.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "La evolución sexual de Raquel".

 

 Hola, somos Julio y Raquel, una pareja de normal en cuanto a nuestra vida cotidiana. Tenemos 50 años yo y 42 ella, nos conocimos hace 10, los dos con vidas pasadas y ex. Sin hijos.

 Profesionalmente nos va muy bien, los dos trabajamos para una multinacional francesa, cada uno en un departamento distinto y ocupamos cargos de responsabilidad.

 Nuestra vida sexual, según fueron pasando los años, se fue apagando. Hasta el punto que hasta hace unos meses, follábamos una o dos veces al mes y de forma bastante poco erótica. Yo la tocaba a ella, ella me tocaba a mí, se la metía, se corría un par de veces y rápido se ponía en cuatro para que me corriera yo.

 La inapetencia por nuestra parte cada vez iba a más. Yo me refugiaba en internet y todos los días me cascaba una paja mirando porno. Cada vez me ponían más los rollos de sumisión y las tías folladas en orgías y gang bang.

 Llegamos a estar tan mal que decidimos darnos unos días y separarnos. Durante ese tiempo reflexionamos los dos y cuando decidimos quedar para hablar decidimos contarnos todo y tratar de salvar la relación, lo cierto es que nos amábamos mucho, pero habíamos caído en la rutina.

 Esa misma noche follando, decidí dar rienda suelta a mis vicios ocultos, y le tapé los ojos. Le dije que iba a ser mi sumisa y que iba a hacer lo que yo dijera sin rechistar. Ella aceptó.


 No paso de comidas de coño, culo, polla, algún azote que otro o golpecitos en el clítoris, pero se corrió 5 o 6 veces como hacía tiempo que no lo hacía y yo lo gocé un montón, sobre todo cuando me fui a correr y la agarré del pelo para dárselo y aceptó, me la agarró y por primera vez se tragó mi leche mirándome con cara de zorra.

 Fue nuestro primer polvo porno. La sensación nos gustó a los dos. Al día siguiente volvimos a follar como perros, esta vez intente darle por detrás, pero no hubo manera, mi capullo gordo y su culo virgen no eran compatibles. La follada aun así fue antológica y ese fin de semana excelente.

 Esa semana yo me tenía que marchar fuera por trabajo, estuvimos guarreando todo el rato llamándonos y poniéndonos cachondos. LE dije que le iba a comprar unas cositas y así lo hice.
 

 Compré unas esposas, un antifaz, un juego de plugs dilatadores y una crema especial algo anestésica. Estaba deseando llegar a casa para probar todo.

 El viernes noche aterrizamos en Madrid. Raquel vino a recogerme, estaba deseando llegar a casa y ponernos a jugar. Cenamos tomando algo más de vino. Una ducha y nos fuimos a la cama. La até y le puse el antifaz, le comí por todos lados y la pajeaba, sin dejarla que se corriera. Me recreé comiéndole el culito. La puse bien de lubricante, metiéndoselo bien dentro con mis dedos.


 Ella gemía como una perrita pequeña. Me encantan sus gemiditos. Cogí el plug y con algo de dificultad se lo clavé poco a poco, la verdad que le puse el mediano, su diámetro era mayor que mi capullo.

 Raquel se quejó con la invasión del útil, pero reculaba hacia atrás, quería que la tocara el coñito para correrse de una vez. Me entretuve acariciándola por todos los lados, me pedía que me la follara o que le comiera, estaba ansiosa por correrse. Yo seguí jugando, le comía sus preciosos pies, la recorría con mis manos sin llegar a tocarle el coñito. La susurraba:

 - ¿Notas como tienes el culo abierto? Estás cachonda como una perra salida ¿verdad?

 - Uffff cariño, noto mi culo muy lleno, me gusta, pero venga, follame, métemela ya por favor.

 Su delicioso flujo ya emanaba de su chochito prieto, le metí dos dedos para sacarlos empapados. Ella dio un respingo, quería que siguiera dedeándola, pero le puse los dedos en la boca, con ansia los chupó diciendo:

 - No aguanto más, cariño, por favor fóllame, necesito correrme.

 Era el momento de atacar con mis verdaderos deseos:

 - ¿Quieres que te folle? Necesitas un buena polla cariño. ¿Te imaginas que ahora entra un tío con un pollón y te folla así según estás?

 - Nooo, no quiero ningún tío, quiero que me folles tú, venga por favor follame yaaa.

 Seguí acariciándola sin darle el gusto del orgasmo.

 - A mí no me importaría que metiéramos más gente con nosotros y que tu gozaras más aun. Dime la verdad, no seas tonta, que a mí me gustaría verlo en serio, venga, libérate. Cuéntame qué te gustaría.

 - ¿Si te lo cuento me follas ya? ¿Y luego no te vas a mosquear? Además, sería porque tú quieres, yo no necesito a nadie más que a ti.

 Yo seguía jugando por el entorno de su coño y su dilatado ano, notando como ardía en deseo:

 - Lo sé mi amor, yo soy tu macho, tú serás mi perrita, pero no me enfado, es más lo harás porque yo te lo mando, pero dímelo.

 - Sí amor, me gustaría que ahora entrara un desconocido con una polla muy grande, que note cómo me abre y me llena toda, un negro y que me empotre fuerte hasta que me caiga de correrme al suelo.

 Lo dijo con deseo, puse la palma de mi mano en su coño y froté su clítoris fuerte, 5 segundos es lo que tardó en correrse temblando como un perro pequeño cuando tiene frío. El orgasmo fue bestial, empapándome la mano, tal vez el más intenso hasta ahora.

 Sus palabras y su aceptación me pusieron tantísimo que la agarré y se la clavé entera, con violencia. Le di duro, ella se volvió a correr gimiendo y con su sentido 'sssii siiii siiii otro otroooo'. Yo le daba con todas mis ganas mientras le decía:

 - Así te va a follar el negro, así, pero te va a reventar entera a rabazo, te lo va a destrozar.

 - SIII JODER, REVIÉNTAME, QUIERO QUE ME LO REVIENTE, QUE ME DUELA, ME COROOO OTRA VEZ SIIIIIII, DAMEEEEEE DAMEEE..

 No aguanté más, con el ritmo, el plug que le hacía el coño aún más estrecho y su entrega a la fantasía de que fuera un negro pollón el que le arreaba estopa, me corrí como hacía tiempo que no lo hacía. Me dio tanto gusto que no la saqué y se lo eché todo dentro. Raquel me recriminó, no tomaba nada y siempre yo lo echaba fuera.

 Aun así, caí rendido encima suya. Ella fue a lavarse y a quitarse el dilatador, la oí quejarse en el baño:

 - Su puta madre la mierda esta, joderrrrrr, ayyyy, joder cariño, ven, mira cómo me ha dejado el culo, parece el metro.

 Me levanté corriendo a vérselo. Ella se agachó y se abrió los cachetes. Lo tenía super rojo y super dilatado. La agarré y la besé, seguía caliente.

 - ¿Sigues cachonda, verdad guarrilla?.

 - Uhmm siii, sacarme esa mierda me ha vuelto a poner y la follada que me has dado uffff, que rica.

 - ¿La follada o pensar que te enrababan bien, eh zorrita? Eh dime, ¿te pondría, verdad?

 Me agarró de la mano y llevó de nuevo al dormitorio, se tumbó boca arriba espatarrada.

 - Cómemelo todo, anda, que me quiero correr otra vez.

 Me tiré a su coño, se lo comí con ansia, lamí su ojete, metí mi lengua, ella gemía. Le daba palmadas en su clítoris.

 - Dime guarrilla, ¿vas a ser mi sumisa y me vas a dejarte hacer lo que quiera? ¿me vas a dejar darte todo el placer que quiera y como quiera?

 - SIII JODER SIII, LO QUE QUIERAS, PERO CHUPA MAS ASII ASIII OTROOOOO.

 De nuevo se corrió con mi boca y mis dedos. Nos tumbamos un rato entre risas y bromas, no sabía cómo iba a dar el siguiente paso pero ya habíamos avanzado algo. Nos dormimos.

 Por la mañana desayunamos muy contentos, parecíamos otros, el activar nuestra vida sexual nos había llenado de buen rollo de nuevo. Nos duchamos juntos, yo ya estaba palote y ella cachonda.

 - Bueno guarrilla, ¿cómo estás? ¿ya quieres polla? Entonces... ¿serás mi sumisa? ¿Y me dejarás hacerte gozar a tope?

 - Uhmm cómo estás de duro. Claro que sí, amor, mejor para mí, más veces me corro, pero no te vayas a volver loco ¿eh?

 Según me lo dijo, se agachó a mamar. Yo la cogía del pelo y la puteaba metiéndosela entera y dándole pollazos en la cara:

 - Así zorrita, venga, trágala toda, venga, chúpala entera.

 Estábamos super cachondos otra vez, según me comía la polla se puso a pajearse y al segundo se corrió, estaba desbocada.

 - Venga fóllame, dame fuerte, fuerte venga, hazme daño.

 La puse de cara a la pared, y se la clavé con toda mi fuerza.

 Le daba lo más duro que podía, ella no paraba de pajearse mientras la empotraba contra la pared de la ducha.

 - DAME. DAME FUERTE, MÁS FUERTE MÁS FUERTE...

No paraba de gemir y pedirme que la diera duro, yo no daba más de sí, ella reculaba con violencia, no paraba de correrse con mis pollazos y su paja. Me corría, saqué mi polla apartándola un poco y me vacié en sus cachetes del culo. Ella siguió con su paja para alcanzar otro más al sentir mi leche en su culo.

 Se dio la vuelta y nos besamos con pasión. Notaba que le hubiera gustado seguir, pero yo cuando me corro tardo mucho en recuperar. Aproveché para atacar de nuevo:

 - Entonces ¿qué?, ¿vas a ser mi sumisa y me vas a dejar darte placer como me dé la gana?

 - Uhmmmm sí, me voy a dejar, voy a ser buena chica con mi amito, pero cómeme otra vez y me dejaré de verdad.

 Me llevó de nuevo a la cama agarrándome de la polla, y se tumbó espatarrada.

 - Cómeme todo bien, y méteme los dedos.

 Me tiré a su coño, lamí con ansia. Metí mi lengua en su coñito y su culo, la penetré con mis dedos por todos los lados, llegué a meterle dos dedos bien hondos en su estrecho culito.

 - Métemelos bien fuerte, que me corrooo dame duro amoooorr.

 Clavé con saña mis dedos, casi metí tres y ella se vació de nuevo en mi boca, gimiendo y retorciéndose.

 Me abracé a ella, me separó y me miró a los ojos:

 - ¿A ver qué perversión se te ocurre eh? Yo no quiero saber nada, pero no te vayas a pasar, ¿vale?.

 Me llené de alegría, estaba hecho 100x100.

 - Tú tranquila, guarrilla, que te lo vas a pasar de puta madre, confía en mí.

 Nos vestimos y nos fuimos a entrenar. El fin de semana transcurrió como siempre, aunque follamos todas las noches. Yo ya estaba maquinando cómo llevar a cabo mi/nuestra fantasía.

 Arrancamos el lunes, yo me marchaba fuera toda la semana a Valencia por trabajo y Raquel también tenía una semana intensa. La iba a echar mucho de menos en esta nueva faceta sexual nuestra de folladas diarias, pero también pensé que la distancia nos calentaría aún más, esperando el reencuentro y sobre todo a mí maquinando cómo la iba a ver empotrada por otro.

 Esa semana me hospedé en la casa que tenemos en la playa de Gandía, así me ahorraría dietas y tendría más intimidad que en el hotel con mis compañeros.

 El mismo lunes, nada más llegar a casa, empecé a enredar. Publiqué un anuncio en una página de parejas y contactos. Creé un perfil y correo expresamente a la caza de candidatos. Y como daban muy buen tiempo, decidí que el viernes en lugar de ir yo a Madrid, viniera Raquel a Gandía a pasar el fin de semana, y si todo me salía bien y encontraba candidato aquí, mejor que mejor, sería aquí donde la entregaría a otro por primera vez, lejos de nuestro entorno habitual.

 La captación de candidatos fue un éxito, el martes cuando abrí el perfil en la página tenía ya 20 voluntarios. Fui seleccionando y eliminando los que no me cuadraban. La verdad es que no me gustaba ninguno en especial, todos de un perfil muy bajo tanto en su forma de venderse como físicamente.

 Pasé un buen rato mandando mensajes a perfiles que me gustaban, pero me daba la sensación que esto no iba a ser tan sencillo. Decidí buscar en Google alguna forma más directa de poder conocer a alguien y encontré un chat de Irc para cornudos. Estaba plagado de Nick interesantes, el mío: 'GandiaReal_ConmiMujer'.

 Pensé que me iban a invadir, pero la cosa no arrancaba así que ataqué yo:

 "Busco hombre sin importar edad ni raza para que este sábado se folle a mi mujer en Gandía, exclusivamente tipos dotados de verdad".

 Se empezaron a abrir privados, muchos con preguntas y más preguntas, pero no me convencía ninguno. Estuve un rato morboseando, me calentaba con el juego, pero me jodía no encontrar alguien que me resultase interesante. Ya cansado de perder el tiempo y justo cuando iba a cortar, me llegó un último privado de 'Boy_Guapo_Dotado'.

 "Hola, ¿vas en serio o eres un cornudo pajillero que solo lo sueña?".

 "Hola, voy en serio pero con ciertas condiciones y de una manera determinada".

 "No me gusta perder el tiempo, yo busco real y si me vas a vacilar o marear, mejor ni me contestes".

 Su actitud me mosqueó, le veía muy sobrado, me parcia un poco gilipollas, y pensé, pues verás cuando vea a mi mujer cómo le cambia el rollo.

 "Busco real, pero como te digo sería de una manera determinada, ya que es nuestra primera vez. Si quieres te lo cuento y si te cuadra seguimos hablando".

 "Venga, cuéntame".

 "Será este sábado por la noche, en nuestra casa. Ella y yo estaremos solos, yo la calentaré y cuando te avise, tú pasas, te la follas y te vas sin más. Ella no te verá, ya que estará vendada. ¿Te interesa?".

 "No me convence mucho ese rollo, pero podemos probar, yo vivo en Cullera y puedo bajar sin problema, estoy divorciado. A ver, pon alguna foto que vea a tu perra".

 Su forma de expresarse me excitaba, tal vez si físicamente me cuadraba, se la ofrecería a él. Además, al vivir cerca de aquí podría conocerle antes. Le puse una par de fotos juntos nosotros y de ella sexy también.

 "¿Qué te parece mi mujer?".

 "La zorra está muy buena, ¿es sumisa? ¿Sabe que me la voy a follar? ¿Qué años tiene?".

 El cabrón era directo, ya daba por hecho que se la iba a follar.

 "Tenemos 45 ella y 49 yo, es sumisa solo conmigo y sí lo sabe. Pero antes quiero ver cómo eres tú".

 "Yo tengo 29 años y no estoy muy en forma, las zorras como la tuya me buscan para que las folle por lo que tengo entre las piernas".

 Me mandó dos fotos, una vestido con unas mallas de entrenar, marcando paquetón, y otra sentado frente al pc en pelotas. Era un auténtico atleta, y con un pollón muy serio.

 "¿Crees que tu zorra aguantará a un macho corneador como yo?".

 "La verdad es que gastas un buen nabo, creo que sí que aguantará. Pero que te quede claro que será solo como te he dicho, si no te cuadra no quiero que pierdas el tiempo ni tú ni yo".

 "Venga, me cuadra, me adapto a vosotros, está muy rica la zorra como para dejarla escapar, toma mi número y me llamas".

 Ostia, un escalofrió me recorrió la espalda, iba a cerrar el trato y me daba corte llamarle. Le eché valor y hablé con él, me pareció agradable. Charlamos y quedamos en conocernos el jueves próximo.

 Se me hicieron largos los días de espera. Las conversaciones con Raquel eran súper calientes, la contaba todo sin darle detalles diciéndole que le estaba preparando algo especial, y que lo iba a gozar mucho.

 Llegó el jueves por la noche y salí al encuentro de Alberto, ese es su nombre. Iba nervioso.

 Según bajaba a la zona de locales de copas donde habíamos quedado, me mandó un WhatsApp:

 "Hola, ya estoy, este soy yo".

 Me mandó un selfie desde el local para que no tuviera dudas en reconocerle. Llegué al sitio, le saludé con la mano.

 - Hombre Julio, ¿qué tal?, hasta ahora mismo pensaba que me estabas vacilando, no veas qué alegría me ha dado verte.

 - Venga, tómate algo y vamos hablando.

 El Chaval tenía personalidad, creo que se sorprendió un poco al verme, tanto por aparecer, como al ver que no era un pingüino. Tanto mi mujer como yo nos cuidamos mucho. Yo en tiempos pasados llegué a ser deportista de competición y ella al conocerme se aficionó también al fitness, se puede decir que estamos muy en forma.

 Charlamos muy amenamente de todo y le expliqué con todo tipo de detalles lo que quería que hiciera. Le quedó todo muy claro. Él entraría a casa cuando yo le dijera y en silencio, al principio yo me retiraría sin que ella se diese cuenta y él empezaría a acariciarla y sobarla, hasta ponerla muy muy caliente, y luego se la follaría hasta ver por donde transcurría todo. Si ella se incomodase o hiciera un gesto de rechazo, él se tendría que marchar sin más, y el condón sería indispensable absolutamente, pero su ego era bastante grande y no pudo contenerlo:

 - Oye macho, y si ella decide quitarse el antifaz porque le mola mucho y quiere comerme la boca o algo, ¿qué hago?

 - No creo que eso pase, pero si pasara, ya iremos improvisando si te parece.

 - Y otra cosa, el tema del condón... macho, lo llevo fatal, soy policía municipal y me hago chequeos semestrales, macho, te aseguro que estoy como un puto roble de sano, además me cuesta un
huevo ponérmelos.

 - Pues macho, es lo que hay, o juegas con goma o no juegas, tú veras.

 Le quedó clarísimo todo, acabamos las copas y nos despedimos hasta el sábado noche, que sería la gran fiesta.

 Nada más llegar a casa, llamé a Raquel para calentarla, le dije que se preparara, que el sábado íbamos a tener golfeo del bueno. Intentó sonsacarme, pero aunque sabía por donde iban los tiros, no le dije nada concreto.

 El viernes se me hizo larguísimo hasta la llegada de mi mujer a las 21 horas.

 Subimos la cosas y salimos a cenar en plan informal, estaba muy excitada y tenía ganas de guerra y de que le contara, pero me resistí. Es más, le dije que si seguía insistiendo, no haríamos nada y tampoco la follaría yo.

 Nos acostamos súper calientes, pero quería dejarla así, para el día siguiente.

 Nos levantamos tarde. El sábado trascurrió con cierta tensión sexual todo el día, fuimos de compras y a comer jugueteando constantemente y metiéndonos mano en cada rincón.

 Llegó la cena, le preparé una cenita ligera y bebimos buen vino para desinhibirnos más. Nos tomamos la botella entera, bueno, la verdad es que yo tomé dos copa pequeñas y mi mujer el resto. Ella estaba encendidita cuando recibí un mensaje de Alberto.

 - ¿Cómo vais? Estoy abajo con un empalme de cojones mirando las fotos de la guarra de tu mujer.

 Raquel se sorprendió al ver mi cara sonriente de perverso y me dijo:

 - ¿Quién es? ¿Quién te escribe a estas horas? ¿es tu amante o mi amante?
 
 Se río nerviosa y con cara de golfa. No le contesté y le dije a Alberto: mándame foto para que vea cómo estás.

 Me envió una foto con la polla fuera. Se la enseñé a Raquel, que se quedó sorprendida.

 - Es tu amante, cariño, y mira cómo está solo de pensar en ti.

 - ¿Estás de coña, verdad? No me creo que te hayas atrevido a hacerlo.

 La expresión de mi rostro le dejaba claro que sí, no le quedaba duda que yo iba en serio.

 - Pero amor, por favor, tiene una pollaza, a ver si me va a hacer daño ¿no?

 Ella sola se delataba. Del estás de coña al no que no haga daño, no había más que hablar, me levanté sin decirle nada, la abracé y la besé con pasión, le metía mano a fondo.

 La llevé al dormitorio, la desnudé por completo, le puse el antifaz. La hice subirse a la cama en cuatro, en una esquina de la cama atrás. Le apoyé la cara en una almohada para que quedara agachada bien ofrecida y le puse unas esposas con los brazos atrás.

 Escribí a Alberto y abrí la puerta para que no llamara. Mientras, la sobaba y la ponía a las puertas del primer orgasmo.

 Entró Alberto con sigilo. Se desnudó en el salón y entró a la habitación. Estaba completamente empalmado.

 Le di el relevo para que en silencio le empezara a meter mano. Raquel notó el cambio y gimió al notar su mano. Yo fui al salón a recoger el lubricante y el dilatador anal, ya que tenía claro que este cabrón se lo iba a follar o por lo menos intentarlo.

 Al entrar al cuarto, Raquel se estaba corriendo en la boca de Alberto, que estaba como un poseso comiéndole el coño y el culo.

 Él paró con la cara llena de flujos, me guiñó un ojo y se pasó la mano por su boca mojándola de ellos.

 Me quedé helado al ver cómo llevaba su mano mojada a la boca de mi mujer, que al notar sus dedos en los labios, abrió la boca y se lo chupó.

 Me miró el muy cabron sonriendo, eso no era lo pactado, pero no podía decir nada, ella lo aceptaba y además con ansia.

 Le sacó los dedos de la boca, y haciéndome el gesto del silencio, se agarró el pollón con la mano y se lo puso en la boca.

 Raquel abrió autómata los labios y empezó a lamérsela. Yo ya sabía 100% que ella sabía que era otro. En la incómoda postura, solo podía lamer y de mala manera mal chupar, pero él se recreaba viendo cómo ella quería más. Y entonces se jodió mi control:

 - Tenías ganas de un rabo de verdad ¿eh putita?

 Con sus palabras Raquel puso aún mas esmero en la mamada.

 - Estás muy rica y como sabía que ibas a necesitar mucho rabo, me he tomado una cosita para estar toda la noche follándote, zorra.

 Lé sacó la polla de la boca, le hizo bajar el culito. Me cogió el lubricante de la mano y echó un chorro en su culo y en su coño, echándose él también en el pollote. La agarró de las caderas con fuerza y se la incrustó hasta el fondo.

 Raquel dio un grito al notar que el pollón la había abierto de golpe y había entrado hasta su matriz.

 Empezó a bombearla muy duro. Mi mujer gemía y gritaba. Él jugaba con su dedo pulgar invadiendo su ano. Raquel se corría de nuevo y casi de manera constante con otro, ufff... otro.

 El ritmo era frenético y Alberto empezó a gritar:

 - Así zorra, así, que estrecha eres, puta, cómo me gustas, me voy a correr, venga zorra, córrete otra vez, dime que quieres que te llene, dímelooo.

 En ese puto instante caí en que el hijo de puta no se había puesto condón, pero el calentón de la situación había hecho que no me diera ni puta cuenta, y el colmo fue cuando oí a Raquel:

 - Sí, dámelo, me estoy corriendo otra vez, dame tu leche, por favor, dame fuerteeee.

 - ¿Quieres mi leche, puta? ¿quieres mi leche?

 - Sí si siiii, ¡dámela toda siiii!

 Y gritando como un bestia:

 - Tomaaaaa zorraaaa... te lleno toda dentro... putaaaa.

 La corrida de Alberto fue brutal. Según bombeaba semen, se salía del coño de mi mujer. Se la sacó dejándola súper abierta y emanando leche del coño, y con la polla chorreando de leche y flujo se la puso en la boca, y sorprendentemente mi mujer abrió la boca y mamó con deseo el pollon, que no perdía ni un milímetro de dureza.

 Él recogió con sus dedos restos de la barbilla de mi mujer, y con cara de cabrón, mirándome, se los metió en la boca y Raquel chupó con deseo.

 Yo estaba a mil, tenía que parar de tocarme para no correrme ya, aunque me invadían un montón de sensaciones raras.

 Le quitó el biberón de la boca y acariciándola como si fuera una niña dijo:

 - Muy bien, madurita, muy bien, veo que sabes portarte como una buena zorrita. Espero que sigas muy caliente porque acabo de empezar contigo.

 Alberto se fue al baño y volvió con una toallitas. Limpió bien a Raquel, el coñito y el culo, y volvió a hundir su cara en él. La comía con ansia. Ella volvía a responder a los estímulos y gemía.

 - Dame eso y dame el lubricante.

 Le di el plug y el lubricante, se embadurnó los dedos y embadurnó el útil y su ano, empezó a jugar con ellos.

 - Voy a ver de qué estás hecha, madurita, sabes que te voy a hacer ¿no?

 Raquel gimiendo y convencida de que lo que decía no iba a servir de nada dijo:

 - ¡No, por favor! ¡es muy grande para mi culito, me vas a hacer daño!

 - Tranquila zorrita, verás cómo solo te hago un poquito, pero luego te va a gustar y me vas a gritar que te lo rompa fuerte y te le meta entera. Me lo vas a gritar ¿verdad? dime.

 - Uhmmm, siiii, te lo voy a gritar, pero no dejes de comérmelo.

 Agarró el plug y con mucho interés y algo de dificultad se lo fue metiendo. Raquel gemía y resoplaba, le dolía, este nuevo era bastante gordo.

 - Desátala, quiero que se vaya tocando, si no, no va a ser lo suficientemente zorra esta madurita.

 Desaté a Raquel, y llevó su mano a su clítoris para atenuar el dolor. Alberto aprovechó y se lo incrustó todo.

 Raquel se pajeaba con interés. Alberto se fue hacia su ropa y del bolsillo sacó un bote, lo abrió y le dio a inhalar a Raquel:

 - Respira hondo, putita, verás como te pones de perra.

 Raquel respiró profundo del bote. Y Alberto me lo dio inhalando él también. Era popper.

 Con el plug y ella tocándose, se la volvió a meter en el coñito. Raquel gimió muy profundo con un penetrante "DIOOSSSS, SIIIII, UHMMMM".

 - Joder, qué gusto, cojones, qué estrecho, con el culo lleno, cómo me gusta follarte, madurita.

 Empezó a darle duro, muy duro. Le daba azotazos y le hurgada el plug y se agachaba para maltratarle las tetitas con pellizcos en los pezones. Mi mujer parecía ida, encadenaba orgasmo con orgasmo y solo decía "más, más, más".

 Alberto paró de golpe. Y Raquel le pedía que no lo hiciera, le decía que le diera más.

 Sacó con cuidado el plug y le abrió el culo. El agujero estaba enorme. Le escupió y agarrándosela se la clavó hasta el mango del tirón.

 Raquel bramó como si la mataran, pero sus palabras no fueron acordes a su grito:

 - ¡Cabrónnnn! ¡me rompes entera, pero dame, vamos, fóllame, rómpemelo!

 Alberto le daba con toda su fuerza, la sacaba entera y se la volvía a clavar. Mi mujer se pajeaba como una loca.

No pude más. Me acerqué a su cara y se la puse en la boca, ella como pudo se la metió y me corrí como nunca lo había hecho en cantidad y potencia de chorro. Mi mujer tragó lo que pudo, pero le llené la cara y el pelo además de la cama. El gusto que me dio fue el mayor que nunca había tenido hasta ahora corriéndome.

 Me aparté para seguir viendo el espectáculo. Alberto dio un último apretón y bramó de nuevo un "arrgggga" vaciándose en lo mas profundo del ano de mi querida mujer, que se corría de nuevo al notar la leche caliente del pollon. Al salirse Alberto, salió de todo de dentro de mi mujer.

 Este se fue al baño a lavarse. Raquel estaba agotada. Cogí toallitas para limpiarnos.

 Alberto salió del baño, se vistió rápidamente y haciéndome el gesto de "ya nos llamaremos" se fue sin decir nada.

 Quité el antifaz a Raquel y la besé:

 - ¿Qué tal cariño? ¿te ha gustado?

 - Me ha encantado, amor. Me has follado como nunca.

 Me dijo besándome y guiñándome un ojo.

 Abrazados nos fuimos a la ducha y luego dormimos como troncos. Ya hablaríamos de lo sucedido otro día. Email.

 

 

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