I
Hicimos
una apuesta harto peligrosa y decidimos pasar un día completo, cada uno
por su lado con la condición de contarnos después con pelo y señales
nuestra aventura, sin que pudiéramos enfadarnos ni echarnos nada en
cara. Yo acepté pues, conociendo a Mari, estaba seguro que su
aventura no me iba a molestar. Pensé jugarle una faena marchándome
todo el día fuera y contarle algo fuerte para que tuviese celos.
Regresé a casa a las 4 de la mañana y mi mujer no estaba en ella. Sobre
las 8 llegó con cara muy cansada, me dio un beso, se duchó y se acostó
no levantándose hasta las dos de la tarde.
·
¿Qué tal cariño?,
le pregunté como el que no quiere la cosa.
·
Cansadísima, mi vida,
pues vaya noche que me he pasado y estoy reventada. Me contestó
riéndose con boca y ojos.
Aunque no cogí
ninguna indirecta, me estremecí un poco, pues si bien estaba seguro de
ella la evidencia era que llegó cansadísima. ¿Qué había estado
haciendo?
Después de
comer retomamos la conversación sobre el tema y tratamos de acordar
quien hablaría primero.
·
Empieza tú, cariño
que estoy muy cansada y así podré ordenar mis ideas. Me dijo y en
su rostro se notaba una gran sensación de cansancio.
Así que
empecé a contarle una historia inventada y tan rocambolesca, que me
daba la impresión de que mi mujer no se la estaba creyendo. Cuando
terminé me dijo:
·
Eres un pillín. Mira
que acostarte con la guarra de Matilde. Espero que hayas aprendido
algo, pues la verdad es que no eres el mejor amante del mundo, ni mucho
menos.
·
A que coño viene eso.
Que sabrás tú si no tienes elemento de comparación.
·
No estés tan seguro,
cariño, y acuérdate que he pasado la noche fuera y ahora te vas a
enterar lo que he estado haciendo. ¿No tienes curiosidad?
·
Si que la tengo,
le contesté algo mosca. Pero cuéntame la verdad, como yo he hecho y
no me cuentes fantasías.
·
Pues mira, siéntate
que te lo voy a contar todo de pe a pa. Y empezó a hablar, sin
dejarme que la interrumpiera.
Relato de mi mujer:
I
- Cuando nos
separamos, sobre las 8 de la tarde, me fui a la champanería, que allí
siempre hay algún amigo nuestro y me encontré con Paco el solterón que
nos presentaron el verano pasado. Que ya te acordarás que es muy guapo
y está hecho un cachas. Recuerdo que me sacó dos veces a bailar en el
Frontón y tu te mosqueaste porque te pareció que se me acercaba
demasiado. ¿Te acuerdas?. La verdad es que es un poco fresco y aquella
noche me estuvo tirando los tejos hasta que me puse seria y no siguió.
Allí estaba hoy esperando a una media novia y al verme se me acercó y
me invitó a una copa. Yo en mi papel del acuerdo que hicimos de
buscarnos un ligue, estuve muy simpática con él, tanto que llegó a
preguntarme que tal nos iba en el matrimonio. Le dije que muy bien, que
estábamos muy enamorados pero que éramos una pareja muy liberal y que
esta noche, como tu estabas de viaje, había salido a divertirme un poco
y tenía ganas de pasarlo bien, dentro de un orden. Que se me hacía la
noche muy larga pero que la casa vacía se me caía encima y no tenía
prisa por regresar a ella.
De allí nos
fuimos a un garito, que no conocía pero que está chachi, y allí
estuvimos bailando, bastante tiempo y aunque estaba muy caballeroso no
desistía de apretarme y yo en mi papel le dejaba un poco e incluso
acerqué mi mejilla a la suya. Pero dos o tres veces intentó besarme en
los labios y no le dejé riéndome pero si le besé en la mejilla y él a
mí.
Nos fuimos a
cenar a Cotos a base de marisco que es muy afrodisíaco- y nos
cambiamos al cava, que a mi siempre me ha sentado muy bien y no me he
mareado. Después nos fuimos a una cafetería y nos sentamos a hablar
tranquilamente. Tiene una conversación muy amena y me cambiaba
constantemente de tema, pero siempre insistía en saber nuestras
relaciones, que si nos éramos fieles y sin disimulo me tenía la mano
siempre cogida. Estaba tan a gusto que una vez intentó besarme en los
labios y al verme la cara enfadada me pidió perdón.
·
No te preocupes Paco,
que no soy una estrecha, pero no corras demasiado. Y riéndome le
acerqué mis labios y le di un beso en los suyos, que él pretendió
prolongar y no le dejé.
·
Gracias Mari.
La verdad es que me vuelves loco pero no haré nada que no te guste.
Y con toda la desfachatez me volvió a besar y yo se lo devolví
sonriéndome.
Allí estuvimos
riéndonos y empezamos a contarnos nuestra vida. Él seguía soltero y
tenía una novia con la que vivía de cuando en cuando, pero no se
sentían muy enamorados para llegar a algo serio.
·
Será porque no es la
mujer de mi vida, me dijo cogiéndome una mano y empezando a
acariciármela, a mí me gustó el detalle y le dejé hacer mirándolo
fijamente a los ojos y riéndome con él. Si yo encontrase una mujer
como tú no iba a pensarlo y se acabaría mi soltería. Aprovechó y
como el que no quiere la cosa me puso una mano en la rodilla y no
protesté.
·
Pero no estoy libre,
cariño, y no podría ser.
·
Mujer, yo solo aspiro
a que me quieras un poquito como yo a ti pero ya sé que estas
felizmente casada.
·
Nunca se está
felizmente casada, le dije con toda picardía y dándole un pequeño
abrazo. Su mano subió algo más arriba de la rodilla.
Así
continuamos, bebiendo cava y charlando con cada vez mayor desenfado.
Me propuso llevarme a un viaje los dos solos por el Caribe, vernos a
menudo, y casi empezar una relación intima entre los dos.
·
Mira Paco, cariño. Te
voy a ser sincera y ponerte las cartas boca arriba. Estoy felizmente
casada y nunca me echaría un querido. De hacerlo te aseguro que serías
el primero, pero no tengas ninguna esperanza. Estoy sola, pues mi
marido se ha ido a Madrid y no viene hasta mañana. Tengo la noche para
mí y no me la estropees con proposiciones seria. Esta noche quiero
ser cualquier cosa menos seria. Ayúdame a pasarla bien y mañana ni te
acuerdes que existo ni de esta noche. ¿Estamos?
·
Como digas cariño. Lo
que tú quieras.
·
Ah y no te hagas
falsa ilusiones, pues no es mi actual deseo.
Asintió y se
echó a reír. Así que seguimos bebiendo, cogidos de las manos y dándonos
toda clase de besos y abrazos con más o menos disimulos. No pensaba
pasar de ahí, así que lo abracé con ganas y dejé que me besara en los
labios, sin entregarme y disimulé cuando empezó a tocarme, como quien
no quiere la cosa los pechos y por todo el cuerpo.
·
Oye Paco una cosa:
¿Me estás metiendo mano o lo parece?
·
No, cariño, no lo
pienses.
·
Es que me ha parecido
que me estás tocando los pechos, con disimulo. ¿Por qué?
·
Pues mira, ya que me
lo preguntas. Los tienes tan bonitos que tenía curiosidad por saber si
llevabas sostén o no.
·
Haberlo dicho hombre.
Toma compruébalo tu mismo. Y con toda naturalidad le cogí las dos
manos y se las puse encima de mis pechos.
Él se quedó de
piedra pues no se lo esperaba, pero enseguida reaccionó y me los dio un
buen meneo tocándolos con todas sus ansias.
·
Pues no, no llevas
sostén, ni falta que te hace, me dijo sin quitarme las manos de
encima.
·
Mira Paco, para que
no me des la lata toda la noche, tócalos en su jugo. Y como
estábamos en un rincón algo oscuro me desabroché la blusa y con los
pechos fuera le dejé que me los tocara hasta que los metí dentro y me
abotoné. Espero que no te hayan quedado ganas y me dejes toda la
noche en paz.
Estuvimos un
rato grande riéndonos y nos abrazamos y nos besamos muy lentamente.
II
Se nos hizo
tarde y quedamos en tomarnos la última copa en Don Pablo pero cuando
llegamos ya habían cerrado. La verdad era que estaba muy a gusto y se
me apetecía otra copa, pero no podía, obviamente, llevarle a mi casa y
por otro lado no quería irme tan pronto. Y él viendo mi deseo me
propuso tomar la última en el Gran Hotel Ciudad de Pamplona, que era
donde se alojaba y tenía un buen bar donde podríamos seguir charlando
tan animadamente. Pero cuando llegamos estaba ya el bar cerrado.
-
<< Mira no te preocupes
que en mi habitación tengo nevera y siempre hay un buen cava. Espero
que no te importe que sigamos esta conversación allí.>>
-
<<La
verdad que no, pues tu eres un caballero.>>
Así lo hicimos,
pues no me importó, subimos tranquilamente a su habitación y tenía
razón, en su nevera había un buen cava brut nature. Y seguimos
bebiendo muy animadamente y me encontraba en la gloria, aunque en el
fondo pensaba que era un fresco pues me había cogido del brazo y no me
soltaba la mano y me daba algún que otro achuchón un poco disimulado y
yo riéndome me agarré a él y le dejé que me besara.
Pero tanto
bebimos, por lo bien que se estaba allí, que empecé a notarme la cabeza
pesada y a entrarme sueño. Y yo quería a toda costa despejarme pues así
no hubiera podido irme a casa. El se dio cuenta y me recostó en el
sofá pero viendo que no se me pasaba me animó a que me diera un baño o
una ducha y así se me pasaría el mareo. ¡Y claro que se me pasó!
Me metí en la
ducha que era como las de las películas una especie de habitación y
que salía el agua por todos los sitios. Me iba encontrando en la gloria
y conforme el agua se derramaba por mi cuerpo notaba que poco a poco se
me iban pasando los vapores del cava, que por cierto hay que tener
cuidado con él porque es muy peligroso, si no estás acostumbrada.
Continué un
buen rato dejando que el agua templada se derramara por mi cuerpo
desnudo, que me lo iba agradeciendo y la cabeza se me iba aclarando
poco a poco y dejaba vagar mi imaginación con los ojos cerrados. De
pronto noté un gran alivio pues sentí una esponja en la espalda, y eso
siempre me ha nublado la mente de placer. Así que me fui relajando poco
a poco sintiendo un gozo infinito, pues soy muy sensible a los masajes
en la espalda y me dejé ir, notando como todo mi cuerpo respondía a ese
masaje. Hasta que me di cuenta que no estaba sola y pegué un pequeño
respingo, pues era Paco quien me estaba dando los masajes.
Me volví y lo
vi frente a mí completamente en pelota y mirándome fijamente y entonces
me acordé que yo también estaba completamente desnuda y aunque me dio
vergüenza no me tapé pues me gustaba que admirasen mi cuerpo que para
eso lo tenía de cine, con mis pechos tiesos y mi sexo rubio que deja
verlo entero. Y noté en su cara que le gustaba lo que estaba viendo. Le
mantuve la mirada riéndome y mi fijé muy despacio en su cuerpo desnudo.
Hasta que él se me acercó y me rodeó con sus brazos, y me dejé abrazar
pues estaba en la gloria. Cerré los ojos abriéndole la boca, por
primera vez, a la suya mientras me besaba, sintiendo su lengua en mi
boca, y allí me fui poco a poco abandonando en sus brazos, mientras sus
manos, empezaron a recorrerme todo el cuerpo, desde mis duros pechos,
mi culo respingón, hasta mi sexo, que me hicieron gemir de placer
teniendo que agarrarme fuertemente a él, haciéndome perder poco a poco
las pocas ganas que me quedaban de defenderme.
En esta
situación se me aflojaron los brazos y al caérseme por el cuerpo me
encontré con el paquete, morcillón, de Paco que ¡si se lo merecía!,
pues ya te dije que era una gozada de hombre en todos sus aspectos; y
sin poderlo remediar lo cogí con las dos manos y casi me faltan manos.
Me gustó esa sensación y sin soltarlo me puse a acariciarlo, con unas
ganas grandísimas de llevármelo a la boca y de sentirlo entero dentro
de mí, pues nunca en mi vida había sido atravesada por algo tan
perfecto y debía ser un placer sentirlo entero muy dentro de una. Pero
enseguida salí un poco de mi modorra pues al ver como se le estaba
poniendo de duro y grande, empecé a ver con claridad que el tío, lo que
quería, y estaba claro que lo quería, pues se lo notaba en todo, era
sencilla y llanamente echarme un buen polvo, así como suena, sin
anestesia ni ná, que no iba a poder olvidar en la vida. Y que a menos
que yo hiciera un esfuerzo y se lo impidiera, me podía ir ya dando por
follada en la ducha, de la habitación 432 del Gran Hotel Ciudad de
Pamplona (para que nuca olvides ese numerito, cariño).
Y tomé una
decisión, de la que me iba a acordar toda mi vida. En un momento pasó
todo por delante de mis ojos: Estaba casada y no te ibas a merecer lo
que te podía hacer en unos momentos. Este pensamiento enfriaba mis
ardores pero por otro lado pensé que tú estarías en otra situación
igual o parecida y no ibas a tener compasión de mí, pues para eso lo
habíamos acordado esta noche. Y además seguía teniendo en mis manos un
pedazo de paquete que me volvía loca y quien sabe lo que tú estabas
haciendo. Este pensamiento me dio fuerzas y opté por acceder a lo que
mi cuerpo me pedía a gritos.
Así que me
arrodillé y me lo llevé a la boca y a partir de este momento dejaste
de existir en mi remordimiento y me entregué como una loca a besarlo,
chuparlo y tragármelo hasta donde podía. ¡Que delicia sentir dentro de
mi boca todo ese pedazo de carne! Así seguí un rato hasta que Paco me
cogió suavemente por el cuerpo y me apartó la boca besándome con toda
la lengua y su boca abierta y yo le abrí la mía chupando con locura. Y
poco a poco me levantó en vilo y me llevó a la cama donde me depositó
con toda ternura y se decidió a repasarme el cuerpo con su lengua,
hasta mi sexo que estaba ya ardiendo y chorreante y muy suavemente y
con toda delicadeza me fue poco a poco penetrando y juntos tocamos el
cielo, fuertemente abrazados una, dos y hasta tres veces seguidas
aprende cariño- y después descansando hasta una hora antes de venirme
a casa. Y te confieso que todavía me tiemblan las piernas, pues antes
de salir repetimos por si se nos había quedado algo en el tintero.
·
Vaya hija, no
perdiste el tiempo.
·
Si cariño, no niego
que lo pasé como nuca lo había pasado. Pero no te preocupes ni tengas
celos ni miedo. Quedé con él que no volveríamos a vernos mas en la vida
y que no hiciera por verme. Que yo iba a seguir contigo y él sería solo
un recuerdo muy íntimo que no iba a empañar nuestro amor a quien
seguiré amando toda la vida. Y ahora mucho mas cuando habiendo gozado
con otro hombre, ¡y de que manera!, no he llegado a sentir amor por él
y tu serás siempre el único hombre a quien amaré toda la vida.
·
Muchas gracias,
cariño, me quitas un peso de encima.
·
Demuestra que eres un
hombre y júrame que me perdonas y que no estás enfadado ni lo estarás
nunca en la vida.
·
Te lo juro Mari.
·
Por tu honor.
·
Como tú quieras.
Menos mal que todo es mentira pues habiéndotelo jurado iba a tener que
vivir siempre con estos cuernos.
Y empezamos a
reír y nos abrazamos con mucho cariño. Entonces mi marido intentó
echarme en la cama y me negué:
·
Espérate mi vida,
pues ahora mismo no se me apetece y todavía me duele mucho de todo lo
que me ha entrado esta noche.
Entonces empezó
a acariciármelo llegando a darme un beso y cuando hice un gesto de
dolor, comentó jocosamente:
·
¡Que buena comediante
eres, me has hecho creer que es verdad que te duele! Lo único que me ha
dolido es que dijeras que nunca te habían metido algo tan grande. Ni
tan grande ni tan chico, pues he sido siempre el único ¿verdad?
·
Bueno cariño, el
único si descontamos a mi anterior novio que me desvirgó, pero solo una
vez y a Martín, tu amigo, con quien pasé la noche aquella que estuviste
en Málaga y no pudiste hablar conmigo.
·
No diga tonterías que
sé que es mentira todo lo de esta noche. O te crees que soy tonto y voy
a creerme toda la fantasía que me has contado. Me dijo algo más
tranquilo y seguro de sí mismo.
Nos estuvimos
riendo un rato hasta que llegó la sirvienta con un paquete en la mano:
·
Señora, ha venido un
botones del Gran Hotel Ciudad de Pamplona con el bolso que esta mañana
se dejó la señora en la habitación 432.
Cerré los ojos
y no me atreví a ver la cara que se le estaba poniendo a mi marido.
Pero antes de que estallare le recordé que no podía faltar al juramento
que había hecho y así fue. A partir de entonces no volvimos mas a jugar
tan peligrosamente ni a nombrar nada de lo hablado, como si no hubiese
ocurrido y mi Manolo lleva los cuernos que le puse con mucha dignidad y
si no fuera porque me folla con mas ímpetu que antes, juraría que lo
había olvidado para siempre.
Nunca más me
encontré con Paco pero no puedo dejar de estremecerme cuando me acuerdo
de aquella noche loca.
|