.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Un maduro barrigudo ha salvado nuestro matrimonio (1)".

 

 Somos Raúl y Estela, matrimonio de Valladolid de 28 y 25 años que tras cinco años casados empezamos a notar que la rutina y la monotonía estaba causando deterioro en la relación, así que creímos oportuno añadir experiencias nuevas. Siempre hemos disfrutado mucho del sexo entre nosotros pero la verdad es que llegó un momento en el que nos dio miedo que el matrimonio peligrara debido a tener siempre la misma rutina y hacer las mismas cosas.

 Una de las fantasías que más morbo nos daba era compartir cama con un hombre maduro, que él follara nuestras bocas y hacer todo tipo de cosas que se nos ocurrieran, así que pusimos varios anuncios en Internet y nos contactó Bernardo, un señor de Avilés de 52 años divorciado y que nos envió varias fotos y nos dijo lo que le gustaría hacer, que por suerte coincidía al 100% con lo que nosotros buscábamos.

 Tardamos varias semanas en realizar la cita porque había que esperar a que él pudiera desplazarse hasta Valladolid, ya que a nosotros nos era imposible ir a Avilés. Durante ese tiempo echamos unos polvazos tremendos imaginando lo morboso que iba a ser chuparle la polla a Bernardo entre los dos y que nos follara nuestras bocas.

 Estela me chupaba mi polla de forma espectacular, como nunca antes lo había hecho, imaginando que era la polla de Bernardo, y cuando le penetraba el coño me insultaba llamándome maricón, cornudo y muchas cosas más que me producían gran placer. Luego me corría en su boca y le decía que cerrara los ojos y se imaginara que era la leche de Bernardo, y mientras lo hacía se masturbaba como una loca y se corría a la vez que sentía mi leche en su cara.

 Cuando nos informó Bernardo de que ya podía venir, reservamos habitación en un hotel, y la noche anterior me hice varias pajas de la excitación que tenía sabiendo que al día siguiente un maduro barrigudo me iba a follar la boca a mí y a Estela.

 Salimos de casa muy nerviosos en dirección al hotel. Estela llevaba un pantalón vaquero muy ajustado, botas y una camisa roja muy pegada en la que se marcaban sus pezones perfectamente porque tiene las tetas grandes y llevaba un sujetador muy fino. Los primeros botones de arriba no se los abrochó, dejando entrever la zona de arriba de sus melones.

 Allí en la cafetería del hotel estaba ya Bernardo esperando y tomándose una cerveza. Se levantó y nos saludó muy educadamente. Pedimos unas copas y nos las tomamos mientras charlábamos. Él miraba a mi mujer con cara de vicioso, no podía apartar la mirada de los pezones que se le marcaban en la camisa a Estela. Se notaba que estaba deseando subir a la habitación para meternos la polla en la boca.

 Al llegar a la habitación, se metió en el baño a desnudarse, quería mostrarse ante nuestros ojos completamente desnudo, es decir, no desnudarse poco a poco delante de nosotros sino hacer su aparición completamente despelotado. A mí me dijo que me desnudara y a Estela que se quedara en ropa interior. Y así lo hicimos.

 Pocos minutos después, la puerta del baño se abrió y de allí salió Bernardo exhibiendo su cuerpo de hombre maduro. Tenía el pecho bastante peludo, así como los brazos, y una enorme y señorial barriga. La polla y los huevos los tenía depilados completamente, ya que nosotros se lo pedimos cuando contactamos con él y le pareció muy bien, ya que de esa forma podríamos saborear mejor su polla achorizada y los gordos huevos que le colgaban.

 Estela llevaba un tanga rojo y un sujetador con los bordes rojos y negro por las demás zonas, casi transparente, muy fino. Lo primero que hizo Bernardo fue colocar las manos en su cintura e ir subiendo poco a poco, recorriendo su cuerpo poco a poco hasta llegar a sus tetas. Tanto ella como yo estábamos todavía un pelín nerviosos, no estábamos relajados al 100%. Yo estaba sentado en una silla, observando, y él seguía palpándole las tetas por encima del sujetador cuando me miró y me dijo :

 - "Míranos pero no te empieces a masturbar todavía".

 Le echó para abajo el sujetador y los melones de Estela quedaron a la vista. Noté como un cosquilleo recorría mi polla, pues la situación era muy morbosa: ¡mi mujer con las tetas sacadas en una habitación de hotel delante de un hombre maduro al que acabábamos de conocer!

 Para mi sorpresa, Estela por voluntad propia llevó su mano a la polla de Bernardo y la agarró mientras él le estrujaba las tetas y le frotaba los pezones con los dedos de ambas manos, primero suavemente y poco a poco cada vez con más rapidez. Después le colocó de nuevo las manos en la cintura, y la atrajo hasta él, juntaron sus cuerpos y se dieron un morreo, mientras ella seguía sujetándole la polla.

 La situación se estaba poniendo cada vez más caliente, ya estábamos más relajados, y Bernardo me dijo que me acercara y le masturbara. Un relámpago de excitación me recorrió el cuerpo, y haciendo caso de su indicación, me puse debajo de él, de rodillas, llevé mi mano a su polla y empecé a palparla. También recorrí sus huevos, con gran curiosidad. Era la primera vez que le hacía eso a un hombre. Miré hacia arriba para verlos besarse pero su barriga me tapaba la visión. En realidad creo que eso hacía la situación más excitante aún, pues tenía que imaginarme lo que estarían haciendo. Probablemente seguían morreándose y Bernardo le sobaba sin parar las tetazas.

 Comencé a masturbarlo y su polla se fue endureciendo. Escuché que Bernardo le dijo a Estela al oído:

 -"El maricón de tu marido me está haciendo una paja".

 Segundos después, Bernardo se apartó  de mi mujer, se sentaron en el borde de la cama y él me dijo :

 - "Quítale el tanga a tu mujer, y después nos masturbas a los dos a la vez, cornudo".

 Y así lo hice. Le bajé el tanga a Estela, lo coloqué en una silla y comencé a masturbarlos simultaneamente. Con mi mano izquierda acariciaba su coño y le introducía un par de dedos lentamente, y con la derecha pajeaba la polla de Bernardo.

 A estas alturas yo tenía el miembro bastante endurecido, como podéis suponer. Estela y Bernardo se besaban con todas sus ansias hasta que él le dio varias cachetadas en las tetas y acto seguido comenzó a chupárselas. Succionaba los pezones y aureolas provocando un sonido al chupar que me puso el rabo aún más tieso de lo que lo tenía. El coño de Estela estaba cada vez más mojado, me estaba empapando los dedos, y el rabo de Bernardo adquirió su tamaño máximo gracias a la pedazo de paja que le estaba haciendo.

 Minutos después apartó a Estela y le dijo que se colocara de rodillas en el suelo junto a mí y nos ordenó que le hiciéramos una mamada juntos. ¡Cuantas veces había soñado con esa situación! ¡Cuantas pajas me había hecho imaginándolo!

 Estela se colocó a mi lado y me susurró, con voz de guarra :

 -"Venga cornudo, vamos a comernos esta polla".

 Ella empezó por la parte de los huevos mientras yo me dedicaba a darle lametazos a la polla. Después me la metí entera en la boca mientras Estela seguía chupándole los huevos. ¡Qué sensación de placer sentir la polla de un macho en mi boca! ¡Casi no podía creer que aquello estuviera sucediendo!

 Luego nos cambiamos los papeles, ella le mamó el rabo y yo le chupaba sus afeitados huevos. Yo había veces que hacía un pequeño stop para poder observar bien, con todo detalle, como mi esposa se comía la polla de otro hombre.

 -"Pajea al cornudo mientras me comes la polla, guarra", le dijo Bernardo a Estela.

 Llevó su mano a mi polla y me masturbó lentamente mientras yo volvía acercar mi cara a los huevos de Bernardo y seguía chupando. Luego unimos nuestras lenguas y recorrimos juntos desde los huevos hasta la punta del capullo. También había veces en las que ella le sujetaba la polla y me la metía a mí en la boca.

 - "Eso, eso, métele mi polla en la boca al maricón de Raúl y empújale la cabeza para que me la coma bien comida", dijo Bernardo.

 Después de un rato así, nos ordenó que nos tumbáramos juntos en la cama, uno al lado del otro, él se colocó sobre nosotros y empezó a follarnos las bocas, alternando de uno a otro.

 Al principio lo hacía suave, pero fue acelerando el ritmo de una forma que llegó un punto en el que parecía que nos iba a introducir hasta los huevos. ¡Casi nos asfixia! Estela me hacía una paja mientras tanto y yo a ella también. De vez en cuando nos ordenaba parar y nos decía que nos besáramos, para que saboreáramos nuestras bocas impregnadas de su aroma.

 Yo estaba casi a punto de correrme, y Bernardo también (Estela se había corrido varias veces ya), pero para alargar la situación lo máximo posible, Bernardo nos dijo que paráramos. En verdad me jodió un poco que dijera eso, porque yo estaba a tope y  deseando que nos echara la leche en nuestras bocas, pero bueno, él mandaba, así que nos incorporamos sentándonos en la cama mientras lo veíamos a él dirigirse al minibar para servir unas copas de whisky con hielo.

 Nos dijo :

 - "Es mejor hacer un alto para poder disfrutar durante más tiempo, aunque en realidad vamos a empezar enseguida, esta pausa va a ser breve, se trata simplemente de refrescarnos la boca con una buena copa de whisky".

 Se sentó en una silla, frente a nosotros, y nos bebimos la copa de 3 o 4 tragos, aunque él se la bebió de un solo trago, demostrando ser un auténtico macho. Era la primera vez que Estela probaba el whisky solo, pues siempre lo había consumido combinado con algún refresco, y comentó entre risas que le ardía la boca.

 - "Bueno, parejita, ahora me gustaría que os besarais y os metierais mano mientras yo os observo".

 Sentados en el borde de la cama unimos nuestras bocas en un profundo beso, le acaricié sus tetas y se las sobé al máximo mientras ella me acariciaba suavemente los huevos.

 - "Así, sí, sóbale bien las tetas a la guarra de tu mujer", comentó Bernardo.

 Él mientras tanto nos observaba con detenimiento y se pajeaba lentamente.

 - "No lo pajees muy rápido, Estela, que no quiero que se corra todavía".

 Pasados unos minutos, se acercó a nosotros, se puso de rodillas y empezó a hacerme una mamada a la vez que masturbaba a mi mujer, y a veces pasaba su lengua de mi polla al coño de Estela para darle buenos lametones. ¡Diossssss! ¡Qué gustazo! ¡Qué morbo! ¡Un hombre maduro me estaba chupando la polla...! ¡y me encantaba!

 Nunca nos habíamos morreado con tanta pasión. El hecho de tener a un hombre maduro haciéndonos sexo oral nos enloquecía a ambos. Cuando  Bernardo se sacaba mi polla de la boca para chuparle el coño a Estela, me la agarraba para pajearme. ¡Nunca habíamos disfrutado tanto un morreo! Estela me metía la lengua hasta la garganta, con una pasión brutal, y yo a ella también.

 Después de estar así durante largos minutos, Bernardo nos ordenó tumbarnos de nuevo en la cama y nos folló las bocas como un bestia.

 - "¡¡¡Estoy a punto de correrme, hijos de puta, estoy a punto de correrme!!!", nos empezó a gritar con voz de vicio y lujuria. Es posible que alguien que pasara en esos momentos por el pasillo del hotel lo escuchara.

 Bernardo pasaba de una boca a la otra con gran rapidez, hasta que la colocó encima de nuestras caras, dejó caer sus huevos en nuestras bocas y nos pidió que se los chupáramos.

 -"¡¡¡Chupadme los huevos, que me corro!!! ¡¡¡Chupadme los huevos, que me corro!!!".

 Le chupamos los huevos a dúo, moviendo las lenguas con mucha rapidez, hasta que no pudo más y levantó la polla, se la agarró y empezó a correrse sobre nuestras bocas mientras se la meneaba.

 Estela y yo sacamos las lenguas a tope para recoger en ellas la mayor cantidad posible de leche y después nos dimos un buen morreo mientras yo me masturbaba como un mono a punto ya de correrme, pues tenía la polla a reventar. Saborear con mi mujer la leche del macho que acababa de correrse en nuestras bocas fue alucinante, maravilloso, apoteósico... Entonces, sin yo esperarlo, Bernardo me agarró la polla y me masturbó a la vez que masturbaba también a Estela.

 Nosotros nos seguíamos morreando cuando, de mi polla, brotó una enorme corrida gracias a la masturbación que me proporcionaba Bernardo, y a los pocos segundos Estela tuvo un enorme orgasmo que la obligó a dejar de besarme para ponerse a gritar de placer. Fue tal la intensidad de este orgasmo de Estela que de la cantidad de flujo que le salió por el coño dejó un charco en la cama.

 Tras varios minutos tumbados en la cama descansando y comentando lo bien que lo habíamos pasado, nos dimos una ducha, abandonamos el hotel y nos despedimos de Bernardo, prometiendo seguir en contacto para futuras experiencias juntos, porque estaba claro que esto había que repetirlo.

 Bernardo ha salvado nuestro matrimonio. Gracias a él hemos recuperado la ilusión, la magia, la pasión y la complicidad que nuestra relación había perdido por culpa de la monotonía. Somos muy felices y estamos más unidos que nunca. Próximamente os contaremos otras morbosas experiencias que hemos vivido junto a él.

 Raúl y Estela.

 

 

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