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RELATOS DE CORNUDOS ::. |
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"Judith, Joan y el cornudo". |
En
la historia que les relato a continuación os cuento como conocí a
Joan, el que se ha convertido en el mejor de mis corneadores, y la
primera experiencia que tuvo con mi mujer.
Me llamo Álvaro, tengo 40 años y mi mujer Judith 33. Ya hace unos años que
mi mujer me cornea con regularidad ya que es algo que nos gusta
muchísimo a los 2.
Corría el mes de mayo y como cada año en primavera en mi empresa se
realiza la convención anual de empleados. Me tuve que desplazar hasta
la capital al igual que el resto de empleados de todo el país. Es una
semana completa de aburridas conferencias y debates empresariales,
por el contrario, siempre conoces a gente nueva con la que
intercambiar experiencias y con la que salir a tomar unas copas y
pasar un rato divertido.
En la de este año me tocó sentarme al lado de un chico bien parecido,
el caso es que sin quererlo, y siempre por temas profesionales surgió
entre nosotros una buena amistad.
Joan que así se llama el chico tiene 42 años, 2 más que yo, y se desplazó
hasta allí desde una ciudad distinta a la que yo resido. El caso es
que después de una semana nos intercambiamos nuestros teléfonos para
no perder el contacto, ya que, gente así no se conoce todos los días.
Volví a mi ciudad a seguir con la rutina; le conté a mi mujer la semana
vivida en la capital y como había conocido a Joan. Le dije que era un
chico agradable y que le hubiese gustado conocerlo. La verdad es que
había fantaseado con la idea de que se tirase a mi mujer.
Pasó el verano y en el mes de septiembre recibí una llamada en el móvil.
Era mi amigo Joan, me alegró saber de él, después de hablar de cosas
de la empresa me dijo que debía pasar una semana en mi ciudad por
cuestiones laborales, me pidió que le recomendara un hotel a lo que
yo respondí que el mejor hotel era mi casa.
Él en un primer momento me dijo que no, que no quería molestar, pero ante
mi insistencia accedió. Quedó en llegar el lunes.
Cuando me reuní con mi mujer a la hora de comer se lo conté.
¡Vaya por fin voy a conocer al tal Joan del que tanto me hablaste!
comentó Judith.
Pues sí y apuesto a que te caerá muy bien le contesté.
El lunes a la tarde a la hora convenida fui a recoger a Joan a la estación
de tren; los 2 nos alegramos de vernos de nuevo y nos dirigimos
camino a casa.
Al llegar nos esperaba Judith, entramos y los presenté a ambos.
Tanto el rostro de Joan como el de Judith dejaban ver que al menos la
primera impresión había sido muy buena.
Álvaro me ha hablado muy bien de ti le dijo mi mujer.
La verdad es que pasamos una semana a lo grande contestó Joan.
Ven Joan que te enseñaré la casa y verás cual será tu habitación le dije
yo.
Él me acompañó con su maleta, la dejó en su habitación y le enseñé el
resto de la casa.
Le pareció una casa muy confortable y acogedora.
Debido a que cada uno tendría su horario le di una llave y le dije que
hiciera su vida cómodamente como si estuviera en su casa.
Bien voy a darme una ducha que estoy cansado del viaje me dijo Joan.
Mi mujer mientras preparaba la cena, fui a la cocina a ayudarla y le
pregunté qué le había parecido mi compañero.
Está realmente bien dijo ella. Qué pena que esté casado, añadió.
Mujer nunca se sabe has estado con muchos hombres casados - le dije yo.
Si pero este parece un tío formal me contestó.
Joan volvió de la ducha y se dirigió a la cocina a echar una mano.
En qué puedo ayudarte Judith dijo Joan.
Si quieres puedes llevar algunas cosas a la mesa le contestó ella.
Nos dispusimos a cenar y todo transcurrió con bastante normalidad, aun así
noté que no sólo Judith se había sentido atraída por Joan, sino que
él también mostraba un cierto interés por ella. Miradas y gestos
delataban a ambos.
Nos fuimos a dormir y mi mujer me confesó que ese chico le atraía
realmente.
Pues ya sabes, lánzate le dije yo.
¡Ah si!, pues prepárate me contestó ella.
Conociendo a mi mujer como la conozco me imaginé que cualquier cosa podría
ser.
Al día siguiente cada uno se fue a su trabajo y quedamos en vernos por la
tarde, ya que Joan y yo tendríamos que comer fuera, eso sí cada uno
por su lado.
Regresé a casa sobre las 7 de la tarde, Joan estaba en el salón viendo la
televisión.
¿Qué tal ha ido todo Joan? le pregunté.
Bien, haciéndome un poco a esta ciudad me dijo él.
¿No está Judith? dije yo.
No, acabo de llegar y no había nadie me contestó.
Estuvimos viendo un rato la televisión y charlando de nuestras cosas;
sobre las 9 llegó Judith cargada de bolsas. Había estado de compras
con una amiga.
Hola, mirad todo lo que me he comprado dijo Judith.
Traía un montón de bolsas de tiendas de ropa.
Se acercó a mi y me dio un beso. Seguidamente hizo lo mismo con Joan.
¿Qué tal tu primer día Joan? preguntó Judith.
Muy bien se lo estaba comentando a Álvaro contestó él.
El cruce de miradas pícaras entre ellos hizo que los 3 nos diésemos cuenta
de lo que había en el ambiente.
Me tendréis que dar vuestra opinión con la ropa que me he comprado a ver
que os parece dijo ella.
Pues lo que tienes que hacer es probártela y así opinaremos le dije yo.
Mirad me he comprado esta blusa con esta falda dijo ella.
Ni corta ni perezosa se quitó la que llevaba y se probó la nueva, también
se quitó los vaqueros ajustados que llevaba y se quedó con un
tanguita negro muy morboso. Joan clavó su mirada en el coñito de mi
mujer. Ella aun a sabiendas de que él la estaba mirando
libidinosamente actuó con naturalidad poniéndose la falda.
¿Os gusta? preguntó ella.
Estás preciosa. Joan, ¿qué te parece? le pregunté.
Está impresionante contestó él.
También me he comprado este vestido de fiesta dijo ella.
Se quito la blusa y la falda y volvió a quedarse en ropa interior ante
nosotros.
Es un vestido escotado y con la espalda descubierta, esto hay que
ponérselo sin sujetador comentó Judith.
Sin cortarse un pelo se quitó el sujetador y lo tiró al sofá justo al lado
de Joan. Quedó tan sólo con su tanguita negro y unos zapatos de
tacón. Joan la miró de arriba abajo. Se puso el vestido y posó ante
nosotros.
¿Qué os parece? dijo ella.
Estupendo, pero quítale la etiqueta que cuelga de uno de los hombros no
vaya a ser que se te enganche le dije yo.
Era una de esas etiquetas que van con una cuerda delgada blanca, a ella le
resultaba incómodo por la posición de la etiqueta.
¿Me puedes ayudar Joan? dijo ella sentándose junto a él.
Claro que sí contestó él.
Joan intentaba quitar el pequeño nudo que traía hecho en la tira del
vestido.
Judith bajó la tira del vestido para poder ayudar a Joan en su cometido,
dejando uno de sus pechos al aire.
Él lo miró y seguidamente miró a los ojos a mi mujer. Ambos se sonrieron.
¿Te gusta? preguntó ella.
Tienes unos pechos preciosos contestó él.
Judith dejó caer la otra tira del vestido para que Joan los pudiese
contemplar. Mi mujer tiene un pecho firme y bien hecho.
Joan dirigió sus manos hacia las tetas de Judith y comenzó a acariciarlas.
Ella me miró como buscando mi aprobación, yo le sonreí para con ello
hacerle saber que me encantaba lo que estaba viendo y que no hacía
falta que yo le dijera nada, ya que ella tiene mi consentimiento para
hacerlo cuando quiera.
Judith giró la cabeza para contemplar como Joan le sobaba las tetas. Puso
sus manos alrededor del cuello de él y comenzó a acariciarlo para
acto seguido atraerlo hacia su pecho; Joan comenzó a comerle las
tetas a mi mujer, ella volvió a mirarme, en un primer momento con una
mirada desafiante para que yo viese que poco le había costado
conseguir el reto que me propuso la noche anterior, posteriormente me
sonrió ya que ella sabía que me estaba dando lo que yo quería ver.
Hay que dejar algo para después de cenar le dijo Judith.
Él levanto la cabeza y le plantó un morreo a mi mujer a lo que ella
respondió gustosamente metiéndole la lengua.
Judith se levantó dejando caer el vestido y quedando de nuevo casi
desnuda. Recogió sus cosas y se empezó a vestir.
Tu mujer está tremenda - me dijo Joan.
Veo que habéis congeniado bien le contesté.
Seguidamente preparamos una cena rápida y tras ella nos sentamos en el
sofá para tomarnos unas copas.
Joan se sentó en uno con mi mujer mientras yo me sentaba en el de
enfrente. Charlábamos desenfadadamente con Joan de nuestros gustos
sexuales, él y mi mujer parecían encontrarse a gusto juntos ya que se
tocaban y se besaban sin pudor frente a mi.
Mientras Joan y mi mujer se morreaban, él se desabrochó el pantalón
dejando ver su polla tiesa. Él y mi mujer se miraron a los ojos y se
sonrieron, ella se agachó poniéndose a 4 patas en el sofá y
engullendo la polla de Joan.
Él por su parte retiraba el cabello de mi mujer para que yo pudiese ver
bien la mamada que le estaba haciendo Judith.
Mira cornudo lo que me está haciendo tu mujercita me dijo Joan.
Joder como mama le respondí mientras me empezaba a hacer una paja
mirándolos.
Ella de vez en cuando me miraba sin dejar de chupársela, ya que ella sabe
que eso me pone a mil.
Después de unos minutos de excelente espectáculo, Judith se levantó y
dándole la mano a Joan le dijo: "Ven conmigo, vámonos a la cama".
Joan se levantó del sofá y juntos de la mano se dirigieron a la
habitación.
Recogí las copas y me dirigí a la habitación tras ellos. Desde la puerta
pude contemplar a Judith sentada en la cama haciéndole una mamada a
Joan mientras él permanecía de pie.
Con una mujer así creo que vendré más veces me dijo Joan.
Me parece que a mi mujer le gustará que vuelvas le respondí.
Judith se sacó la polla de la boca y sonrió, sin parar de acariciársela
miró a Joan y le dijo: "Con lo que te voy a hacer esta noche ten en
cuenta que volverás".
Joan se empezó a desnudar y ella hizo lo propio. Una vez desnudos se
empezaron a besar de pie junto a la cama, mientras sus manos
recorrían sus cuerpos sobándose mutuamente por primera vez.
Las manos de mi mujer se detenían sobre la polla de Joan y comenzaba a
masturbarlo sin parar de darle la lengua, por su parte Joan le sobaba
las tetas con una mano mientras con la otra empezaba a explorar su
coñito.
Judith separaba un poco las piernas para facilitarle la labor a su amante,
yo permanecía de pie en la puerta contemplando el espectáculo dejando
que ellos se desahogaran a gusto.
Mi mujer se tumbó en la cama boca arriba y bien abierta de piernas, el se
tumbó sobre ella y comenzó a besarla en los labios para
posteriormente ir bajando hacia sus tetas y recalar finalmente en su
almeja.
Cuando Joan comenzó a lamer el coño de mi mujer ella respiró profundamente
de placer, cerraba los ojos y se contorneaba disfrutando de la comida
que él le estaba haciendo.
Así cielo cómeme, ohhhhhhh!!!! Qué gusto exclamaba ella mientras erguía
su cabeza para verlo.
Joan se estaba deleitando a lenguetazos en su coño. Tras un rato en esa
postura él se levantó y quedó de rodillas delante de ella, se cogió
la polla y empezó a restregarla por la rajita de mi mujer que a esas
alturas ya estaba empapada y ardiendo.
Que zorrita eres le dijo Joan.
La culpa la tiene el cornudo de mi marido le contestó ella.
Girándose a continuación y quedando a 4 patas, ofreciéndose de esta manera
por completo a su amante. Él no lo dudó ni un momento y agarrándola
por la cintura le clavó la polla de un golpe en el interior de su
coño.
¡Toma pedazo de zorra! le espetó Joan.
Ella dio un fuerte gemido de placer y le contestó: "Jódeme cabrón".
Joan con ambas manos en la cintura de Judith comenzó a fornicarla con
fuerza, yo me acerqué para poder ver con detalle como entraba y salía
su polla del coño de mi mujer.
Mira cabrón como me la follo me dijo Joan.
Lo estaba deseando desde que llegaste le contesté.
Me encantaba ver como finalmente mi amigo y compañero de trabajo se estaba
beneficiando a mi mujer, nunca pensé que fuera tan morboso ver que
alguien de mi misma empresa se lo hiciera con Judith. Él por su parte
se sentía muy a gusto ya que es un hombre que disfruta corneando.
Judith jadeaba fuertemente y él sin bajar el ritmo seguía jodiéndola,
tenía la polla súper tiesa y se la metía y sacaba con buen compás. Mi
mujer disfrutaba como una loca, a ella le gusta que un tío la folle
bien y Joan lo estaba haciendo.
Cuando parecía que Judith iba a correrse Joan comenzó a bajar el ritmo y
acariciándole el culo le dijo: "No quiero que te vayas todavía".
Se tumbaron de nuevo en la cama, pero esta vez de costado frente a frente,
Joan comenzó a besarla y estuvieron un rato acariciándose y
morreándose.
Judith fue en esta ocasión la que ni corta ni perezosa bajó hasta la polla
de Joan y comenzó a chupársela lentamente; yo la veía muy feliz
haciéndolo y ella me lo hacía saber con sus miradas lascivas.
Mira que buena polla tiene tu amigo me dijo Judith mientras la lamía.
Yo me moría de gusto viendo aquella escena mientras me pajeaba sentado en
una butaca junto a la cama.
Seguidamente Judith se sentó sobre Joan que estaba tumbado boca arriba
sobre la cama, introduciéndose su herramienta tiesa en el coñito.
Apoyó sus brazos hacia atrás y comenzó a mover su pelvis provocando
una nueva follada, tenía las piernas bien abiertas para que yo
pudiese ver la penetración con facilidad.
¿Te gusta lo que estás viendo cariño? me preguntó Judith.
Me encanta cielo le respondí.
Pues disfruta los últimos momentos, cuenta un minuto y lárgate de la
habitación me espetó mi mujer.
Me afané en mirar y disfrutar de la corneada ya que sabía que el mandato
de mi mujer debía de ser cumplido. Ella me miraba desafiante con cara
de placer y vicio mientras no paraba de follar con su amante. Yo
pensaba que me dejaría un poco más pero ella cumplió su palabra:
¿Acaso no sabes contar cornudo?, ya ha pasado el tiempo, vete y cierra la
puerta cabronazo me ordenó ella.
Como buen cornudo consentidor hice lo que ella me ordenó, mientras cerraba
la puerta les eché un último vistazo, ella seguía moviéndose sobre la
polla de Joan y me miró con una cara mezcla de placer y desafío como
queriendo decirme: "¿No querías cuernos?, pues ya los tienes cabrón."
Cerré la puerta y me dirigí a la otra habitación para dormir ya que sabía
que ellos pasarían el resto de la noche juntos.
A la mañana siguiente coincidí desayunando con mi mujer y se le veía bien
contenta, Joan ya se había ido a trabajar.
¿Qué tal anoche? le pregunté.
Uff Una pasada, estuvimos un buen rato follando y me dio mucho placer, la
verdad es que Joan folla de maravilla. me respondió ella.
Le di un beso a mi mujer y me fui a trabajar, pasé el día fuera como de
costumbre imaginando lo que me había perdido y recordando lo que
había visto, me excita mucho recordar las escenas de sexo que mi
mujer tiene con otros hombres ya que me hace sentir realmente bien.
Pasaban ya de las 5 de la tarde y empecé a recoger papeles de la oficina
para dar por finalizado el día y regresar a casa cuando en ese
momento recibí un SMS de mi mujer que decía: "Cuando vuelvas a casa
no vengas acompañado".
No suelo ir con nadie del trabajo a casa pero mi mujer hizo bien en
avisarme ya que nunca se sabe, y teniendo en cuenta que esa semana
Joan compartía la casa con nosotros, entendí que a esa hora y al
estar solos quizás se hubieran acalorado un poco.
Al llegar a casa los imaginaba en la cama pero me equivoqué, entré al
salón y allí estaban Joan y mi mujer en el sofá, completamente
desnudos y haciendo un 69.
Judith me miró y me dijo: "Hola cariño, siéntate y disfruta". Me senté en
el sofá frente a ellos y contemplé como mi mujer volvía a
introducirse la polla de Joan en la boca y la chupaba suavemente, él
por su parte seguía recorriendo con su lengua la rajita de mi mujer.
Joan estaba completamente empalmado y la longitud de su polla se
perdía en la boca de Judith una y otra vez, ella de vez en cuando me
miraba sin dejar de mamársela.
Veo que no perdéis el tiempo les comenté.
Hay que aprovechar antes de que se vaya Joan me respondió ella.
Tu eres el primero que deseas que esto ocurra cabrón dijo Joan.
La verdad es que Joan tenía razón, yo había provocado que ellos se
conocieran y por ende que llegaran a esa situación sabiendo lo puta
que es mi mujer.
Continuaron unos minutos más dándose placer oral mutuamente, Judith
alternaba las mamadas y el pasarse la polla de Joan por sus pezones
haciendo círculos.
Mira cariño que polla más buena me decía mi mujer mientras jugueteaba
con la verga de Joan entre sus tetas.
Seguidamente Judith se levantó para posteriormente poner su coño enfilando
la polla de Joan e introduciéndosela en él.
Judith me miraba fijamente a los ojos con gesto serio y dominante mientras
flexionaba las piernas para meterse completamente la polla en el
coño.
Toma pedazo de cabrón, que te van a llegar los cuernos al techo me dijo
ella.
Yo empecé a menearme la polla mientras los contemplaba, Joan la cogía por
la cintura mientras ella lo cabalgaba a placer.
Tu mujer es una pedazo de zorra y me encanta me dijo Joan.
Pues disfrútala ahora que la has conseguido le contesté.
No dudes que lo haré, ahora no podrás pararlo aunque quieras me espetó
él.
En realidad era lo que yo deseaba hacía tiempo, que mi mujer tuviera un
amante que la follara bien y con el cual poder cornearme cuando le
viniera en gana. Con Joan creo que lo había conseguido aunque sólo
fuera durante una semana.
Levántate preciosa que le vamos a dar un buen espectáculo al cornudo le
dijo Joan a mi mujer.
Seguidamente la cogió de la mano y la llevó junto a la mesa del comedor,
allí de pie comenzó a morrearla y a sobarle el coño, Judith con una
mano le acariciaba el cuello a su amante y con la otra le meneaba la
polla.
Túmbate cielo le susurró Joan a ella.
Judith obedeció y quedó tumbada sobre la mesa boca arriba abierta de
piernas frente a él, ofreciéndole todo su coño.
Ella alargó su mano y cogiéndole la polla la acercó hasta su coño y empezó
a restregársela por su rajita, lo hacía lentamente, con suavidad,
desde su clítoris hasta la entrada de su coñito; la polla de Joan se
abría camino entre los pliegues dándose placer al tiempo que se lo
daba a ella.
Verlos así me daba un morbo increíble, el placer se reflejaba en sus
caras, se estaban deleitando en mi presencia y yo disfrutaba mirando
el espectáculo, me acerqué a ellos para poder contemplar la escena
con detalle, me puse de rodillas para de este modo tener un buen
primer plano, de repente Joan la cogió por las piernas y acercándose
a ella le metió la polla de un golpe en el coño.
Ahhh!!! Qué gusto, así jódeme cielo le gritó Judith.
¡Mira cabrón que bien le entra! me dijo Joan.
Él comenzó a follarla fuerte en mi cara, yo por mi parte no perdía
detalle; sus huevos golpeaban la vulva de mi mujer en cada envite, su
polla entraba y salía con facilidad.
Joan paró un momento y la sacó por completo mostrándomela, su polla lucía
brillante y firme.
Haz de mamporrero cornudo me ordenó él.
Le cogí la polla, la acaricié un poco, la tenía muy dura y antes de
introducírsela en el coño a Judith me la metí en la boca y le di un
par de chupetones.
Ohhh!!! qué gusto grito Joan.
Mi mujer al oír eso, irguió su cuerpo y mirándome me dijo: Hazlo otra vez
cornudo que quiero verlo.
Obedecí de inmediato y volví a mamársela, en esta ocasión más despacio
para que mi mujer pudiera verlo bien.
Ufff!!! qué pasada, te gusta cariño le preguntó ella a Joan.
Me encanta respondió él.
Mientras yo seguía mamando se dieron un buen morreo tras el cual ella le
susurró: anda sígueme follando que la debes de tener durísima.
Al oír eso dirigí la polla de Joan directa al coñito de Judith, él empujó
despacito hasta tenerla bien dentro.
Así cielo, qué buena polla tienes le comentó ella.
En esta ocasión la follaba con suavidad disfrutando en su polla todo el
placer que el coño de Judith le daba, yo mientras tanto me masturbaba
viendo el entrar y salir de esa polla en el coño de mi mujer.
Joan se inclinó sobre ella para comerle las tetas sin parar de joderla,
ella le acariciaba la cabeza y se dejaba hacer por él; de vez en
cuando me miraba para comprobar si yo estaba mirando.
Yo por supuesto no podía dejar de mirar la magnífica corneada que me
estaba pegando mi mujer y le sonreía indicándole de este modo que
disfrutaba viéndola así. No era para menos, ella tumbada en la mesa
con las piernas bien abiertas y aún con los zapatos de tacón puestos
mientras Joan de pie y reclinado sobre ella la penetraba y le mamaba
las tetas.
Joan paró de follarla y cogiéndola de las manos la llevó hasta la cocina y
se colocó detrás de ella, le acariciaba el cuerpo desde atrás
mientras le besaba el cuello, su polla tiesa rozaba el culo de
Judith.
Apóyate ahí le dijo él mientras le señalaba la mesa de la cocina.
Ella se inclinó hacia delante apoyando las palmas de las manos sobre la
mesa, echó el culo para atrás y separó las piernas, Joan le pasó la
mano por el coño y seguidamente se cogió la polla y la introdujo en
la rajita de mi mujer.
Así cariño fóllame - le dijo ella.
Joan la cogió por la cintura y empezó a follarla con fruición, las tetas
de Judith se balanceaban tanto como los huevos de Joan mientras yo
como buen cornudo consentidor me regodeaba pajeándome y mirando todo
lo que hacían.
No me iba a dar tiempo de ver mucho más, ya que él aumentó el ritmo
haciendo que ella comenzara a jadear más fuerte.
Toma zorra susurraba él.
Ahhh!!! Así, así dame cabrón respondía ella.
Tras dos o tres minutos de estupenda follada ella no aguantó más y estalló
en un orgasmo bestial, él tuvo la suficiente fuerza como para acabar
con el orgasmo de Judith y meneársela para correrse sobre el culo de
mi mujer. Yo me la meneé en el sofá y me corrí; me acababan de pegar
una corneada magnífica y los tres habíamos quedados satisfechos.
Nos sentamos los tres para descansar un poco.
No os puedo dejar solos, vuelvo a casa y ya estáis liados - les dije yo.
Es él que me provoca y me pone cachonda respondió Judith.
¿Yo?, pero si me estabas esperando desnuda cuando he llegado comentó él.
¿Y acaso no te ha gustado? preguntó ella picarona.
Tú sabes que sí dijo Joan.
A mi me encanta que mi mujer zorree de esa manera con otros hombres, y si
es con él aún me gusta más.
Cuando llegó la noche estábamos demasiado cansados como para preparar la
cena, nos arreglamos para salir y nos dispusimos a cenar fuera.
Fuimos a un pequeño restaurante con mucho encanto y mientras cenábamos le
pregunté a Joan por la noche anterior. Él me describió con detalle lo
zorra que había sido mi mujer cuando se quedaron a solas en la cama.
Ella con su sonrisa picarona asentía todo lo que su amante decía sin
cortarse un pelo.
Mi mujer es muy lanzada en la cama con otros hombres y no se corta para
nada en hacer todo tipo de prácticas sexuales con ellos delante de
mi, sin embargo prefiere que sean ellos los que me lo cuenten cuando
yo no estoy, a Judith siempre le ha gustado más follar que hablar.
Tras la cena fuimos a tomar unas copas a un pub, nos pusimos de pie junto
a la barra y después de cerciorarse que no había gente conocida, mi
mujer le dio un morreo a Joan.
Es algo que me da mucho morbo, ya que, al ser un pub normal y no un club
de intercambios, la gente no se imagina que no es su mujer sino la
mía. Él tampoco se cortaba mucho y le tocaba el culo a Judith
mientras charlábamos, estuvimos allí un rato hasta que decidimos que
era la hora de volver a casa.
Subimos a mi coche y ellos se sentaron detrás, tan sólo arrancar ya se
estaban morreando apasionadamente, miré hacia ellos y mientras se
besaban Joan le sobaba las tetas a mi mujer al tiempo que ella pasaba
su mano por el paquete de su amante. Inicié la marcha y el silencio
en el interior del vehículo sólo era interrumpido por el sonido de
sus lenguas y algún que otro suspiro, yo tenía la polla muy tiesa, es
una situación muy excitante para un cornudo.
Cuando llegamos a casa entré directamente al garaje, paré el motor y giré
mi cabeza hacia atrás; Joan tenía la polla fuera del pantalón, Judith
se la acariciaba mientras lo besaba en los labios, ella se giró y me
dijo: "¿cómo tienes la polla?.
Tan tiesa como él le respondí.
Pues te vas a tener que joder porque yo voy a mamar solamente la suya me
espetó.
Acto seguido se agachó y comenzó a deleitarse con la polla de su amante en
la boca.
Toma cornudo mira lo que pasa cuando se consiente a una mujer me dijo
Joan.
Pues disfrútala tú que puedes le comenté.
Por supuesto que lo voy a hacer cabronazo me susurró Joan mientras con
movimientos suaves introducía una y otra vez su polla en la boca de
mi mujer.
Tras unos minutos de una deliciosa mamada, Joan le dijo a ella: "vámonos a
la cama que te voy a follar todita, cielo".
Lo estoy deseando cariño le susurró ella.
Anda ven con nosotros que te voy a poner un buen par de cuernos me dijo
mi mujer.
Subimos a la habitación, al entrar yo me senté en una butaca para
contemplar la corneada que mi mujer me había prometido, ella entró
delante de él y fue abrazada por detrás.
Joan acariciaba a mi mujer de arriba abajo mientras le besaba el cuello
suavemente, poco a poco iba desabrochando su blusa y pantalones
dejando entrever su ropa interior, Judith se giró y rodeándole el
cuello con sus brazos comenzó a besarlo, él con las manos libres
aprovechó para deslizar una de ellas en el tanga de mi mujer y
empezar a sobarle el coñito, ella abría discretamente las piernas
poniéndoselo fácil.
Mientras manoseaba a mi mujer con una mano desabrochaba su pantalón con la
otra para liberar de esta manera su polla erecta.
Mira lo que tengo para ti le susurró a ella mientras se la miraba.
Judith respondió agachándose, dejando su cara a la altura de la polla de
Joan para seguidamente comenzar a mamarla.
Como me gusta esto - dijo Joan mientras me miraba.
Tanto como a mi contemplarlo le respondí.
Mi mujer le dio unos cuantos chupetones y volvió a ponerse de pie para
terminar de desnudarse, él por su parte también aprovechó para
quitarse el resto de la ropa.
Una vez desnudos se tumbaron en la cama y comenzaron a acariciarse
mutuamente, se tocaban el uno al otro sin decirse nada, tan sólo
disfrutando del placer del sexo, se miraban y se sonreían al saberse
observados por el cornudo con la relajación de poder hacer lo que
querían.
Judith se giró y acabo poniéndose a 4 patas, Joan se colocó detrás de ella
y cogiéndose la polla comenzó a jugar con su rajita para acabar
penetrándola suavemente.
Ummm! Qué bueno cariño le dijo Judith.
Joan movía su pelvis despacio y su polla iba llenando el coño de mi mujer.
De vez en cuando se regodeaba echándome una mirada lasciva y
dominante que dejaba bien claro quien era el cornudo y quien el
corneador. Judith permanecía callada y dócil al placer de su amante,
y altiva al exhibirse así ante su cornudo.
Él se inclinó sobre la espalda de ella y ambos quedaron a 4 patas
incrementando el ritmo de la follada; no era aún el momento de
correrse y Joan sacó su verga dura y tiesa tumbándose nuevamente
sobre la cama.
Judith hizo lo mismo pero dándole la espalda a su amante.
Dame más polla cariño le sugirió.
Joan la abrazó por detrás y la volvió a penetrar, esta vez en una posición
más cómoda para los dos. Mientras la follaba podía aprovechar para
sobarle las tetas y besarla, yo por mi parte no perdía detalle,
mientras me masturbaba me encantaba ver su polla entrando y saliendo
del coñito de Judith y sus dedos deleitándose sobre su pezones.
Mi mujer vio como me pajeaba y me sonrió.
¿Te gusta ver esto cabroncete? me dijo ella.
Me muero de gusto cariño le contesté.
Ella comenzaba a jadear ya que Joan comenzaba a follarla con fruición,
ambos disfrutaban de una follada estupenda aguantando para que durara
un buen rato.
¡Jódeme cabrón! dijo Judith.
Joan abrazado a ella empujaba con fuerza su polla en el interior de mi
mujer, sus huevos golpeaban su vulva una y otra vez, a Judith le
ardía el coño, yo desde mi posición podía ver como su clítoris
completamente hinchado sobresalía de su rajita húmeda.
Me encanta ver a mi mujer tan excitada con un hombre, el placer que veo en
ella es inmenso y creo que a ella le vuelve loca poder hacer eso
cuando le apetezca.
Joan fue bajando el ritmo hasta parar por completo, saco su polla del
coñito de ella y se tumbó boca arriba, estaba completamente
empalmado, Judith se giró y se la cogió acariciándosela con suavidad.
Hazme el amor que me gusta que me mimen le susurró ella a él.
Joan se giró sobre ella y adoptaron la postura del misionero, comenzó a
follarla despacito mientras la besaba y acariciaba, ella se dejaba
hacer por su amante.
Era una escena espectacular, ver a esos amantes dándose placer, pero me
duró poco ya que Joan me miró y me dijo: "vete a la otra habitación
que le voy a hacer el amor a tu mujer".
Obedecí como corresponde al cornudo, y mientras salía podía ver la cara de
placer de Judith, cerré la puerta y los dejé para que pudieran
disfrutar a su aire.
Me quedé dormido y no se cuanto tiempo estuvieron haciéndolo, pero eso era
lo de menos, lo importante para mi era disfrutar de estas tremendas
corneadas que me propinaban ellos dos.
Los días que restaron hasta completar la semana fueron en la misma línea,
no perdieron el tiempo ni el uno ni la otra.
Si ella lo provocaba a él le hacía falta poca provocación para acabar
follándosela, no dejaron ni un rincón de la casa por probar, desde el
salón hasta el vestidor pasando por la cocina, hasta en la bañera se
metieron en una ocasión y acabó la cosa en corrida como no podía ser
de otra manera.
El caso es que ha sido una experiencia estupenda que ojalá podamos volver
a repetir.
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