.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Situación morbosa en la playa".

 

 Estando de vacaciones, mi pareja y yo fuimos a la playa de la que somos habituales, cercana al pueblo de Tarragona en que vivimos. Era al mediodía y apenas había gente. Fuimos a plantar nuestra sombrilla cerca de una pareja que no me sonaban de nada, por lo que supongo que eran turistas. Tanto él como ella estaban de de muy buen ver. Deciros que mi chica también está muy bien, pese a tener ya 40 añitos.

 El caso es que cuando se sacó la ropa y quedó en bikini, noté que el chico de la pareja de al lado se le quedaba mirando, más bien de una forma descarada. No dije nada, porque a mí esta situación me excitó al momento (siempre me ha excitado la idea de exhibir a mi pareja, ya sea por foto, cam o real, aunque nunca se me ha complacido esta fantasía). Nos fuimos al agua, y allí constaté que el chico seguía mirando, mientras su chica (supongo que lo era) tomaba el sol sin percatarse de nada. Yo, excitado como estaba, no dejaba de manosear a mi hembra en el agua, y hasta llegué a penetrarla, con un poco de resistencia por parte de ella. Todo esto en mi esperanza de que el chaval se diera cuenta de lo que estábamos haciendo y estuviera disfrutando del espectáculo.

 Salimos, y el chico se había puesto boca a bajo. Quise pensar que era porque la erección que debía tener ya era más que evidente. En ese momento ya no
miraba, pero estaba seguro que volvería a hacerlo en cuanto se tranquilizara un poco.

 Y así fue. Al rato se dio la vuelta y volvió a mirarla. Mi mujer se había quitado la parte de arriba del bikini para tomar el sol, se había colocado boca
arriba y se había puesto una de gafitas de plástico casi opacas para tomar el sol. Por los movimientos acompasados de sus pechos, me pareció que se había quedado dormida. El caso es que el chaval no paraba de mirarla, y forzaba su posición de sentado para intentar verle los pechos, ya que le quedaban ocultos tras la bolsa de mimbre que llevábamos.

 Ante tal insistencia, quise ser generoso, y aparté la bolsa para que la viera los senos de mi mujer en toda su plenitud (usa una 100, o sea que imaginaba el espectáculo). Tras esto le miré, le dediqué una amplia sonrisa que él me devolvió, asintió con la cabeza y se colocó cómoda y descaradamente sentado en nuestra dirección para mirarla sin problemas, con las piernas flexionadas y abiertas, enseñándome el notable bulto que le había producido ese regalito mío. Yo también estaba excitadísimo, y no tuve más remedio que ponerme boca a bajo para intentar paliar el dolor presionando contra el suelo. Yo no hacía más que mirarle a él, cómo se acariciaba ocasionalmente por encima del bañador, y a ella, e imaginarme todo lo que podía estar pasando por su cabeza.

 El culmen llegó cuando me hizo un gesto, cogió su teléfono móvil y me dedicó una sonrisa inocente y señaló a mi mujer. Yo le entendí enseguida: quería
sacarle una foto, y asentí con la cabeza. Me aparté totalmente para que ella saliera sola en las fotos. Y observé la escena. Mi pene estaba a punto de
explotar de la excitación, y se me ocurrió elevar la temperatura un grado más. Rezando para que mi mujer estuviera realmente dormida, le indiqué con una seña que se acercara para sacar fotos de más de cerca, de cuerpo entero y desde enfrente.

 El pobre se quedó helado en ese momento, miró a su pareja, se levantó como pudo y se plantó delante de mi mujer, le sacó unas cuantas fotos (no sé cuantas, pues yo solo podía mirar el bulto que sobresalía presionando totalmente el bañador de mi amigo) y enseguida fue corriendo al lado de su pareja. Se sentó tal como estaba antes, y no dejó de pasar las fotos en su móvil mientras se apretaba fuerte el paquete, mirándome y dedicándome amplias sonrisas que más que de agradecimiento eran de puro vicio. Yo hice lo mío, que fue tumbarme boca a bajo y presionar fuerte mi cadera contra el suelo.

 Así pasó la tarde, mi mujer al rato se puso boca abajo. Y la parejita primero se fue al agua, donde él se puso bastante cariñoso, y luego se fueron. Ni nos
dijimos nada, ni nos miramos a la cara, ni nada para despedirnos.

 Esa noche tuve una de las sesiones de sexo más fantásticas de mi vida, por la excitación que tenia de imaginarme al chaval haciendo lo propio con su chica, recordando los pechos de mi hembra, quizás mirando las fotos con ella y compartiéndolas, o simplemente masturbándose como un loco a la vez que las veía.

 Desde entonces, y ya han pasado un par de semanas desde entonces, la excitación no se ha disipado ni un ápice, y he tenido las sesiones de sexo más
apasionadas y salvajes de mi vida, como dije, ya sea acompañado por mi mujer, ya sea solo, masturbándome imaginando a mi amigo haciendo lo mismo. Email.

 

 

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