Pasaron
varios días desde el encuentro de Ricardo con mi mujer. En ocasiones,
después de cenar y viendo la tv, notaba que ella quería decirme algo,
esa sensación de culpabilidad y nerviosismo a la vez, pero en ningún
momento se atrevió a contarme nada. Por otra parte, empecé a notar
algunos pequeños cambios en sus hábitos, digamos que cuidaba más su
manera de vestir, se maquillaba con más asiduidad y cosas de ese tipo,
algo que por llevar mucho tiempo juntos no pasaba desapercibido.
Yo por mi parte mantenía el contacto con Ricardo vía email, mensajes en
los cuales me contaba lo mucho que había disfrutado del cuerpo de
Marina, lo zorra y puta que era y las ganas que tenia de una nueva cita
para darle polla otra vez. Cada mensaje que recibía era motivo de una
paja, recordando lo que pude ver y excitándome mucho con aquellas
palabras.
Unos días después, recibí un correo de Ricardo, el cual abrí con la
excitación habitual. El mensaje me decía: "Se lo he enviado a Marina
hace una hora" (ella estaba en su trabajo), y me adjuntó la copia de la
conversación:
- "Hola Puta. ¿Cómo tienes el culo? Supongo que cerradito otra vez. Me
encantó abrírtelo y llenártelo de leche. Imagino que te habrás
masturbado pensando en mi polla. Te he enviado un paquete con unas
cositas y una nota con una dirección. El próximo viernes a las 10 de
la noche estarás allí sin falta. Prepara una buena excusa para el
cornudo de tu marido porque pasarás la noche conmigo. ¿Entendido
golfa?".
Mi mujer contestó ese mensaje con un simple Sí.
Ricardo me explicó que la caja contenía una minifalda de cuero de color
negro, no exageradamente corta, unas medias negras de rejilla, un top
algo escotado de color negro, unos ligueros y un tanga y finalmente
unos zapatos de tacón, estilo plataformas. En la nota había una
dirección y la orden de pintarse los labios y las uñas de manos y pies
de color rojo fuego. Era finales de Septiembre, y aunque no hacía el
calor veraniego típico, tampoco era para ir con chaqueta, aunque
Ricardo le dio la opción a mi mujer de llevar un abrigo.
Esa noche llegó mi mujer a casa con una caja bastante grande, que
rápidamente metió en su armario, diciéndome que eran unas cosas del
trabajo, y que además el viernes tenía que terminar unas cosas
importantes para que el lunes estuviesen preparadas. No lo dijo muy
convencida y se le notaba totalmente la mentira en su cara y el
nerviosismo que tenía, pero no quise insistir en el tema, dado que
sabía la verdad.
Lo siguiente es lo que Ricardo me explicó mediante correos que me envió el
domingo, dado que esta vez no me dio la opción de ver nada.
La cita fue en un céntrico hotel de la ciudad. Mi mujer acudió en un taxi,
vestida y maquillada como le había pedido, pero llevando un abrigo
largo. Ricardo la esperaba en la puerta del hotel, la saludó y le dijo
que entrase con él a tomar algo en el bar de ese hotel. Una vez dentro,
se sentaron en la barra del bar, diciéndole Ricardo que se quitase el
abrigo, cosa que mi mujer hizo no sin antes ponerse totalmente
colorada. Sentía las miradas de la gente que había en el interior
mientras intentaba disimular, bebiendo lo más rápidamente posible la
copa que había pedido. Ricardo se dedicó a decirle cosas subidas de
tono mientras disfrutaba con esa situación:
- "Pero qué puta eres, Marina, te están mirando todos, desde el camarero
hasta ese señor gordo de aquella mesa. Estoy seguro de que piensan que
eres una profesional, con esos labios rojos y esa pinta de puta que
tienes con la ropa".
Ricardo se pidió otra copa, comiéndose con la mirada a mi mujer y
diciéndole al oído:
- "Tú ya tomarás una copa de mi leche pronto, zorra".
Acabó la copa y cogió a mi mujer de la mano, llevándola hasta la recepción
del hotel para pedir las llaves de la habitación que había alquilado.
Subieron a la habitación y entraron.
- "Ponte de rodillas, zorra, y quítate ese top. Quiero ver cómo se mueven
tus tetas mientras te follo esa boca de golfa".
Marina se arrodilló y, levantando los brazos, se quitó el top, quedando
sus grandes pechos al descubierto, con sus pezones totalmente erectos.
Ricardo desabrochó el botón de su pantalón, bajándose la cremallera y
sacando su polla que en esos momentos no estaba dura aún. La paseó por
la cara de mi mujer, rozándole los labios mientras la miraba
arrodillada con sus pechos al aire. Después puso la punta de su polla
en la boca de mi mujer, que instintivamente y sin rechistar abrió en su
totalidad. Ricardo la empujó y agarró la cabeza de Marina, empezando un
mete y saca. Cuando él veía que Marina se atragantaba, la dejaba
respirar un momento y la volvía a embestir, haciendo que la saliva de
mi mujer fuese empapando no solo su polla, sino el suelo y sus tetas.
Ricardo siguió así hasta que sus huevos explotaron y empezaron a sacar
la leche dentro de la boca de Marina.
- "Ahhhhhhhh... sí, así, ¡traga leche puta, toma tu ración!, ahhhhhhhh...
no pares de tragar... ahhhhhhh".
Mi mujer, obligada por las manos y por la polla que tenía dentro, se tragó
todo el semen hasta que Ricardo sacó la polla de su boca, soltándole la
cabeza.
- "Ya sabes que tengo que descansar unos minutos para ponerme a tono,
zorra. Desnúdate por completo, súbete a la cama y ábrete de piernas
para que pueda ver bien tu coño de casada, eso me ayudará.
Marina se puso de pie, desnudándose. Acto seguido se subió a la cama y
abrió sus piernas para Ricardo, enseñándole su coño, sin decir palabra
alguna.
- "Muy bien, golfa, veo que hoy estás más predipuesta. No voy a necesitar
atarte. Dime, ¿Quién es tu macho?".
Mi mujer no contestaba, y Ricardo se levantó, empezando a sacarse el
cinturón del pantalón, y entonces Marina contestó rápidamente:
- "Tú, Ricardo".
- "¿Yo qué, puta?".
- "Tú eres mi macho".
- "La próxima vez que te pregunte algo y no contestes, te azotaré hasta
que llores, y después te llevaré vestida como has venido a la calle a
ofrecerte como una puta. ¿Entiendes?".
- "Sí".
- "Bien. Ahora dile a tu macho lo que eres y pídeme que te folle ese coño
de casada".
Tras titubear unos segundos, le dijo:
- "Soy una puta, Ricardo, una zorra. Por favor, folla mi coño de casada y
llénamelo de leche".
Ricardo sonrió y se puso entre las piernas de mi mujer. La miró y empezó a
meter su polla en el coño de Marina, que gimió al sentir la
penetración. Se la estuvo follando por el coño y por el culo varias
veces, eso sí, tras descansar después de cada follada.
Mi mujer llegó el sábado sobre las nueve de la mañana. Yo me hice el
dormido y pude ver cómo se desnudó y se metió en la cama, quedándose
dormida casi al instante. Tuvo la prevención de cambiarse de ropa para
venir, pero esta vez, al no ducharse, el olor a semen que su cuerpo
desprendía se notaba. Olí sus bragas por encima y mi polla se puso
erecta. Sabía que estaba llena de semen, sabía que aquellos agujeros
habían sido follados toda la noche. Su boca olía a polla y a semen. Lo
único que pensé es que verdaderamente era toda una zorra, cosa que me
confirmó Ricardo con sus correos.
Había
sido infiel por un chantaje, es cierto pero ahora parecía estar
disfrutando de otra polla, deseándola, y no le importaba mentirme para
que se la follen o ir vestida como nunca se atrevería conmigo. No
termino ahí, pero eso es otra historia...
Email.
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