.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Perdiendo el control en un local liberal".


 
La luz se reflejaba sobre sus rizos de color cobre. Ella, como siempre, estaba guapísima y brillante, su figura de casi modelo se recortaba con la luz del sol y la sonrisa pícara y radiante, junto con una mirada alegre penetraba en lo más profundo de mi libido.

 Era increíble, abril y en la playa con 28ºC, estaba siendo un principio de primavera increíble, nos encantaba ir a la playa nudista del Torn. Generalmente, esa época del año hay poca gente y las temperaturas son muy agradables, no hay un exceso de calor y se puede estar en manga corta, aunque ese año hacía demasiado calor. Claramente, la temporada se había adelantado.

 Para quien no conozca dicha playa, es una playa en un entorno muy natural, se llega pasando un mini puerto de montaña y se aparca en un bosquecito que hay que cruzar para llegar a la orilla, no más de 200 metros.

 Ese viernes había salido pronto del trabajo, ella me esperaba en la puerta de casa con una neverita azul llena de cervezas y dos bocatas y una pequeña bolsa de viaje, así que nos dirigimos hacía la playa. Llevaba su vestidito de flores playero que ciñe tanto su cintura estrecha y es bien cortito dejando ver sus maravillosas piernas.

 Cuando llegamos a la playa, cogimos la neverita y las toallas y nos pusimos cerca de la orilla. La arena estaba caliente, pero era muy agradable. Ella se empezó a quitar el vestido dejando ver tu conjunto negro semitransparente de puntilla en vez del bikini. Mientras yo te miraba embobado, te mordiste el labio y me guiñaste un ojo para decirme:

 - "Cariñito, viniendo a una playa nudista no tiene mucho sentido que trajese bikini, además hoy no nos podremos dar un baño, se puede tomar el sol, pero aún el agua está fría, si te metes dentro se te va a quedar chiquita".

 Yo comencé a desnudarme también, al igual que ella no había traído bañador. He de decir que viendo su coño depilado, precioso, y tus bonitos pechos, no pude evitar que mi pene reaccionase y se pusiese 'gordito'.

 Desde que la conocí siempre ha tenido un cuerpo espectacular y una sonrisa morbosa de niña traviesa que me ha tenido loco. Tanto, que tengo la suerte de que la mujer que ocupa mis fantasías siempre es ella.

 No puedo ocultar que siempre he sido un hombre morboso que fantasea con mil situaciones morbosas, siempre con ella como protagonista.

 Tomamos unas cervezas y un bocadillo mientras reíamos y mirábamos al mar. Mientras esto sucedía, nuestro entorno iba cambiando, y aunque casi no había gente en la playa, aparecían algunas parejas de chicos gays, alguna pareja hetero y algún chico solo. Supongo que habían venido a disfrutar de las temperaturas que nos había regalado ese abril.

 Hacía poco habíamos comprado un minivibrador Lelo de esos que tienen mando. Siempre nos han encantado los juguetitos y los usamos mucho en nuestras relaciones. Me pidió que le acercase el bolso. Al cogerlo vi dentro el vibrador y lo saqué y le pregunté:

 - "¡¡Anda!! ¿Y esto?".

 - "Por si cogemos una noche de hotel y nos quedamos por la zona. Vamos improvisando. La verdad que es un finde ideal para una escapada, por eso he traído una bolsa de viaje tan grande. No te preocupes, te he cogido ropa también a ti".

 - "Me gusta la idea, la verdad. Viendo el vibrador creo que lo pasaremos bien, un finde sin horarios, sin estrés, ni preocupaciones, me apetece que salgamos de fiesta un poco, pasar la noche en un hotel con encanto y desconectar de todo, sentirnos libres y preocuparnos solo de disfrutar, rollo hedonista, la vida del cerdo, dormir, comer, beber y follar", dije mientras me quitaba el reloj y lo metía en la bolsa.

 - "¡Genial, cerdito! ¡Me pongo a buscar un hotelito con encanto!".

 Yo me volví a tumbar mientras aún sostenía el vibrador en la mano y jugaba con el mandito...

 - "Ya está, hotelito con encanto reservado, está cerca del Vendrell, así mañana podemos ir a otras playas", dijo tan risueña como siempre. Mientras, yo con el vibrador en la mano le reté:

 - "¿A que no te atreves a ponértelo dentro?", susurré engolando la voz y empezando a tener una erección por la idea de buscar una situación morbosa.

 - "Anda, no seas guarrillo, espérate al hotel, salido, además... ¿No ves que hay gente, que me puede ver alguien?".

 - "Precisamente lo que me da morbo es que te puedan ver y calientes a esos mirones que no te quitan ojo desde que se han sentado...", añadí mientras acariciaba el interior de sus muslos y daba un trago a la cerveza.

 Me miró a los ojos, me sonrió, se bebió lo que quedaba de la cerveza de un trago, me quitó el vibrador de la mano, se giró colocándose hacia los mirones y abrió sus piernas, muy sutilmente, y me dijo:

 - "¿Esto es lo que te excita, guarro?", me dijo como recriminándome de manera excitante mientras se acariciaba con la mano los labios exteriores de su coño.

 - "Si quieres, paro", me dijo de manera retadora.

 Yo me quedé algo bloqueado y sin saber qué decir y la polla se me puso tan dura que hasta me dolía.

 - "Veo que no quieres que pare", me dijo mientras muy sutilmente acarició mi pene muy suavemente con la yema de la mano libre que le quedaba.

 - "Joder cariño, me encantas, eres muy guarrilla, sabes que me encanta".

 En ese momento abrió un poco más las piernas, encendió el vibrador y como quien no quiere la cosa, comenzó a pasarlo por la zona exterior de su vagina, aunque por muy discretamente que lo hiciese los mirones no quitaban ojo del espectáculo que esa belleza de mujer les estaba regalando. La cosa es que cuando estaba la cosa más caliente, el vibrador empezó a fallar, se conectaba y desconectaba y empezó a generarnos más frustración que placer.

 Empecé a besarla, pero la frustración que nos generó el mal funcionamiento del vibrador hizo que nos distrajésemos tratando de hacer que funcionase, y al final lo que se estropeó fue el clímax.

 La cosa es que seguimos charlando de otras cosas y a los pobres chicos se les acabó el espectáculo. Aun así vivíamos un momento de complicidad tan puro que poco importó, lo estábamos pasando genial, tomando cervezas, viendo el atardecer en una playa preciosa, en la mejor compañía del mundo.

 Justo antes de que se metiese el sol, recogimos, metimos la dirección del hotelito con encanto en el GPS y nos pusimos rumbo al pueblecito costero donde estaba. Después de un check-in surrealista en el hotel en el que tuvimos que llamar al recepcionista/dueño que salió de un bar para abrirnos y darnos una llave, enseñarnos la habitación y poco más, nos aposentamos y por más que intenté tener sexo con ella fue imposible, solo quería darse una ducha y ponerse guapa, a toda prisa para salir a cenar. He de admitir que ya era muy tarde y que si nos retrasábamos encontraríamos la cocina de los restaurantes cerradas y nos quedaríamos sin cenar.

 De aquella bolsa que llevamos salió un bonito conjunto de lencería negra preciosa, un liguero y medias a juego para acabar siendo tapado por un precioso vestido muy ceñido, estilo bandage, pero de puntillita, que recortaba de una manera muy elegante la figura de mi dama, me da rabia no poder describir el salto que me dió el corazón cuando apoyada en la puerta lista para salir me dijo:

 - "¡Qué! ¿Ya estás listo? ¿Salimos? Por el Vendrell hay mucho ambiente, así que lo pasaremos genial".

 Estaba increíble, a día de hoy la miro y es increíble que pueda estar con una mujer así.

 Total, que después de googlear encontramos un restaurante familiar estupendo en el mismo pueblo, donde cenamos estupendamente. Durante el café le comenté que me tenía salidísimo, que estaba fuera de mí y que estaba en esos momentos de locura sexual que me veía capaz de cualquier cosa. Ella de manera socarrona se volvió y me dijo mientras se descalzaba uno de sus tacones y acariciaba el bulto de mi pantalón con su pie:

 - "Ahhh sí... -de manera socarrona- no me lo digas dos veces porque igual me aprovecho".

 Hace tiempo un conocido nos había hablado de que había un local de intercambio de parejas cerca del Vendrell, la cosa es que hasta aquel momento no había caído en ello, y le dije:

 - "¿Te acuerdas de aquel local de intercambio que nos habló Jose? ¿Vamos a tomar algo? ¿Te atreves?", me miró un momento y me contestó:

 - "Pagamos y vamos. Hoy lo vamos a pasar genial, ya verás...".

 En aquel momento no pensé que me iba a coger el guante, y me puse nervioso, pero ya no me podía echar atrás. Mientras traían la cuenta buscamos en google "Local liberal Vendrell" y ahí apareció. Se llamaba "Las Miliuna", las fotos molaban mucho, estaba como en un polígono industrial pero tenía muy buen gusto, una pista de baile amplia y un jacuzzi y alguna sala temática. El sitio en las fotos prometía mucho.

 Allí estábamos, frente a la puerta. Llamamos al timbre y se abrió la puerta. Al entrar nos recibió una mujer que se ofreció muy amablemente a enseñarnos el local y que nos preguntó si llevábamos lencería roja, puesto que de ser así entraríamos en un sorteo al final de la noche, pero no pudo ser.

 Al entrar estaba la pista de baile, que era de acceso librea parejas, chicos solos y chicas solas, pero avanzando un poco más tras unas cortinas estaba un sitio exclusivo para parejas. Los chicos y chicas solas solo podían entrar si eran invitados por una pareja, aunque había una sala con una colchoneta enorme a la altura de una cama que comunicaba con la pista de baile y tenía una puerta de rejas que con un interruptor que accionaba la cerradura de la puerta de manera que podía ser abierta desde el interior de la zona de parejas dejando entrar a quien quisiera.

 Más adelante se encontraba una sala de masajes, cuarto oscuro, jacuzzi y terraza de fumadores. También había un confesionario, una sala con una cruz de San Andrés, una cama y una silla ginecológica en el piso de arriba. Curioso cuanto menos era aquel sitio, pero prometía ser divertido, de una manera u otra lo íbamos a pasar en grande, seguramente nos echaríamos unas risas, bailaríamos y volveríamos al hotel a hacer el amor como animales.

 Lo primero que hicimos fue pedirnos un ron con coca-cola y fuimos a bailar a la pista de baile. Yo no paraba de meter mano a mi pareja mientras bailábamos, pero pasamos desapercibidos, puesto que la pista de baile estaba llena de gente. Ella me miró desafiante y se quitó el sujetador en la pista de baile sin llegar a enseñar nada, pero en aquel momento no sé qué me pasó que me lo tomé como un permiso a hacer lo que me apeteciese, así que mientras bailábamos metí mi cabeza entre sus pechos, bajé un tirante dejándolos al aire, ella me lo permitió y comencé a lamer y mordisquear uno de sus pezones.

 Era curioso, a nadie le llamó la atención salvo a los chicos solos que estaban en la sala que no quitaban ojo de sus tetas. Yo me crecía y lamía, succionaba y mordía aún con más pasión. Metí la mano bajo la falda y noté como se humedecía por momentos, hasta que me apartó un poco, se recompuso y me dijo que necesitaba tomar el aire, así que fuimos al 'fumadero'.

 El fumadero era donde más ambiente había, la gente hablaba y bebía de una manera más distendida, era agradable. Nos sentamos enfrente de una pareja en la que el marido estaba al lado de su mujer y al otro lado de su mujer había un chico que metía mano a la mujer y la besaba de una manera casi perversa, sucia y guarra. Mientras esto sucedía, el marido muy nervioso nos contaba que era su primera experiencia de ese tipo y la primera noche allí, estaba atónito, no sabía qué hacer, se le veía algo incómodo y a su mujer se le veía disfrutar ajena a todo.

 Después de estar un rato allí subimos a explorar el piso de arriba, pero estaba prácticamente vacío, así que volvimos a bajar. Al bajar pasamos por delante de la habitación que conectaba con la sala de baile y que tenía las rejas.

 En ese momento no sé qué cable se me cruzó, pero cogí de la mano a mi chica y nos metimos dentro. Estaba oscuro, ella me arrinconó contra una pared que estaba a menos de treinta centímetros de una de las rejas y me empezó a besar de una manera muy obscena. Me puso cachondísimo. Tenía mi polla durísima y ella me la acariciaba, hasta que se decidió y me bajó la bragueta para sacármela, ponerse en cuclillas y comenzar a hacerme una mamada espectacular.

 Ella me la estaba comiendo como nunca, yo estaba haciendo peripecias para no correrme y al otro lado de la reja asomaba una mano que comenzó a meterse debajo de la falda de mi novia. Ese momento fue cruzar la línea, alguien acariciaba el coño de mi novia mientras me la chupaba. La notaba caliente como nunca, tanto que ella metió la mano al otro lado de la reja y comenzó a masturbar la polla de un extraño. En ese momento sacó mi polla de su boca y me miró a los ojos buscando mi aprobación. Yo solo pude ver fuego en sus ojos y no dije nada. Mi silencio hizo que su boca cambiase de polla y comenzó a chupar una polla enorme a través de la reja mientras me masturbaba, ahora a mí.

 La situación era increíble, yo me dejaba llevar, estaba muy cachondo, disfrutaba viendo a mi pareja como si de una actriz porno se tratase, devoraba esa polla con avaricia, se le veía disfrutar de la situación, mientras lo hacía buscaba mi mirada y yo estaba muy fuera de mí, sin pensar, absorto.

 Justo cuando aquel extraño estaba a punto de correrse, mi novia dejó su polla y volvió a ponerse de pie para seguir besándome. Yo trataba de meter mano dentro de su tanga, pero mi mano chocaba con muchas manos que ya lo estaban haciendo.

 En un impulso tiró de mí haciendo que dejase de estar apoyado en la pared y poder apoyarse ella en la reja. No paraba de besarme, era puro morbo. En ese momento logré meter mi mano dentro de su tanga, pero cual fue mi sorpresa al notar que alguien se lo estaba bajando desde el otro lado de la reja. Ella se dejaba hacer y yo no dejaba de besarla.

 En ese momento noté un suspiro, y a la vez noté una mano en su coño, y un dedo entrando y saliendo. Yo solo estaba centrado en su disfrute, la mirada que tenía, la forma de besar, su forma de gemir de manera entrecortada. Ella estaba fuera de sí, y por qué negarlo, yo también. La situación era demasiado morbosa. Así que continué besándola mientras ella acariciaba mi polla.

 En esa situación poco se puede hacer más que dejarse llevar y disfrutar del morbo del momento. Estaba besándola y acariciando su coño, y noté que el dedo ya no estaba dentro de ella, pero tenía que haber supuesto lo que iba a venir, puesto que un gran suspiro mientras me abrazaba me anunció que algo había pasado. Bajé mi mano a su coño de nuevo y había una polla enorme entrando y saliendo de su vagina de manera frenética, se escuchaba la reja siendo golpeada por los botones del pantalón de aquel extraño que se estaba follando a mi novia como si fuera la vida en ello.

 Mi novia no pudo más y presionó el botón que abría la verja, y tres extraños, polla en mano, entraron dispuestos a follarla sin miramientos. Ella se preparó para lo que venía quitándose el vestido y su conjunto de lencería, quedando solo con los tacones, las medias, el liguero y un collar negro con un brillantito. La escena inicial era para verla. Entre todos la tumbaron en una colchoneta que había dentro de la sala, uno se puso entre sus piernas, y los otros dos a cada lado de su boca. Yo me quedé bloqueado, mirando la escena, pero disfrutándola a la vez, cachondo y bloqueado.

 Comenzaron a follarla. Ella iba turnando las dos pollas para que entrasen en su boca y el tercer chico comenzó a penetrarla frenéticamente. Ella disfrutaba de aquello, ya ni me miraba buscando aprobación, a mi me daba igual, yo veía como disfrutaba ella y me ponía muy cachondo, era mi actriz porno.

 En ese momento noté una mano en mi polla, era la de una mujer que contemplaba toda la escena que empezó a masturbarme. Eso sí que fue una mano amiga, aunque no duró mucho. Aquella mujer que estaba totalmente desnuda dejó de masturbarme con la mano para meterse mi polla en su boca, a la vez yo veía a mi novia, era una escena brutal. Justo empecé a ver cómo mi novia empezaba a convulsionar acabando en un gran orgasmo y el chico salía de dentro de ella para quitarse el preservativo y correrse encima de su vientre. Los otros dos no tardaron mucho más en correrse encima de sus pechos y yo... yo juro que no pude controlarlo y que no lo hice adrede, pero en aquel momento me corrí en la boca de la extraña que me la estaba chupando.

 Mi novia se quedó un rato tendida en la colchoneta y yo me disculpé con la extraña, que me dijo que no le importaba, que le encantaba el semen. La extraña me besó y me preguntó que si lo había pasado bien, yo le dije que sí, y me dirigí a mi pareja y me tumbé a su lado para continuar besándola unos minutos más, hasta que me propuso ir al fumadero, no sin antes pasar por el baño a limpiarse el semen de los tres extraños.

 Nos vestimos y nos fuimos al hotel, donde hicimos el amor de una manera delicada y romántica.
 

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