.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Otro hombre ocupó mi lugar en la noche de bodas".

 

 Nuestra boda duró hasta altas horas de la madrugada, mi esposa y yo estábamos tan agotados que cuando llegamos al hotel después de la celebración, se derrumbó en la cama y se fue directa a dormir. Teníamos un vuelo temprano al día siguiente a nuestro destino de luna de miel.

 Nos despertamos a la mañana siguiente y nos dirigimos al aeropuerto. Facturamos nuestro equipaje, y embarcamos en nuestro vuelo con dirección a nuestro largo viaje de novios... ¡a la República Dominicana! Mi mujer durmió unas pocas horas durante el vuelo, pero yo no podía porque estaba demasiado excitado. Los dos estábamos muy contentos por la boda y el viaje, y deseosos de llegar, comenzamos a beber a medio camino del vuelo. En el momento en que llegamos los dos estábamos bastante entonados y nos sentíamos muy bien y contentos.

 La limusina del hotel nos recogió en el aeropuerto. Cuando llegamos a ella, el conductor notó obviamente que estábamos ya algo “contentos” en nuestro estado, tras nuestro vuelo y nos encontrábamos desinhibidos. Se llamaba Bod, y era un hombre negro, de piel brillante, muy fornido y musculado de casi dos metros de unos 30 años, en el que mi mujer, como cualquier otra mujer habría hecho, se fijó enseguida, y además era muy simpático. Empezó a bromear y divertirse con nosotros y hasta nos preguntó si había consumado el matrimonio. Los dos nos reímos y le explicamos que estábamos muy cansados después de nuestra celebración, y la boda. Me picó mi hombría el conductor diciéndome que sería incapaz de mantener en mis manos una mujer tan bonita como la mía, si no la había hecho mía en la noche de bodas, y que para eso, no importa lo cansado que estuviéramos. Y dijo a continuación: "Usted sabe, ustedes no están oficialmente casados hasta
que no hayan consumado el matrimonio", a lo que los dos nos reímos de nuevo.

 Cuando llegamos al hotel, el conductor fue muy amable y trabajó mucho para su propina. Trajo nuestras maletas a nuestra habitación y nos mencionó que había un gran club en el hotel, que si deseábamos cambiarnos nos llevaba al club y nos pasaba sin tener que pagar en la entrada. Esperó a que nosotros nos cambiáramos, y nos dijo que nos prepararía unas bebidas del bar de nuestra habitación (teníamos una suite honeymoon).

 Mi esposa agarró un vestido corto negro de escote palabra de honor, y entró en el cuarto de baño. Yo me cambié en el dormitorio al aire libre con él allí a
mí lado. Normalmente soy muy tímido, pero puesto que había estado bebiendo no me tapé. Lo vi mirar disimulando mi “pequeño bulto” en mi calzoncillo blanco, pues nunca fui muy dotado, teniendo entre 8 y 10 cm de pene, y pude ver una media sonrisa de sorna, porque probablemente era evidente para él que yo no tenía mucho paquete.

 A medida que nos preparaba las bebidas, también me di cuenta que miraba de reojo hacia el cuarto de baño. Al mirar más me di cuenta de que la puerta estaba entreabierta y tenía una visión clara de mi esposa. Ella sólo llevaba el tanguita blanco de encaje que compré para ella para nuestra luna de miel, con unas sandalias de tacón alto y fino destalonadas, solo con una tira en el empeine, se había soltado su melena, y terminaba de maquillarse muy recargada. Me acerqué a la puerta con la intención de cerrarla, pero en ese momento ella se metió el vestido por la cabeza y se lo colocó por su cuerpo ajustadísimo (y no llevaba sujetador esa la noche) por lo que prácticamente él tenía una gran vista de todo su cuerpo.

 Bob nos hizo unos cocktails muy cargados de vodka y dijo que podíamos llevárnoslos con nosotros al club. Cuando entramos en el ascensor para bajar pulsó el botón de la 1 ª planta y luego vi como su mano rozó suavemente el culo de mi esposa y ella se movió a la parte posterior del ascensor. Ella lo miró y sonrió y tiró toda la copa al suelo del sobresalto, y yo hice como que no lo vi.

 Entramos en el club, y fue bastante agradable. Buenas vibraciones, buen ambiente, Le dije que nos trajera dos copas más. Mi esposa fue directa con Bob a la pista de baile y empezó enseguida a bailar. El bar estaba totalmente lleno, así que tuve que esperar por el servicio. Mientras miraba a mi esposa bailar con Bob, y empezaron a bailar pegados. Al principio hubo cierta distancia entre ellos, pero él se fue acercando. Al poco tiempo, tenía las manos sobre su cuerpo. Al principio estaba un poco molesto de verlos, pero sin saber por qué, me empalmé viéndola, y me di cuenta de que me había convertido en un mirón "voyeur".

 Me tomó más de cinco minutos conseguir las bebidas y todo el tiempo Bob bailaba cerca de mi esposa, y ahora ella respondía poniendo sus manos sobre su cuerpo también, acariciándose, y el besaba su cuello. Me acerqué a ellos con las bebidas, me dijeron gracias y Bob dijo que había una mesa con unos amigos y nos preguntó si queríamos unirnos a ellos. Casi sin respirar mi esposa contestó "sí".

 En la mesa, había otras dos parejas con Bob, todos ellos eran buenos amigos. Las otras parejas eran cuarentonas, mi mujer y yo teníamos 21. Bob nos presentó a las otras parejas y nos sentamos. Bob pidió más bebidas para nosotros y chupitos. Yo ya estaba muy borracho. Mi mujer también estaba muy borracha, pero parecía manejar mejor la situación que yo. Probablemente porque ella durmió durante casi medio vuelo.

 Mientras hablábamos con Bob nos contó su vida y su trabajo allí en la República Dominicana. Después de un gran rato hablando, Bob pidió a mi esposa bailar de nuevo, y ella le dijo que sí. Me senté en la mesa y hablé con las otras parejas mientras veía a Bob con mi esposa. Ellos se estaban divirtiendo. Me disculpé y fui al baño, y en mi camino de regreso, pude ver como se besaban en la pista con un apasionado beso. Entonces, Bob se dio cuenta que apenas podía caminar porque estaba muy borracho, y me ayudó a sentarme en mi silla. Miró a mi esposa y le dijo que era mejor que regresáramos a nuestra habitación. Bob casi me tuvo que llevar hasta el ascensor. A medida que me metió en el ascensor, me apoyó contra la pared y luego básicamente, me desmayé en el camino hasta la habitación.

 Me desperté en nuestra suite de luna de miel. Parecía como si el cuarto estuviera dándome todo vueltas, y pude oír ruidos tenues. Yo todavía estaba vestido en el sofá de la habitación de la suite. La cabeza me latía con fuerza y al mirar alrededor del cuarto reconocí los ruidos, y sabía que era mi esposa, y
reconocí esos sonidos tan característicos de ella. Miré hacia la cama y vi una botella medio vacía de vodka en el suelo, junto a la botella estaba el tanga
sexy de encaje blanco y el vestido de mi esposa y sus taconazos, y el bóxer de Bob, su camiseta y pantalones cortos. Una de las luces de la mesita de noche estaba encendida y había dos copas en ella. Las dos puertas correderas de cristal del balcón estaban abiertas y podía sentir la brisa tropical cálida que
fluía a través de la habitación.

 Mientras miraba la cama, veía a Bob con las piernas de mi esposa sobre sus hombros. Gotas de sudor rodaban por la espalda de Bob, por lo que era obvio que habían estado teniendo sexo durante algún tiempo. Vi como Bob follaba a mi esposa duramente. Llevaba las manos en las caderas de ella, y la hacía subir y bajar en su posición, con una almohada bajo su espalda, que hacía arquear aún más su cuerpo y que la penetración fuera más profunda aún si cabe de su miembro.

 Entonces oí un sonido, y me di cuenta que lo reconocía de cuando había estado entre las piernas de mi esposa, el sonido de su orgasmo. Pero esta vez era muy diferente. Sus piernas y el cuerpo temblaban en un orgasmo increíble, múltiple, y pude ver las olas y olas de placer que surgían a través de su cuerpo y que no hacían otra cosa que seguir y seguir. Bob tenía sus manos en las caderas de ella, como sosteniendo su orgasmo una y otra vez. A medida que continuaba hasta el orgasmo Bob, lo vi ponerse tenso, y luego vi contraer su culo, y flexionarse, mientras bombeaba con fuerza contra ella. Luego soltó un gruñido, casi animal, y se corrió en el interior de mi esposa, continuando teniendo orgasmos mi esposa todo el tiempo que Bob estaba teniendo su orgasmo, acabando juntos, al unísono.

 Después de un momento Bob cayó encima de mi esposa y la besó apasionadamente, luego salió de dentro de ella en la cama. Cerré los ojos para hacerme el dormido. Mi mujer me miró y le dijo a Bob: “No te preocupes por él, está K.O.”. Convencidos de que estaba dormido, ella puso su cabeza sobre el pecho de Bob y ambos respiraron profunda y jadeantemente.

 Después de unos veinte minutos, mi mujer comenzó a besar y recorrer el cuerpo de Bob, y luego tomó su polla en la mano, y entre su mano y su boca, se le empalmó de nuevo. Me sorprendió el tamaño de la misma, ¡era enorme!, por lo menos 23 cm (Debo mencionarlo ya que como dije antes, yo soy todo lo contrario de Bob, apenas 8 a 10 cm empalmado). Vi como mi esposa intentó subirse sobre él y cabalgarle, y cada vez que intentaba introducírsela entera no le cabía ni la mitad en la profundidad de su coño, así que dejó de tratar de profundizar con su miembro, y comenzó a jugar con la cabeza del mismo, en la entrada de su cavidad vaginal, al mismo tiempo que aprovechaba para lubricarse y dilatar su canal vaginal para poder ser penetrada íntegramente.

 Tan pronto como Bob la había lubricado y dilatado, con un golpe firme, y con violencia, la bajó totalmente sobre su miembro, quedando mi esposa totalmente empalada por aquel descomunal miembro, y soltó un gritito de sorpresa desde lo más profundo de su garganta, dejando sus piernas extremadamente abiertas, para intentar buscar acomodo a aquello que creo que la penetraba como mínimo hasta la matriz. Ella trató de moverse para zafarse, pero él le agarró las caderas con fuerza, y permaneció quieta por unos instantes, hasta que pudo acostumbrarse a aquello dentro de ella, y comenzó a moverse, primero en círculos, y luego poco a poco arriba y abajo, hasta que pudo ponerse en cuclillas, bombeando con rapidez su miembro. Mientras lo hacía, ella gritó, y puso las manos sobre su pecho, echó atrás la cabeza y seguía así en la parte inferior de Bob. Vi su polla empapada de la humedad de mi esposa, y su corrida anterior, Bob luego extendió la mano y agarró sus pechos mientras ella continuaba moviéndose arriba y abajo. Desde mi punto de vista pude ver su coño, era asombroso ver como se veía hinchadísimo y apretadísimo y se extendía alrededor del gran miembro de Bob.

 Mi esposa le montaba arriba y abajo, y de vez en cuando se sentaba totalmente penetrada y empalada sobre él y se movía en círculos. Esto continuó durante al menos quince minutos. Luego se sentó hasta el fondo y comenzaron a bombear muy pegados, muy fuerte y con mucha violencia de nuevo, oí su aliento, estirar hacia atrás su cabeza, y arquear su espalda como si fuera a partirse en dos, y dijo: "¡Oh Dios!", y a continuación comenzó a curvar sus caderas y a temblar con espasmos por todo el cuerpo. Bob movió las manos de sus pechos a sus caderas para agarrarla con fuerza y que no pudiera huir de su orgasmo, y le dijo: "Este orgasmo se lo dedicamos al cornudo de tu marido", y así lo hizo, acabando totalmente dentro de ella a la vez de nuevo.

 Todo el cuerpo de mi mujer empezó a correrse de nuevo en ondas, las piernas temblando incontrolablemente, le faltaba el aire. A medida que se estaba
corriendo Bob se sentó y la agarró con más fuerza aún si cabe. Ella le echó los brazos alrededor de su cuello y él la apoyó sobre su cuerpo, y ella continuó
teniendo sus orgasmos uno tras otro hasta que finalmente vi los ojos de Bob cerca de su hombro y la mordió con fuerza, dejando su marca de macho Alfa en mi esposa, y de nuevo soltó un gruñido más fuerte que el anterior, inundando de nuevo de semen de “macho Alfa” el interior y lo más íntimo de la feminidad de mi esposa.

 Ambos se desplomaron sobre la cama, abrazándose el uno al otro. Vi a medida que continuaron su respiración jadeante, besarse y tocarse, el sudor de sus cuerpos brillantes. Bob se quedó dentro de ella por algún tiempo, acariciándole cada pelo de su cabeza y continuaron besándose. Después de unos minutos Bob se retiró de ella y oí un gran ruido, que sonó algo así como un descorche de una botella de vino, como su polla salió de mi esposa, que se encontraba totalmente a presión, y luego hizo un sonido como si fuera una bofetada al caer su miembro en la cara interna del muslo de mí esposa.

 Después de celebrar con besos y caricias la brillante “luna de miel” que Bob le había ofrecido a mi esposa, tras más o menos una media hora, Bob se levantó y caminó desnudo hacia el baño. El sonido de su meada “limpiando sus cañerías” resonó como un trueno a lo largo de la habitación. Regresó y se sentó en el borde de la cama al lado de mi esposa, y le dijo que iba a irse, pero estaría de vuelta en el bar de nuevo a lo largo de esta semana. Se rió y dijo: "mejor que me vaya antes de que tu marido se despierte y descubra lo que le hice a su mujer", y ambos rieron en una gran carcajada. Se inclinó sobre ella y le dio un largo beso apasionado. Al salir se agachó, cogió su tanguita del suelo, lo puso en su nariz, respiró profundamente oliendo su aroma, lo giró sobre su dedo y le dijo: "¿Ves?, me lo llevo, es mi trofeo, como tú". Ella le sonrió desde la cama, y él se fue con su tanga.

 Una hora más tarde me levanté del sofá y me fui a la cama. Como ya me sentía recuperado, sentí una sensación de frío en mi pantorrilla y me di cuenta que estaba apoyado sobre la mancha de humedad en las sabanas que Bob había dejado de su descomunal corrida dentro de mi esposa. Ella estaba desnuda en la cama junto a mí. Los vasos de bebida estaban medio vacíos encima de la mesa de noche, y se veía muy bello su cuerpo, tan ricamente sudada y follada, y su coño se veía rojo e hinchado. Su pelo estaba enmarañado, y los de su pubis pegados contra su cuerpo y tiesos de la corrida seca de Bob. La cama olía a sexo por todas partes, y podía oler el aroma de Bob y su colonia en la almohada.

 Miré a su hombro y me di cuenta de que Bob había marcado a mi esposa en su hombro, como a una hembra más de su ganadería, con una gran mordida, fruto de su común éxtasis y locura, que fueron adoptados durante su último orgasmo. Fue visible durante toda nuestra luna de miel porque mi esposa le gusta usar trajes y camisetas de asillas finas, y escotes palabra de honor.

 Toqué a mi esposa y puse mis manos sobre su cuerpo. Estaba agotada y en sueño profundo. Empecé a besar a fondo todo su cuerpo desnudo y no se movía. Me quedé sorprendido por el fuerte aroma que Bob había dejado en ella, como marcándola, pues cubría todo su cuerpo. Me bajé entre sus piernas, y las abrió, empezó a despertar. Moví mi rostro hacia su coño y ella trató de detenerme, pero la obligué e introduje mi cabeza entre sus piernas.

 Siempre he sido bueno para darle sexo oral, es el único sexo que nos habíamos dado el uno al otro antes de nuestra boda. Una vez que mi lengua comenzó a lamer la parte exterior del coño y alrededor de su clítoris, ella dejó de luchar, abrió las piernas y me permitió darle sexo oral. Miré hacia arriba y sus ojos se cerraron, sus pezones se erizaron, y se mordía el labio inferior, mientras mi lengua se movía sobre su zona clitoridiana. Mi barbilla estaba apoyada en la cama en un lugar húmedo, donde había esperma de Bob, que habría salido de su vagina. Seguí lamiendo el exterior de su coño y luego introduje mi lengua y la deslicé dentro. A medida que mi lengua sondeó el interior de su coño, un globo enorme de corrida de Bob aún caliente acabó sobre mi lengua.

 Le conté lo que estaba sucediendo y se tensó por un momento, probablemente en espera de una reacción por mi parte, pero como continuaba con el cunnilingus, ella se relajó otra vez, aflojándose y dejando fluir las últimas gotas de semen de Bob, que fueron limpiadas de ella por mi lengua. Volví a trabajar en su clítoris hasta que tuvo un orgasmo. El orgasmo bucal que le di no fue tan intenso, pero si casi tan largo como los orgasmos Bob, que le habían sido producidos durante el coito.

 Después del orgasmo rápidamente se durmió otra vez. Me acosté a su lado, y la tapé con la sábana delgada, me levanté, colgué su vestido en el armario, y lavé los vasos y guardé la botella de vodka. Entré en el cuarto de baño y me masturbé. Alcancé el orgasmo en treinta segundos. Me limpié, y puse dos vasos de agua en las mesitas de noche, y los puse al lado de algunas pastillas para la resaca. Antes de irme a la cama ordené el desayuno en la habitación para las 10 am y colgué la orden en la puerta.

 Nos despertamos a la mañana siguiente con un golpe en la puerta... ¡Servicio de habitaciones!, gritó un hombre. Los dos estábamos con una gran resaca. Abrí para que dejara el desayuno en la habitación, y mi mujer continuaba tapada en la cama. Se levantó, se fue al baño y se puso el micro-tanga de su bikini, (sin bañarse). Desayunamos y fuimos a la playa a dar un paseo y a despejar nuestra resaca.

 Fuimos al club en el hotel tres noches más donde nos encontramos con Bob e hizo lo mismo, menos una vez que subieron solos a la habitación mientras yo me quedé abajo, en el club, con los amigos de Bob, y luego me fui a dormir a la playa para que ellos pudieran tener su noche de intimidad. Mi mujer tuvo
relaciones sexuales con Bob cuatro de las siete noches que pasamos en la República Dominicana. Los resultados obtenidos para mí fueron no consumar nuestro matrimonio hasta tres meses después de salir de la República Dominicana.

 Esto sucedió hace años en nuestra luna de miel. Fue mi primera experiencia de relaciones sexuales con mi esposa (hasta la fecha sólo nos habíamos dado sexo oral). Cuando nos casamos no habíamos hablado nunca antes del tema de ser un cornudo, de intercambios de parejas o de compartirla a ella con otros hombres.

 Mi mujer tuvo a su próximo amante seis meses después de que volvimos de nuestra luna de miel. Sabíamos los dos que en el fondo yo nunca sería capaz de complacerla realmente después de que aquello ocurriera en la República Dominicana, pues nunca sería amante suficiente para ella. Ambos coincidimos en que sería mejor para nuestra relación que ella tuviera amantes, pues ella no era mujer de un solo hombre, y era de espíritu libre. Durante nuestro matrimonio de más de veinte años ha tenido más de cuarenta amantes y tenemos un niño de otro hombre. No creo que nuestro matrimonio hubiera durado si no hubiéramos seguido este camino, y a pesar de lo que parezca, nos amamos mucho. Email.

 

 

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