Capitulo
1. Jugando a que yo me creía que Alicia cogía con otros hombres.
Alicia sentó su
escultural culo sobre mi bajo vientre. Sentí sus redondos glúteos cerca
de mi nabo, y este se paró automáticamente.
"El otro día, cuando
te senté el culo en la cara y te inventaba cosas que yo haría con los
hombres. , me pareció que te calentabas, ¿cierto, mi vida?" Tragué
saliva, me costaba admitir que sí. Alicia volvió a esgrimir su sonrisa
perversa. "Está bien, si no querés reconocerlo, no lo reconozcas. Pero
ahora vamos a jugar un juego de imaginación. A partir de este momento y
hasta que dejemos de jugar, vos vas a creer que todo lo que te digo es
cierto." "¿To-todo cierto?" "¡Si! ¡Si yo te digo que el del segundo me da
siempre por el orto, vos tenés que imaginártelo y saber que es cierto!"
"No sé si voy a poder creerlo, Ali
" "¡Tenés que creerlo, porque es
cierto!" "¿Y-ya empezamos
?" "¡Sí, y no solo tenés que creerlo, sino
imaginártelo con todos los detalles!" "B-bueno, Ali, todo lo que me
cuentes lo voy a creer, y me lo voy a imaginar."
"Así me gusta, pero
además me tenés que chupar la concha" Y se sentó en mi pecho, mostrándome
la concha entre sus muslos abiertos. La boca se me hizo agua.
"Bueno, el muchachón
del segundo me coge y me recontracoge, todos los días" Yo recordé las
veces que la había encontrado con la pollera levantada y el muchacho
dándole empujones con la pelvis. Ella me había dicho que el muchacho le
estaba dando un tratamiento. Y se lo recordé. "El tratamiento se llama te
recojo mientras me agarro de tus tetas." "¡Y no sabés la tranca que tiene
y como me la mueve adentro!" Y avanzó su concha a escasos centímetros de
mi cara.
El olor de su concha
comenzaba a envolverme. "¡Cuando él me garcha me vuelvo loca! Me coge con
tanto entusiasmo que me corro una y otra vez. Me hace echar seis o siete
polvos cada vez que me agarra! ¡Por eso le dejo que me garche por los
pasillos!" Yo imaginaba que lo que me decía Alicia era cierto, y mi pija
se empinaba cada vez más. Alicia me acercó la concha abierta a mi boca.
"¡Y todos los tipos del edificio nos han visto, y saben que soy muy puta,
así que cada vez que me encuentran sola tratan de cogerme
" Su concha se
pegó a mi boca como dándole un beso.
Saqué la lengua, para
acariciarla por dentro. "¡Y ya he pasado por la mayoría de los chotos del
edificio!¡Y cada ocasión que tengo me dejo garchar, o les chupo las
porongas hasta que sueltan sus chorros de semen y me los trago hasta la
última gota!" Yo imaginaba lo que me contaba con todos los detalles, y su
concha había comenzado a menearse contra mi boca. "¡Así me gusta,
chiquito, lameme la concha!" Y siguió recorriendo la narración de sus
aventuras, sin ahorrarme detalles. "¡No te imaginás lo que me gusta
tragarme una buena tranca
!" "
El tipo del cuarto
tiene una tranca verdaderamente colosal, y cada vez que nos cruzamos, me
lleva al cuarto de las escobas, la saca afuera del pantalón totalmente
rígida, me pone de rodillas y me la mete en la boca. Y yo, sometida, se
la mamo, y me corro varias veces de sólo mamársela. Al final me la saca y
me echa tremendos chorros por toda la cara, el pelo y las ropas, y
después me hace seguirla chupando hasta que está totalmente limpia. ¡A
veces se la limpio tan bien que se la dejo dura nuevamente! ¡Y ahí me da
vuelta, me levanta la pollera, me baja la bombacha y me revienta la
concha con su porongota!¡y hasta que me la llena con sus chorros, me da
tanta fricción que me hace correr otro monton de veces!" "Cuando ese
guacho me garcha, esa noche no salgo a putanear, porque no me hace
falta." Ahora la concha se estaba frotando contra mi boca de atrás
adelante. "El clítoris, viejito, ¡lamémelo bien!" Encontré su gordo y
enhiesto clítoris y entré a saborearlo con la lengua. "¡Ah
ahhh
aaahhh!
¡Estoy acabando en tu cara!" Y sentí que sus jugos fluyeron empapándome
más la cara. Y me imaginé que era cierto que estaba acabando.
Capítulo 2. Cada vez
estoy más seguro de que Alicia no es frígida.
Ella se dio vuelta
como en un sesenta y nueve, y tuve ante mis ojos la doble visión de su
concha y de su culo... "¡Que erección, mi nenito!" "¡Y sólo de chuparme
la concha y escuchar mis historias
!" "Te la voy a chupar un poquito con
eso va a alcanzar, seguro- para que veas cuanto te quiero" y sentí su
calida y húmeda boca rodear mi glande en un beso tierno y apasionado.
Succionó durante unos momentos y yo estaba tan a punto que me vine en su
boca, a grandes chorros. Sentí como su garganta tragaba todo el caudal
que yo emitía y su lengua me acariciaba el glande rodeándolo una y otra
vez, como saboreándolo y asegurándose de sacarle hasta la última gota.
"¡Yo sabía que con apenas una chupadita te iba a alcanzar para
correrte
!" se rió, sobradora. Yo había quedado semi inconsciente, boca
arriba y a través de mi visión turbia veía el doble paisaje de su culo y
concha.
Dándose vuelta Alicia
se recostó a mi lado, de costado, de modo que uno de esos tetones se
apoyaba sobre mi pecho. "Ya sé que ahora no servís para nada, al menos
por un rato" dijo, acariciándome el pecho. Pero seguro que escucharás con
interés mis andanzas. Y por mi conciencia, apenas entreabierta,
comenzaron a colarse sus palabras.
Capítulo 3. Alicia sigue
contándome sus andanzas
"Por las noches salgo
a putonear" continuó, "es decir a levantar puntos, cogérmelos y
cobrarles" "Tengo un precio para dejar que me cojan la concha, y otro
para darles el culo, otro para dejarme manosear las tetas y otro ´-mayor-
para dejar que me las chupen. Siempre que me las manosean terminan
rogándome que los deje chupármelas y me pagan otra vez, claro. Tengo un
precio menor para darles una chupada, porque los hago llegar enseguida.
Claro que primero los caliento bien calientes, así cuando apenas comienzo
a chupàrselas se corren como locos, y yo me trago todo."
La pija comenzó a
parárseme nuevamente. "Lo más barato son las pajas con esta manito. Se
los manoseo hasta que siento que lo tienen parado bajo el pantalón. Y ahí
les digo "¿querés una paja, papi?" y como se los sigo apretando y
manoseando, ninguno se resiste a que se lo saque del pantalón. La
cuestión es irlos calentando hasta que no pueden negarse a nada que les
proponga. "¡La de pajas que habré hecho
!"
"¡A veces me muero de
ganas de sentir una tranca entre mis tetones! ¡Entonces los caliento más
y más con mis manoseos y mis melones, hasta que les digo si no quieren
que les haga una cubana, y entran como por un tubo. Entonces les pongo la
poronga entre las tetas, y se la voy masajeando, llevando el ritmo del
masaje como para graduar la acabada.
Muevo las dos tetas
juntas arriba y abajo, alternando con mover una teta para arriba mientras
la otra va para abajo, y viceversa, con la pobre tranca atrapada
gloriosamente entre mis dos grandes masas.
Me gusta mirarles las
caras cuando les voy amasando las porongas con mis tetones, suaves y
olorosos. Y alargo lo más que puedo ese momento, pero nunca dura mucho.
Comienzo a ver sus ojos desenfocados, la mirada vidriosa y los ojos
turbios y vidriosos cuando empiezan a salir los chorros. ¡Me encantan los
chorros contra mis tetones, y los reparto con las manos! ¡Para ese
entonces el tipo se ha derrumbado en el asiento del coche, y yo tomo mi
dinero y me voy, dejándolo derrengado y viendo pajaritos!"
Capítulo 4. Las
historias que inventa Alicia, me excitan en verdad.
A esa altura de su
historia, mi propia pija se había vuelto a empalmar y su enorme tetón en
mi pecho había comenzado a impactar en mi conciencia.
Ella comenzó a
ondular su cuerpo contra el mío, refregándome la concha contra mi cadera,
y haciéndome sentir las ondulaciones de su tetón. Sabedora de los efectos
que me estaba produciendo, Alicia continuó, hablándome con su aliento
cerca de mi boca. "A mi me encanta calentar a los tipos con todo lo que
tengo, por ejemplo mis melones.
Cuando ando por la
calle saco pecho para que se vuelvan locos viendo como se bambolean
debajo de mi remerita. Y se me vienen al humo. "Sí, te dejo jugar con
ellos" les digo, "pero tenés que pagarme." Mi pija se estaba poniendo
cada vez más tensa, con las ondulaciones y restregamientos de su concha y
tetas contra mi costado. "Hay tipos que no tienen coche, ni plata para un
hotel. Entonces me los llevo a un callejón y empiezo a refregarle mis
enormes pechos contra el cuerpo y pronto siento el crecimiento de sus
bultos bajo sus pantalones. Y comienzo a besarlos de lengua, así:" Y
metió su lengua en mi boca y montándose sobre mí, comenzó a restregarme
sus melones contra el pecho, mientras con las piernas cerradas masajeaba
mi nabo. "¿Ves? Así les hago." Y comenzó a darme un beso de lengua que
ocupó toda mi conciencia, mientras me restregaba los tetones y ondulaba
el cuerpo contra el mío. Yo comencé a jadear y ella, con toda intención,
arreció con la intensidad del tratamiento a que me estaba sometiendo. Y
sin saber como, me corrí nuevamente. "Y ellos se corren, exactamente así"
agregó Alicia mirándome a los ojos.
Capítulo 4. Esta chica
me puede, aún sin contarme historias
"¿Me dejás hacer una
cosita?" Y sin esperar respuesta Alicia se dio vuelta, y siempre arriba
mío, y con las piernas cerradas puso su pubis contra mi nariz. Delicioso
olor. "Vos quedate bien quietito, que no tenés ganas de nada, y no hagas
nada, y dejame hacer a mí" Yo pensé que me iba a quedar dormido, pero lo
insólito de la situación, de tener mi nariz oliendo su pubis cerrado, me
mantuvo conciente. La sensación era muy agradable. Y ella me mantuvo un
ratito así. Yo respiraba su pubis. Y ella me tenía respirando allí. No
había modo de alejarme de la idea del sexo. Aunque no tuviera ganas, ni
con qué, de seguir cogiendo.
Sentí sus melones
rodeando mi vencido nabo. Y la respiración de Alicia ondulando por todo
su cuerpo, melones y pubis incluidos, como un suave masaje al mío.
Después de un largo rato de eso sentí los carnosos labios de Alicia
recorriendo mi nabo con muchos besos. Muchos besos. Muchos y muy tiernos
beso.
Más allá de mi
voluntad, y hasta en contra de ella, mi nabo comenzó a reaccionar. Y el
aroma de su pubis se volvió más intenso. "¿Te gusta como te beso el
pichulìn, mi vida?" "Sí, ya veo que te está gustando
" Y sentí que a sus
labios se agregó su cálido aliento y su lengua acariciante. "¡Vaya, mi
nene, qué buena reacción!" Evidentemente mi nabo había dado un estirón. Y
ella se lo metió en la boca. ¡Ahh, que sensación! Y su pubis seguía
contra mi nariz. A partir de allí todo se deslizó como por un tobogán.
La boca de Alicia
hacía su trabajo inexorable, y mi palo siguió creciendo hasta un completo
empalme. "¡Hmmm!" aprobó Alicia, mientras me lo seguía chupando. Y su
pubis se iba removiendo contra mi nariz. Y me la hizo llegar tan adentro
que sentí su clítoris palpitante. No me dejó acariciárselo con la lengua,
sino que siguió frotándoselo con mi nariz. Instintivamente, mis brazos se
aferraron a su soberbio culo, como para que no me retirara el pubis. Y mi
nabo, dentro de su boca recibía los dulces embates de su lengua.
Con sus tetas me
estaba haciendo una cubana. Y con las manos me acariciaba los huevos. Me
sentía como un juguete en sus manos y bajo su cuerpo. Un juguete que ella
sabía como utilizar para su placer. Su boca se movía arriba y abajo,
alrededor de mi duro miembro. Me estaba cogiendo con la boca. Me la había
parado por tercera vez, yo ni sabía bien como, y ya me estaba llevando
camino al tercer orgasmo en menos de una hora.
Su pubis comenzó a
rebotar sobre mi nariz, frotándomela con el clítoris a cada embate. Y sus
melones pajeaban mi nabo mientras su boca me lo lamía y succionaba.
Claramente me había llevado adonde ella quería y nuevamente me estaba
imponiendo su dominio. Sentía la pija como nueva y dispuesta a una nueva
descarga, cada vez más dispuesta y más a punto, mientras su boca chupaba
lenta y deliberadamente.
Mi cuerpo comenzó a
temblar de la calentura a la que me estaba sometiendo. Y ella parecía
querer extender el momento al máximo, sin acelerar sus movimientos, hasta
que solo y sin apremios por parte de su boca, lengua y tetas, cuando
alcanzó su cúspide comenzó a brotar semen que ella trago con voracidad.
En los últimos momentos previos a mi acabada, la desesperación me hizo
forzar la abertura de sus piernas y con mi lengua y boca darle la chupada
que estaba loco por darle. Ella percibió mi desesperación por chuparla, y
eso la pudo y se vino conmigo, tragándonos cada uno todo lo que
recibíamos.del otro.
Nos quedamos así, con
ella tendida arriba mío un largo rato. Sentía su lengua limpiando los
rastros de semen. Y mi boca, con cariño, besaba su clítoris.
"Si esto es ser
esclavo" me dije, "cuenten conmigo".
La relación con
Alicia estaba comenzando a cambiar. Oscuras cosas se movían en mi
interior, misteriosas.
Esto era mucho mejor
que las pajas.
Aunque había cosas
vagas que me inquietaban, pero no pude ponerme a analizarlas porque me
quedé dormido, profundamente dormido.
|