - y diciendo
eso con carita de niña buena empezó a bajar hasta postrarse delante de
mi polla que ya estaba dura como una piedra.
Laura empezó a lamerla, primero delicadamente para después comérsela con
un ahínco que raramente había visto en ella. Definitivamente Laura
estaba muy caliente por la situación de la playa y yo también, por lo
que al poco rato tuve que intentar separar a Laura para no correrme,
pero lejos de separarse, siguió jugando con mi polla con más dedicación
aún mientras se masturbaba con sus dedos hasta que me corrí en su boca,
y os aseguro que eso normalmente no acostumbra a pasar.
Al acabar, Laura se levantó como si nada, aún con restos de mi corrida en
su cara y me dijo:
L - Me debes una, que yo no me he corrido - y siguió duchándose.
Una vez duchados, nos cambiamos y salimos en busca de un lugar en el que
cenar. Íbamos con vestimenta informal y veraniega, yo con unos bermudas
y una camisa de lino, Laura por su parte llevaba un vestido de punto
que en principio solo se ponía para la playa ya que entre los
agujeritos podía verse perfectamente que ropa interior llevaba.
Laura no acostumbraba a vestir así, pero como la tarde había sido así de
morbosa, pensé que lo hacía para seguir con el juego y ponerme aún más
caliente de lo que lo había hecho durante el día y por supuesto, yo
encantado de que lo hiciera.
Cenamos en una terraza y después tomamos una copa en el paseo marítimo,
una noche tranquila sin más de no ser porque poco antes de irnos hacia
el camping le propuse a Laura que fuera al baño y se quitara toda la
ropa interior para volver al camping solo con el vestido de punto. Ella
en vez de decir que no, protestó, dijo que si estaba loco pero al final
accedió a hacerlo ya que el paseo ya estaba casi vacío y en la terraza
en la que estábamos solo quedaban un par de mesas con gente, y
sobretodo lo hizo creo yo porque entre la cena y la copa, el alcohol en
sangre volvía a tenerla achispada y lo pasado durante la tarde la tenía
en un estado de euforia que hacía que su morbo se disparará.
Entró en el bar para ir al baño y al cabo de un minuto volvió a salir con
el sujetador y las braguitas en la mano y tapada solo con el vestido de
punto que dejaba entrever todo a quien quisiera mirar con atención.
Llegó a la mesa radiante, tanto por lo que dejaba ver el vestido como
por la cara de pícara que tenía, se sentó y dejó las bragas y el
sujetador encima de la mesa, delante mío para demostrarme que había
cumplido, nos reímos, acabamos nuestras copas y nos levantamos para
irnos.
Así nos fuimos hacia el camping, yo de nuevo con una erección de caballo y
ella disfrutando de su exhibicionismo a la vez que algo vergonzosa.
Al llegar al camping, paso lo que ni ella ni yo esperábamos ni habíamos
imaginado, los dos hombres con los que Laura había hablado en la playa
estaban en el porche de entrada de su bungalow tomando unas cervezas,
pasamos por el lado, saludamos y pude ver cómo los dos se perdían en el
cuerpo de Laura, intentando ver entre los agujeritos de su vestido para
desnudarla completamente en su cabeza. Cuando ya nos alejábamos,
volvieron a llamarnos.
2H - ¡Ehh! ¿os apetece haceros unas cervezas?
J - No gracias, venimos de tomarnos una copa. -Contesté yo-.
2H - Venga, ¡la última!
L - Venga Juan, la última, jajajajaja -dijo Laura girándose y volviendo
hacia el porche-.
Aceleré el paso para ponerme a la par de Laura y le susurré:
J - ¿Sabes que vas sin ropa interior y que se te ve todo, verdad?
L - Claro, pero ya me han visto antes y además, si así están contentos,
pues les doy una alegría y después tú y yo acabamos la noche como tiene
que ser.
J - Joder Laura, estás desconocida.
L - ¡Jijiji! Tú prepárate para esta noche, ¡que vas a tener trabajo!
Entramos en el porche de Pedro y Tomás (así se llamaban), cogimos un par
de cervezas y estuvimos charlando. Nos enteramos que Tomás (el mayor de
los 2) tenía 44 años, era soltero, un juerguista y por algunos
comentarios a mí me quedó claro que un poco putero. En el caso de
Pedro, tenía 34 años, acababa de separarse definitivamente de su mujer
después de unos cuantos encuentros y desencuentros que siempre acababan
con discusiones, infidelidades y un mal ambiente que hacía imposible la
relación.
Como no podía ser de otra manera, la conversación acabó en temas sexuales,
aventuras, experiencias varias, rollos entre campistas asiduos del
camping, así hasta que Tomás empezó a hacer preguntas sobre nuestra
vida sexual sin ningún tipo de disimulo, a lo que Pedro intentó parar
por vergüenza ajena y porque entendía que estaba sobrepasándose, pero
Laura le quitó importancia diciendo que no tenía ningún problema en
contestar.
En
realidad eran preguntas típicas sobre si los casados como nosotros
follábamos mucho o como dicen todos los casados, follamos poco o nada,
qué fantasías sexuales teníamos, etc, a lo que Laura contestó con
evasivas y tópicos de todo tipo. Entonces fue cuando Laura empezó a
preguntarles a ellos sin ningún tipo de pudor.
L - A ver estos dos machitos, ya que preguntáis tanto, también sabréis
contestar si os pregunto yo, ¿no?
T - Por supuesto, tú pregunta que nosotros contestamos.
L - Bien, pues decidme ¿qué parte de mi cuerpo os gusta más?
T - No lo hemos visto todo como para poder opinar.
Laura se levantó de la silla donde estaba sentada, dio una vuelta sobre
ella misma y dijo:
L - Tomás, si no lo has visto todo es porque estás ciego o no has querido
mirar, jijijijiji.
Sin más, Pedro, que parecía más callado y comedido, dijo:
P - Tus tetas, Laura, tienes unas tetas preciosas.
L - Jajajajajaja, gracias Pedro, me alegra que te gusten, aunque si te soy
sincera, desde esta tarde sabía tu respuesta, sobretodo porque no les
quitaste ojo cuando hablábamos en la playa.
Laura me miró para ver si me incomodaba la situación, y la verdad es que
lejos de incomodarme me ponía muy cachondo todo lo que estaba
escuchando casi como un simple espectador. Sabiéndose deseada, algo
borracha y más desinhibida de lo que la había visto en mi vida, Laura
aún de pie se levantó el vestido hasta su cintura y volvió a dar otra
vuelta sobre sí.
L - ¿Ahora ya puedes dar tu opinión, Tomás?
T - Bufffff, no sabría qué decirte Laura, creo que cualquier parte de tu
cuerpo me encanta.
L - ¡Eso no vale Tomás, eres un tramposo!
A partir de ahí, hubo unas cuantas risas, Tomás intentando conseguir algo
más y mi mujer jugando pero marcando los límites, dejando bien claro
que la cosa se quedaría en un tonteo. Así pasamos un buen rato, hasta
que Laura decidió que era hora de ir a dormir, mejor dicho, de ir al
bungalow.
Al llegar al bungalow, Laura estaba chorreando, nunca la había visto con
esa calentura, así que la tumbé en la cama y abriendo sus piernas
empecé a comerle el coño empapado hasta que se corrió a los pocos
minutos. Acto seguido subí hasta sus pechos y empecé a lamerlos,
haciendo círculos con mi lengua alrededor de sus pezones, parando para
decirle lo mucho que disfrutaría Pedro de poder estar en mi lugar
comiéndole las tetas, y ella con cada guarrada se excitaba más y más
hasta que me pidió que me dejara de tonterías y la follara de una vez,
cosa que hice sin esperar ni un segundo.
Mientras follábamos seguí insistiendo sobre lo guarra que había sido,
asegurando que seguro que de no estar yo allí se los habría follado a
los dos, y ella no lo negaba y a la vez se ponía como una moto. Así
seguimos follando, no mucho tiempo, porque yo también llevaba un buen
calentón y no estaba para aguantar como un jabato, pero aún así Laura
tuvo tiempo de correrse dos veces más y no tanto por mi pericia (que no
es que no la tenga) sino por el calentón que le habían provocado los
vecinos del camping.
Al terminar, desnudos y sudorosos encima de la cama, estuvimos hablando
sobre lo que había pasado y lejos de avergonzarse una vez la lívido
había bajado, Laura estaba radiante y feliz por el día que acabábamos
de pasar, pero no concretaba sobre dónde habría puesto el límite de no
haber estado yo allí, hasta que después de un rato acabó confesando que
Tomás le parecía un tío divertido, pero demasiado espabilado, pero que
en cambio Pedro le parecía una ternura, además de mucho más atractivo,
y que si no estuviera casada no sabía qué hubiera llegado a pasar,
pero...
J - ¿Y por estar casada te has contenido?
L - ¿A ti que te parece? ¿qué quieres, que te engañé con él?
J - Yo no he dicho eso, pero no sería engaño si yo lo sé previamente, no
pongo problemas en que pase y estamos Pedro y yo, los 2 para ti, ¿no?
L - ¿Estás loco? una cosa es jugar y otra cosa es... ¿quieres hacer un
trío con otro hombre?
J - Yo quiero hacer lo que tú quieras, no estoy loco, simplemente hoy tú
has hecho cosas que no te había visto hacer en la vida y me han puesto
muy cachondo, y a ti parece que también te han gustado, así que si
quieres seguir experimentando y probar cosas nuevas y sabes que a mí no
me va a molestar, pues ¿por qué no vamos a hacerlas?, si no hacemos
daño a nadie y además somos nosotros los que nos marcamos los límites.
L - Bueno, mañana hablamos con más tranquilidad.
Nos fuimos a dormir, a la espera de que el día siguiente fuera como mínimo
igual de interesante y morboso como había resultado el día que
acabábamos de pasar.
Continuará...
Email.
|