.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Yo, cornudo de mi mujer (3)".

 

  Pasada una semana Lucía volvió a decirme que quería acostarse con José. Yo ya me lo esperaba, para mí no era nada nuevo.

 “Cielo –dijo Lucía- tú ya sabes que me ha gustado mucho ponerte los cuernos y quisiera que de una vez por todas te convirtieses en mi cornudo, está vez ya de verdad. Es decir me tendrías que dejar tener relaciones con otras personas sin tenerte que insistir tanto. Por supuesto tú darías el visto bueno al chico antes pero vete acostumbrando a la idea”.

 “Si te soy sincero Lucía ya me estoy acostumbrando y la verdad es que me gusta, aún así todavía me vienen celos y cosas así pero dame tiempo”.

 “Cariño no sabes lo feliz que me haces. Que sepas que vas a ser un cornudo de primera estoy segura. Y no tengas miedo ni celos ni nada es solo sexo de verdad. También quisieras que fueras mi sumiso. Quiero decir que si te digo que hagas una mamada lo hagas y cosas así. Quiero que me obedezcas”.

 “Buff eso es más difícil, no te prometo nada ya veremos.”

 “Tomaré eso como un sí jijiji. Bueno de momento le he dicho a José que venga esta noche. Esta vez vas a ser un cornudo de verdad y tendrás que esperar en el salón mientras lo hacemos en nuestra cama. ¿De acuerdo?”

 “Está bien, está bien, a ver qué tal se me da esto de ser cornudo”.

 “Seguro que divinamente, sé que has nacido para esto”.

 “No estoy tan seguro yo no de eso, espero que lleves razón”.

 Dicho esto, Lucía se fue a preparar bien el cuarto para que llegase una vez más mi corneador que está noche me iba a convertir oficialmente en cornudo. Yo miraba la tele pero la verdad como poca atención puesto estaba muy nervioso. A la hora de la cena miraba a Lucía fijamente, los celos me comían por dentro. Tanta belleza iba a entregarse a otro hombre en mi propia cama. ¿Podría soportarlo? Lucía sin embargo se mostraba impaciente, miraba el reloj a todas horas para saber si le daría tiempo a prepararse o no. Terminada la cena corrió a la ducha para prepararse para su hombre y me pidió que recogiera los platos. Al salir estaba increíble; llevaba un camisón blanco medio transparente y un conjunto de sujetador y braguitas rojas. Estaba deslumbrante, hasta me apetecía hacerle el amor. Pero sabía que ella se estaba reservando para otra persona.

 A las doce llegó José. Nada más entrar mi chica se lanzo hacia él pasionalmente y se besaron. Antes de entrar en el cuarto me dijo Lucía:

 “Mírame y mírame bien porque tu queridita mujer está a punto de hacerte cornudo definitivo en tu propia cama. Recórreme con tus ojos de arriba abajo y piensa en mí cuando estés en el salón”.

 Sin duda ella sabía excitar a un hombre. Tanto José como yo nos empalmamos al momento. Finalmente vi como mi mujer se perdía tras la puerta y yo quedaba solo, celoso e imaginando que estaría ocurriendo. Mi reloj me decía que había pasado veinte minutos que yo los asemeje a un año. Aún no se escuchaban ruidos. Aunque no quería mi mente imaginaba a mi mujer realizándole una felación a su chico. Me dolía y me daba morbo al mismo tiempo. De repente, ya empecé a escuchar los primeros sonidos que me gritaban que mi mujer estaba acostándose con otro. Los ruidos aumentaban y disminuían. Yo escuchaba atentamente, era lo único que quería hacer. La cosa se estaba alargando más de lo que yo pensaba. De repente, el ruido paró, en toda la casa solo se escuchaba el silencio. Finalmente el giro del picaporte me alertó, y velozmente corrí al pasillo para ver si mi mujer era la que salía del dormitorio. Así fue, salió completamente desnuda. Me abrazó y me recordó lo gratificante que había sido su experiencia. También me agradeció el haber sido tan complaciente con ella. Acto seguido fue a la cocina argumentando que ambos estaban sedientos y quería una botella de agua. Al pasar por el salón su silueta se iluminó y la sangre se me congeló:

 “Oye Lucía, ¿qué coño es eso que tienes en las piernas?”

 “Cariño, ¿qué va a ser? Semen, ya te dije que hoy serías un cornudo de los pies a la cabeza”.

 “Pero ¿se ha corrido dentro de ti?”

 “Pues claro, de lo contrario no sería el cornudo que debes ser. Tranquilo ya estoy en tratamiento para no quedarme embarazada. No te lo quise decir para darte la sorpresa. Anda no te enfades, que me vas a estropear la noche. ¿Quieres ver como mi coño esta llenito de semen? Semen que esta vez ya no es tuyo”.

 Le quería decir que no pero antes de poder soltar cualquier respuesta ella ya me lo estaba enseñando. Ahí se hallaba su rajita repleta de semen, no me imaginaba que eso pasaría, nuevamente los celos chocaban con el morbo.

 “Bueno cielo ya me voy a quedar ahí en la habitación con José. Acuéstate en el sofá y ya mañana nos vemos cuando se él se esté yendo”.

 “Pensaba que dormiríamos juntos”.

 “¿Ves? no lo pillas. Eres mi cornudo Juan acostúmbrate. Él hoy profanará tu lado de la cama y tú te aguantarás”.

 Nuevamente ella se fue antes de que yo pudiera soltar palabra alguna. Resignado me fui al sofá e intenté dormir. A los pocos minutos, otra vez se volvieron a escuchar los ruiditos que me estaban matando. Pasé una noche de perros. A penas dormí unas horas.

 Al escuchar la puerta de mi dormitorio, yo me hice el dormido. No quería que pensasen que lo había estado pasando mal. Se escuchó el agua del wáter y del lavabo. José debía estar ya preparándose para irse. Ya se acercaban a la puerta y yo con mis ojos cerrados y relajados para no dar señales de estar despierto.

 “Pobrecito, ahí solito, míralo durmiendo”.

 “Tienes suerte de tener un tío así Lucía, se ve que te quiere”.

 “Eso ya lo sé tontín, y yo también lo quiero muchísimo aunque de vez en cuando me guste follar contigo. Me encanta como me follas jejeje”.

 “Gracias jajaj la verdad. Es la primera vez que me lo dicen. Bueno nos vemos en otro momento ¿vale?”

 “Vale guapo un besito”

 Escuche el beso de despedida y la puerta cerrarse. Luego unos pasos acercándose a mí y un olor bastante fuerte.

 “Cariño despierta que ya se ha ido José”.

 “Hola cielo, buenos días”.

 “¿Qué tal a dormido mi cornudito?”

 “Muy bien la verdad es que me quedé dormido en seguida- mentí- oye aquí huele fatal a semen”.

 “¡Claro! Hemos estado toda la noche haciéndolo ha sido increíble. No mejor que tú pero increíble. Y lo que hueles es el semen que ha entrado en mí durante toda la noche jiji. No ha parado de correrse dentro mmmmm. Por eso me he puesto las braguitas para que se contenga un poco mejor el semen y no caiga tanto en la cama. Debo estar ahora mismo llena llena de semen”.

 “No me lo recuerdes”

 “Jajaja claro que te lo recuerdo. La vágina de tu mujercita es un banco de semen en estos momentos jajaja. Eres ya un cornudo hecho y derecho”.

 “Andaa vete a lavarte que vamos a salir a desayunar”.

 “¿YA? jooo quería llevar el semen de José más tiempo dentro. Pero como tú quieras mi amor. Te lo mereces”.

 Lucía y yo nos fuimos a duchar. Durante unos días no puede practicarle sexo oral puesto que aún olía un poco. Tampoco tuvimos sexo ya que eso empeoraría las cosas.
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Continuará...

 

 

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