.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Marina, una zorra por dentro (4)".

 

 Me levanté de la cama y me tomé un café bien cargado. No dejaba de pensar en la zorra de mi mujer, que había llegado hacía un rato y estaba dormida en nuestra cama. Tenía la polla durísima pensando en todo lo que había sucedido aquella noche y abrí el ordenador para ver si Ricardo me había enviado algún correo, pero no tenía nada. Imagino que el muy cabrón también estaría durmiendo después de follarse a mi mujer toda la noche.

 Volví a la habitación y Marina dormía, medio destapada y únicamente con unas bragas blancas puestas. Me acerqué despacio, mirándola. Estaba completamente dormida. Cuidadosamente bajé la sábana para pode verla mejor. Sus manos agarraban la almohada, sus enormes tetas descansaban una sobre la otra al estar de lado y sus bragas blancas cubrían sus agujeros recién follados. Tenía las uñas de manos y pies pintadas de color rojo, algo que hacía en muy contadas ocasiones, y sus labios parecían pintados pero el color se había casi desvanecido, imagino que de chupar polla...

 Acerqué mis manos a sus bragas y empecé a bajarlas, pero paré cuando hizo un movimiento. Mi corazón iba a mil por hora en ese momento... Continúe bajándoselas hasta los tobillos y las dejé ahí. Miré su coño, sus labios aún abiertos y el semen seco que estaba en sus muslos. Abrí un poco las nalgas con mis manos y su ojete estaba aún algo abierto y también semen seco alrededor de él.

 No me pude aguantar y saqué mi polla, empezando a masturbarme mirándola, procurando no hacer ningún tipo de ruido. Pensaba en la zorra de mi mujer siendo follada por todos sus agujeros, y cuando estaba a punto de correrme, acerqué mi polla a sus bragas y las llené con mi semen. Despacio y con cuidado, se las subí de nuevo y la deje así.

 Se despertó sobre la una y media, se fue a duchar y después preparamos la comida juntos, como solíamos hacer los sábados. Después de comer, nos sentamos en el sofá y nos pusimos a ver la tv, aunque ella estaba medio dormida, imagino que por el cansancio. Sonó el móvil de Marina, el aviso de mensajes, se levantó rápidamente para cogerlo ella y leerlo. Pude ver su cara de sorpresa, y contestó rápidamente. De nuevo sonó, así estuvo unos diez minutos entre mensajes enviados y recibidos, y daba la impresión que los iba borrando.

 - "¿Quién es, cariño?".

 - "Uff, no te lo vas a creer, un antiguo compañero del colegio".

 - "¿Sí? ¿Y qué quería?".

 - "Pues me ha dicho que estaba por la zona y que si no me importaría vernos esta noche. Le he dicho que si quería venir a cenar y le ha parecido perfecto, si tú quieres, claro".

- "Bueno, imagino que no pasa nada si viene. Como quieras tú, cariño".

 - "Vale, ya le digo que sí".

 Me quedé muy extrañado, y más al ver que ella se sentía bastante violenta con todo, pero más tarde cuando abrí mi correo me di cuenta de lo que sucedia. Ricardo iba a venir a cenar, a nuestra casa...

 Transcurrió la tarde con cierto nerviosismo por parte de mi mujer, y excitación por mi parte, aunque aquello me parecía realmente exagerado.

 Sobre las ocho, Marina se fue a la ducha y estuvo una hora dentro. Yo lo había hecho antes. Salió de la ducha completamente vestida y no pude por menos que mirarla detenidamente. Llevaba un vestido negro de tirantes y se notaba que no usaba sujetador, aunque trataba de disimularlo. Unas sandalias de tacón negras. No llevaba bragas, aunque eso no lo supe hasta más tarde...

 Nos fuimos a la cocina a preparar la cena, unos entremeses y algo para picar. A eso de las diez llamaron a la puerta. Era Ricardo, que trajo una botella de vino y se presentó como un compañero de colegio de Marina.

 Nos sentamos en la mesa, que ya estaba preparada. Yo en una punta, Marina en el centro y Ricardo en la otra punta. Abrí la botella de vino y lo serví. Estuvimos hablando un rato de banalidades. Mi mujer estuvo incómoda todo el rato, sobre todo cuando Ricardo, disimulando muy poco, le metía la mano por debajo de la mesa, imagino que tocándole el coño mientras yo disimulaba haciendo ver que estaba distraído. Podía escuchar el chapoteo de los dedos de Ricardo en el coño de mi mujer y cómo ella trataba de disimular también.

 Acabamos de cenar y Marina dijo que iba a lavar los platos y recoger la mesa. Ricardo se ofreció a ayudarla y yo me hice el borracho, diciendo que la bebida me había sentado mal. Me quedé sentado en el sofá unos minutos, escuchando el CD de música que estaba deliberadamente alta. Me levanté sigilosamente, dirigiéndome a la cocina y mirando a través de una ventana. Marina estaba arrodillada, con la parte superior del vestido por la cintura. Podía ver su espalda desnuda. Ricardo le tenía agarrada la cabeza y estaba follándole la boca. Instintivamente empecé a tocarme mientras veía a mi mujer tragando polla. Después la hizo ponerse a 4 patas, en el suelo, y se la metió de golpe por el culo. No es que lo viese, pero la puta de mi mujer no pudo evitar gritar cuando la sintió dentro. Sus tetas chocaban una contra la otra mientras Ricardo, en cuclillas, detrás de ella, la embestía sin piedad, con rudeza, llamándola puta y zorra.

 Escuché perfectamente desde mi escondite en la ventana sus palabras:

 - "Ahhhh... Síii, me corro, puta, mueve el culo de zorra o te lo partiré... Ahhh, síiii, yaaa... toma leche, zorrón, ahhh".

 Marina se quedó quieta mientras Ricardo le llenaba el culo de leche. Él se levantó y mi mujer hizo lo mismo, toda colorada.

 Volví al sofá rápidamente, poniéndome una manta por encima y haciéndome el dormido. Llegaron de la cocina, mi mujer caminando con dificultad y Ricardo sonriente.

 - "Vaya, el cornudo de tu marido se ha quedado dormido, pobrecito. Ahora quítate ese vestido de señora decente y quédate en tacones como la puta que eres".

 - "Pero Ricardo, mi marido está aquí, ¿y si se despierta?".

 - "Si se despierta, verá a la zorra con la que se casó tal y como es. Ahora desnúdate".

 Marina dejó caer el vestido al suelo y después lo recogió, quedándose desnuda.

 - "Ahora recoge la mesa, ramera, y sírveme una copa de whisky o algo parecido mientras mi polla se pone a tono otra vez".

 Mi mujer empezó a recoger la mesa desnuda. Sus tetas se balanceaban mientras caminaba de un lado al otro y de su culo iban saliendo regueros de semen. Yo estaba excitadísimo, con los ojos entreabiertos. Ricardo degustaba la copa que mi mujer le había servido.

 - "Ven aquí, puta, ahora me vas a lamer el ojete, que ya sabes que me gusta".

 - "Aquí no, Ricardo, por favor, está mi marido, vamos a la habitación".

 Ricardo se levantó y le dio un par de bofetadas en las tetas, muy sonoras, y Marina gritó.

 - "¿Quieres más, puta?".

 Ricardo se apoyó en la silla y mi mujer se arrodillo de nuevo, mirándome de reojo para ver si seguia dormido. Le bajó los pantalones y los slips y metió su lengua entre las nalgas de Ricardo, imagino que lamiéndole el ojete.

 - "Ahhhh... qué bien comes el culo, puta, esa lengua tuya me encanta. Métela toda y lame los huevos también, ¡dales las gracias por la leche que te dan!".

 Mi mujer continuaba lamiendo, pasando del culo a los huevos y otra vez al culo mientras Ricardo gemía sin parar.

 - "Mmmmm... ¿ves cómo se están llenando otra vez? Me la estás poniendo dura, zorra, no pares".

 Marina seguía lamiendo huevos y culo, sus pezones estaban duros como piedras y mi polla a punto de estallar.

 - "Ahhh... pídele a tu macho que te folle ese coño de zorra".

 - "Por favor, fóllate mi coño de zorra, ya sabes que me gusta que lo hagas, llénamelo de leche".

 - "Muy bien, puta, siéntate en mi polla, mirándome a la cara, quiere ver cómo botan esas ubres mientras te la clavas".

 Ricardo se sentó en la silla con su polla dura erecta, Marina se levantó y se acopló en la polla de Ricardo, bajando despacio hasta que la tuvo toda metida. Apoyó sus tacones en el suelo y empezó a subir y bajar, a cabalgar aquella polla, agarrada al cuello de Ricardo, que aprovechaba para amasar sus tetas y besarlas, morderlas y chuparlas.

 - "Ahhhhhhhh... así, puta, clávatela toda, ¡qué tetas que tienes, me vuelven loco! ¡y tu coño de zorra también! Sigue, cabalga...".

 Marina seguía cabalgando la polla, ahora gimiendo como una perra, mientras sus tetas botaban sin parar, hasta que empezó a hacerlo más deprisa y se corrió.

 - "Síii.... puta, asíii, córrete así y no pares, que te voy a llenar pronto".

 Le agarró las tetas y la obligó a quedarse quieta mientras los chorros de semen inundaban el coño de mi mujer.

 - "Mmmmmm... qué buena puta eres, ahora límpiamela antes de irme y dile a tu marido que la cena ha sido estupenda, pero el postre ha sido lo mejor".

 Mi mujer se arrodilló y se puso a chupar la polla de Ricardo, lamiendo las últimas gotas de semen que aún salían.

 - "Anda, ahora acompáñame a la puerta de abajo, que me voy a ir".

 - "Bien, espera, que me pongo algo".

 - "¿Te he dicho yo que te pongas algo, furcia? Solo es un piso de bajar y subir, así que procura no hacer ruido con los tacones, total, no creo que los vecinos no sepan lo zorra que eres".

 Totalmente colorada le acompañó abajo, escena que no pude ver pero que intuyo fue muy humillante para ella, aunque eran ya más de la una de la madrugada.

 Escuché el ruido de la puerta cerrándose y a mi mujer entrando. Se acercó a mí para comprobar que seguía dormido, o eso creía ella, y después se fue a nuestra habitación.

 Esperé un tiempo prudencial, una hora más o menos, y fui a la habitación. De nuevo estaba allí, semidesnuda, con los pezones empitonados y un olor a semen que empezaba a ser su perfume. Saqué mi polla y empecé a masturbarme de nuevo, recordando lo que había visto esta noche. Apunté mi polla a sus pies (soy un fetichista) y se los llené de leche en una de las mejores corridas que he tenido nunca. La dejé así y me acosté a su lado, intentando coger el sueño. Email.

 

 

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