Siguiendo
con el
relato anterior, nos encontrábamos en
Madrid una mañana de domingo y acabábamos de follar como locos mientras
mi mujer no se quitaba de la cabeza al chico de la tasca.
Bajamos a desayunar a la cafetería del hotel y charlamos sobre lo sucedido
la noche anterior y lo excitante que había sido sobre todo para mi
mujer. Nosotros regresábamos a Canarias esa misma tarde, así que no nos
quedaba tiempo para mucho. Le pedí a mi mujer que llamara al chico de
la tasca, al menos para ver cuál sería su reacción y si quería que le
invitase a almorzar antes de irnos al aeropuerto, algo a lo que ella se
negó.
Salimos de la cafetería y nos metimos en el ascensor rumbo a nuestra
habitación. Una vez que se cerró la puerta del ascensor, ella empezó a
besarme apasionadamente. A pesar de todo seguía muy excitada por la
situación, se le veía en la cara.
Llegamos a la habitación y empezamos a preparar las maletas, ella se
recostó en la cama y por un rato no decía ni una sola palabra y de
repente me soltó: ¿de verdad quieres que llame al chico de la tasca?
Podéis imaginar mi cara de asombro al escuchar esa pregunta, mi
respuesta fue contundente: sí, lo estoy deseando.
Sin pensarlo dos veces, ella cogió su móvil y llamó al chico. Se le veía
nerviosa, muy nerviosa. Pero su llamada no tuvo respuesta. Soltó el
móvil en la cama y me dijo: nada, te quedas con las ganas y soltó una
leve carcajada.
No habían pasado tres minutos y sonó el teléfono de ella, era el chico que
le estaba devolviendo la llamada, ella me miró, yo le hice una seña
para que descolgara y le dije: pon el manos libres, se sentó en la cama
y respondió con un suave ¿Hola?
El chico le dijo: Tengo una llamada perdida tuya, ¿pasó algo? Ella me
miraba, no sabía qué decirle, estaba muy nerviosa. Con voz un tanto
susurrante le dijo: nada, que estoy aquí sola en la habitación,
aburrida, esperando a mi marido que ha bajado a la cafetería y se me
ocurrió llamarte. Quería pedirte disculpas por lo de anoche, por estar
tan cansada y no invitarte a la copa que te ofreció mi marido.
Él le respondió que no se preocupara por eso y seguidamente le dijo:
¿Puedo hacerte una pregunta? ¿anoche pasó algo o fue todo imaginación
mía? Ella con una voz entrecortada le respondió: no sé a qué te
refieres... Él continuó: pues que anoche no bailabas de forma normal
conmigo y luego en el coche creo que querías mostrarme algo que pude
adivinar por el espejo retrovisor. Ella soltó una carcajada nerviosa y
le dijo: a mí la bebida me da por ahí, por quitarme las bragas... y
soltó otra carcajada.
Llegados a ese momento yo le quité los pantalones y las braguitas que
llevaba y empecé a acariciarle su coño, que estaba empapado. El chico
de la tasca le dijo que en cuanto había llegado a su casa se había
masturbado pensando en ella y mirando la foto que ella tenía en el
perfil del Whatssap. Ella le respondió que eso le habría gustado verlo
y le dijo que me había hecho una buena mamada esa noche mientras
pensaba que era su polla y no la mía.
Yo empecé a meter mis dedos en su dilatado y caliente coño y ella no pudo
evitar dar un gemido. Él le preguntó: ¿Qué haces? Y ella le dijo:
haciendo lo mismo que tú hiciste anoche, masturbarme pensando en ti
mientras escucho tu voz.
Él empezó a decirle todo lo que le gustaría hacerle, que quería que ella
le cabalgara porque tenía pinta de ser una mujer muy caliente. Ella
gemía cada vez más y más alto, yo seguía masturbándola con una mano y
con la otra me masturbaba yo. Quería que le dijera que viniera a
follarla, me volvía loco porque se lo pidiera, pero ella era quien
controlaba la situación. Ellos se decían cosas, se estaban follando
virtualmente hasta que él jadeó y le dijo que estaba eyaculando. Ella
le dijo: dámela en la boca, la quiero toda en la boca, qué pena que me
tenga que ir en un par de horas, pero te prometo que cuando vuelva,
quedaremos tú y yo mientras mi marido esté trabajando.
Al escuchar eso, reconozco que me sentí un poco frustrado, eso no era lo
que yo quería, lo que yo deseaba era verla follar con otro pero delante
de mí, follárnosla los dos. Pero ella estaba prometiéndole una cita a
solas para ellos dos y le estaba dando a entender al chico que todo
sería a mis espaldas y que no me podía enterar. Yo fui perdiendo la
erección y en parte la excitación porque mi mente ahora estaba en esa
futura cita que ella estaba proponiendo y de la cual yo no sería
partícipe. Ella al darse cuenta de la situación le dijo: Te tengo que
dejar ya porque oigo pasos, mi marido está llegando.
Sin decir nada más, colgó, soltó el teléfono. Me ayudó a reincorporarme
delante de ella y comenzó a hacerme la mejor de las mamadas que me
había hecho nunca, cerraba los ojos y me llamaba por su nombre, por el
nombre del chico de la tasca. Era mi polla la que tenía en su boca y en
sus manos, pero en su mente, ella le estaba mamando la polla al chico y
no a mí. Me corrí en su boca, ella tragó todo mi semen sin dejar ni
gota y después se tumbó en el centro de la cama completamente abierta
de piernas y me dijo: hazme correr como a una verdadera zorra.
CONTINUARÁ...
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