La
siguiente experiencia morbosa que tuvimos con Bernardo fue en un yate.
Estela
y yo llegamos a Marbella muy temprano, desayunamos en el hotel (que por
cierto reservó y pagó Bernardo, demostrando su gran generosidad),
descansamos un poco, preparamos los bañadores y fuimos a Puerto Banús,
donde habíamos quedado con Bernardo, que nos esperaba en una cafetería.
Hacía
un día fantástico, muy caluroso. Bernardo se estaba tomando una cerveza
en una jarra enorme, de casi un litro. Nos saludó muy afectuosamente.
Estela y yo tomamos asiento junto a él, ella se pidió una cerveza y yo
una Fanta de naranja, y Bernardo dijo en tono burlesco que yo era un
maricón, porque según él un auténtico macho no bebe Fanta, porque es
una bebida de niñas y de maricones. Reímos y comenzamos a charlar
animadamente.
Sobre
las 12 nos subimos al yate y zarpamos. Bernardo nos enseñó el yate, los
camarotes, el timón y todos los aparatos de navegación (yo tenía mucha
curiosidad, porque nunca había subido en uno). Se trataba de un yate de
tamaño medio, moderno y muy confortable.
Estela
y yo nos pusimos los bañadores en un camarote y subimos a la cubierta,
donde Bernardo estaba preparando unas bebidas y colocando las tumbonas.
Cuando vio que Estela llevaba puesta la parte de arriba del bikini le
ordenó que se la quitara, obedeciendo en el acto, y nos tumbamos en
unas cómodas tumbonas para tomar un poco el sol, mientras Bernardo se
ponía su bañador en el camarote. O eso creíamos, ya que al poco rato
apareció completamente desnudo, sin bañador ni camiseta.
Se
dirigió hacia donde estábamos con andares que reflejaban orgullo y
chulería, luciendo su elegante, majestuosa y señorial barriga.
-
"Estela, ponme crema", le dijo a mi mujer.
-
"Por supuesto, Bernardo", contestó ella inmediatamente.
Se
tumbó boca abajo y Estela le extendió cuidadosamente crema por toda la
espalda, culo y piernas. Luego se dio la vuelta y le extendió crema por
la frente, cara, cuello, pecho y barriga. Un cosquilleo recorrió mi
pene cuando vi cómo mi mujer le extendía crema sobre la inmensa
superficie de su barriga. Lo hacía despacito, con mimo y sensualidad,
aunque también con cierta timidez.
-
"Échame también crema por la polla y los huevos", la animó Bernardo, ya
que notó que ella estaba algo indecisa. Como es normal, se le endureció
su miembro debido al manoseo de Estela, y como todavía no quería
empalmarse le dijo que parara.
Bernardo
se puso en pie, agarró una botella de cerveza fresca y se la bebió
entera de un largo trago, mientras nosotros observábamos el efecto
hipnotizante que producían los rayos del sol sobre su ahora brillante,
resplandeciente y reflectante barriga, debido a la crema extendida.
-
"Túmbate que te voy a echar crema, Estela, que si no te vas a quemar,
querida", le dijo a mi mujer caballerosamente.
Era
cierto, ella y yo habíamos olvidado extendernos crema cuando llegamos,
no nos habíamos acordado, probablemente porque estábamos más pendientes
del yate y de la situación en sí. ¡No todos los días tiene uno la
suerte de disfrutar de un bonito yate!
Bernardo
depositó una gran cantidad de crema sobre las tetas de Estela y se las
estuvo manoseando bastante rato, extendiéndole la crema con morbo y
vicio. A veces le trabajaba una teta con las dos manos a la vez y otras
veces le masajeaba las dos tetas, una con cada mano. Me gustó observar
su rostro de lascivia mientras lo hacía, así como el rostro de placer y
relajamiento de Estela.
Una
vez el cuerpo de Estela estuvo cubierto de crema, Bernardo tiró de
repente de la parte de abajo de su bikini hasta quitárselo, quedándose
por lo tanto completamente desnuda. Este acto nos pilló de sorpresa y
nos excitó bastante.
-
"Ponle ahora crema a tu marido si quieres y baja después a la cocina a
traer un poco más de hielo del congelador, por favor, que hace tanto
calor que los cubitos que traje antes se están derritiendo, y me
apetece servirme un whisky".
Me
dio mucho morbo ver a Estela caminar totalmente desnuda por la cubierta
del yate, ya que no muy lejos había otros yates y barcos navegando y es
posible que le vieran el coño y las tetas.
Volvió
con una bolsa de hielo y Bernardo se ofreció a prepararle un mojito,
que es una bebida que le encanta a Estela.
-
"Es el mejor mojito que he bebido en mi vida, ¡qué rico está!", dijo
ella, y Bernardo esbozó una orgullosa sonrisa.
Charlamos
tranquilamente de diferentes asuntos, ellos desnudos y yo con el
bañador puesto. Bernardo nos contó, entre otras cosas, que había
despedido a dos empleados de su empresa porque eran unos vagos y que se
había comprado un nuevo coche, un Jaguar XJ.
Minutos
después me pidió a mí que colocara dos tumbonas juntas, para tumbarse
él y mi mujer juntos, cosa que hice.
Cogí
el móvil para navegar por internet y leer la prensa mientras él y
Estela estaban tumbados, con sus cuerpos pegados, hablando en voz baja,
riendo y acariciándose mutuamente. Bernardo le rodeaba los hombros con
su brazo, y con la otra mano le acariciaba las tetas y a veces también
el coño. Estela le acariciaba su excelsa barriga y le manoseaba la
polla y los huevos.
Al
cabo de un rato se pusieron en pie y Estela me dijo con total
naturalidad :
-
"Cariño, Bernardo y yo nos vamos al camarote a bebernos una botella de
champán y a follar".
Me
hizo un gesto de despedida con la mano y se fueron.
Yo
me quedé allí solo, como un gilipollas, y me tumbé a tomar el sol. De
vez en cuando podía escuchar las sonoras risas y carcajadas que
llegaban desde el camarote. Más tarde escuché los gemidos de Estela y
los gruñidos de placer de Bernardo.
Unos
50 minutos después, regresaron, ella con rostro de felicidad y picardía
y él con rostro de orgullo y satisfacción. Estela sostenía una bandeja
con mariscos, y Bernardo otra con diferentes pescados, ya que era la
hora del almuerzo.
-
"¿Puedes bajar por platos y cubiertos, Estela?", le preguntó a mi
mujer.
-
"Claro que sí, Bernardo, ahora mismo", respondió.
Bernardo
y yo nos quedamos solos, se encendió un puro, se sirvió un whisky con
hielo y me dijo :
-
"Me ha dejado los cojones secos la puta de tu mujer, es una máquina de
follar la tía. Se ha puesto a pegar botes encima de mi polla como una
poseída y al final me ha suplicado que le echara la leche dentro de la
boca, y se la ha tragado toda. Qué gustazo, Raúl, qué placer correrme
dentro de la boca de la zorra de tu mujer y ver cómo se tragaba la
leche. La semana pasada conocí a una jovencita de 17 años por internet,
quedé con ella en un centro comercial y me chupó la polla en los
servicios, pero decía que no le gustaba el sabor del semen y me corrí
sobre sus tetas, sin embargo, la guarra de Estela ha saboreado mi semen
con pasión y después lo ha tragado mientras me miraba con cara de
viciosa. Por cierto, me ha dicho que mi semen tiene un sabor delicioso
y que le gusta mucho más que el tuyo".
Evidentemente
la polla se me puso dura como una piedra al escuchar eso. Bernardo notó
la excitación en mi rostro y me dijo que si me apetecía tenía tiempo de
ir a hacerme una paja antes de almorzar.
Llegó
Estela con los platos y los cubiertos y Bernardo dijo en voz alta :
-
"Estela, le he dicho al maricón de tu marido que si quiere puede ir a
hacerse una paja, que nosotros lo esperamos para comer, que no hay
prisa".
Estela
se aguantó la risa y dijo :
-
"Claro cariño, ve a pajearte si te apetece mientras yo preparo la
mesa".
Me
lo pensé pero al final dije que no. La ayudé a poner la mesa mientras
Bernardo hablaba con el móvil con alguien y notó que yo le miraba unas
marcas rojas que tenía en las tetas. Entonces, se acercó a mí y
agarrándose las tetas con ambas manos me dijo :
-
"¿Te has dado cuenta, verdad? Mira, mira las marcas que Bernardo me ha
dejado en las tetas con sus chupetones. Uhmmm... me las ha mamado,
chupeteado y mordisqueado como un bestia. ¡Qué polvazo hemos echado,
cariño!".
Tras
el almuerzo nos echamos una siesta de una hora aproximadamente y
después Estela y yo nos dimos un refrescante baño en las azules aguas
del mar mediterráneo. Era la primera vez en nuestra vida que nadábamos
en aguas tan profundas y limpias, y la experiencia nos encantó.
Volvimos
a subir al yate, tomamos un poco el sol y nos dimos una ducha en el
baño del camarote. Mientras estábamos en la ducha, Estela y yo nos
fundimos en en profundo beso y yo llevé mi mano a su coño, pero ella me
la retiró. Yo estaba muy cachondo y me apetecía sobarle las tetas y el
coño, pero ella me retiraba las manos, y ese rechazo me puso aún más
caliente.
-
"¿Me puedo hacer una paja mientras te miro esas tetas que te ha chupado
Bernardo y ese coño tan perfectamente follado por él?".
-
"No, Raúl, Bernardo está esperándonos arriba, no podemos ser tan
maleducados. Si quieres te quedas tú aquí solo cascándotela, pero yo
voy a subir ya".
Salimos
juntos de la ducha y nos dirigimos a la cubierta, donde Bernardo se
encontraba leyendo un periódico. Nos ofreció amablemente un exquisito
café preparado por él, que bebimos con mucho agrado.
-
"Qué rico está el café, Bernardo, hacía tiempo que no probaba uno tan
bueno", comenté con un sincero tono de agradecimiento.
-
"Está delicioso, Bernardo, mucho mejor que el de la cafetería de
Valladolid en la que solemos desayunar nosotros, y eso que el café que
sirven es de los mejores de Valladolid", añadió Estela.
Bernardo
comentó, mientras se servía un whisky y daba caladas a un puro:
-
"Hoy en día es casi imposible tomarse un buen café en un bar. En Avilés
solamente hay un bar que prepare buenos cafés, y he dejado de ir porque
han contratado a una camarera muy antipática y muy fea".
-
"Riquísimo, Bernardo, este café está riquísimo. Ni mi madre sabe
preparar un café tan bueno", añadió Estela mientras lo saboreaba.
Tras
el café y una amena charla, Bernardo propuso que bajáramos los tres a
su camarote, invitación que mi mujer y yo aceptamos, como es lógico.
Nos
dirigimos hacia el camarote, yo delante y ellos detrás, cogidos de la
mano.
Bernardo
se tumbó en la cama, Estela puso el coño a la altura de su cara para
que se lo chupara y yo me metí su polla en la boca, siguiendo sus
instrucciones. La sensación de sentirme tan maricón me excitaba mucho.
Recorrí sus pelotas y su polla con mi lengua, mientras la guarra de
Estela gemía debido a los lengüetazos que le daba Bernardo en su coño.
Chuparle
la polla a otro hombre es maravilloso, 100% morboso, y la sensación de
notar cómo crece dentro de la boca es indescriptible. Recomiendo desde
aquí a todos los cornudos a que se animen y le chupen las pollas a los
amantes de sus mujeres.
Después
Estela se colocó sobre la polla de Bernardo y comenzó a cabalgar,
gimiendo de placer debido al gustazo que sentía. Yo metí mi pene en su
boca y ella me lo mamó de forma magistral, mientras que con una mano me
masajeaba los testículos. Bernardo la insultaba, la llamaba puta,
zorra, furcia...
-
"¡Sí, sí, sí, sí, sí...! ¡Soy una puta, una zorra, una guarra y una
furcia! ¡Soy tu puta, Bernardo, yo soy tu puta! ¡Soy una zorra que le
pone los cuernos a su marido!".
-
"Estás casada con un maricón, nena, te casaste con un maricón, pero no
te preocupes, que aquí está Bernardo para follarte como tú te mereces.
¡So puta, so zorra!", gritó Bernardo entre gruñidos de placer.
No
pude resistir más y eyaculé sobre la cara de mi mujer, mientras ella y
Bernardo gemían y gritaban como locos. Lo cierto es que Bernardo tenía
mucho aguante, efectivamente es más hombre que yo, es un auténtico
macho. Incluso después cambiaron de postura, ella debajo y él
arriba, y estuvo un buen rato follándola como un loco. Impresionante el
aguante que tiene Bernardo.
-
"Me voy a correr dentro del coño de tu mujer, Raúl, voy a llenarle el
coño de leche a la puta que tienes por esposa".
Y
así fue. Bernardo se corrió dentro del coño de Estela mientras la
insultaba y gritaba como una bestia salvaje. Impresionante el morbo y
el vicio de esa escena.
Tras
unos momentos de relajación, Bernardo me ordenó a mí que le follara el
coño a Estela. Al introducir el pene noté el charco de leche que tenía
dentro.
El
contacto de mi pene con la espesa y caliente leche de Bernardo me
provocó una excitación tan inmensa que me follé a Estela como nunca
antes lo había hecho. Os juro que nunca antes me había follado de una
manera tan brutal a mi mujer. ¡No hay palabras para definir tanto
placer!.
Cuando
noté que no podía aguantar más, saqué mi pene de su coño y lancé una
abundante corrida sobre sus tetas, que quedaron cubiertas de semen.
Me
gustaría señalar que este fue el mejor polvo que Estela y yo habíamos
echado hasta el momento, y todo gracias a la leche que Bernardo había
depositado previamente en su coño.
Descansamos
y, sentados sobre la cama, comimos un trozo de tarta helada de
chocolate que Bernardo nos trajo cortésmente en una bonita bandeja.
Subí
a la cubierta a que me diera un poco el aire y cuando bajé, ambos
estaban juntos en la ducha. Encendí la televisión y me tumbé en la cama
mientras tanto.
Cuando
por la noche llegamos al hotel, Estela me dijo que cuando estuvieron en
la ducha y yo estaba arriba en la cubierta, él le orinó sobre su coño y
su barriga, y que sentir su meado la puso tan cachonda que no pudo
evitar llevarse su polla a la boca y hacerle una buena mamada, acabando
con un buen corridón de semen en sus tetas.
Ya
veis, amigos de MorboCornudos, Estela cada vez está más enviciada, cada
vez es más guarra y yo cada vez soy más cornudo, algo que está
afectando de manera muy positiva a nuestra relación. Bernardo ha
aportado morbo, diversión, ilusión y complicidad a nuestro matrimonio.
Próximamente
os contaremos más experiencias que hemos tenido con Bernardo, el maduro
barrigudo que salvó nuestro matrimonio de las garras de la monotonía.
Raúl
y Estela.
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