.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "El amante cornudo (4)".

 

 Queridos míos colegas cornudos, admirables corneadores y maravillosas corneadoras nuestras; hoy quiero transmitiros, lo mejor que pueda o sepa, una suculenta y real historia de cuernos muy bien puestos, pero desde el punto de mira de la polla de un corneador.

 La sé porque una noche de espeso calor en Sevilla, después de haber consumado un trío inolvidable que gozamos Sara y un servidor con Javier “el magnífico”; y ya supondréis el porqué de su “magnificencia”, él nos contó con pelos y señales cómo había colocado recientemente, en un local sevillano donde acudían parejas buscando macho para ella, una cornamenta enorme y muy divertida a un adiestrado cornudo madrileño que le ofreció en bandeja a su señora; “una viciosa del carajo”, nos dijo Javi de ella.

 Lo contaba en la misma cama en la que hacía nada habíamos estado follando los tres con tanto morbo, las sábanas húmedas de sudores y flujos, en ese momento del cigarro primero después de la corrida, que tan bien nos sabía entonces. Recuerdo a la perfección aquellos instantes, no solo por lo cachondo y divertido de la historia, sino porque mientras “el magnífico”, que no fumaba, iba narrando la peripecia, a su lado, Sara, recostada en su hombro, medio zombie aún por los siete orgasmos que acababa de disfrutar, con una de sus manos se acariciaba mórbida las tetas y con la otra el mandoble de Javi en reposo. Pero de esa noche y de ese trío ya os diré cuando le toque.

 Ahora vamos al testimonio de Javier, el corneador. Así lo contaba: La madrileña tenía peligro, y el cornudo más. Yo estaba en el sitio ese, una noche de sábado, esperando a una golfa de Mairena, con quien había concertado un trío comercial, quiero decir para ganar dinero, ella y yo, con un constructor mariquita que se pirraba por mi polla, vamos que el tío se sentaba en un sillón con su botella de güisqui y se la bebía entera, cayéndosele la baba por la cara y por el pijo, que tenía más bien ridículo, viéndonos en la cama a la viciosa de mi socia y a mí; el maricón nos animaba y todo: ¡Así Javier, así, clávasela en el chocho, métele los 22 centímetros hasta dentro al fondo, que le salga por la boca el nabo!

 Estaba yo pensativo por este compromiso, en la barra, de pie, con mi trago de agua “vitaminada” y veo que se acerca a mí un hombre de una edad media, con cara de sátiro golfo, trajeado y con pinta de funcionario amable, el tío me da la mano y me dice: Buenas noches, disculpe, me llamo Raúl (40 años), soy madrileño, y me han dicho que en este lugar... y le ruego me disculpe si no es así, hay hombres atractivos, guapos como usted, dispuestos a follar con mujeres delante de sus maridos... ¿me han informado bien?

 El tal Raúl, que todavía no me había soltado la mano desde que empezó a presentarse, daba la impresión de que, por su tranquilidad, no era la primera vez ni la segunda que ofrecía así a su hembra; lo que yo aproveché para llevarle su mano a mi paquete y decirle: Cabrón, dime donde está la señora, y comprueba cómo y hasta cuánto crece lo que le voy a meter... El tío, como si ya estuviera en trance, empezó a palpar y embobao, sin palabras, con la otra mano me señala una mesa y en la mesa su mujer, que a legua se notaba lo “cariñosa” que era.

 El experto cornudo, recuperando el habla y sin quitarme la mano de donde yo se la había puesto, me dice: Mírala, se llama Beatriz, llevamos casados quince años y, hace seis, que nuestra convivencia se puso bastante desagradable, me atreví a proponerle en serio que probásemos a hacer realidad mi fantasía de verla gozar con otro hombre, a ver si así nuestras constantes discusiones y nuestros enfados se pudiesen ir a tomar viento del fresco.

 Como te puedes suponer -seguía diciendo Raúl, con la palma de su mano en el mismo sitio, sin cortarse- Beatriz, al principio se negó en redondo, dijo que eso era una locura, que acabaría con todo lo nuestro... pero yo, en ese momento estuve astuto y le repliqué como una flecha: ¿Lo nuestro, Beatriz, qué es lo nuestro? ¡Lo nuestro es una discusión continua, y cuando no hay discusión lo que hay es silencio, rencores, mentiras, desprecios!

 Viendo yo ¡palabra de cornudo! que mis dardos habían dado en la diana, me aproveché y rematé la faena con estos irrebatibles argumentos: Mira, cariño, tú eres una mujer con capacidad y necesidad de tener un buen sexo, te lo mereces... y yo, tu marido que te quiere tanto, tengo una polla chica, bastante chica mi amor. Y no es justo que en estos años de tu vida, por haberte casado con un hombre que tiene pollita, no polla, te veas privada sin remedio de poder sentir las embestidas de un rabo en condiciones.

 Y por si faltara algo ¡y ya termino! lo que tú consideras que es un menosprecio a mi persona, a tu esposo le sabe a gloria: estoy muy lejos, lejísimos, de sentir cualquier tipo de celos por ti, cariño mío, sé que me amas, y verte disfrutando ese placer enorme, con un tío que te llene bien y que te de lo que yo no te doy..; eso Bea, si tú lo deseas, si tú quieres, sería para mí no únicamente el dichoso cumplimiento de un deseo, sino motivo para quererte más, para desearte más y estar siempre a buenas contigo…

 A estas alturas de la película, y esto es ya Javier quien lo dice, el Raúl, que se había presentado como hetero y morboso mirón, no dejaba de sobarme el rabo por encima del pantalón, mientras yo chuleaba ya con la muchacha (39 años, 170, rubia, pelo largo, delgada, currada de gimnasio, culo respingón, 105 de tetas) haciéndole gestos obscenos, pasándole la mano por la cabeza al marido, y hablándole con los labios: ¡Prepárate, zorra¡ ...y la zorra, en su mesa, se ríe como una viciosa del carajo, se abre de piernas en su butaca, me enseña el coño, las cierra, se levanta y viene en busca nuestra como si fuese la reina de Saba...

 Estando en este punto, vuestro amante cornudo observó, como las caricias de Sara fueron acentuándose, alteraban el corazón y todo de Javier, hasta tal punto que cuando él en su polla tuvo no la mano de mi mujer sino su boca... lanzó un gruñido, me miró y me dijo: Pedrito, otro día te sigo contando de tu compañero Raúl y de Bea, ¡dios qué tetas! pero ahora mira las de Sara, cornudo mira las tetas de Sara en mis cojones y mira bien, acércate y mira bien cómo entra y sale mi nabo de su boca...

 CONTINUARÁ... Vuestro Amante Cornudo. Email.

 

 

La web de los cornudos

Sólo para adultos

   [Añadir a favoritos]

   [Recomendar esta web]

   [Envíanos tus fotos]