Vuelve
de tomar café con su compañero de trabajo, ha tardado algo más de tres
horas y media en volver. Viene bastante normal, un poco nerviosa, que
puede ser achacable al retraso.
Le
pregunto qué tal y me contesta que bien, un piso un poco desastre, pero
bastante bien, un poco oscuro, es un bajo, le ha ayudado a arreglar el
piso que es grande, dos dormitorios. Curiosamente el dormitorio
principal tiene la cama más pequeña que el dormitorio más pequeño, que
tiene una cama enorme. No cabe más que la cama y dos sillas, tiene
además un hermoso salón, cocina y un cuarto de baño con una bañera con
ducha y sin cortina. Cuando te duchas se pone todo perdido, y luego de
la limpieza han charlado, le pregunto de qué y responde que de todo un
poco, de una novia que tuvo, y de su familia, cosas así. Le pregunto
que si no se le ha insinuado...
- "Lo que hemos hecho es tomar un par de cafés con leche, con mucha leche
para no desvelarme, espero dormir bien esta noche".
Entonces insisto:
- "¿Te ha metido mano?".
Ella contesta:
- "Te he dicho que nos hemos tomado un par de cafés con mucha leche y nada
más, con eso es bastante".
Como la respuesta es poco aclaratoria, le pregunto directamente:
- "¿Os habéis acostado?".
Ella me responde:
- "Te puedes quedar tranquilo, que aparte de los cafés con leche poco más
ha pasado".
Yo insisto:
- "¿Qué poco más?".
Ella, muy hastiada, me responde:
- "Pues poco más. Me he quitado la ropa para que vea bien lo que tú
quieres que enseñe y me ve todos los días en el trabajo, le he enseñado
las tetas a petición suya y le han gustado mucho".
- "¿Y no te las ha cogido?", le pregunto muy interesado. Ella me responde
esquiva:
- "Bueno, es que, así desnuda... pues hombre, ha aprovechado y algo sí,
pero casi nada".
Yo insisto de nuevo y le pregunto:
- "¿Qué ropa llevabas, qué te habías quitado?".
Ella, más remisa aún, dice:
- "Lo normal para que viera".
De nuevo pregunto:
- "El qué".
Ella, cada vez más inquieta, dice:
- "Ya te lo he dicho, lo normal para enseñar".
Me sonrío y le digo:
- "Vamos... que estabas en pelotas, desnuda, en cueros".
Ella mira al suelo, luego al techo y dice:
- "Sí... pero fue poco tiempo".
Me sonrío y le digo:
- "A mí no me parece mal que te haya pegado un achuchón, es más, creo que
te ha dado algo más que un achuchón, ¿verdad?".
Ella, cada vez más esquiva y nerviosa, me dice:
- "Estás muy pesado, si lo llego a saber no voy y no tendría que aguantar
este interrogatorio".
Le sonrío y le digo:
- "No debes ponerte así, lo único que quiero es que me cuentes cómo ha
sido la conversación de tres horas, si ha habido esto o aquello, si has
disfrutado, si ha merecido la pena... Que me contestes las preguntas".
- "Y yo te las estoy contestando, contándote la verdad", me dice muy
enfadada.
La miro y le digo:
- "Para resumir, has ido a casa de tu compañero, le has ayudado a arreglar
el piso, habéis tomado café dos veces, eso sí, con mucha leche, habéis
charlado de cosas y tú te has desnudado totalmente, él te ha metido
mano y... ¿algo más? ¿Dónde estabais cuando te ha metido mano? ¿qué
ropa tenía puesta él? ¿fue antes o después del café? Contesta a lo que
quieras, pero no disimules".
- "Pues mira, si te pones así no te contesto a nada, que lo que haya hecho
es cosa mía", dice muy enfadada y aliviada al encontrar una salida.
- "No seas tonta, solo quiero que me cuentes algunas cosas", le digo
sonriendo. "Por ejemplo, ¿dónde estabais cuando te ha metido mano?".
- "Eres muy pesado, estábamos allí, en el piso, no sé, en la habitación,
el piso es grande para una sola persona, tiene muchas habitaciones y no
me acuerdo muy bien en cuál estábamos, además fue un momento, no te
creas que estuvimos las tres horas con lo mismo, no sé, en el salón o
en el dormitorio o en el otro dormitorio, no sé...".
- "Aclarado. ¿Él qué ropa tenía puesta en esos momentos?", le pregunto de
nuevo.
- "No sé, no me acuerdo bien, la normal para estar en casa, mi ropa estaba
sobre la cama y la de él no me acuerdo", me responde muy cortada y
dubitativa.
- "O sea, que estabais desnudos los dos. ¿Él qué te enseñaba?".
- "Estábamos en el salón, creo, sentados en el sofá, lo del dormitorio fue
antes y después, yo me quité la ropa en el dormitorio y me fui al salón
donde me esperaba, por eso no sé dónde se había quitado la ropa y así
que nos tomamos el primer café".
Yo le digo:
- "Con mucha leche. Entonces, el primer café ¿lo tomasteis en el sofá? Qué
incómodo. ¿Y el segundo dónde lo echasteis, en el dormitorio?", le digo
medio en broma.
- "No sé qué gracia tiene tomar café en el sofá, y es muy cómodo", me
responde muy digna.
- "Eres una cachonda. ¿Se toma café bien cargado de leche en el sofá? Pero
dime ¿el segundo lo echasteis en el dormitorio, en la cama que
seguramente es más cómoda?", le pregunto intentando conseguir las
respuestas adecuadas. Es una experta en no contestar a lo que le
preguntas.
- "No te creas, así, así, y lo sé porque para vestirme me senté en ella.
El segundo café nos lo tomamos en el dormitorio pequeño", me lo dice
con alivio.
- "O sea, en la cama grande de la habitación pequeña, otra buena ración de
leche con el café, acostados en esa cama tan grande, desnudos y con una
buena conversación, en plan relajados".
- "También podríamos haber estado sentados en las dos sillas que hay
allí", dice ella sin convencimiento.
- "Por supuesto, es más, creo que es lo que hicisteis en algún momento del
café, antes de que te echaran la leche, las sillas dan mucho juego en
esos momentos. ¿Tomaste el café acostada en la cama principalmente?".
- "La verdad es que sí, se está más cómoda en la cama que en el sofá, para
charlar...".
Yo le respondo:
- "Desnudos mejor que vestidos, qué bien se toma café con mucha leche en
cueros".
- "Yo no he dicho eso", me responde la muy jeta.
- "Bueno, si hacemos un resumen, de nuevo, veremos que hemos avanzado en
el conocimiento de las circunstancias que han rodeado esta bonita tarde
de asueto de dos compañeros empleados en el trabajo y todo lo que ha
acontecido alrededor de los cafés y los puntos de reposo del piso".
- "Primero, has llegado, conocido el piso, cinco minutos".
Ella, muy enfadada, me contesta:
- "Lo ves, eso es lo que no quiero que hagas, no quiero que me analices
como un insecto al microscopio".
- "Es fácil contar las cosas bien desde el principio y no habrá un
interrogatorio, simplemente no has querido contarme las cosas desde el
principio y lo tengo que entresacar poco a poco como siempre. Yo soy un
cornudo consentido, pero me gusta saber de qué tamaño son y cómo me los
has puesto. ¿Cuánto tiempo has estado desnuda? ¿Cuánto tiempo te has
llevado tomando café?".
Pone cara compungida y me contesta:
- "Desnuda unas dos horas y media, al principio solo iba a enseñarle las
tetas y no sé cómo terminé desnuda y besándome con él en el sofá, ahí
cayó el primer café con leche, con mucha leche, inundada de leche, nos
pasamos a la cama grande donde me hizo un montón de fotos en todas las
posturas y cayó el segundo café con leche, un poco más negro, menos
leche pero bastante
aún, dos cafés con leche muy ricos. ¿Está bien contado?".
Esta conversación la mantuve hace tiempo con mi esposa, que me pone los
cuernos periódicamente, unas veces con mi consentimiento y otras sin
él. Esta historia que he comenzado a contar terminé por conocer todos
los entresijos de su cana al aire, después de diversos interrogatorios,
ya que a mí no me importa que folle por ahí con amigos, compañeros o
desconocidos, solo le pongo una condición, que me lo cuente todo, que
aunque me produce emociones encontradas, me pone muy caliente y
follamos o me pajeo pensando o comentando lo que pasó.
La historia comienza con una invitación a tomar café de uno de sus
compañeros de trabajo que vivía en un piso él solo y quería que ella
conociera el piso y le ayudara a ponerlo a punto. He de decir que mi
mujer, en esa época, a petición mía, no usaba sujetador, y estando en
el mostrador cara al público enseñaba las tetas a todo el mundo,
especialmente a sus compañeros.
Ella me comentó que su compañero le había hecho la invitación y me
preguntó si no me importaba. Yo, pensando en lo que podía pasar, le
dije que no tenía ningún inconveniente, que fuera, que se distrajera un
rato, que yo me encargaba esa tarde de todo lo de a casa, entonces
quedó con su compañero al día siguiente, miércoles, sobre las cinco de
la tarde a tomar café y ver el
piso y sus posibilidades.
Al día siguiente se arregló, se pintó, y, sin sujetador, con bragas, unas
media negras con liguero blanco, falda, blusa y rebeca de lo más
normal, con un abrigo, se fue a ver a su compañero del piso que le
quería dar un café con leche, mucha leche, y 'charlar' un ratito. No
volvió hasta cerca de las nueve de la noche y, pensando que su casa
estaba a un cuarto de hora de la nuestra, resulta que tuvieron tres
horas y media para tomar café, eso sí, con leche, mucha leche.
Cuando llegó al piso, llamó al interfono, él le abrió la puerta y como era
en la planta baja, la esperó con la puerta abierta, ella lo saluda con
una mano de lejos y él la espera con una sonrisa, entra en el piso, él
cierra la puerta, le ayuda a quitarse el abrigo, lo cuelga en el
perchero y se va para ella, la coge por la cintura y la besa en la boca
un largo y profundo beso, al mismo tiempo que la empuja sobre la pared
y refriega su cuerpo contra el de ella. Cuando se separan, ella está
como mareada, sofocada por la sorpresa, pero con relámpagos en los
ojos. Ya sabe que lo que pensaba es lo que le espera.
Él le dice:
- "Quiero ver bien esas tetas que estoy harto de ver en el trabajo y no
puedo tocarlas y chuparlas adecuadamente".
Ella le sonríe y le dice que bueno, que dónde se puede desnudar, él le
contesta que en su dormitorio puede desnudarse y dejar la ropa, que van
a tomar café en el salón, que está calentito con una estufa que ha
puesto. Ella se va al dormitorio y se quita la rebeca, la camisa y se
mira al espejo, se ve bien pero le sobra algo, decide quitarse la falda
y las bragas y se queda con las medias negras, el liguero y los zapatos
de tacón. Se repinta los labios, se mira en el espejo, ve una mujer
joven casi desnuda, muy atractiva, provocadora y sabiendo la impresión
que va a causar y con una determinación y conocimiento de lo que quiere
que ocurra clarísimo.
Sale
al salón, donde encuentra a su compañero totalmente desnudo que se le
acerca, la coge de una mano y se aleja un poco y la mira, por detrás,
por delante, le dice: "Así estas más buena que en el trabajo y se te
pueden hacer bastante más cosas", y la besa apasionadamente mientras le
coge el culo con las dos manos y le mete la polla entre las dos piernas
rozando un coño que está totalmente mojado. Ella le contesta con toda
la calentura que lleva prendida en su cuerpo, besos, abrazos,
refregones, gemidos, todo ello acompañado por mucho movimiento por la
habitación que termina y comienza en el sofá, allí caen los dos
retorciendo brazos piernas, cabezas, tetas, polla y coño buscando el
roce, el chupeteo, la introducción de lo tieso en la gruta del placer.
Después de diez minutos de magrearse, besarse, tocarse, chuparse, llega el
momento esperado. Él, con la polla llena de jugos vaginales y seminales
del jugueteo previo, le introduce esta en su coño, una polla muy larga
y muy gruesa, un buen pollón. Comienza, después de haberle levantado
las piernas hasta sus hombros, con un mete saca que ella agradece con
gritos y gruñidos de placer a pesar de la incomoda postura, que
compensa el hecho que facilita la introducción del nabo, del grueso
pene que le llena todo el coño, frotando las paredes muy sensibles que
ella tiene, hasta la gran profundidad que permite su tamaño para
disfrute y goce de ella. Al rato le baja las piernas y mete su cabeza
entre sus muslos y comienza a comerle los labios, chupando jugos que
expulsa por la calentura, le muerde suave el clítoris, ella chilla de
gusto.
Después del folleteo está a punto del orgasmo, se lo advierte y él sigue
con la comida de coño exhaustiva sin dejar un rincón sin chupar,
insistiendo en el clítoris y metiendo la lengua en la vagina, ella se
contrae, chilla, gruñe hasta que rompe con un orgasmo magnífico, como
todos los suyos. Durante un largo minuto se contrae y contorsiona hasta
que él para y ella se relaja, inmediatamente se pone encima, le abre
las piernas se las flexiona y se la mete muy profundo, le pone un cojín
bajo el culo y la folla, y la folla, y la vuelve a follar mientras ella
vuelve a estar en un éxtasis sexual que le produce que se la metan
después de un orgasmo, se sube al carro del placer de la meseta
orgásmica y goza y disfruta sin pensar en ningún momento en que él no
tiene condón, nunca lo tiene en cuenta aunque yo se lo diga mil veces,
mil veces me promete que la próxima vez lo hará con condón y mil veces,
cuando llega el momento, no le pide que se lo ponga, dice que sin
condón es como se disfruta plenamente y a ella lo que le gusta es
disfrutar de su sexo y de su cuerpo.
Él termina corriéndose dentro de ella, que lo abraza con brazos y piernas
y no permite que se separe de ella, le gusta tenerla dentro hasta el
último momento. La besa y la besa y la vuelve a besar mientras le
acaricia las tetas, las caderas y sus maravillosos muslos.
Se levantan y se lavan un poco y vuelven al salón, hacen un café mientras
él no para de sobarla, tocarla y magrearla, toman café sentados en el
sofá que es una cama con cojines, y charlan un poco de cómo le va en su
matrimonio a mi mujer. Ella le responde que bien, que yo no soy celoso,
que sé que está allí con él, que seguramente sabe lo que estamos
haciendo, que soy el que la incita a no usar sujetados y enseñar las
tetas, que sé que folla de vez en cuando y que soy muy pesado
preguntando por cómo ha sido y que es lo que másle molesta, le da mucho
coraje y me cuenta lo menos posible. Entonces él le pregunta si va a
contarme lo que han hecho y ella le responde que lo menos posible.
Él le vuelve a preguntar:
- "¿Te folla mucho?".
Ella responde:
- "Bastante pero no suficiente".
Él la besa y le dice que quiere hacerle unas fotos, ella que lleva tiempo
negándome a mí la posibilidad de hacerle fotos desnuda le dice que sí,
que sin problemas, y se va al cuarto baño y se arregla, pinta y sale
con la poca ropa que tenía antes, las medias, los ligueros y los
zapatos. Se acuesta en el sofá y le hace la primera y así unas 35 o 40
fotos de todo tipo, hasta con el temporizador, follando con su
compañero.
Ella
se dejó hacer y fotografiar todo lo que él quiso. En la última foto que
le hizo estaban acostados en la cama grande y estaban follando, ella a
cuatro patas y él por detrás se la metía en el coño, saltó el
disparador de la cámara y él seguía empujando y no dejaba de meter y
sacar desde atrás. Se olvidó de la cámara y siguió a lo más agradable y
mi mujer como una perra en celo jadeando y gruñendo de gusto, él le
mete un dedo en el culo y comienza a abrírselo, luego le mete otro y
sigue abriéndoselo hasta que le saca el pene del coño y se lo mete por
el culo para alegría y satisfacción de mi mujer, que le encanta ser
follada por el culo. Él comienza a meter y sacar la polla gorda y mi
mujer se queja un poco, pero dice que no importa, que le gusta, que
siga. Él le agarra las tetas para apretar y meterla lo más posible, de
pronto él se agita y se corre, no ha podido aguantar el gusto que le
produce.
Se lavan, se meten en la ducha, ella se agacha y le mama la polla para
levantársela y que la clave en la pared, que la folle de nuevo bajo el
agua mientras la besa y magrea todo el cuerpo con el jabón y la mano,
él no espera ninguna insinuación más y lo hace, y durante diez minutos
están dale que te pego, hasta que ella dice que prefiere en la cama
grande, que así se pueden revolcar enlazados, lo puede cabalgar, y
pueden hacer algún numerito en las sillas que hay en ese dormitorio. Se
van allí y comienza un nuevo folleteo, se revuelcan, se ponen de
rodillas mientras se besan y acarician, la acuesta boca abajo, le abre
las piernas y se la mete en el coño acostado sobre ella, está poco
tiempo, ella se agobia, se sienta en una silla y ella se sienta encima
a horcajadas con la polla dentro. Está a una altura perfecta para que
le coman las tetas. En ese momento, él le dice:
- "Yo me imaginaba que estabas caliente, pero no que fueras una puta tan
experta. Para hacer lo que tu haces tienes que haber pasado por muchas
camas y probado muchas, muchas pollas, es mucho más de lo que esperaba,
y yo esperaba mucho".
Y se corre dentro de ella de nuevo mientras ella goza de una meseta
orgásmica que la hace disfrutar como una loca. Solo responde:
- "¿Tú crees que soy tan buena? Tú exageras, soy corrientita, me lo dicen
todos, jajajaja... ¿Y tú cómo sabías que me iba a acostar contigo?".
- "Se te nota mucho, pero no me podía imaginar lo fácil que ha sido todo,
las facilidades que pones, lo caliente que estás y lo difícil que es no
metértela. En la oficina he estado unas pocas de veces a punto de
meterte mano en el almacén, y por lo que he visto hoy te podría haber
follado allí mismo sin ninguna dificultad. A lo mejor un día de estos
te follo en el almacén, así que ven con falda y sin bragas".
Ella sonriente y satisfecha le dice:
- "Ya veremos, allí hay que organizarlo bien porque nos pueden coger con
las manos en la masa. Está bien eso de ir sin bragas, está bien que me
metas mano en el almacén, una cosa rápida, pero de eso a follar es más
complicado, porque al final nos vamos a quedar desnudos y eso es más
peligroso".
Él le sonríe y le come las tetas que tiene delante de su nariz. Cuando se
las saca de la boca y la sigue follando aunque con menos ímpetu, le
dice:
- "A mí el que me da pena es tu marido, tiene unos cuernos enormes con el
pendón de mujer que tiene y que se folla a todo el mundo, porque tú te
has follado a Santiago, ¿no?".
Ella se pone seria y le dice:
- "Mi marido es un tema del que hablo lo imprescindible, nos llevamos muy
bien y acepta mis devaneos siempre que se los cuente, aunque me da
mucho coraje. Lo de Santiago es secreto, no te voy a contar cuantas
veces nos hemos acostado y dónde, que a lo mejor el almacén ya está
estrenado, jajajajaja".
Se pasan a la cama de nuevo y terminan la faena en poco tiempo. Han pasado
tres horas y a ella le entra la prisa, se ducha sola y rápido, se viste
y después de un largo beso, se va para su casa, para nuestra casa.
Cuando llega, tenemos la conversación de arriba.
Cuando supe lo de las fotografías, le dije que se las pidiera a su
compañero y solo me dio unas pocas. Las más interesantes, las que salen
follando, no me las quiso dar, creo que por decisión de ella.
Y con respecto al almacén, me dijo que lo utilizó muy poco, cuatro o cinco
veces para un sobeteo rápido y tres para un folleteo ligero, lo que no
sé es con quién lo hizo.
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