En
primer lugar, pediros disculpas por el retraso en escribir este relato,
tengo que hacerlo a plazos por motivo de mi trabajo, ¡me faltan horas!.
Carlos y Maite, la otra pareja con la que nos hemos estado viendo, (ver
mi anterior relato), nos llamaron por que ellos se iban a
pasar un fin de semana a Valencia, con motivo de las Fallas, y nos
invitaban a ir.
Aceptamos, nunca habíamos estado en las Fallas, y nos atraía la idea de
pasar un fin de semana de fiesta.
Como Maite trabaja en una tienda, terminaba a las 8 de la tarde, asi que
quedamos en salir un viernes, a partir de las 08:30, con previsión de
llegar a Valencia a las 11:30 horas o las 12 de las noche.
Cuando, ya los cuatro, nos encontramos en su casa, decidimos con que coche
íbamos a ir, aunque eso no fue una decisión difícil, nosotros tenemos un
Peugeot 307, dos puertas, y ellos una Seat Alhambra, (monovolumen) de
siete plazas casi nuevecita.
Cuando vi su coche por dentro, creí que se podría jugar un partido de
futbol, de lo grande que me pareció.
Supongo que Carlos vio mi cara de asombro, porque me ofreció conducirlo
hasta Valencia, a lo cual yo acepte.
Por fin, iniciamos el viaje, yo conduciendo, mi mujer a mi lado, y Carlos
y Maite en los asientos de atras.
Así que salimos de Barcelona y cogimos la autopista del Mediterráneo, a mi
me parecía estar pilotando un avión.
En el coche todo era muy ameno, a Carlos le dio por empezar a contar
chistes, tiene una gracia especial, además sabe muchísimos, aun no has
terminado de reírte de uno, y ya está contando el siguiente.
Ya estábamos en la autopista, cuando de pronto me di cuenta; se había
hecho el silencio.
Observe que mi mujer, desde su asiento, estaba girada mirando hacia atrás,
todo lo que le permitía el cinturón de seguridad que llevaba puesto.
Giré un segundo la cabeza, el tiempo suficiente para ver que Maite, había
empezado ha hacerle una felación a Carlos, y este, con los pantalones
bajados hasta la rodilla, tenia los ojos fijos en mi mujer.
Volví a mirar hacia adelante, ajusté el retrovisor para ver todo lo que
sucedía detrás y me puse en el carril de la derecha, ajustando la
velocidad a 100 km por hora, así podía dedicar más tiempo a mirar por el
espejo.
Vi que Maite se despojaba de su camisa y sujetador, dejando al descubierto
sus magníficos pechos, poniéndose de rodillas delante de Carlos,
entonces, cogió un neceser de viaje que llevaba consigo, y de él sacó lo
que mas tarde supe que era aceite lubricante.
Con el aceite, untó la polla de Carlos, y empezó una masturbación-felación
que obligó a Carlos a soltar un suspiro, y a ponerse mas cómodo en el
asiento de atrás.
Mi mujer parecía hipnotizada, no dejaba de mirar aquella escena, y a mi me
costaba mucho mantener la vista en la carretera.
De repente, vi como Carlos, encendía la pequeña luz de cortesía que está
en la parte de atrás del coche, y dirigía su mano hacia mi mujer, en una
clara alusión a que esta le diera la suya, cosa que mi mujer hizo.
Cuando Carlos tuvo sujeta la mano de mi mujer, tiró de ella hacia él,
suavemente.
Mi mujer, soltó el cinturón de seguridad, y se deslizó entre su asiento y
el mío, sentándose en los de atrás, entre Maite y Carlos.
Nada mas sentarse, Carlos empezó a besarla en la boca, al mismo tiempo
que, cogiéndole la mano a mi mujer, se la ponía en la polla erecta,
acompañándola en un movimiento de vaivén, masturbándolo.
Mientras, Maite estaba sobando las tetas de mi mujer, apretándoselas, y
pellizcando suavemente sus pezones.
Esa escena, duró unos eternos minutos, hasta que de repente, entre los
dos, desnudaron íntegramente a mi esposa.
Yo, mientras tanto, había localizado un camión de los grandes, que
circulaba por el carril derecho, me pegué a él y mantenía una velocidad
lenta.
Entonces, Carlos, cogiendo la cabeza de mi mujer, la obligó a seguir
chupándole la polla, cosa que mi mujer hizo, reclinándose sobre él.
Esa posición de ella, le dejaba su culo y coño libre a Maite, que se
dedicó a untarle ambas cosas con aquel aceite, al mismo tiempo que se lo
acariciaba.
Así estuvieron un rato; y aunque de una forma muy tímida, oí que mi mujer
suspiraba, signo inequívoco que estaba caliente.
La volvieron a sentar de forma normal, y cada uno de ellos, le sujetó una
pierna, separándoselas lo máximo posible, tanto, que parecía que mi mujer
iba a dar a luz
En esa postura, el culo y el coño de mi mujer, quedaban absolutamente
expuestos, y abiertos a mas no poder, además, con el aceite, adquirían un
brillo y un color especial.
Carlos, empezó a frotarle el coño, introduciéndole primero uno, y después
dos dedos, mientras Maite, le metía un dedo en el culo, en un movimiento
de vaivén, de meter y sacar; ambos con un ritmo que aumentaba segundo a
segundo.
Mi mujer, empezó a gemir, cada vez mas fuerte, la paja que le estaban
haciendo entre aquellos dos, debía ser para morirse.
De repente, note que mi mujer iba a correrse, supongo que Carlos y Maite
también lo notaron, porque cuando más fuertes eran los gemidos de mi
mujer, los dos a la vez dejaron de tocarla, lo que provocó quejas de mi
mujer, diciendo entre gemidos no, no, y vi claramente, que el coño y el
culo de mi mujer parecían tener vida própia, se contraían y relajaban de
una forma acompasada.
Sin perdida de tiempo, Carlos se sentó a mi esposa encima, de tal manera
que la espalda de mi mujer, estaba pegada al pecho de él, y Maite,
cogiendo la polla de Carlos, se la introdujo en el coño a mi mujer, la
cual, empezó un movimiento arriba y abajo, que a causa de lo caliente que
estaba, era de una forma muy rápida, aunque Carlos, asiéndola por la
cadera, le frenaba la velocidad, y Maite, de nuevo, empezó a masturbar a
mi mujer, frotándole el coño con toda la palma de su mano, al tiempo que
con la otra le tocaba las tetas y con su boca chupaba ávidamente uno de
sus pezones.
En segundos, mi mujer volvió a soltar unos sonoros gemidos, sobre todo,
cuando Carlos, la obligó a bajar del todo, con lo que su polla entera
quedo dentro de mi mujer, manteniéndola así inmóvil, mientras Maite
frotaba con más fuerza; mi esposa empezó a chillar de gusto.
Pero de nuevo, justo cuando iba a correrse, Carlos la levanto rápidamente,
tanto, que su polla quedo fuera, y agarrando sus nalgas, se las separó,
momento en que Maite, cogió la polla de Carlos, y la apuntó hacia el culo
de mi mujer, momento en que Carlos la volvió a bajar, metiendo su polla
en el culo de mi esposa.
Se tarda más en contarlo, que el instante en que esta escena sucedió, mi
mujer se vio enculada en un abrir y cerrar de ojos.
Mi esposa lanzo un pequeño grito, entre dolor y placer, y se quedo quieta,
sin moverse; fue Carlos quien, muy despacio, y teniéndola cogida por las
caderas, la obligó a ir bajando, despacio, introduciendo su polla en el
culo de mi mujer, con gran facilidad debido al aceite lubricante,
mientras Maite, volvió a la carga, masturbándola, al tiempo que le
introducía dos dedos en el coño, como si se la follara con la mano.
Segundos, creo que solo pasaron unos segundos, hasta que mi mujer empezó a
chillar de gusto, y a correrse como una loca, y mientras se corría,
Carlos le follaba el culo de una forma absolutamente violenta, mientras
Maite le metia los dedos hasta el fondo, y la masturbaba de una forma
brutal
Por lo que oía, Carlos también se corrió dentro del culo de mi mujer,
quedándose los dos, en la misma posición en la que estaban, pero
absolutamente inmóviles.
Al cabo de unos minutos, se incorporaron y se separaron, y Carlos me dijo
que parase en la próxima gasolinera, cosa que hice.
Nos intercambiamos entre Carlos y yo, él ahora conducía y yo estaba detrás
con las dos mujeres.
No os contaré hoy lo que hice yo, para no aburríos, pero si os diré que la
mamada a dos bocas que me hicieron, no la olvidare en mucho tiempo.
Otro día os contaré la estancia en Valencia, que además de las Fallas,
tuvimos otro tipo de diversión. ¡Ah!, por cierto, mi mujer no sabe que
escribo los relatos aquí, por favor, guardadme el secreto.
esun_misterio.
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