Tengo que admitir, que en el momento en el que
comienza esta historia, me encontraba en una situación a caballo entre
el nerviosismo y la impaciencia. Atrás habían quedado los días en que
mi mujer Ana Maria y yo dábamos rienda suelta a nuestras fantasías y
perdíamos el pudor ante la web cam para alegrarle la vista al primer
internauta que nos pedía cámara por el MSN.
Nos enganchamos a esa afición como la mayoría de
los que visitan los chats calientes, de manera lenta y progresiva,
contemplando a otras parejas, hombres o mujeres, y dando cada semana un
paso mas hasta convertirnos en unos asiduos, en ocasiones como simples
mirones, y otras veces como protagonistas del espectáculo.
Aun no me explico porque en el caso de Néstor fue
algo diferente. Tal vez el hecho de confesarse bisexual desde el primer
momento de una forma tan abierta nos hizo depositar en el mas confianza
que en el resto de morbosos amigos de la red.
Mientras esperaba impaciente que mi esposa acabara
de arreglarse para encontrarnos con él, pasaban por mi mente las
primeras conversaciones que tuvimos desde nuestros respectivos
ordenadores, y una leve sonrisa acudía a mis labios al recordar como a
diferencia de otros, el siempre se mostraba tranquilo y respetuoso, y
jamás había dado muestras de impaciencia o desinterés cuando nos
enfrascábamos en interminables charlas que a veces no tenían la menor
relación con el sexo.
Como muchos tipos originarios del sur de España,
Néstor tenia una piel extremadamente morena, y acostumbraba a llevar el
pelo bastante corto. Aunque lo que más envidiaba yo de el, era su
atlético y bien cuidado cuerpo, al cual yo le sacaba al menos una
diferencia de 40 Kg. de peso y media docena de tallas en los
pantalones.
Ana Maria salió de la habitación con cara de estar
preguntándose si su aspecto seria apropiado para el encuentro que
tendría lugar en apenas un par de horas, dando vueltas y mirándose de
arriba abajo una y otra vez en el gran espejo que teníamos en el
pasillo.
-
Víctor, cariño, ¿Qué tal estoy? Me pregunto examinándose
cuidadosamente el peinado.
- ¿Crees que le gustare a Néstor?
-
Estas guapísima, cariño. Le conteste mientras se me pasaba por
la cabeza volver a desnudarla y echarle un polvo allí mismo. Y Néstor
ya te ha dicho muchas veces lo buena que estas, así que no te preocupes
tanto y date prisa o llegaremos tarde.
Esto era del todo cierto. La primera vez que
nuestro amigo había visto por la cam a mi mujer, había mantenido un
discreto silencio, pero más tarde, a solas conmigo, me había confesado
que estaba impresionado por el cuerpo de Ana Maria, aun cuando la había
contemplado completamente vestida.
Mi esposa seguía corriendo por la casa desde el
cuarto de baño a la habitación una y otra vez mientras yo la esperaba.
Se había puesto una fina falda blanca de color negro con pequeños
detalles de hilo en un tono plateado junto con un ajustado top rojo sin
tirantes que se sujetaba milagrosamente mediante un elástico por encima
de sus pequeños senos y que combinaba perfectamente bien con su media
melena rizada de un rubio tan oscuro que podría pasar por pelirroja.
Su metro sesenta de estatura había aumentado en
casi diez centímetros gracias a los zapatos negros de alto y fino tacón
que se había puesto, lo que la hacia parecer aun más delgada de lo que
sus apenas cincuenta quilos podían dar de sí.
A esas horas, el avión de Néstor ya debía de haber
aterrizado en el aeropuerto de Barcelona y a buen seguro estaría
recorriendo la ciudad para hacer tiempo hasta que llegara la hora
convenida de nuestro encuentro.
Si bien yo confiaba plenamente en el muchacho, mi
esposa había puesto como condición para aceptar esta cita que nuestra
identidad habría de ser reservada en todo momento, lo que nos llevo a
decidir encontrarnos en un local de ambiente liberal muy conocido de la
ciudad, tras el cual Néstor pernoctaría en un hotel antes de su vuelta
a Sevilla al día siguiente.
-
Bueno, ya estoy lista. Me dijo por fin Ana Maria saliendo de
la habitación. Cuando quieras nos vamos.
-
Pues en marcha. Le dije yo sin perder un instante y
dirigiéndome ya a la puerta de la calle. Y tranquilízate un poco, no
va a pasar nada que nosotros no queramos. Te lo aseguró Néstor y te lo
he repetido yo un montón de veces, solo vamos a tomar algo juntos.
Bajamos al parking y salí con el coche dispuesto a
recorrer los escasos veinte Km. que nos separan de la ciudad en el
menor tiempo posible, pero a medida que nos acercábamos al centro, yo
veía que mi mujer estaba cada vez más nerviosa, e incluso hubo momentos
en los que creí que me iba a decir que diera la vuelta para volver a
casa.
Cuando ya entrábamos en la ciudad intente calmarla
recordándole algunos episodios pasados con Néstor, y sonrió
prometedoramente mientras comentábamos un cómico striptis que nos hizo
nuestro amigo acompañándolo con la música de nueve semanas y media, y
que culmino con su erecto miembro colocado a escasos centímetros de la
cámara.
Un poco mas tarde, Ana Maria aun se sintió mucho
mas relajada cuando evocábamos un juego en el que nuestro amigo había
adoptado el papel de amo dominante y nosotros el rol de sumisos, en
lo que fue quizás la más placentera experiencia con él a través de la
web cam.
Sabia y pausadamente, nos había ido dictando los
actos que nosotros obedientemente debíamos realizar, y nos sorprendió
de manera especial cuando le indico a mi mujer que lo primero que debía
de hacer era dejarme a mí en ropa interior sentado en la silla frente a
la cámara, para posteriormente irse desnudando ella de la manera mas
morbosa y provocativa posible ante mis ojos.
Aun recuerdo como si hubiera sido ayer, como
Néstor la guiaba paso a paso para que me atara las manos tras la silla
usando el sujetador que Ana Maria acababa de quitarse delante de el,
quedando únicamente cubierta con sus pequeñas braguitas blancas que
empezaban a humedecerse a causa de la excitación de mi mujer.
Circulando ya por las calles de Barcelona, empecé
a notar una fuerte erección mientras mi esposa me recordaba la forma en
que siguiendo las instrucciones de nuestro improvisado amo ella se
sentó frente a mí y comenzó a sobarme mi tieso rabo con la planta de
sus pies por encima de mis calzoncillos, al tiempo que ella con una
mano se masajeaba los erectos pezones mientras y con la otra se
acariciaba suavemente el clítoris por debajo de sus bragas.
Yo ya estaba totalmente empalmado cuando por mi
mente pasaban las claras imágenes del final de aquella atípica sesión
de dominación que nos brindo nuestro amigo, en las que yo me encontraba
en una humillante postura, sentado en la silla y con los calzoncillos
en los tobillos, mis muñecas firmemente atadas a la espalda con el
sujetador de mi mujer y sus bragas hechas un ovillo dentro de mi boca
con la clara indicación de Néstor de que no debían salir de allí bajo
ninguna circunstancia.
Pero lo mejor fue cuando en esa postura, Ana Maria
recibió la orden de colocarse sobre mí y de frente a la cámara para
concluir el juego con una especie de polvo televisado a un único
espectador. En la pantalla yo podía ver con toda claridad como mi mujer
me cogía la polla por la base y con una pierna a cada lado de la silla
iba haciendo descender su cuerpo hasta que se la metió completamente en
el coño
Hecho esto, y siguiendo las consignas que Néstor
le iba dando con el mismo tono de voz tranquilo y sereno que al
principio de comenzar dicho juego, mi mujer comenzó a mover sus caderas
sobre mí rítmicamente mientras nuestro voyeur privado comenzaba a
pajearse con una cómplice sonrisa en los labios.
Al cabo de unos minutos, los fuertes brincos que
Ana Maria daba sobre mí y que hacían que mi rabo se hundiera en lo más
profundo de su vagina, hicieron que una gran cantidad de semen saliera
de mi verga al tiempo que un ahogado jadeo intentara salir de mi boca
taponada por sus bragas.
Recuerdo que aun durante unos instantes, mi polla
ya morcillona permaneció en el interior del coño de mi esposa, mientras
ella se frotaba el clítoris con los dedos a una velocidad vertiginosa,
lo que dio paso a una abundante corrida que enseguida sentí deslizarse
por mis genitales, al tiempo que en la pantalla Néstor también concluía
con su masturbación y se apreciaba el producto de la misma repartido
por todo su pecho.
Con esos pensamientos aun rondándonos por la
cabeza y una erección que comenzaba a tornarse dolorosa en mi
entrepierna, llegamos a las cercanías del local donde nos habíamos
citado con nuestro ciber amigo.
Posiblemente fuera la experiencia de esa noche de
suave dominación virtual, la que había provocado que estuviéramos a
escasos minutos de reunirnos los tres protagonistas, ya que,
comentándolo al día siguiente con mi mujer, y posteriormente con
Néstor, todos habíamos coincidido en que, el hecho de ser
voluntariamente dominados por nuestra parte, y el de compartir un rato
de nuestra sexualidad por parte de nuestro amigo, aunque fuera a
distancia, nos había provocado a todos una dosis extra de morbosidad.
A mí me había encantado el hecho de ver como Ana
Maria le mostraba a Néstor todos sus encantos y habilidades, además de
sentir una extrema excitación al participar en un juego en el que nos
poníamos a disposición de sus deseos, aun cuando yo resulte ser el mas
humillado de la aventura.
Mi esposa había manifestado con total sinceridad
que se había excitado enormemente al cumplir las ordenes de nuestro
amo virtual, y estaba dispuesta a repetirlo muchas mas veces en
adelante cuando Néstor declaro que éramos la pareja que más le agradaba
y más respetaba de cuantas había conocido en la red.
Así que lo siguiente fue proponer un encuentro
entre los tres. No había nada planeado, no tenia por que ocurrir nada,
simplemente, después de la amistad que había surgido entre nosotros
como ciber amigos, habíamos quedado para tomar unas copas una noche de
viernes.
Aun cuando había visto varios aparcamientos libres
en las inmediaciones, pase con el coche muy despacio por delante del
club al que nos dirigíamos y mire a uno y otro lado intentando
encontrar al muchacho sin éxito.
Pasaban apenas cinco minutos de la hora de nuestra
cita y mi mujer me comento que quizás Néstor ya estaría dentro del
local, así que me dirigí hacia el indicador de un parking que se veía
en la siguiente manzana.
Pero cuando volvimos a salir a la calle, allí
estaba, justo en la cera de enfrente en que se encontraba el local,
caminando despacio y con aire inquisitivo, con unos pantalones
vaqueros, una camiseta blanca y una chaqueta sport de un tono color
claro.
Al llegar a su altura, nos saludamos con
cordialidad, estrechándole yo la mano y dándole el dos besos a Ana
Maria en las mejillas. Tras comentar durante unos instantes que todos
éramos en vivo tal y como aparecíamos a través de la web cam, nos
dirigimos al local con un punto de nerviosismo.
Ni nosotros, ni por supuesto Néstor, habíamos
estado nunca en aquel sitio, y cuando franqueamos la puerta los tres
recorrimos el local con la mirada hasta donde nuestra posición nos lo
permitía, además de que la iluminación no estaba pensada para poder ver
lo que ocurría en los distintos apartados del club.
Rápidamente se presento ante nosotros una guapa y
llamativa rubia que dijo ser la relaciones publicas, de nombre Gaby, y
tras indicarnos en líneas generales como funcionaba el local, nos
acompaño a una especie de semi reservado y nos pregunto que deseábamos
beber.
Nos quedamos un poco dubitativos a la hora de
pedir nuestras consumiciones, y la tal Gaby nos recomendó picaramente
una cerveza egipcia que según ella, tenia ingredientes afrodisíacos
usados desde la antigüedad.
Nos sentamos en el rinconcito que nos habían
asignado y comenzamos ha hablar animadamente entre los tres,
intercalando nuestra conversación con indiscretas miradas a los
reservados cercanos al que nosotros nos encontrábamos cuando una guapa
camarera muy ligerita de ropa apareció con las tres cervezas.
Mi esposa se encontraba sentada entre Néstor y yo,
y aunque no había puesto la menor objeción, ella no era precisamente
una amante de la cerveza. Yo, mientras tanto, observaba como dos
parejas se entretenían muy acarameladamente en un reservado cercano por
mi derecha y a un tipo trajeado en otro de la izquierda que estaba
acompañado por dos preciosidades morenas.
Como ninguno de nuestros eventuales vecinos
prestaba la menor atención a lo que sucedía a su alrededor, nosotros
acabamos por hacer lo mismo, siguiendo con nuestra conversación que
inevitablemente se dirigió a los momentos que habíamos vivido juntos a
través de la cámara.
No sé si lo del afrodisíaco era una fanfarronada
de la relaciones publicas, pero lo cierto es que la cerveza nos entraba
en el cuerpo sin darnos cuenta, y la poca timidez que podíamos haber
mostrado al principio de nuestro encuentro, había desaparecido por
completo al cabo de unos minutos.
Néstor pidió otra ronda cuando evocábamos el
momento en que mi esposa me ataba las manos con su sujetador y
aprovecho la ocasión para repetir su opinión respecto a que pensaba que
Ana Maria estaba buenísima y que aquella había sido sin duda la mejor
ciber velada que habíamos pasado juntos.
Fue a mitad de esa segunda cerveza, y con la cara
de Ana Maria ya un poco colorada, no sé si por el alcohol o por el
supuesto afrodisíaco, cuando mi mujer me hizo indicaciones para que
mirara hacia uno de los reservados cercanos al nuestro.
Se trataba del que estaba ocupado por las dos
parejas, pero en este caso, y para mi sorpresa, las dos chicas habían
cambiado de posición y ahora se encontraban a los extremos de los dos
hombres, que con la bragueta abierta y sus tiesas pollas al aire,
contemplaban con satisfacción como ellas se turnaban en pajear
alternativamente cada una de las vergas.
También Néstor contemplo la escena y sin lugar a
dudas le excito tanto como a nosotros, que rápidamente volvimos la
cabeza para no parecer indiscretos y volver a nuestra conversación que
también se animaba a cada momento.
-
Me encanta el sitio al que me habéis traído. Nos dijo
moviéndose un poco en el amplio sillón sin duda intentando ocultar el
bulto que le crecía bajo los pantalones. Tiene unas vistas de lo más
interesante.
-
No sé si vosotros os habíais fijado antes en esas dos parejas.
Contesto entonces Ana Maria con cara de asombro. Pero yo si que lo he
hecho al entrar y eso tiene toda la pinta de ser un intercambio de
parejas.
Volvimos a nuestra conversación, pero a cada
instante, los tres dirigíamos disimuladamente nuestros ojos al lugar
donde se encontraban aquellas dos parejas e intentábamos adivinar en
que se ocupaban bajo la penumbra que les envolvía.
En un momento dado, y aun no se muy bien como, me
atreví a preguntarle descaradamente a mi esposa si ella seria capaz de
hacer algo parecido, y para mi sorpresa, tras dirigir una rápida mirada
a nuestro expectante compañero, tomo un largo trago de cerveza y
dejando la botella vacía sobre la mesa me contesto:
-
Aun no he bebido suficiente para hacer una cosa así. Intento
mostrar sensación de seguridad antes de continuar.- Pero si, supongo
que seria capaz de hacerte una paja aquí mismo delante de Néstor. Al
fin y al cabo, ya nos ha visto en situaciones mucho más comprometidas.
-
Pues por mi no os cortéis. Reacciono inmediatamente nuestro
acompañante. No hace falta que os recuerde que soy un gran voyeur.
Yo me quede perplejo, pero nuestro amigo reacciono
al cabo de escasos segundos, y diciendo: - además, eso tiene muy fácil
solución. Se levanto del sofá e hizo señas a la camarera para que nos
trajera otras tres cervezas. Y ya van nueve, pensé yo mientras es
volvía a sentarse.
El caso es que Ana Maria estaba desconocida,
seguramente a causa de la bebida y a lo que acontecía a nuestro
alrededor. Pero si me había sorprendido la respuesta de mi mujer, aun
me sorprendieron mas las siguientes palabras de Néstor.
-
¿Y a volver a jugar al juego de la pasada noche, te atreverías?
Le espeto de inprovisto mirándome casi mas a mí que a ella. -
¿Cuántas cervezas mas necesitarías para cumplir sumisamente mis
ordenes?
Nos mantuvimos en silencio mientras la camarera
dejaba sobre la mesa las nuevas consumiciones, pero cuando se fue,
bebimos cada uno un trago de nuestras botellas y Néstor volvió al
ataque, viendo que yo no me oponía a la prueba propuesta.
Entonces explico que podía ser algo mucho más
inocente y suave, que por supuesto nadie se tendría que comer las
bragas de Ana Maria ante el resto de clientes del club, y que seria un
juego que podríamos detener en el momento que quisiéramos.
Mi esposa se mantenía reacia a acceder, pero yo ya
la veía masajeándome la polla allí mismo bajo la atenta mirada de
nuestro acompañante. Además, aun guardaba un as en la manga, ya que sin
que mi esposa lo supiera, yo cargaba con nuestra pequeña cámara de
fotos digital y no dudaría en usarla sí la situación lo suficientemente
morbosa.
De modo que me uní a Néstor para intentar animarla
a ir un paso mas allá, incluso la provocaba para que siguiera bebiendo,
y con el calenton que ya había sufrido en el coche de camino al club,
me encontraba en una situación tal, que no me hubiera importado
emborracharla con tal de que se prestara para algún tipo de aventurilla
publica.
Nuestro acompañante le hizo notar que el tipo
trajeado que también se encontraba cerca de nosotros, se encontraba
sentado debajo de una de las chicas que le acompañaba y los
movimientos que esta hacia arrodillada sobre su bajo vientre, indicaban
claramente donde el tipo tenia metida la polla.
Vamos, que se la estaba follando, pero además de
eso, tenia la cabeza hundida entre las tetas de su otra acompañante,
que mientras lo sujetaba por el cabello, se masturbaba descaradamente
con la otra mano entre sus piernas, y a juzgar por la cara que ponía
esta, no debía de estar muy lejos de llegar al orgasmo.
-
Vais a pensar que soy una maruja. volvió a sorprendernos mi
esposa, que siempre fue una gran observadora. - ¿Os habéis dado cuenta
de que tanto ese tío como la mujer a la que le esta comiendo las tetas
llevan anillos de casados? Sin embargo, la otra no lleva nada en los
dedos.
El caso es que entre Néstor y yo, estábamos cada
vez mas cerca de convencer a mi mujer para que también en nuestro
reservado comenzara el espectáculo. Cada vez se me ponía la polla mas
dura y estaba considerando el acercarme a mi esposa y deslizar mi mano
por entre sus piernas cuando nuestro acompañante me demostró que
nuestros pensamientos no iban en el mismo sentido.
Cogió la botella de cerveza de la mesa y se la
entrego a mi mujer incitándola a seguir bebiendo, al mismo tiempo que
le indicaba que lo único que quería era que se quitara la falda, que le
encantaría ver las hermosas piernas que tenia y que no había podido
apreciar bien a través de la web cam.
Lo cierto es que a mí también me atraía la idea de
que Ana Maria empezara a quitarse ropa ante nuestro amigo, e incluso me
descubrí explicándoles que tenia allí la cámara de fotos y que seria un
buen recuerdo de aquel morboso y excitante encuentro.
En fin, que al cabo de unos minutos insistiéndole,
mi mujer acabo de un solo trago la cerveza que le quedaba en la
botella, y con cierta timidez pero resignada, primero levanto su falda
hasta que sus bragas de color rosa quedaron a nuestra vista. Pero acto
seguido Néstor la reprendió suavemente diciéndole que eso no era lo que
él le había pedido, que lo que quería era que se la quitara, si es que
tenia valor.
Sin decir palabra, Ana Maria se puso en pie, y
lentamente hizo descender la falda negra por todo lo largo de sus
piernas mientras que yo ya me afanaba en sacar la prometida cámara de
fotos. Cuando hubo terminado, dejo la prenda en el espacio libre del
sofá que quedaba entre ella y Néstor, y al tiempo que se sentaba nos
sorprendió con una nerviosa risa que en parte se debía al alcohol
ingerido.
-
¿Lo ves? No ha sido tan difícil. Le dijo Néstor satisfecho
mientras yo me dedicaba a hacer media docena de fotos en las que
aparecían los dos. Bien, continuemos con el juego para que Víctor
pueda hacerte un buen reportaje.
El exhibicionismo con que nos deleitaba mi esposa
me había puesto el rabo totalmente tieso, igual que le ocurría a
nuestro compañero a juzgar por el bulto que destacaba bajo su bragueta,
pero creo que Ana Maria era la que en esos momentos estaba mas caliente
de los tres, aun cuando era evidente un cierto nerviosismo en sus
movimientos.
Yo ya estaba totalmente metido en el papel que el
juego de Néstor me había asignado, y que de momento se limitaba a dejar
constancia grafica de los encantos que mi mujer tenia a bien irnos
mostrando, y que confieso no me desagradaba en absoluto.
Nuestro amigo tomo entonces su botella de cerveza,
que aun no había tocado y permanecía completamente llena, y se la
entrego a Ana Maria al tiempo que le indicaba que se mantuviera con las
piernas un poco entreabiertas para que mi cámara pudiera captar con mas
facilidad algunas de sus partes más intimas.
Fue entonces cuando mi mujer, en un acto ya
ausente de cualquier tipo de pudor, se recostó en el asiento hasta que
su espalda quedo apoyada en el mismo, y dando otro sorbo a la cerveza,
abrió completamente las piernas y mientras bebía se llevo
lujuriosamente la mano libre hasta posarla en su zona vaginal por
encima de sus rosadas bragas.
El acto solo duro unos segundos hasta que mi mujer
volvió a su postura original sentada en la punta del sofá con las
piernas juntas, pero el suficiente para que yo tuviera tiempo de
lanzarle unas cuantas instantáneas, hecho lo cual, me tuve que colocar
el pene de forma más conveniente para que la erección que me asaltaba
no me produjera tanto dolor.
-
Eso ha estado muy bien, Ana Maria. Le dijo Néstor satisfecho
haciendo con la cabeza un gesto afirmativo. pero ahora me gustaría
que nos enseñaras tus coquetas tetitas.
A mi esposa le debió de hacer mucha gracia esa
petición de nuestro amigo, ya que de nuevo cayo en una nerviosa risa
que apenas podía controlar mientras daba otro pequeño sorbo a la
botella, y a mí me agrado tanto la idea que inmediatamente puse el
objetivo de la cámara apuntando a los pechos de mi mujer.
Ella, de nuevo metida totalmente en su papel de
chica obediente, dejo la botella de cerveza sobre la mesa, y poniéndose
perfectamente de frente a mi posición, metió sus dedos pulgares por
debajo del elástico de su top rojo a ambos lados de sus pechos, y sin
dejar de reírse lo deslizo unos centímetros hacia abajo hasta que sus
dos tetitas quedaron al aire.
Pero eso no fue todo. Mientras yo disparaba fotos
con la cámara desde distintos ángulos, Ana Maria hecho una rápida
mirada a Néstor y mostrándole su mirada mas guerrera, se dedico durante
unos segundos a masajear sus erectos pezones con sus dedos índices,
provocando una nueva excitación tanto a nuestro acompañante como a mí.
Yo me tuve que colocar la polla en su sitio por
segunda vez, y Néstor emitió un significativo silbido de aprobación sin
dejar de observar como mi mujer se magreaba las tetas ella solita de
forma tan morbosa y provocativa.
-
Quítate también el top, cariño. Le dije yo entonces olvidando
incluso mi papel de reportero grafico en el morboso juego. y sigue
poniendo esa carita de golfa, cielo, que no sabes como me estas
poniendo.
Ni siquiera tuve que esperar a que Néstor, el
supuesto jefe del juego, diera su aprobación a mis palabras. Ana
Maria cruzo los brazos por delante del pecho, sin ni siquiera haberse
tapado antes las tetas, y con un movimiento infinidad de veces
practicado, tiro de la prenda hacia arriba y se la saco por encima de
la cabeza, quedando ya únicamente cubierta con sus braguitas rosa.
Esta vez ni siquiera hubo risas por parte de mi
esposa. Se limito a recuperar la botella de cerveza que descansaba
sobre la mesa, y con toda naturalidad bebió un largo trago mientras
Néstor y yo no dejábamos de observar el gracioso baile que realizaban
sus pequeños pechos a causa de sus movimientos.
A continuación, mi mujer nos deleito con unas
cuantas poses dignas de la mejor modelo porno, contorneándose con los
hombros y haciendo resaltar sus pequeños pechos, poniéndolos primero
frente al objetivo de mi cámara e insinuándose luego con total descaro
ante las narices de Néstor con los pezones completamente erectos.
Aunque lo mas espectacular, llego en el momento en
que, apoyando de nuevo la espalda contra el respaldo del asiento y las
piernas obscenamente abiertas, comenzó a jugar con la fría botella de
cerveza, pasándosela primero por todo el contorno de las tetas y
haciéndola bajar después lentamente hasta su sexo, restregándosela por
encima de su ropa interior en repetidas ocasiones, hasta que esta quedo
totalmente humedecida, y acompañando ese desvergonzado gesto con un
sensual movimiento de su lengua recorriendo su labio superior.
Pero de golpe y porrazo, mi esposa volvió a
acomodarse derecha en el sofá, y volviéndose a llevar la cerveza a la
boca dio por terminado el espectáculo, no sin antes dirigirnos a los
dos una rápida mirada en la que yo creí ver una cierta vidriosidad en
sus ojos como la que tantas veces le había visto en nuestras lujuriosas
noches de sexo.
Sin lugar a dudas, Ana Maria se había hecho ya
dueña de la situación, si bien es cierto que la valentía que mostraba
se debía en gran parte a las cuatro cervezas que se había metido entre
pecho y espalda. Pero aun así, tenia la suficiente lucidez para volver
a sorprendernos con sus palabras.
-
Yo también quiero dar ordenes. Nos dijo mirándome primero a mí
y posteriormente a Néstor con expresión desenfadada y arrastrando un
poquito las silabas. Y también quiero ver cositas, no voy a ser yo la
única en desnudarme, pareja de mirones.
Yo me quede un poco sorprendido ante las palabras
de mi esposa, y nuestro acompañante soltó una sonora carcajada ante el
atrevimiento de esta, pero cuando vimos que Ana Maria se arrodillaba un
poco tambaleante frente a Néstor, los dos nos quedamos paralizados
durante unos segundos.
-
Vamos a sacarle unas cuantas fotos a la polla de Néstor, ¿vale,
cariño? Me dijo ella tras una rápida mirada y dirigiendo ya sus manos
al botón del pantalón de nuestro amigo. Es que por la web cam yo
tampoco pude verla bien, ¿sabes?
En un primer momento no supe como reaccionar ante
el hecho de que mi esposa se hubiera colocado entre las piernas de
nuestro amigo y ya estuviera inmersa en la tarea de desabrocharle los
pantalones, además, me pareció ver que Néstor se ponía un poco tenso
ante la descarada actitud de Ana Maria.
Sin embargo, en cuanto vi como mi mujer hacia
descender la cremallera del pantalón del muchacho y tiraba de el
haciéndolo bajar hasta sus tobillos, una oleada de morbosidad volvió a
asaltarme y de muevo comencé a disparar fotos con la cámara intentando
no perder el menor detalle de los pasos que iba dando Ana Maria.
La visión de Néstor en calzoncillos y mi mujer
semi desnuda a escasos centímetros de su paquete, provoco que me
tuviera que llevar la mano a la entrepierna y me sobara el pene durante
unos segundos por encima del pantalón, aunque no por eso deje de seguir
lanzando fotos hacia la pareja.
Acto seguido, y tal como mi mujer había predicho,
Ana Maria agarro el slip del muchacho y con una sonrisa en la boca tiro
de ellos hasta dejárselos en mitad de los muslos, acto al que ayudo
Néstor alzando un poco su trasero del sofá y deslizándose al mismo
tiempo hacia el extremo del mismo.
Una erecta polla de tamaño medio se mostró
entonces ante los deseosos ojos de mi esposa, a la que rápidamente, y
tras una ligera mirada hacia donde yo estaba, alargo una mano para
posársela suavemente en los genitales y posteriormente la fue haciendo
subir con lentitud a lo largo de toda la verga del muchacho, que miraba
directamente la cara de Ana Maria con expresión de satisfacción.
La situación ya estaba totalmente descontrolada, y
lo que ocurrió a continuación era del todo inevitable. Mi mujer, una
experta en el sexo oral, fue bajando la cabeza con ojos de deseo hasta
meterse completamente en la boca la polla de nuestro amigo, para
continuar con una suave y pausada mamada que hizo que Néstor echara su
cabeza hacia atrás y cerrara los ojos a causa del placer que estaba
recibiendo.
Hasta ese momento, no había caído en la cuenta del
placer que me producía ver a mi esposa comiéndole la polla a una
tercera persona, y en lo que casi fue un acto reflejo, me situé mas
cerca de ellos para seguir recogiendo con la cámara de fotos todos los
detalles de la morbosa situación.
Sin duda alguna, Ana Maria le estaba haciendo a
Néstor un trabajo de primera. Los dedos de una de sus manos jugueteaban
con los testículos del muchacho al tiempo que se metía la polla en la
boca con tal profundidad, que la nariz de mi esposa casi llegaba a
tocar en el bajo vientre de su victima.
Este, mientras se sujetaba la camiseta a media
altura sobre el pecho y emitía algún que otro gemido de placer, comenzó
a realizar pequeños movimientos con las caderas que coincidían con el
balanceo de la cabeza de mi esposa, provocando así que su tranca
llegara casi hasta la garganta de Ana Maria.
Pero no contento con eso, Néstor se decidió a
alargar su brazo izquierdo para alcanzar uno de los pechos de mi mujer,
y tras masajeárselo unos instantes con toda la palma de la mano, agarro
su erecto pezón con los dedos pulgar e índice y se dedico durante un
buen rato a retorcérselo con suavidad a uno y otro lado, lo que mi
esposa agradecía con ahogados gemidos e intensificando la velocidad de
la felacion.
Al cabo de unos minutos, durante los cuales yo
debí de disparar al menos un centenar de fotos, mi mujer decidió
acompañar la mamada con una frenética masturbación sobre la polla de
Néstor, además de que acelero considerablemente sus movimientos en lo
que parecía ser una desesperada búsqueda del semen del muchacho.
El anunciado desenlace no se hizo esperar, y unos
momentos después Néstor empezó a comunicarnos que estaba a punto de
correrse y que iba a vaciar toda su carga de leche en el interior de la
boca de Ana Maria, y así mismo le rogaba una y otra vez que no parara
de chupar.
Mi esposa, por toda respuesta, se esmero en que la
succión que sus labios producían en el rabo de nuestro amigo le
produjeran el mayor placer posible, y yo podía ver claramente como sus
rosadas mejillas se inflaban y se contraían cada vez con mas violencia
hasta hacer que toda la polla de Néstor desapareciera por completo
dentro de su boca.
Mi mujer cumplió esta vez la orden a la
perfección, ya que segundos mas tarde, un más prolongado gemido de
Néstor nos anuncio la inminente corrida. Su leche comenzó a salir de su
berga pasando directamente al interior de la boca de Ana Maria en
grandes borbotones.
En ningún momento ella dejo de chupar la polla que
conservaba entre los labios y solo durante un instante un delgado hilo
de semen descendió a lo largo de la iniesta herramienta del muchacho,
consiguiendo que el resto de la lefa fuera a parar al mismo sitio en el
que reposaban las cuatro cervezas ingeridas.
Una vez que los genitales de nuestro amigo
quedaron completamente vacíos, Ana Maria aun se dedico unos instantes a
restregarle una mano por los huevos mientras que con la otra seguía
masturbándole la polla ya con mas suavidad, al tiempo que mi mujer
ponía una cara de golfa que yo jamás le había visto.
Aun lance unas cuantas fotos mas antes de que la
tarjeta de la cámara estuviera completamente llena captando como Ana
Maria levantaba la cabeza relamiéndose los labios con expresión
satisfecha mirando primero a Néstor y después a mí.
-
Ha sido una mamada fantástica. Comento el muchacho
inmediatamente después mientras mi esposa se volvía a sentar entre los
dos. Sin duda sabes como chupar una polla, guapa.
-
Ha sido una mamada fantástica para ti, colega. Conteste yo
guardando ya la cámara de fotos. Pero en lo que a mí respecta, lo
único que he conseguido es que se me ponga el rabo como una barra de
hierro.
Entonces Ana Maria alargo su brazo y me palpo
descaradamente el paquete mientras me decía que lo mejor seria
marcharnos y terminar la fiesta en casa, además de recordarme que allí
Néstor podría usar nuestra cámara de video mientras ella y yo ideábamos
algún morboso juego sexual.
Dicho y echo. Ellos dos volvieron a vestirse y
salimos del local sin ni siquiera echar una rápida mirada a los
reservados contiguos, con intención de pasar una lujuriosa noche de
sexo en nuestro domicilio mientras yo le comentaba a nuestro amigo que
al menos tenia en la nevera media docena de latas de cerveza. Pero eso os lo contare en otro relato.
Si os ha gustado este relato, o si no os ha
gustado, agradecería comentarios en mi dirección de correo. Prometo
contestar a todos y todas.
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