Dedicado a Manuel y Coral para que se animen a cumplir su fantasía.
Hola, me llamo Manuel, tengo 27 años, soy un tipo normal, buena gente,
con un trabajo estable, me gusta cuidarme e ir al gym y digamos tengo
una vida ordenada. Aún vivo en casa de mis
padres, pero espero que pronto podamos mi novia y yo vivir juntos.
Estamos muy enamorados, ella es preciosa, morenita con media melena y
pelo liso, delgadita pero con curvas, unos pechitos deliciosos con unos
pezones muy sensibles y un culito de infarto.
Su boca es divina y sus labios son un sueño.
La amo con toda mi alma, pero muchas veces cuando estamos follando,
siento que necesita más, y desde hace meses me ronda la cabeza y
fantaseo con que me gustaría que otro tío se la follara.
Cada vez que follamos, la idea se me retuerce en la cabeza y cada vez
la fantasía va a mayores y la imagino con algún tío cerdo mayor que la
seduce y la usa delante de mí y la hace gozar
como yo nunca podré.
Poco a poco, en nuestras folladas, empecé a sugerirle sutilmente que me
gustaría verla gozar aún más, que deseaba ver cómo se quedaba agotada
follando, e incluso llegué a decirle que
imaginara cómo sería follar con otro tío más dotado y con más aguante
que yo. Un tío follador y golfo que le diera mucha caña. Notaba cómo
ella se ponía aún más caliente, y la putada es que
yo al notarlo me corría antes de tiempo, notando cómo a pesar de sus
palabras de calma, se quedaba con muchas ganas de seguir.
Yo cada vez estaba más obsesionado con ello. Poco a poco ella entró
también, siguiéndome la fantasía. El problema era que yo cada vez me
corría antes y me tocaba comerle el coño mientras
ella se pajeaba para poder dejarla satisfecha, o casi, ya que a pesar
de sus palabras, notaba que quería más.
Llegó la época de vacaciones. Yo estaba deseando poder dormir todas la
noches con ella y que pudiéramos follar a diario.
Habíamos cogido una casita tipo bungalow en un camping en El Palmar,
Cádiz. Nos habían hablado muy bien de esa zona y de lo maravilloso de
sus playas, incluso había zona nudista. Nosotros
nunca habíamos hecho nudismo, pero solo el morbo de pensar que otros
tíos la podían mirar si la convencía, me ponía súper cachondo.
Llegamos a mediodía del lunes, metimos el coche para descargar y
colocamos todo en el bungalow. Teníamos ganas de ver la playa, así que
nos pusimos los bañadores. Yo uno tipo bóxer surfero
y mi chica estrenó un bikini blanco súper pequeño con lacitos en los
laterales y pequeños triángulos cubriendo sus divinas tetas. Se lo
colocó bien para que no se viera ningún pelito de su
arreglado y recortado coñito. Me gustaba el pelito corto de su divino
coño, me gustaba correrme en él.
Nada más salir, fui a quitar el coche y llevarlo a la zona de parking,
pero otro coche me lo impedía, era un taxi de Madrid. Traté de buscar
con la mirada al dueño, pero al no verlo pité.
Mi chica estaba al lado del taxi, mirando si tal vez la puerta estaba
abierta, cuando del bungalow pegado al nuestro salió un tipo de unos
cincuenta y tantos años, haciendo gestos con las
llaves y diciendo:
- Ya vaaa, ya vaaa, tranquilo vecinito.
El tío era grandón, con bastante barriga, llevaba un short corto amplio
y una camisa hawaiana abierta enseñando el pecho y la panza.
Al acercarse a la puerta de su taxi y ver a mi novia, el cabrón la
recorrió a gusto con la mirada y con mucho descaro mirándola fijamente
a las tetinas se mordió el labio y le guiñó un ojo.
Mi novia se quedó perpleja por el descaro y me miró ruborizada. Yo le
hice un gesto para que no le hiciera caso y quitamos los coches.
Ella se fue hacia la puerta del camping y yo volví al bungalow a dejar
las llaves del coche y a cerrar la puerta. Según estaba en ello, el
taxista salió del suyo y, dándome una palmada, en
la espalda con todo el morro del mundo me soltó:
- Vaya bomboncito rico que tienes macho, y encima te la vas a estar
quilando aquí al lado, que se oye todo. Me vais a dar las vacaciones
mártir, jajaja.
No supe qué decirle, solo sonreí y añadí de sobrado:
- No hombre, tranquilo, sabiendo que lo vas a pasar mal, me la follaré
despacio.
A lo que el cabrón añadió:
- Así os pasa a los jóvenes de ahora, que folláis despacio y al final
acabamos los puretas dándoles lo suyo. Por cierto, me llamo Pablo.
Ofreciéndome la mano, se la estreché diciéndole mi nombre, y de nuevo
sonriendo con cara de bobo por sus directas palabras. Tenía las manos
grandes, rudas, me apretó fuerte, era un tío
seguro de sí mismo. Con un 'encantado' se volvió para su bungalow.
Me quedé algo aturdido, su actitud y sus palabras retumbaban en mi
cabeza e, inconscientemente, no sé por qué, en mi polla. Ya me estaba
imaginando follando con mi chica y el cerdo
pajeándose oyéndonos.
Corrí hasta mi novia, y de la mano bajamos a la playa. Ella me dijo:
- Vaya cerdete el taxista, me ha mirado que me violaba el guarro, y
encima se muerde el labio en plan sexy. Me ha dado un ascazo...
No quise añadir leña al fuego y traté de quitar hierro:
- Nooo mujer, es normal, estás muy buena y un tío así de gañan, al ver
un bomboncito como tú, normal que se revolucione.
Mi novia sonrió y asintiendo con la cabeza me dijo:
- Lo dices porque tú estabas en el coche y no lo has visto, pero según
me miraba se ha tocado sus partes y debía ir sin calzoncillos, porque
se ha agarrado una cosa bastante gorda.
Me quedé de piedra. El cabrón había ido a muerte, pero sobre todo cómo
mi novia se había fijado en qué se cogía, y si era o no grande, y si
tenía o no calzoncillos.
No atiné a decir nada, pero un escalofrió recorrió mi espalda, llegando
a mi polla, que se puso dura en un segundo.
¿Qué me estaba pasando? Una lucha interna en mi mente peleaba por dar
rienda suelta a mis fantasías, pero por otra parte pensaba, joder, ¿con
un cerdo así?
Traté de liberarme de mis pensamientos y paseamos por la playa a ver
dónde nos poníamos.
Llegamos a la zona nudista y tiramos las tollas, había mucha gente
desnuda y otras que no, así que no desentonamos.
Al ver a todas las chicas en topless no me resultó difícil convencer a
mi chica que ella también se pusiera.
Nos relajamos comiendo algo y bebiendo unas cervecitas. No solemos
beber habitualmente, así que el alcohol nos pone juguetones.
Nos calentamos bien dándonos cremita, primero ella a mí y luego yo a
ella. Al terminar, mi empalme era notable, así que fui a darme un baño.
El agua estaba muy retirada, ya que había marea
baja.
Me metí un buen rato para bajar el empalme y el calor. Al rato de estar
disfrutando del baño, miré hacia donde estábamos situados.
Para mi sorpresa, nuestro vecino estaba de pie frente a mi novia
hablando con ella, con los brazos en jarras. Ella estaba tumbada
apoyada en sus codos y con la mano en la frente para que el
sol no le diera en los ojos. Me mosqueé un poco y decidí salir del agua
y ver qué se contaba.
Según fui avanzando, me paré en seco. En la distancia, el taxista metía
su pierna entre las piernas de mi novia y a la altura de los gemelos,
la movía de un lado a otro para que ella
abriera las piernas. Mi novia se dejaba hacer y se espatarraba delante
de él.
Me hice el disimulado, la historia me estaba poniendo muy caliente. Ver
a ese gorila viejo delante de mí delicada novia en esa postura me había
puesto a mil. El taxista avanzó un poco más e
interpuso sus dos pies a la altura de las rodillas de mi chica y seguía
hablándole. Fuera lo que fuera que le dijera, a ella le gustaba, si no
ya le habría mandado a tomar por culo.
De repente el tío se agachó un poco y vi cómo la cogía de los pezones,
se los tocaba suave. Decidí avanzar, me sentía mal. Cuando ya estaba a
medio camino, él le dio un apretón fuerte que
le hizo dar un respingo en busca de sus manos, y con paso ligero se fue
hacia el chiringuito que había en la zona de atrás de la playa.
Mi novia estaba roja como un tomate, me miró con mucha vergüenza, ya
que sabía que había visto todo. Se fijó en mi empalme poniendo gesto
raro.
Con tranquilidad, me senté a su lado y, serena y disimuladamente, le
dije:
- ¿Qué ha pasado? ¿Qué quería el vecino? Se ha quedado flipando
contigo.
Ella, con sorpresa, me miró:
- ¿Que qué ha pasado? Si lo has visto todo... Pero vamos, que te lo
cuento:
Según ibas para el agua, ha pasado como disimulando, pero creo que nos
estaba buscando. Me ha mirado, se ha acercado y me ha dicho: "ahhh, oye
bomboncito, perdona por lo de antes... lo de
mirarte así con cara de guarro, pero es que con la cantidad de tías
buenas que hay aquí siempre, nunca había visto una nena tan rica como
tú, y como sospechaba, mira ¿ves? Las tetitas más
ricas de toda la playa", señalándome el cerdo las tetas y, le he dicho:
Creo que se está usted pasando, y haga el favor de irse o llamo a mi
novio y le montamos un pollo por guarro.
Pero, lejos de darse por aludido, me responde: "¿Tu novio? pero si lo
está viendo todo desde el agua, es más, cuando ha ido a dejar las
llaves del coche le he dicho de manera sutil que me
encantaría follarte bien follada y darte bien de rabo, que te he notado
falta, y el cabrón se ha empalmado, que se lo he notado. Es más, bien
que te has fijado cuando me he agarrado esto.
Y se ha sacado la polla por encima del short. Y ha seguido:
Que sepas que él quiere que te folle, y estoy seguro que tú también ya.
Y me ha separado las piernas y amor, cuando me ha dicho que tú se lo
habías dicho, he pensado que lo habías pactado
con él y al verte pararte según te acercabas, me he dejado llevar, y
claro, mira cómo tengo la braguita, empapada. Y cuando me ha cogido los
pezones, solo tocándomelos y mirándote a ti, me
he corrido justo cuando me ha pellizcado.
Un calor insoportable me desbordaba, el hijo de puta me había calado
bien. Pero mi novia... ¿correrse solo con un tirón de pezones?
La situación me desbordaba. Lo que tanto había fantaseado estaba
cumpliéndose, pero no sabía cómo acabaría, me acojonaba un poco todo,
aunque el morbo era el ganador.
- ¿Entonces qué, te la ha enseñado? ¿te gustaría seguir el juego? No
sé, hacemos lo que tú quieras. Para mí es una fantasía compartirte con
otro y que goces el máximo, y la verdad, aunque
el tío no es lo que yo tenía en mente, si a ti te vale...
Atiné a decir como si yo manejara la situación. Ella fue sincera y
sensata:
- No sé, Manu, estas cosas me dan miedo, me da miedo que se rompa
nuestra relación por algo así. Yo te amo y te seré fiel hasta la
muerte. Por otra parte, si es una fantasía tuya verme con
otro tío, si te soy sincera, prefiero un tío con experiencia y que no
busque nada más que sexo, que al fin y al cabo es lo que tú quieres,
verme gozar mucho sexualmente. Yo lo que tú me
digas hacemos.
Lo que tanto había soñado, aquí lo tenía, pero ella tenía razón, no
podíamos poner en peligro nuestro amor, así que yo tenía que estar a la
altura.
- Tranquila mi vida, tú goza, y libérate. Yo estoy contigo y esto se
queda aquí entre tú y yo, sin reproches ni mierdas.
Mi novia me besó apasionadamente, y nos dijimos "te quiero".
Volví a la realidad del momento:
- ¿Qué te ha dicho? ¿Ha quedado en algo o seguimos a nuestro rollo y ya
veremos?
Mi chica, mirando hacia el chiringuito en busca del taxista, me dijo:
- Me ha dicho que iba a por unos mojitos y que venía ahora, que seguro
que teníamos que hablar de lo sucedido y que según viera él al traer lo
mojitos hacía.
De nuevo me sorprendía la actitud del tío. Este sabía lo que hacía y
nos había calado al segundo de vernos.
Apareció con una nevera diciendo que pasaba de dar de comer a esos
cabrones careros y sacó vasos, hielo, ron y limón exprimido y azúcar.
Preparó unos mojitos bien cargados y dándonos uno a
cada uno tomamos un poco.
Se sentó al lado de mi novia quedando ella en medio, y subiendo las
copas brindamos. Nada más dar un primer buen trago, Pablo dijo:
- Veo que habéis hablado y noto que nos lo vamos a pasar muy bien,
sobre todo tú bomboncito. Tú, amiguete, mira y fíjate bien a ver si
aprendes algo, que por lo menos te sirva para tener
atendida a tu novia y que sepas tratarla en la cama, porque no sé si
sabes que estas mosquitas muertas luego son las más putas.
La expresión ruborizó a mi novia, que se sintió molesta y a mí me dio
un subidón. El mamón metió su pierna entre las de mi novia y, tirando
hacia él, la obligó a espatarrarse de nuevo.
Cogió el bañador por la parte delantera, metiendo sus dedazos y me
dijo:
- ¿Te ha enseñado cómo lo tiene empapado de correrse? Y eso que solo le
he dado un tirón en los pezones, aunque yo creo que lo que más le ha
puesto ha sido ver el rabo que le voy a meter
por todos lados, ¿verdad bomboncito?
Miré a mi novia, estaba con los ojos cerrados. Los toqueteos de Pablo
por encima de la tela y el efecto del ron la habían encendido. Él rio:
- ¿Ves lo que he dicho? Las más putas.
Y dándome la copa en la mano para que la sujetara, se giró sobre mi
preciosa e indefensa novia y le dio un beso obsceno en la boca sacando
la lengua y lamiéndole los labios.
Metió sus dedos en el bañador y, agitándola en una paja violenta que la
movía entrera, mi chica se corrió de nuevo dando temblores y espasmos
en medio de la playa, y diciendo siii
ahogadamente en la boca de Pablo.
Ella se tumbó con los ojos cerrados. Él, sonriendo de nuevo, me dijo:
- ¿Ves? Tú no la has hecho correrse así de fuerte y rápido en tu vida.
El hijo de puta tenía razón, ya no había vuelta atrás, ella era suya y
yo quería ver hasta dónde la llevaba.
Pablo se levantó. El bulto sobre el pantalón daba miedo. Yo quería ver
el rabo que le iba a meter a mi chica. Me lo debió ver en la cara.
- Bomboncito, ven, vamos al agua, que te voy a follar un poco para ir
preparándote para esta noche.
Y sacando por un lado el pollón, me quedé acojonado viéndosela. Mediría
fácil 20 o 21 cm, pero lo peor es que era muy gorda, como un vaso de
tubo. Mi polla a su lado era un pirulí.
Dio la mano a mi novia para ayudarla a levantarla, y de la mano se
fueron al agua. Mi chica se giró:
- Ven, corre, y así vemos la puesta de sol en el agua los tres.
No lo dudé y me fui con ellos. Entramos jugando los tres, echándonos
agua y disfrutando del baño. Mi novia se me subió encima rodeándome con
la piernas.
- Estás todo el rato empalmado, amor, ¿quieres follarme un poquito
ahora?
Estamos besándonos. Yo estaba como loco con el calentón, metiéndole
mano y restregándole la polla.
Pablo se acercó por detrás de ella y mi novia dio un respingo:
- ¿Qué te pasa, zorrita? ¿Nunca te han metido un dedito en el culito?
Lo tienes muy prieto.
Efectivamente, nunca había jugado con su ano, ella siempre rechazó las
caricias en esa zona, y por supuesto nunca le metí nada ahí.
Mientras yo le comía la boca, él, pegado atrás, le mordisqueaba el
cuello y la orejas. Yo la tenía encima de mí sujetándola por las nalgas
y Pablo le metía mano por todos los sitios.
Mientras, le susurraba al oído:
- Me gustan los culitos vírgenes y prietos, verás que buenas corridas
vas a tener cuando te lo folle bien. Y esta noche cuando vaya a vuestro
bungalow a follarte, esos pelos que tienes en
el coñito y el culito te los afeitas o no voy a follarte, porque
quieres que vaya ¿verdad?
Mi chica de nuevo en éxtasis, con los ojos cerrados, despegó su boca de
la mía y dijo un tímido "siii".
Él, insatisfecho, insistió:
- Solo un siii, eso no me vale, quiero que tu novio escuche claro qué
quieres y qué vas a ser para mí.
Mi novia, con los ojos rojos de deseo ante el roce con mi polla y las
manos del taxista hurgando por todos los lados, dijo:
- Quiero que me hagas muy puta y me folles hasta que no pueda más.
- Y voy a hacer de ti lo que quiera delante del cornudo de tu novio, y
tú solo vas a dejarte hacerte hacer como buena zorrita, ¿verdad?
- Sí, vas a hacerme lo que quieras y solo voy a gozar para que lo vea
Manu.
Y agarrándola de las axilas, me la quitó de encima poniéndosela él.
Ella le abrazó con piernas y brazos mientras le daba un morreo. Pablo
metió las manos debajo para hacer a un lado los
bañadores, y apartando la boca de mi novia, dijo:
- Mira bien su cara, cornudito, porque hoy le van a meter una polla de
verdad a tu novia.
Y con un gesto, abrazó a mi chica fuerte, que puso cara de asombro y
miedo al notar cómo entraba semejante rabo por el coño.
Con fuerza, se la clavó entera. Mi novia se mordía el labio y
gesticulaba con la cabeza. Él dio un tirón fuerte hacia abajo:
- Ya no le entra más a tu zorra, casi se la clava entera.
Empezó a bombear muy despacio, haciéndola sentir el enorme pepino bien
clavado. Solo atiné a decir a mi novia:
- ¿Estás, bien cariño?
Ella, con cara desencajada y aguantando la lentas pero profundas
clavadas de Pablo, contestó entrecortada:
- Mi amor, me llena, me roza todo, me corro.
Y con los ojos en blanco, mi novia se volvía a correr buscando la boca
del taxista con desesperación.
- ¿Has visto, Manolito? Ya se ha corrido tres veces en un rato, y aún
ni he empezado con ella. Cómo sabía que esta putita necesitaba macho.
Mi novia seguía abrazada a él, quería más, estaba claro por cómo me
miraba, desencajada de gusto y rendida al macho.
Él tiró de los laterales del bañador de mi chica y me lo dio, dejándola
sin nada. Con sus manazas empezó a abrirle los cachetes del culo y a
jugar con sus dedazos con el ano.
Marcando él en todo momento el ritmo, empezó a darle más fuerte,
sacando y metiendo el pollón entero. Mi novia volvía a buscarle la
boca, pero él paró las embestidas y, metiéndole un dedo
en el culo, le dijo:
- Sabes que te voy a follar tu culo de zorrita virgen, ¿lo sabes,
verdad? Y que te va doler mucho, pero morderás fuerte la almohada para
no gritar. ¿A que sí, putita? Y lo estás deseando,
estás deseando que te reviente por todos tus agujeros y que el cornudo
de tu novio vea lo puta que eres, ¿verdad?
Mi novia, ante sus palabras, tomó las riendas de la cabalgada. A cada
frase de él, ella se estremecía más cada vez y aceleraba el ritmo. De
repente, él agarrándola muy fuerte, paró la
follada con el rabo clavado y le dijo:
- O me dices que sí a todo o se acabó el polvo. ¿Lo entiendes, puta?
Mi chica le asestó un morreo con ansia, levantó la cara, y me miró
fijamente diciendo:
- Fóllame lo que quieras, y reviéntame como quieras delante de Manu,
pero por favor, no pares de follarme nuncaaaaa.
Él, con furia, empezó a darle con todo, y de nuevo mi novia se derretía en
sus brazos, corriéndose por cuarta vez, temblando, con escalofríos.
Acariciándola como si fuera una niña, la desclavó del palo y mirándome
con chulería dijo:
- Ya has visto, amigo Manu, tengo vía libre para hacer de tu novia lo
que me salga de los huevos, y tú lo vas a ver en primer plano.
Salió un pelín hacia la orilla con mi chica de la mano. Yo iba detrás.
Cuando el agua le llegaba a medio muslo, paró. Seguía con la polla
durísima. Mi chica también se extrañó, pensó que el
taxista se había corrido, pero con el agua ella creyó no darse cuenta.
Se puso de espaldas a la arena y me indicó que me pusiera a su lado. Yo
también estaba empalmadísimo.
Con un gesto, mi chica se puso de rodillas:
- A ver cómo comes polla, bomboncito. Cuidado con los dientes y abre
bien la boquita, quiero que la tragues hasta donde te quepa. Tú,
cornudín, pajéate, quiero ver cómo escupe leche ese
pitito.
Mi chica se puso a la faena. Él le manejaba la cabeza y la boca. Yo me
pajeaba despacio, disfrutando del espectáculo.
En un momento dado, la apartó de su polla y con un gesto le dijo que me
la comiera a mí.
Él se empezó a pajear, pellizcándole los pezones bastante fuerte. En
uno de sus gemidos dolorosos, me corrí en la boca de mi chica. Nunca lo
había hecho. Ella, al notarlo, se echó para
atrás con una arcada y mis últimas gotas cayeron al agua.
Giró de nuevo a mi novia hacia él, que seguía pajeando el monstruo, y
agarrándola de la barbilla le dijo:
- Como una sola gota mía caiga al agua, se te acabó la fiesta, ¿lo
tienes claro?
Mi novia no dijo nada, solo abrió la boca y sacó la lengua tratando de
chupársela mientras él la agarraba del pelo y gemía:
- Ya la tienes, tómala toda, zorra, toma leche de macho.
Y gritando empezó a escupir semen, que mi novia tragaba con dificultad.
Por instinto, puso sus manos en forma de cazo alrededor de su barbilla
para que no cayera nada mientras tragaba. El
hijo de puta parecía una fuente.
Cuando terminó, bastante cantidad había caído en las manos de mi novia,
que seguía tragando la viscosa leche de Pablo.
Él la besó en la frente y dijo:
- Toda es toda.
Y mi chica lamió sus manos y engulló lo que en ellas había caído.
La ayudó a levantarse y mirándome me dijo:
- Buenos chicos, ¿nos vamos para el camping o qué? Que ya es casi de
noche.
Efectivamente, eran las 21h de la noche. Habíamos dado un espectáculo
en la playa, pero la gente no parecía habernos prestado demasiada
atención, es más, creo que motivamos a más de dos
parejas, que se les veía en el agua abrazados, evidentemente follado
también.
Salimos del agua y Pablo nos dijo:
- Yo voy tirando para allá, que reservé una cosa en el restaurante. En
una hora u hora y media nos vemos. Duchaos y haz lo que te dicho.
Venga, hasta luego.
Recogimos las cosas. Estábamos algo abrumados por todo y mi novia,
además, estaba fundida. En su vida la habían follado así ni nunca se
había corrido tantas veces seguidas.
Caminado hacia el camping, cogidos de la mano, le pregunté:
- ¿Todo bien, mi amor? ¿Seguimos con el rollo o corto?
Ella me sonrió:
- ¿Quieres cortar?, ¿estás seguro que no quieres ver cómo me follan aún
más?
Fue acabar la frase y mirarme el paquete. Otra vez me empalmaba.
- Es que me pone tanto amor verte gozar así que mira mi polla otra vez.
- Ya te veo, ya, mi vida, pero sabes que le he dicho que me voy a dejar
hacer todo lo quiera y esa polla es gigante, y que nunca nadie me ha
hecho nada en el culo. Me da pánico.
- Bueno, pues se lo digo y ya está, que te haga lo que quiera menos
eso.
- ¿Y si se mosquea y nos deja tirados?
- Hacemos una cosa: él que siga a su rollo, y si yo veo que te está
jodiendo de verdad, corto el rollo y punto.
- Vale, si tú ves que me hace demasiado daño, cortas el rollo y ya
está.
Ella se quedó más tranquila y a mí me dio algo más de confianza saber
que en cierto modo aún podía yo elegir algo en esto y ser protagonista,
aunque fuese secundario.
Llegamos al bungalow, dejamos los bártulos y pasamos a la ducha.
Nos duchamos juntos. Yo estaba a dos mil y ella seguía muy receptiva,
imagino expectante por el polvo que le iban a echar en un rato.
Me dio la cuchilla y la depilé por completo. Me encantó el tacto de su
sexo totalmente afeitado, y ver cómo abría su rosado y pequeño ano para
que no quedara ni un solo pelito. No pude
resistirme y le comí el culo. Nunca se lo había hecho. Ella se dejó
hacer:
- Joder, Manu, cómo me pone que me hagas eso, ¿por qué no me lo has
hecho antes?
- Cariño, pensé que no te gustaba.
Y seguí dándole lengua a su ano y su coñito por detrás. Me incorporé
para clavársela, no podía y más, pero Pablo aporreó la puerta.
- Ehh, Manolito, a ver si te vas a venir arriba y vas a hacerte ahora
el machote. No se te ocurra tocarla sin mi permiso, y tú, zorrita, que
no te toque que como me entere se te acabó el
rollo.
Ni siquiera hizo el ademán de entrar, oímos cómo abrió y cerró la
puerta de su bungalow.
Me cortó todo el rollo, pero seguía empalmado. Agarré a mi chica para
seguir, pero ella separándose de mí me dijo:
- Manu no, por favor, ya le has oído, a ver si se va a dar cuenta y se
nos jode la noche. Aguanta un poco.
Y se fue para el baño de nuevo. Me dejó pasmado, no supe qué decir. Mi
calentura ahora incluso más que antes por su actitud conmigo.
Me senté a ver la tele. Mi chica se estuvo alisando el pelo y
arreglándose. A 22:30h llamó a la puerta Pablo. Le abrí. Venía con unas
pizzas y dos botellas de lambrusco rosado. Me las dio
para meter al frigo, y puso las dos pizzas en la mesa.
- Bomboncito, ¿dónde estás? Ven para acá, que vamos a coger fuerza para
esta noche.
Mi novia salió del baño. Se había puesto una camiseta corta y un short
muy ajustado. Pablo se levantó, se puso delante de ella con cara de
cerdo salido y le estampó un morreo sucio y vulgar
en los carnosos labios de mi novia.
Le levantó los brazos y le sacó la camiseta. Bajó su manos y le quitó
el pantalón, dejándola en pelotas total. La miró como el que mira el
género que se va a comer hoy y, tocándola
vulgarmente el coñito y el culo, dijo:
- Muy bien, putita, muy bien, así me gusta.
Pablo se puso de rodillas y le dio la vuelta. Con poca delicadeza, le
abrió los cachetes del culo y empezó a chupar.
Mi novia se estremeció con su lengua y resopló, él notó el subidón
caliente de ella y, abriéndole los cachetes aún más, vi como metía su
gorda lengua dentro del pequeño y rosado ano de mi
amada. Mi chica se iba a correr otra vez y Pablo al notarlo paró su
juego.
- Venga zorra, que ya ibas a correrte solo comiéndote el culo, mira que
sois putas las nenitas pijas. Vamos a cenar algo.
Mi novia estaba ida, deseosa de correrse, su cara era un poema de sexo.
Yo, empalmadísimo, no sabía cómo poder tocarme.
Pablo se desnudó por completo, dejando al aire el pollón, y me indicó
que hiciera lo mismo.
Se sentó e indicó a mi novia que se sentara en su regazo, encima de su
pierna. Yo me puse enfrente de ellos.
Empezamos a comer, él no dejaba de sobarla y magrearla entre bocado y
bocado. Constantemente le llenaba la copa de vino. Acabamos de cenar,
nos habíamos bebido las dos botellas y nuestro
pedillo era evidente, sobre todo el de mi novia.
Él le estampó un morreo intenso. Con la mano me indicó que me pusiera a
un lado para poder mirar mejor.
Hizo a mi chica abrir sus piernas mientras estaba sentada en sus
muslos. Él metió uno de sus dedazos en el encharcado coño de mi novia,
sacándolo empapado, y mirándola a los ojos se lo dio
a chupar. La escena me provocaba más morbo que cualquier cosa que
hubiera visto nunca. Mi chica le agarró la mano y se recreó chupándole
el dedo, sacando incluso la lengua.
Volvió a repetir la jugada, esta vez con dos dedos, y ella los lamió
con ansia. Una vez bien ensalivados, le hizo avanzar un poco el culito
y metió el dedo corazón en el anito de mi chica,
se lo clavó entero, mi chica puso cara de disgusto pero se dejó hacer.
Sacó el dedo después de hurgar un rato y se lo llevó de nuevo a la
boca. Ella chupó el dedo como si de un manjar se
tratara:
- Muy bien, bomboncito, veo que has aprendido bien la lección. Vamos,
ponte de rodillas y pónmela a tope.
Mi novia se arrodilló sumisa ante Pablo. El pollón estaba morcillón,
pero hacia abajo. Mi chica fue a cogerlo para metérselo en la boca,
pero Pablo le dio un bofetón suave:
- Nooo putita, no. Las manitas apoyadas en tus piernas, mi polla solo
con tu boca.
Mi novia, como pudo, se agachó para meterse el rabazo en la boca.
Succionaba con fuerza y apretaba los labios para que no se le saliera.
La escena era dantesca. Mi dulce novia, una niña educada, fina,
guapísima, delicada, de rodillas mamando un pollón enorme y feo a un
tío de 52 años que podía ser su padre, gordo, feo y con
cara de hijo de puta redomado.
Poco a poco empezó a ponerse duro. Tan cerca como yo estaba, me parecía
imposible que ese rabo fuera de verdad.
Mi novia ponía todo de su parte, hasta que Pablo la paró.
- Aprendes rápido, putita, me vas a hacer correr.
La puso de pie. La levantó en vilo como si de una muñeca se tratara y
la tumbó boca arriba en la mesa. Se agachó y le empezó a da una comida
de coño y culo brutal, y estrujándole una teta
le gritó:
- Vamos, puta, grita, quiero que gimas y grites de gusto. Que todo el
camping de entere que te están follando como te mereces.
Y mi novia se liberó del todo:
- SIII, SIGUE POR FAVOR, SIGUE, ME VOY A CORRER MUY FUERTE, SIGUE, NO
PARES.
Y el hijo de puta, justo cuando mi novia fue a agarrarle la cabeza para
apretarle y correrse, quitó la cabeza de su coño y le dio un manotazo
en el culo que seguro sonó en todo el camping,
haciendo que se le cortara de golpe y que se la saltaran las lágrimas
del dolor. Yo me quedé estupefacto, no me espera una reacción así.
Pablo, guiñándome un ojo, le dijo:
- Tranquila zorrita, ha sido por tu bien, confía en mí.
Y tocándola levemente con el pulgar en el clítoris, mi novia dio un
respingo con una cara de gusto increíble:
- ¿Ves bomboncito? lo tienes a las puertas, pero es que ahora quiero
que lo tengas ahí porque viene el plato fuerte, y quiero que seas tú
dentro de un rato la que pida que te rompa viva a
gritos.
Pablo levantó las piernas de mi chica, que seguía tumbada boca arriba
en la mesa. Me ordenó que me pusiera detrás y se las sujetara.
Tiró un poco de ella para que su culo sobresaliera de la mesa, estaba
claro que se lo iba a taladrar. Mi novia nos miraba con carita de
cordero degollado. Pablo cogió aceite corporal del
baño. Se untó generosamente en el pollon y con los dedos empezó a
masajear el esfínter anal de mi novia. Sin prisa fue metiendo un dedo,
luego dos, seguía aceitando todo. Empezó un mete y
saca de los dedos profundo.
Mi chica, con cara de disgusto, pero mordiéndose el labio, aceptaba las
embestidas. En una clavada profunda de sus dedos apretando fuerte mi
novia gimió un "ayyyy", y él con la otra mano la
rozó fuerte en el clítoris a lo que ella dio un espasmo:
- Ayyyy ¿so puta? Como te dé otro dedazo en la pipa te corres por la
pata abajo con los dedos en el culo. Ya te dije, Manu, que estas son
las más putas.
Sacó los dedos y apuntó el misil al culito de mi novia. La verdad es
que me resultaba complicado que esa polla le entrara.
- Sujétale bien la piernas, que hoy va a ser mujer de verdad tu novia.
Pablo empezó a empujar, despacio, milímetro a milímetro. Mi novia
resoplaba, se mordía el labio y se agarraba a mis manos recibiendo el
mástil. A mitad de rabo, dijo:
- Ya está lo peor, bomboncito. Déjale las piernas y mira el
espectáculo.
Le solté las piernas y me puse a su lado. Quería ver en primer plano
eso metido dentro del virginal culo de mi amada y recatada novia.
Él, con el nabo medio dentro, la elevó un poco para empezar a besarla y
pellizcarle las tetitas. Mi chica gemía entre sollozo y gusto.
- ¿La sientes de dentro? ¿notas cómo mi polla llena tu culo? En un
ratito me vas a gritar que te lo folle fuerte, ya verás. Tú relájate y
deja que tu macho te haga sacar la puta que llevas
escondida dentro.
Con habilidad, escupió un montón de saliva en el coño de mi novia y con
sus dedos gordos empezó a masajear su clítoris intensamente. Mi novia
ya no sollozaba, solo respiraba cada vez más
entrecortado y empezó suavemente a decir:
- DIOS... DIOS... DIOS...
Pablo empezó a dar ritmo a su rabo a la vez que no dejaba de pajearla.
- ¿Ves zorra, ves? Vamos, pídemelo, pídemelo que se entere tu novio y
el camping qué quieres.
Y con desesperación mi chica empezó a gritar:
- TODA CABRÓN TODAAA, ROMPEMELO PERO CLAVAMELA TODA.
Y acelerando los pollazos como si de un animal se tratara, empezó a
clavársela hasta lo más profundo de las entrañas mientras mi novia
gritaba:
- JODERR, OTRA VEZ ME CORRO, OTRA VEZ... DAME MÁS FUERTE... POR FAVOR,
ME VIENEN SEGUIDOSSSS...
No aguanté más, y con dos golpes me corrí como nunca, disparando leche
por todos lados, mirando a mi novia reventada por el culo por un viejo
cerdo.
Mi chica seguía aguantando los embistes de Pablo, con los ojos
cerrados, ida de tanto gusto. Él, dando dos golpes muy fuertes y
metiéndosela de nuevo con violencia extrema hasta el mango,
gritó:
- TOMA MI LECHE PUTA, SIENTE CÓMO TE LLENO.
Mi novia sintió la clavada hasta el alma y, al notar los calientes
chorros del cerdo dentro, no pudo aguantar y gritó:
- JODER MANU, ME CORRO OTRA VEZ, ME ESTÁ LLENANDO POR DENTRO DE LECHE
CALIENTE, ME CORROOOO.
Al acabar, él se quedó apoyado encima de ella con la polla aún dentro.
- ¿Has visto bomboncito cómo me lo ibas a pedir tú? Y ahora, sé buena y
sigue siendo obediente.
Y dándole un pico, Pablo sacó y se agarró la polla, que aún seguía
morcillona, llena de restos de semen, aceite y etc. Se fue hacia la
cara de mi novia y se la acercó a la boca:
- Veamos si de verdad eres un zorra, bomboncito.
La escena era digna de la mejor película porno jamás soñada. Nunca
pensé ver ese grado de sumisión en mi novia, que abriendo la boca se
tragó el pollón con ansia, pasándole bien la lengua y
dejándosela bien limpia.
Tras dejársela reluciente, la puso de pie, le dio un beso en la frente
y dijo:
- Muy bien, bomboncito, ya está bien por hoy. Y tú, Manu, ya sabes lo
que tienes en casa. Cuídalo.
Cogió su ropa y se fue hacia su bungalow. Mi chica y yo nos abrazamos.
- ¿Bien, cariño? ¿Te ha gustado?
- Espectacular, mi amor, no sé cómo he podido hacer lo que he hecho,
pero estoy destrozada y muerta de todas la veces que me he corrido,
además el culito me arde.
Se giró y se abrió las cachitas del culo. La visión de su ano dilatado
y emanando semen hicieron que me empalmara. Ella me miro y sonrió. Se
tumbó en la mesa boca abajo y, abriéndose el
culo, me dijo:
- Vamos amor, fóllamelo tú también, soy tu novia.
Se la metí entera. Aún había holgura, pero notar que con cada metida
entraba y salía semen del cerdo de Pablo me ponía a mil. Tardé poco en
correrme, me dio un gusto increíble.
Mi novia se dio la vuelta, nos fundimos en un beso profundo y nos
dijimos te quiero. Nos duchamos juntos y caímos rendidos en la cama.
Coral se quedó dormida inmediatamente, estaba rota, yo tardé algo más.
Todo lo ocurrido ese día me daba vueltas y vueltas en la cabeza, me
gustaba la sensación de haberla visto gozar tanto,
pero a la vez me daba miedo despertar en ella ese deseo y que luego no
lo pudiese controlar. Con Pablo, más o menos, lo tenía claro, ya que a
pesar de ser un crack con ella en la cama y
tener esa polla, es alguien en el que ella nunca se fijaría para otra
cosa que no fuese sexo conmigo, pero... ¿y si hubiera sido otro tío? ¿y
si se despierta en ella un hambre sexual que no
pueda controlar? No sé, imagino que son dudas que a todos nos surgen
llegados estos casos.
A las 10 de la mañana Coral me despertó. Había preparado el desayuno.
Iba vestida solo con una camiseta mía de tirantes blanca. Sus rosados
pezones se trasparentaban y por el borde la
camiseta, cuando se movía, le veía su culito y casi su precioso coñito.
La abracé y la besé con pasión. Su visión me había empalmado.
- Uhmmmm, Manuuu, ¿cómo te levantas ya? ¿cómo tienes la pollita?
Me agarró fuerte la polla con la mano. "¿La pollita?". Será cabrona,
pensé. Claro, como había tenido pollón, yo ahora era pollita. El juego
de palabras me hizo recordar cómo le habían
dejado el culo anoche y me puse más cachondo aún.
La subí a la encimera de la cocina remangándole la camiseta y me
arrodillé a comerle el coñito. Coral me agarró fuerte la cabeza:
- Ufff nene, lo tengo muy sensible, creo que me voy a correr.
Efectivamente, estaba empapada nada más empezar a lamérselo. Aumenté el
ritmo y justo cuando más me estaba empleando, llamaron a la puerta con
dos golpes fuertes.
- Chiquitos, buenos días, abrid que os traigo el desayuno.
Me quedo todo cortado, y Coral roja como un tomate, a punto de correrse
también. La miré como diciendo "¿Qué hago?" Y ella, con otro gesto, me
indicó que abriera con una sonrisa pícara, que
de primeras no entendí.
Abrí la puerta y Pablo entró. Al ver a mi novia espatarrada con las
piernas abiertas, exclamó:
- Ya te decía, Manu, que esta chica es muy puta. Ya estabais liados sin
mí.
Entonces entendí la sonrisa de mi chica. La muy zorra quería provocar
al cerdo de Pablo, que se fue hacia ella y le estampó un morreo baboso
en los carnosos labios de ella. Mientras la
morreaba, le metió uno de sus dedazos en el coñito y, escarbando
dentro, la hizo correrse, resoplando y casi asfixiándose con la boca de
él pegada a la suya.
El hijo de puta recogía los frutos que yo había sembrado. Agarrándola
del cuello, la puso de rodillas mirándola a los ojos:
- Vamos putita, ya sabes lo que tienes que hacer.
Coral se arrodilló delante de él, mirándolo con cara de zorra, y
abriendo la boca con las manitas atrás engulló el rabo.
Él manejaba su cabeza, haciendo que ella hasta se atragantara, y movía
su polla para que se la chupara por todos los sitios. El muy cerdo puso
su pierna encima de la silla, y metiendo su
cabeza en su culo le ordenó:
- Lame bien, zorra, hoy vas a aprender de verdad lo que es gozar hasta
desmayarte, pero tienes que ser muy obediente y dejar que esa putita
que tienes dentro sea libre para mí.
Yo estaba flipando de nuevo. Mi preciosa, pija y recatada novia estaba
dándole lengua en el culo a un viejo barrigudo y asqueroso, y lo peor
de todo era que ya ni siquiera me miraba a mí,
estaba totalmente entregada al deseo de ese tío.
Con la polla ya durísima, la levantó en brazos y la sentó en la
encimera. La agarró de los pezones, pellizcando sus preciosas tetitas,
y apuntando el misil a la entrada de su coñito, le
dijo:
- Cómo me pones de caliente, bomboncito, tócate tu botoncito, te quiero
bien zorra. Manu, ven aquí, quiero que veas de cerca cómo parto a la
putita que tienes de novia, y pajéate, que
quiero que ella vea lo cornudo que eres y cómo te gusta que la reviente
a pollazos.
Me pegué a mi chica para no perder detalle y empecé a pajearme.
Pablo apuntó con su mano al estrecho coño de mi novia, que no paraba de
destilar caldito caliente. Metió la enorme cabezota del pollon y jugaba
con ella en la entrada.
- ¿La quieres dentro, putita? ¿quieres que te la meta toda?
Coral, desencajada, tocándose fuerte su clítoris, dijo:
- Sí, por favor, Pablo, métela, por favor, por favor.
- Te la meto si me prometes que hoy harás todo lo que yo quiera sin
rechistar, sea lo que sea, y que solo te preocuparás de satisfacer mis
deseos y de correrte todo lo que tu cuerpo
aguante. ¿Lo prometes? Di ¿lo prometes?
El cabrón hizo ademán de ir a sacársela al ella tardar en contestar,
pero ella, echándole mano al palo, me miró a mí con ojos de pena y le
dijo:
- Te lo prometo, sí, te lo prometo, pero fóllame por favor, métemela
ya.
El hijo de puta me miró sonriendo y haciéndome un gesto como diciendo
"es lo que hay, amiguete". Y de un golpe de cadera, le clavó todo el
pollón hasta donde pudo.
Coral dio un grito entre dolor y placer que oyeron en todo Cádiz, y a
la vez tembló con espasmos corriéndose nada más sentirse llena. Pablo
empezó a embestir como una bestia y a resoplar,
no iba a aguantar mucho.
Ella parecía una muñeca de trapo en manos del puto taxista, que la
meneaba como si nada dándole uno pollazos terribles. Mi chica
encadenaba corrida con corrida sin dejar de tocarse, hasta
que el cerdo la levantó en vilo y, de pie, clavándosela entera, bramó
como un toro, escupiendo su viscoso y amarillento semen en lo mas
profundo del coño de mi frágil novia.
Al desclavarla, ella no se sostuvo en pie y cayó de rodillas delante de
él. Estaba agotada del polvazo. Él se agarró la polla, pero ella no se
dio cuenta, estaba cabizbaja recuperándose.
Con la mano derecha, le dio un bofetón que la hizo reaccionar con cara
de miedo y susto. Yo también me alarmé, pero no me dio tiempo a
reaccionar.
- ¿Te corres unas cuantas veces y ya te crees que has acabado?
Yo no me enteraba, pero ella lo cogió rápido.
Se incorporó de rodillas, erguida, y se metió el pollón en la boca para
limpiarlo de flujo y leche.
Acariciándole el pelo y tocándole las mejillas con delicadeza, dijo:
- ¿Ves cómo sabes, putita? Así, muy bien, déjamela bien limpita y
levanta el culito, que vamos a dejar que tu noviecito se corra también.
Coral se incorporó dejándome la visión de su coñito súper irritado y
expulsando el corridón de Pablo, expuesto para mí.
La agarré de las caderas y la embestí con furia. No tardé ni dos
minutos en correrme dentro de mi novia, me dio un enorme placer esa
corrida.
Pablo, se subió el pantalón, abrazó a mi delicada y preciosa novia y le
asestó otro morreo cerdo.
- Me marcho fuera todo el día. Disfrutad de la playa o de lo que
queráis, pero acuérdate bomboncito lo que has prometido, y tú, Manu,
tranquilidad y a gozar del cuerpo. Deja descansar a tu
putita y que se recupere, que esta noche vais a flipar ella y tú.
Y dándole un pico y un fuerte azote en el culo, salió por la puerta.
Mi novia sin mirarme se fue al baño. Noté que esta vez algo había ido
distinto. Quise recomponerme y asimilar lo ocurrido sin agobiarla y sin
agobiarme.
Me senté a desayunar mientras Coral se duchaba. Cuando salió del baño
se sentó, ya con otra expresión, y diciendo:
- Buuff, qué hambre tengo.
Estaba claro que le daba palo tratar lo ocurrido, incluso noté algo de
vergüenza en su expresión. Me fui a la ducha y seguí cavilando. Si no
hablamos de lo ocurrido, mal asunto, pensé.
No quería agobiarla, así que cogimos los bártulos, algo de comer y nos
fuimos a la playa. Volvimos a la zona nudista. Pasamos casi todo el día
tranquilos, sin tratar el tema, disfrutando
del sol y el agua.
Al atardecer nos dimos un bañito más romántico. Jugueteando en el agua,
momento ideal pensé, para tratar lo vivido en la mañana.
- Cariño, ¿qué tal estás con los juegos estos con el taxista? Sabes que
si quieres que lo dejemos, lo corto y punto, que lo hacemos para
disfrutar los dos y que si te sientes mal lo
dejamos.
Coral me besó apasionada y con firmeza respondió:
- Lo que tú quieras, mi vida, de verdad. Yo me dejo llevar porque creo
que a ti te gusta verlo, pero que si no estás a gusto, ya está, le
decimos que no y fuera.
No notaba verdad en sus palabras, aunque sabía que si decía hasta aquí,
ella me apoyaría sin duda. Me gustó saber que ella decía que lo hacía
por mí, aunque los dos sabíamos que la que más
gozaba era ella. Aun así, quise profundizar más.
- Mi amor, es que no sé, ¿y si te hace daño o te hace algo que no te
guste y yo no sé reaccionar?
- Bueno, no sé... si me hace algo que no me guste o se pasa, creo que
yo se lo diría.
- Ya, mi vida, pero te he visto tan entregada...
- Y di la verdad, eso te ha puesto hipercachondo, verme así de
entregada a ese cerdo, ¿verdad?
Y agarrándome la polla se dio cuenta que estaba empalmadísimo con la
conversación.
- Si en el fondo estás deseando verme otra vez con él, ¿a que sí?
No pude negarlo:
- La verdad es que sí, nunca me había dado tanto gusto correrme ni
había echado tanto semen.
Y soltándome la polla y levantándose, dijo contundentemente:
- Pues vamos yendo para el camping, que quiero descansar un poco y
repasarme con la cuchilla, sabes que soy una niña de palabra y le he
prometido que seré obediente y no voy a faltar a mi
promesa.
Esas palabras se me clavaron en el alma, estaba que me estallaba la
polla del calentón, y quería ver ya qué iba a pasar esta noche.
Recogimos todo y nos fuimos para el camping entre besos,
risas y picardías.
Coral se metió a la ducha mientras yo preparaba algo de comer. Se
entretuvo repasándose su culito y coñito para tenerlo bien suave. Salió
de la ducha y se embadurnó bien de aceite corporal
de almendras para estar muy brillante e hidratada.
Picoteamos algo, y estuvimos jugando un poquito. A mí no se me bajaba
la polla del calentón, y ella, abriéndose de piernas, me decía:
- Mira cómo tengo el coñito, estoy todo el rato mojada.
Nos sentamos en el sofá a la espera del taxista. No decíamos nada, pero
estábamos impacientes y algo nerviosos.
A las 22.30h le oímos hablar entre risas y susurros:
- Jajaja, que no, cojones, tú calla y ni hables, ya verás que lo que
Pablo dice es verdad.
Coral y yo nos miramos con cara de asombro y acojone. ¿Qué coño era
esto? ¿con quién estaría el muy cabrón? Mi chica, que estaba en
pelotas, se puso rápido un pantaloncito corto y mi
camiseta de tirantes. Yo me puse el bañador a toda ostia.
Llamó a la puerta. Mi chica, algo acojonada, me hizo un gesto para que
abriera yo.
- Hola Manu, machote. ¿Habéis descansado bien? ¿me has cuidado al
bomboncito? Mira que hoy va a tener que ser una buena putita para mí.
Apretándome fuerte la mano, giró la cabeza hacia mi novia, que estaba
sentada en un pequeño sofá mirando con cara de niña asustada y forzando
una sonrisa.
- Cómo me pones con esa camiseta, ya te lo he dicho esta mañana, esas
peritas ricas y esos penzoncitos tan duritos me ponen el rabo a mil.
Al entrar fui a cerrar la puerta, pero poniendo la mano me dijo:
- Espera Manu, entra y siéntate. Y tú, putita, ven aquí.
Coral se levantó y fue hacia Pablo. Este la abrazó agarrándole el culo,
estampándole un morreo intenso, y separándola mirándola a los ojos le
dijo:
- Vas a ser buena y obediente, y vas a cumplir tu promesa, ¿verdad,
putita?
Coral miró hacia donde estaba yo levemente, y de sus labios se escapó
un leve "sí".
Pablo empezó a sobar y pellizcar los pezones de mi novia y le metía el
dedo en la boca para que ella se lo chupara.
- Así, nena, chúpalos bien. Tú, nene, ven a desnudarla.
Me levanté y quité mi camiseta a mi chica para después bajarle el short
y dejarla en pelotas. Me daba apuro que la puerta estuviera abierta. Si
había alguien o pasara alguien podría verlo
desde un lado de la entrada.
- Qué cosita más rica eres, nunca me había follado una perrita así de
joven y tan putita como tú.
Sus caricias y sus palabras estaban encendiendo a mi chica. El cabrón
empezó a dedearla y a sobarle la raja del culo, hurgándole también en
el ano.
- Ya estás empapada, zorrita, estás preparada para correrte como nunca
y obedecerme.
Coral había cerrado los ojos gozando las vastas caricias del cerdo del
taxista, y casi suspirado dijo un sí muy leve y sensual, que no
convenció a Pablo, que dándole un manotazo fuerte de
refilón en los pezones, la hizo gritar un aaayyyy diciéndole:
- Que se entere todo el mundo, cojones, siempre igual. ¿Vas a ser mi
puta delante de tu novio o no?
Coral tomó aire y gritó:
- Siii, voy a ser tu puta y voy a cumplir mi promesa delante de mi
novio.
- Muy bien putita, ponte de rodillas y mama.
Coral se arrodilló mientras él se bajaba el pantalón, saltando el
pollote a la altura de la frente de mi niña. No sé, pero me pareció más
gorda y grande esta vez y ya estaba durísima.
Mi delicada novia empezó a lamerle la polla pasando su lengua por todos
los lados y tratando de tragarla lo más hondo posible, desencajando la
boca. Pablo, cogiéndola de la barbilla para
que le mirara a la cara, le guiñó un ojo y dijo:
- Hamid, pasa para dentro y cierra la puerta, que mi nena ya está con
ganas de pollas gordas.
Miré hacia la puerta y con parsimonia y chulería, un chaval jovencito
de unos 18 o 19 años, con un pantalón y una camiseta del barsa y una
gorra en la cabeza dada la vuelta, entró mirando
con chulería y sonriendo. El niñato se tocaba con descaro la polla por
encima del pantalón, y se mordía el labio mirando a mi novia.
Miré hacia Coral, tratando de que ella me insinuara algo con su mirada
o buscando un atisbo de disgusto, pero no lo encontré. Estaba
impasible, de rodillas con sus manos en los talones de
sus preciosos pies, mientras chupaba el palo duro del taxista mirando
hacia el nuevo invitado. Ni siquiera me buscó con la mirada.
- Qué pensabas, que te estaba vacilando ¿no? (Dijo Pablo al chico.)
Y mirándome a mí en modo presentación soltó:
- Manu, este es Hamid, un camello de aquí al que le compro de vez en
cuando hachís para fumarme unos petardos. Le he dicho que si sabía
quién me conseguía unas viagras, que quería reventar
a pollazos a una zorrita jovencita delante de su noviete y no se lo
creía. El pringao se ha apostado que si era verdad no me cobraba el
costo ni las viagras, y acaba de palmar la apuesta.
El niñato me dio la mano, y con descaro se acercó hacia mi novia para
mirarla bien.
El puto taxista así venía con la polla como el acero, se había tomado
una viagra el muy cabrón. Pablo ejerció de jefe haciéndole un gesto al
chico:
- Tócala, cojones, que no muerde. Esta nenita es mía, me lo ha
prometido.
Coral seguía mamando recreándose con la lengua y poniéndole cara de
golfa al camello.
El morito se agachó detrás de mi chica. Le sobaba las tetas con poca
delicadeza, como si fuera género. Pasó sus dedos y manos por todos los
rincones de mi novia. Se entretuvo en su coño,
que al notar el roce de su mano le hizo escaparse un gemido ahogado.
Pablo notó que Coral ya estaba a punto de caramelo:
- Quieto, niño, no se lo toques, que se corre ya mismo y a ésta le
queda noche.
Apartó la polla de la boca de mi novia y la puso de pie. Agarrándola de
la cintura se la acercó al chaval:
- Vamos, nene, que en tu puta vida te vas a ver en otra igual.
Fóllatela a gusto.
Y besando a mi novia en un hombro le dijo:
- Pórtate bien y despacha rápido a mi amigo.
Mi novia sonrió con cara de zorra a Pablo. Agarró la polla por encima
del pantalón al moro y le estampó un morreo con lengua. El chaval la
agarraba con fuerza el culo.
Pablo me cogió del brazo y guiñándome un ojo me dijo:
- Siéntate, vamos a ver el espectáculo.
Nos sentamos en el sofá. Coral y Hamid estaban encendidos, no parecía
que estuviéramos allí mirando.
El moro se bajó el pantalón, mostrando un buen rabo. No llegaba al
pollón de Pablo, pero sí era más grande que el mío y sobre todo más
cabezón.
Agarró a mi novia y la puso a cuatro con el cuerpo apoyado en la mesa.
Apuntó el cabezón y de un golpe de riñones se la clavó entera por el
coñito de mi chica. Coral aguantó el primer
enviste gimiendo un "ayyyy" que oyó todo el camping. El cabrón le daba
duro.
Pablo, que no dejaba de tocarse el pollón, intervino:
- No te vayas a correr dentro de su coño que te meto dos ostias. Escupe
fuera, que la zorrita solo tiene que recibir mi leche.
El moro seguía a lo suyo, bombeando como una puta máquina, hasta que
sacó la polla y gritando algo en su idioma empezó a escupir chorros de
leche en la espalda y el culo de mi niña, que
para entonces ya se había corrido tres veces.
Pablo se incorporó. Al levantarse, su polla quedó cerca de mi cara. La
verdad es que la tenía más dura y me parecía incluso más gorda aún, por
el efecto de la puta viagra. Me hizo temer por
mi niña.
- Nena, a la ducha, y repásate el coño, que pincha un poco. Tráete el
aceite a la que te vienes.
Mi novia, como una autómata, se levantó y sin mirarnos a ninguno se fue
a la ducha.
Pablo le dio papel al chaval para que se limpiara.
- Te ha gustado, ¿no cabronazo? Dame otro trozo anda, y tira. Ojo, como
me diga Manu que se te ocurre molestarlos o decirle algo a la niña si
los ves por ahí, te reviento a palos, ¿te
enteras?
El chico, metiendo la mano en el bolsillo, sacó un trozo de hachís y se
lo dio a Pablo diciéndole en un castellano escaso:
- Tranquilo senior Pablo, yo buen amigo tuyo. Yo no dice nada a nadie,
ni a chico ni chica ni nadie. Gracias senior Pablo, tu puta muy rica,
yo no follado nunca españiola ni mujer ase di
guapa, con conio tan estrecho.
Y dándonos la mano, se fue cerrando fuerte la puerta.
- Vaya putita tenías en casa y sin saberlo ¿eh amiguete? Si ya te lo
dije. Eso sí, hoy te la voy a dejar reventada, mira cómo me tiene el
rabo la puta viagra. Te vas a dar buenos pajotes
mirando, cornudín.
Coral apareció envuelta en la toalla y con el bote de aceite de
almendras en la mano.
Pablo, con la mano, le dijo que se acercara. Ella cayó rendida en sus
brazos fundiéndose en un beso lascivo. Aún me daba reparo ver a mi
linda, pija y delicada novia en los brazos de un
puto barrigón feo y gordo y peludo tío que babeaba por ella
literalmente.
Levantó en vilo a mi niña y, dejándola en pelotas, la tumbó boca arriba
en la mesa. Se recreó abriéndola y mirándole el coño diciéndole:
- Joder, qué coñito más rico que tienes, y ese agujerito del culo tan
rosita, jodeerrrr.
Y hundiendo su boca le empezó a comer el culo y coño con tal ansia que
mi niña empezó a chorrear sin control, disfrutando de la cerda comida
que ese tío, que podría ser nuestro padre, le
estaba dando.
Coral se flotaba en el orgasmo casi continuo, el hijo de puta era un
maestro con la boca, sorbía y succionaba como si fuera un aspirador.
Se incorporó y agarrándose el palo le dijo:
- Mira cómo me tiene solo de comértelo, apuntito de correrme.
Aparte de enorme y llena de venas, tenía el capullo empapado de líquido
seminal, incluso goteaba.
Levantó las piernas de mi niña, juntándoselas dobladas, dejando
expuesto su coño y su culo a su antojo. Frotaba el capullón por la raja
del culo y el coñito mientras con la lengua y la boca
lamía los pies y los dedos de mi nena.
Esto era nuevo para nosotros. Coral de deshacía de gusto al notar su
boca caliente y su lengua pasando por sus pies, y entre sus dedos, y
cómo le rozaba todo con el pollote.
Ella sujetó sus piernas para seguir dándole a mamar sus pies, mientras
él con sus manazas abría bien.
- ¿Dónde quieres que tu macho te la entierre? ¿por dónde la quieres?
Coral derretida de gusto, susurró:
- Donde quieras, Pablo, no me importa, solo fóllame, métemela toda.
El hijo de puta me miró con cara de chulo, agarró el bote de aceite sin
dejar de chuparle los pies y embadurnó bien el mástil, echando chorros
de aceite en el culo y el coño de mi dulce y
zorra novia.
Apunto el capullón a su culo y, con mucho esfuerzo y paciencia, se la
fue clavando.
No aguanté más, y me corrí vaciándome mi leche en mi mano.
Mi niña resoplaba y movía su cabeza hacia todos los lados mientras el
palo seguía ganando terreno. Me levanté para verlo más de cerca.
Pablo dio un arreón más, y victorioso dijo:
- Muy bien, nena. Mira, ahora sí te la he clavado entera.
Efectivamente, le había clavado todo, hasta el fondo, en esa postura.
Coral se sonreía con una risa nerviosa. Estaba claro que le gustaba,
pero le dolía.
La tuvo enterrada un buen rato, dejando que dilatara, sin dejar de
comerle los pies y sobarle el coño y tetitas.
Como a una muñeca, cogiéndola por debajo y sin desclavársela, la
desplazó a un lado, dejándole la cabeza fuera.
Pablo me hizo un gesto con la cabeza diciendo:
- Métesela bien en la boca que te la va a levantar, y no quiero que
grite mucho, que ya es muy tarde.
Mi niña fue obediente, y abriendo la boca le metí mi polla flácida en
ella. Le entraba toda sin problema, y ella puso empeño en comérmela en
esa difícil postura.
- Nene, métesela bien. Que no grite.
Agarré a Coral la cabeza y se la metí bien. Miré a Pablo. Le levantó
las piernas juntándoselas con las manos y empezó a bombear, sacándola y
metiéndola entera.
Coral empezó a gemir y sollozar. Yo le taponaba la boca con mi polla.
Le daba duro, muy duro. Mi polla se recuperaba ante la escena y la boca
de mi niña, que ya desbocada metió una mano
entre sus piernas. Con la otra se pellizcaba los pezones.
Pablo, al ver su gesto, dijo:
- Biennnn, así, así, córrete mientras te reviento el culo, putaaaa.
Y clavándosela de nuevo con extrema violencia, empezó a convulsionarse
inundando el interior del intestino de mi dulce niña, que al notarlo se
fundió en un terrible orgasmo, apartando su
cara de mi polla y temblando y gritando:
- CABRÓNNN, JODERRRR, ME MUEROOOO, DIOOOSSSSS QUÉ GUSTOOO.
Pablo, abriendo sus piernas, cayó encima de ella, aún clavado, sin
sacársela. Yo me retiré con la polla como una piedra de nuevo.
Coral agarró a Pablo del pelo y, girándole la cabeza, le buscó la boca
con ansia.
Había sido el mejor orgasmo de la vida de mi querida novia sin ninguna
duda, y estaba agradecida. Él le devolvió el largo beso, y apartándose
de su boca le dijo:
- Tranquila, putita, aún no se me ha pasado el efecto de la viagra, y
aún me queda algo de leche.
Coral sonrió, aunque sinceramente, su cara era de estar echa polvo ya.
Quise ver la salida del titan y si verdaderamente seguía empalmado
poniéndome al lado de él.
Efectivamente, seguía igual de dura y grande. Con cuidado se la fue
sacando. Al desclavarse, cayeron al suelo restos de semen, aceite y
otras cosas. El empalamiento fue muy profundo. El ojo
del culo de mi novia estaba en carne viva y con un diámetro
escandaloso.
Pablo cogió un papel y se limpió un poco, y agarrando a Coral del pelo
le dijo:
- No te doy una ostia porque te estás portando, pero ¿qué tienes que
hacer siempre?
Mi nena se arrodilló y empezó de nuevo a comérsela. Coral ya era una
autómata, estaba agotada. Él controlaba la mamada moviéndole la cabeza,
hasta que ayudándola a levantarse le dijo:
- Te corres otra vez conmigo y te dejo descansar.
Le comió la boca y, sin dejar de besarla, la levantó en vilo, y de pie
se la clavó por el coño. Mi novia, al metérsela, no pudo evitar retirar
la boca para alzar la cabeza con gesto de
placer y dolor a la vez, a lo que Pablo contestó con un sonoro y fuerte
manotazo en el culo que Coral entendió perfectamente, buscándole los
labios con su lengua de nuevo.
La bombeaba duro, moviéndola como si no pesara. Mi chica empezaba de
nuevo a coger temperatura, ya que él se encargaba de que en cada subida
y bajada, además de abrirla bien en canal, le
rozara bien el clítoris con el pubis de él. Pero el taxista, temiendo
correrse antes que ella y dejarla sin disfrutar este último orgasmo, me
dijo:
- Vamos cabrón, que no tienes sangre ahí pajeándote. Clávasela por
detrás y dale duro, vaaaamos.
Me puse detrás de mi niña y como pude se la clavé.
Notaba la holgura aún de su culo, pero notaba más aún el roce en la
paredes internas del pollón de Pablo.
Coral se iba a correr al notarme a mí en su culito. Mi polla resbalaba
y con la fricción seguía cayendo leche del cerdo de Pablo.
De pronto, se la clavó con fuerza y bramando como un toro empezó a
correrse en el interior del precioso coño de mi novia. Con la maniobra,
yo le seguí, clavándome como pude hasta dentro y
vaciando mis huevos también, y Coral se derrumbó en los brazos de pablo
sufriendo también un corto pero intenso orgasmo.
La ayudó a ponerse en el suelo. Se le doblaron las piernas, cayendo de
rodillas ante él, que aprovechando agarró el nabo y se lo dio a
limpiar, cosa que mi chica hizo con desgana, pero con
interés para no recibir castigo.
Yo me fui al baño a lavarme. Hice que cerraba la puerta, pero dejé una
rendija. No me quería perder si pasaba algo. Me lavé rápido y me puse a
mirar sin ser visto.
Coral seguía mamándole la polla, que ya estaba morcillona menguando. Él
la apartó de su nabo y la besó en los labios tiernamente.
La ayudó a levantarse y, abrazándola por detrás, empezó a besarle el
cuello y las orejas. Ella se dejaba hacer, cerrando los ojos. El
taxista empezó a susurrarle:
- Te has portado muy bien, nena, me has dado mucho gusto. Eres una
zorrita muy rica y caliente, y sabes que solo conmigo te vas a poder
correr así tantas veces y tan rico. Me voy a quedar a
dormir aquí con vosotros, por si me apetece follarte luego, pero ahora
ya no quiero que sea por tu promesa, que ya la has cumplido, estás
liberada de ella, ahora tiene que ser porque tú
quieras, por de lo zorra y puta que eres quieras que me queda para
follarte si me apetece.
Un escalofrió recorrió mi espalda. El cabrón quería seducirla más allá
del deseo ya consumado. Eran la 1 de la mañana y llevábamos tres horas
de sexo desenfrenado y entrega que le habíamos
dado, sobre todo mi novia.
A mí se me había pasado ya el calentón, estaba cansado y me apetecía
intimidad y tranquilidad con mi novia, abrazarla y quererla,
descansando solos.
Esto me sobrepasaba. Pensé en salir y cortar el rollo, pero creo que
mis cuernos me pesaron más, y esperé a la reacción de Coral, que
girándose y apoyando sus manos en el pecho peludo y
sudoroso del taxista, que la tenía abrazada, le dijo con cara de niña
buena:
- Vale, pero le dices a Manu que aún no está cumplida la promesa y que
por eso te quedas, y que además duermes conmigo en la cama y él aquí en
el sofá.
Me quedé de piedra. Mi niña, mi amor, quería más sexo, y además quería
a solas.
Una sensación terrible me invadió, pero inconscientemente mi polla se
despertaba. Que sea lo que Dios quiera, pensé.
Y salí del baño cambiando el gesto y tratando de estar por encima de la
situación diciendo:
- Bueno Pablo, ya es muy tarde, por mí, si te quieres quedar, no hay
problema. Yo ya estoy molido, e igual tenéis más ganas de jaleo
vosotros. Yo me quedo aquí en el sofá, e iros a la cama
si queréis.
Los descuadré completamente. Noté cómo se miraron y él fue también
directo y práctico:
- Pues sí, chiqui, me voy a quedar, que aún aquí tu zorra no me ha
dejado del todo satisfecho, y una promesa es una promesa. Venga, tira
para la ducha, nos damos un agua y a la cama.
Y dándole un azote en el culo, Coral de acercó a mí y me dio un pico y
un abrazo, diciéndome al oído: "Gracias mi amor, te quiero".
Se ducharon juntos. Pablo se metió en la habitación y Coral entornó la
puerta dejando una rendija y guiñándome un ojo.
No conseguía quedarme dormido. Me levanté sigiloso y miré en la
habitación.
Estaban dormidos. Pablo tumbado boca arriba roncando y Coral encima de
su brazo, acorrucada hacia su pecho, con una mano en su mejilla y la
otra ¡agarrándole la polla!
Qué viciosa, pensé. Me tumbé de nuevo y caí en brazos de Morfeo.
Un gemido me despertó. Miré el reloj. Eran la 7 de la mañana...
Medio aturdido me levanté. Provenía de la habitación. Me acerqué con
sigilo para mirar y ver qué estaba pasando.
Coral, despatarrada completamente, y Pablo con la cabeza metida en su
entrepierna dándole una comida de infarto. Ella le sujetaba la cabeza
apretándosela y le decía:
- Asiii, fuerte, fuerte, chupa fuerte, uffff... me corro otra vez, no
pares por favor, sigueee, uhmmmm...
Coral se retorcía de gusto con la boca del cerdo de Pablo. Cuando mi
novia terminó, él, dándole un manotazo en el muslo, se tumbó boca
arriba con la polla como un mástil.
- Sube, nena, a ver cómo cabalgas en un rabo de verdad.
Mi chica se abrió de piernas, y colocando el pollón en la entrada de su
coño, fue clavándose centímetro a centímetro hasta que comentó:
- No entra más, Pablo, en esta postura no me cabe más, la noto en el
útero, me llena por completo, uhmmmm.
Pablo, mordiéndose el labio, le dio un manotazo en las tetitas y con su
tono dominante dijo:
- Vamos zorra, cabalga.
La agarró de los muslos y empezó un frenético vaivén. Él alzaba la
cadera para meterla más, y ella botaba hacia arriba al recibir el
envite.
- Tócate zorra, quiero que te corras como la perra que eres.
Pablo la soltó. Mi niña ya había puesto la directa. Se movía desbocada,
cabalgando sobre el palo mientras ella misma se pellizcaba un pezón con
una mano y con la otra se frotaba el
clítoris. El cabrón se dejó hacer poniendo sus manos en la nuca, como
mirando el espectáculo.
- Dime qué te gusta, dime que me necesitas, que necesitas mi rabo.
Mi novia, desenfrenada en el mástil, gritó:
- FÓLLAME TODOS LOS DÍAS, RÓMPEME Y DAME ESTE GUSTO, DIOOOSSS, ME
CORROOOO, AHHHH, SI, SII, SIIII.
Dando espasmos y temblando, cayó rendida en el pecho del taxista, que
la abrazó y dándole un beso en la frente le dijo:
- Has puesto perdida la cama. Te corres como una puta de verdad. Venga,
levántate y prepara un buen desayuno, que yo voy a dormir un ratito
más, estos polvos matinales me agotan.
Coral, mirándole con carita de nena mala, dijo:
- ¿No quieres correrte? ¿no me vas a dar tu leche? Si me la das, me
corro otra vez.
Dándole un azote en el culo:
- Pero qué zorra estás hecha. Venga, tira a lo que te he dicho, no me
gusta correrme tan pronto, y hazle una paja a tu novio para que se
quede a gusto, que ahí le tienes de mirón escondido.
Me dio vergüenza saber que él sabía que estaba de mirón, pero tenía
razón, mi polla pedía guerra.
Coral se puso de pie, dando un beso y un lametón en la polla a Pablo.
Él se quedó tumbado en la cama, y cuando Coral abrió la puerta, ahí
estaba yo con la polla en la mano.
Mi chica me dio un morreo de infarto y, cogiéndome de la polla, me
llevó hacia el sofá, pero antes de llegar, Pablo gritó:
- Eh vosotros, mejor venid aquí, que la zorra de tu novia sigue
caliente y quiero que siga así. Vente aquí a hacerle la paja. No quiero
que la zorra te folle.
Entramos a la habitación. Me puse de cara a Pablo en la cama. Coral se
colocó detrás mío.
Me chupaba la oreja y el cuello por detrás y empezó a pajearme. Pasé
mis manos hacia atrás para tocarla, pero de nuevo Pablo organizó:
- Quietecito o te quedas sin paja. Las manitas donde las pueda yo ver,
que esta zorrita se corre con nada.
Puse mis manos encima de mis muslos, impasible. Mi chica, comiéndome la
oreja, sus manitas pajeándome, y el cerdo mirando. Fue insoportable y
en menos de dos minutos escupí mi leche, que
cayó al suelo en forma de cuajarones. Casi se me doblan las piernas del
gusto.
- Hay que joderse... Si es que los jóvenes no valéis para nada. Venga,
prepara un buen desayuno con todo, sorpréndeme zorrita, avísame cuando
esté.
Pablo se quedó tumbado, girándose en la cama. Coral y yo salimos,
cerrando la puerta. Nada más salir, mi niña se giró y buscó mi boca.
- Joder nena, cómo estás de caliente ¿no? Con la follada que te acabas
de pegar con el mamón este...
- Sí mi amor, uffff, no sé que me pasa que necesito correrme más, y me
he corrido 4 veces ahora mismo, pero comerte a ti mientras te la tocaba
y que Pablo lo estuviera viendo me ha puesto
que ufff.
Estaba salidísima. Se puso de rodillas y me empezó a comer con ansia.
- Te la pongo dura y me follas tú, por favor, que necesito que me
folles como tú sabes, mi vida.
Mamaba con mucho interés, pero yo no soy de los que se recupera pronto
y, la verdad, la paja de hacía unos minutos me dio un gusto enorme. Mi
polla no reaccionaba.
- Mi amor, no puedo, no se me pone, esperamos un rato y lo intentamos
otra vez.
Resignada, Coral de levantó, me besó con pasión y me dijo:
- Ven, ayúdame, que vamos a hacer un buen desayuno para que te
recuperes. Pablo igual no se levanta ya hasta mediodía. Que por mucho
macho que se crea, es mayor ya y tendrá que recuperarse
de la mierda esa que se tomó ayer.
Me sorprendió con la rotundidad que habló. Cogió mi camiseta de
tirantes y se la puso.
La verdad es que el cabrón del taxista tenía razón. Le llegaba justo a
la altura de su rajita de niña pequeña, por detrás se le veía la raja
del culito y sus tetitas se marcaban o se salían
cada vez que se movía. Era hipnotizante mirarla.
Nos pusimos manos a la obra. Durante la elaboración nos olvidamos de
todo, estuvimos como siempre. Preparamos un copioso desayuno estilo
inglés con huevos, bacon, pan tostado, zumo de
naranja. Le echamos bastante rato, casi una hora y media. Pusimos todo
en la mesa. Yo me senté y Coral se fue a la cocina a por las
servilletas.
- Aviso a pablo, (le dije.)
- No, déjale que duerma, a ver si ni se despierta y me follas tú un
poquito, please.
La sonreí, me gustaba que quisiera que yo la follara mientras el otro
dormía.
Comimos muy bien, dejando desayuno para Pablo.
Recogimos algunos cacharros y, al dejarlos en la pila, mi Coral me
agarró la polla y empezó a besarme.
- Venga, fóllame, necesito que me folles ya.
Toqué su coño, lo tenía empapado. Cogió mi mano y se la llevó a la boca
para chupar sus jugos de mis dedos. Sin ninguna duda, esta ya era otra
mujer, y eso me encantaba.
Se agachó de pie a comérmela de espaldas a la puerta. Mi polla se
resistía a ponerse a tope, y Coral ponía el máximo interés y además se
tocaba.
Un escalofrió recorrió mi espalda cuando se abrió el dormitorio y
apareció Pablo.
Con un gesto, me dijo que me callara. Se acercó con sigilo. Mi polla
reaccionó endureciéndose por fin. Y mi chica, sacándosela de la boca,
dijo:
- Ahora sí, mi amor, ahora ya está durita, ¿me vas a follar antes de
que se despierte el cerdo de Pablo?
Me bloqueé. No sabía cómo reaccionar. Ella se la volvió a meter en la
boca.
Pablo, con gestos claros y sin emitir sonido, me dijo:
- Que siga mamando. Ponle los brazos atrás.
Así lo hice. La cogí de los brazos y se los crucé por detrás. Ella, al
ver la jugada, colaboraba con el juego.
El taxista trajo un rollo de cinta, y con mucho sigilo me lo dio.
- Átale las manos.
Con cierta dificultad y la colaboración de Coral, le até las manos a la
espalda.
Pablo, con un nuevo gesto vocal, dijo:
- Agárrala fuerte.
Agarré su cabeza. Ella, sacándosela de nuevo, me dijo:
- ¿Vas a ser malo conmigo, Manu? ¿me vas a castigar?
Se la volví a meter en la boca hasta el fondo, sujetándola.
Pablo se puso de rodillas detrás de ella, posó sus manazas en el culo
de mi novia. Se lo abrió y metió su boca en él.
Coral dio un respingo del susto. Yo la sujeté con fuerza, y al notar la
lengua húmeda y grande del taxista, no pudo más y gimió como una perra.
Pablo se recreó comiéndole el culo a conciencia. Coral se corría de
nuevo con la boca del cerdo en su ano, que usaba sus dedos para
abrírselo y meterle más adentro la lengua.
Pablo se puso de pie, tenía la polla a tope. Cogió con la mano un
pegote de mantequilla y se lo metió a Coral en el culo, metiéndole los
dedos sin piedad. Ya no me la mamaba, solo la tenía
en su boca, expectante a la embestida.
Pablo, apuntando el nardo al culito estrecho de mi niña, dijo:
- Así que soy un cerdo ¿no? Aquí la única cerda que hay es la puta de
tu novia, chaval, y le voy a reventar el culo por zorra caliente.
Agárrala.
El cabrón cogió de las caderas a Coral y se la empezó a enterrar
dándole duro. Mi chica se levantó un poco, abrazada a mí, aguantando la
embestida. Yo la abracé. Su expresión era de dolor.
Solo cortos y profundos AH AH AH se le escapaban a cada golpe de rabo.
Quise buscar sus ojos para ver si hacía yo algo, pero vi placer también
en ellos.
Pablo se la enterró entera y empezó a darle con violencia.
- Joder, qué culo más estrecho, cómo me gusta tu zorra.
La sujetaba fuerte de los brazos por detrás, para manejarla a su
antojo.
El dolor inicial se pasaba. Coral reculó hacia atrás y se metió mi
polla en la boca.
No lo aguanté. Al metérsela, me corrí sin querer. Ella tragó lo que
pudo.
Me retiré y Pablo la apoyó en la encimera. Metió su mano por debajo y
agarró el chochito de mi niña con violencia. Coral se derretía de
nuevo, y con la corrida se le doblaban las piernas.
Pablo dio dos pollazos hasta lo más profundo y gritó:
- TOMA LECHE, ZORRA, QUE SOLO QUIERES POLLA Y MÁS POLLA.
Y se vacío dentro del culito de mi chica.
No hizo falta recordar nada. Él sacó la polla llena de leche del coño
híper dilatado de mi novia, y ella se tiró al suelo a limpiársela como
la había enseñado.
Tras acabar, la desató, y con cariño la besó en la frente.
Coral y yo nos duchamos mientras Pablo desayunaba. No dijimos nada
ninguno.
Al salir, nos sentamos con él y nos dijo:
- Bueno nenes, yo me voy ya en un rato. Me ha encantado conoceros. Tú,
nene, a ver si te espabilas, o algún payaso te roba al bombón, y tú,
nena, valora a tu novio, que no vas a encontrar
un chaval tan majo y que te quiera como éste. Cuando necesitéis en
taxi, ya tenéis mi teléfono, me llamáis a mí, y si necesitáis otras
cositas, también.
Nos despedimos cordialmente de él, yo con un abrazo y Coral también.
Las vacaciones siguieron, ya nosotros solos disfrutando como nunca en
todos los sentidos.
¿Llamaríamos alguna vez a un taxi?
Email.
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