.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Lo convirtió en cornudo sin saberlo".

 

 La historia que relato le sucedió a una pareja con la que he mantenido relación y que me han autorizado a contarlo. Sucedió hace 10 años y fue la primera vez en que ella cumplió su fantasía, aun sin saberlo...

 Como en todos los relatos de este tipo, ella, Ana, era una mujer muy atractiva, morena, de pelo largo, delgada, culito respingón y con una libido muy fuerte pero mal disimulada. En los momentos de pasión, con su pareja, se comporta como la más viciosa de las mujeres, pero fuera de la cama se mostraba recatada y casta. La fantasía de su pareja, Juan, era compartirla con otros hombres, pero ella solo parecía dispuesta cuando estaba realmente excitada y con alguna copa de más.

 Cuando tenían 25 y 32 años asistieron a una fiesta de la facultad de ella, en casa de unos compañeros. En el jardín y la planta baja había música reservando las habitaciones del primer piso para las parejas que quisieran disponer de más intimidad. Al cabo de unas horas de saludar, tomar copas y bailar decidieron subir al piso de arriba, a ver si había alguna habitación libre y poder dar rienda suelta a los calores que el alcohol había provocado. A Juan le daba cierto morbo hacerlo en casa de un compañero de facultad de Ana y a ella no le disgustaba la idea.

 La mayor parte de las habitaciones estaban vacías, o era muy tarde o los jóvenes tenían otras prioridades, sólo había dos ocupadas por parejas que parecían dormitar, así que no tuvieron problemas en encontrar una. Justo entrar en la habitación, Juan cogió los pechos de Ana por detrás juntando su cuerpo al de ella con fuerza.

 - Uy... noto que ya estás cachondo...vaya erección tienes.

 - Te voy a follar, en la casa de tu compañero, con tus amigos en la planta de abajo.

 - Apaga la luz, ya sabes que me da vergüenza que me veas desnuda y así me suelto más.

 - Claro, ¿pero me la chuparás?

 - Bueno, quizá un poco, ya sabes que no me va.

 - A mí no me engañas, te encanta chupar pollas, pero tienes miedo de lo que podría pensar yo.

Al apagar la luz Juan no pudo ver como la cara de sorpresa de su mujer se transformaba en una sonrisa traviesa.

 - ¿Te crees que soy una puta?

 - No eres una puta, pero con una buena polla en la boca te sale la zorra que llevas dentro. Y además te gusta, te pone cachonda ser una guarra. Hazme un favor, hoy desinhíbete completamente... Ábrete de piernas, que te voy a comer el coño.

 - Ya las tengo abiertas, ven a chupármelo como un buen perrito lamechochos. Se te da muy bien...

 Se notaba que estaba excitada, no acostumbraba a hablar así, pero es que Juan era un experto en el sexo oral; pasaba la lengua despacio alrededor de clítoris para ir jugando con él cada vez más rápido, variaba de ritmo, introducía un dedo en algunos momentos y cuando a ella le sobrevenía el orgasmo le metía la lengua hasta el fondo.

 - Ah cariño, qué bien me lo chupas, me voy a correr. ¡Quiero que me folles!

 - ¿Quieres que te folle, guarra? ¿Estás cachonda? - Juan apenas podía hablar con la cara hundida entre las piernas de su mujer.

 - ¡Sí! ¡Fóllame!

 - ¿Eres mi putita? ¡Dilo!

 - Sí, ¡soy una puta! Estoy cachonda como una perra en celo. Necesito que me la metas, ¡ya!

 - No tenemos condones... espera que voy a buscar uno rápido. ¡No te muevas! - Y sin dar tiempo a nada, Juan salió de la habitación.

 - ¡Es igual! ¡Fóllame a pelo! – Ana estaba segura de que Juan no había llegado a oírla, pero unos segundos después oyó como se volvía a abrir la puerta.

 - Te lo has pensado mejor, ¿eh? Quieres follarte a tu putita a pelo, ¿no?

 Sin mediar palabra, él le cogió la cabeza con las dos manos, se la acercó a su entrepierna...

 - Quieres que te la chupe, ¿eh? – Antes de que pudiese acabar la frase, se encontró con la boca llena, mientras le movía la cabeza adelante y atrás con fuerza sin dejarla casi ni respirar.

 - ¡Para! ¡Para! ¡Qué bruto estás! Te ha puesto cachondo tu zorrita, ¡eh! Hoy la tienes inmensa, ¡mucho más grande de lo normal! ¡Me pone verte así! ¡Así da gusto comértela! ¿No querías que fuese tu putita? ¡Pues vas a ver lo que es una mamada de verdad!

 Le comió la polla como no lo había hecho nunca antes, tragándosela hasta fondo, intentando garganta profunda, relamiéndose como una gata en celo, chupándole los huevos y sin parar de decir obscenidades.

 - ¿Te gusta como chupo pollas? ¿No querías esto? ¡Me encanta mamar vergas grandes! ¡Y hoy la tienes como un negro! Y qué buena está, saladita... Esto es lo que necesitaba, verte bien puesto y con la polla bien grande para sacar lo zorra que soy, lástima que estemos a oscuras, si no verías la cara que guarra que tengo. Voy a encender la luz.

 Antes de que pudiera llegar al interruptor, sintió cómo tiraba fuerte de su brazo y sin contemplaciones la ponía en la cama a cuatro patas, apoyando su mano en la espalda para poner el culo en pompa.

 - ¿A cuatro patas? ¿Esto es lo que quieres? ¿Reventarme el coño como a una perra?... Ahh... ¡qué bruto estás!

 Afortunadamente estaba muy mojada, porque se la metió de golpe, sin jugar con la entrada ni rozarla con la punta, como solía hacer. Durante unos minutos sólo se oían las fuertes embestidas y el ruido de los huevos rebotando cada vez más fuerte contra su vagina.

- Dios... ¡qué follada! ¡Nunca me habías follado así, como un macho folla a su zorra! ¡Me voy a correr otra vez! ¡Dame polla! ¡Más! ¡Más! ¡Córrete dentro! ¡Quiero notar tu leche en mi coño!

 Cuando ella ya se había corrido dos veces, él empezó a bajar el ritmo.

 - ¿Ya te has corrido? No lo he notado...- Por toda respuesta oyó como escupía en el agujero de su culo.

 - ¿Qué haces? Por allí ya sabes que soy virgen... pero... nunca me habías hecho sentir así: sucia y usada por un hombre de verdad. ¿Quieres petarme el culo? Creo que hoy te lo has ganado. Ve con cuidado por favor.

 Pero no fue con cuidado. En la primera embestida le metió más de media polla y se quedó quieto, pasándole la mano por delante y masturbándola con frenesí.

 - ¡Cuidado! Así, tócame el chocho... mmm... qué dura la tienes... cómo aguantas hoy...- Con movimientos lentos y suaves adelante y atrás, Ana se la fue metiendo poco a poco por detrás.

 - Mmm... qué gusto me das... tocándome por delante y follándome por detrás... ¡nunca imaginé que fuese tan bueno! ¡Y cómo te gusta! Te pone cachondo darme por el culo como una puta, ¡qué pollón tienes hoy!

 Ana casi gritaba del gusto, pero aun así, con el martilleo cada vez más rápido casi ni se la oía.

 - Si me viesen mis compañeros de facultad... enculada como una perra... verían lo zorra que soy. ¿No es lo que te gustaría? ¿Que fuese la zorrita de clase y les comiese la polla en los lavabos? ¿Abrirme de piernas para que me la metiese quien quisiera? ¿Te vas a correr, cabrón? ¡Córrete en mi coño! Quiero sentirlo lleno de lefa calentita.

 Se la sacó con un gemido de placer de su culo para metérsela por delante rápidamente, y con unas embestidas muy profundas le soltó varios chorros de semen, dejándole la vagina llena y pringosa. Sin dar tiempo a que Ana se volviese, le sacó la polla de su coño con un sonido viscoso y húmedo, se dio la vuelta y salió por la puerta.

 - ¿Dónde vas? Podrías esperar un poco, ¿no? - Ana se quedó desconcertada, con el coño lleno de leche y sin saber a donde había ido. Al cabo de dos minutos volvió a abrirse la puerta.

 - Perdona cariño, espero que aún estés caliente, me ha costado horrores encontrar condones, ¡peró ya los tengo!

 - ¿Q... Qué...?

 - ¡Que ya tengo los condones! Podemos continuar donde lo dejamos, ¿no?

 - P... pero... ¿cuánto hace que te has ido?

 - Pues 20 minutos o así... ¿se te ha hecho largo? - Dijo Juan mientras empezaba a acariciarle el coño.- Ya veo que no... ¡lo tienes empapadísimo! ¡Nunca te lo había tocado tan mojado y pringoso! ¿Quieres que te lo coma?

 - ¡No! ¡No! ¡Espera! - Ana no sabia que hacer. Si Juan llevaba fuera 20 minutos, ¿quién se la había follado? ¿A quién le había entregado su culo y de quién era el semen que tenía por todo el coño?

 ¿Cómo se lo podía explicar? ¿Que pensando que era él le había chupado la polla a un extraño, le había dado por el culo y se había corrido dentro? ¿Que eso que estaba tocando no eran sus flujos sino la leche de otro hombre que la había follado como una perra? Lo que más le sorprendía era que, si le daba tanta vergüenza, ¿por qué se sentía tan excitada? Sin pensarlo más tomó una decisión.

 - Ponte un condón y fóllame, cabrón.

 - ¡Qué mojado lo tienes! ¡Y qué abierto! ¡Has estado masturbándote y metiéndote los dedos! ¡Menuda guarra estás hecha!

 - ¡Sí! ¡Llámame guarra! ¡Muérdeme las tetas! ¡Soy una puta! ¿Es lo que querías? ¿Verme convertida en una zorra? ¡Trátame como a un cubo de esperma! - Ana decía las cosas sin pensar, las palabas salían de su boca cada vez más excitada y descontrolada.

 - ¡Pero qué cachonda estás! ¡Nunca te había visto así!

 Ana estaba totalmente desbocada, sólo de pensar cómo se había mostrado con un desconocido le empapaba el coño. Seguro que era un compañero de clase. Ahora todos sabrían que era una zorra, que le encantaba mamar pollas y que fantaseaba con ser la puta de la clase.

 - ¡Fóllame más fuerte, cabrón!

 - ¿Me dejas darte por el culo? Estás tan cachonda que seguro que te gusta.

 - ¡Calla y fóllame, cabrón! ¡Que casi no noto esa mierda de polla! ¡Yo necesito pollas más grandes! ¡Y mi culo ni lo catarás! ¿No querías ser un cornudo? ¡Pues lo serás! ¡Te lo aseguro! Verás cómo me meten rabos de verdad, cómo la zorra de tu mujer les suplica a auténticos machos que la empalen como una perra.

 - Ah... calla... ¡que me corro! ¡Menuda zorra estás hecha hoy! ¡Y con el coño tan mojado que entra sola!

 - ¿Ya te has corrido, maricón? ¡Pues yo no! ¡Cómeme el coño! Quiero que me lo dejes bien limpio y me lo chupes hasta que me corra, que es lo único que sabes hacer bien.

 Sin hacerse rogar, Juan se amorró entre las piernas de Ana y chupó con más ansias que nunca, sin saber que no sólo estaba chupando los flujos de su mujer, sino que le estaba limpiando la corrida de otro hombre. Estaba muy excitada y parecía más que dispuesta en cumplir sus fantasías, eso era más de lo que creía poder esperar.

 A los pocos minutos Ana se corrió, gritando como una poseída y con la esperanza secreta de la oyesen desde abajo, así sabrían lo puta que era, capaz de follarse a su marido después de a otro hombre. ¡Una polla no era suficiente para ella!

 Una semana después, Ana le confesó lo sucedido a Juan. No por remordimientos, sino porque no había podido dejar de pensar en esa noche y quería repetir la experiencia. Se había encendido algo en ella que ya no podía apagar, y si a él le gustaba ser cornudo... quizá hasta podía buscarle hombres bien dotados y ser su mamporrero.

 Acabaron follando como animales, y cuando parecía que ya había pasado el calentón, Juan le susurró al oído:

- Ya lo sabia, ¿quién crees que lo organizó todo, cerda? Nunca sabrás qué compañero te dio por el culo. Cuando vayas a clase y alguno te salude o le pidas apuntes, siempre te preguntarás si es ese el que te vio a cuatro patas gimiendo y pidiendo que te llenase de leche como a una puta... Pero a partir de ahora será distinto. Yo te buscaré los hombres, bien dotados, pero no serán ni guapos ni atléticos. Te traeré viejos, gordos, indigentes... y tú, cuando les veas la polla, les suplicarás que te follen, humillada y cachonda como una perra en celo... Veremos lo necesitada que estabas de buenas folladas. Email.

 

 

La web de los cornudos

Sólo para adultos

   [Añadir a favoritos]

   [Recomendar esta web]

   [Envíanos tus fotos]