Fueron
pasando los días, que se transformaron en semanas. Eduardo paulatinamente
fue reemplazándome en las obligaciones con nuestra hija, él se encargaba
de Lu, llevarla, recogerla, acompañarla y hasta ayudarla con la tarea.
Con la casa lo mismo, comenzó comiendo fuera y luego, un día, me encontré
a una asistenta (Laura), un añito más que yo y súper limpia - la verdad
que se esmeraba en su trabajo y siempre encontraba mi ropa limpia y
acomodada, tal es así que ella me aconsejó cómo guardar hasta mi ropa
interior, supongo que ocurriría lo mismo con la de Eduardo, aunque me
tenía sin cuidado.
Cuando le pregunté por qué tomó la decisión de contratar a una asistenta,
me contestó que yo ya no me ocupaba de la casa y había que establecer un
orden en la limpieza y demás menesteres.
"¿Por qué no me consultaste aunque sea para la selección?". "Porque no sé
tus horarios, te has vuelto muy impredecible". "No es para tanto".
"Rosana, ¿no te parece que es hora de conversar seriamente entre
nosotros?". "¿Otra vez con la misma historia?, ya te lo dije cientos de
veces: NO ME PASA NADA". "Rosi, por favor... no te cierres a las
evidencias: Dejaste tus estudios, dejaste la casa, abandonaste a tu hija
y a tu marido, te dedicas solamente a estar todo (o parte) del día en ese
bendito gimnasio". "Yo no dejé nada y no abandoné a nadie, solamente me
he tomado un respiro en los estudios, que ya me los merecía, y era hora
que me pusieras una sirvienta". "No Rosi estás equivocada, desde cuándo
uno se toma un respiro a mitad de un semestre y la 'sirvienta', como vos
la llamás, no es por vos que la contraté, sino por nosotros". "Siempre el
mismo melodramático, ¿no querés que te consiga un casting para hacer de
maridito torturado por una esposa déspota y castradora?". "Creo que no te
estas tomando esto en serio, ¿qué te esta pasando?, querés que
consultemos a un psicólogo, un médico, un consejero, no sé... hacer algo
Rosi, vos no sos así. Ya ni relaciones sexuales tenemos, me rechazas
desde todo punto de vista, no te entiendo, hasta Luciana me pregunta qué
le pasa a Mami". "Mira Eduardo, tus insinuaciones me tienen cansada, yo
no estoy loca, en todo caso lo estarás vos. La verdad que ya no me atraes
sexualmente, para mi sos un fracasado sexual, no me calentás lo más
mínimo. Me das asco, y estoy podrida que me acoses, no quiero hablar más
con vos, así que no me dirijas la palabra y no habrá problemas entre los
dos". "¿Estás segura de lo que decís, Rosi?". "Eduardo, te lo digo por
ultima vez: NO ME HINCHES MÁS LAS PELOTAS, DEJAME HACER MI VIDA, OCUPATE
DE MANTENERME Y NO TENDRÁS PROBLEMAS, DE OTRA MANERA TE DEJO EN LA CALLE
Y EN PELOTAS... ESTÁ CLARO". "No creo que estés amenazándome". "Mira
pelotudo tómalo como te de la gana, me tiene sin cuidado y estoy apurada,
así que chau...". Qué mierda se creía este turro, desde cuándo me quería
imponer cosas, yo hago lo que me pinta y cuando me pinta, qué tengo que
explicar mi conducta. A un psicólogo... Ja... a mí... que se vaya a la
puta madre que lo parió... psicólogo... por el culo le voy a dar a su
psicólogo.
Mira al maricón hijo de puta, que estoy abandonando a mi hija, cornudo
hijo de puta. Me fui a dar una vuelta y a tranquilizarme, este boludo me
calentaba. Llamé por el celular a Silvia, estaba "ocupada".
Paré el auto y, mas tranquila, comencé a llorar, ¿qué le había dicho a
Edu?, ¿estaba loca?, cómo podía haber dicho las cosas que le dije. Oh
Dios, ¿qué me estaba pasando?. Quería abrazarlo, besarlo, amarlo, pero
cuando estaba frente a él me rebelaba y terminaba agrediéndolo
gratuitamente. Esto no era normal.
Encendí el auto y fui al gimnasio, quizás estuviese Marcelo.
No había ninguna chica conocida, Marce estaba ocupado, así que me fui al
bar. Volví a pensar: "Hubiese sido muy fácil remendar el despelote. Pero
no lo pude hacer, qué sé yo... no tuve los ovarios para mentirle, si le
hubiese dicho la verdad se terminaba todo lo nuestro en ese momento,
Eduardo no es de las personas que perdonan. Así que me evadí como pude de
sus insistentes intentos de aclarar qué nos estaba pasando, me repitió
mil veces que no entendía la razón de mi cambio, si era por su causa o
alguna razón, a nada le respondí".
Nunca le pude explicar qué me paso y cómo una avalancha las cosas se
desencadenaron de una manera hasta agresiva. Por suerte apareció Marce
todo transpirado del ejercicio y le dije: "No te duche, te quiero así,
vamos a echarnos un polvazo". "Esperame que ya vuelvo".
En dos minutos estaba junto a mí, olía a hombre, eso me puso más
caliente. Tomamos mi coche y nos fuimos alejando del centro, no podíamos
ir a su apartamento pues a esta hora seguro que se encontraba el muchacho
con quien compartía los gastos. Tuvimos que ir a un alojamiento por
horas. En la ventanilla caí que no tenía efectivo y Marce tampoco (había
salido tan apurado), nos reímos a carcajadas y pagué con mi tarjeta.
En la habitación fue salvaje, me senté en el borde de la cama y le saqué
la remera y le bajé los pantalones, quedó en slip. Con la lengua comencé
a lamerlo desde las rodillas hasta el cuello, sin tocar las nalgas y el
pubis, me lo dejaba para el final. Literalmente lo duché, me tragué todo
su sudor, fuerte debajo de sus brazos, salado en su espalda. Le arranqué
el slip y lo eché sobre la cama boca abajo, me puse en bolas en un
segundo y me trepé sobre Marcelo, simulé masajearlo pero mi objetivo eran
sus nalgas. Me apoderé de ellas y comencé a masajearlas, a abrirlas, olía
su aroma de hombre y me enloquecí.
Me agaché y le pase la lengua por la raya del culo, me detuve una
eternidad en su orto. ¡Ohhh!, qué gustito, le separé más las nalgas y le
enterré la lengua en el medio del orto, Marce pegó un grito de placer y
me levantaba el culo y partía la espalda. Excelente presentación para
romperle el orto, pensé, lástima que no tenía verga. Pero sí tenía
dedos... se lo enterré sin preámbulos, hasta el nudillo, de un tirón.
Marce tomó una almohada y se la puso debajo del culo y ahora, con sus dos
manos se abría el culo para que lo cogiera con mis dedos. No decía
palabra, pero con sus gemidos bastaba para saber en qué estado se
encontraba. Al rato ya un dedo entraba holgadito, así que le puse dos, y
se los giraba, entrando y saliendo. Le escupí el culo y, a lo bestia, le
puse un tercero.
A estas alturas Marce me rogó que fuera más despacio (no que los sacara)
y ahora me pedía que lo cogiera profundo con los tres. Y como me sobraba
uno aproveché a mi putito amante y le planté los cuatro en la puerta del
orto, como soy muy buena le advertí lo que lo iba a pasar, él se afirmó
en la cama como el que espera el choque y me dijo:
"Ahora guacha, rompéme el orto, metéme los dedos hasta el fondo, dale
puta de mierda, metémelos, fuerte, fuerte... así que hija deee... pu...
aaaahhhh... más, más...".
Con mi otra mano lo pajeaba lentamente, y en eso este cabrón de mierda
acabó como un presidiario. Llenó la cama de leche, el muy jodido.
Lo dejé descansar un rato, hasta que se repuso y lo mandé que me chupara
la argolla y el culo (que hacía bastante que no recibía ningún
tratamiento de ensanche). Cuando se le paró bien me lo puso en la concha
y estuvo dándome por un rato, como seguía muy caliente necesitaba de más
acción por lo que me coloqué en la parte limpia de la cama y le dije:
"Pedazo de mierda, maricón culo roto, qué esperas para hacerme lo mismo
que te hice a vos, o solo servís para que te cojan... PUTO".
Parece que eso lo despertó porque se colocó en posición, me colocó su
verga en el ano y... se dejó caer con todo su peso sobre mi orto. El muy
hijo de puta me hizo aullar de dolor, ni lo había lubricado, me debe
haber arrancado hasta los poquitos vellos que lo rodeaban.
"Así que soy puto ¿no?... te gusta cómo tu putito te rompe el ojete,
guacha, turra... toma... cométela ahora". "Hijo de puta, me estas
rompiendo el culo, no voy a poder cagar por una semana, más despacio...
despacio... ¿no me escuchas?". "Callate puta de mierda, relajada...
cométela y callate de una vez".
Me estuvo dando hasta que se cansó de la posición y me puso boca arriba
con mis piernas en sus hombros y me empaló nuevamente. Cuando acababa, la
sacó y me lo echó por todo el cuerpo. Qué enchastre.
Me dolía bastante, pero quería eso. No llegaba a estar satisfecha, no
sé... me faltaba algo, odiaba comparar pero con Edu era muchísimo mejor,
este pelotudo me dejaba... no sé... ansiosa, insatisfecha, como que
quería seguir pero tampoco quería... qué sé yo, mi cabeza era un
despelote.
Nos bañamos y nos fuimos, quedamos en dos días encontrarnos en su casa,
era más seguro (tampoco era cuestión que Eduardo me pescara in fraganti).
5
En casa estaba todo en silencio, en la cocina. Laura terminaba de
limpiar, me senté y le pedí un café. Era simpática, le pregunté por su
vida y me enteré que era separada con 1 hijo de la misma edad que Luciana,
que trabajaba porque su ex no le pasaba ningún dinero, y tampoco veía a
su hijo. Ni creía que estuviera en el país.
"Los hombres son todos unos hijos de puta", le dije. "No todos, señora,
sólo algunos y en todo caso como las mujeres, las hay de todos los
colores". "Cómo podés opinar así después de lo que te hizo". "Yo lo amé,
luego cambió y el actual no es el mismo que yo conocí". "Sos muy
condescendiente con él". "No, soy justa, algo de culpa debo haber tenido
para que él se alejara como lo hizo". "Seguro que se esta revolcando con
alguna pendeja en este momento". "Todo puede ser, y tiene el mismo
derecho que yo, pero no comparto su forma de ver las cosas, y si me
perdona, la veo mañana, tengo que buscar a mi pequeño bandido". "Sí...
hasta mañana".
Media pelotuta esta Laura, pensé.
Me duché nuevamente, me puse cómoda (y crema antihemorroidal en el culo,
era lo único que encontré de una tía lejana que pasó una temporada en
casa y se la olvidó). Realmente me había roto el culo, por momentos me
latía como si me lo estuvieran dilatando, por suerte, con lo grande que
me lo dejó, la crema entró fácil. Esto lo iba a recordar por lo doloroso
y no por el placer.
A los dos días fui, como habíamos quedado, al departamento de Marcelo. Me
había depilado las piernas y una repasadita general, lo que hice fue
depilarme toda la concha. Me la había recortado para las camas solares y
de a poco me la fui pelando hasta que... me parecía a mi hija, me quedó
hermosa y con la tanga que llevaba, transparente el triangulito negro por
delante (no más grande que una tapa de gaseosa) e hilitos por todos
lados, estaba para comerme.
Cuando llegué, me hizo pasar el amigo de Marce, que resultó ser Carlos,
también trabajaba en el gimnasio. Se sorprendió que fuera yo, me lo dijo
mientras me convidaba con una bebida, siguió comentando que era común que
tanto Marce como él, citaran a las chicas del gimnasio al departamento,
pero no supuso que yo estuviera acostándome con su amigo.
Carlos era muy lindo, un poco más que Marce, y muy directo para hablar,
no se andaba con vueltas. Ya por el tercer trago estaba media mareada y
la vista de Carlos, con la camisa abierta y el pantaloncito ajustado, me
estaba calentando. Para divertirme, me abría de piernas, como al
descuido, mostrándole la mini tanga a Carlitos. Éste se dio cuenta, se
levantó y se sentó a mi lado.
En un segundo estaba besándome hasta las amígdalas y sus manos sobre mis
pechos. Tenía un buen pedazo de pija ya que se lo amasaba sobre el
pantalón. Se paró y se desnudó por completo, no tenía marcas de slip, por
lo que supuse que tomaba sus tiempos en la cama solar, estaba todo
depilado, ni un pelo en el pubis. Le pregunté el por qué y me contestó
que para estar más lindo. En fin, cada cual con su cada cual, me dije, y
seguí besándome con Carlos.
Me puso en bolas, pero me dejó la tanguita, que le encantó y me di cuenta
del efecto en su verga ya que se puso derechita y apuntándome. Me chupó
hasta los lunares, me hizo toda la fiesta, al pobre culito lo besó,
mordió, chupó, penetró, metió los dedos, en fin no le quedó nada por
probar.
Lo que me llamó la atención era que Marce no aparecía y la atención que
le prestó Carlos a mi culito. Me tocó a mi chupetearlo un rato, de más
está decir que le di un solo de flauta que lo tuvo al borde de la
eyaculación durante un buen rato.
Cuando lo di vuelta y empecé con el culo, lo tenía rico y le gustaba todo
lo que le hiciese, aparte que su esfínter era por demás complaciente. Le
entraba la lengua y los dedos con una facilidad asombrosa. Me puso con un
almohadón en la cadera, boca arriba para que la penetración fuera más
profunda, me abrió las piernas y me clavó de un empujón, que por la
violencia me sacó el aire.
Me estuvo dando lento y parejo, desde la puntita hasta los huevos, una y
otra vez. Estaba muy bueno, se tomaba su tiempo y me daba tiempo a mí.
Tuve, creo, dos orgasmos muy intensos, pero él no se corría, se estaba
conteniendo. No sé cuándo, yo estaba en otro mundo, noté que Carlos
empezó a gemir en forma más intensa, pensé que se corría, pero cuando
abrí los ojos, vi que Marce estaba en la habitación con nosotros. Había
entrado sin decir nada.
Estaba acariciando a Carlos en la espalda con una mano y con la otra se
sobaba la verga. Se levantó y se desnudó en un santiamén. Se colocó a
nuestro costado y siguió acariciando a Carlos mientras éste me seguía
dando pija. Carlos empezó a gemir nuevamente, notaba que hasta le
temblaban las piernas. El muy hijo de puta estaba gozando como en el
cielo, pero no por la cogida que me estaba dando sino con el dedo que
Marce le había enterrado en el culo.
Qué guacho, cómo disfrutaba, parecía una mina, me daba movimientos
circulares, me clavaba profundo y se retiraba rápido (claro, para
clavarse el dedo hasta la empuñadura). Carlos abrió los ojos, me miro y
me dijo: "No sabes lo que es".
Le conteste: "Son dos putos de mierda, pero no me importa mientras tengan
leche para mí". Marce me dijo: "No te preocupes que vos siempre vas a
tener algo para meterte en los agujeros... puta". Carlos le dijo a
Marcelo: "Dale, qué esperas, me vas a tener todo el día a dedo... dale
que está listo hace rato".
Marce se paró en la cama y nos acomodó las piernas de manera de quedar él
en el medio. Cuando se arrodillo detrás de Carlos, ya sólo le veía la
cabeza. Carlos se detuvo con la pija en el fondo de mi argolla, con los
ojos cerrados y la boca semi abierta. Empezó a contracturarse y luego se
relajó rápidamente.
Cuando abrió los ojos me dijo: "Ya la tengo adentro, mi amor me la esta
enterrando despacito, me está abriendo el orto, me esta cogiendo".
Era un concierto de gemidos y exclamaciones de toda índole. Uno le decía
al otro: "Dame papito, ponémela asiiiii... más adentro amor... suave,
suave... así... asiiiii.... aaaahhhh.... uuuuuffffff.... así mi vida". Y
el otro contestaba: "Te gusta así, así, assssiiiiii... así profundo, así
bien adentro, así en tu culito de miel... aaaahhhh, así amor".
No hacía falta identificar cuál era el papel de cada uno. Por mi parte, y
por suerte, desde que Marcelo lo tenía enhebrado a Carlos a éste le había
crecido la pija, con lo cual me llenaba un poco más.
Debería ser un cuadro para ver: Una mina muy fuerte (yo) acostada boca
arriba, almohadón en la cadera para tener la pelvis elevada, con las
piernas en el limite anatómico de la apertura, con un flaco encima
(Carlos), boca abajo, con sus brazos pasando por la parte posterior de
las rodillas de la mina y trabando, de esta manera, las piernas bien
abiertas, con la verga enterrada en la argolla hasta los huevos y, otro
tipo (Marce), arrodillado detrás, con la pija también enterrada, pero en
el culo del tipo, y los tres con un ritmo bien acompasado. Sería para
filmarlo.
Estaba de actriz y espectadora a la vez. El cuadro era de una morbosidad
increíble. La cara de Carlos cogiéndome y a la vez cogido, era de una
lujuria más allá de los limites de mi capacidad de descripción. Debería
estar gozando lo indescriptible.
Marce me miraba y me besaba como podía, mientras me decía: "No te
esperabas este cuadro... ¿¿¿no???. ¿Te está gustando ver cómo se cogen al
que te coge?". Le conteste: "Son dos putos de mierda... pero me gustan...
quiero más... dale rompele el orto a Carlitos que así lo siento más hondo
en mi concha... así... golpéalo fuerte... asiiiii... dale hijo de puta,
que este maricón si no es con una pija en el culo no me clava como es
debido... dale más fuerte... más... así... dale que ya tiene el orto como
un embudo de tantas pijas que se habrá comido... mira... mira cómo se lo
abro más... dale aprovecha... clávalo más... te lo abro para vos...
así... aaaahhhh".
Mis orgasmos eran más producto de mis ratones que de las pijas de estos
putasos, ellos si que la pasaban bomba, pero yo me sentía... qué sé yo...
como espectadora... aunque de espectadora no tenía nada, más bien lo que
tenía era la pija de Carlitos enterrada hasta el fondo de la concha.
No sé qué tiempo pasó meta dale y dale, hasta que se metieron un beso de
miedo y el cuadro se deshizo... por poco tiempo. Marce, sin darme tiempo
a incorporarme, me ensartó como Carlos y comenzó el dulce vaivén.
Enseguida Carlos se la clavó a Marce. Parece que fue menos cuidadoso y se
la metió de golpe, de hecho lo sentí a Marce enterrarse en mí hasta el
fondo.
Carlitos le sacó hasta el aire de los pulmones, Marce boqueaba, cuando me
dijo: "Me está matando... por favor... pará... decile que pare... me esta
rompiendo el culo... aaahhhh... me lo esta destrozando... ayyyy...
basta... así no... despacio bestia".
Carlos ni cinco de bola que le daba y lo seguía cogiendo, rápido y
fuerte. Yo seguía con las piernas re abiertas y, ahora, con la pija de
Marce en la concha. La situación era muy loca, pero me gustaba, no por el
placer que le sacaba, sino por lo morboso, era consciente que yo era una
vagina con la cual estos dos maricones se estaban masturbando. Igual algo
de placer obtenía y me mandé mis acabos. Me, en realidad se, estuvieron
cogiendo un ratazo, entre besos, empujones y caricias. Cuando estaban por
acabar (tardaron un siglo) deshicieron la figura y, uno a cada lado me
salpicaron toda la leche. Desde el pelo hasta la tanga, que sobrevivió
puesta toda la cogida, después me dijo Carlos que me hacía más puta.
Se me había echo re tarde por lo que me lavé así nomás y me dirigí a
casa, no quería llegar después de Eduardo. Cuando llegué, mi casa era una
procesión: estaba mi madre haciendo quilombo con la nena, Eduardo
hablando con mi padre y la empleada en la cocina.
Quería ir a ducharme, pero entre mis padres y Lu, no me dejaban ni subir
al baño. Cuando Eduardo se acercó para saludarme, supe que estaba en
problemas. Se paró delante de mí y con un movimiento rápido, tomó un
mechón de cabellos desprendiendo un pequeño coagulo de semen seco.
"Parece que estuviste en una plaza", me dijo en forma socarrona.
Mi padre se río e hizo un comentario estúpido sobre las palomas y los
pajaritos y no sé qué boludés de los que limpian trajes. Mi madre, mucho
más zorra, se puso colorada y con una sonrisa forzada, secundó el
comentario de mi padre.
"N... no me había dado cuenta", respondí "A cualquiera le pasa", dijo Edu,
y agregó: "No te conozco este perfume, ¿cuál es?".
Yo lo que tenía era olor a concha re cogida, sudor de macho y hembra
mezclados y a semen.
"No me acuerdo cual me puse, lo tengo desde esta mañana, y si me perdonan
un segundo tengo que ir al baño, me hago pis", agregué con una sonrisa
forzada. "Laura, acompañe a la señora, por favor". Dijo Edu. "Sí señor".
Vi de costado que Laura se dirigía al baño delante de mí y a Edu guardar
el pequeño coagulo de semen en un sobrecito de plástico.
Recuerdo que pensé: "Para qué mierda quiere un poquito de semen seco, se
lo pensara comer con la sopa el muy cornudo".
Parece increíble, a la distancia, como llegué a aborrecer a Eduardo en
tan poco tiempo. No lo toleraba cerca. Hasta no hacía un tiempo era mi
sol y repentinamente pasaba a ser un estorbo en mi vida. Ya en el baño me
bajé la tanga y se la di a Laura para que la pusiera a lavar.
Se sorprendió de la cantidad de flujo que tenía y me sugirió que
consultara a un ginecólogo. Me le reí en la cara y en forma sobradora y
altanera le dije: "¿A vos te parece flujo?... ¿por qué no miras bien?".
Laura, intrigada, se agachó para observar con mas detenimiento y me dijo:
"No me diga que es lo que pienso". "Sí pelotuda, es leche fresca". "P...
pero su marido, su hija, están sus padres... no sé...". "Vengo de echarme
un doble polvo de antología", le dije. "Y ¿su familia?". "Que se vayan a
la mismísima mierda todos juntos". "Pero ¿Ud. se quiere separar?". "Vos
estás loca, y tener que agachar el lomo como vos, laburando todo el
día... nooooo... eso no es para mí". "No sé por qué me agrede, pero yo
trabajo porque no sólo lo necesito sino que me siento bien haciendo algo,
no puedo estar sin hacer nada todo el día". "No te agredo, pero me
pareces una pobre minita que no supo usar su argolla y ahora paga las
consecuencias".
Parece que le colmé el baso, me tomó del vestido y me levantó del bidet
en donde estaba orinando en su presencia, me dijo, escupiéndome las
palabras: "Mira puta de mierda, lo que hagas con tu concha es cosa tuya,
conmigo no te metas y déjame tranquila trabajar en paz, entendiste,
arrastrada de porquería". "Como se te ocurre levantarme la vo....".
Me pegó un cachetazo que casi me tira dentro de la bañera, quedé con un
oído zumbando.
"No te metas conmigo, basura".
Y salió del baño dejándome con la cara ardiendo, pasaron algunos segundos
y entró nuevamente, ni me miró, se agachó y tomó con la punta de los
dedos la tanga y salió. Me bajé el vestido y sin secarme salí al pasillo
para sacarle la tanga de la mano, pero fue tarde, Eduardo estaba hablando
con ella y colocaban la tanga en otra bolsa de plástico salvo que más
grande que la anterior.
Para qué mierda quería esas cosas Eduardo, algo estaría tramando el
forro, no me importó, lo que si me importaba era que echara a Laura de mi
casa. Me arreglé así nomás, y con un poco de maquillaje ensombrecí mi
mejilla.
La noche fue una lata, yo estaba molida de la tarde y súper alterada por
el encontronazo con Laura. Mis viejos se fueron al fin, mi madre antes de
irse me llevó aparte y me preguntó qué estaba pasando. Le contesté que
nada, que no se preocupara. Me comentó que Eduardo también estaba
distinto, como alejado, ausente, y agregó: "¿De qué era esa chorreada en
el pelo, hija?". "Alguna puta paloma, mama, no me hinches las pelotas con
boludeses".
Mi madre se echó para atrás, sorprendida de mi reacción y vocabulario.
"¿Qué esta pasando aquí, vos no sos así, Rosi, qué te ocurre, te puedo
ayudar?". "Mamá dejame tranquila, ya te dije, no pasa nada y ahora andate
que papá te esta esperando".
La corté con mi vieja, que ya me tenía los ovarios hinchados, igual desde
el auto me grito: "Llamame".
Me fui a acostar, me quería dar un baño para sacarme el olor y relajarme,
cuando me cruce con Edu que venía de acostar a Lu.
"Eduardo quiero hablar con vos". "Bueno más vale tarde que nunca".
"Quiero que Laura se vaya de esta casa". "¿De eso querés hablar?. "Sí, de
qué otra cosa va a ser". "Rosi, no te parece que me estas debiendo una
explicación, no te pido una disculpa, simplemente algo que me ayude a
entender qué nos esta pasando". "Otra vez con lo mismo, no tenés otro
tema vos... mira que sos pesado". "Rosi, por favor, por lo que más
quieras, qué puedo hacer para cambiar esto, no estás en todo el día en
casa, no te ocupas de Lucianita, no me hablas, es como si fuésemos dos
extraños". "Mira Edu estoy pasando por un momento muy especial de mi vida
en la que vos no tenés cabida, quiero tener espacio para mí, sin tener
que dar explicaciones a nadie... me entendiste... A NADIE... en especial
a vos y si me seguís hinchando las pelotas me voy a la mierda y te
dejo... estamos". "No... no estamos nada... mira Rosi, yo te amo, te
quiero como lo más preciado, pero en realidad a la que quiero es a la
otra Rosi, no a ésta... a ésta no la conozco... me parece vulgar,
descuidada, desorganizada y hasta parecería que libertina, por la forma
de vestirte últimamente. Nunca querías usar ropa ni corta ni ajustada y
ahora no te podés agachar que se te ven las nalgas, usas unas camisas que
en donde más tela hay... es en el cuello y el maquillaje tan cargado...
vos no sos la Rosi que yo quiero". "Ahora andas espiando hasta cómo me
visto... qué te pasa... ¿andas caliente y la puta de Laura no te
satisface?". "Pero qué decís Rosi... ¿me estás hablando en serio?". "¿Qué
pasa?... ¿te calentás cuando salgo a 'pasear' sin vos?... ¿me extrañas en
la cama?... ". "Bueno Rosi terminemos esta conversación y Laura se
queda... mal que te pese".
Se dio vuelta y me dejó con la palabra en la boca, me dio ganas de
golpearlo pero por hoy bastaba, estaba cansada y quería dormir.
6
El tiempo pasaba, con Eduardo no habíamos vuelto a tener relaciones
sexuales. No es que no lo deseara, de hecho sí lo hacía, pero no lo podía
tener cerca, no me podía acercar a él sin agredirlo.
Era un dualismo, cuando estaba cogiendo o con otro macho lo necesitaba,
pero cuando estaba en casa y él entraba, no quería ni estar con él. Verlo
me hacía muy mal (y no quería admitirlo), cuando recordaba los tiempos
vividos (cada vez menos) me lastimaba, y tenía que buscar consuelo con
Marce, Carlos o cualquier otro.
A estas alturas ya me había bajado a todos los profes del gimnasio y
estaba empezando con los pendejos, yo les proponía otro tipo de gimnasia.
Silvia se cagaba de risa, la muy puta, y me decía que no me cogía los
sapos porque no sabía cual era macho y cual hembra.
Esta turra tenía un departamento en el centro que nos venía de maravillas
para encamarnos con el tipo de turno. Ese edificio era una romería, había
muchas oficinas, pero por la tarde y noche parecía un cementerio. En ese
departamento me encamé con Marce y Carlos, (aparte de comerme otras
cuantas pijas sin nombre). Juntos y separados, nos mandamos unas cogidas
que no creía que existieran salvo en las películas porno. No podía creer
que yo fuera tan puta y tolerara las cosas que me hacían (y yo les
hacía).
Era un descontrol, tanto Carlos como Marce eran muy, pero muy promiscuos,
quizás demasiado, haciendo peligrar hasta su seguridad.
En una ocasión tuve que ayudar a Marce porque a Carlos lo habían golpeado
dos tipos (a los que les quería cobrar por coger). Conclusión: lo cagaron
a golpes y se lo re cogieron, hasta le hicieron sangrar el orto (se lo
culiaron sin lubricación). Cuando Carlos pudo hablar (tenía la cara hecha
mierda) nos dijo que nunca había disfrutado una cogida como esa. Si será
puto.
En otra ocasión habíamos quedado con Carlos en ir temprano al
departamento para ir empezando y luego se nos reuniría Marce con un
invitado. Y pensé que sería Jorge, que trabaja en la administración del
gimnasio y que yo ya le había pasado la cuenta. Jorge es hetero, conocía
a su novia de verla en el gim, bastante buena por cierto, pero estos
hijos de puta estaban tramando cogérselo. Pensé que yo sería el anzuelo.
Carlos resultó ser un buen amante, suave cuando quiere, bruto y agresivo
sobre la eyaculación. Me cogía de todas las formas, pero la mejor manera
era cuando me enculaba, (claro, tenía una mar de práctica) la penetración
era siempre lenta pero sin interrupciones, ya sabía que cuando sentía la
punta de su verga en mi hoyo y comenzaba a empujar, no cedía hasta que
sus huevos tocaban mis glúteos.
Como yo tenía varios (muchísimos) tratamientos de ensanche de la vía
posterior, no me costaba mucho aguantar el primer pijazo y luego hacerlo
saltar de la cama de los culazos que le pegaba. Me decía que yo
necesitaba una pija de medio metro para dejarme tranquila.
Estábamos esa tarde con Carlos, en bolas, sobre la cama (ya me la había
metido por los tres agujeros pero sin acabar) esperando a Marce. En pleno
69 oímos que Marce entra conversando con alguien, como habíamos dejado la
puerta del dormitorio media cerrada, escuchábamos un murmullo sin
entender un carajo qué decían.
Nos desenredamos a pesar que la cosa con Carlos estaba re buena y los dos
estábamos súper calientes por la leche acumulada esperando a este boludo.
Nos dimos cuenta que no escuchábamos porque Marce no hablaba mucho (el
otro tampoco) en realidad se estaban apretando como locos y eran solo
murmullos de placer. Cómo franeleaban los dos, con Carlos nos miramos y
ante la incertidumbre de qué hacer, nos volvimos a la cama y seguimos con
nuestro 69 delicioso.
Suponíamos que Marce sabía que estábamos en el dormitorio, máximo si
tenía en cuenta las pruebas evidentes que Carlos y yo habíamos regado por
el piso en nuestra carrera a la cama. Él sabría cuándo entrar en escena
con el famoso invitado. No habrían pasado 15 minutos, Carlos explotaba en
cualquier momento y a mí me dolían los ovarios de la congestión pélvica
por la calentura, cuando Marce hizo su aparición en el dormitorio. Tanto
él, como el invitado, en bolas y con las vergas apuntándonos. Eso no
sería nada si el invitado en cuestión no fuera un pendejo de no más de 17
años. A mí la situación me confundió pero a Carlos lo excitó más todavía
(lo sentí en la mano y la boca). Marce lo presentó como Daniel y nos dijo
que iba a ser su primera experiencia. Dany nos besó en la boca tanto a
Carlos como a mí. Tenía un cuerpito hermoso, blanco, lindas caderas,
flaquito y casi lampiño. De cara muy bonito y con una miradita entre
asombro e inocencia. Recuerdo que pensé: "Qué le irán a hacer estos
degenerados".
Se subió a la cama y Carlos lo acostó de espalda y se apropió de su
pijita, le pegaba cada chupada que parecía que lo quería secar. Lo hizo
acabar en 3 minutos, era lógico, el chico inexperto en manos de un puto
experimentado. Mientras Marce y yo nos franeleábamos de maravilla.
Estuvimos franeleándonos los cuatro por un tiempo, pero las cosas iban
para más... y rápido. Dany tenia curiosidad por besar a una mina, y la
única disponible era yo. Rápidamente, y alentado por Marce y Carlos, me
colocó boca arriba y comenzó. La situación me agitaba y daba morbo, otra
vez con mis putos sentimientos encontrados, por un lado me calentaba que
un muchachito, que casi podía ser mi hijo, me besara y, por ahora, tocara
mis tetas y por otro, no estaba bien que un pendejito me metiera mano por
todos lados, al fin de cuentas era una mujer casada.
La pijita de Dany parecía un clavo. Quiso probarme y se subió a mí. Por
mi parte me abrí de piernas lo más posible y lo ayudé en su
inexperiencia. Me la clavó de inmediato, evidentemente mi concha no
estaba acondicionada para verguitas de ese tamaño, Edu es un mastodonte,
y la verdad que entraba holgada. Lo que sí sentía era su calor, de su
pijita brotaba un calor que sentía delicioso.
Tuve que marcarle un ritmo más tranquilo, pues ya estaba listo para
acabar y me suponía que nadie quería que se extenuara antes de obtener
algo de placer con su culito virgen. El que primero comenzó fue Carlos,
estaba re caliente. Le comenzó a lamer el culo, le separaba las nalgas y
le introducía la lengua hasta donde podía. Dany gemía y ponía los ojitos
en blanco. Le murmuraba frases obscenas al oído que lo volvían loco de
placer.
Marce nos estaba filmando. Me di cuenta cuando me pidió que mirara a la
cámara. Me preguntó mi nombre para que lo dijera a la cámara y luego a
Dany. Carlos no le dio bola y siguió chupando el culo de Dany. En un
momento, Carlos se arrodilló detrás de Dany, me pidió que trabara sus
piernas con las mías, le puso un lubricante en el anito que
"generosamente" se lo introdujo dentro con un masaje bi digital. Dany se
envaró un segundo cuando le entraron los dedos, pero se relajó
rápidamente. Éste era putito por convicción.
Cuando Carlos estuvo listo me hizo una señal para que detuviera un
momento sus mete saca, que tan estusiastamente me daba Dany. Miré a los
ojos a Dany y le dije: "Vas a entrar a un mundo desconocido, ya sos
hombre pero ahora te vas a convertir en mujer". Justo que terminé de
decir eso, Carlos rompió su anillo. Enculador experimentado, sabía que
los músculos deben pasar por un período de relajamiento antes de sufrir
otro estiramiento.
Le dejó el glande dentro del culito y con Dany aferrado a mí como un
desesperado, temblando de cabeza a los pies. La dilatación del culo le
había hecho bajar un poco su erección pero la recuperó rápidamente.
Carlos se la empezó a clavar lentamente hasta que no tuvo qué meter. No
esperó, ni aguantó mucho, se derramó dentro del culito, otrora virgen, de
Dany con un gruñido de satisfacción.
Aproveché para beberme las lagrimitas de Dany que le había arrancado
Carlos con el desvirgue. Lo apuré y el pendejo acabó como guarango. Se
desplomó sobre mí tardando unos minutos en regularizar su respiración.
Me dijo que le gustó cogerme, a lo que le contesté si le había gustado
también que le rompieran el culo. Me contestó que sí y que esperaba que
se lo volvieran a romper. "Te daremos el gusto", le contesté.
Marce lo sacó de arriba mío para ponerlo en un costado de la cama, boca
abajo, con un almohadón para levantarle la cadera. Él le indicó que
debería abrirse las nalgas lo más que pudiera a fin de facilitarle las
cosas. Dany le hizo caso abriéndose las nalgas y exponiendo su culito un
poco más dilatado y lubricado por la leche de Carlos. Le apuntó al culo y
se lo mandó hasta el fondo de un solo golpe.
A pesar de la enculada reciente, Dany pegó un alarido de dolor mientras
se comía, hasta los huevos el palo de Marce. Con Carlos y yo de
espectadores, Marce se lo cogió sin compasión. Fue una verdadera rotura
de orto. Se lo clavó sin piedad, con cada embestida le sacaba el aire de
los pulmones. El pobrecito mordía la almohada y arañaba las sabanas. Lo
toqué y estaba todo transpirado pero frío y pálido. Me imagino el dolor
que debería sentir. Por 15 minutos se lo cogió de una manera salvaje.
Carlos tomaba primeros planos de la pija de Marce entrando en el colorado
ano de Dany, que ya se notaba más dilatado. Cuando acabo se la dejó
enterrada en el fondo hasta que se le fue bajando.
Le decía al oído: "¿Te gustó mi putito cómo papito te rompió el culito?.
¿La sentiste bien?. Cuando tengas que cagar te vas a acordar de papito".
El pobre pendejo sólo asentía con la cabeza, ni ganas de hablar tenía. Lo
dejaron descansar, y se dedicaron a comentar conmigo la 'hazaña'. Me
comenzaron a tocar por todas partes y me terminaron calentando.
Les dije: "Turros... me calentaron y ahora... ¿quién me da verga?". Se
rieron y dijeron: "No te preocupes... vas a tener verga, pero nos vas a
ayudar con Dany". "¿Qué quieren que haga?". Carlos dijo: "Por lo pronto
anda al baño y sacate la leche que tenés en la argolla y vení que tengo
una sorpresa".
Me fui a higienizar y cuando volví estaban dándole de tomar algo a Dany,
que se estaba reponiendo de la ultima cogida.
Marce me dijo: "Sentate en la butaca que ya voy".
Me senté y esperé que Marce viniera. Del placard sacó un paquete que fue
desenvolviendo delante mío. Cuando vi qué era no lo podía creer. El
consolador más largo y grueso que yo había visto, con una serie de
correas que supuse eran para amarrarlo.
"Te lo vas a poner y le vas a hacer el culo vos también a Dany". Dijo
Marce. Le contesté: "¿Me lo decís en serio?... ¿querés que culee con Dany?...
¿querés que yo también le rompa el culo?". "Sí", me dijo, y me ayudaba a
colocármelo.
Me empecé a chorrear. Nunca me había culeado a nadie (salvo estos dos
putos y con mis dedos). La situación era rara pero me calentaba
muchísimo. Ver al pendejito, culito para arriba en la cama, desparramado
de la anterior cogida a mi merced, me dio una morbosidad que no creía
tener.
En segundos me lo quería coger. Quería enterrarle el palo que me estaba
poniendo Marce. Éste se dedicaba a colocarlo y me explicaba que era un
modelo especial. Y en realidad lo era.
Primero se pasaban las piernas por dos orificios, uno a cada lado, que
formaban un grupo de cinturones, estos llegaban hasta la terminación de
las nalgas y allí los ajustó. Luego, de la parte trasera del descomunal
pene artificial se desprendía otro, de menores dimensiones, pero también
bastante respetable. Este segundo consolador lo fue deslizando dentro de
mi vagina, que por estar lubricada al máximo entró sin dificultad,
dándome un escalofrío de placer.
Una vez que el consolador estaba bien colocado, Marce ajustó el cinturón
principal alrededor de mi cintura. Cuando consideró que estaba todo en su
sitio, me hizo parar y terminó de acomodarlo. Me preguntó cómo lo sentía
y le dije la verdad: "Se siente fabuloso".
La pija artificial se movía lo suficiente dentro de mí para que, a cada
paso, me calentara más. Ahora ya quería cogerme al borrego y de paso auto
cogerme. Me hizo caminar por toda la habitación y mostrárselo a Dany. El
pendejo se asustó y con razón.
Lo que me proponía meterle dentro sería bastante difícil que lo soportara
sin por lo menos un interesante desgarro anal. Me importaba un carajo a
esta altura el culo del pibe, me lo quería coger y chau.
Marce y Carlos lo acomodaron en la cama. Dany se resistía, pero no sólo
eran más fuerte sino que ya estaba bastante agotado de las culiadas
anteriores. Le subieron más el orto y para disfrutar más, lo sujetaron a
los barrotes de la cama, con correas y en cruz. Dany me pedía, suplicaba
que no le hiciera daño, que le dolía mucho y que no iba a aguantar
semejante verga.
Era música para mis oídos. Me subí a la cama, cosa que casi me cuesta un
orgasmo al clavarse el consolador que tenía en la concha hasta el fondo,
pero me repuse y me paré detrás del muchachito. Qué sensación hermosa
tener dominada a la víctima, que se movía para liberarse del inminente
sacrificio, ahora imposibilitado de gritar por un aparato con una bola
que le metieron en la boca y se lo ajustaron a la nuca. Después me
enteraría que se llama mordaza y se usa en SM para los mismos fines que
estaba siendo utilizada. Mis dos putitos amigos me incitaban para que de
una vez empalara a la indefensa víctima. No me hice rogar, me arrodillé y
les pedí que me abrieran el orto de Dany.
Uno a cada lado separó un glúteo y apareció el objeto de mi deseo: Un
culo chorreando leche y un poquitín de sangre, bastante irritado por los
vaivenes anteriores y no tan puntiforme como había llegado. Me arrodillé
y le enterré un dedo hasta la última falange. El pendejo pegó un salto,
más de miedo que de dolor (supongo) y trataba de hacerme desistir con los
ojos llenos de lagrimas. Le escupí el culo y le desparramé la saliva,
tomé un poco de lubricante y se la pasé al miembro artificial y me
apresté al sacrificio. Tomé la pija artificial (que mediría sus buenos 27
o 30 cm de largo y me recordaba a las latas de cerveza por su ancho) y se
la apoyé en el ano. Mover la pija producía en mí sensaciones deliciosas,
me entretuve, con la pija apoyada un momento haciendo pequeños
movimientos de entrada y salida. Era realmente delicioso. Los chicos me
recriminaron mi lentitud por lo que los mandé a visitar a su madre.
Cuando lo creí justo, empecé a empujar lentamente, sin perder de vista
como la punta de "mi" verga comenzaba a dilatar en anito de Dany.
El pendejo movía la cabeza de un lado a otro y sólo llegaba a decir un: "MMMMMMMM",
que, por supuesto no di la menor importancia. Con un ligero empujón de
mis caderas logré enterrar la punta del aparato en su culo. Ahora Dany
exclamó un: "AAAAAAAhhhhhhhh", o algo así. Ya dueña de la plaza, sólo era
cuestión de empujar. Con qué placer lo comencé a hacer. Tensionaba mis
nalgas y profundizaba, poco a poco, en las blancas y redonditas nalgas.
Al empujar la verga en el culo de Dany, la que yo tenía enterrada en la
concha se enterraba a su vez.
La sensación de seudo violarme al pendejo, sumado al placer que me daba
el aparato que tenía dentro, me hizo llegar a mi primer orgasmo,
podríamos decir que importante, desde que había comenzado con esta nueva
vida. Hasta ahora nunca los había tenido como cuando cogía con Edu.
Me apoyé con las dos manos sobre la cinturita de Dany y comencé a
realizar más presión. Quería clavarlo, empalarlo, romperle bien el culo,
que no se olvidara que en su primer polvo a una mujer, luego ésta lo
había sodomizado en forma. Creo que esta experiencia para Dany sería
inolvidable.
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