.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Las maldades de mi mujer (1)".

 

 Siempre que íbamos al Palmar, se nos acercaba un negrito muy simpático a intentar vendernos algo, ya que una vez le compramos una toalla grande. Cada vez que nos veía se acercaba y aprovechaba para descansar y comerse con la mirada a mi mujer, que a sus 49 años de edad aún tiene un cuerpo de escándalo.

 He de decir que la playa es nudista y nosotros practicamos el nudismo. Ese último día, Paco, que así llamaré al vendedor de la playa, miraba con más descaro las tetas de mi mujer, que son de un buen tamaño, firmes y con una aureola sonrosada coronada con un pezón puntiagudo y duro.

 

 El culo, no muy respingón pero bastante apetecible, con las carnes bien puestas y donde agarrar, y por supuesto el coñito bien depilado al láser y con un pequeño matojito de pelos encima. Esta parte del cuerpo es la que más llama la atención, ya que su coño es bastante grande con los labios sobresaliendo y un buen clítoris.

 Mi mujer, que se da cuenta del chequeo de Paco, me dice de bañarnos, y en el agua me confía que en vez de ponerla nerviosa lo que se está poniendo es muy cachonda. Esta confidencia no me la esperaba, porque, aunque mi mujer es muy activa sexualmente y le gusta casi de todo, (jugar con juguetes, hacerse fotos follando, mamando y tragando leche, follar en sitios al aire libre...) siempre que bromeaba con ella acerca de tener otra polla humana para ella, me decía que con la mía y sus consoladores tenía bastante.

 Le pregunté que hasta dónde quería llegar y me confesó que le gustaría por lo menos poner cachondo a Paco y sentir su lechada en sus tetas. Yo le dije que si eso no suponía un problema, pues adelante, que ella ponía los límites. A todo esto, yo estaba súper empalmado, por lo que le pedí que saliera ella antes y que después me unía yo cuando me calmara.

 

 Tardé unos 10 minutos en salir y vi a Paco totalmente desnudo junto a ella. Conforme me acercaba, pude comprobar que nuestro amigo hace honor a la creencia de hombre de color pollón grande. Una mirada cómplice con mi mujer me bastó para comprender que ella también estaba sorprendida ante generoso atributo.

 Nada más acercarme, me pide que le unte crema, que se está quemando con el sol. Le digo que espere a que se me sequen las manos o, que si no le importa, se la ponga Paco, que con la mirada dice que sí.

 

 Se levantan los dos y empieza a untarle crema por los hombros y la espalda. Al ver que sigue por las piernas, mi mujer le dice que el resto del cuerpo también necesita protección, y especialmente las zonas que habitualmente están cubiertas por la ropa.

 Este comentario hace que la polla de Paco empiece a ganar tamaño y grosor y sus manos empiecen a masajear el culo de mi mujer con tanto empeño que os aseguro que podría estar todo un año sin untarse protección solar por esa zona. Yo, que conozco bien a mi mujer, me doy cuenta de que ya está bastante excitada con sus pezones duros como piedras.

 

 Cuando Paco cree que ya le ha sobado bastante el culo, empieza a echarle crema por delante y a sobarle de manera lujuriosa las tetas, llegando a empalmarse completamente, por lo que debido a la cercanía de alguna pareja tuvo que ponerse el bañador para desencanto de mi mujer, y pedirme que sea yo el que termine de echar el protector solar.

 Con mucho esmero y dedicación, escondidos tras un par de sombrillas y una toalla manta que pusimos como si fuera una tienda, tumbo a mi mujer y empiezo a masajear el coño untando la protección. Aprovecho para, de cuando en cuando, meter un par de dedos por su rajita y a abrirle completamente los labios para que Paco viera el material.

 Al cabo de un rato, mi mujer, que ya está más que caliente, nos pide que con un par de toallas de las que lleva Paco para vender, tapemos lo poco que queda al descubierto para evitar que nos graben con algún dispositivo móvil. Una vez terminado de cerrar del todo la improvisada tienda de campaña, le pide a Paco que se desnude de nuevo, viendo que, aunque el pollón está a media asta, el tamaño es considerable.

 Más adelante Paco nos confirma que le mide 28cm de larga. Mi mujer nos comenta que está muy cachonda, pero que hay límites que no va a traspasar, así que le dice a nuestro amigo que se dedique a mirar y si quiere a masturbarse. Ella, mientras tanto, se ha puesto a 4 patas y en posición de 69, por lo que empiezo a comerle el coñito y ella mi polla.

 Su culo queda a la altura de la cara de Paco, que ya está con su pollón en la mano. Reconozco que a mi mujer le encanta cómo le como el coño. Empiezo con una suave pasada de lengua húmeda por la rajita, una vez que la veo bien ensalivada le meto la lengua lo máximo posible y luego me dedico a su clítoris que separo con mis dos dedos y lo dejo indefenso ante mi lengua y boca.

 

 Es ahora cuando con la lengua dura empiezo a darle vueltas a su botoncito, hasta que veo que es el momento y mordisqueo su clítoris, con fuerza pero sin hacerle daño, por lo que se corre casi al momento.

 Es tal el grado de excitación, que le pide a Paco que coloque la punta de su polla en la entrada de su coñito pero sin que llegue a metérsela. Como no hemos cambiado de postura, la polla de Paco queda a escasos centímetros de mi boca, llegando a escurrirse unas gotas de líquido preseminal que por sorpresa caen en mi boca y que yo, sin decir nada, me trago. El sabor no me desagrada. Creo que mi mujer se da cuenta de que he saboreado líquido de nuestro amigo y, justo en ese momento, me corro en su boca.

 Ella se da la vuelta con toda mi leche en su boca y suelta mi corrida encima de la polla de Paco, que cae gran parte dentro de mi garganta. La situación me vuelve a poner a 100 y no le hago ascos a tragarme mi propia leche. Paco sigue con su masturbación y nos hace ver que se va a correr en breve, y le pregunto a mi mujer que en donde quiere recibir la leche.

 Ella vuelve a ponerse en posición de 69 y dice que quiere la leche en su culo para que resbale y caiga en mi boca. Yo, de la excitación que llevo, no digo que no, por lo que Paco empieza a descargar leche en el culo de mi mujer, 1, 2, 3, 5, 6... creo que hasta 8 chorreones. A partir del tercer chorreón ya algunas gotas empiezan a descender por el coñito de mi mujer y ella pide que se lo limpie con mi lengua.

 

 Los tres siguientes chorreones van directos a mi boca, lo que me hace tener una arcada, y escupo lo que puedo, ya que por poco me atraganta tanta leche. A consecuencia de ello, mis labios y parte de mi cara queda llena de la leche de Paco. Ni que decir tiene que mi mujer se corre como una loca en cuanto termino de limpiar su coñito.

 Le pido kleenex a mi mujer para limpiarme la cara y ella con su lengua empieza a arrastrar la leche hasta mi boca, y me ordena que me la trague. Tras unos minutos de recuperación, Paco propone un juego, pero esto ya es motivo de otro relato, ya que se nos hace tarde. Quedamos en volver al día siguiente. Email.
 

 

 

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