Me
llamo Alfredo y estoy casado desde hace ocho años con Alba. Mi esposa
tiene 42 años, mide sobre 1.65, castaña, talla 95 y delgada, pues acude
dos veces por semana al gimnasio. Vivimos en una urbanización a las
afueras de la ciudad, en un apartamento con terraza, y como en casi
todas las comunidades de propietarios hay algún vecino problemático. En
nuestro caso ese vecino se llama Óscar.
Óscar tendrá entre 55 y 60 años, barrigón y de escasa estatura. Mis
vecinos dicen de él que es un viejo verde que aprovechándose de la
estrechez del ascensor roza a nuestras esposas, incluso Alba me ha
llegado a contar que le ha rozado el culo, pero justo en ese momento
llegó a nuestro rellano y escapó de él. A Óscar no se le conoce ningún
trabajo, pero lo peor de él es que crea una sensación de temor e
incluso miedo.
Hace unos meses, siendo yo administrador, tuve que acudir a su
apartamento, que es el ático que se encuentra justo encima del nuestro,
por un problema en la antena de la televisión. Llamé a su puerta y el
vecino me abrió.
- "Hola".
- "Hola vecino, ¿ocurre algo?", contestó.
- "Hay un problema con la antena de la televisión y tenía que comprobar
una cosa. ¿Puedo pasar a tu terraza?".
Óscar me llevó a su terraza y pude comprobar que la antena de la
televisión se encontraba en su parte del tejado.
- "Ven vecinito, ven a ver esto, asómate", me dijo Óscar.
Me asomé y me quedé petrificado. Mi esposa estaba tomando el sol en
nuestra terraza, haciendo topless. Nunca pensé que mi vecino tuviera
una vista tan directa de nuestra terraza, y en este caso de mi mujer y
de sus tetas.
- "La de pajas que me he cascado viendo a tu linda mujercita tomando el
sol, tiene unas tetas estupendas", dijo.
- "¡Hijo de puta!", contesté, y me abalancé sobre él con la intención de
darle un par de hostias. Óscar se hizo a un lado y cogiéndome del brazo
lo apretó
con fuerza contra mi espalda, provocándome mucho dolor.
- "Suéltame cabrón, te voy a denunciar", le dije.
- "Estate quieto, antes de denunciarme quiero que veas una cosa, voy a
soltarte y no se te ocurra hacer nada, ya has visto que soy más fuerte
que tú y no dudaré en partirte un brazo".
Óscar me soltó y entró en su vivienda.
- "Ven", me dijo autoritariamente. Se sentó delante de su portátil, lo
encendió y accionó varias teclas.
- "Siéntate a mi lado", me dijo.
En la pantalla del ordenador, pude ver varias fotos de mi mujer, pasaban
despacio una a una, en todas ellas Alba aparecía en topless tomando el
sol en
nuestra terraza.
- "¡Hijo de puta, te voy a matar!", dije haciendo ademán de golpear a mi
odiado vecino.
Óscar paró mi puño y, causándome mucho dolor, me dijo:
- "Estate quieto, que ahora viene lo mejor".
Accionó otra tecla y ví en la pantalla un vídeo. Mi mujer estaba en
nuestra terraza envuelta en un albornoz. Al poco rato, se lo quitó y
apareció delante de la pantalla totalmente desnuda. Cogió el bote de
crema solar y procedió a extendérsela por todo su cuerpo.
El zoom de la cámara se aproximó y pude contemplar el bello rostro de mi
esposa, luego sus espléndidas tetas, su coño, sus muslos y finalmente,
al darse la vuelta, su culo.
- "Hijo de perra, te has atrevido a grabar desnuda a mi esposa, te voy a
matar".
- "Sí, y la de veces que me he masturbado viendo este y otros vídeos que
tengo, pero este es especial, sigue mirando".
Alba comenzó a masturbarse, con una mano apretaba sus tetas y tiraba con
fuerza de sus pezones, la otra mano se deslizó a su entrepierna
metiéndose dos dedos en su depilado coño. Su mano buscó debajo de la
hamaca y sacó un consolador, era el que utilizábamos en nuestros juegos
de cama.
Estaba totalmente desconcertado, por un lado quería matar a mi odioso
vecino, por otro me estaba empezando a excitar y un gran bulto marcaba
mi bañador.
- "Cabronazo, ¡si estás empalmado! ¿Qué es lo que más te excita, ver como
tu linda mujercita se masturba o saber que tu viejo y odiado vecino la
ha visto
desnuda corriéndose como una zorra?".
En ese instante Óscar sacó su polla y comenzó a masturbarse. Su verga era
enorme, mediría sobre unos 22 cms., pero lo que más me llamó la
atención fue su grosor.
- "Bájate el bañador y menéatela, cabrón de mierda", me dijo.
No sé cómo ni porqué pero mi excitación me superó, me bajé el bañador y
comencé a meneármela. Al poco estaba gimiendo de placer y gusto.
- "Con esa mierda polla que tienes no me extraña que tu mujercita tenga
que pajearse con un consolador para quedarse satisfecha, maricón de
mierda", dijo mi odioso vecino.
Al oír esas palabras me corrí como un mono. Fue la mayor corrida de toda
mi vida.
Al poco rato, mi esposa se corrió entre grandes espasmos y sacudidas de
placer, su cuerpo se arqueó para quedar finalmente exhausto y sudoroso
pero sobre todo satisfecho sobre la hamaca. Justo en ese instante,
Óscar se puso de pie y gritando dijo:
- "Toma Albita, zorra, toma la leche de tu macho".
Mi viejo veicno se giró hacia mí y se corrió sobre mi cara manchando mi
rostro y mi pelo, llamándome cabrón y cornudo de mierda.
- "Límpiate con esta toalla, que es la que uso para pajearme", me dijo
Óscar.
Tras haberme limpiado le pregunte:
- "¿Qué es lo que quieres?, ¿dinero?".
- "¿Dinero? Tengo más dinero del que tú y tu linda mujercita podáis ganar
en vuestra vida. La quiero a ella, quiero follarme a Alba, quiero
follarla y
dejártela preñada, ya que veo que tú eres incapaz de embarazarla. Alba
es la vecina que con diferencia peor me ha tratado, siempre con sus
aires de
superioridad y de grandeza, pero ella es la que más me excita y me
parece que ha surgido la ocasión para ello. Tú me vas a ayudar a que me
folle a tu
esposa".
- "¡Estás loco!", le dije.
- "¿Loco? Si no me follo a tu esposa te juro que voy a colgar en la red
las fotos y vídeos que tengo de Alba, y has podido comprobar que bien
se ve
su carita y todo su cuerpo".
- "No serás capaz...", contesté.
- "Ponme a prueba", dijo mi odioso vecino.
Debo reconocer que un grado de excitación hasta ahora desconocido recorría
mi cuerpo. Pensar en que ese viejo degenerado, mi odiado vecino,
hubiese visto a mi esposa desnuda, la hubiese visto masturbarse, no
hacía más que incrementar mi excitación.
- "¿Me ayudarás?".
- "No", contesté.
- "¿Me ayudarás?".
- "Sí", contesté débilmente.
- "¿Me ayudarás a qué?", dijo Óscar en tono autoritario.
Y aún no se porqué, contesté:
- "Si Óscar, te ayudaré a que te folles a mi esposa y dejaré que la
preñes, ya que yo soy incapaz de hacerlo, te diré cuales son sus días
más fértiles para que la folles y embaraces".
- "Muy bien, veo que has aprendido la lección, te voy a hacer el mayor
cornudo de toda esta ciudad. Por cierto, quiero que finalmente sepas
dos
cositas: una, que he grabado cómo te pajeabas viendo el vídeo de tu
esposa, y otra, que también he grabado tu declaración de intenciones,
así que si por algún motivo no llego a follarme a Alba, te juro que
colgaré todos los vídeos en la red para que lo vean vuestras familias,
amigos, compañeros de curro, etc. ¿Entendido?".
- "Perfectamente", contesté.
- "Pues ahora vete a tu casa, pajéate como el cabrón de cornudo que vas a
ser, y empieza a pensar en un plan para que tu odiado y degenerado
vecino se folle a tu linda mujercita. Por cierto, dame tu número de
teléfono móvil, te llamaré para ver tus progresos".
Bajé a mi casa, Alba estaba preparando la comida.
- "Tienes mal aspecto, ¿te duele algo?", me preguntó mientras me daba un
piquito en la boca.
- "Tengo que ir al baño", contesté.
Me encerré en el baño y comencé una frenética masturbación. Mi móvil vibró
con un mensaje: "¿Te estás masturbando cornudito?. ¿Voy a follarme a tu
linda mujercita?".
Era Óscar, y me corrí como un cerdo.
FIN
DE LA PRIMERA PARTE.
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