Lo
primero, agradecer los casi 100 mails de felicitaciones, que añadidos a
los míos del currele podrían hacer 200... jijiji. Me he jartao de leer
esta Semana Santa, que por cierto de santa ha tenido poco (para mi
marido y para mí, mis respetos a los fieles).
Hará
como unas tres semanas conocimos a un joven cuyo nombre poco importa y
para poner uno falso pues no pongo ninguno, lo conocimos en un local de
intercambio más bien pequeño de BCN. Mi marido tenía curiosidad por ver
lo que allí se cocía y fuimos tal día como un jueves. Lo cierto es que
en el local no abundaba la clientela, habían tres o quizás cuatro
parejas y unos pocos hombres sueltos pululando por allí, a decir verdad
ninguno llamó mi atención.
El
caso es que nos dimos una vueltecita a ver que ocurría por allí y no
vimos gran cosa, salvo un trío muy apasionado a juzgar por los berridos
que pegaba la mujer de aproximadamente unos 40 años. Uno de los hombres
se nos acercó y nos quiso invitar a tomar algo. Educadamente lo rechacé
porque no era mi tipo y no quería ni mucho menos hacerle pagar unas
copas para no llevarse ninguna satisfacción. Insistió en invitarnos,
incluso a sabiendas de que no se comería un rosco, en fin, aceptamos la
copa y charlamos con él un rato. Le hice saber mis preferencias y
después de un rato de charla nos preguntó que si habíamos mirado en la
zona de baile, ya que allí había un chico que solía tener mucho éxito
con las parejas. Ni corto ni perezoso, el hombre se levantó y nos
invitó a esperar su regreso. "Esperar aquí a ver si lo veo y os lo
presento". Lo cierto es que en la zona de baile de la que nos hablaba
habíamos pasado y no vimos a nadie, pero también es cierto que es muy
oscura.
Al minuto, le vemos acercarse con un joven que ya desde la distancia
prometía, nos presenta y después de pagarnos las copas incluso se
excusa y se quita del medio para que podamos charlar con nuestro nuevo
amigo. Estábamos rondando ya las dos de la madrugada y casi estábamos
pensando mas en irnos que en seguir allí alternando con gente, pero el
muchacho estaba algo más que bueno y mi ratito tonto se estaba
despertando, charlamos durante una media hora con él y a los 10 minutos
ya me acariciaba con sutileza la pierna.
Le
dije que me había causado muy buena impresión y que si sería tan amable
de darnos un teléfono de contacto. Así lo hizo, dándonos unas pequeñas
instrucciones de seguridad ya que no tenía mujer o novia pero sí tenía
una hija que por lo visto le hacía un marcaje férreo en asuntos de
mujeres.
Tras
la charla le dijimos que ya era tarde para nosotros y nos teníamos que
ir. El joven nos dijo que él también se marchaba ya, así que salimos
juntos del local. Ya en la calle nosotros habíamos tenido suerte y
conseguimos aparcar casi enfrente del local. Mi marido le preguntó si
se iba en coche y el joven contesto que sí, lo tenía en un parking por
lo visto bastante alejado, vamos, que tenía un buen paseo para llegar
nos hizo entender. Mi marido se ofreció a acercarlo hasta el parking.
Ese gesto tan amable de mi marido a mi ya me escamó, no es que no sea
amable, que lo es, pero rondando las tres de la madrugada y bostezando
desde hacía rato, me pareció una amabilidad un tanto interesada.
El joven se subió a nuestro coche y le indicó la dirección a mi marido.
Aun no había arrancado el coche que ya noté la mano del joven
acariciándome la cintura por el lado derecho y oculto de mi asiento. No
dije ni pío, me callé como una zorra. Mi marido le hablaba y él
respondía escuetamente con monosílabos. Su mano no paraba de sobarme y
ya había alcanzado mi pecho. "Ese de ahí es", dijo el joven. Mi marido
paró junto a la rampa y yo de sopetón le digo "entra dentro del
parking". Mi marido me mira extrañado y me dice "¿vamos a pagar para un
minuto?", y yo le contesté, creo que ya fuera de mi "quien sabe, a lo
mejor se alarga diez o quince minutos".
Fue decirlo, ver la mirada de cornudo de mi marido y sin pensármelo salté
a la parte de atrás del coche y me fundí en un beso con el joven. Mi
marido no atinaba ni a coger el ticket, el vigilante sin duda nos vio
dándonos el lote al pasar por la garita, el joven parecía que tenia
cuatro manos, mi marido preguntando donde tenía el joven su coche y
nosotros a lo nuestro. Me arrancó el tanga y ya se disponía a clavarme
todo lo que Dios le dio que no era poco, ya me estaba paseando el
capullo (diría glande pero mi marido insiste en que utilice un lenguaje
un poco mas "viciosillo") por la entrada de mi chochito, cuando mi
marido nos sacó del trance, "¿alguien lleva preservativos?".
Medio cabreada por las ansias que me invadían, le contesto "¿tú llevas?,
pues no jodas, si quieres ves a comprar" y tal como lo suelto el joven
me la clava hasta la empuñadura. Santo Dios, como culeaba el chaval, yo
allí abierta de piernas sujetándome los tobillos y a punto de partirme
el cuello con la posturita y el joven dándome pollazos a velocidad de
vértigo, yo le cogía el culo y lo atraía hacia mí para que culeara aun
con mas fuerza. A los pocos minutos el pobre estaba reventado y sin
parar de culear me suelta los tobillos y se echa sobre mi comiéndome la
boca, el cuello y todo lo que pillaba a su paso a la vez que me
estrujaba con fuerza mis hermosas tetas. Normalmente, cuando me corro,
suelo decir "ya" o "me viene", pero mi marido me había pedido que
dijera "me corro, me corro, me corro" y eso hice, lo grité para que se
enterara bien y si hacía falta que se enterara hasta el vigilante.
A los pocos segundos, mi marido corriéndose sobre mi tobillo izquierdo,
que es lo único que le quedaba a mano, un minuto si llega más tarde el
joven me dice "me voy a correr... Donde te lefo?", eeeeeehhhhhh?, ¿lefo?,
la primera vez en mi vida que oía esa expresión, no sabia que contestar
y el joven salió de mi coño a toda velocidad y poniéndose a horcajadas
sobre mi cara me soltó cinco o seis andanadas de lefa sobre la cara (jajaja
ahora me gusta la expresión) y me puso perdida como un cristo, el
tobillo, el pelo, el cuello y la cara llenas de leche, el ojo que me
escocia como si me hubieran tirado vinagre y la caja de clinex vacía,
me tuve que limpiar con lo que quedó del tanga, que además era
minúsculo.
Estaba a mi lado sentado con todo su rabo apoyado en la tapicería del
coche, le paso el tanga para que se limpie aunque más bien se iba a
manchar más y me dice "dáselo a tu marido, límpiame la polla tú", solo
tengo el tanga le aviso y me coge de la nuca, me agacha y sujetando su
polla toda morcillona por el tronco me mete el capullo en la boca.
Tengo que decir que el sabor del semen no es algo que me entusiasme y
si lo mezclas con mis flujos pues apaga y vámonos que se suele decir,
al principio la empecé a chupar con bastante asco, pero sentirla crecer
en mi boca fue total.
Cuando
me di cuenta le estaba mamando la polla en toda regla, el joven con su
mano izquierda me estrujaba mi teta derecha y con su mano derecha me
dirigía la cabeza sujetada por la nuca, yo con una mano le sujetaba los
huevos (enormes, la polla solo respetable como la de mi marido, pero
joder que huevazos) y con la otra le masturbaba mientras mis labios
engullían una y otra vez su capullo, mi marido el pobre tocándose la
polla flácida y yo viéndolo por el rabillo del ojo, me dice "venga nena
que es muy tarde", el joven le contesta "estoy a punto, enseguida
estoy", total, solo nos retuvo unos diez minutos más de mamada y por
suerte esta vez le quedaba menos leche en los testículos, se corrió en
mi boca apretándome la teta como si se la quisiera llevar, no solo le
dejé correrse en mi boca, además seguí mamándole hasta sentir como su
polla se arrugaba.
Me incorporé mientras el joven arreglaba sus pantalones, yo saltaba a la
parte delantera y le mostraba mi boca al cornudo (que conste que aunque
no me gusta hacerlo es el quien me pide que lo llame así), por aquello
de probar a ver hasta donde llegaba su vicio, le ofrecí un beso con
leche, pero no lo aceptó, jajaja, de haberlo aceptado me habría
preocupado, en fin, nos despedimos del joven y nos fuimos. Por el
camino tuve que mamársela a mi marido y tuve que terminárselo en casa
porque el volante no le dejaba concentrarse.
Los días sucesivos, el joven y mi marido mantuvieron unas cuantas charlas
que concluyeron en una invitación para el fin de semana de Semana Santa
a su casita en Lloret de mar, mi marido quiere que continúe contándolo,
pero como no lo escriba él (con los cuernos, jajaja, conste que lo ha
añadido él) yo creo que ya he escrito bastante por hoy, un saludo y un
beso a todos los cornudos y corneadores y a sus esposas.
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