.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Un maduro barrigudo ha salvado nuestro matrimonio (2)".

 

 La siguiente experiencia morbosa que tuvimos con Bernardo fue en un yate.

 Estela y yo llegamos a Marbella muy temprano, desayunamos en el hotel (que por cierto reservó y pagó Bernardo, demostrando su gran generosidad), descansamos un poco, preparamos los bañadores y fuimos a Puerto Banús, donde habíamos quedado con Bernardo, que nos esperaba en una cafetería.

 Hacía un día fantástico, muy caluroso. Bernardo se estaba tomando una cerveza en una jarra enorme, de casi un litro. Nos saludó muy afectuosamente. Estela y yo tomamos asiento junto a él, ella se pidió una cerveza y yo una Fanta de naranja, y Bernardo dijo en tono burlesco que yo era un maricón, porque según él un auténtico macho no bebe Fanta, porque es una bebida de niñas y de maricones. Reímos y comenzamos a charlar animadamente.

 Sobre las 12 nos subimos al yate y zarpamos. Bernardo nos enseñó el yate, los camarotes, el timón y todos los aparatos de navegación (yo tenía mucha curiosidad, porque nunca había subido en uno). Se trataba de un yate de tamaño medio, moderno y muy confortable.

 Estela y yo nos pusimos los bañadores en un camarote y subimos a la cubierta, donde Bernardo estaba preparando unas bebidas y colocando las tumbonas. Cuando vio que Estela llevaba puesta la parte de arriba del bikini le ordenó que se la quitara, obedeciendo en el acto, y nos tumbamos en unas cómodas tumbonas para tomar un poco el sol, mientras Bernardo se ponía su bañador en el camarote. O eso creíamos, ya que al poco rato apareció completamente desnudo, sin bañador ni camiseta.

 Se dirigió hacia donde estábamos con andares que reflejaban orgullo y chulería, luciendo su elegante, majestuosa y señorial barriga.

 - "Estela, ponme crema", le dijo a mi mujer.

 - "Por supuesto, Bernardo", contestó ella inmediatamente.

 Se tumbó boca abajo y Estela le extendió cuidadosamente crema por toda la espalda, culo y piernas. Luego se dio la vuelta y le extendió crema por la frente, cara, cuello, pecho y barriga. Un cosquilleo recorrió mi pene cuando vi cómo mi mujer le extendía crema sobre la inmensa superficie de su barriga. Lo hacía despacito, con mimo y sensualidad, aunque también con cierta timidez.

 - "Échame también crema por la polla y los huevos", la animó Bernardo, ya que notó que ella estaba algo indecisa. Como es normal, se le endureció su miembro debido al manoseo de Estela, y como todavía no quería empalmarse le dijo que parara.

 Bernardo se puso en pie, agarró una botella de cerveza fresca y se la bebió entera de un largo trago, mientras nosotros observábamos el efecto hipnotizante que producían los rayos del sol sobre su ahora brillante, resplandeciente y reflectante barriga, debido a la crema extendida.

 - "Túmbate que te voy a echar crema, Estela, que si no te vas a quemar, querida", le dijo a mi mujer caballerosamente.

 Era cierto, ella y yo habíamos olvidado extendernos crema cuando llegamos, no nos habíamos acordado, probablemente porque estábamos más pendientes del yate y de la situación en sí. ¡No todos los días tiene uno la suerte de disfrutar de un bonito yate!

 Bernardo depositó una gran cantidad de crema sobre las tetas de Estela y se las estuvo manoseando bastante rato, extendiéndole la crema con morbo y vicio. A veces le trabajaba una teta con las dos manos a la vez y otras veces le masajeaba las dos tetas, una con cada mano. Me gustó observar su rostro de lascivia mientras lo hacía, así como el rostro de placer y relajamiento de Estela.

 Una vez el cuerpo de Estela estuvo cubierto de crema, Bernardo tiró de repente de la parte de abajo de su bikini hasta quitárselo, quedándose por lo tanto completamente desnuda. Este acto nos pilló de sorpresa y nos excitó bastante.

 - "Ponle ahora crema a tu marido si quieres y baja después a la cocina a traer un poco más de hielo del congelador, por favor, que hace tanto calor que los cubitos que traje antes se están derritiendo, y me apetece servirme un whisky".

 Me dio mucho morbo ver a Estela caminar totalmente desnuda por la cubierta del yate, ya que no muy lejos había otros yates y barcos navegando y es posible que le vieran el coño y las tetas.

 Volvió con una bolsa de hielo y Bernardo se ofreció a prepararle un mojito, que es una bebida que le encanta a Estela.

 - "Es el mejor mojito que he bebido en mi vida, ¡qué rico está!", dijo ella, y Bernardo esbozó una orgullosa sonrisa.

 Charlamos tranquilamente de diferentes asuntos, ellos desnudos y yo con el bañador puesto. Bernardo nos contó, entre otras cosas, que había despedido a dos empleados de su empresa porque eran unos vagos y que se había comprado un nuevo coche, un Jaguar XJ.

 Minutos después me pidió a mí que colocara dos tumbonas juntas, para tumbarse él y mi mujer juntos, cosa que hice.

 Cogí el móvil para navegar por internet y leer la prensa mientras él y Estela estaban tumbados, con sus cuerpos pegados, hablando en voz baja, riendo y acariciándose mutuamente. Bernardo le rodeaba los hombros con su brazo, y con la otra mano le acariciaba las tetas y a veces también el coño. Estela le acariciaba su excelsa barriga y le manoseaba la polla y los huevos.

 Al cabo de un rato se pusieron en pie y Estela me dijo con total naturalidad :

 - "Cariño, Bernardo y yo nos vamos al camarote a bebernos una botella de champán y a follar".

 Me hizo un gesto de despedida con la mano y se fueron.

 Yo me quedé allí solo, como un gilipollas, y me tumbé a tomar el sol. De vez en cuando podía escuchar las sonoras risas y carcajadas que llegaban desde el camarote. Más tarde escuché los gemidos de Estela y los gruñidos de placer de Bernardo.

 Unos 50 minutos después, regresaron, ella con rostro de felicidad y picardía y él con rostro de orgullo y satisfacción. Estela sostenía una bandeja con mariscos, y Bernardo otra con diferentes pescados, ya que era la hora del almuerzo.

 - "¿Puedes bajar por platos y cubiertos, Estela?", le preguntó a mi mujer.

 - "Claro que sí, Bernardo, ahora mismo", respondió.

 Bernardo y yo nos quedamos solos, se encendió un puro, se sirvió un whisky con hielo y me dijo :

 - "Me ha dejado los cojones secos la puta de tu mujer, es una máquina de follar la tía. Se ha puesto a pegar botes encima de mi polla como una poseída y al final me ha suplicado que le echara la leche dentro de la boca, y se la ha tragado toda. Qué gustazo, Raúl, qué placer correrme dentro de la boca de la zorra de tu mujer y ver cómo se tragaba la leche. La semana pasada conocí a una jovencita de 17 años por internet, quedé con ella en un centro comercial y me chupó la polla en los servicios, pero decía que no le gustaba el sabor del semen y me corrí sobre sus tetas, sin embargo, la guarra de Estela ha saboreado mi semen con pasión y después lo ha tragado mientras me miraba con cara de viciosa. Por cierto, me ha dicho que mi semen tiene un sabor delicioso y que le gusta mucho más que el tuyo".

 Evidentemente la polla se me puso dura como una piedra al escuchar eso. Bernardo notó la excitación en mi rostro y me dijo que si me apetecía tenía tiempo de ir a hacerme una paja antes de almorzar.

 Llegó Estela con los platos y los cubiertos y Bernardo dijo en voz alta :

 - "Estela, le he dicho al maricón de tu marido que si quiere puede ir a hacerse una paja, que nosotros lo esperamos para comer, que no hay prisa".

 Estela se aguantó la risa y dijo :

 - "Claro cariño, ve a pajearte si te apetece mientras yo preparo la mesa".

 Me lo pensé pero al final dije que no. La ayudé a poner la mesa mientras Bernardo hablaba con el móvil con alguien y notó que yo le miraba unas marcas rojas que tenía en las tetas. Entonces, se acercó a mí y agarrándose las tetas con ambas manos me dijo :

 - "¿Te has dado cuenta, verdad? Mira, mira las marcas que Bernardo me ha dejado en las tetas con sus chupetones. Uhmmm... me las ha mamado, chupeteado y mordisqueado como un bestia. ¡Qué polvazo hemos echado, cariño!".

 Tras el almuerzo nos echamos una siesta de una hora aproximadamente y después Estela y yo nos dimos un refrescante baño en las azules aguas del mar mediterráneo. Era la primera vez en nuestra vida que nadábamos en aguas tan profundas y limpias, y la experiencia nos encantó.

 Volvimos a subir al yate, tomamos un poco el sol y nos dimos una ducha en el baño del camarote. Mientras estábamos en la ducha, Estela y yo nos fundimos en en profundo beso y yo llevé mi mano a su coño, pero ella me la retiró. Yo estaba muy cachondo y me apetecía sobarle las tetas y el coño, pero ella me retiraba las manos, y ese rechazo me puso aún más caliente.

 - "¿Me puedo hacer una paja mientras te miro esas tetas que te ha chupado Bernardo y ese coño tan perfectamente follado por él?".

 - "No, Raúl, Bernardo está esperándonos arriba, no podemos ser tan maleducados. Si quieres te quedas tú aquí solo cascándotela, pero yo voy a subir ya".

 Salimos juntos de la ducha y nos dirigimos a la cubierta, donde Bernardo se encontraba leyendo un periódico. Nos ofreció amablemente un exquisito café preparado por él, que bebimos con mucho agrado.

 - "Qué rico está el café, Bernardo, hacía tiempo que no probaba uno tan bueno", comenté con un sincero tono de agradecimiento.

 - "Está delicioso, Bernardo, mucho mejor que el de la cafetería de Valladolid en la que solemos desayunar nosotros, y eso que el café que sirven es de los mejores de Valladolid", añadió Estela.

 Bernardo comentó, mientras se servía un whisky y daba caladas a un puro:

 - "Hoy en día es casi imposible tomarse un buen café en un bar. En Avilés solamente hay un bar que prepare buenos cafés, y he dejado de ir porque han contratado a una camarera muy antipática y muy fea".

 - "Riquísimo, Bernardo, este café está riquísimo. Ni mi madre sabe preparar un café tan bueno", añadió Estela mientras lo saboreaba.

 Tras el café y una amena charla, Bernardo propuso que bajáramos los tres a su camarote, invitación que mi mujer y yo aceptamos, como es lógico.

 Nos dirigimos hacia el camarote, yo delante y ellos detrás, cogidos de la mano.

 Bernardo se tumbó en la cama, Estela puso el coño a la altura de su cara para que se lo chupara y yo me metí su polla en la boca, siguiendo sus instrucciones. La sensación de sentirme tan maricón me excitaba mucho. Recorrí sus pelotas y su polla con mi lengua, mientras la guarra de Estela gemía debido a los lengüetazos que le daba Bernardo en su coño.

 Chuparle la polla a otro hombre es maravilloso, 100% morboso, y la sensación de notar cómo crece dentro de la boca es indescriptible. Recomiendo desde aquí a todos los cornudos a que se animen y le chupen las pollas a los amantes de sus mujeres.

 Después Estela se colocó sobre la polla de Bernardo y comenzó a cabalgar, gimiendo de placer debido al gustazo que sentía. Yo metí mi pene en su boca y ella me lo mamó de forma magistral, mientras que con una mano me masajeaba los testículos. Bernardo la insultaba, la llamaba puta, zorra, furcia...

 - "¡Sí, sí, sí, sí, sí...! ¡Soy una puta, una zorra, una guarra y una furcia! ¡Soy tu puta, Bernardo, yo soy tu puta! ¡Soy una zorra que le pone los cuernos a su marido!".

 - "Estás casada con un maricón, nena, te casaste con un maricón, pero no te preocupes, que aquí está Bernardo para follarte como tú te mereces. ¡So puta, so zorra!", gritó Bernardo entre gruñidos de placer.

 No pude resistir más y eyaculé sobre la cara de mi mujer, mientras ella y Bernardo gemían y gritaban como locos. Lo cierto es que Bernardo tenía mucho aguante, efectivamente es más hombre que yo, es un auténtico macho.  Incluso después cambiaron de postura, ella debajo y él arriba, y estuvo un buen rato follándola como un loco. Impresionante el aguante que tiene Bernardo.

 - "Me voy a correr dentro del coño de tu mujer, Raúl, voy a llenarle el coño de leche a la puta que tienes por esposa".

 Y así fue. Bernardo se corrió dentro del coño de Estela mientras la insultaba y gritaba como una bestia salvaje. Impresionante el morbo y el vicio de esa escena.

 Tras unos momentos de relajación, Bernardo me ordenó a mí que le follara el coño a Estela. Al introducir el pene noté el charco de leche que tenía dentro.

 El contacto de mi pene con la espesa y caliente leche de Bernardo me provocó una excitación tan inmensa que me follé a Estela como nunca antes lo había hecho. Os juro que nunca antes me había follado de una manera tan brutal a mi mujer. ¡No hay palabras para definir tanto placer!.

 Cuando noté que no podía aguantar más, saqué mi pene de su coño y lancé una abundante corrida sobre sus tetas, que quedaron cubiertas de semen.

 Me gustaría señalar que este fue el mejor polvo que Estela y yo habíamos echado hasta el momento, y todo gracias a la leche que Bernardo había depositado previamente en su coño.

 Descansamos y, sentados sobre la cama, comimos un trozo de tarta helada de chocolate que Bernardo nos trajo cortésmente en una bonita bandeja.

 Subí a la cubierta a que me diera un poco el aire y cuando bajé, ambos estaban juntos en la ducha. Encendí la televisión y me tumbé en la cama mientras tanto.

 Cuando por la noche llegamos al hotel, Estela me dijo que cuando estuvieron en la ducha y yo estaba arriba en la cubierta, él le orinó sobre su coño y su barriga, y que sentir su meado la puso tan cachonda que no pudo evitar llevarse su polla a la boca y hacerle una buena mamada, acabando con un buen corridón de semen en sus tetas.

 Ya veis, amigos de MorboCornudos, Estela cada vez está más enviciada, cada vez es más guarra y yo cada vez soy más cornudo, algo que está afectando de manera muy positiva a nuestra relación. Bernardo ha aportado morbo, diversión, ilusión y complicidad a nuestro matrimonio.

 Próximamente os contaremos más experiencias que hemos tenido con Bernardo, el maduro barrigudo que salvó nuestro matrimonio de las garras de la monotonía.

 Raúl y Estela.

 

 

La web de los cornudos

Sólo para adultos

   [Añadir a favoritos]

   [Recomendar esta web]

   [Envíanos tus fotos]