Era
un mediodía de un verano muy caluroso, pocos como había habido antes,
esto nos obligaba a modificar nuestras costumbres, ya que este año, con
este sol, iríamos a la playa de cara al final de la tarde, cuando el
sol comienza a bajar.
Siempre nos ha gustado hacer nudismo y teníamos nuestra playa habitual.
Sin entrar en detalles, era una playa muy natural, a mí me encantaba,
bañarse en bolas en un entorno así, te hace conectar con muchas cosas y
desconectar de lo malo y relativizar las cosas malas de la vida.
Para llegar a la playa había que atravesar un bosquecito desde el parking,
lo que te aislaba del mundanal ruido.
Al llegar plantamos la sombrilla y nuestra nevera de cervezas cerca, había
un grupo de personas que parecían liberales, por como hablaban, y la
fiesta que llevaban encima, a nuestro otro lado una pareja de mujeres
qué estaban tomando el sol a su rollo y detrás nuestro se tumbó un
chico, de unos 40 años con un muy buen físico. Al lado estaba un
chiringuito dónde había paella y pescadito frito, que entraba muy bien.
Me encantaba esa playa.
Esta playa siempre había tenido fama de ser un mini Cap d'Adge, pero debía
ser en otras zonas o épocas del año, siempre habíamos ido allí y el
ambiente en líneas generales era familiar y discreto.
Nosotros a nuestro rollo, plantamos la sombrilla, las toallas, las
sillas... y la nevera de cervecitas, que no falten. Como siempre me
quedé en trance, viendo cómo se desnudaba mi mujer, tiene un cuerpo
precioso que no me canso de contemplar, ver como se quedaba desnuda era
un espectáculo que no me quería perder, era como si el tiempo se
detuviese, su figura se recortaba a contraluz y su pelo brillaba, la
imagen de su desnudez iba apareciendo mostrándose sin ningún tipo de
timidez y con gran naturalidad, primero unos pechos proporcionados y
preciosos, para continuar quedando totalmente desnuda dejando ver su
sexo, que coronado por una fina línea de vello cuidadosamente recortado
era la pura imagen del erotismo y el buen gusto. Por más que trate de
describir el momento y a pesar del rico léxico que tiene el
diccionario, es un momento indescriptible con palabras, cada noche me
siento afortunado por poder observar el mismo espectáculo.
La tarde iba cayendo entre cerveza y cerveza y baño y baño. Así que
decidimos recoger las cosas y darnos una ducha de agua dulce para
quitarnos el salitre, nos pusimos yo el bañador y ella el bikini y
llevamos nuestros enseres al coche, justo cuando estaba cerrando el
maletero se me ocurrió preguntar a mi mujer:
- Oye cariño, ¿Te apetece que veamos el atardecer tomando la última
cerveza en el chiringuito? Parece que está animado...
- Pues parece que sí, ¡Venga, vamos!
Según íbamos llegando al chiringuito notamos que el ambiente había
cambiado, había grupos de personas con adornos por el cuerpo y
purpurina, las mesas habían desaparecido y se había montado una pista
de baile con música alta y más propicia de una fiesta de Ibiza que del
tranquilo chiringuito que había sido unas horas antes. Hacía rato que
no se veían familias y se veía gente alegre y entonada ya con alguna
cerveza, cómo nosotros también, que habíamos bebido durante toda la
tarde. Yo estaba bien, pero a mi mujer se la veía algo desinhibida.
Me acerqué a la barra a pedir un par de cervezas y le pregunté a la
camarera:
- Oye, ¿Y esto? ¿Qué ha pasado?
- Buah, ya verás, esto solo ha comenzado es nuestra fiesta de los sábados
¿Nunca habéis venido?
- No, bueno, a la playa sí, pero es la primera vez que nos quedamos hasta
más tarde de las siete de la tarde.
- Pues el ambiente cambia radicalmente, desaparecen las familias y se
monta una fiesta bacanal que no veas, daros luego un paseo por las
dunas y veréis...
- Vaya, no me lo esperaba... Gracias por la información.
Cuando volví con las cervezas en mi mujer se encontraba hablando con una
pareja y mientras me cogía una de las cervezas me los presentó:
- Hola amor, estos son John que es venezolano y Miriam que es de aquí.
Eran una pareja francamente guapa, él era moreno y tenía un buen físico,
seguía yendo totalmente desnudo, ella era una chica realmente bonita,
delgada, con poco pecho y llevaba el bikini y unos shorts puestos.
- Hola pareja, yo soy Jose, supongo que María ya se ha presentado. ¿Cómo
estáis? ¿Qué hace una pareja como vosotros en un sitio como esté?
Dije mientras le daba la mano a John y dos besos a Miriam. Miriam me
respondió.
- Estamos de vacaciones por aquí, en un camping a unos 10km, los vecinos
de la parcela de al lado nos han hablado de que se lía una fiesta
tremenda en el chiringuito.
- Vaya, nosotros llevamos viniendo a esta playa muchos años, pero nunca
nos habíamos quedado hasta tan tarde y siempre habíamos tenido una
imagen de playa familiar naturista.
Le comentaba a Miriam mientras mi mujer charlaba con John.
- A nosotros nos ha picado la curiosidad, nuestros vecinos del camping
decían que según va cayendo la noche se lían orgías y todo por ahí.
- Anda, ¿Sois liberales?
Continué preguntando a Miriam, que me comentaba.
- No somos liberales, pero si es verdad que llevamos un tiempo con
curiosidad de explorar cosas nuevas, no liarnos con nadie, pero sí ir a
un local o algo...
- Nosotros alguna experiencia hemos tenido, pero no lo vivimos como un
modo de vida, simplemente a veces se dan situaciones y tanto si mi
mujer y yo estamos de acuerdo, nos dejamos llevar.
No sé qué conversación estaría teniendo mi mujer con John, pero
repentinamente me fije que estaba teniendo una gran erección. En ese
momento, mi mujer le acarició la polla, y sin soltársela interrumpió la
conversación que estaba teniendo con ella, acercó sus labios a los de
Miriam, comenzando un largo y húmedo beso, se veía que a John le
excitaba esta situación pues la polla no paraba de crecer mientras las
manos de mi mujer la recorrían comenzando un vaivén, como no pudo ser
de otra manera ante esta situación mi polla comenzó a crecer dentro de
mi bañador, que poco disimulaba.
Cuando mi mujer acabó, me miró a los ojos con el fuego que ya conozco de
su mirada y me dijo.
- Ya me había recomendado John los labios de Miriam, besa bien, sí ella
quiere deberías probarlos, a mí ahora me toca probar como besa John.
Para Miriam fue como un pistoletazo de salida, se acercó a mí, puso su
mano detrás de mi cuello y comenzó a darme un profundo beso mientras su
mano comenzó a bucear en el interior de mi bañador. Mi mujer siguiendo
los pasos de Miriam hizo lo mismo y comenzó a besar y masturbar muy
lentamente a John.
Continuamos liándonos un rato, hasta que decidimos ir a un sitio más
apartado, donde tuviésemos algo más de privacidad, las manos de John
acariciaban el coño de mi mujer por encima del bikini, así que decidí
quitarle el short a Miriam y hacer lo mismo, Miriam comenzó a dar
gemiditos y me susurró al oído:
- Estoy cachondísima, quítame el bikini y méteme un dedo.
Miré a mi mujer que seguía masturbando a John que estaba como en trance y
sin perder detalle, mirando como desnudaba a Miriam, poco después
comenzé a introducir mis dedos en el interior de su coño, que estaba
realmente húmedo. Poco a poco comencé a incrementar el ritmo y los
pequeños gemidos de Miriam, dejaron de ser tan pequeños.
Ya no le bastaba con mis dedos, se agachó y cogiendo un preservativo
del bolsillo de sus shorts y exclamó.
- ¡Métemela ya!
Me puse el preservativo, dándole la vuelva la abracé por detrás mientras,
ella con su mano encaró mi polla en la entrada de su coño para poco
después exclamar con voz entrecortada.
- ¡Dameee jodeeer!
Comencé un contundente vaivén hasta que explotó en un squirt y un sonoro
orgasmo. John estaba en shock pero, Miriam miró hacía él y sin perder
contacto visual se puso en cuclillas, me quitó el preservativo y se
metió mi polla en la boca, comenzando una mamada espectacular. Mi mujer
aceleró el ritmo de la paja que le estaba haciendo a John mientras le
decía.
- Joder, que puta que es tu novia, mi marido le va a llenar la boca de
leche como siga a ese ritmo.
John no mediaba palabra, era cierto, estaba a punto de correrme y así se
lo hice saber a Miriam, suspirando un entrecortado "Me corro" Miriam no
paraba, le daba igual, no pude más y con un gemido le llené la boca. Mi
mujer aceleró el ritmo de la paja que le estaba haciendo a John
mientras, Miriam, aún con restos de mi esperma resbalando por la
comisura de sus labios miró a su novio y como si nosotros fuésemos
actores secundarios, le dijo:
- Así es como te lo habías imaginado, cerdo.
John no pudo más y ahogó un gemido mientras mi mujer se apartaba para
esquivar la corrida que echaba John. Mi mujer soltó a John y se acercó
a nosotros y dirigiéndose a Miriam preguntó.
- ¿Cómo ha ido la primera experiencia? Creo que os ha gustado...
- Ha sido bestial... Creo que ha sido la situación más morbosa que hemos
tenido nunca.
Miriam se puso en pie, y volvió a besar a mi mujer, John se recomponía y
cogía aire. No nos habíamos percatado, pero a pesar de habernos ido a
un lugar más privado, nos había rodeado un grupo de mirones que se
habían estado masturbando mientras contemplaban la situación. Esto
intimidó a nuestra nueva pareja amiga y se despidieron con prisa y
desaparecieron.
Mi mujer me besó y me susurró al oído.
- Yo aún no me he corrido. ¿Te parece bonito que me haya quedado así?
Cogiendo mi polla me preguntó.
- ¿Tú cómo estás? ¿Puedes acabar lo qué ha comenzado o me busco a un
mirón?
Sin darme tiempo a responder se dirigió a uno de los mirones y le
preguntó.
- ¡Anda! Tú eres el chico que estaba detrás nuestra esta tarde...
Mi mujer volvió a acercarse a mi oído y con una voz algo autoritaria me
susurró.
- Ahora me toca disfrutar a mí, no te acerques si no te lo digo.
Se acercó al chico y le preguntó.
- ¿Cómo te llamas?
- Juan, ¿tú?
- Yo María
En vez de dos besos le dio un piquito y señalándome a mi le dijo.
- Ese es José, mi marido y quiero que salvo que se lo diga, no se acerque
y solo me vea disfrutar, ahora es mí turno.
- No te preocupes, lo vamos a pasar muy bien.
En ese momento Juan se acercó y comenzó a besar a mi mujer y sus manos a
recorrer todo su cuerpo, la verdad que Juan se veía un chico muy
cuidado, probablemente deportista en torno a los 40 años, era atractivo
y tenía un pene grande. Las manos de mi mujer comenzaron a masajearlo,
lo que animó a Juan a quitarle la parte de arriba del bikini para
comenzar a succionar uno de sus pezones. Ella cogió aire y de sus
labios salió un suspiro.
Los labios de Juan empezaron a bajar de los pechos de mi mujer por el
vientre, hasta que tuvo la cara a la altura del coño de mi chica en ese
momento Juan, bajó las manos por su dorso, hasta que sus manos dieron
con la braguita del bikini, la cual, bajo delicadamente, quedando su
boca a escasos centímetros del sexo de la mujer que amo.
Yo contemplaba la escena realmente excitado, aunque algo enfadado y
celoso, me habían castigado solo a mirar sin participar, pero esto me
permitía a la vez no perder detalle de lo que estaba pasando.
Juan, parece que había venido preparado, extendió una toalla pareo enorme
en la arena que sacó de una mochilita y un cojín de playa. Mi mujer
entendió el mensaje y se tumbó boca arriba para abriendo bien las
piernas, para que Juan comenzase a besar el interior de los muslos,
para llegar hasta su sexo y comenzar una buena sesión de sexo oral.
Yo oía como gemía y respiraba cada vez más rápido, el resto de mirones
permanecían atentos sin perder detalle, tal y como lo hacía yo. Hubo
uno de ellos que se acercó más, era un chico fuerte, con los músculos
muy definidos que no llegaría a los treinta y cinco años, se acercó y
se puso a la izquierda de mi mujer y comenzó a besarla, mi mujer alargó
para tocar su polla. Por sus gemidos y respiración parecía que estaba
muy excitada, Juan después de un rato de estar comiendo su coño se
tumbó boca arriba, tenía la polla realmente grande y dura, le hizo
gestos a mi mujer para que se la comiese, así que mi mujer, poniéndose
al lado izquierdo de Juan, quedando a cuatro patas comenzó a intentar
comerse esa enorme polla, mientras el mirón, que no se había visto en
otra, se puso un preservativo y restregando su polla contra el coño de
mi mujer. Comenzó una penetración, al principio suave, y cada vez más
fuerte, ella gemía como pocas veces la he visto gemir, estaba claro que
estaba disfrutando, agarraba la polla de Juan mientras intentaba
continuar con la mamada, pero era imposible. La escena era puro morbo.
estuvieron un buen rato en esa postura, hasta que el mirón que la
follaba no pudo más sacó su polla y se corrió sobre su espalda.
Ella seguía muy excitada y Juan reclamó su turno, y después de enfundarse
un preservativo, la instó a ponerse en cuclillas encima de su polla,
que era enorme y bajar lentamente introduciéndosela, cuando su coño se
hizo a la enorme polla de Juan ella empezó a coger ritmo y cabalgar
cada vez más violentamente, hasta que volvió a tener un orgasmo. En ese
momento sus piernas flojearon, pero, pero Juan la cogió por sus caderas
y comenzó a bombear fuertemente desde abajo, era increíble, estaba
enlazando un orgasmo tras otro, Juan estaba follándose a mi amada, y yo
la estaba viendo disfrutar como nunca y eso me dolía y excitaba a
partes iguales. Siguieron así un buen rato hasta que Juan necesitaba
correrse, entonces le levantó y pidió permiso para correrse en las
tetas de ella, quién asintió.
Al acabar se despidió de Juan y vino a buscarme, la luz caía y poco a poco
la playa se llenaba de oscuridad. Nos dimos un baño en el mar y no
paraba de abrazarla y besarla, había sido una velada muy morbosa,
aunque algo desconcertante, necesitaba asimilar todo lo que había
pasado.
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