.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Nuestras alucinantes vacaciones con una pareja madura y un africano (2)".

 

 Aquella tarde me quedé dormida cuando Rafa se marchó. Creo que estuvo hablando un buen rato con Jose pero es un vago recuerdo.

 Desperté pasadas las siete. Había dormido más de cuatro horas. En un principio mi cuerpo parecía totalmente en forma: ni rastro de molestias anales ni vaginales.

 Al levantarme, la cosa cambió. Notaba un cierto escozor en la zona anal que me obligaba a caminar con las piernas un poco abiertas. Me dirigía al baño cuando Jose salió a mi encuentro, viniendo desde la terraza totalmente desnudo. Me abrazó dándome un buen morreo.

 - "Vaya, no has perdido el tiempo", le dije.

 - "A esto habíamos venido. ¿Te acuerdas?".

 Me abracé a él, volviendo a besar sus labios, y entonces pude notar el tamaño y la dureza de su sexo.

 - "Cariño, ¿no has tenido bastante con lo de esta mañana?", dije mientras con una mano acariciaba el miembro erecto de Jose.

 - "Ha sido fantástico esta mañana. He disfrutado como nunca. Mi pareja follada por otros tíos y yo dándole caña a aquella guarrilla".

 - "Ya hablaremos de eso, ahora me voy a la ducha. Estoy sucia".

 - "Yo te veo preciosa. Me encanta ver sobre tu piel los chorretones del semen reseco del negro. Me trae calientes recuerdos".

 - "Ya, y te gustaría lamerlos, no me digas más".

 - "No. Lo que quiero es darte por el culo ahora mismo".

 Y diciendo esto, me obligó a arrodillarme y me introdujo el nabo tieso en la boca. No podía protestar. Jose me follaba la boca con violencia provocándome continuas arcadas. Como pude me escapé, pero él me sujetó y poniéndome a cuatro patas sobre el sofá forzó mi culo que aún estaba abierto de la follada matinal.

 No voy a decir que no me enteré: me hizo daño y se me saltaron las lágrimas. Era la segunda vez que me sodomizaban y las dos el mismo día. Es normal que llorara, ¿no?. Jose me culeaba con menos fuerza que Mamadou pero el golpeteo de sus testículos sobre mi conejo me calentó mucho y al momento ya estaba yo acariciándome la raja para intentar disfrutar de la follada anal que me estaba metiendo mi chico.

 Casi que nos corrimos a la vez, aunque en esta ocasión salieron apenas dos chorretones de semen de la picha de mi novio. Le habíamos exprimido bien los cojones por la mañana.

 - "¡Eres un cerdo, Jose! ¡Me has violado, cabrón! Te aprovechas de una pobre chica indefensa para tirártela. No te pienses que esto será así cuando volvamos a casa".

 - "Yo no he visto ninguna niña indefensa. Esta mañana he visto a una auténtica puta jodiendo con tres machos bien dotados que se la han follado por todos los agujeros y no he visto que protestara, más bien la he visto gozar como nunca con el rabo del negro", dijo Jose riéndose.

 - "Eres un cerdo. Ahora deja que me duche. Creo que hemos quedado con Sara y Rafa para cenar", dije mientras buscaba su boca.

 - "Ponte sexy guapita. Seguro que Mamadou querrá disfrutar de tus tetas, de tu coño y de tu culo", me dijo Jose.

 - "Y del tuyo", le solté yo mientras le hacía un claro gesto obsceno con el dedo corazón hacia arriba y me marchaba hacia el baño.

 Al salir de la ducha busqué entre mi ropa interior un conjunto de lencería sexy que me había regalado José para San Valentín y que apenas me había puesto una vez: Sujetador de encaje, tipo balconé, que deja contemplar buena parte de mis encantos naturales y un tanga de hilo dental que me quedaba perfecto al haber depilado totalmente mi sexo.

 Para cubrirlo, elegí un vestido vaporoso de color igualmente clarito. El primer inconveniente llegó cuando al caminar me di cuenta de que el hilo dental rozaba mi escocido ano y me molestaba. No había traído braguitas, con lo que tampoco tenía alternativas. Bueno sí, una: no llevar ropa interior. Eso fue lo que hice, pero tuve que cambiar mi vestido por uno negro, un poco más ajustado, que marcaba mis curvas y ponerme mis sandalias negras de tacón.

 Jose, simple como es él, llevaba sus pantalones chinos caqui y su camisa blanca. Para mí estaba muy sexy.

 Rafa pasó a recogernos con un todoterreno impresionante, como él. Llevaba unas bermudas de lino con una camisa blanca de estilo ibicenco: tan rubio y con su barbita, me estaba deshaciendo, (me estaría convirtiendo en una puta, porque me gustaban todos los tíos que veía).

 - "Estás impresionante, Vicky", me dijo Rafa.

 - "Tú también, cielo", le dije mientras le plantaba un húmedo beso en los labios. Ya digo que estaba totalmente desinhibida.

 - "Venga, tortolitos. Vamos a cenar que me muero de hambre, con tanto ejercicio que he hecho hoy", dijo Jose cortando aquel momento tan erótico.

 Llegamos al chalé de la pareja. Menudo casoplón que tenían. Tres plantas. Era de película.

 Sara nos esperaba en la puerta a la que se llegaba por una escalera. Jose subió el primero, yo tras él y Rafa después de mí. Ya he dicho que mi vestido marcaba mis curvas y creo que Rafa lo aprovechó para disfrutar con las vistas de mi trasero, mientras que su mujer lo hacía de mis tetas desde lo alto de la escalera.

 Jose y Sara se besaron, aunque no tan apasionadamente como yo lo había hecho con Rafa. Creo que ella me esperaba a mí. Nuevamente, como había hecho en la playa al acabar la orgía, me besó dulce y apasionadamente.

 - "¿Cómo estás, cariño? ¿Has descansado?".

 - "Estoy bien, gracias, Sara", le respondí mientras ella me agarraba por el brazo y me conducía al interior de la casa.

 Llevaba un vestido tipo túnica, muy étnico, que le sentaba divino con sus trencitas recogidas en una cola y olía de maravilla.

 Estaba un poco turbada: me gustaba Jose, perdí la cabeza cuando vi a Rafa y ahora me estaba enamorando de Sara. ¿Me estaría convirtiendo en una ninfómana?

 Rafa y Jose se quedaron en el salón, mientras Sara me llevaba al piso superior donde estaban las habitaciones. Su habitación era de cuento de hadas. Impresionante. No quiero aburriros con la descripción. Sólo destacaré la inmensa cama, con dosel, recubierta de tul.

 - "¿Cenará con nosotros Mamadou?", pregunté a Sara.

 - "¿Tienes ganas de que te vuelva a follar, verdad?".

 - "Lo estoy deseando. Necesito ese pollón de nuevo rompiendo mi útero", solté yo sin pensarlo.

 - "Una pregunta, cariño, que me ha quedado la duda esta mañana. ¿Tomarás la píldora, no?, porque con lo que te ha soltado en el coño esta mañana el negrito te ha podido dejar bien embarazada", me comentó la chica.

 - "Claro Sara. Si no, hace tiempo que Jose me hubiera preñado. No te preocupes", contesté.

 - "Hoy es su día libre. De hecho, si vino a la playa fue porque le gustaste mucho. Se volvió loco cuando vio tus tetas en la foto que le envié. Tiene buen gusto el muchacho".

 - "No sabes lo que te lo agradezco, chica. Todas las mujeres deberíamos poder disfrutar de un semental como Mamadou", dije yo mientras acariciaba su cara.

 - "Vicky, eres una cachonda. Ahora de verdad. ¿Cómo estás? Viví en mis propias carnes cómo Mamadou me reventó el culo, el muy animal. No hay culo que aguante semejante pollón".

 - "No sé, Sara. Creo que hay un conflicto entre mi cuerpo y mi mente. Físicamente estoy un poco dolorida. Esta tarde, Jose me ha vuelto a dar por el culo y, si quieres que te diga la verdad, aunque me ha dolido, me he corrido de gusto. Sin embargo, no me he podido poner ropa interior por primera vez en mi vida. Pero debo decirte que estoy cachonda perdida".

 - "Ven conmigo, cariño", me dijo Sara abriendo una puerta y entrando en un vestidor que era como mi habitación principal.

 Seleccionó un vestido de forma y colores muy parecido al suyo. Cogió el bajo de mi ceñido vestido y me lo sacó por la cabeza. Imaginaos la escena: completamente desnuda, con mis sandalias de tacón negras como única prenda, y delante de una mujer madura, a la que deseaba y que aprovechaba para acariciar mis senos y mi vulva.

 - "Vicky, pero qué buena que estás. No me extraña que los tíos babeen contigo y hayas vuelto loquito a mi marido y a mi amante. Esta noche quiero que seas exclusivamente para mí", me dijo mientras introducía su lengua en mi boca y sus manos acariciaban mis pezones.

 - "Lo que tú quieras, Sara. Sería tu esclava si tú me lo pides".

 - "Todo a su tiempo, cariño. Ponte el vestido, que los hombres nos esperan".

 Y nos fuimos a cenar.

 Me senté en la mesa frente a Jose, con Sara a mi izquierda y Rafa a mi derecha. Cuando llevábamos un rato, noté cómo me subían el vestido, dejando al aire mi sexo. Rápidamente noté como una mano suave y caliente acariciaba mi pierna hasta llegar a mi chumino.

 Acto seguido, otra mano igualmente caliente, pero de mayor tamaño, acariciaba mi otra pierna hasta coincidir las dos justo en mi conejito. Me volvía loca. Mientras una mano acariciaba mi vulva, la otra introducía los dedos en mi coño. Una mano me pajeaba y la otra me estaba follando. Lógicamente acabé corriéndome, mordiendo mi labio y emitiendo un leve suspiro que no pasó inadvertido para Jose.

 Cuando acabamos de cenar, salí a la terraza junto a Jose, ambos con nuestra copa en la mano.

 - "Estás impresionante, Vicky", me dijo Jose.

 - "Jose, estoy como loca. Mi cabeza no para de dar vueltas. Esos dos se han propasado conmigo toda la cena: ella no paraba de acariciarme la vulva y él me ha metido hasta dos dedos en el coño".

 - "Lo sé, niña. He visto cómo te has corrido. Me has puesto muy caliente, pero Sara no me ha dejado meterle mano".

Y mientras introducía su lengua en mi boca, con la mano buscaba mi chichi encontrándolo empapado. Frotó sus dedos en mi raja, los sacó bien embadurnados de flujo y los puso ante mis ojos, para que viera lo guarra que era su novia. Abrí la boca, desesperada por chuparlos, pero entonces Rafa se me adelantó y fue él quien, delante de nosotros dos, degustó los sabores de mi sexo.

 - "Qué bien sabe tu coño, Vicky. Me muero de ganas por volvértelo a comer".

 - "Yo también lo deseo, Rafa, y que me folles también".

 Entonces llegó la madurita.

 - "Tranquilos, chicos. Esta guarrilla es sólo para mí esta noche. Si alguien le va a comer el chocho seré yo, y si alguien se la va a tirar seré yo. Disfrutad de vuestra copa que nosotras nos vamos arriba. Haced lo que queráis, pero por favor no molestéis", les soltó.

 Más tarde, Jose me explicó que Rafa y él se fueron a una especie de sala de cine, desde donde presenciaron todo lo que sucedió allí arriba.

 Llegamos a la habitación. Sara me desnudó, volviendo a dejarme como única prenda mis zapatos. Luego se desnudó ella. Bajo aquella tenue luz de su habitación, el cuerpo moreno de Sara, con sus tetas duras y redondeadas coronadas por dos enormes pezones negros y tiesos, sus tatuajes por el cuerpo y aquel coño que tanto me gustó, acabaron por hipnotizarme. Se me acababa de aparecer una diosa del sexo y yo volvía a sentir el fuego en mis entrañas.

 - "Haz conmigo lo que quieras, Sara. Pero hazlo ya, por Dios. No puedo aguantar más. Te deseo".

 - "Lo sé, Cariño. Yo también te deseo a ti. Tenía intención de ser tu ama esta noche, pero creo que no podré. No sé qué me está pasando. Nunca me había enamorado de una mujer, sólo me gusta follar con ellas".

 La dos, tumbadas en la cama, comenzamos a comernos las bocas mientras nuestras manos buscaban los respectivos pechos y sexos. Pronto Sara dejó mi boca para lamer mis pezones y yo, que no aguantaba más, maniobré buscando su coño. ¡Qué empapada tenía la almeja la muy guarrilla!

 - "¡Cómeme bien, Vicky! ¡Me tienes loca! No he parado de pensar en ti durante toda la tarde, en cómo follas, cómo gozas, cómo gimes".

 Yo no quise contestar. Mi lengua entraba y salía del coño de aquella madurita y no quería perder ni una gota del flujo que soltaba la muy zorra. Ella no tardó en colocarse ante mi coño y volvió a someterme a la voluntad de su lengua que subía y bajaba a toda velocidad por mi caliente rajita al tiempo que me mordisqueaba el clítoris.

 En esta postura tan erótica alcanzamos el primer orgasmo las dos. Nos quedamos tumbadas boca arriba en aquella inmensa cama.

 - "Joder, Vicky, qué bien lo comes. Parece que hayas sido lesbiana toda tu vida. Te aseguro que me he corrido más rápido que nunca".

 - "Eso es porque me deseas, Sara. Igual que yo a ti. Por eso tengo un orgasmo tras otro cuando me lo monto contigo".

- "Voy a darte una sorpresa. No te alarmes. No te haré daño, pero me gusta dominar a mi pareja sexual. Un solo gesto tuyo, una palabra y lo dejamos. Me has enamorado tanto que sería incapaz de importunarte porque no creo que pueda renunciar a ti".

 - "No me gusta ese juego, Sara, pero confío en ti. Eres la primera mujer con la que me he ido a la cama y quiero que me des mucho placer. Quizás si empezamos poco a poco...".

 - "No te preocupes, no me voy a exceder".

Dicho esto, y no sé ni de dónde aparecieron, sujetó mis muñecas con unas esposas al cabezal de la cama y colocó unos almohadones por debajo de mis lumbares. En esa posición mis tetas quedaban totalmente erguidas y mi empapada rajita a la vista de cualquiera.

 Abrió un cajón de la mesita de noche y sacó un par de juguetes sexuales, uno de ellos, un plug anal, que después de lubricar convenientemente insertó con mucho cuidado en el interior de mi culito. Otra vez mi culo. Tercera vez en un solo día.

 Acto seguido, Sara colocó su chocho encima de mi cara, pero dándome el culo, y empezó a frotarse contra mi boca mientras con los dedos pellizcaba mis pezones que no tardaron en ponerse duros como piedras.

 

 Entonces, colocó unas pinzas que los aprisionaban. Grité y automáticamente ella los aflojó. Yo sacaba la lengua para intentar saborear los líquidos del chumino de aquella guerra, pero se movía de forma tan hábil que no siempre lo conseguía. Además, notaba mi vulva tan empapada y tenía tantas ganas de acariciar mi sexo o de que me lo acariciaran que no paraba de moverme.

 - "Tienes ganas de que te follen, ¿verdad guarra?".

 - "Siiiii, Sara".

 - "Te gustaría que te comiera el coño, ¿verdad zorra?".

 - "Siiiii, cómemelo ya".

 - "Pídemelo como la puta que eres".

 - "Por Dios, Sara, cómeme el coño. Dale placer a esta puta".

 - "No está mal para ser tu primera vez, puta. Vas aprendiendo, cariño, pero hay una palabra que has de aprender: Ama".

 Dicho esto, se amorró a mis bajos para poder degustar las humedades que salían de mi conejo.

 - "Sara, me estoy corriendo, ahhh, siiii, me corro, ahhh... Me he corrido como la más guarra de las putas".

 Después la madurita volvió a plantarme todo su chocho en la boca.

 - "Chupa, guarrilla. Cómeme la almeja como tú sabes. Dale placer a tu ama".

 En nada, era Sara la que soltaba todos sus jugos en mi boca, y mi lengua trataba de relamer hasta la última gota del néctar que producía su vagina.

 - "Me matas, Vicky, acabas de provocarme un orgasmo brutal y ya necesito volver a gozar contigo".

 Descabalgó mi boca. Soltó mis manos esposadas del gancho del cabezal de la cama. Liberando mis brazos y poniéndose encima de la cama delante de mis piernas, las abrió bruscamente, dejando bien abierto y visible mi sexo.

 - "Qué pedazo de chocho tienes, querida. Hay que ser muy hembra o muy macho para dejarte satisfecha a ti, putita".

 Entonces fue ella quien abriendo sus piernas colocó su coñito empapado rozando con mi caliente raja, iniciando un frotamiento al que yo no me pude resistir. Me movía restregándome contra su sexo para buscar yo también mi propio placer.

 Sara me abrazaba y buscaba mi boca, metiéndome bien dentro su lengua y compartiendo nuestras salivas. Aunque trataba de dominarme, notaba la delicadeza de Sara en todos los actos sexuales que tenía conmigo. El tijeretazo acabó como tenía que acabar: llegamos juntas al orgasmo de una forma increíble, yo jadeando y mordiéndome los labios y Sara llorando de placer y clavando sus labios en mi cuello.

 Caímos las dos rendidas en la cama, mientras nos besábamos apasionadamente.

 - "¿Qué estarán haciendo los chicos?", pregunté yo.

 - "¿Importa mucho, querida?".

 - "Sara, he gozado como nunca contigo, pero echo en falta una buena polla".

 - "No dejas de sorprenderme, niña. Eres muy, pero que muy zorra. Ni siquiera te has sacado el plug anal y ya estás pensando en una buena tranca dentro de ti".

 - "Voy a concederte un deseo, putita. Te dejo que elijas uno: blanco o negro", me soltó mientras liberaba mis muñecas y volvía a comerme la boca.

 Sacó del cajón de los juguetes dos dildos enormes, uno de cada color. Mi cara era un poema. Esta guarra no se cansa nunca de follar tampoco, pensé para mí.

 - "Me quedo con el negro, Sara, como la buena puta en la que me has convertido".

 Sara cogió su teléfono e hizo una llamada:

 - "Ven cuanto antes". Fue lo único que dijo antes de colgar.

 - "¿Qué has hecho, Sara?".

 - "Lo has hecho tú, mi amor. Si hubieras elegido blanco, hubiera llamado a tu chico para que te follara".

 - "¡¡¡Mamadou!!!", grité yo como una loca sin dejar a la chica acabar la frase, al tiempo que notaba como mi cuerpo se volvía a poner en un estado de excitación incontrolable y volvía a lubricar mis bajos como no podía creerme.

 Llamaron dos veces a la puerta de la habitación y se abrió la puerta. Apareció ante nuestros ojos aquel cuerpazo de piel brillante y oscura, ya completamente desnudo y con la picha toda tiesa y apuntando hacia el techo.

 - "Querido, veo que no te ha importado perder tu día libre. Te gusta esta guarra, ¿verdad?".

 - "Me he pasado toda la tarde pensando en las dos tetorras de la chica y lo bien que folla. No me quito de la cabeza el polvazo de la furgoneta, señora Sara".

 - "¿Qué vas a hacer con ella, machote?".

 - "Reventarla, señora. Voy a darle polla hasta que me harte. Ponte a cuatro patas, guarra", me mandó Mamadou, y yo obedecí al instante.

 - "No va a hacer falta que me lubriques, guapo, estoy empapada como una perra en celo", le respondí yo viniéndome arriba. Para puta, yo, pensé.

 Mamadou me empaló con aquel enorme y grueso falo que tan loca me había vuelto por la mañana. Sara se puso igualmente a cuatro patas a mi lado. Nos miramos y al instante nuestras bocas volvieron a juntarse y nuestras lenguas a buscarse.

 Mientras el negro perforaba mi vagina de aquella manera salvaje que sólo él me había mostrado, con sus dedos horadaba el conejo de la madura.

 Cuando llevaba un rato bombeándome, Mamadou sacó su polla de mi coño para penetrar a Sara, y entonces, fue mi chumino el que recibió las caricias del moreno y la penetración de sus dedos.

 - "Mamadou, querido, no puedo más. Me viene, voy a correrme, cariño. Me corro, animal, me corro".

 Y se corrió con un grito tremendo. Al momento cayó desplomada sobre la cama con la respiración agitada por el placer recibido.

 - "Chicos, no puedo más. Pensé que no lo diría nunca: no puedo más. Pero creo que la puta de Vicky aún tiene cuerda para rato. Madre mía, que aguante tiene la muy perra".

 - "¿Quiere la señora que le hagamos un especial a la guarrilla?", preguntó Mamadou a mi ama.

 - "Buena idea, cariño, pero antes hazla aullar de placer".

 - "Haced lo que queráis conmigo, pero por favor, sacadme el cacharro este del culo y, por compasión, no me lo folles esta noche, Mamadou. Me duele un poco y tengo miedo".

 Mamadou miró a Sara y ella, compadeciéndose de mí y mostrándome todo su cariño, asintió ante el negrito para que así fuera.

 Entonces el chico volvió a ensartarme el coño, esta vez con pocos miramientos, con su enorme cipote y a darme pollazos uno detrás de otro.

 Liberada de las molestias anales, con los ojos vueltos de placer, y con mis enormes tetas bamboleándose a cada golpe de polla del negrito, alcancé mi enésimo orgasmo del día. Pero como ya había hecho por la mañana, el negro siguió bombeándome, y cuando ya pensaba que en uno de aquellos pollazos me empotraría contra el cabezal de la cama, de repente me desenvainó, dejando mi útero huérfano de su caliente leche. La tenía reservada para otra parte de mi cuerpo.

 - "Siéntate en la cama, guarra, y abre la boca", me ordenó Mamadou.

 - "Sí cabrón, dame tu leche. Córrete en mi boca, que si lo haces en mi coño voy a quedar bien preñada".

 Fue soltar su bufido característico y empezar a salir chorros de lefa de aquella maravillosa polla. No quise tragarme el esperma, aunque me hubiera gustado. Decidí escupirlo sobre mis tetas esparciéndolo con mis dedos por todas ellas, incluidos los pezones.

 - "Límpiame las tetas, Sara", le ordené.

 - "Aprende pronto la puta. A ver si después de todo nos vamos a convertir nosotros en sus esclavos...", le comentó Sara al muchacho.

 - "¿Ahora, señora?".

 - "Sí, Mamadou. Ha llegado el momento. Vicky, túmbate en el borde de la cama y espatárrate, zorra".

 Eso hice. Mamadou me colocó el almohadón bajo el culo quedando, nuevamente, mi chumino bien expuesto y abierto.

 - "Qué pedazo de chocho tragón tiene la señorita. Tiene el coño como una mina", dijo Mamadou.

 Sara comenzó a recorrer mis tetas con su lengua, recogiendo todo el semen del negrito y jugando con él sobre mis pezones al tiempo que los succionaba.

 No os lo creeréis, pero, nuevamente, mi vulva estaba empapada: por los chupeteos de la madura y por la paja que me estaba cascando el negrito.

 De repente, noté cómo los largos dedos calientes de Mamadou se incrustaban en mis entrañas. La zorra de Sara ya mordía mis pezones y Mamadou acababa de encontrar al para mí aún desconocido punto G.

 No paraba de gemir de placer, cada vez gemía más fuerte. Nunca había sentido semejante placer y, de repente, un buen chorro salió disparado de mi vejiga, mojando al negro. No creía que lo de la eyaculación femenina fuera posible pero ahí estaba yo, follada por los dedos del negrito y meándome de gusto.

 Entonces el negro volvió a penetrarme y después de bombearme un par de veces en las que volví a gemir como nunca y en las que me moría de placer, volvió a sacármela y esta vez me frotó el clítoris con su enorme capullo. Y volví a chorrearlo. Volví a mearme de gusto.

 - "Me corro, cabrones, me estoy corriendo viva, nunca había tenido un orgasmo así, me meo, me meo, me corro, me voy a correr, ohhhhhhh, Saraaaa, me corrooooo, ahhhh, siiii".

 Y me corrí, volviendo a mojar por tercera vez a aquella máquina sexual del africano.

 Caí rendida, desmadejada en la cama. Sólo recuerdo a Jose hablando con Sara.

 - "Vas a flipar con la guarra de tu novia. No se puede ser más puta. Lo hemos grabado todo. ¿Quieres verlo?", le preguntaba la cachonda de la madura.

 - "Por supuesto", respondió Jose.

 No soy capaz de contar los orgasmos que tuve aquel día y sólo de recordarlo me estremezco. ¡También mojo las bragas!

 - "¡Lo que ha follado hoy esta chica! ¡Es inhumana! Qué furcia está hecha tu novia, Jose. Muchas profesionales no le aguantarían ni un asalto. Dejadla descansar. Necesita reponerse. Mañana será mía...", le dijo Rafa.

 

 

 

La web de los cornudos

Sólo para adultos

   [Añadir a favoritos]

   [Recomendar esta web]

   [Envíanos tus fotos]