.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Me gusta exhibir a mi esposa".

 

 Soy un marido morboso con una esposa que está buenísima y, aunque madura, se conserva estupendamente.

 Siempre me ha gustado exhibir a mi mujer sin que ella se diera cuenta, me excita ver cómo es observada por tíos anónimos que se ponen muy burros, pero que no pueden hacer nada.

 Este verano nos fuimos unos días de descanso a Vera (Almería), alquilamos un apartamento en una urbanización pegada a la playa nudista. Mi mujer solo se ponía en topless, pero no se desnudaba completamente y yo quería convencerla poco a poco.Me  volvía loco pensando que mostraría su coño depilado a extraños.

 A dos días de haber llegado no nos habíamos acercado a la playa nudista, íbamos a la parte textil y tomábamos cañas en un chiringuito que era la frontera entre las dos zonas; pero que sin embargo acudían muchas parejas y chicos desnudos. A ella se le iban los ojos a los rabos que se paseaban, sin ningún disimulo, por la terraza del bar.

 Creo que aquello la excitó mucho, porque cuando llegamos al apartamento, después de comer, se me abalanzó y prácticamente me violó, comenzó a comerme la polla con un ansia que no había sentido nunca. Se corrió tres veces y se quedó dormida, yo me reservé porque quería estar cachondo todo el día y fingí haberme corrido, cosa de la que no se percató porque su coño estaba lleno de jugos.

 Estaba tumbada en la cama tumbada de lado, con las piernas separadas, dejando ver su raja jugosa y su pedazo de culo abierto,

 Aquella mañana, antes de irnos a la playa, pasé por recepción para avisar que teníamos una avería en el grifo de la cocina. Quedaron en pasar para repararlo. Cuando volvimos de la playa no comprobé si esta solucionado el problema; y me sorprendí cuando llamaron a la puerta, Era un chaval joven de origen árabe, seguramente marroquí, que dijo que era el técnico y que venía a ver la avería. Le hice pasar a la cocina; pero la puerta de la habitación donde estaba durmiendo mi mujer estaba entreabierta y a pesar de la penumbra se la distinguía perfectamente. Yo iba delante del técnico en dirección a la cocina y él detrás mío. Cuando paso a la altura de la habitación hecho una ojeada dentro, yo le observaba a través de un espejo del salón y pude comprobar su asombro al ver semejante espectáculo. No se esperaba algo así y se puso muy nervioso.

 En la cocina, le indiqué cual era la avería y le dije que tenía que ir a recepción para solucionar un problema. El tío se quedó flipado al ver que se iba a quedar solo con semejante hembra en el apartamento.

 Sali del apartamento y di la vuelta a la casa, detrás de un seto se veía mi terraza y podía distinguir al chico en la cocina; pero estaba seguro de que no desaprovecharía la ocasión de darse un atraco de mirar a mi esposa.

 Efectivamente, al poco rato de salir yo del apartamento, pude observar cómo salía sigilosamente de la cocina y se asomaba sigilosamente al dormitorio, Se llevo la mano al pantalón sacándose un enorme rabo erecto, pajeandose mientras miraba por el hueco de la puerta. Aquello me disparo la libido, me puso a cien, me sentía como un cornudo dejando a mi mujer en manos de un extraño.

 Deje que se corriera frotándose con unas bragas que había encontrado encima del cesto de la ropa sucia.

 Al momento llame a la puerta disculpándome por no haberme llevado la llave, El se quedocontrariado por que si hubiera sabido que no llevaba las llaves quizás se hubiera atrevido a entrar en la habitación.

 Se disculpo por no haber podido arreglar la avería (no había ni empezado) y quedo en volver al día siguiente; pero nos dijo que solo podía a la hora de la siesta y que no quería molestarnos. Le dije que no se preocupara ya que mi mujer se tomaba una pastilla para dormir y que no la despertaba ni un terremoto y que yo aprovechaba su siesta para ir al gimnasio. Se despidió diciendo que tendría que traer un ayudante y que harían el menor ruido posible.

 Cuando ella se despertó, estaba radiante, bien corridita y con ganas de más, yo estaba como un perro. Sin decirle nada la recosté en la cama, le abrí las piernas y me meti su coño empapado en la boca, imaginando que estaba chorreando la leche del morito, se corrió una vez más, yo la monte descargándole toda mi leche en su vagina, lo que ocasiono otro orgasmo en ella.

 Nos duchamos y nos fuimos a la playa. La convencí para ir a la zona nudista e increíblemente accedió. Nos tumbamos en la toalla, yo desnudo y ella en tetas y con la parte de abajo del bikini. No hice ningún comentario, quería que fuera a su ritmo, ya que la notaba muy abierta, muy diferente.

 Cuando la tarde avanzaba, la gente se iba marchando de la playa y de pronto se bajó la braguita quedándose totalmente en pelotas pidiéndome que le diera crema en el culo.

 Yo flipaba, no había tenido que insistir, ella sola había decidido desnudarse. Me miró y me dijo que en estas vacaciones estaba dispuesta a probar cosas nuevas. Al rato de estar tumbados vimos a dos chicos que caminaban en nuestra dirección, cuando estaban más cerca, vimos que estaban desnudos y que lucían un buen par de pollas.

 Pasaron justo a nuestro lado y me di cuenta de que era el chico que había estado en el apartamento, me saludo parándose un momento. Mi mujer se había sentado en la toalla disimulando su desnudez y mientras yo hablaba con ellos, tenia los dos rabos a la altura de su cara, a cincuenta centímetros. No quitaba ojo y ellos tampoco perdían la oportunidad de hacerle un buen repaso. El chico marroquí se estaba empezando a empalmar, seguramente recordando la experiencia de la tarde y se despidió rápidamente.

 El otro que iba con el era más mayor, de unos 50 años y también estaba muy bien dotado, tenía una polla gorda y un gran capullo que no paso desapercibido para mi mujer.

 Cuando se marcharon, ella me pregunto de que los conocía y le conté que el más joven había estado en el apartamento durante la siesta para arreglar el grifo y que no había podido solucionarlo, por lo que volvería mañana con un ayudante a rematar la faena.

 Ella se quedó pensativa y me pregunto, porque me conocía, si cuando estuvo allí, había cerrado la puerta de la habitación mientras dormía. Le dije que no me había dado cuenta, pero que no creía que la hubiera visto desnuda en la cama, Ella me sonrió con ironía porque se imaginaba que habría dejado la puerta aposta. En otras ocasiones le había propuesto a mi mujer que se exhibiera dejando la ventana entreabierta mientras follábamos, pero siempre me hacía bajar la persiana y me dejaba con ganas de que algún mirón pudiera vernos.

 Al día siguiente, después de ir a la playa y comer una buena paella, nos volvimos al apartamento para dormir la siesta. Yo notaba que mi mujer estaba más nerviosa de lo habitual, me preguntó si iban a ir a reparar el grifo de la cocina y le dije que si, que vendrían sobre las cuatro. No quiso que folláramos a pesar de que la notaba que estaba cachonda. Se duchó y se fue a la cama, echándose encima de las sábanas completamente desnuda. Yo dije que iba a aprovechar para contestar unos correos de trabajo y me quedé en el salón. Le propuse que se tomara una pastilla para dormir para que no le molestara el ruido y le dejé la pastilla encima de la mesilla. Al rato llamaron a la puerta, fui a abrir nerviosos y eran los dos operarios que venían puntuales. La puerta del dormitorio estaba entornada y a pesar de la oscuridad de la habitación se podía ver perfectamente a mi mujer encima de la cama boca arriba y con las piernas separadas, mostrando su coño en todo su esplendor ya que se lo había depilado completamente.

 Los obreros, visiblemente alterados, me preguntaron si podían hacer ruido ya que no querían molestar a mi esposa. Les dije que si, que no creía que ella se despertara por tener un sueño muy profundo.

 Antes había colocado una cámara oculta en el armario del dormitorio, de una forma que se veía la cama, con mi mujer durmiendo y la entrada de la habitación. Comenté a los obreros que iba a marcharme a Vera para llevar el coche al taller y que tardaría una hora y que esperaba que cuando volviera estuviera arreglada la avería. Me dijeron que sí, que no habría problema y que cuando acabaran se marcharían si no había regresado. Pasé por el dormitorio, encendí la cámara, di un beso a mi mujer aparentemente dormida y salí del apartamento.

 El corazón se me iba a salir del pecho, la polla me iba a estallar y tenía la sensación de que ella no estaba totalmente dormida por la respiración agitada que tenía cuando le di el beso de despedida.

 Como la vez anterior, di la vuelta al apartamento y me coloqué detrás del seto, desde el que podía observar los movimientos de los dos tíos. Estos se pusieron a reparar el grifo, acabando rápidamente, ya que no era una obra que necesitara dos operarios e hicieron varios ruidos de martillo para comprobar que ella no se despertaba. Dejaron pasar unos minutos y lentamente se aproximaron a la entrada del dormitorio. El mas joven se asomó al dormitorio y llamo al compañero que se aproximó con cautela.

 Desde mi posición no podía ver que estaban haciendo, ya que solo los podía ver la entrada de la habitación; pero había dejado la cámara grabando y me relamía de solo pensar en ver las imágenes cuando regresara.

 Por otra parte, estaba acojonado por si a estos dos se les ocurría pasarse con ella y no conformarse con mirarla. Cuando había pasado un rato y los dos estaban dentro del dormitorio, decidí volver al apartamento y llamé a la puerta. Tardaron un poco en abrir y cuando me vieron, les dije que me había olvidado la llave. Me comentaron que ya habían acabado la reparación y que todo estaba perfecto y se marcharon.

 Entré en el dormitorio y ella estaba en todo su esplendor, sus tetas, su coño depilado, me puso a cien, me arrodillé delante de ella, separé sus piernas un poco mas y me metí su chochito en la boca. Estaba empapado, como si se hubiera corrido. Comencé a pasar mi lengua por su botoncito y ella reaccionó rápidamente, agarrando mi cabeza con sus manos apretándome a su raja y corriéndose estrepitosamente. Me tumbo boca arriba se montó encima de mi polla cabalgándome como una posesa hasta correrse nuevamente. Yo me vine derramándole toda mi lefa en su coño.

 Nos quedamos exhaustos, los dos tumbados sin decir palabra. Al parecer ella no se había dado cuenta de nada; pero me extrañaba que estuviera tan desatada y no me preguntara si habían venido a reparar el grifo.

 Se levantó, se fue a la ducha y me dijo que iba a ir a una clase de Aerobic que empezaba en unos minutos. Yo me alegre mucho de que se ausentara para poder ver que había grabado la cámara. Encendí el aparato impaciente, se veía la habitación en penumbra y nada mas salir yo del dormitorio, ella se levantó, abrió el cajón de la mesilla y se puso un antifaz para dormir. Luego se colocó espatarrada sobre la cama, quedándose inmóvil en esa postura. Al poco rato, la puerta se abrió lentamente, apareciendo mis amigos por la abertura de la puerta. Los dos tenían los ojos como platos, entraron en el dormitorio observándola.

 El más viejo se sacó el rabo y quería abalanzarse sobre ella, el otro le paro cogiéndole del brazo y también se saco la polla. Se pusieron uno a cada lado de la cama y empezaron a hacerse una paja: era muy morboso ver a los dos meneándose la cola, esas dos colas gordas y enormes y mi mujer tumbada en medio de ambos totalmente desprotegida.

 Los dos se corrieron, el más viejo echo tres chorros de leche y uno alcanzo sus tetas. Me acojone, pensaba que aquello la habría despertado, pero ella seguía inmóvil con todo el semen en sus pechos. Vi como se sobresaltaron al sonar el timbre de la puerta y como se guardaban sus rabos en el pantalón para ir a abrir.

 Cuando salieron de la habitación, mi mujer se limpio la corrida y se volvió a poner en la posición de dormida. La muy puta se había enterado de todo y se había hecho la dormida, por eso estaba tan caliente. Había decidido seguir el juego sin decirme nada.

 Aquello cambiaba todo, ella estaba dispuesta a probar cosas nuevas, como había dicho y estaba claro que le había gustado el jueguecito.

 Cuando volvió de la piscina, siguió sin comentar nada, nos fuimos a la playa y pasamos la tarde en silencio, tomado el sol y disfrutando del mar.

 A eso de las 9 decidimos volver al apartamento para ducharnos e irnos a cenar, todo seguía igual, ni una sola palabra de lo ocurrido. Aquel secretismo aumentaba mi excitación, estaba como un perro salido y ella también.

 Esta experiencia me abría posibilidades de mostrar a mi esposa y ella estaba dispuesta a seguir mi juego. Ahora tenía que pensar en que hacer para poder seguir jugando.

 Por la noche, después de cenar, fuimos a tomar una copa a un garito que estaba en la playa, en el local había alguna pareja de nuestra edad y muchos chicos jóvenes: me extraño ver el ambiente; pero caí en que, aunque no era un local de intercambio de parejas, si era el primer sitio donde se tomaban las copas antes de entrar en uno de esos locales. No comente nada para evitar que ella se quisiera marchar y tomamos un par de copas. Cuando nos íbamos a marchar, se acercaron los dos obreros que habían hecho la reparación y nos saludaron. Mi mujer se puso roja como un pimiento al verlos y yo actue con toda normalidad, invitándoles a tomar algo. Ellos aceptaron de buen grado y se sentaron en nuestra mesa.

 La conversación iba haciéndose más atrevida por su parte y, con las copas que llevábamos, ella se fue desinhibiendo y participando en las bromas que gastaban y en los comentarios que hacían sobre lo guapa que era y el buen tipo que tenía.

 Tras una hora de palique, el mas mayor de ellos, la invito a bailar y ella acepto. Se fueron al final del local, cerca de la playa y el otro se quedó conmigo charlando.

 No hacía más que decirme, ya sin cortarse, lo buena que estaba mi mujer y la suerte que tenía de tener una hembra así en la cama. Yo estaba empalmado completamente, no veía a mi mujer y el otro cada vez iba aumentando los piropos. No quería ser demasiado complaciente para no darle vuelo a sus insinuaciones por si ella no quería pasar a mayores, pero estaba fuera de mi y yo me habría ido al apartamento para follárnola entre los tres. Al rato llego ella acompañada de su nuevo amigo, se sentó en el sofá en el que estaba el mas joven y el otro se sentó a su lado dejándola entre los dos, yo quedaba enfrente de ellos. Las copas seguían y en un momento dado me levanté para ir al servicio.

 Me volvía loco observarles desde la distancia para ver que hacían en mi ausencia. Desde mi posición los veía de frente, mi mujer entre los dos, con su minifalda, luciendo sus piernas entreabiertas y la mano del más mayor apoyada en la parte alta de su muslo acariciándola suavemente. El mas joven la había pasado el brazo por los hombros y los tres se reían animadamente.

 No sabía que hacer, en muchas ocasiones le había propuesto hacer un trío a mi mujer; pero no sabía si estaríamos preparados para ello, por lo que, sobreponiéndome a mi excitación, decidí cortar el rollo y me acerque hasta ellos. Cuando llegue los tres se reían y disfrutaban de las bromas del mas mayor, cada vez más subidas de tono.

 Les dije que no me encontraba muy bien por la bebida y que quería que nos fuéramos a casa. El más mayor me dijo que no me preocupara, que dejase mi coche en el aparcamiento y que ellos nos llevarían al apartamento. Puse muchas escusas para irnos solos; pero ellos insistieron en llevarnos y mi esposa estaba de acuerdo, para que no condujera en ese estado.

 El coche lo llevaba el mas joven, me dijo que me pusiera delante con el para que no me marease y ella subió en la parte de atrás con el más mayor.
Salimos del bar y cogimos la carretera, apenas era un recorrido de 15 minutos. Pusieron música i se hicieron un canuto, ofreciéndonos fumar. Ella se ponía muy caliente cuando fumaba y yo estaba muy pedo para fumar; pero aceptamos.

 En el recorrido yo iba muy cargado, todo me parecía como si estuviera soñando, el pedo me impedía hablar con normalidad. En un momento miré hacia atrás y vi como se estaban dando un morreo de película, la tenía agarrada por los hombros y le sobaba las tetas por encima del vestido. El otro me daba conversación, pero yo estaba mas pendiente de lo que ocurría detrás. Otra miradita y mi mujer estaba con las piernas abiertas y los dedos de él buscando la raja de ella. Me empalmé a pesar de mi pedo, cuando al pasar por una urbanización, las farolas iluminaron el interior del coche y vi como la estaba habiendo una paja, había separado el tanga y le metía los dedos en el coño. La música apagaba los suspiros de ella, pero estaba claro que se estaba corriendo en manos de un extraño en la parte trasera del coche.

 No sabía cómo iba a acabar esta historia, se me había ido de las manos, no pensaba llegar tan lejos, pero había desatado los instintos de mi mujer y parecía que esto no iba a terminar así.

 Por fin llegábamos a la urbanización y al ir a decirle algo a ella, me volví hacia atrás y ella le estaba comiendo la polla. Me quede flipado, se la comía como una guarra saboreando el capullo como si fuera una golosina. No sabía que decir. El mas joven paro el coche en un sitio oscuro y se paso al asiento de atrás. Fue entrar en el coche y aquello se desmadro completamente, la sobaban por todos lados, el habían sacado las tetas, se las manoseaban y chupaban con vicio y ella tenía una polla en cada mano. Ella se corrió varias veces cuando ellos la llenaron la mano y la boca de leche. Un guardia de seguridad nos alumbro con la linterna y vio el espectáculo que estaban dando y a mi en el asiento delantero. Nos echo la bronca y tuvimos que movernos de allí.

 El coche se detuvo delante de nuestro apartamento y nos bajamos los cuatro. Los dos machos sedientos de sexo nos preguntaron si queríamos seguir en nuestro apartamento.

 Ella estaba salida y rápidamente dijo que ella le gustaría continuar; pero yo estaba temeroso e inseguro y me opuse, proponiendo otro momento. No me hicieron ni caso, la cogieron por la cintura y se dirigieron hacia nuestro apartamento. No valía de nada mis objeciones y entramos en la casa.

 Estaban desmadrados, sedientos y según entramos se dirigieron directamente al dormitorio. El mas viejo paso con ella al baño y se desnudaron completamente, se metieron los tres en la ducha y la enjabonaron por todas partes, haciendo que se corriera inmediatamente, ella los enjabono a ellos y se arrodillo para chuparles la polla, alterándose entre uno y otro y poniéndolas bien duras. Yo observaba desde la puerta del baño completamente empalmado. La secaron y la llevaron en volandas a la cama.
Uno la tumbo, la abrió las piernas y empezó a comerle el coño mientras ella se metía hasta donde podía el rabo del otro.

 El mas joven, como buen marroquí, la tenia dura como una piedra, se puso debajo de ella y la penetro hasta el fondo. Ella se movía como una loca, metiendo y sacando el trozo de carne hasta clavárselo hasta el fondo. El otro se puso detrás de ella, le metió la lengua en el culo mientras estaba penetrada y se lo lubrico, luego se la agarro con la mano y la dirigió a la entrada del ano. Ella se opuso en un principio, pero estaba sintiendo mucho placer y se dejó hacer. Fue metiendo cada vez mas carne en su estrecho agujero hasta que la tuvo toda dentro.

 Los dos empezaron un mete- saca lentamente, pero ella se movía con ganas para que la llenaran completamente, hasta que la taladraron completamente los dos agujeros. No pudo aguantar y se corrió penetrada hasta el fondo. Debió de tener un orgasmo tremendo porque cuando los dos se vaciaron el ella, sin condón, se desvaneció, quedando entre los dos cuerpos. Yo estaba viendo el espectáculo con la polla flácida y una copiosa corrida sobre mis muslos. No me creía lo que acababa de pasar. Ella estaba satisfecha; pero quería más, se había vuelto insaciable.

 Volvió a reanimarles con otra mamada y siguieron follando hasta altas horas de la madrugada. Se levantaron cuando estuvieron satisfechos y se marcharon. Aun le quedaban ganas de follar y cuando salieron del apartamento, me monto y se volvió a correr. Ya no me quedaba leche en mis huevos para echarle. Pero disfrute como nunca habría pensado que lo haría.

Ella se durmió agotada y se despertó muy tarde al día siguiente. Pensé en hablar con ella para analizar lo que había pasado; pero me dijo que ya habíamos abierto el melón que tanto deseaba yo abrir y que esto no tenía vuelta atrás, había disfrutado mucho y quería seguir haciéndolo. Por fin mi mujer se había transformado en la puta que siempre había deseado; pero lo que ocurriría los próximos días sobrepasaron todas mis expectativas.


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