.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Mi mujer Eva me hace cornudo con unos militares franceses".

 

 Voy a contar las historias de cuernos de mi mujer. Conmigo siempre se comportaba bien, siendo una mujer de las que se pueden considerar normales, pero como me dijo en una ocasión “no sé qué me pasa, pero con otros hombres me pongo muy guarra”. Y eso es la pura verdad, con los otros hombres se comportaba como una verdadera puta.

 Eva era una mujer delgada, alta, con buenas curvas. Pechos normales, con unos pezones muy marcados. Al ser tan alta, marcaba mucho sus piernas, con unos buenos muslos. Su culito era respingón, que se quedaba bien marcado tanto cuando usaba faldas como pantalones. Su cara era de una cría, lo que chocaba totalmente cuando sacaba su fondo guarro. Tenía una mirada de inocencia total, cubriendo normalmente su cara con su pelo largo.

 En una ocasión, cuando estábamos de fiestas en nuestra ciudad, nos juntamos con un grupo de amigos de mi empresa. Ella se había puesto con un vestido corto, muy fino por ser verano, y una camiseta también muy fina. Dejaba ver bien sus piernas.

 

 Estábamos bebiendo y bailando, con un montón de gente, pues es lo que suele ocurrir en las fiestas populares. En un momento me dijo que uno de nuestros amigos, que era uno de los que se cuidaba más, pues hacía gimnasia y marcaba sus músculos, le estaba haciendo gracia, pues cuando bailaba se juntaba mucho y le pegaba el paquete más de la cuenta. Yo le dije que hiciera lo que quisiera, pero que tuviera cuidado pues estaban todos los demás que podían ver algo, aunque en el fondo me daba absolutamente igual. Estábamos todos muy borrachos, y creo que no éramos conscientes de la situación.

 Yo pensé que no pasaría nada más, y que había sido un calentón de mi mujer. Pero la empecé a ver que bailaba con el amigo nuestro, y que era ella la que le pegaba bien su coñito en su paquete. La conozco bien, y podía ver que empezaba a poner cara de calentón. El chaval empezó a bajar sus manos desde la cintura hasta el culo. No se cortaba un pelo. Ella levantaba la cabeza, y él le acercaba sus labios por el cuello, mientras movía sus manos por encima del vestido, dando círculos en su culo. Sin quererlo le estaba subiendo la falda, haciendo que se empezaran a ver sus glúteos, pero cuando se dio cuenta, paso sus manos a los laterales de su espalda, moviéndolas hacia sus tetas.

 Algunos del grupo de amigos, al ver la escena, se pusieron a sus lados, como intentando que yo no viera lo que estaba ocurriendo, pero yo me hacía el borracho y no perdía segundo de la escena. Estaba totalmente empalmado y excitado.

 Eva miraba de vez en cuando, pero yo hacía que estaba mirando hacia otro lado y que no me daba cuenta. Ella seguía con el juego, como una verdadera zorra. Veía que ella se arqueaba y le pegaba todavía más su coño a su paquete.

 Poco a poco se fueron colocando hacía un lateral de la pista, como queriendo esconderse de todo el mundo. Él había metido sus manos en el lateral de su camiseta, tocando su cuerpo. Como ella seguía cerrando los ojos y levantando su cara, él no se cortaba y empezaba a subir sus manos, viendo como las empezaba a meter debajo del sujetador.

 

 Como Eva no decía nada, el chico subió sus manos de golpe, levantando el sujetador y haciendo que se quedaran las tetas de ella al aire, teniendo en el centro todo el vestido arrugado. Le agarró con sus manos todas las tetas, haciendo que ella empezara a darle golpes con su coñito en su paquete. Observé como le pellizcaba sus pezones, a la vez que la besaba con pasión.

 El grupo de amigos empezaba a estar nerviosos, colocándose como si fueran una barrera, pero no dejaban de reírse por la situación. Eran amigos nuestros, pero lo eran más del chico que se estaba aprovechando de mi mujer.

 Yo estaba con la situación más excitado que nunca. Estaba totalmente empalmado y con unas ganas de correrme horribles. Me daba igual lo que pudieran pensar nuestros amigos, pues estaba disfrutando de lo loco.

 El chico hizo regresar sus manos al culito de mi mujer, pero esta vez subiendo un poco el vestido, por lo que estaba tocando su culito. Pude ver que incluso le metía las manos por debajo del tanga, haciendo que Eva se arqueara más y sacara su culo hacía fuera.

 Como le había subido el vestido, que ya de por si era corto, el chico paso una de sus manos hacía delante, tocando los muslos de mi mujer y subiendo poco a poco le frotaba por encima del tanga. Con la otra mano le empezó a tocar las tetas. Mi mujer estaba fuera de sí.

 Uno de los del grupo de amigos, que tiene fama de ser mujeriego, y que se estaba partiendo de risa, empezó a hacer el tonto con el resto, metiendo su mano por el culo de Eva. Como ella no se daba cuenta, sacaba hacía fuera el culo, abriendo un poco las piernas. Este paso de tocar el culo, a meter la mano por debajo, tocando el sexo de mi perrita. Era todo un espectáculo, morreándose con el amigo, mientras le tocaba las tetas y el chocho por encima del tanga, y el otro metiéndole toda su mano por debajo, pero también por debajo de su tanga.

 Se ve que en un momento dado ella se dio cuenta que eran dos los chicos que le estaban metiendo mano, pues se dio la vuelta y se puso a morrear con el otro. Como no estaba muy cómoda, y viendo que estaba el resto de amigos, les dijo algo a sus dos amantes y se vino hacía mí.

 

 Me comentó que se había enrollado con ellos y que estaba muy caliente, totalmente mojada. Le dije que lo había visto y que era una autentica puta. Me contestó que sí, pero que en ese momento era la puta de ellos, y que prefería la polla de ellos a la mía. Le pregunté que si le habían tocado bien, y me dijo que le habían metido algún dedo en su coño, pero que no sabía quién (yo sí lo sabía, jaja). Le pregunté también si no prefería que yo la follara, y me contestó muy tajante que no, que la mía la tenía muy vista, y que además tenía muy claro que con otros se ponía muy guarra, y que no pensaba dejar pasar la oportunidad. No me dejó hablar más y salió del garito.

 Me contó después que había quedado con los dos amigos afuera. Que al llegar donde estaban ellos, aunque había gente (en las fiestas la gente bebe fuera de los bares), estos estaban sentados en una especie de tiesto de cemento. Al llegar a su altura, ella pensaba decirles que se fueran a algún sitio para follar, pero no le dio tiempo.

 

 Uno de ellos puso sus manos en sus caderas (ya he dicho que es muy alta, por lo que al estar sentados sus caras quedaban a la altura de su sexo), y sin dejarla hablar, le subió el vestido de nuevo hasta su barriga, dejando que quedara a la vista de todo el mundo su tanga negro. De un golpe, le arrancó el tanga, dejando totalmente desnuda (me comentó al día siguiente que en el fondo le fastidio un poco, pues era una de su ropa interior preferida, pero que como estaba tan caliente se dejó hacer). El otro amigo se levantó y empezó a morrearla como si fuera una autentica zorra, agarrándola por el cuello.

 Me comentó que aunque la gente que pasaba o estaba tomando algo allí mismo se reía y hacia comentarios, a ella le daba igual todo. Estaba más caliente que nunca. Notó como el chico de abajo le metió sus manos por sus muslos e hizo que ella se abriera de golpe, empezando a chuparle el coño delante de todo el mundo.

 

 El chico de arriba, sin dejar de besarla, le volvió a sacar por los laterales del vestido las tetas (pues no se había vuelto a abrochar el sujetador), tocándoselas muy a lo bestia. No está muy segura, pero me comentó que cree que más de uno que pasó por allí le tocó el culo, haciendo comentarios sexuales. Dice que cerró los ojos, pues llegó a pensar que puede que alguien conocido le pudo haber visto.

 Al rato, y aunque me dijo que tenía el coñito totalmente mojado, por los lametones que le metía el amigo, y sus jugos, les dijo a los dos que se fueran a algún sitio a follar, que no podía más.

 Se fueron al piso de uno de ellos, que era de gente soltera, y estuvieron follando durante horas. No me lo contó con detalles, pero me dijo que se sintió una autentica zorra, que se la chupó a los dos, que la follaron en todas las posturas, a pelo, y que se corrieron varias veces dentro de ella. Se quedaron dormidos, y al despertarse la volvieron a follar los dos. Nunca me quiso contar lo que ocurrió en la casa, pero me lo puedo imaginar.

 Al cabo de los meses, justamente uno de los amigos de ese grupo, y que había visto lo que ocurrió en la noche de las fiestas, invitó a mi mujer y a una amiga a visitar el banderín de enganche de la Legión extranjera francesa en Bayona. Me lo comentó y aunque al principio no me hizo mucha gracia, no me dejó que se lo negara. Lo único que le pedí es que si sucedía algo, me lo contara con pelos y señales. Me contestó que accedía a ello, pero que no sucedería nada, sobre todo por ir acompañada de una amiga.

 Se fueron temprano, pues en Francia comen mucho antes que en España. No quise decirle nada, pero se puso muy mona, con una falda de tablas azul, que hacían que destacaran sus piernas. Como era verano aún, tenía una camiseta blanca, haciendo que se notara su sujetador. Por si acaso se llevó su bikini y una toalla, diciéndome que no tenía ni idea si se podían pasar por una playa.

 Me comentó que al subirse al coche del amigo, notó que este le miraba de arriba abajo. Que desde la noche famosa de las fiestas, ya no la miraban igual, pero que a ella eso no le disgustaba. Recogieron a su amiga, y se marcharon de viaje hasta Bayona.

 Al llegar allí, se bajaron y entraron. Era un edificio viejo. En la parte de abajo tenían las oficinas militares y una gran sala con muchos uniformes y gorros. Le presentaron al que era jefe de aquello, un suboficial que hablaba perfectamente el español. Después habían dos legionarios más, uno que hablaba francés y otro que era español.

 

 Me comentó que todos estaban muy bien, y que se cuidaban. Les enseñaron todo aquello, y subieron a la parte de arriba, donde estaba una sala de estar, una cocina pequeña y lo que eran sus cuartos. Les pusieron un café y estuvieron hablando. Que se quedaron ellas un poco cortadas cuando les dijeron que en la Legión extranjera no entraban mujeres, haciendo que se sintieran como un poco fulanas.

 Durante la mañana llegó allí otro militar, con una boina roja, que era joven y fuerte. Según mi mujer era el más guapo de todos. Fue muy simpático con las dos, haciendo comentarios que hacían que se rieran todos.

 En un momento dado, el que era el jefe indicó que se marchaba a otro cuartel a coger la comida. Eva le dijo que si le acompañaba, pero le dijeron que no, que la comida la cogían en un cuartel de paracaidistas franceses y que como en la Legión no había mujeres, no era plan. Que tardarían algo más de una hora, pero que no se preocuparan que no se quedaban solas. El amigo común que las había llevado y presentado, se marchó a hacer cosas por Bayona, así que se quedaron con el militar de la boina roja y uno de los legionarios.

 Eva y la amiga se dieron cuenta que una vez que se quedaron solos, los dos militares se hicieron señas. A Eva le daba totalmente igual. Como estaban en la parte inferior, el boina roja le dijo a Eva si le enseñaba la parte superior. Aunque ya la conocía, se hizo la tonta y le dijo que sí. Fue cuando se dio cuenta que las señas eran justamente eso, hacer que se separaran las dos chicas.

 Aunque Eva no tenía planeado nada sexual en ese momento, me comentó que le hizo gracia cómo se lo montaba el militar. Cuando subían las escaleras, viejas de madera, el soldado se colocó detrás (lógico, para intentar ver algo). Eva no se lo pensó dos veces, y en un par de ocasiones se agacho, dejando que el chico le viera las bragas por debajo de la falda.

 Me dijo que todo fue rápido. El militar no se cortó absolutamente nada. Le enseñó de nuevo la sala de estar, la cocina, mientras aprovechaba para agarrarla por la cintura. Como pudo notar que Eva no se quitaba ni decía nada, la entrar en una de las habitaciones, una vez dentro, este cerró la puerta, la agarró y la giró, empezando a morrearla a lo bestia. Eva le respondió. Casi sin darse cuenta, el militar le quitó la camiseta y el sujetador. Le subió de un golpe a una especie de mesilla y le quito las bragas, por debajo de su falda. Le chupaba las tetas, mientras le metía mano en su chochín.

 Eva empezó a gemir, y entonces de un golpe, el militar la agarró por debajo del culo y por el pecho, y la puso tumbada boca abajo en una mesita escritorio que allí estaba. Eva pensó que le metería la polla de un golpe, pero este empezó a tocarla por el culo y su coño, y le daba azotes fuertes de vez en cuanto.

 

 Mi mujer me contó que aunque le dolía no se atrevía a decir nada, pues a la vez le excitaba en demasía. Intentaba no hacer ruido, pero el militar le ordenaba que gritara, y esta lo hacía. Que le excitó todavía más que le indicara que su amiga le escuchara lo puta que era, lo que hacía que ella gritara mucho más.

 

 El militar le preguntó a Eva si le gustaba que se la metiera por el culo, y ella le dijo que no, que siempre que lo habían intentado le habían hecho mucho daño. Entonces se la metió por el coñito, dándole fuerte sacudidas. Al preguntarle yo a ella si se puso un condón, me dijo que no, que se la habían follado de nuevo a pelo.

 

 Ella se corrió un par de veces, y el militar la seguía follando de la misma manera. Fue cuando me contó que sin aviso, el soldado le puso algo en su ano (cree que una especie de aceite) y empezó a metérsela por detrás. Eva le pidió que no lo hiciera, pero este le contestó que una zorra no tenía derecho a decir nada. Asombrosamente Eva me contó que efectivamente le metió toda su polla en el culo, haciendo que ella gritara más y que incluso llorara. El militar se corrió dentro de su culito.

 Pensó que había terminado, pero el boina roja le indicó que no se moviera de su posición. Ella se quedó con así, tumbada en la mesa, con el culo al aire y abierta de piernas. Tenía ganas de ir al baño, sobre todo para quitarse toda la lefa que le había dejado en el culo, pero no se atrevió a desobedecer al militar.

 

 Pasarían como unos minutos, cuando alguien entró en la habitación, y sin decir nada, notó que una polla entraba en su coño y le empezaba a embestir. No se atrevía a mirar quién era, pues me dijo que así se sentía como una verdadera puta, y eso le hacía que se excitara todavía mucho más. Se dio cuenta que era nuestro amigo, que había vuelto de sus gestiones, cuando este le dijo que se iba a correr. El amigo se corrió de una embestida, mientras Eva se abría todavía más de piernas.

 Ella notó que él sacaba su polla y la restregaba por su culo, limpiándose bien. Cuando Eva se incorporó, el amigo ya no estaba, había salido de la habitación. Se vistió de nuevo y salió hacia fuera. Al pasar por la sala de estar, pudo ver a su amiga totalmente desnuda, encima de un sillón, con la postura del perro, mientras el militar de la boina roja se la follaba. Al ver él que ella estaba allí, agarró a su amiga por el pelo e hizo que girara su cabeza. Le indicó algo a ella, y la amiga de mi mujer dijo en voz alta que era la puta del militar. Mi mujer se fue hacía las escaleras y se bajó hacia la parte de abajo.

 Cuando me lo contaba, le pregunté a Eva si al bajar hacia abajo se encontraba mal, pero me contestó que no, que se encontraba muy bien y que se sentía como una autentica zorra, que estaba disfrutando.

 Estuvo un rato hablando con nuestro amigo común (que se la había follado) y con el legionario. De vez en cuando escuchaban gritos de la amiga en la parte de arriba, mientras follaba con el boina roja, y hacía que los de abajo se estuvieran riendo un buen rato. En eso llegaron los de la comida, haciendo que todos los chicos estuvieran de un sitio para otro, pues decidieron poner la mesa en la parte de abajo.

 Eva me contó que fueron muy correctos, y que no comentaron nada delante de ellas. La amiga había bajado, y cuando se quedaban solas comentaron muy rápido que las habían follado bien y que se habían divertido. Eva no sabía que su amiga era tan guarra como ella, aunque esta le rogó que no comentara nada, pues su marido no sabía nada y no quería que se enterara.

 Después de comer, y tomando el café, se marcharon todos menos los dos militares que habían ido a por la comida. Eva y su amiga se dieron cuenta que los otros se lo habían contado, por la actitud que empezaron a tomar.

 El jefe, y que era más mayor (aunque me contó que no estaba nada mal, pues se cuidaba muy bien) se puso a tomar el café en la silla junto a Eva. En un momento dado le puso la mano en su muslo, como si fuera de lo más normal. Lo hizo con mucha clase. Como no se movía, Eva le ayudaba subiendo un poco la falda, también de forma disimulada. Aunque le habían dejado llena de lefa, esa situación hizo que se empezara a excitar de nuevo.

 El otro legionario haría de las suyas, pues Eva me comentó que estando sentados enfrente de la mesa, su amiga le ponía caras y sonreía.

 En un momento dado, el jefe le dijo a Eva que le acompañara un momento. Le metió en su despacho, y tomándola por la cintura le dijo que le habían dicho que esa mañana había sido una chica mala en el cuartel. Eva se empezó a reír, y mientras le legionario le besaba, le quitó de nuevo la camiseta, el sujetador y la falda. No le dio tiempo ni a calentarse.

 

 De un golpe la colocó encima de su mesa de despacho, hacia arriba, le levantó las piernas y le quitó el tanga. Le abrió las piernas, colocándoselas hacía su cara, y empezó a chuparle el coñito. Eva gemía, y pensaba que se lo estaba chupando aunque no se lo había limpiado bien de la corrida de su amigo, lo que hacía que aún le diera más gusto. El tío la hacía muy bien.

 

 En un momento se giró y le dio la vuelta a la mesa, sin dejar de agarrarla las piernas. Se bajó los pantalones y le metió la polla en la boca. Como Eva tenía la cabeza tumbada hacía atrás, hacía que este le metiera la polla como si la estuviera follando. El militar se animaba y daba cada vez más sacudidas, haciendo que entrara tanto la polla que Eva notaba alguna vez que se ahogaba.

 

 Me dijo que le encantó, y aunque pensó que se la sacaría para metérsela en el chochín, este no paro hasta correrse en su boca. Nunca lo habían hecho antes, pero el militar le ordenó que se lo tragara, y esta lo hizo. No sólo se tragó la corrida, sino que los restos que se habían quedado en la polla se los tuvo que limpiar a este, sacando la lengua.

 El jefe salió del despacho, sin decir nada. Eva se quedó en la misma posición, encima de la mesa, con las piernas hacía arriba, y con la cara llena de resto de lefa, pues le había pasado varias veces la polla por ella.

 No se atrevía a moverse. Estaba bien, pensando que nunca se habían corrido en su boca. Y en ese momento entró en el despacho el militar de la boina roja, entendiendo que había regresado. Era el que más le gustaba. Le ordenó que no se moviera. Se bajó los pantalones y los calzoncillos y sin decir nada, le metió la polla en su coño. Al ver su cara, le preguntó si el jefe la había follado, y esta le dijo que solo la boca.

 

 Mientras la follaba le preguntó si le gustaba ser la puta de la Legión, y ella decía que sí, que le encantaba. Empezó a pellizcarle los pezones, y le ordenó que gritara. Ella lo hacía, gritando que era la puta de la Legión. Me dice que le encantó que le dijera que sabía que estaba casada, pero que desde eso momento sólo follaría con ellos, que era su guarra, su puta. Este le humillaba diciendo que su amiga follaba mejor que ella, que tenía el culo bien abierto, pero que ella era más puta. De unos espasmos se corrió de nuevo, y le ordenó que no se limpiara hasta llegar a casa.

 Pensó que ya había terminado todo, así que se vistió y salió hasta la sala. Allí estaba el jefe con el de la boina roja. Su amiga estaba en la planta de arriba, pues escuchaba cómo se la estaban follando. El jefe le dijo a Eva que quién le había ordenado vestirse. Le hizo que se desnudara de nuevo.

 Se quedó allí en medio de la sala, desnuda, delante del jefe. Hizo un ademán de ir a sentarse, pero le dijeron que se quedara allí de pie, sin hacer nada. Al rato le indicaron que esperaban visita, a lo que Eva dijo que por favor no le hicieran pasar vergüenza. Se empezaron a reír, y la subieron a una estantería de la sala.

 

 Le indicaron que se abriera bien de piernas, y Eva lo hizo. Los legionarios se acercaban a ella y la tocaban, haciendo comentarios de lo guapa que era, y lo alta que era, que hacía que estar allí sentada a un metro y medio de altura la convertía en una auténtica estatua. Me contó que cuando cerraba un poco las piernas, le golpeaban por los muslos o el chochín y le abrían bien las piernas.

 En una media hora llegó un chico muy joven. Le hicieron entrar en uno de los despachos y estuvieron un rato con él. Como Eva estaba muy quieta vio que el chico no se dio cuenta de su presencia.

 Al rato, entraron los tres en la sala. El chico se quedó de piedra al ver a Eva encima del mueble. Ella le miró y se abrió bien de piernas. Aunque estaba totalmente cortada, me reconoció que estaba empapada de la excitación de la situación. Los militares seguían hablando, contando lo que era la Legión (entendió que era un aspirante o que se interesaba en ingresar), sin hacer caso de Eva. En un momento dado, le indicaron que ella era la putita de allí, y le preguntaron que si le gustaba. El chico indicó que mucho.

 Le hicieron que se acercara a ella. Como estaba muy alta, el boina roja (que era el más alto) se acercó a Eva y le agarro por los pezones, haciendo que ella se inclinara hacia adelante. El chaval no quitaba los ojos de ella. El jefe le indicó que la podía tocar, a lo que el chico empezó a tocarle el chochín, llegando a meterle algún dedo.

 Estando en esa situación, el boina roja la agarró y la bajó de un golpe, pero sin llegar a tocar el suelo. La giró y la tumbó en su cuerpo, hacia delante, agarrándola por las piernas, haciendo que se quedara su coño bien abierto. Estando así, el jefe le preguntó al aspirante si le apetecía follarsela, y al decir este que sí, le indicó que eso no podía ser, pues las putitas de la Legión, se las follaba la Legión solamente.

 

 Me dice Eva que el chico tenía la polla totalmente empalmada, pues tenía el pantalón que estaba a punto de reventar. De una señal del jefe, el boina roja la tumbó encima de la mesa de la sala, en un lateral, boca abajo. Llegó el jefe, le abrió bien el culo y le metió la polla en su chochín. Mientras daba varias sacudidas, le indicó al aspirante que no podía follar como él, pero que si quería podía meterle la polla en la boca a mi mujer.

 Este no se lo pensó, se bajó los pantalones y los calzoncillos y le metió la polla en la boca. Me dice que no la tenía muy grande, pero que le encantaba encontrarse así. Que como era muy joven, no se movía ni hacía nada, así que ella le agarró por los huevos y empezó a chupársela bien. Que no aguantó mucho y se corrió rápido. Que como el chico se fue hacia atrás, la lefa calló toda en el suelo. Que en ese momento el jefe empezó a darle fuertes cachetes en el culo, a la vez que gritaba que como había dejado caer la leche de un legionario. Eva intentó hablar, pero eso hizo que el jefe le empezara a darle los cachetes más fuertes. Que ella empezó a quejarse, pero aun así le daba todavía más y más fuerte. El boina roja empezó a reírse a carcajadas, pero el jefe le grito que la agarrara y que le hiciera limpiar eso, a la vez que le sacaba la polla.

 El boina roja se situó en la cabeza de Eva, tumbándose un poco en ella, mientras lanzaba sus manos hacía el culo de mi mujer. Le subió un poco el culo, y le enganchó el chochín con las dos manos, metiéndole varios dedos. De un golpe la alzó (me dijo que le hizo muchísimo daño), y a pulso la levantó de la mesa, haciendo que quedara como un saco.

 

 Le puso la cara delante de donde estaba le lefa en el suelo, y le ordenó que la limpiara. Ella gritaba, del dolor, pero este le volvió a ordenar que lo limpiara, lo que hizo que Eva sacara la lengua y chupara la leche que estaba en el suelo. Como aún quedaba algo, el boina roja la tiró de un golpe encima de los restos, y le indicó que lo limpiara con las tetas. Cuando lo estaba haciendo, la agarró y le subió el culo, dejándola arcada, bien abierta de piernas.

 

 El jefe desde el otro lado de la mesa, le dijo al chaval que por esta vez la podía follar por donde quisiera. El chico se quedó cortado, sin saber qué hacer. Se empezó a quitar la ropa de nuevo, mientras miraba la situación. Como no se decidía, el boina roja se puso junto a la espalda de Eva, abriendo las piernas encima de la cabeza de ella (que tenía la cara todavía mirando el suelo).

 

 Le agarró de nuevo el culo, abriéndoselo bien, y mientras el metía un dedo por el ano, le dijo al chaval que se la podía follar por el culo. Este no se lo pensó, se acercó y se la empezó a meter. Eva me comentó que debía tenerlo abierto todavía de la follada de la mañana, pues entró muy bien. Que esta vez tardó mucho más, pero lo hacía con más ganas. Que estando así, entró en la sala la amiga y el otro militar. Que su amiga se quedó todo el rato mirando, mientras reía con el resto de gente. Cuando el chaval se fue a correr, lo indicó, a lo que todos los presentes le indicaron que lo hiciera dentro del culo de Eva. Así lo hizo.

Eva llegó ese día bien follada. Se reía conmigo diciendo que incluso paso unas agujetas durante varios días. Después de ese verano, se convirtió en una auténtica puta, pero ya contaré otras historias.

 

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