.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Mi mujer de 55 años follada por un chico de 24".

 

 Este es mi primer relato y es la consecuencia de una conversación con un íntimo amigo, sobre las infidelidades de nuestras respectivas esposas.

Después de las navidades le conté, debido a la gran confianza que tenemos entre nosotros, lo sucedido entre mi esposa y un amigo de uno de mis hijos. Luego de contárselo, me hizo la confidencia de que el también había sufrido la infidelidad de su mujer. El caso es que me dijo, que si mi experiencia había sido tan morbosa como la suya, por qué no la daba a conocer, escribiéndola como lo había hecho él. En un principio le dije que no pensaba hacerlo, pero dándole vueltas a la cabeza me dije... ¿por qué no? Total, es algo anónimo y aquí estoy dispuesto a contar lo que vi. Digo vi porque oír no oía, situación que descubriréis cuando estéis leyendo este relato.

 En primer lugar os diré que me llamo Sebastián. Sebas para los amigos, y mi mujer se llama Claudia, tiene 55 años muy bien llevados. Es delgada mide 1,72 con muy buen tipo para su edad, sobre todo después de haber parido a 4 hijos. Tiene unas piernas muy bonitas, unas tetitas pequeñas pero así como respingonas a pesar de su edad y un coñito de esos que al tener los muslos delgados queda como colgado entre ellos, con los labios menores saliéndole un poco fuera de los mayores. En fin. Que está muy rica, rica, rica. Bueno, vamos a los hechos porque sino el relato se puede hacer eterno y no quiero abusar de vuestra paciencia.

 Todo empezó cuando a principios de año vino a pasar las vacaciones de Navidad a casa un inglés que es compañero de uno de mis hijos de una beca Erasmus. Un chigo de 24 años y según mi mujer guapísimo. El chico más guapo que había visto en su vida... palabras textuales. Era por la mañana, sobre las 10. Yo a esa hora se suponía que debía estar en la oficina, pero me había dejado unos papeles importantes y había vuelto a recogerlos. Como vivimos en una casa unifamiliar, la habitación de invitados, que es donde dormía este inglés, está en la planta baja y al
atravesar el jardín de delante, vi que la persiana estaba un poco subida, así como 5 cm y me acerqué a ver si seguía durmiendo o ya se había despertado, vi que ya estaba despierto y tenía encendidos los 4 halógenos del techo y aquí es en donde de verdad empieza la experiencia que os relato.

 La puñetera casualidad hizo que en ese momento entraba mi mujer en la habitación con una bandejita en la que traía un café, pues sabía que a los ingleses les gusta despertarse de esa manera... o al menos es lo que ella creía. Llevaba puesto un camisón que le llegaba como una cuarta por encima de las rodillas y que dejaba ver las bonitas piernas que tiene. El chico como dije antes, ya estaba despierto y vi que mi mujer le hablaba. Quiero deciros que habla perfectamente inglés. Durante unos minutos estuvieron hablando sin que mi mujer dejase de sostener la
bandejita, hasta que él se destapó, y se sentó al borde de la cama con mi mujer justo delante. A él yo lo tenía casi de espadas, pues la ventana no está centrada con la cama sino hacia un extremo de la habitación y a mi mujer de lado, por lo que los veía los dos perfectamente.

 No tengo ni idea de lo qué hablaban pues detrás de la ventana no oía nada pero de repente el inglés con sus dos manos empezó a acariciar las piernas de mi mujer, empezaba por las rodillas y luego las iba subiendo por el exterior de los muslos hasta su culito. Cada vez que las subía también se le subía el camisón, por lo que la visión de sus piernas cuando las manos estaban acariciando el culo era perfecta. Al cabo de unos minutos empezó a acariciarlas, pero ya por el interior de los muslos. Igualmente desde las rodillas hasta casi rozar su coñito... digo casi rozar, porque no llegaba a tocarlo. Quiero deciros como inciso que mi mujer en camisón no suele llevar ni braguitas ni sujetador, por lo que cuando digo casi rozarlo lo digo en toda la extensión de la palabra. A todas estas mi mujer seguía con la bandejita en las manos, vi que intentó dejarla sobre la mesita de noche, él le dijo algo y no lo hizo.

 La verdad es que no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Ver a mi mujer con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, dejándose manosear y sobar de esa manera como una vulgar mujerzuela me parecía imposible pero era cierto... Lo estaba viendo en vivo y en directo. Quiero confesaros que me cuesta reconocerlo pero me estaba gustando ver a mi mujer en semejante situación. ¡Me estaba gustando ver a mi mujer con otro hombre!

 Sigamos con los hechos. Al cabo de unos minutos de estar acariciando las piernas de mi mujer, empezó a meter sus manos por dentro del camisón. Primero hasta las caderas y las fue subiendo lentamente hasta agarrar sus pechos pellizcando los pezones, lentamente las volvía a bajar pero por su espalda hasta el culito, rodeaba las caderas y volvía a subirlas hasta agarrar los pechos. Así una y otra vez. Mi mujer se estaba poniendo con una calentura impresionante, respiraba entrecortadamente y no dejaba de mirar como las manos del chico la acariciaban. A mi Claudia le costaba el mantener la bandejita en las manos, pues cada vez que el inglés le agarraba los pechos y le pellizcaba sus pezones la bandeja se le movía hasta casi hacer que el café se derramase. Él supongo que al darse cuenta, mientras con la mano izquierda seguía acariciándola, con la derecha le cogió la bandeja y la puso sobre la mesilla de noche. Mi mujer en ese momento ya estaba fuera de sí. El sobeo que le estaba dando la había puesto a mil y no hacía más que mover sus caderas adelante y atrás.

 Después de colocar la bandejita sobre la mesa, él le dijo algo y mi mujer agarró el camisón y se lo subió hasta la cintura por lo que el coñito quedó totalmente expuesto a mis ojos y también a los del chico. Quiero deciros que no se lo depila, pero tiene de forma natural muy poco vello púbico por lo que la visión era perfecta. De esta forma empezó a acariciarle el coñito, pasando los dedos de la mano derecha todo a lo largo de sus labios vaginales. Él volvió a decirle algo y mi mujer abrió un poco las piernas, él volvió a decirle algo y se las abrió todavía más. De esta forma, el chico empezó a dedicarle todas sus atenciones al clítoris, pues al tener las piernas tan abiertas quedaba totalmente expuesto. Lo masajeaba unas veces con los dedos índice y medio haciendo círculos con las yemas de los dedos sobre el y otras con el índice y el pulgar se lo apretaba. Mi mujer no tardó ni diez minutos en tener el primer orgasmo de esa mañana. Vi como todo su cuerpo se convulsionaba hasta el punto que tuvo que apoyarse el los hombros del inglesito para no caerse. Se le doblaban las rodillas y cerraba las piernas intentado apretar la mano del ingles entre sus muslos. Yo no podía oírla pero me daba cuenta de que estaba como gritando de placer. Mientras ella estaba teniendo ese orgasmo, él no dejaba de frotar muy despacio sus dedos sobre el clítoris.

 Aún no se había recuperado mi mujer del orgasmo cuando la levantó, con lo que la puso otra vez derecha, le abrió otra vez las piernas y mi mujer, volviendo a agarrar el camisón se lo volvió a poner en su cintura. Sin mediar palabra le metió dos dedos, otra vez el índice y el medio de golpe dentro de su coñito. Los tuvo dentro sin sacarlos como cinco minutos. Por la forma en que movía la mano estaba claro que estaba jugando con los dedos dentro del coñito de mi mujer. Ella no dejaba de mover las caderas y bajaba las rodillas como intentando que esos dedos entrasen todavía mas en su interior. Me di cuenta que el le pidió que se quitase ya el camisón pues ella se lo sacó por la cabeza quedando ya totalmente desnuda.

 La visión era de lo más erótico que yo había visto en mi vida. Ver a mi mujer desnuda delante de otro hombre, totalmente abandonada y desinhibida, con las piernas abiertas, moviendo las caderas hacia delante y hacia atrás, acariciándose los pechos con sus manos y dejándose follar por los dedos de otro hombre. Lo que he dicho. Lo más erótico que había visto en mi vida.

 Mientras jugaba con los dedos dentro del coñito de Claudia, con el pulgar frotaba su clítoris, lo que hacía que mi mujer volviese a ponerse a mil. Igual que antes así estuvo como otros diez minutos hasta que empezó a sacar y a meter esos dos dedos muy lentamente de dentro del coño de mi mujer. De vez en cuando paraba cuando los tenía totalmente dentro jugando con sus dedos dentro de ella y con el pulgar volvía a frotar su clítoris. Otras veces le sacaba los dedos del coño totalmente mojados por los flujos vaginales y se lo acercaba a la boca para que ella se
los chupase. De vez en cuando aumentaba el ritmo de ese mete y saca haciéndalo muy rápido, lo que hacía que mi mujer se pusiese de puntillas por la fuerza de esas embestidas. No exagero si estuvo haciendo eso más de un cuarto de hora poniendo a mi mujer al borde de la locura, pues no paraba de mover sus caderas, no dejaba de acariciarse los pechos, y de vez en cuando agarraba la muñeca del chico y era ella la que marcaba el ritmo de esos dedos fallándola. Digo un cuarto de hora porque fue lo que tardó en tener otro orgasmo si cabe más fuerte e intenso que el anterior. Ya no parecía que gritaba... de verdad gritaba de placer y agarraba la mano del joven para que no parase de mover sus dedos dentro de ella.

 A todas estas, él seguía sentado en la cama y con el pantalón del pijama puesto, pues no se lo había sacado. Le había regalado mi mujer dos tremendos orgasmos sin ni siquiera sacarse el pijama. Mi mujer a duras penas podía mantenerse de pie pues no lo vais a creer, pero le temblaban las piernas y se le doblaban las rodillas, por lo que él se levantó y la sentó en la cama quedando el de pie delante de ella. Lentamente, como a una cuarta de su cara se quitó el pantalón del pijama dejando delante de la cara de Claudia su miembro erecto. No os voy a decir para que todo sea cierto que era una polla enorme. Pues no. Era una polla de lo más normal. Debía medir unos 10 centímetros como la mía, quizás un poquito más gorda pero nada espectacular. Como dije de lo más normal. Ella se la quedó mirando durante unos segundos y levantando la vista hacia el inglés la agarró y empezó a masturbarlo muy despacio como disfrutando del momento. Mientras lo hacía con la otra mano se acariciaba los pechos y no dejaba de mirarlo. Ahora él tenía los ojos cerrados y también se movía al ritmo al que ella lo masturbaba.

 Os quiero confesar que en ese momento, viendo a mi mujer desnuda y masturbando a otro hombre, no me hacía sentir ningún tipo de rechazo a esa situación. De verdad que estaba disfrutando de lo que veía como un vulgar voyeur. No sé si es normal, pero es lo que sentía y os lo quiero decir.

 Sigamos con el relato. Pasados unos minutos, él mirando a mi mujer adelantó las dos manos y agarrándole la cabeza la fue acercando lentamente hasta su polla. A medida que se iba acercando ella iba abriendo la boca y cuando la tuvo prácticamente junto a sus labios fue ella la que adelantando la cabeza, se los mojó pasándose la lengua por ellos y cerrando los ojos empezó a chupársela. Primero empezó a chuparle el glande muy lentamente pasándole la lengua todo alrededor mientras que con la mano subía y bajaba el prepucio. Así, lamiéndole la polla estuvo unos
minutos hasta que el nuevamente agarrándole la cabeza se la fue empujando haciendo que su miembro fuese entrando dentro de la boca de mi mujer. En un principio ella no se movía solo era su mano la que subiendo y bajando lo masturbaba pero era claro que se la estaba succionando y se notaba que estaba usando su lengua para darle placer. Así estuvo como un par de minutos hasta que empezó a meterla y sacarla de su boca. Mientras que con la mano lo masturbaba, con la lengua le acariciaba el glande... Sé que era lo que estaba pasando porque es la forma en que se la chupa a este penitente.

 Pasados esos minutos el inglesito le apartó la mano de la polla y algo le dijo, porque mi mujer se colocó las dos manos sobre sus pechos y empezó a acariciárselos sin sacársela de la boca. Él, adelantando las manos, le sujetó la cabeza y empezó a follar la boca de mi mujer. Al principio se la metía lentamente y cuando la tenía toda dentro de su boca la mantenía sin moverse. A mi mujer la primera vez le dio unas arcadas, pero él no la dejaba que se la sacase. Luego se la iba sacando lentamente hasta solo dejar el glande entre sus labios para volver a meterla nuevamente entera. Así estuvo como diez minutos. Al cabo de ese tiempo empezó a aumentar el ritmo de entra y sale de la boca y ya no la mantenía quieta como cuando se la metía entera, sino que era un dentro y fuera de la boca constante y cada vez más rápido. Por las caras que ponía el joven me di cuenta que en breve se iba a correr dentro de la boca de mi Claudia. Ella mientras tanto había dejado de acariciarse los pechos y mientras con una mano se frotaba su clítoris, la otra la tenía apoyada en el pecho del ingles. Efectivamente no tardó mucho en correrse. Vi como empezaba a respirar entrecortadamente y por la comisura de los labios de mi mujer empezaron a salir unos chorretes de semen. A pesar de que él ya se había vaciado totalmente mi mujer seguía chupándosela y succionándosela. De golpe y sin dejar de sujetarle la cabeza se la introdujo entera en su boca. Digo entera porque la nariz de mi mujer casi se aplastaba contra su vientre. A mi mujer empezaron a darle arcadas y al abrir la boca para respirar, le salía como a borbotones una mezcla de semen del chico y de su propia saliva que le chorreaba por la barbilla, goteando una parte en sus tetitas y otra en la alfombra. De verdad verlo era la leche. Ver a mi mujer con la polla de otro hombre en la boca y vomitando su semen, era para mi alucinante. Lo más increíble del caso es que mi mujer nunca me dejó que me corriese dentro de su boca. Cuando veía que yo me iba a correr se la sacaba y hacía que mi semen cayese sobre sus pechos... pero bueno, parece que yo soy yo y el inglesito era otra cosa.

 De repente, sin dejar ni siquiera que se limpiase la cara, empujó a mi mujer y la puso acostada de espaldas en la cama. La sujetó por las caderas y atrayéndola hacia él le subió las rodillas para que apoyase las plantas de los pies en la cama. Le separó las piernas y se arrodilló en el suelo. Con el dedo índice y medio de cada mano le separó los labios vaginales y así con el coñito totalmente abierto y expuesto, empezó a comérselo. Básicamente lo que hacía por lo que podía ver era que con la lengua recorría toda su rajita. Cuando subía, con la lengua le frotaba el clítoris y se lo chupaba. Cuando bajaba, con su lengua de lamia tanto la entradita de la cueva como el ano. Así una y otra vez. Ver a mi mujer era todo un poema. Era ella la que acompasaba subiendo y bajando las caderas el rechupeteo que le estaban dando en su coñito. Se levantaba apoyándose en los pies y en los hombros como haciendo el túnel y no dejaba de moverse al compás de las lamidas y rechupeteo que le estaban dando. No quiero exagerar, pero fácilmente más de un cuarto de hora estuvo el joven comiéndole el coño y ella ya no pudo aguantar más. Tuvo otro orgasmo bestial. Todo su cuerpo se agitaba y agarraba la cabeza del inglesito para que no dejase de chuparle el clítoris. Fue un orgasmo de esos largos como nunca yo le había visto tener.

 No sé si os habréis dado cuenta pero mi mujer había tenido tres espectaculares orgasmos sin todavía haber sido penetrada. Quiero decir que su coño aun era virgen…por decirlo de alguna manera... de la polla del inglés. A todas estas debían ser ya las 11 de la mañana más o menos, con lo que el chico llevaba así como hora o algo más... iba a decir follando a mi mujer... pero no puedo, pues follársela lo que se dice follársela, todavía no se la había follado. En realidad lo único que había hecho era meterle los dedos, comerle el coño y hacerle tener a mi mujer 3 increíbles orgasmos.

 Aun ella no se había recuperado de ese orgasmo, tendida en la cama como estaba, con las piernas abiertas y los brazos extendidos en cruz, cuando él se levantó pues seguía arrodillado y agarrándola por los pezones empezó a tirar de ellos hasta que la sentó. Siguió titando de ellos e hizo que se levantara. Cuando la tuvo de pie, siempre tirando de ellos condujo a mi mujer hasta un mueble, así como una cómoda o aparador que hay en la pared opuesta a los pies de la cama. Soltándole los pezones hizo que se diese la vuelta y empujándole la espada la apoyó en el mesado del mueble. Es decir mi mujer estaba de pié pero con el tronco apoyado en ese mueble. Le fue abriendo las piernas de tal modo que su coñito iba bajando hasta que estuvo a la altura de su polla. En ese momento se adelantó y empezó a restregar su más que erecta polla todo a lo largo del coño de mi mujer.

 La visión que tenía era perfecta, pues los tenía prácticamente delante y veía como el pollón del inglés iba abriendo los labios vaginales de ella y estos lo iban como abrazando. Debido a los jugos vaginales que soltaba, pues el coñito lo tenía empapado, la polla del susodicho estaba también más que mojada. De vez en cuando él se paraba y era ella la que moviendo el culito adelante y hacia atrás se autorrestregaba el coño. Con ese jueguecito estuvieron un buen rato, pero llegó un momento en que ella metiendo el brazo derecho ente las piernas le agarraba la polla e intentaba metérsela para que el la penetrase. En ese momento el se retiraba y como bien se dice, la dejaba con las ganas. Cuando ella se la soltaba, él volvía a lo mismo. Esto se lo hizo como tres o cuatro veces, lo que hacía que mi mujer se volviese loca. Llegó un momento en que ella ya no podía, supongo que aguantar más y esta vez al girar ella la cabeza pude leerle en los labios que le decía “fuck me... please... fuck me“, osea "Fóllame ya... por favor, fóllame ya". Él todavía estuvo durante unos segundos restregándole la polla pero al cabo de ese tiempo se la fue metiendo muy lentamente. Le metía el glande y se la sacaba, luego el glande y un poco mas y así hasta que de golpe se la metió entera. Hasta los huevos. Sin moverse se la tuvo dentro unos segundo hasta que empezó a bombearla primero despacio pero cada vez el ritmo de las embestidas era mayor.

 Hay que reconocer que el chico sabía como follarse a una mujer para darle placer. Cuando notaba que mi mujer se iba a correr, se la sacaba entera del coñito durante unos segundos y volvía a metérsela primero despacio y luego cada vez más rápido. Eso lo hizo un montón de veces. Digo un montón porque así de pie contra el mueble se la estuvo follándosela mas de media hora y perdí la cuenta de las veces que se lo hizo. Mi mujer estaba al borde de la locura. A veces y también perdí la cuenta, el dejaba de bombearla, es decir se paraba y era ella la que movía sus caderas hacia delante y hacia atrás y cada vez más rápido se metía y se sacaba le polla del coño.. Es decir que no era el, el que se la follaba. Era ella la que se lo follaba a el. Cuando era ella la que se movía y el chico notaba que mi mujer se iba a correr, se la sacaba y esperaba unos segundos hasta volvérsela a meter. Eso volvía loca a mi mujer. Cuando se la sacaba, ella intentaba metérsela pero él se retiraba aun mas. Así como he dicho antes un montón de veces.

 Pasada como dije esa media hora o más, mi mujer rompió a llorar y volviendo la cabeza hacia el chico como entre pucheros le hablaba. No sé lo que le decía, pero el caso es que él le sacó la polla y sujetándola por la melenita le dio la vuelta poniéndola de frente a él. Ella en ese momento, sin dejar de llorar, se abrazó a su cuello y le seguía hablando. Él la besó en la boca y vi que le decía algo. Acto seguido ella levantó su pierna izquierda, él le puso el brazo derecho por debajo de la rodilla y se la levantó todo lo que podía. Es decir, mi mujer estaba llorando abrazada al cuello del chico, con una pierna apoyada en el suelo y la otra subida aguantada por debajo de la rodilla por él. La visión que yo tenía del coño de mi mujer era perfecta. Lo tenía totalmente abierto, los labios vaginales totalmente separados y totalmente empapados casi diría que chorreando de lo mojada que estaba. Él, sin mediar palabra, colocó la punta de su polla en él y de golpe. Nada de lentamente como siempre lo hizo, de golpe, se la metió de una tacada. Ver la cara de mi mujer cuando se la metió de golpe era digna de ver. Cuando la tuvo toda dentro, la sacaba solo un centímetro y se la volvía a meter de golpe. Os digo que mi mujer no aguantó ni diez segundos. Quiero decir que a la quinta o sexta vez que el chico la empalaba de esa forma tuvo otro orgasmo bestial. La pierna que tenía apoyada en el suelo empezó a temblarle y se caía, por lo que él, con el brazo izquierdo la abrazó por la cintura para sujetarla sin que ella dejase de abrazarse a su cuello. De esta forma, sujetándola no paraba de bombearla mientras ella se corría como una auténtica loca.

 Cuando ella dejó de correrse, le bajó al pierna y volviéndola a coger por los pezones empezó a tirar se ellos no hacia adelante, sino hacia arriba, con lo que obligó a mi mujer a ponerse de puntillas. De esa forma y siempre tirando de ellos la fue llevando hacia el borde de cama. Ver a mi mujer llorando, no sé si de placer o de dolor, con los brazos caídos, caminando de puntillas y mirando como el chico la arrastraba tirándole de los pezones, era surrealista. Mientras la iba llevando por los pezones él le iba hablando. A ella, yo podía leerle los labios, pues a pesar de que estaba sollozando le entendía perfectamente que le decia. "Yes... yes... yes". Una vez llegaron a la cama, él le soltó los pezones y se acostó apoyando la cabeza en la
almohada dejando a mi mujer de pie. Estuvo mirándola así de pie como estaba durante un minuto mas o menos. Pasado ese tiempo, le habló y mi mujer se abrió las piernas y empezó a acariciarse su coñito. Con una mano se lo abría y con la otra se lo acariciaba. Él le volvió a hablar y ella se puso a acariciarse el clítoris. Joder. Mi mujer se estaba masturbando delante del inglesito. Pasados más o menos cinco minutos, él volvió a decirle algo y ella dejó de masturbarse y con una amplia sonrisa en la boca gateando por encima de la cama se colocó entre las piernas del chico. Se inclinó y empezó a hacerle una mamada. En realidad lo que hacía era que manteniendo media polla dentro de la boca, con la mano se la masturbaba. Lo que hacía era mover y jugar con su lengua sobre el glande del chico, mientras que con la mano le hacía una paja.

 Para abreviar, os diré que arrodillada entre las piernas del chico y chupándole la polla, no estuvo más de cinco minutos, pues el joven entre jadeos y moviendo la pelvis metiendo más a fondo su polla en la boca de mi mujer se empezó a correr. Ella mientras se corría, seguía chupándosela. Yo no creía lo que estaba viendo... se estaba tragando el semen del chico, pues era muy claro lo que estaba haciendo. Cuando él dejó de moverse pues ya se había vaciado, ella no dejaba de seguir chupándosela a pesar de que empezaba a ponerse flácida. En ese momento me dije: ¡menuda mamada le había hecho!

 En ese momento el chico acercando la mano a la mesilla de noche cogió su móvil. Le estaban llamando y se puso a hablar. Mi mujer poniendo como una cara de pícara, mirándole, empezó a chupársela de nuevo a pesar de que él la tenía totalmente flácida. Estuvo hablando como cinco minutos sin que mi mujer dejase de chupársela. Dejó el móvil sobre la mesilla de noche y se dispuso a disfrutar con lo que mi mujer le estaba haciendo. No lo vais a creer, pero a los cinco minutos ese semental tenía la polla ya dura y tiesa como si nada hubiese pasado. Entonces mi mujer se levantó y se puso justo de pie encima de la polla del chico. Se fue bajando hasta tocar con las rodillas en la cama, se la agarró con su mano derecha y sentándose sobre ella, se la metió entera dentro de su coñito. Así sentada sin levantarse, empezó a mover sus caderas hacia delante y hacia atrás. De vez en cuando, echando los brazos hacia atrás, se apoyaba en los muslos del inglés, momento que el aprovechaba para frotarle el clítoris. Otras veces apoyando las plantas de los pies en la cama, se ponía las manos en los muslos y bajándose, la montaba como galopando sobre ella. Yo sabía que esa era la postura preferida de mi mujer. Era la postura con la que más le gustaba echar un polvo. También sabía que cuando ella se inclinase y empezase a besar al chico, era la antesala del orgasmo.

 Para abreviar y que este relato no se haga eterno, os diré que mi mujer se estuvo follando en esa postura al inglés más de media hora sin darse descanso. En ningún momento paró de moverse con la polla de él dentro. Al cabo de ese tiempo, ella se inclinó sobre el pecho del inglés y empezó a besarlo en la boca. Él le puso las manos en las nalgas y empezó a follarla a un ritmo frenético. La polla entraba y salía del coño de mi mujer entera y se la veía totalmente humedecida y brillante. Pasados unos segundos, mi mujer, sin dejar de besarlo, tuvo otro tremendo orgasmo. Si dejar de moverse, le daban como espasmos fruto de las oleadas de placer que estaba sintiendo. Él no paraba de meterle y sacarle su polla hasta que empezó a correrse también dentro del coñito de mi Claudia. La visión era la releche. Los dos se estaban corriendo casi al mismo tiempo.

 Cuando terminaron de correrse, ninguno de los dos se movía. Se quedaron abrazados como un par de minutos. Entonces, mi mujer se enderezó y levantándose muy lentamente se la fue sacando. Cuando la tuvo fuera, un chorrete de semen salió de su coñito y fue a caer sobre el vientre del inglesito y adheridos a sus labios vaginales había también como unos pequeños colgajos de semen. Ella se pasó dos dedos por el coño para limpiárselos y se los metió en la boca. Luego, con esos dos mismos dedos, recogió el semen del vientre del chico e igualmente se los metió en la boca. Se estaba tragando lo que había salido de su coño. Pero la cosa no acaba aquí. Ella, retrasando su cuerpo, se inclinó sobre la polla del chico y se la empezó a lamer limpiándola de los restos de semen y de sus propios jugos vaginales. Cuando creyó que ya estaba totalmente limpia, le besó la puntita y adelantándose con una sonrisa de oreja a oreja le dio un beso en la boca. Saltó de la cama y cogiendo el camisón, desnuda como estaba mirando hacia atrás y moviendo el culo super sexy salio de la habitación.

 Cuando mi mujer cerró la puerta me quedé sin saber qué hacer. Entrar en casa estaba claro que no podía, pues la pillaría in fraganti en su infidelidad. Ir a la oficina, tampoco, pues ya eran casi la una de la tarde. Al ver la hora en ese momento me percaté de que el inglés se había estado follando a mi mujer durante tres horas, por lo que decidí ir a dar un paseo y darles tiempo a que todo volviese a la normalidad. Mientras iba paseando, no dejaba de quitarme de la cabeza las escenas que durante esas tres horas había estado viendo. Lo que en realidad me inquietaba, no era que se hubiesen follado a mi mujer. Eso en realidad puede pasarle a cualquiera. Lo que me preocupaba el hecho de que había disfrutado viendo como otro hambre se la follaba. Me preocupaba porque me había gustado verlo.

 En fin. Esta historia ya no da para más. Solo espero que hayáis disfrutado leyéndola tanto como yo viéndola.

 

 

 

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