La
historia que voy a relatar a continuación es totalmente real a
excepción de los nombres, que he cambiado para mantener el anonimato.
Los lugares que se describen y los hechos son verídicos al cien por cien y
exponiéndolos pretendo explicar cómo ha cambiado mi vida a mejor desde
que soy un cornudo oficial, sumiso y fiel a mi mujer, que se ha
convertido en una auténtica hotwife.
Somos una pareja que vive en un pueblo de Mallorca. Pongamos que nos
llamamos José y Adela y que tenemos 45 años ella y yo 48. Llevamos
juntos unos tres años y ya desde el principio de la relación yo le dejé
entrever que estaba abierto a ser su sumiso cornudo, hecho que ella,
para mi sorpresa, aceptó inicialmente como un juego sexual; ya que
cuando estábamos en la cama casi siempre fantaseábamos con que ella me
sometía a sus caprichos y me ponía los cuernos con algún amante.
Todo se precipitó un día en que, después de una sesión de sexo, ella se
puso seria y me preguntó si realmente estaba dispuesto a ser un cornudo
sumiso, a lo que respondí afirmativamente pero poniendo dos
condiciones. La primera era que con sus amantes sólo tuviera sexo, es
decir, que no dejara de amarme a mí. La segunda consistía en que cada
vez que me pusiera los cuernos debería contármelo.
Su respuesta fue contundente.
- Pues vete preparando porque pronto tendrás que agacharte al pasar por
las puertas.
Y ella también puso una condición:
- Te vas a tatuar en la nalga mi número de la suerte, que es el 39 y el
texto Esclavo de Adela. Estos van a ser tus primeros pasos como
sumiso cornudo.
Al día siguiente ya tenía hecho el tatuaje, se lo enseñé y me dijo:
- Muy bien. Pronto te daré una sorpresa.
Pasaron los días y el tema se iba enfriando hasta que un día por la mañana
me llamó al trabajo y me dijo:
- ¡Oye! ¿Me escuchas? Ya eres cornudo oficial. He follado.
- ¿En serio? ¿Con quién?
- Con mi amigo Pedro. Han sido unos polvos de cine. Lo hemos hecho en el
salón de casa tres veces y la verdad es que folla mucho mejor que tú.
Me invadió una sensación indescriptible entre celos y excitación. Mi polla
se puso dura como una piedra y sólo anhelaba que concluyese mi jornada
laboral para regresar a casa y que me contase con detalles lo ocurrido.
Nada más entrar en nuestro piso, la encontré tumbada en el sofá con cara
de satisfacción.
Me acerqué a ella y empecé a tocarle los pechos, pero ella me apartó
diciendo que no quería tener sexo conmigo porque su amante y amigo ya
la había dejado muy satisfecha.
Pese a todo, accedió a relatarme lo ocurrido de forma muy superficial para
que yo me hiciera una paja.
En lo único que insistió es en que habría un antes y un después de este
día, ya que las cosas iban a cambiar en nuestra relación. Me dijo que a
partir de ese momento, ella tomaba las riendas y que lo primero que me
iba a prohibir era eyacular dentro de ella, pues las corridas en su
vagina y en su boca quedaban reservadas para sus amantes.
Desde entonces tuvo algunos encuentros con diferentes machos, pero ninguno
repitió. Las cosas, sin embargo, cambiaron cuando conoció a Jesús, un
compañero de trabajo por el que, según me dijo, sentía una fuerte
atracción física.
No tardaron en enrollarse en los ascensores de la residencia de ancianos
en la que ambos trabajaban hasta que un día decidieron pasar la noche
juntos. Al día siguiente regresó llena de semen y con un fuerte olor a
macho y me dijo:
- Mira cornudo. Mi amante se ha corrido dentro de mí tres veces y tengo la
vagina súper mojada. Túmbate porque quiero sentarme en tu cara para que
te comas hasta la última gota de leche de tu corneador. Si quieres,
puedes pajearte mientras comes.
Eso ocurrió hace aproximadamente un año y mi mujer y Jesús se han
convertido en amantes fijos. A veces lo trae a casa cuando yo estoy
fuera y follan en nuestra cama de matrimonio con toda naturalidad.
Esta es nuestra experiencia como cornudo y hotwife. Espero que les haya
gustado.
Email.
|