.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Marta".

 

 En esta historia cuento como mi novia Marta me inició en el sexo, para después mostrarme el placer que supone ver a la propia pareja follando con otros hombres y los beneficios que el consentimiento del hombre produce en la relación.

 Me llamo Luis y tengo 21 años. Soy un chico, moreno, alto (185), delgado (75 Kg.) y de constitución fibrosa. Mi carácter siempre ha estado marcado por una evidente timidez, sobre todo con las chicas que evidentemente me ha ocasionado problemas a la hora de relacionar con ellas. Podría decirse que prácticamente no me comí una rosca hasta que comencé a salir con mi novia Marta. Como consecuencia de mi escasa relación con las chicas, he desarrollado una especie de adicción al porno y a la masturbación, que siempre disfrute y mucho, en secreto.

 Marta, mi novia, tiene 19 años y es una chica excepcionalmente guapa. Mide 1,75, es delgada, unos 52 Kg., de pelo negro, largo y brillante, ojos verdes como los de una gata, piel muy blanca, con algunas pequitas en la cara, nariz respingona y unos labios rojos con esa forma que a los hombres siempre nos gusta besar. Su cuerpo está pensado para el pecado. Con unos pechos redondos que le dan una talla 92 y un culo redondito y perfecto, además de una preciosas piernas largas y perfectamente torneadas.

 Su estilo al vestir es siempre alegre, pero sobre todo descarado y provocador para cualquier hombre. Ella sabe que está buena y se aprovecha. Lleva casi siempre minifaldas cortas, con o sin medias (según la temporada), siendo éstas muy llamativas cuando las usa, intentando captar la atención del género masculino, botas altas o zapatos de tacón, según la temporada y camisas, tops o vestidos muy escotados. En fin es el tipo de chica que uno vuelve la cabeza cuando la ve por la calle… y después la sigue mirando.

 La primera vez que la vi, se acababa de mudar con sus padres al edificio donde yo vivía del barrio de Salamanca de Madrid. Ella tenía 16 años y para desgracia de todos los hombres y sobre todo para mí, tenía novio. Un chico de 22 años adinerado y musculoso, del que solo recuerdo que se llamaba Antonio y al que vi con ella de copas un par de veces por la noche. El caso fue que al terminar Marta el colegio este mismo año, ingresó en mi universidad para realizar la misma carrera que hacía yo, Enfermería, lo que me permitió verla mas a menudo y sobre todo enterarme que hacía unos meses que lo había dejado con el novio.

 Debido a su belleza y simpatía es en una chica enormemente popular en la facultad. Siempre tiene palabras amables con todos, se preocupa por cada detalle y por cada persona. Es, además, enormemente brillante en los estudios y muy inteligente. Estos dones, evidentemente le han acarreado la envidia de alguna de las chicas que no pertenecen a su círculo de amigas.

 El caso es que desde que llegó a la facultad, nuestros grupos de amigos y amigas charlábamos a menudo durante los descansos entre las clases y al poco tiempo, de una de esas conversaciones surgió la primera salida conjunta de ambos grupos de chicos y de chicas a las discotecas de moda de Madrid. La salida se gestó a sugerencia de la misma Marta, que era siempre el centro de atención de todos nosotros. No cabe duda que, aunque todas las amigas de Marta eran chicas atractivas, ella destacaba por encima de todas las demás y se convirtió en el objetivo prioritario de todos mis amigos. Yo personalmente no tenía ni muchas ni pocas esperanzas de triunfar aquella noche pues casi nunca conseguía hablar con una chica y esta vez no esperaba que fuera diferente.

 Ella apareció vestida con una minifalda con vuelo de color negro, un corpiño blanco muy escotado que dejaba ver buena parte de sus pechos, medias negras de fantasía, zapatos de tacón alto y se cubría con una chaqueta “vaquera” que dejaba abierta para permitir que se viera su bien formado cuerpo.

 Para mi sorpresa la noche transcurrió prácticamente desde el principio junto a ella. Marta decidió que me subiera en el asiento del copiloto de su coche, y a lo largo de toda la noche me dedicó una atención especial, que se hizo evidente incluso para alguien tan poco experimentado como yo en asuntos de mujeres. Reconozco que no dejé de mirarle las piernas y el escote toda esa larga noche de primeros de octubre. Su mano me electrizaba cuando rozaba la mía y me provocaba erecciones más que evidentes.

 Cuando entrábamos en algún local nuevo siempre me pedía que le trajera yo la copa y hablaba principalmente conmigo, interesándose por mis gustos y aficiones, algo que ninguna mujer había hecho antes. Me estimulaba a hablar de mí, de mis proyectos en la vida y de mis logros, ante todo lo cual yo contestaba encantado. En cada lugar que entramos bailó con sus amigas, nunca con un chico, pero nos deleito a todos con los sinuosos y excitantes movimientos de su cuerpo. De vez en cuando se le acercaba algún moscón, con el que parecía coquetear unos instantes para luego alejarse de su lado moviendo el culo. Yo la miraba embodado durante los bailes, tras los cuales siempre regresaba a mi lado, con la mirada baja al principio, y en la que tenía pintada una enorme sonrisa picarona cuando la alzaba para mirarme a los ojos y pedirme su copa para darle un trago.

 Así transcurrió la velada hasta que a eso de las 0430 de la mañana me dijo que estaba cansada y se quería ir a casa y que si quería me podía ir con ella en su coche pues éramos vecinos. Yo, acepté, y me despedí de sus amigas y de mis amigos. Alguno hizo un comentario sugiriendo que esta sería mi oportunidad con ella, pero yo lo negué con un despreciativo “Nah”. Así nos subimos en el coche los dos y yo continué con mi pasatiempo preferido aquella noche, regocijarme observando sus piernas. A los pocos instantes de iniciar la marcha ella me preguntó:

- Vaya te gustan mis piernas, ¿eh?

 Yo me puse colorado, aunque al ser de noche supuse que no se notaría demasiado, así que acerté a balbucear:

- ¿Por qué lo dices?

- No has parado de mirarlas desde que salimos y has estado empalmado desde entonces, o te crees que no me he dado cuenta- dijo apoyando su mano sobre mi polla y mirándome con la misma cara con que me miraba al terminar de bailar.

- Yo no….

- Shhh… no me mientas. Quiero que nuestra relación se base en la sinceridad.

- ¿Nuestra relación?

- ¿Tu que te piensas?, ¿que llevo hablando toda la noche contigo para entretenerte? A ver si es que eres tonto…

- Perdona… ¿Me quieres decir que quieres salir conmigo?

- Claro, “atontao”, dijo parando el coche en la calle y comenzando un movimiento masturbatorio por encima del pantalón, sobre mi polla que, por otra parte hacía tiempo que rezumaba líquido preseminal.

 Ella me besó profundamente en la boca y hábilmente liberó mi cipote del pantalón para poder menearlo con mayor facilidad. Yo estaba en éxtasis, pero ella me dijo:

- Mantén la polla así de tiesa hasta que lleguemos a mi casa, esta noche no están mis padres y tengo ganas de echar un polvo. Así que se separó de mí, arranco y continuó conduciendo mientras yo me la meneaba mirándola absolutamente fuera de mí.

 Llegamos a nuestro edificio, aparcamos el coche en su plaza de garaje y subimos a su piso. La casa estaba vacía y oscura por lo que no pude apreciar casi nada de la misma. Nos dirigimos directamente a su habitación. Yo volví a sacármela (guarde la polla mientras subíamos en el ascensor), pero mientras se quitaba las bragas de encaje que llevaba me preguntó:

- Tú, eres virgen, ¿verdad?

 Yo, nuevamente avergonzado, musité que si.

- No espero un gran rendimiento de ti esta primera vez pero de momento me vas a comer el coño.

 Se tumbo en la cama con las piernas abiertas y sin quitarse nada menos las bragas y me indico que me arrodillara y comenzara a complacerla, lamiéndole y besándole su riquísimo chocho. Yo nunca había realizado tal trabajo, pero con sus indicaciones me esmeré en realizar un largo trabajo, que fue mejorando con la práctica, por lo que pude averiguar de sus suspiros y gemidos de placer, que culminaron en un fuerte orgasmo del que yo me sentí muy orgulloso en ese momento.

 Tras finalizar me dijo:

- Para ser la primera vez no ha estado mal. Ya aprenderás mas adelante con la práctica. Ahora túmbate y mantén esa polla tiesa y sin correrse todo lo que puedas.

 Se puso a horcajadas metiéndose mi trozo hasta el fondo y comenzó a cabalgarme sin parar. Intenté resistir todo lo posible, pero la sensación de ver a una tía tan buena restregándose encima de mi suspirando y jadeando de placer mientras se movía de manera casi convulsa me provocó un orgasmo en menos de tres minutos, tan intenso que hasta Marta se asustó un poco.

- Caray, me has llenado, se nota que tenías ganas y eras virgen, je je,… en fin date una ducha.

 Yo, avergonzado por mi escaso rendimiento me fui al cuarto de baño. Al terminar me la encontré tumbada en el sofá del salón masturbándose mientras veía una película porno.

- Perdona, pero meno me he quedado satisfecha el todo y estos tíos están muy buenos… la verdad es que follan muy bien.

 Yo, al verla así, disfrutando, con la cara arrebolada de placer tuve una nueva erección y comencé a tocarme la polla mientras la miraba sin atreverme a acercarme a ella. Marta me sonrió complacida y me dijo:

- Anda, ven.

 Yo se la clave de inmediato. Esta segunda ocasión fue mucho mejor y conseguí arrancarle un orgasmo, corriéndome yo mismo a continuación. Al finalizar quedamos en seguir practicando sexo al día siguiente e iríamos al apartamento que tienen sus padres en un pueblo de la sierra de Madrid.

 Durante el siguiente mes, nuestras escapadas al piso de la sierra fueron diarias y allí, prácticamente recibía lecciones continuas de cómo complacer a una mujer. Sin embargo y aunque mejoré considerablemente, siempre que llegaba al apartamento la encontraba viendo porno y este hecho me excitaba tanto como me desconcertaba.

 A mediados de enero nuestra relación había alcanzado cierta velocidad de crucero, pero entre nuestro grupo de amigos no había fructificado ninguna otra relación. Su grupo de amigas más cercano eran 5 chicas de las que no cabe duda de su fogosidad y belleza, y que proceden de extracciones sociales y lugares muy dispares, hay incluso una chica Letona. Prácticamente se habían encamado todas sus amigas con todos mis amigos en un momento u otro en el último mes, pero estas chicas al parecer requerían una mayor variedad de parejas. Esta situación la había comentado yo con Marta y ella me dijo, literalmente, que ellas “eran un grupo de zorras que no les gustaba tener pareja fija”, comentario que me inquietó, por lo que me tocaba, claro, pero no dije nada, pues hacía de las amigas de Marta mujeres fuertes, misteriosas y dominantes a mis ojos..

 Poco después decidí organizar una fiesta en el chalet de mis padres. Marta se puso especialmente guapa para la ocasión con un traje corto y ajustado de color rojo, que resaltaba tanto las formas de su cuerpo como la belleza de su cara. Marta disfruto de lo lindo, rodeada de chicos. Bailaba con unos y con otros y durante toda la velada fue el centro de atención de todos los invitados masculinos. Yo la miraba encantado, sabiendo, ya por otras veces que esa situación le gustaba e incluso le excitaba. Por la noche solía reírse conmigo de todos los que habían intentado ligar con ella antes de hacer el amor. Esta situación se había convertido en un juego que me gustaba y que incrementaba la confianza y complicidad entre ambos. Durante la fiesta, una amiga suya, Miriam, se sentó a mi lado mientras observábamos juntos el juego de Marta.

- Luis, tienes mucha suerte con Marta. A estas alturas ella casi siempre se ha cansado de sus novios, cuando no les ha puesto los cuernos directamente…

- Bueno, dije, yo, existe mucha complicidad entre nosotros y nos llevamos muy bien.

- Se nota, solo quiero avisarte…

 Y se marchó.

 La fiesta transcurrió genial y finalizamos follando como locos cuando los invitados se fueron. A Marta le pareció un sitio estupendo para nuestra vida en pareja el chalet de mis padres y me propuso que fuéramos a vivir juntos. Yo lo arreglé enseguida con mi padre, que no puso muchos impedimentos.

 A las pocas semanas de empezar a vivir juntos me encontré a Marta masturbándose en el sofá del Salón mientras veía en la televisión de plasma una de mis películas porno que yo había intentado ocultar bien durante la mudanza. Cuando la vi tuve una sensación de rubor y excitación a partes iguales. Me daba una terrible vergüenza que ella pensara que todavía utilizaba la pornografía para excitarme, aunque sabía que ella misma lo hacía, pero verla de esa manera disfrutando de su propio cuerpo, semidesnuda,, me provocó una tremenda erección y desconcierto.

- Muy buena película- Me dijo,- ven y siéntate a mi lado.

 Yo la obedecí al instante. Mi erección era evidente y no estaba seguro de si era provocada por la escena de la película o la escena que se desarrollaba en el salón de mi casa.

- Anda, sácatela y cáscatela, que lo estas deseando…

 Yo lo hice, como si fuera un autómata, mirando como ella se tocaba y escuchando los gemidos de la película, que aumentaban mi excitación.

- Joder!!, que bueno está el tío ese… uff, que ganas de polla tengo- dijo ella refiriéndose al actor de la escena.

 Al escuchar de sus labios esa confesión de deseo por otro hombre me asaltó una enorme necesidad de hacer mía a Marta, pero habituado como estaba a pajearme durante largos periodos de tiempo solo pude musitar:

- Fóllame Marta, que no puedo parar.

 Ella se levantó para follarme a horcajadas, mientras yo estaba recostado con la espalda contra el respaldo del sofá de cara a la televisión. Sin embargo en contra de cómo lo hacíamos habitualmente y sentarse sobre mi, mirando mi cara, me dio la espalda, para seguir viendo la película porno.

 Comenzó a moverse convulsivamente sobre mi polla y a los pocos instantes le sobrevino un fuerte orgasmo que tuvo continuidad en mí casi al instante. Nuestros gritos y gemidos de placer se fundieron en uno solo y terminamos abrazados y sudorosos por los espasmos provocados por la intensa sensación.

 Durante rato estuvimos así, abrazados en silencio, con la película puesta. No dejaba de pensar en lo que me había excitado el verla masturbándose deseando a otro hombre, pero por vergüenza no quise decir nada, aunque ella se dio cuenta de que me había gustado verla así. Cuando quise apagar en DVD ella me dijo que no lo hiciera, que le gustaba escuchar los gemidos, así que como de costumbre obedecí, y la película quedó puesta hasta su finalización.

 No nos vestimos ya en toda la tarde y cerca ya de la hora de la cena, me dijo que me pusiera otra película porno en la televisión de nuestra habitación, mientras ella se arreglaba en el cuarto de baño. Como ella tardaba un poquito, decidir comenzar a meneármela un poco, y como era mi costumbre, enseguida estaba haciéndome una paja en toda regla, pues la actriz, Stoya, es una de mis preferidas y guarda un cierto parecido con Marta. No pude evitar pensar que la actriz era mi novia y yo la estaba observando follar con otros hombres en distintas situaciones.

 Cuando Marta entró yo estaba en plena faena. Estaba deslumbrante con un corpiño negro que resaltaba sus tetas y se ajustaba perfectamente al cuerpo, medias con ligueros y zapatos de tacón. Al entrar me dijo:

- No te pares!!!

 Se acercó, me cogió una mano y me la esposó al cabecero de la cama con un juego de esposas que yo no conocía que ella tuviera.

- Dame la otra.- me dijo, esposándome la otra mano a continuación.

En un abrir y cerrar de ojos estaba a su merced con la polla durísima.

- ¿Deseas que continúe lo que estabas haciendo tu?, dijo ella

- Si, - dije yo.

- Te daré mucho más y haré que llores de placer, gozarás como nunca has gozado si después me haces… un favor, si no te dejaré así, viendo la película.

- Vamos, Marta por favor siempre lo hago lo que quieres… lo prometo.

- Muy bien dijo ella

 Abrió mis piernas y sacando otras dos esposas de cadena mas larga que las anteriores de la cómoda, me esposó los tobillos a los pies de la cama, y a continuación cogió un cojín del sofá de la habitación y lo metió debajo de mi culo. A continuación embadurnó mi polla y mis huevos con una gran cantidad de lubricante que chorreaba hasta mi culo y comenzó el mejor trabajo que había yo disfrutado hasta la fecha. Las intensos golpes de placer me hicieron cerrar los ojos desde el principio y me convirtieron en una masa balbuceante y jadeante solo concentrado en el placer que estaba recibiendo

- Prohibido correrse hasta que no te lo diga, - dijo Marta con la mano cubierta de lubricante, iniciando a masajearme superficialmente el ano.

 Yo me estremecí de placer, mientras ella me pedía que me relajara disminuyendo ligeramente la velocidad de la masturbación hasta dejar de trabajarme por unos segundos, en los cuales no fui capaz aún de abrir los ojos.

 Los abrí cuando noté a su dedo penetrando mi ano unos 5 cm.y presionando hacia arriba, mientras me ordenaba de nuevo que me relajara. El placer me inundó, los volví a cerrar para no eyacular y le empecé a suplicar que me dejara correrme.

Entonces me lo dijo:

- Quiero que me dejes acostarme con otros chicos.

 En ese momento se clavó en mi imaginación la imagen de Marta ensartada por el actor porno en la escena que habíamos visto en el salón las que había visto después de Stoya, imaginándome que era mi novia aumentando mi excitación a límites desconocidos por mí hasta entonces, así que exclamé:

- Si, te dejaré hacer lo que tu quieras, por favor…. pero quiero correrme ya,!!!!

 Ella aceleró tanto los movimientos sobre mi polla como sobre mi ano y en escasos segundos me convulsionaba llorando de placer y estaba pidiéndole que por favor parara, aunque tardó un tiempo eterno en hacerme caso, quedando mi cuerpo, absolutamente vacío de semen y semiinconsciente de éxtasis sin darme cuenta de lo que acababa de decir.

 Ella dejo que me recuperara unos minutos y al cabo de un rato me dijo:

- Bueno Luis ahora que me has dado permiso ¿con quien quieres que estrene los cuernos que te voy a poner?

- ¿Que?- Dije yo, recordando de inmediato lo dicho en los últimos momentos de la megapaja.- No es justo, - argüí,

- Puede que no lo sea, pero yo me conozco y no puedo serte fiel, mi cuerpo necesita más hombres a parte de ti. Cuando tonteo con otros chicos, muchas veces me gustaría acostarme con ellos. Si quieres seguir manteniendo la relación conmigo tendrás que aceptar de buena gana, además reconoce que te excita la idea.

 Me quede frió. Se había dado cuenta de que me gustaba su juego. Yo no tenía palabras, la quiero y la deseo, y no contemplaba la posibilidad de dejarla. Ni antes ni ahora soportaba la idea de perderla, además en mi fuero interno reconocía que me había excitado imaginarla con otros hombres, no solamente por lo que había sucedido ese día, sino cada vez que la veía tontear con mis amigos, así que le pedí tiempo para aceptarlo.

 A ella le pareció bien, pero me puso como condición, para que no se alargase mi decisión, que no mantendríamos sexo completo hasta que diese mi consentimiento, satisfaciéndonos con masturbaciones mutuas o propias mientras veíamos porno. Me sugirió que leyera historias de cornudos en páginas web como morbocornudos.com y además compró algunas películas porno de esta temática por Internet.

 En fin, poco a poco me di cuenta de lo mucho que me gustaban y excitaban estas historias, y las leía mientras ella misma me pajeaba. En otros momentos observaba como ella veía películas porno en las que se masturbaba deseando ser follada por otras pollas, mientras yo disfrutaba viéndola gozar sin mí participación.

 Un día entré en un chat  y como por azar contactó conmigo un hombre maduro metido en el mundo de los intercambios de pareja, que por respeto a él guardaré su identidad, yo le interrogué a cerca de los riesgos en cuanto a celos y tensiones en la pareja que podría tener en caso de que aceptara los cuernos que Marta me proponía, y me ayudó a reconocer ante mi mismo, que los cuernos que Marta me proponía era algo que yo siempre había deseado, desde el mismo momento en que empecé a salir con ella. Durante la conversación llegó Marta y la conversación se desarrolló de manera en que me di cuenta de que ella en buena parte me había elegido como su pareja por que soy y siempre seré un cornudo nato.

 Durante la conversación me volvió a masturbar y cuando terminamos me fui a duchar, permaneciendo Marta hablando con el hombre, una vez que yo ya había reconocido ante los dos desear ser un cornudo consentido.

 Al salir de la ducha ella acababa de terminar la conversación con este hombre y me dijo:

- Bueno, ha llegado la hora de consumar tus cuernos, quiero que llames a tu amigo Fernando y le invites a cenar y dile si quieres que te apetece ver el partido que echan hoy

 Pese a que no había pasado ni media hora desde que me había corrido, mi polla adquirió un nuevo vigor que se adivinaba a través de la toalla. Ella vio la erección y sobándomela me dijo:

- Ves como te gusta tonto. Anda saca algo para la cena y un poco de vino mientras me arreglo para Fernando. Hoy vas a conocer verdaderamente a la Marta puta.

 Me puse un pantalón vaquero y una camiseta blanca, pero poco podía hacer para evitar mi erección, mientras preparaba las cosas solo podía imaginármela siendo ensartada por mi amigo Fernando y poniendo esa cara tan maravillosa que ella tiene cuando folla.

 Mi amigo Fernando es el “musculitos” del grupo, alto guapo y fuerte, con una sonrisa encantadora, hay pocas chicas que se escapen a su atractivo, está además muy bien dotado con 21 cm. de aparato. Era muy popular entre las amigas de Marta para los fines de semana, por lo que no me extrañó su elección. Es además un chico que suele vestir muy bien a la última moda y de excelente conversación y humor.

 Llegó con el partido empezado más de 10 minutos, pero en pocos minutos tras mi llamada y Marta, bajó las escaleras para recibirle. Estaba vestida de colegiala, con una minifalda a cuadros azul, una camisa blanca remangada, ajustada y abierta hasta el canalillo, medias con liguero, que se veía perfectamente, por lo corta que era la falda y zapatos de tacón. Nunca había estado con una prostituta, imaginé que se deben de vestir así.

 Cualquiera se hubiera dado cuenta de las intenciones de Marta si fuera otra chica, pero como ella suele vestir muy provocativa y le gusta tontear, Fernando la recibió como si se tratase de una provocación mas, dejándose querer al principio, pero pensando que quedaría en nada,

 Se sentaron juntos en el sofá, muy cerca ella de el, de modo que sus piernas se tocaban. Yo me senté en un sillón que me permitía ver la actuación de Marta de reojo, mientras veía el partido. Como era habitual, en todos los chicos la excitación no se hizo esperar en Fernando, aunque estaba acostumbrado al juego, y su polla se marcó claramente en su pantalón mientras ambos picaban lo que yo había dejado en la mesa. Marta le rozó la polla eventualmente de manera aparentemente inocente, pero estaba mucho mas cerca de lo normal y vi como le hablaba en el oído a Fernando, ante lo cual el le dijo que estaba hoy un poco mas loca de lo habitual. Ella se rió y continuó calentando a Fernando, delante de mí, lo que me estaba excitando enormemente..

 Al terminar el partido y para celebrar la victoria del Real Madrid, Marta me dijo que bajara a por una botella de ron a la bodega. Yo sospechaba que sería entonces cuando ella descubriría sus cartas, como así fue. Bajé con intención de demorarme un tiempo para dar a Marta alo de tiempo. Desde abajo escuchaba solo murmullos de ambos al principio. Debido a mi excitación me di prisa en coger las bebidas y escuche tras la pared que da al salón en la escalera que baja a la bodega.

- Fernando: Estas loca, Marta, ¿quieres que te eche un polvo aquí delante de el?

- Marta: Claro tonto si lo estas deseando ¿o no?

- Fernando: Yo y cualquiera pero Luis es mi amigo y…

- Marta: Luis es un cornudo que te ha llamado para ver como alguien se folla a su novia, y su novia no le piensa decepcionar… ¿te has fijado que no ha dicho nada durante todo el partido sobre lo que estaba haciendo?, ¿no te has dado cuenta de que le gusta verme tontear con todos los chicos?

 En ese momento se produjo un silencio, y sabía que todo había empezado y que no tenía marcha atrás. Subí los últimos escalones y los encontré besándose, con la mano de Fernando acariciando bajo la falda de Marta y la mano de Marta desabrochando el pantalón de Fernando para liberar su enorme polla.

 Fernando me vio y paró un instante; Marta se volvió y dijo:

- Hola Cornudo, pon las copas para Fer y para mi y siéntate a disfrutar de tus cuernos, cabrón.

 Yo obedecí. Me senté en una silla y observé como hábilmente Marta endurecía la polla de Fernando con un rápido masaje. Antes de darme cuenta de lo que hacía mi propia polla estaba en mi mano y me pajeaba sin remedio. Marta me miró de nuevo y dijo:

- ¡Así me gusta cornudo, que te pajees¡. Mira que polla tiene Fer, como las que a mi me gustan de mas de 20.-

 Fernando se inclinó, la besó nuevamente y pude ver como mi novia abría su boca para dejar que la lengua de aquel tío entrara dentro. Marta lamió sus labios, buscando recoger la saliva de su amante. Estaba muy cachonda. Me miró por un instante sabiendo que yo estaba observándola.
Fernando entonces le quito la camisa, la tiró contra el sofá y sin pensárserlo, plantó ambas manos sobre los pechos de mi novia, por encima del sujetador, apretándolas con fuerza, al tiempo que le besaba el cuello y la atraía hacia así, aplastándola entre sus brazos. Marta lanzó un gemido, y le agarró por el pelo para aplastarlo más contra su cuello. Sus lenguas chocaban y se peleaban, mientras intercambiaban saliva y se mordían con pasión, Fernando movía las caderas, frotando su polla con la espalda desnuda de Marta. Yo estaba muy excitado y asombrado. Me la había jugado bien y me había convertido de golpe y porrazo en un verdadero cornudo sin remedio.
Entonces, sin dejar de besarla, Fernando cogió el sujetador y tiró hacia fuera con fuerza, rompiéndolo y dejando los bellos pechos de mi prometida al aire, a continuación se amorro y empezó a lamerlos y besarlos, mientras ella lo cogía por el pelo y lo aplastaba contra sus tetas.

 Luego se puso sobre ella a horcajadas, sentado suavemente sobre su barriga. Se encorvó y siguió besándola un poco mas, a continuación bajo la cara hasta el chocho oliendo el coño de mi novia por encima de la tela, restregándose y besándolo. No sé por qué no le quitaba el tanga ya y saboreaba sus jugos. Esos jugos que pensaba que eran sólo míos. La masturbó un poco por encima de las bragas, mientras yo ya podía oír los gemidos de Marta.

 Tras un instante así, y cuando parecía que Marta iba a correrse, Fernando se levantó y se puso de pie, incorporó a mi novia, y la sentó en el borde del sofá. Tenía los labios muy mojados y respiraba con rapidez. Ella me miro un instante y miro el pollón de Fernando lo agarro con ambas manos y empezó a masturbarlo. El empezó a gemir. Mientras, yo me atrevía a acercarme y poner en cuclillas entre sus piernas, para masturbarla. Marta empezó a gemir, pero Fernando suavemente le cogió la cara y se la acercó a su polla. Ella entendió el mensaje, y se metió aquel pedazo de carne en la boca. Recubrió sus dientes con los labios y empezó a mamársela. Mientras con la mano le acariciaba los huevos.

 El salón se inundó de sonidos de succiones, de absorber de babas, y gemidos masculinos y femeninos. Yo me retire para menearme la polla. Marta se deleitaba verdaderamente chupándole la polla a mi amigo.
Estuvieron así unos minutos, y luego Fernando empujó a Marta, para tumbarla. Después le quitó por fin las bragas, descubriendo el hermoso coño de mi prometida. Brillaba por los jugos, y estaba depilado. Fernando cogió las bragas me las tiro a la cara. Será cabrón.

 Me levanté y recogí las bragas. Las olí. En la zona del coño podía notarse los jugos que acababa de echar. Estaban muy mojadas, y olían muchísimo a coño. Me excité sobre manera. Reconocía muy bien ese olor, y me moría por sumergirme entre las piernas de novia, y recoger todo lo que saliera por su sagrado agujero. Pero por desgracia no iba a ser yo el que lo hiciera. Me senté y me conformé con sus bragas mojadas.

 Fernando le sujetó las piernas para mantenerlas bien abiertas, y empezó a lamerle el coño. Nada más rozarla, Marta empezó a gemir y a jadear. Mi amigo chupaba y chupaba, oía los sorbidos, lameteos, y los escupitajos que le echaba. Marta no paraba de gemir y en un par de minutos tuvo un gran orgasmo, lanzando grandes gritos y arqueando la espalda. Quedó exhausta, pero Fernando no se detuvo. Cuando se recuperó, apartó a Fernando de su coño y dijo.

 - Fóllame ya, ¿no?- estaba deseando que se la metieran por fin. Estaba deseando hacerme un total cornudo, y follar por fin con otro hombre, en mis narices.

 - Muy bien- dijo Fernando, ¿donde están los condones?

 - Pásale unos- dijo Marta, están en nuestra habitación.

 Yo me levante obedientemente y se los di.

 Me volví a sentar y continué pajeándome. Mientras, Marta volvió a la acción, sonriente. Mi prometida sacó un condón, dejó el resto en el suelo, y se arrodilló frente a Fernando. Se la meneó un poco y luego le puso la goma. La chupó después un poco para lubricarla.

 Entonces Fernando la cogió en brazos y la depositó en el sofá boca arriba. Le abrió bien las piernas, y apuntó con su polla el chorreante agujero de mi novia, cuyos jugos ya resbalaban hasta su ano. Colocó la punta en la entrada y de repente, con un rápido movimiento de caderas, se la metió hasta el fondo. Marta lanzó un gran grito de dolor. Marta le dejó la polla dentro unos instantes, disfrutando de su calor y su humedad. Ya estaba hecho. Se estaba follando a mi novia. Era la única polla después de la mía que había estado en ese coñito, y eso ya nunca podría cambiarse. Sin embargo aun quedaban otras muchas pollas por entrar allí.

 Fernando empezó a sacarla y a meterla lentamente, hasta dejar dentro sólo el capullo. Marta empezó a acostumbrarse, y sus gemidos de dolor fueron sustituidos por los de placer. Sus manos se posaron en las nalgas de Fernando, aplastándolas contra su pelvis, indicándole que aumentara el ritmo. El tío obedeció y empezó a dar embestidas más fuertes, mientras resoplaba y lanzaba escandalosos gemidos de placer, que se fundían con los de mi novia. Fernando empezaba a sudar, y las gotas resbalaban por su trasero y se deslizaban sobre los dedos de mi novia, con los gemidos de mi novia de fondo me corrí.

 Yo ya había terminado, Fernando seguía follándose a mi prometida a gran velocidad y sin detenerse un instante. Así estuvieron unos 10 minutos, sin parar. Fernando no bajó el ritmo ni un segundo, y mi novia debía haber tenido ya más de un orgasmo. Cada cierto tiempo, se agarraba con fuerza a la espalda de mi amigo y gemía con fuerza, moviendo su pelvis para clavarse mejor la polla. Después quedaba rendida y tumbada, pero Fernando seguía follándosela sin parar. Por fin, tras un cuarto de hora, Fernando empezó a resoplar, aumentando el ritmo, y lanzando grandes gritos de placer. Después de correrse se detuvo y permaneció dentro de ella unos segundos. Luego la beso, y se quitó de encima. Marta estaba boca arriba, sus hermosos pechos brillaban en el sudor de aquel tío, que resbalaba por su vientre. Su coño estaba muy abierto, y rojo. Fernando se quito el condón y lo deposito sobre uno de los brazos del sofá.

 - No, no... qué haces, no te vallas... – Fernando, entonces dio la vuelta a mi novia y comenzó a masturbarse durante un rato sobre ella. Después se volvió a poner encima y siguió follándosela, haciendo que ella empezase a gemir de nuevo.

 Aquella perspectiva era mucho más fuerte. Antes sólo veía el culo del tío, pero ahora podía incluso ver la polla entrando, como le manoseaba las tetas, la besaba y la chupaba. Mi chica tenía la cabeza apoyada en el respaldo, los ojos cerrados y respiraba cansada. El sudor resbalaba por su frente.
Al cabo vi como Fernando cogía el condón y lo posaba a escasos centímetros de la mejilla de Marta, y la movía para que abriera los ojos. Ella los abrió, y miró el plástico, no se apartó, ni siquiera hizo un movimiento. Tan sólo lo miró. Fernando empezó a moverlo adelante y atrás, acercándolo a su boca, y Marta en respuesta sacó la lengua y le pegó un lametón. Por si fuera poco, mi amigo, cogió el condón por la punta, y le dio la vuelta sobre la boca de Marta. Ésta la abrió sin pensarlo, y el semen empezó a resbalar a lo largo del condón, hasta su apertura. Después empezó a salir, y se quedó colgando. El hilo blanco, grueso y viscoso se fue haciendo cada vez más largo, hasta que entró en la boca de mi novia. Esta lo tocó con su lengua, y acto seguido cerró la boca, absorbiéndolo.

 Fernando sonreía, y cogiendo el condón por la punta con dos dedos, usó el índice, el corazón y el pulgar de la otra mano para aplastarlo e ir deslizando los dedos hacia abajo, a lo largo del condón para exprimirlo y que saliera todo. Marta lo recibió con la boca bien abierta, hasta que no quedó nada. Ella lo paladeaba y lo iba tragando. Pero Fernando aun no tenía suficiente. Le introdujo la entrada del condón en la boca, y Marta lo atrapó entre sus labios y empezó a chuparlo. Después mi amigo se lo metió entero. Mi novia con el condón en la boca empezó a saborearlo, con los ojos cerrados, y a paladearlo. Empezaba a hacerse espuma seminal en su boca, y le resbalaba por la comisura de los labios. Fernando entonces metió dos dedos en su boca, cogió el condón y se lo sacó, babeado. Lo puso entre sus pechos y se lo restregó por sus tetas y barriga, mientras Marta tragaba y se lamía los labios para coger cualquier resto. Yo estaba totalmente atónico y excitado. Mi polla volvía a estar totalmente dura.

 Para acabar, Fernando se levantó y me tiró el condón dándome en la cabeza. Allí estaba, el condón que me había hecho cornudo. Nunca pensé que mi novia llegase a ser tan guarra. El hecho de verse follando, sabiendo que yo la observaba la ponía a mil.

 A Fernando se le notaba algo cansado, así que se sentó en el sofá al lado de mi novia y comenzaron a besarse. Marta, me miraba y me dijo:

- Anda cielo, porque no nos traes unos refrescos de la cocina.

 Yo me levante, mostrando mi erección y me desembarace definitivamente de mis pantalones.

 Marta, cansada, igual que Fernando, le miraban a los ojos, y se volvieron a besar apasionadamente. Entonces mi novia recogió con un par de dedos un reguero de semen y se lo llevó a la boca, saboreándolo.

 Tras descansar ambos unos minutos mientras se tomaban una coca-cola, Marta comenzó a jugar con la polla de Fernando con su mano derecha, mientras la otra masajeaba los testículos y la parte posterior, cercana a su culo, Fernando no se resistió y cogió a mi novia poniéndola a horcajadas sobre él, con su polla apuntando al techo, y Marta se la introdujo hasta el fondo, apoyándose con las manos en el pecho de Fernando para mantener el equilibrio. Pude ver sus grandes pechos erguidos, y el semen resbalando lentamente por su peso. Fernando empezó a bombearla, mientras yo use la camiseta de Marta para limpiarle el semen y las babas de su barriga y tetas.

 Los pechos de mi novia botaban al compás de las embestidas de Fernando. A petición de mi novia yo la sujetaban para mantenerla erguida. Tras unos minutos, Marta adquirió el control. Apoyó sus manos en el pecho de Fernando, y empezó a moverse ella. Fernando se quedó quieto y dejó que ella se ensartara sola. Yo me apartarte, masturbándome y mirando la escena. Marta estaba totalmente excitada. Los ojos los tenía cerrados, y no dejaba de moverse lo más rápido que podía. Cogió la mano de Fernando, e hizo que le sobara las tetas y le pellizcase los pezones. Después siguió cabalgando sin descanso. A veces se encorvaba para besar a su follador, o para lamerle el cuello y los pectorales. Unos instantes después abrió los ojos y miró fijamente a su amante.

 - Vamos, córrete... córrete dentro de mí. Vamos, joder...- todo lo dijo sin dejar de cabalgar y de mirar a Fernando. Después lo besó y le metió la lengua hasta el fondo. Continuó lamiéndole toda la cara sin parar, mordiéndole el cuello y obligándole a incorporarse y chupar sus pezones, aplastándolo contra sus tetas.

 Fernando agarró con fuerza sus nalgas para ponerla a su ritmo, y entonces empezó a dar rapidísimos movimientos de pelvis, mientras gemía y hacía gritar a mi Marta. Se oían los choques de sus cuerpos, y en unos segundos ambos se corrieron. Esa imagen nunca la olvidaré. Marta sujetaba la cabeza de Fernando, con las manos en su pelo, contra su cuello, al tiempo que miraba al frente, mirándome a los ojos a mí. Pude ver claramente su tremenda cara de placer, con la frente arrugada y la boca abierta, gimiendo mientras se corría y hacía correr a su amante.

 Tras ese intenso instante, se quedaron abrazados, jadeando con fuerza.
Yo mientras introduje una mano entre sus piernas y empecé a acariciar su clítoris. Fernando entre tanto, se colocó en el borde del sofá y abrió bien con sus manos las nalgas de Marta, para que su ano quedase bien accesible. Acto seguido, escupí un par de veces, y empecé a introducir un dedo en el culo de mi prometida, hasta el fondo. Marta suspiró, de placer. Introduje a continuación dos dedos y luego tres, mientras Marta ya empezaba a quejarse. Después de escupir dentro de su agujero para que la saliva se deslizase dentro, Fernando la cambio de posición, colocándola a cuatro patas. Luego prosiguió y sin pensárselo, se puso a cuatro patas detrás de ella. Se escupió también la polla, y puso la punta en aquel hermoso ano. Después empezó a empujar, gimiendo de placer. Yo lo sabía bien, Marta tiene un agujerito muy estrecho, siempre apretado, aunque bastante elástico. Fernando no tuvo problemas, y tras tres o cuatro intentos, consiguió traspasar el esfínter e introdujo su glande. Fernando pegó un pequeño respingo. Sus ojos estaban apretados, y se mordía el labio. Fernando introdujo unos centímetros más, y luego metió y sacó unas cuantas veces, hasta que por fin, Marta empezó a disfrutar.

 Al cabo de unos minutos, yo volvía a masturbarme. Fernando embestía el culo de mi novia como si fuera su coño, con fuerza y rapidez. Si aquello le dolía, no lo aparentaba, y se movía ella también hacia atrás y delante, chocando contra el vientre de Fernando para conseguir la máxima penetración. Fernando estaba disfrutando de lo lindo, sin dejar de gemir y dándole azotes en las nalgas a mi novia. Para correrse, puso las manos de Marta a su espalda, y agarrándola de las muñecas la irguió, para atraerla hacia sí y embestirla con más fuerza. Los gritos de Marta eran más fuertes a cada orgasmo.

 La escena se convirtió en romántica. Ambos no dejaban de besarse y acariciarse tiernamente, mirándose fijamente a los ojos, a escasos centímetros, sintiendo cada uno el aliento y los gemidos del otro. Marta le secaba el sudor de la frente, y le animaba a continuar, moviendo su pelvis arriba y abajo al compás de la polla de su amante. Fernando no dejaba de amasajarle un pecho con una mano. Mi novia no dejaba de acariciarlo, y lo atraía hacia sí para besarlo una y otra vez. Tras varios minutos de apasionante polvo, Marta empezó a gemir más fuerte, ya que se avecinaba su orgasmo.

 Las embestidas de Fernando a mi novia le hacían estremecerse de placer y en la cara de Marta se dibujaba una expresión de zorra como nunca había visto. Ella cada vez gritaba mas fuerte, pidiendo que la embistiera con mas energía, deseando sentirse ensartada por ese pedazo de mango que tiene mi amigo. Finalmente mi amigo no pudo más y descargó toda su leche dentro del coño de Marta, mientras el orgasmo les llegaba a ambos.

- Que ganas tenía de follarte, dijo Fernando. Estas buenísima, ha sido la mejor corrida de mi vida….

 Estuvieron un rato abrazados, besándose, hasta que Fernando subió a darse una ducha al piso de arriba. Mi amigo se dirigió al baño de nuestro dormitorio sin ni siquiera echarme una mirada. Mientras Fer subía, Marta me dijo:

- Cornudo, ven tu aquí…y fóllame.

 Yo totalmente empalmado y apunto del orgasmo por lo que había visto, me acerque a Marta. Mi pene se deslizó con facilidad dentro del coño de Marta, estaba caliente y mojado debido a la mezcla de esperma de Fer y flujos de Marta. Ella estaba alterada, sudando y me dijo:

- Vamos cabrón!!, muévete, mantenme caliente mientras mi amante descansa, aprende a hacer tu trabajo de esta noche.

 Yo intenté imitar el ritmo y el estilo de mi amigo y aunque Marta me pedía que no me corriera, antes de 5 minutos me sobrevino el orgasmo, sin embargo, cuando este ya era irremediable, en lugar de separarme de ella, Marta, hizo presa con sus piernas rodeando mi cuerpo y evitando que me pudiese salir, mientras me cogía la cara y me besaba muy fuerte, incrementando de esa manera mi orgasmo y haciendo que hasta la ultimadota de mi semen se mezclara con el de Fer que aun tenía dentro. A continuación subimos a la habitación y allí me dijo:

- Cornudo, me has hecho muy feliz, ahora quiero que me lamas el coño hasta que Fer salga de la ducha.

 Yo, a estas alturas estaba totalmente sometido a la voluntad de mi novia me puse a complacerla con el mayor de los esmeros, logrando un cierto éxito pues su respiración se volvió agitada y jadeante nada mas empezar mi labor.

 Cuando Fer salió Marta retiro su coño de mi cara y nos llamo a ambos.

- Luis, a partir de ahora Fer será bienvenido y me follará siempre que el desee, con la única condición de que te avise a ti primero. Tu no podrás negarte a aceptar que me folle a no ser que yo antes así te lo haya dicho, así sabrás cuando te crecen esos cuernos que hoy llevas. Fer, no le podrás decir a nadie que te has convertido en mi amante ni la condición de cornudo de Luis podrá ser revelada a nadie, salvo que yo así lo decida. Si por algún motivo nos fallases en esto, dejaras de ser mi amante, ¿Has entendido?

- Si, Marta,- dijimos ambos.

- Ahora Fer, quítate esa toalla y siéntate en la cama.

 Fernando así lo hizo, Marta volvió a embadurnarse las manos de lubricante y comienzo a pajearle.

- Joder, Luis, que maravilla de novia tienes., - dijo Fernando dejándose caer en la cama.

 No tardó mucho tiempo Marta en comenzar a “cabalgar” sobre Fernando. La sesión de sexo se alargo unas dos horas durante las cuales mi novia se corrió 3 veces más, hasta que Fer descargó su semen nuevamente, esta vez totalmente dentro de la boca de Marta, tras una esmerada manada, que le ofreció mi novia como agradecimiento a la faena que había realizado mi amigo. Yo estuve presente durante todo el tiempo observando a Marta gozar y aprendiendo como un macho da verdadero placer a una mujer como mi novia, y no deje de masturbarme en ningún momento.

 Se despidieron con un largo beso en la boca y Fer, se marchó a eso de las 2 de la mañana. Al irse, Marta se volvió y saltó a mis brazos y me dijo:

- Gracias, Luis nunca olvidaré lo que has hecho hoy por mi.

- Gracias a ti Marta, hoy me he encontrado conmigo mismo y me has ayudado a conocerme un poco más. Quiero… no, necesito que lo repitas muchas mas veces, sentirme cornudo consentido es lo que mas morbo me ha dado en mi vida

- No te preocupes por eso Luis te aseguro que te pondré los cuernos muchas mas veces y tu estarás presente.

 Nos besamos apasionadamente y comenzó a masajear mi polla, me empujó gentilmente hacia el sofá y cuando caí en él, se arrodillo y me hizo a mí también una mamada, sin embargo debido a mi excitación yo no tarde en correrme. Tras terminar ambos nos acostamos en el sofá y nos quedamos dormidos abrazados el uno al otro hasta el día siguiente. Email.

 Continuará…

 

 

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