Desde
hace unos meses, mantenemos una relación con otra pareja, Jordi y Ana,
con la que hemos jugado y mantenido relaciones pero sin haber llegado
aún al intercambio completo. En multitud de ocasiones, hemos comentado
los cuatro las ganas de llevarlo a cabo, pero no acabamos de encontrar
la ocasión de hacerlo.
Hace
unos días, después de una buena sesión de sexo con mi esposa Sandra,
salió de nuevo este tema, y me dijo que, vistas las ganas que yo tenía
de ser cornudo, muy pronto llevaría unos hermosos cuernos. Le dije que
la conversación no podía quedar así, y que debía concretar más. Después
de presionarla un poco, me dijo que antes de una semana los llevaría
bien puestos.
Al día
siguiente, mantuvimos varias conversaciones entre nosotros desde
nuestros trabajos, pero en ellas no se trató este asunto. Ya por la
tarde, volví a casa, y me encontré que ella aún no había vuelto. A los
pocos minutos, oí el ruido de la puerta abrirse y llegar ella con
varias bolsas, señal evidente que el retraso se debía a haber
aprovechado los últimos días de rebajas. Después de darme un beso más
húmedo de lo habitual, se enseñó sus compras las cuales eran todas
bastante sexy: Varios tangas, un vestido con la espalda totalmente al
aire y un escote que permitía verse hasta el ombligo, y unas sandalias
de tacón muy alto que hacía tiempo que nos las mirábamos en el
escaparate de la tienda. Una vez me lo hubo enseñado, me dijo que iba a
probárselo, y que me preparara una copa ya que se iba a tomar su
tiempo, también habitual en ella.
Después de más
de una hora, volvió a aparecer. Estaba bellísima y extraordinariamente
sexy: Además de la ropa y zapatos comprados, se había maquillado,
pintado y peinado como si tuviera la cita de su vida. Después de darle
un par de besos y un pequeño achuchón, le dije que eso no podía quedar
así, y que si me esperaba un poco, me ducharía rápido, me arreglaría e
iríamos a cenar a algún restaurante donde poder lucir a mi preciosa
mujercita. Entonces ella me contestó:
- Espera
un poco. Lucirme, me lucirás, pero no hará falta que te arregles. Te
prometí ayer unos hermosos cuernos, y voy a cumplir mi palabra. En unos
minutos, llegará Jordi. Él no sabe que tú estarás en casa. Le abrirás
la puerta, le harás pasar, y le contarás lo hablado ayer noche entre
nosotros dos. Lo que le cuentes, lo harás en voz suficientemente fuerte
para que yo pueda oírlo y asegurarme que no te dejas nada. Cuando se lo
hayas contado todo, yo entraré en el salón, nos tomaremos una copa los
tres, y cuando yo lo crea oportuno, te haré una señal para que te vayas
de casa y nos dejes solos. No volverás a casa hasta que yo te llame y
te lo diga.
Como podéis
imaginar, mi polla ya no cabía en mis pantalones. Además de lo guapa y
sexy que se había puesto, iba a cumplir con nuestra fantasía y además,
de una forma tan morbosa. No me lo pensé ni un segundo. La abracé, la
besé y le dí las gracias por la situación provocada.
En menos de
diez minutos, sonaba el timbre de la puerta, y la cara de Jordi al ver
que era yo quien le habría fue de foto. Para evitarle el mal trago,
enseguida le dije:
- Hombre
Jordi, Sandra y yo te estábamos esperando, pasa por favor.
Su cara de
asombro le delataba. No sabía cómo reaccionar. Le hice pasar al salón,
le preparé una cerveza, y le expliqué de tirón lo ocurrido la noche
anterior. Jordi únicamente escuchaba, bebía pequeños sorbos de cerveza
y abría unos ojos como platos. Una vez terminé la explicación, Jordi me
dijo:
- Así
que hoy es el día elegido por Sandra para que follemos. Pues bien, pero
tú ¿estarás presente? Mientras
No le dio
tiempo a terminar. Por la puerta apareció Sandra, se fue directa a
Jordi, le dio un morreo de película, y le dijo:
-
Juan ahora se despedirá y
se irá a dar una vuelta, a un bar o donde él decida mientras piensa en
lo que tú y yo esteremos haciendo
Sólo volverá a casa cuando yo se lo
diga. Y ahora cariño, me dijo dirigiéndose a mí, despídete de Jordi y
de mí, que estoy muy caliente y tengo muchas ganas de llevarme a Jordi
a la cama.
Una hora
después me encontraba sentado en una mesa de un McDonalds totalmente
aturdido. Hacía mucho que había estado deseando que llegara ese
momento, pero en el fondo no tenía claro si realmente quería que
llegara. Ahora, ya era tarde. A esas horas, seguro que ya habrían
follado. Pensaba en qué iba a ocurrir a partir de este momento.
Mientras mi cabeza no paraba de dar vueltas a lo que estaba sucediendo,
mi teléfono comenzó sonar. No había falta mirar la pantalla, estaba
seguro que era Sandra. Efectivamente, era ella:
- Hola
cariño. ¿Qué tal estás?. Espero que muy feliz por ser ya un nuevo
cornudo en este mundo, jejeje.
- ¿Cómo
te ha ido?.
- Estupendamente.
Como ya me había dicho Ana, Jordi folla muy bien. Ahora mismo se acaba
de correr. Estábamos descansando un poco, y hemos creído que sería
mejor que te llamáramos y te ofreciéramos la posibilidad de ser un
espectador privilegiado de nuestro segundo polvo.
- ¿Cómo
dices?.
-
Pues eso. Que en cinco
minutos, vamos a follar de nuevo, y si quieres, puedes participar como
espectador. Para ello, hemos preparado una butaca junto a la cama.
Tendrás que llegar antes de cinco minutos a casa, si llegas más tarde
estará la balda puesta y no podrás entrar, desnudarte en el recibidor,
entrar en la habitación, y sin decir una sola palabra, verás nuestro
segundo polvo. Tan solo podrás masturbarte si te apetece y, si decido
hablarte o te pido algo, hacerlo. Piensatelo y decide.
Y colgó.
Salí disparado del McDonalds. Mientras corría calle abajo mi cabeza
pensaba en si realmente quería verlo o no. Ya frente a la portería de
mi casa, decidí subir. No sabía si una situación se iba a repetir nunca
más, y si no subía podía arrepentirme. No utilicé ni el ascensor. Subí
corriendo por las escaleras, abrí la puerta y una vez cerrada, me
desnudé rápidamente. Entonces, un poco más tranquilo y con una polla
tiesa como nunca, me dirigí a mi habitación.
Tal y como me
había contado Sandra, allí estaba la butaca forrada con una toalla, y
en el respaldo, había un condón usado. No había necesidad de
explicaciones. Ellos, se encontraban tumbados uno frente al otro, en la
cama, cogidos, él tenía su pierna sobre las de ella y besándose. Una
vez me hube sentado, Sandra se giró hacia mí y me dijo:
- Cornudito,
ya veo que has cogido nuestro regalito. Ahora verás en primera fila lo
que hemos hecho con él antes de dártelo.
Dicho eso, ella
se puso toda la polla de Jordi en la boca y comenzó un mete y saca que
hacía que creciera a cada embestida. Cuando ya la tuvo dura, ella se
tumbó en la cama, abrió las piernas e invitó a Jordi a comerle el coño.
A él no le costó mucho que ella comenzara a chillar de placer e
incluso, a convulsionarse. Entonces, ella alagó la mano y cogió de la
mesita de noche un condón nuevo, lo abrió, y tumbándole a él de
espaldas, le puso el condón con la boca. A partir de ese momento, fue
un recital y gritos, posturas, gemidos a los que me uní yo también
manturbándome.
Los tres
acabamos casi a la vez. Yo tenía toda la mano llena de mi semen. Ellos
se quedaron tumbados uno junto al otro mientras la polla de él iba
perdiendo la dureza y tamaño alcanzado. Entonces, Sandra se dirigió a
mí y me dijo:
- Muy
bien cornudito. Quiero que te acerques a la cama, que le acerques a
Jordi tu mano llena de semen para que él te la limpie con su boca. Ese
será su pago por ser el primer corneador oficial. Al mismo tiempo,
quiero que con la otra mano, le saques el condón, y luego le limpies la
polla con tu boca. Mientras, os haré unas fotos que me ha pedido Ana
que le envíe.
Así acabó
la primera etapa del estreno de las dos parejas. En otra ocasión os
contaré cómo fue el estreno de Ana y yo.
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(Recomendamos
leer nuestro relato anterior :
Sandra por fin se decidió)
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