Me
llamo Juanjo, tengo 32 años y estoy felizmente casado. Julia tiene 30 y
nos llevamos de maravilla. Les cuento que hace poco abrimos nuestra
relación, Julia se dió a otro hombre frente a mi y estamos muy a gusto
con lo que nos sucedió.
Nos casamos demasiado jóvenes para los tiempos que corren, Julia sólo
tenía 24 y antes de conocerme no había tenido sexo con ningún otro
hombre más que yo. Parte se las daba de puritana, parte se debe a la
educación que recibió. Lo cierto es que conoció una sola pija en toda
su vida, y apenas le tomó el gusto, con ella se casó.
Nos casamos y Julia era una dama (tanto "en la sala como en la cama").
Pero el libre ejercicio del matrimonio le despertó la líbido, y al poco
tiempo ella comenzó a destaparse. Sus amigas (al igual que sus prendas)
fueron haciéndose cada día más íntimas y ligeras, atraidas por el
género de revistas y películas que en su adolescencia no se atrevían a
mirar. Hoy comparten todos sus secretos y están pendientes de cada
detalle de lo que sucede en nuestra intimidad.
Toda mujer reprime sus impulsos por pudor. Julia se llena la boca de
deseos y ambigüedades que no se anima confesar. Manifiesta con su
cuerpo lo que toda mujer tiene en mente y se le antoja cada vez que se
lleva un dedo a la boca mientras te la coges; cada vez que su lengua
explora entre tus dedos o chupa el lóbulo de tu oreja, cada vez que se
lleva un pezón a la boca, cada vez que embute tu pija entre sus tetas,
cada vez que te lame el culo o gusta meterte un dedo, cada vez que se
masturba mientras se la estás dando por detrás. Cada vez que te mira a
los ojos mientras te practica sexo oral, cada vez que atrapa una
corrida entre sus labios y te obliga a saborear tu propia leche con un
beso de amarga animosidad. Pide más y sucede, es fácil de imaginarlo
pero difícil de aceptar.
Es sabido, todo hombre desea que su mujer se comporte como una dama en la
sala y como una puta en la cama. Superada una lógica etapa de celos, la
vida sexual de toda pareja se inicia el día en que tu mujer entrar en
actividad y aceptas el rol que te toca jugar.
Cuando le propuse a Julia dar rienda suelta a sus impulsos, recibí una
bofetada como respuesta. Pasó un tiempo hasta que un día, husmeando en
su correo personal (casi todos alguna vez lo han hecho), intervine una
larga conversación que Julia mantuvo con su mejor amiga (Magda)
considerando la posibilidad. Los mensajes luego daban a entender que
Walter (marido de Magda) estaría dispuesto a "hacernos el favor" si
aceptabamos salir a tomar algo juntos para luego dejar que las cosas
naturalmente fluyeran en el ámbito privado de su casa. Julia no me dijo
una sola palabra de todo esto, pienso que no estaba muy segura de que
fuera a pasar.
Salimos juntos una noche (ambas parejas) y tal como lo habían planeado
acabamos metidos en su casa. Magda y Julia se excusaron un instante
para ir al tocador, minutos después (sin ninguna razón) Julia y yo nos
estábamos volviendo a casa.
Desperté a
media noche y Julia no estaba en la cama. Caí en cuenta de que de
suceder, Julia preferiría hacerlo (por ser primera vez) en casa...
Me asomé a la sala esperando ver lo que vi. Walter y Julia se estaban
besando y Magda los filmaba con nuestra cámara. Julia se había puesto
una de mis camisas para recibirlos, estaba empapada de excitación. El
velo nocturno y las caricias de Walter le habían puesto en alza las
ganas de coger.
Walter tiene una pija enorme y lampiña; Julia no sabía por donde empezar.
Se sentó, recojió su cabello hacia arriba (dispuesta a ensuciarse) y se
abocó a disfrutar el momento más largo, grueso y duro de toda su vida.
Con mucha paciencia y dedicación, demostró todo el amor que una mujer
casada siente por otra pija. Como recompesa recibió una tremenda
corrida en la boca, el cuello y parte de su barbilla. Tardó 6 años en
descubrír el sabor de otro hombre, y las circunstancias le agregaron
una pizca de morbo a la comida.
En los minutos de intervalo Walter le practicó sexo oral a Julia y la
indujo a alcanzar su primer orgasmo. Lo más interesante del entretiempo
fue la reanimación que Magda le practicó a la pija de Walter para lo
que vino después: Julia se puso de rodillas (dándonos la espalda) y le
suplicó a Walter que se la diera por el culo, con el cuidado de no
lastimarla. Julia tenía la entrepierna colmada de fluidos y asimiló la
penetración dando tope a cada embestida con un grito de dolor y placer,
estaba desencajada.
Cogieron sin parar durante más de una hora, cambiando de posición para
descansar las piernas del peso del otro. Julia se corrió por última vez
casi llegando al final, recostada boca arriba le practicó una tremenda
cogida de tetas a Walter para bañarse de leche una vez más.
A esa altura de la noche yo ya me había deshecho en pajas; Magda no
paró un instante de fumar.
Nos dimos ducha y volvimos a la cama, Walter y Magda se fueron sin
saludar.
Al día siguiente despertamos sin hacer ningun tipo de comentario, pensé
que todo había sido un sueño hasta que volví a la sala y encontré mi
camisa debajo del sofá.
Julia está cada día más puta y eso me fascina. Lo estoy empezando a
disfrutar.
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