.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Vacaciones para recordar (5)".

 

 No pasaron muchos días cuando recibí una llamada de un número desconocido. Yo estaba en el trabajo. Cuando contesté la llamada me llevé una sorpresa: era Pili. Con voz nerviosa comenzó a hablar de manera titubeante y nerviosa. Traté de calmarla pero no conseguí hacer efecto en ella. La llamada se cortó, o la cortó, no sé.

 

 Entonces decidí llamarla y tomar la iniciativa. Mira Pili, le dije, si me llamas por lo que pasó el otro día te diré que no le doy importancia, que estábamos todos algo bebidos y excitados y que podía haberle pasado a cualquiera. No le des más vueltas que yo no le doy más importancia al asunto. Entonces ella más tranquila empezó a desahogarse conmigo. Lo que yo sospechaba era cierto, Pepe, su marido, hacía tiempo que no cumplía ni para llegar al mínimo. Nunca, confesó, ha sido un tigre en la cama, pero de un tiempo a esta parte la cosa ha ido a peor. Tuve que cortarla porque no podía desatender el trabajo en ese momento. Ya te llamo, le dije, y charlamos más tranquilos.

 Lola ya me había comentado alguna vez que Pili charlando con ella le decía que su marido tenía que tomar Viagra para tener relaciones pero que aun así ella no conseguía orgasmos verdaderamente buenos. Tan solo masturbándose con su juguete, que se compró a escondidas del marido lograba correrse a gusto.

 Cuando llegué a casa desvelé a Lola lo que pasó aquella noche mientras bailábamos y luego le conté la conversación que había tenido con Pili sobre el tema. Lejos de asombrarse Lola me trasmitió el sentimiento de lástima que Pili le daba. Está muy desesperada y con lo cortada que es, seguro que ahora está superangustiada. En cuanto puedas, terminas la conversación con ella y la tranquilizas, pobrecilla. Yo inmediatamente con la sonrisa en la boca y con guasa le pregunté: ¿Y me la follo o no? ¡Ah, eso lo sabrás tú! Respondió al instante. Pero vamos no creo, ella es vergonzosa y más bien tímida. Lo del otro día sería una ida de olla por las copas y no creo que llegase a engañar a Pepe por mucho tiempo que lleve sin echar un buen polvo.

 Tenía pendiente la charla con Pili, no se me había olvidado pero no encontraba la ocasión. Un día llegué temprano del trabajo, a mediodía, y le iba a dar a Lola la sorpresa de que comeríamos juntos pero me crucé en la calle con Pepe mi vecino. Este me invitó a café, había comido temprano e iba a la peña a echar unas partidas de cartas.

 

 Pili se queda viendo la novela y yo no aguanto eso, me voy a la peña dijo. Yo contesté que aún no había comido y que estaba algo cansado. Entonces decidí que ese era un buen momento para terminar la charla con Pili. Subí y sin pensarlo más llamé a su puerta. Abrió rápido pensando que era su marido que había olvidado algo y al verme se sorprendió. La saludé y me saludo. Me hizo pasar rápidamente como queriendo ocultar a alguien que yo iba a entrar en su casa. Ya dentro pasamos a la cocina, estaba terminando de recogerla. Me ofreció una cerveza y se la acepté. Se puso a preparar una lata de mejillones con algo de pan sin yo decirle nada. Qué vergüenza Paco, me dijo mientras preparaba la tapa.

 Y en ese instante sin saber porque todo se precipitó. La agarré por detrás y cogí sus enormes tetas. Pegó un brinco y derramó el caldo de los mejillones. Sin darse la vuelta me gritó: ¿Qué haces Paco? ¿Qué haces Paco? Yo realmente no sabía que estaba haciendo la verdad y lo que hice fue mandarla a callar. Llevaba un chándal gris por lo que no tardé en meter la mano por el pantalón y llegar a su coño. Lo tenía totalmente depilado. Yo días antes lo imaginé peludo pero estaba claro que me había equivocado. Volvió a dar un pequeño grito de sorpresa y a recostarse sobre la encimera de la cocina. Las piernas le temblaban. Le solté como pude la cremallera de la chaqueta del chándal y con mi mano izquierda pude sentir la piel de sus pezones. No llevaba sujetador, estaba en su casa e iba cómoda. Mientras le apretaba las tetas y metía los dedos en su coño que empezaba a humedecerse le comía el cuello y le mordía la oreja. Ella solo decía cada vez de manera más tenue que no, que no, que no…

 Para entonces yo ya estaba notando mi polla apretando el pantalón y sabía que el punto de no retorno ya lo habíamos dejado atrás. Entonces la volví, me miró y avergonzada bajo la mirada. Pensé que comerme la polla sería una buena manera de hacerla sentir más cómoda, jeje, así no tendría que mirarme a los ojos. Desabroché mi cinturón, bajé mis pantalones y saqué mi rabo duro y tieso. Miraba hacia arriba y parecía decirle cómeme. Puse mi mano en la nuca de Pili y la ayudé a tomar el camino hasta mi verga. No tuve que forzarla en absoluto. Mi mano solo dirigía su cabeza hasta mi rabo que estaba deseando sentir el calor de la boca de Pili. Se hincó de rodillas, clavó sus dos manos en mi culo, abrió su boca y tragó mi polla hasta que su nariz dio en mi abdomen. Como tragaba, con qué facilidad. Que suavidad y ritmo ponía en la mamada. Estaba degustándola, estaba disfrutándola. Era evidente que hacía tiempo que esa mujer no se comía una buena tranca dura y llena de vitalidad. Se la notaba hambrienta de rabo y apretaba sus labios para notar la dureza de mi polla.

 Cuando más disfrutaba de la tremenda mamada que me estaba regalando Pili esta se incorporó y ya mirándome a los ojos me dijo: Venga, vamos a follar ya.

 Pasó por la puerta de casa y echó un pestillo por dentro por si a Pepe se le ocurría volver cosa poco probable. Se dirigió a su dormitorio y yo la seguí torpemente quitándome los pantalones. Cuando llegué Pili estaba ya tumbada sobre la cama sin el pantalón del chándal y se estaba quitando la parte de arriba. Yo me fui a meter entre sus piernas para saborear esa raja que días antes había olido en la mano de Marta mi cuñada pero cuando fui a probarlo Pili me dijo: ¿Dónde vas? Méteme la polla de una vez que es lo que quiero. De que me coman el coño ya estoy harta. Te he dicho que vamos a follar y eso es lo que quiero, que me folles. Yo no pensaba discutir con Pili y sin pensarlo me puse sobre ella, cogí mi polla y encañone mi capullo en su raja. Pili cerró los ojos y suspiró y antes de que pudiera abrirlos enterré todo mi tronco hinchado de sangre dentro de su coño que me esperaba caliente y húmedo. Un gemido salió de la boca de Pili y sus ojos se entornaron en blanco.

 

 Subió las piernas para sentir más mi capullo dando en el fondo de su coño. Estaba toda dentro, sus piernas se relajaron y yo empecé a embestir acompasadamente entre las piernas de Pili. Ella gemía, estaba totalmente entregada, aceleré el ritmo y notaba como mis huevos daban en su culo. Los cuerpos chocando el uno con el otro provocaban un sonido que seguro que Pili hacía tiempo que no oía. Yo notaba que lo estaba pasando de lo lindo cosa que me excitaba aún más y me daba fuerzas para follarla más fuerte. Quería quedar como un campeón. Quería estar seguro de que el polvo que le echara no se le olvidara en mucho tiempo y quería dejarle claro que yo follaba infinitamente mejor que su marido.

 Sus gemidos se aceleraron, sabía que pronto se correría. Entonces Pili desbocada me pidió que le mordiera los pezones cosa que hice inmediatamente. Ella se agarró las tetas que las tenía como rocas y se las apretaba mientras yo seguía mordiendo sus pezones. Noté sabor a sangre. Creo que me pase pero a la muy puta le gustaba. Pili tuvo un orgasmo que pareció eterno. Yo también estaba a punto de correrme pero le tenía un final preparado a mi polla que no era el de correrse dentro de Pili. Puse mi rabo entre sus enormes pechos y ella empezó a menearlos con sus manos mientras acariciaba mi capullo con la punta de su lengua.

 

 Yo escupía en sus tetas para lubricar la cubana que me estaba haciendo y ella apretaba más sus tetas para sentir la dureza de mi rabo. Sus pechos duros y calientes acariciaban mi capullo estimulándolo hasta que no pude más. Solté un alarido y de mi rabo brotó un caño de leche blanca y caliente que manchó primero el cabecero de madera de la cama de Pili y luego su cara. Se quedó mirando mi verga mientras seguía manando leche más espesa y blanca de mi capullo morado y brillante. La apretó nuevamente para notar por última vez su dureza y ordeñarla hasta no dejar ni una gota. En un gesto de agradecimiento se la metió en la boca y limpio los restos de semen que quedaban en ella.

 Eres una máquina, hacía años que no me echaban un polvo así. Me sabe mal por Lola. Es mi amiga y sé que esto no está bien. Espero que Dios me perdone. Yo no le dije nada, solo sonreí. Ella dio un último suspiro de relax, se llevó la mano al pecho, mojó sus dedos en los restos de leche que tenía entre las tetas y se los llevó a la boca saboreándola de nuevo.

 Mientras me vestía ella me miraba desde la cama y cuando terminé le dije: Bueno, pues ya otro día con más tiempo terminamos de hablar y le guiñé el ojo. Ella sonrío y contestó con un ¡Que cabrón eres! Me volví y le dije: Yo no cariño, el cabrón aquí es Pepe y sonriendo me fui. Me gusto dejarla con la sensación de que la había follado como nunca y de hacerla sentir una auténtica puta.

 Llegue a casa y Lola me preguntó que qué tal el día. Yo le dije que bien, movidito. Que estaba hambriento y nos dispusimos a comer.

 Mientras comíamos pensaba si debía contárselo todo a Lola o debería de callármelo. Era algo que tenía que sopesar con tranquilidad.
 Email.

 

 

La web de los cornudos

Sólo para adultos

   [Añadir a favoritos]

   [Recomendar esta web]

   [Envíanos tus fotos]