.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Un masajista se folló a mi esposa".

 

 Mi esposa y yo vamos a cumplir 10 años de casados y muchos más de enamorados. Llevamos una vida sexual muy activa, sobre todo en los últimos tiempos. Ella, a quien llamaremos Susana, es muy guapa, de piel blanca, estatura media y buen cuerpo. Le gusta ir al gimnasio y disfruta sabiendo que es deseada por los hombres.

 Desde hace algunos años fantaseamos con la idea de ella teniendo sexo con otro hombre, idea que la excita mucho mientras hacemos el amor pero siempre al terminar me recordaba que sólo eran fantasías y que en fantasías se iban a quedar.

 Hace un par de semanas me aceptó permitirme mirar cómo un masajista le aplicaba un masaje totalmente desnuda y, cómo comprenderán, puse manos a la obra antes de que se desanime.

 Busqué la fecha, el lugar y, por su puesto, el masajista, quien se anunciaba en Internet mostrando sus fotos pero con la cara cubierta.

 Para ese día compré condones en prevención de que ella se deje llevar más allá de lo que estaba pensando permitir. Compré tanto condones de sabores, porque me moría de ganas de verla chupando otra verga, como condones normales, por si se la follaban.

 Cuando llegó el masajista fue una desilusión pues el tipo no era muy apuesto de cara, más bien era feo, y noté la mueca de Susana por lo que me imaginé que no iba a suceder nada de lo que esperaba; sin embargo el masaje seguía en pie y, como algo es algo, pensé que tal vez podría tomar algunas fotos de Susana totalmente desnuda siendo masajeada por un extraño.

 El hombre comenzó su trabajo lavándose las manos, inmediatamente después él mismo despojó a Susana de la mayor parte de ropa… y ahí estaba yo, totalmente absorto viendo cómo aquél extraño dejaba a Susana cubierta únicamente con su diminuto calzón negro.

 Ella se echó boca abajo y él empezó a masajearla desde los hombros, bajando por los brazos, espalda, cintura, el culo (por un buen rato), piernas, pies. Luego se dio la vuelta y empezó nuevamente desde arriba, hombros, tetas, abdomen, ingle (¡cómo rozaba su monte de venus!), piernas, pies… Media hora después iba a empezar el masaje sensual para lo cual él se desnudó quedándose únicamente con su calzoncillo rojo (la erección y el fluido que se apreciaba evidenciaban que estaba disfrutando de su trabajo) y, finalmente, LE BAJÓ EL CALZÓN!

 Él tomó su calzoncito desde los lados y lo fue deslizando hacia abajo, ella en ningún momento puso resistencia y levantó el culo para facilitar la operación. Poco a poco fue apareciendo su linda chuchita, muy bonita y ordenadita, con un depilado en forma de trapecio que yo mismo me encargo de mantener.

 Imaginen la escena: una habitación de hotel, una cama, mi esposa totalmente desnuda sobre la cama siendo masajeada por un extraño prácticamente desnudo. Yo, totalmente vestido, echado en la cabecera de la cama, tomo la mano de mi esposa. Es sorprendente la comodidad de la situación, parece algo cotidiano, una conversación fluye normalmente entre ellos y a mí la verga me duele de tanta excitación.

 Ahora empieza de nuevo pero esta vez se concentra más en su espalda y glúteos y cada vez que puede se las ingenia para rozarle el ano, yo observo sin perder detalle. La voltea y empieza chuparle las telas, ella está con los ojos cerrados y me aprieta la mano… su boca se alterna entre teta y teta hasta que empieza a bajar y, sin que nadie le diga nada, Susana abrió las piernas para permitir que la boca de aquel extraño se encargue de arrancar los primeros gemidos de la tarde.

 Es asombroso cómo abre las piernas y cómo su pelvis sube y baja buscando presionarse contra la boca de él. Su lengua se la está follando, veo el esfuerzo que hace por meterle la lengua más al fondo. Ella, sin abrir los ojos sigue gimiendo, contoneándose, apretando mi mano, abriendo las piernas.

 Es hiper excitante ver ese momento: yo totalmente vestido tomo de la mano a mi esposa quien, totalmente desnuda, le abre las piernas a un extraño para que él meta su lengua lo más posible en su vulva y lama su clítoris para hacerla gemir.

 Ella pide una tregua para ir al baño (a donde va corriendo pues quiere regresar rápido a la acción). Yo aprovecho para alcanzarle un condón al masajista quien comprende inmediatamente y, sin perder tiempo, se quita el calzoncillo para colocarse el condón.

 Susana regresa e inmediatamente se echa boca arriba y abre las piernas, me toma de la mano, cierra los ojos y espera…

 Él se acomoda, coloca la punta de su pene en la entrada vaginal, yo me incorporo para no perder detalle, y observo cómo milímetro a milímetro el falo del extraño se pierde en el interior de la vagina de Susana. Ella aprieta mi mano, abre mucho la boca y suelta un gran gemido… es oficial, soy un cornudo y yo lo he consentido.

 Él la bombea, ella abre las piernas, levanta las caderas, el le acaricia las nalgas, le chupa las tetas y se la está follando a las mil maravillas. Yo la beso y percibo que lo está disfrutando y es en ese momento que aparece una explosión, el primer orgasmo está llegando, ella se agita, se retuerce, él retira su pene y ella, sin decir nada, inmediatamente se pone a cuatro patas.

 Él no se hace de rogar y se la vuelve a meter y la empieza a bombear desde atrás mientras le acaricia las tetas con una mano y el clítoris con la otra. Ahora ya me suelta la mano, las está usando para apoyarse y para impulsarse hacia atrás.

 Yo sigo sentado en la cama mientras observo a mi esposa cachar como una perra con aquél extraño. Se la bombean durante un buen rato hasta que llega el segundo orgasmo: ella se estremece, se agita, gime fuerte, espasmo tras espasmo se va acomodando hasta que se echa totalmente boca abajo.

 Él se levanta y se viste rápidamente, le pago (aunque debería haberme pagado pues el también lo disfrutó), se despide y se retira inmediatamente.

 Yo sin perder tiempo me desnudo, ella se coloca boca arriba y me abre las piernas. Me abalanzo sobre ella y se la introduzco, su vagina está totalmente empapada y mi pene se resbala con facilidad. La beso fuertemente mientras la bombeo y sujeto fuertemente sus nalgas. De tanta excitación no tardo en correrme dentro de ella para dejarle la zorra llena de leche. Nos quedamos quietos por unos minutos luego nos bañamos, nos vestimos y nos retiramos de aquella habitación que había sido mudo testigo del cumplimiento de nuestra fantasía.

 Esto ocurrió hace un par de semanas y casi todos los días me da dos besos en la frente saludando mis cuernos. Ayer me confesó que se excita mucho cuando recuerda ese acontecimiento y que, aunque no sabe cuándo, ella también quisiera repetirlo, sólo me ha pedido que esta vez escoja mejor al corneador, quiere a alguien más guapo y de mejor polla, habrá que poner manos a la obra para que la nueva aventura sea pronto y esta vez me he prometido que voy a tomar fotos para el recuerdo…
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