Hola,
mi nombre es Alberto. La historia que quiero contaros es real, y a veces
desearía que no lo fuera. Llevo 7 años de relación con mi novia Bea. Ella
es morena, de estatura normal, y ni gordita ni delgada, a mí me apasiona.
Tiene una mirada y sobretodo una sonrisa que me enamora. Nos encanta el
morbo, jugar, inventarnos historias pero nunca hemos pasado esos limites,
mejor dicho habíamos pasado esos limites. Pero bueno vayamos a la
historia.
Todo ocurrió poco antes de Navidad. Mi novia y yo vivimos juntos desde
hace un par de años, aunque no estamos casados. Como preámbulo de la
Navidad, decidimos invitar a Susana y Dani. Susana es una amiga de
instituto de Bea, siempre han estado en contacto, físicamente, son
parecidas, y las dos son preciosas. Dani era el típico guaperas, al que
Susana conoció este verano, y que se nos ha acoplado al grupo. Es majo,
pero a veces envidio su perfección física y en el trato con las mujeres.
El caso es que aquella noche los cuatro cenamos en casa. Tras la cena,
las copas, mas copas, bailes, mas copas, juegos inocentes, mas copas,
hasta que Dani propuso con su perfecta sonrisa, animar la fiesta con una
partida de cartas. El que perdiera debía quitarse una prenda, y para
suavizarlo un poco, se permitía al quitar una prenda, si se quería, tapar con una prenda del sexo contrario, pero una vez perdida
esa prenda ya no se podía utilizar. No se si me he explicado.
El caso es
que tras una larga noche, entre risas y mas risas acabamos medio en
pelotas Susana y yo. Yo tan solo podía tapar mi miembro con el tanga de
Susana, que por supuesto no me valía, así que lo tenía puesto por encima
nada mas. Susana llevaba mis calzones, dejando a la vista unos pechos
preciosos, no demasiado grandes pero ideales para sentirlos con una mano.
Dani estaba en calzones y camiseta, y mi novia, Bea, con tanguita, y la
camisa de Dani. Solo verla con la camisa de otro ya me ponía celoso, pero
sin embargo mi polla parecía sentir lo contrario, e intentaba no pensar
para que el tanguita de Susana no delatara mi estado.
Seguimos con la
partida hasta que Susana perdió todas sus prendas y nos mostró su coñito
depilado, tan rico. Costaba contener los impulsos para no lanzarse a por
ella. Fue mi novia quien dijo que debíamos seguir hasta que ella pudiera
disfrutar de un hombre desnudo. Sé que estaba pensando en Dani, y que
deseaba verlo desnudo, pero el que acabé perdiendo fui yo. Allí quedé
mostrándome al natural. No puedo decir que tenga una polla enorme,
simplemente una de la media, y allí quedé delante de todos. Fueron
declarados ganadores, mi novia y Dani.
¿Ganadores?. Pues muy bien. ¿Y qué habéis ganado?, pensaba yo. Ya lo
descubriría mas tarde.
La noche prosiguió entre la bebida, las burlas de los ganadores, con
abrazos efusivos entre ellos, y la intención de volver a repetirlo.
- "Conozco una casa rural a 80 Km. de aquí, donde podíamos pasar la
nochebuena, además tiene capacidad para unas 20 personas así que habrá
fiesta seguro", dijo Dani.
- "¡Qué guay!, así podemos disfrutar de un nochebuena diferente, y la
nochevieja saldremos de copas por aquí", contestó Bea, sin pensar ni un
momento en lo que a mí me podía apetecer.
A Susana también le pareció una genial idea, como no, la dijo su novio,
Don Perfecto. Y la cosa quedo ahí.
La noche acababa y aprovecharon las
últimas oportunidades para burlarse de los perdedores, mas bien de mí,
porque a Susana no le decían mucho, y en uno de esos comentarios, salió
la idea más absurda que nadie pueda decir. Y por supuesto la dijo Dani,
el gran Dani:
- "Bueno, aun no hemos puesto castigo, y como perdedores deberíais tenerlo".
- "Es verdad", respondió Bea, poniéndome cada vez más celoso y nervioso.
- "Ya nos hemos desnudado, ese era el castigo, ¿no?", respondí.
- "No, ese era el juego", dijo mi novia.
- "¿Qué queréis que hagamos?", preguntó Susana.
La miré asombrado, la otra perdedora estaba dando por sentado que
teníamos que tener otro castigo, me abandonó en la lucha por librarnos de
la pena. Ante eso, agaché la cabeza, esperando el genial castigo.
Estuvieron un rato pensando, pero a ninguno se le ocurría nada, o al
menos no lo decían. Hasta que al guaperas se le ocurrió algo, en lo que
seguro que llevaba pensando toda la noche.
- "Se me ha ocurrido algo, pero es bastante fuerte, y no sé que os parecerá".
Con el alcohol que llevábamos cualquiera cosa que dijera casi seguro que
sería aceptada.
- "Como vamos a celebrar la nochebuena con desconocidos en una casa rural,
los ganadores actuaremos como pareja ante todos, y vosotros actuareis
como amigos nuestros nada más".
- "¿Quéeeeee?. Se te va la cabeza, chaval", dije yo.
- "Habéis perdido y tenéis que pagar algún castigo", dijo mi novia.
- "¿Quéeeeee?. ¿Estás de acuerdo con eso?". Yo ya no creía ni lo que veía.
- "Es solo un juego, actuar delante de desconocidos, un juego de dos días.
Me encantará disfrutar de ver como me deseas y no me puedes tener, a eso
no hemos jugado nunca, probémoslo", dijo mi novia.
Todo sonaba distinto al decirlo mi novia, lo de Dani me pareció un puñal
por la espalda, pero lo que decía mi novia era un juego más de los
nuestros, lleno de morbo y deseo. A todo esto, Susana no dijo nada, lo que
me hizo sospechar que ella ya sabía de que iba todo esto. Así que el
alcohol, el cansancio y las palabras de mi novia, me hicieron aceptar el
castigo a regañadientes.
Al día siguiente, pensé que todo habría quedado olvidado, que mi novia
habría entrado en razón, o cualquier cosa por el estilo. Hablé con Bea, y
ella me volvió a decir que sólo era un juego, como cuando me ataba a la
cama y se hacía desear provocándome, sin dejar tocarla.
- "¿Deseas a Dani?", le pregunté.
- "No seas celoso, sólo es un juego. Reconozco que ayer me excitó la
situación y me hubiera gustado que perdiera él y no tú, y verlo desnudo,
pero no pudo ser, pero sólo era eso, morbo. Eso no significa nada",
respondió.
Sus palabras no lograron tranquilizarme del todo.
Llegó el día. Pasamos a buscarlos el viernes a última hora de la tarde.
Decidimos llevar nuestro coche, y al ir a entrar en el coche, Dani dijo
que iría atrás con su novia. Ninguno entendimos el comentario, hasta que
Susana se fue a sentar atrás, y Dani le dijo que lo sentía pero ese fin
de semana, ella no era su novia, y dirigió su mirada a Bea. Yo miré a Bea,
también, Bea me miró a mí, se hizo un silencio y finálmente Susana se
sentó conmigo delante mientras que detrás iban mi novia y Dani, "los
ganadores".
Durante todo el viaje fuimos hablando de todo un poco, de la situación o
juego como ellos querían llamarlo. De vez en cuando, Dani le hacía algún
comentario a Bea, al oído y se reían juntos. Eso me ponía muy celoso, el
saber que su sonrisa era para otro me volvía loco. Es cierto que en
ocasiones Susana y yo también hablábamos de nuestras cosas, pero yo no lo
sentía igual, quizá fuera mi mente enferma.
Al llegar a la casa, hablamos con la señora que llevaba todo y nos la
mostró. Dani presentó a Bea como su pareja y nosotros como dos amigos a
todos los que nos íbamos encontrando. La casa contaba con un espacio
común bastante grande, con varios sofás, una televisión, un aparato de
música, entre otras muchas cosas. Las habitaciones se encontraban arriba,
situadas en dos plantas. Las nuestras estaban en el primer piso. Nos
mostró las habitaciones. La primera era una habitación amplia y sencilla,
con una cama de matrimonio.
- "Ésta supongo que es para vosotros, que
sois la parejita, aunque con las cosas que hacéis los jóvenes ya no se
sabe", dijo la señora dirigiéndose a Dani y a mi novia.
Después nos mostró otra habitación algo más amplia que la anterior con
dos camas separadas. Se ve que Dani al hacer la reserva, no desaprovechó
la ocasión para explicar cual era nuestra situación.
Cada cual nos fuimos a nuestra habitación a cambiarnos para ir a dar una
vuelta al pueblo. Por mi mente sólo pasaba el saber qué estarían haciendo
en ella mi novia y Dani, pero lo que sí comprobé fue que desde que volví
a ver a mi novia salir de la habitación, no era la misma. Salieron
cogidos de la mano, para dejar clara su relación ante todos. A lo largo
del paseo, le soltaba la mano y la cogía del hombro, de la cintura, le
daba besos en la mejilla. Aproveché un momento que íbamos delante para
hablar con Susana.
- "Susana, ¿a tí no te duele esta situación, no te pone celosa?", le
pregunté.
- "Mira Alberto, la relación que yo tengo con Dani es bastante abierta.
Cuando yo lo conocí este verano ya sabía como era, y él sabía como era
yo. Nos encanta estar juntos, nos queremos, pero no nos va la monotonía.
Lo más importante que hay entre nosotros es la sinceridad. Si él hace
algo con alguien, siempre me lo cuenta, y yo a él. Esto enriquece nuestra
relación. Yo he estado con amigos suyos en la situación que él está
ahora. Hoy me ha tocado perder a mí, y debo aceptarlo", me explicó
Susana.
- "Tú ya sabías como iba a acabar todo esto del juego de las prendas,
¿verdad?. Por eso no te sorprendió el castigo...".
- "Sí, lo sabía, o al menos no me pilló desprevenida. Me hubiera gustado
ganar para estar en la otra situación, pero
".
Sus palabras quedaron en el
aire.
Al girarme para ver donde andaban mi novia y Dani, vi como se estaban
dando un beso con toda la pasión y las ganas. Entendí de qué iba todo
esto, me di cuenta de que había perdido, más bien había caído en una
trampa de la que ya no podía salir. Romper las reglas, coger a mi novia,
y volver a casa, habría supuesto la ruptura de la relación con mi novia.
Aceptar las reglas me convertía en un imbécil y en un cornudo.
Estuvieron toda la noche así, entre besos, morreos, caricias y magreos,
que me ponían a mil, tanto de furioso como de excitado. Intenté
desquitarme con Susana dándole un beso, pero ella me rechazó.
- "Sólo somos amigos, recuérdalo, es el juego, al menos delante de la gente", replicó Susana.
Al llegar a la casa había unas ocho personas escuchando música,
charlando, tomando algo, en la sala de estar, y decidimos quedarnos en
ella. Estuvimos charlando, de vez en cuando miraba a mi novia, pero ella
ya ni se fijaba en mí. Cada vez estaba más unida a Dani, los dos
abrazados...
Estuvimos conversando con el resto de la gente, algunos le
tiraban los trastos a Susana, pero ella los rechazaba. Bea y Dani se
fueron alejando poco a poco del grupo, hasta quedar en un rincón en el
que no paraban de besarse. Él le acaricia suavemente las partes que antes
acariciaba yo, sabía qué zonas eran más sensibles para Bea, y él sabía
tocarlas. Era cuestión de tiempo el que mi excitada novia me hiciese
cornudo.
Lo último que vi era como subían las escaleras como dos enamorados hacia
la habitación. Sabía que era el fin de la fidelidad de mi novia, sabía
que había llegado el momento.
Tan atento estaba a todo lo sucedido que no presté atención a Susana. La
buscaba pero no la encontraba. Pensé que me había quedado más solo que un
tonto. Por fin, la vi. Estaba sentada junto a un chico charlando
amistosamente. Me acerqué a ellos.
- "¿Interrumpo?, pregunté con miedo.
- "No, Alberto, no. Sólo estábamos hablando", respondió Susana.
- "¿Es la primera vez que venís a una casa rural?", preguntó el extraño
compañero de Susana.
- "No, yo he estado más veces, pero para Alberto sí es la primera, ¿no?",
dijo Susana.
- "Y creo que la última", dije entre dientes, pero lograron oírme.
- "¿No te está gustando?", preguntó el chico.
- "Está pasando por un mal momento y está algo deprimido, pero seguro que
cuando esté en su casa echará de menos esta tranquilidad", contestó
Susana, intentando sacarme del apuro, porque ya no sabía ni qué
responder.
- "Me voy a la habitación", les dije.
- "Espera, que voy contigo", fueron las palabras de Susana mientras me
agarraba para que la esperara.
- "Ok, mañana nos vemos", dijo el chico.
- "Espero poder seguir charlando mañana. Un besito", le respondió Susana. Y
se despidieron con un beso muy cercano a la comisura de los labios.
Ya en la habitación, me preguntaba qué estarían haciendo mi novia y Dani.
Lamenté no tener habitaciones contiguas para escuchar a través de la
pared. Me levanté y fui hacia la habitación de ellos. Llamé a la puerta.
- "¿Quién es?", preguntó Dani.
- "Yo", respondí.
Al cabo de unos segundos, que se me hicieron eternos, se abrió la puerta.
Allí de pie, estaba Dani con una sábana alrededor de su cintura, en la
cama mi novia tapada hasta arriba, imaginé que desnuda.
- "Sólo quería daros las buenas noches, nada más".
- "Igualmente", respondió Dani, cerrando la puerta y dejándome ahí.
Al volver a mi habitación no podía quitarme de la cabeza a mi novia y a
Dani. Susana sabía por lo que estaba pasando e intentaba animarme. Me
abrazó por detrás mientras me decía:
- "No es el fin del mundo, nadie mejor que yo sabe lo que Bea siente por ti,
y es muy grande lo que hay entre los dos. Esto solo es un juego de una
noche, bueno dos, pero es solo un juego. No te comas la cabeza".
- "Me cuesta, Susana, me cuesta".
- "Lo sé, no te preocupes. Ahora ya no hay
gente delante, no tenemos porque ser solo amigos...", dijo, y me
dio un beso en el cuello.
La miré fijamente intentando entender lo que me había dicho, o por que no
creía haberlo entendido bien. Nos quedamos fijamente mirándonos el uno al
otro, acercando nuestros labios lentamente, hasta que se tocaron. Sentí
el calor de unos labios que tanto necesitaba para olvidar el amargo sabor
de los de mi novia.
Sentí su lengua juguetear con la mía, abriéndose paso
con suavidad. Susana besaba de maravilla, sabía hacerlo y me gustaba. Mis
manos buscaron rápidamente los rincones a los que están acostumbradas,
pero Susana no respondía a los mismos estímulos que Bea, era normal, así
que lentamente mis manos se dedicaron a conocer el cuerpo de Susana.
Susana se dejaba hacer, disfrutaba de mis caricias y eso me animaba,
buscaba bajo su ropa, que poco íbamos despojando. Pude acariciar esos
pechos que tanto me gustaban y deseé el día de aquella partida de cartas,
pude saborearlos, darles forma, recorrer con un dedo el contorno de sus
pechos lo que hizo que sus pezones se endureciesen. Era delicioso
saborear un cuerpo nuevo, suponía que esto era o que sentiría mi novia.
Las manos de Susana se dirigieron a mi polla, que para ese momento ya se
encontraba en plena forma. Susana bajó sus labios y dejó que estos dieran
calor a mi polla dura. Sabía hacerlo, era una experta y se notaba. Me
encanta como me lo hace Bea, pero se veía que Susana lo disfrutaba más.
Me costó no correrme en sus labios, pero pensé disfrutar otros manjares
antes de hacerlo.
Lentamente fui moviéndome para poder devolverle el placer que me estaba
dando, nos pusimos en 69 y pude saborear sus jugos, su manjar. Tenía el
coñito depilado, y precioso. Recorrí con mi lengua el contorno de su
coñito, deslizando mi lengua como sin querer hacia sus labios de vez en
cuando y hacia su clítoris. Quería que me desease antes de lanzarme a
saborearlo por completo. Poco a poco se fue mojando y excitando, sus
manos acariciaban mi cabeza y en ocasiones su coñito.
- "Te quiero adentro", oí decir, no estaba seguro de si era mi imaginación.
- "Métemela", volví a oír. Ahora estaba seguro.
Introduje mis dedos mientras buscaba la posición, para entrar dentro de
ella. En esos momentos dejé que mi pene rozase su coño suavemente,
tocando su clítoris. Hice este movimiento varias veces hasta que se la
metí.
- "Vamos, vamos, muévete", me decía.
- "¿Te gusta?".
- "Me encanta, sigue por favor".
- "Qué coñito más rico tienes", le dije entre beso y beso.
- "¡No te pares!", decía ella.
Buscamos distintas posturas, mis dedos buscaban su ano, e introducía mis
dedos en él. Ella se dejaba hacer y disfrutaba de ello. Después de un
buen rato y varios orgasmos por parte de ella, mi polla quería explotar
ya.
- "Me voy a correr", le dije.
- "Dentro no, por favor, aguanta", me decía Susana, haciéndome recordar que
no llevaba condón.
- "Quiero correrme en tu boca, ¿puedo?".
- "Síiiiiiiiii", respondió entre gemidos.
Mi novia pocas veces accedía a ello.
Saqué mi polla y la dirigí hacia sus
labios, que bebieron toda la descarga de mi polla. Ella aun con semen en
los labios, me dio un beso para saborear el placer de estar juntos.
- "¿Por qué no te quedaste con el chico de debajo de la fiesta?. Vi
como lo besaste", le pregunté.
- "Porque tú me necesitabas. Porque tú estabas mal. Pero no me arrepiento
porque he disfrutado mucho contigo, y espero haberte animado".
Le di un gran beso como respuesta.
Fue una noche fantástica. Volvimos a hacerlo un par de veces a lo largo
de la noche, suponía que mi novia estaría igual, pero no sé por qué ya no
me importaba tanto. Quizá ojos que no ven, corazón que no siente, o bien,
ande yo caliente, riase la gente...
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