.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Mi novia Alicia me tiene preocupado (4)".


 
Capitulo 1. Jugando a que yo me creía que Alicia cogía con otros hombres.

Alicia sentó su escultural culo sobre mi bajo vientre. Sentí sus redondos glúteos cerca de mi nabo, y este se paró automáticamente.

"El otro día, cuando te senté el culo en la cara y te inventaba cosas que yo haría con los hombres. , me pareció que te calentabas, ¿cierto, mi vida?" Tragué saliva, me costaba admitir que sí. Alicia volvió a esgrimir su sonrisa perversa. "Está bien, si no querés reconocerlo, no lo reconozcas. Pero ahora vamos a jugar un juego de imaginación. A partir de este momento y hasta que dejemos de jugar, vos vas a creer que todo lo que te digo es cierto." "¿To-todo cierto?" "¡Si! ¡Si yo te digo que el del segundo me da siempre por el orto, vos tenés que imaginártelo y saber que es cierto!" "No sé si voy a poder creerlo, Ali…" "¡Tenés que creerlo, porque es cierto!" "¿Y-ya empezamos…?" "¡Sí, y no solo tenés que creerlo, sino imaginártelo con todos los detalles!" "B-bueno, Ali, todo lo que me cuentes lo voy a creer, y me lo voy a imaginar."

"Así me gusta, pero además me tenés que chupar la concha" Y se sentó en mi pecho, mostrándome la concha entre sus muslos abiertos. La boca se me hizo agua.

"Bueno, el muchachón del segundo me coge y me recontracoge, todos los días" Yo recordé las veces que la había encontrado con la pollera levantada y el muchacho dándole empujones con la pelvis. Ella me había dicho que el muchacho le estaba dando un tratamiento. Y se lo recordé. "El tratamiento se llama te recojo mientras me agarro de tus tetas." "¡Y no sabés la tranca que tiene y como me la mueve adentro!" Y avanzó su concha a escasos centímetros de mi cara.

El olor de su concha comenzaba a envolverme. "¡Cuando él me garcha me vuelvo loca! Me coge con tanto entusiasmo que me corro una y otra vez. Me hace echar seis o siete polvos cada vez que me agarra! ¡Por eso le dejo que me garche por los pasillos!" Yo imaginaba que lo que me decía Alicia era cierto, y mi pija se empinaba cada vez más. Alicia me acercó la concha abierta a mi boca. "¡Y todos los tipos del edificio nos han visto, y saben que soy muy puta, así que cada vez que me encuentran sola tratan de cogerme…" Su concha se pegó a mi boca como dándole un beso.

Saqué la lengua, para acariciarla por dentro. "¡Y ya he pasado por la mayoría de los chotos del edificio!¡Y cada ocasión que tengo me dejo garchar, o les chupo las porongas hasta que sueltan sus chorros de semen y me los trago hasta la última gota!" Yo imaginaba lo que me contaba con todos los detalles, y su concha había comenzado a menearse contra mi boca. "¡Así me gusta, chiquito, lameme la concha!" Y siguió recorriendo la narración de sus aventuras, sin ahorrarme detalles. "¡No te imaginás lo que me gusta tragarme una buena tranca…!" "

’El tipo del cuarto tiene una tranca verdaderamente colosal, y cada vez que nos cruzamos, me lleva al cuarto de las escobas, la saca afuera del pantalón totalmente rígida, me pone de rodillas y me la mete en la boca. Y yo, sometida, se la mamo, y me corro varias veces de sólo mamársela. Al final me la saca y me echa tremendos chorros por toda la cara, el pelo y las ropas, y después me hace seguirla chupando hasta que está totalmente limpia. ¡A veces se la limpio tan bien que se la dejo dura nuevamente! ¡Y ahí me da vuelta, me levanta la pollera, me baja la bombacha y me revienta la concha con su porongota!¡y hasta que me la llena con sus chorros, me da tanta fricción que me hace correr otro monton de veces!" "Cuando ese guacho me garcha, esa noche no salgo a putanear, porque no me hace falta." Ahora la concha se estaba frotando contra mi boca de atrás adelante. "El clítoris, viejito, ¡lamémelo bien!" Encontré su gordo y enhiesto clítoris y entré a saborearlo con la lengua. "¡Ah… ahhh… aaahhh! ¡Estoy acabando en tu cara!" Y sentí que sus jugos fluyeron empapándome más la cara. Y me imaginé que era cierto que estaba acabando.

Capítulo 2. Cada vez estoy más seguro de que Alicia no es frígida.

Ella se dio vuelta como en un sesenta y nueve, y tuve ante mis ojos la doble visión de su concha y de su culo... "¡Que erección, mi nenito!" "¡Y sólo de chuparme la concha y escuchar mis historias…!" "Te la voy a chupar un poquito –con eso va a alcanzar, seguro- para que veas cuanto te quiero" y sentí su calida y húmeda boca rodear mi glande en un beso tierno y apasionado. Succionó durante unos momentos y yo estaba tan a punto que me vine en su boca, a grandes chorros. Sentí como su garganta tragaba todo el caudal que yo emitía y su lengua me acariciaba el glande rodeándolo una y otra vez, como saboreándolo y asegurándose de sacarle hasta la última gota. "¡Yo sabía que con apenas una chupadita te iba a alcanzar para correrte…!" se rió, sobradora. Yo había quedado semi inconsciente, boca arriba y a través de mi visión turbia veía el doble paisaje de su culo y concha.

Dándose vuelta Alicia se recostó a mi lado, de costado, de modo que uno de esos tetones se apoyaba sobre mi pecho. "Ya sé que ahora no servís para nada, al menos por un rato" dijo, acariciándome el pecho. Pero seguro que escucharás con interés mis andanzas. Y por mi conciencia, apenas entreabierta, comenzaron a colarse sus palabras.

Capítulo 3. Alicia sigue contándome sus andanzas…

"Por las noches salgo a putonear" continuó, "es decir a levantar puntos, cogérmelos y cobrarles" "Tengo un precio para dejar que me cojan la concha, y otro para darles el culo, otro para dejarme manosear las tetas y otro ´-mayor- para dejar que me las chupen. Siempre que me las manosean terminan rogándome que los deje chupármelas y me pagan otra vez, claro. Tengo un precio menor para darles una chupada, porque los hago llegar enseguida. Claro que primero los caliento bien calientes, así cuando apenas comienzo a chupàrselas se corren como locos, y yo me trago todo."

La pija comenzó a parárseme nuevamente. "Lo más barato son las pajas con esta manito. Se los manoseo hasta que siento que lo tienen parado bajo el pantalón. Y ahí les digo "¿querés una paja, papi?" y como se los sigo apretando y manoseando, ninguno se resiste a que se lo saque del pantalón. La cuestión es irlos calentando hasta que no pueden negarse a nada que les proponga. "¡La de pajas que habré hecho…!"

"¡A veces me muero de ganas de sentir una tranca entre mis tetones! ¡Entonces los caliento más y más con mis manoseos y mis melones, hasta que les digo si no quieren que les haga una cubana, y entran como por un tubo. Entonces les pongo la poronga entre las tetas, y se la voy masajeando, llevando el ritmo del masaje como para graduar la acabada.

Muevo las dos tetas juntas arriba y abajo, alternando con mover una teta para arriba mientras la otra va para abajo, y viceversa, con la pobre tranca atrapada gloriosamente entre mis dos grandes masas.

Me gusta mirarles las caras cuando les voy amasando las porongas con mis tetones, suaves y olorosos. Y alargo lo más que puedo ese momento, pero nunca dura mucho. Comienzo a ver sus ojos desenfocados, la mirada vidriosa y los ojos turbios y vidriosos cuando empiezan a salir los chorros. ¡Me encantan los chorros contra mis tetones, y los reparto con las manos! ¡Para ese entonces el tipo se ha derrumbado en el asiento del coche, y yo tomo mi dinero y me voy, dejándolo derrengado y viendo pajaritos!"

Capítulo 4. Las historias que inventa Alicia, me excitan en verdad.

A esa altura de su historia, mi propia pija se había vuelto a empalmar y su enorme tetón en mi pecho había comenzado a impactar en mi conciencia.

Ella comenzó a ondular su cuerpo contra el mío, refregándome la concha contra mi cadera, y haciéndome sentir las ondulaciones de su tetón. Sabedora de los efectos que me estaba produciendo, Alicia continuó, hablándome con su aliento cerca de mi boca. "A mi me encanta calentar a los tipos con todo lo que tengo, por ejemplo mis melones.

Cuando ando por la calle saco pecho para que se vuelvan locos viendo como se bambolean debajo de mi remerita. Y se me vienen al humo. "Sí, te dejo jugar con ellos" les digo, "pero tenés que pagarme." Mi pija se estaba poniendo cada vez más tensa, con las ondulaciones y restregamientos de su concha y tetas contra mi costado. "Hay tipos que no tienen coche, ni plata para un hotel. Entonces me los llevo a un callejón y empiezo a refregarle mis enormes pechos contra el cuerpo y pronto siento el crecimiento de sus bultos bajo sus pantalones. Y comienzo a besarlos de lengua, así:" Y metió su lengua en mi boca y montándose sobre mí, comenzó a restregarme sus melones contra el pecho, mientras con las piernas cerradas masajeaba mi nabo. "¿Ves? Así les hago." Y comenzó a darme un beso de lengua que ocupó toda mi conciencia, mientras me restregaba los tetones y ondulaba el cuerpo contra el mío. Yo comencé a jadear y ella, con toda intención, arreció con la intensidad del tratamiento a que me estaba sometiendo. Y sin saber como, me corrí nuevamente. "Y ellos se corren, exactamente así" agregó Alicia mirándome a los ojos.

Capítulo 4. Esta chica me puede, aún sin contarme historias…

"¿Me dejás hacer una cosita?" Y sin esperar respuesta Alicia se dio vuelta, y siempre arriba mío, y con las piernas cerradas puso su pubis contra mi nariz. Delicioso olor. "Vos quedate bien quietito, que no tenés ganas de nada, y no hagas nada, y dejame hacer a mí" Yo pensé que me iba a quedar dormido, pero lo insólito de la situación, de tener mi nariz oliendo su pubis cerrado, me mantuvo conciente. La sensación era muy agradable. Y ella me mantuvo un ratito así. Yo respiraba su pubis. Y ella me tenía respirando allí. No había modo de alejarme de la idea del sexo. Aunque no tuviera ganas, ni con qué, de seguir cogiendo.

Sentí sus melones rodeando mi vencido nabo. Y la respiración de Alicia ondulando por todo su cuerpo, melones y pubis incluidos, como un suave masaje al mío. Después de un largo rato de eso sentí los carnosos labios de Alicia recorriendo mi nabo con muchos besos. Muchos besos. Muchos y muy tiernos beso.

Más allá de mi voluntad, y hasta en contra de ella, mi nabo comenzó a reaccionar. Y el aroma de su pubis se volvió más intenso. "¿Te gusta como te beso el pichulìn, mi vida?" "Sí, ya veo que te está gustando…" Y sentí que a sus labios se agregó su cálido aliento y su lengua acariciante. "¡Vaya, mi nene, qué buena reacción!" Evidentemente mi nabo había dado un estirón. Y ella se lo metió en la boca. ¡Ahh, que sensación! Y su pubis seguía contra mi nariz. A partir de allí todo se deslizó como por un tobogán.

La boca de Alicia hacía su trabajo inexorable, y mi palo siguió creciendo hasta un completo empalme. "¡Hmmm!" aprobó Alicia, mientras me lo seguía chupando. Y su pubis se iba removiendo contra mi nariz. Y me la hizo llegar tan adentro que sentí su clítoris palpitante. No me dejó acariciárselo con la lengua, sino que siguió frotándoselo con mi nariz. Instintivamente, mis brazos se aferraron a su soberbio culo, como para que no me retirara el pubis. Y mi nabo, dentro de su boca recibía los dulces embates de su lengua.

Con sus tetas me estaba haciendo una cubana. Y con las manos me acariciaba los huevos. Me sentía como un juguete en sus manos y bajo su cuerpo. Un juguete que ella sabía como utilizar para su placer. Su boca se movía arriba y abajo, alrededor de mi duro miembro. Me estaba cogiendo con la boca. Me la había parado por tercera vez, yo ni sabía bien como, y ya me estaba llevando camino al tercer orgasmo en menos de una hora.

Su pubis comenzó a rebotar sobre mi nariz, frotándomela con el clítoris a cada embate. Y sus melones pajeaban mi nabo mientras su boca me lo lamía y succionaba. Claramente me había llevado adonde ella quería y nuevamente me estaba imponiendo su dominio. Sentía la pija como nueva y dispuesta a una nueva descarga, cada vez más dispuesta y más a punto, mientras su boca chupaba lenta y deliberadamente.

Mi cuerpo comenzó a temblar de la calentura a la que me estaba sometiendo. Y ella parecía querer extender el momento al máximo, sin acelerar sus movimientos, hasta que solo y sin apremios por parte de su boca, lengua y tetas, cuando alcanzó su cúspide comenzó a brotar semen que ella trago con voracidad. En los últimos momentos previos a mi acabada, la desesperación me hizo forzar la abertura de sus piernas y con mi lengua y boca darle la chupada que estaba loco por darle. Ella percibió mi desesperación por chuparla, y eso la pudo y se vino conmigo, tragándonos cada uno todo lo que recibíamos.del otro.

Nos quedamos así, con ella tendida arriba mío un largo rato. Sentía su lengua limpiando los rastros de semen. Y mi boca, con cariño, besaba su clítoris.

"Si esto es ser esclavo" me dije, "cuenten conmigo".

La relación con Alicia estaba comenzando a cambiar. Oscuras cosas se movían en mi interior, misteriosas.

Esto era mucho mejor que las pajas.

Aunque había cosas vagas que me inquietaban, pero no pude ponerme a analizarlas porque me quedé dormido, profundamente dormido.

 

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