Hola
¿qué tal? mi nombre es Jose, soy de Málaga y voy a contaros mi
experiencia; en este caso soy el tercero de la historia, o sea, hay un
matrimonio y yo.
Todo comenzó hace ya un tiempo, cuando conocí a través del chat a una
chica del levante español, llamada Maite; hicimos muy buenas migas,
congeniamos genial, nos reíamos mucho y bueno, evidentemente, una vez
nos vimos por webcam, nos gustamos. Estuvimos hablando por mesenger más
de un año, y poco a poco nos íbamos gustando más, nos deseábamos los
dos; ambos estamos casados y con niños. Siendo los dos de partes tan
distantes de España sabíamos que sería difícil vernos aunque no
perdíamos la esperanza; hablábamos todos los días y realizábamos
cibersexo... uf, vaya morbo, pero... faltaba el sentido del tacto.
Un día, hablando de sexo, le pregunté cual era su fantasía más deseada y
ella me dijo que no tenía ninguna especial, pero si la tenía su marido;
al preguntarle por cuál era, me contó que Arturo, que así se llama su
marido, le había propuesto alguna vez hacer un trío con otro hombre. A
Maite le encanta el sexo, pero la idea no le atrajo demasiado y aquel
día en que salió el tema entre ellos, ahí quedó la cosa en el aire.
Al contarme esta conversación, además de sobreexcitarme de una manera
brutal, de mi boca salió la siguiente frase: "¿no te gustaría hacerlo
con dos hombres a los que quieres?", su respuesta me la dió con su
cara, ya que se le dislumbró una sonrisa de oreja a oreja.
Los días posteriores a esa conversación estuve todo el día cabilando sobre
el tema, hasta que, en una de las muchas conexiones por mesenger que
teníamos Maite y yo le propuse lo que llevaba pensando casi una semana,
y no era otra cosa que la de que le propusiera a Arturo el realizar el
trío, pero sería con alguien que ella eligiera. Evidentemente, ese
alguien sería yo; ella no sabía que hacer pero era tal el deseo que
tenía de estar conmigo, que sabía que, o era así, o jamás estaríamos
juntos y me dijo que hablaría con su marido.
Esa misma noche, y después de haber tenido sexo con Arturo, sobre la cama,
desnudos, Maite sacó el tema: "¿Aún sigues pensando en realizar la
fantasía del trío?" él, que con solo pensarlo, volvía a empalmarse
contestó que si, pero que si ella no quería tampoco pasaba nada. Y
Maite le dijo "lo vamos a hacer, pero será con quien yo diga; si no te
convence por lo que sea, no lo haré. O es que con quien yo eliga o no
lo hago" Arturo se quedó algo descolocado porque estaba claro que su
mujer ya tenía a su elegido, pero claro, no podía poner 'peros' porque
si no se iría todo al traste, y solo la situación de ver a su mujer
haciéndolo con otro hombre en su presencia, le superaba, así que
accedió.
Maite le dijo que si, que ya sabía quien sería; le contó que era un
contacto del mesenger, que la atraía fisicamente, con el que había
hablado varias veces, y que me lo propondría la siguiente vez que
conectáramos, ya que, supuestamente, yo no sabía nada.
Al día siguiente Maite me contó lo sucedido y yo flipaba en colores, no me
podía creer que se hubiera atrevido; los dos coincidimos en que
tendríamos que ser super prudentes para que su marido no sospechara de
que entre nosotros había más que una simple amistad, no podría
enterarse de nuestro cibersexo ni de nada de nada, aunque sabíamos que
sería dificil. Los dos, calendario en mano, fijamos una fecha para
dentro de tres fines de semana, en Murcia.
Así se lo hizo saber a Arturo, el cual se extrañó más aún cuando le dijo
que tendrían que desplazarse, pero le podía la situación, le desbordaba
y a todo asentía, ya que sabía que cualquier cosa que dijera en contra,
echaría por tierra su gran fantasía. Yo, como excusa hacia mi mujer,
tuve que sacarme un curso en Madrid que duraría todo un viernes y por
eso haría noche allí; ellos dejarían los niños con sus padres con la
excusa de que necesitaban un finde para ellos solos... todo estaba en
marcha.
Esas semanas que pasaron hasta la gran cita estuvieron llenas de
fantasías, de estrategias, etc... pero por fin el día señalado:
habíamos quedado en un céntrico hotel de 4 estrellas de la capital
murciana; a las 8 de la tarde nos veríamos en la cafetería del mismo
para una primera toma de contacto.
Yo, puntual, elegí una mesa apropiada para ver llegar a todo el que
entrara en el bar, me pedí un café y casi no me dió tiempo a que me lo
sirvieran cuando llegó Maite con su engañado esposo; éramos puro
nervio, pero nos tuvimos que contener y en vez de darnos un morreo como
así deseábamos tuvimos que optar por cambiarlo por dos besos, para que
Arturo no se diera cuenta de nada. A él le estreché la mano y nos
sentamos; en la charla, evidentemente, no tratamos para nada el tema
que nos llevó hasta ese hotel; hablamos de trabajo, de los hijos, en
fin, parecíamos más bien unos amigos que unos tipos dispuestos a hacer
un trío. Como es normal, en ese primera entrevista Arturo me "hizo la
ficha", aunque debo decir que, aparentemente nos caímos bastante bien.
Quedamos en un restaurante que había justo enfrente del hotel a las 22
horas.
Esta vez fui yo el que llegó más tarde; ellos estaban sentados en una mesa
redonda apropiada para cuatro personas, y Maite se sentó de tal forma
que nos tenía a ambos a cada uno de sus lados; ella estaba preciosa,
con un vestido negro escotado y muy pegado y unos grandes tacones y así
se lo hice saber. Pedimos la cena y una botella de vino, algo que nos
facilitó en parte el trascurso de la cena; entre tanto, Maite ya había
empezado a tocarme mis piernas con sus pies descalzos, si si, como en
la películas ¡¡que sensación dios santo!!. La noche siguió su curso;
Arturo comentó que iba al servicio, lo que nos dió la oportunidad a
Maite y a mi de quedarnos solos por primera vez; no pudimos aguantar
nuestro ansia y lo saciamos, en parte, dándonos un beso en la boca.
Creemos que Arturo se estaba dando cuenta de que entre nosotros había algo
más que cuatro chateos y una fantasía, ya que no tardó nada en regresar
y casi nos pilla; nos hizo un comentario que nos dejó fríos: "ya veo
que habeis empezado sin mi... si si, es que noto que la pintura que te
falta a ti en los labios (le dijo a Maite) la lleva Jose en los suyos"
uuuuuuuuf, eso nos puso aún peor. Terminada la cena, los tres
coincidimos de que lo mejor era irse para la habitación de ellos, donde
echaríamos una copa del mini bar.
Una vez en la habitación, Arturo sirvió unas copas y seguimos charlando
amigablemente; estaba claro que ninguno teníamos prisa pero todos
estamos locos por empezar. Maite y yo nos mirábamos todo el tiempo, nos
rozábamos cada vez que teníamos ocasión... no podíamos más. Ellos dos
estaban sentados en un sofá y yo, justo enfrente, en una silla. Arturo
soltó su vaso y comenzó a acariciar las piernas de Maite y a besarla en
el cuello; mientras, ella le acariciaba, por encima del pantalón, su
polla, todo eso sin desviar su mirada de la mía. Él me invitó a
sentarme al otro lado y así lo hice; por fin comenzó todo. Ya por ese
momento, yo tenía una erección de caballo, y así lo pudo comprobar
Maite cuando comenzó a acariciarme por la zona; sus gemidos, probocados
por los tocamientos y los besos fueron en aumento. Nos besamos, y no
sabemos cuanto duro, pero si que cuando dejamos de hacerlo, Arturo
estaba arrodillado entre las piernas de su mujer, y comiéndole el coño,
tras apartarle el tanga; Maíte se revolvía de placer. Yo tocaba sus
pechos ya desnudos, se los comía, le mordisqueaba los pezones duros
como piedras.
Arturo volvió a sentarse por indicación de Maite, ella se levantó y nos
dijo que nos juntásemos más el y yo, nos bajó los pantalones y delante
de su cara quedaron dos grandes pollas dispuestas a hacerla gozar como
nunca lo hizo. Con una mano meneaba uno de los miembros mientras que
con su boca chupaba el otro, así iba intercalando mamadas entre Arturo
y yo, aunque si hay que decir de que a mi me daba "un trato especial".
Con mi polla se recreaba, se la metía entera, la lamía por los lados y
muy de vez en cuando me comía los huevos bien rasurados especialmente
para la ocasión; eso a Arturo no le preocupaba ya que se 'salía de su
piel' viendo como su esposa le chupaba la polla a otro hombre. Como
tenía claro de que su mujer ese día me prefería a mi, fue el primero en
follarla; ella a "cuatro patas", chupándomela y el dándole por detrás,
por su precioso 'conejo'.
Al poco, ella se tumbó en la cama y me dijo "comémelo Jose, me lo afeité
especialmente para ti, como a ti te gusta", y así era, ella nunca se
depilaba entera y lo dije que a mi me encantaba y fue un detalle enorme
por su parte lo que hizo; evidentemente, no pude rechazar la oferta y,
a pesar de que ya se la había follado Arturo, se lo comí. Lentamente,
sin prisas, estaba delicioso...ella gemía más y más mientras le comía
la polla a su marido. Me dijo que parara que le faltaba poco para
correrse, y claro, yo no le hice caso porque quería que aquella noche
gozara más que nunca, así que mi lengua aumentó su velocidad de
movimiento y con mi mano derecha, con un dedo se lo metía en su coño y
con otro le punteaba su culo; eso la volvió loca, hasta que se corrió
en mi boca. Acto seguido me coloqué encima de ella y le metí mi polla,
ella soltó el miembro de Arturo y me abrazó, me besó, no quería
soltarme. Arturo estaba flipando ya que nunca habría imaginado a su
mujer tan entregada a otro hombre. Ella volvió a comerle la polla
mientras me miraba, mientras yo le comía los pechos a la vez que la
embestía con mi rabo.
Lo último que descolocó a Arturo por completo fue que de la boca de su
mujer saliera una frase: "quiero que me folleis los dos" y es que,
jamás, en tantos años de casados que llevaban y a pesar de haberlo
intentado muchas veces, el sexo anal,no era algo habitual en ellos; él
casi se corre solo de pensarlo, pero el chasco se lo llevó cuando le
dijo que no sería el quien la penetrara el culo, sino yo; pero ese día,
Arturo estaba entregado, era un cornudo y asumía su papel. Asi que se
tumbó en la cama, Maite se puso encima de el metiendose su mienbro en
su coño y yo me coloqué encima de ella "por favor Jose, mucho cuidado"
me dijo Maite. ¿Que que hice? pues si excitada estaba más la puse yo
porque mientras Arturo mantenía su polla dentro de su mujer, yo le comí
su culo; mi barbilla rozaba su polla, pero francamente, me daba igual,
solo quería que Maite estuviera preparada para lo que le venía a
continuación.
Ella misma me pidió que se la metiera ya, estaba como loca... y así lo
hice; despacito, con mucho tiento,con cariño y poco a poco, con algún
que otro gritito de Maite, mi polla fue entrando hasta tenerla
totalmente dentro; ambos comenzamos a movernos y la follamos de tal
forma que se corrió dos veces más. Los dos estábamos a tope, pero casi
nos podía más el darle placer a ella que el corrernos nosotros;
aunque,a petición de ella, llegó nuestro turno. Una vez se corrió ella
por segunda vez, se puso de rodillas en el suelo y nosotros nos
colacamos a cada uno de sus lados; ella comenzó a comernos la polla de
nuevo mientras nos decía que quería toda nuestra leche encima de su
cara. Yo estaba que no podía más pero no quería ser el primero en
correrme, yo quería ser su plato final y Arturo no pudo contener más,
así que se corrió en la cara de su mujer, en su boca; no puedo olvidar
esa imagen ya que ella me miraba a mi mientras le 'limpiaba' la polla a
su marido que seguía escupiendo leche; casi a continuación le hice
saber que me tocaba a mi y ella me ayudó a correrme con un gran fin de
mamada, hasta que le solté todo mi semen en su cara, una corrida super
abundante que la hizo gritar de placer.
Mientras ella iba a asearse, Arturo y yo nos quedamos en la cama tumbados,
casi sin mediar palabra, pero con miradas complices que lo decían todo;
ella regresó y se situó entre los dos... besaba a uno, se abrazaba a
otro, no sabía a donde acudir...pero él no teniá un pelo de tonto.
Arturo empezó a vestirse y tras preguntarle donde iba dijo que necesitaba
una copa y que allí ya no había hielo; nos dijo: "aprovechad mientras".
Maite y yo nos quedamos helados, más aún cuando una vez que ya casi se
iba, se volvió y nos dijo: "lo he pensado bien, y, Jose,hoy duermes tu
con mi mujer; yo me iré a tu habitación" mientras cogía mis llaves "
Gracias Maite, me has echo muy feliz y como premio ahí te dejo con el
hombre a quien más deseas en estos momentos...haz todo lo que quieras
con él porque no lo volverás a ver. Hasta mañana, te quiero"...
No sabíamos que decir, pero si supimos que hacer...ya que estuvimos toda
la noche follando, y entre polvo y polvo, pues charlábamos de todo lo
sucedido; ambos sabíamos que sería difícil volvernos a ver, pero
también coincidimos de que, quizás para una vez en la vida que
estuvimos juntos, había merecido mucho la pena.
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