Este
es mi primer relato, una historia verídica de cómo me di cuenta de que
me gustaba ver o saber que mi mujer se acostaba con otros hombres. Mi
mujer Alba tiene 34 años y un cuerpo escandaloso, además de guapa, se
cuida mucho y trabaja muchísimo su cuerpo. Por mi parte también me
cuido mucho y practico mucho deporte.
Todo empezó con un viaje que hicieron mi mujer y algunas amigas suyas del
gimnasio para una actividad de fin de semana, algo totalmente normal a
lo que yo no le daba ninguna importancia. Adelantaros que cuando lo
hacía con mi mujer, en los momentos que más caliente estábamos le decía
lo buenísima que estaba, el culo y el chochito que tenía y cómo ese
cuerpo se merecía que más hombres lo probasen. Siempre hemos sido
bastante calientes en la cama, pero no dejaban de ser simples juegos
del momento.
Ella volvió del viaje y todo continuaba normal, con una excepción: ella
empezaba a estar más pendiente del móvil que de costumbre, pero en
aquel momento yo no le echaba cuenta.
En la cama era más ardiente conmigo y me decía y me provocaba diciéndome
lo cochino que era y que un día se acostaría con otro, y a mí eso me
ponía muchísimo y le insistía, claro que no lo decía de verdad, pero en
el momento me ponía.
Pasaron los meses en los que el sexo con mi mujer iba cada vez más fuerte,
ella me picaba y yo le decía lo bueno que sería que se la metiese otro
hombre y se le corriese dentro, lo guarra que era y que a ella le
gustaría que fuese a pelo. A pesar de tener los orgasmos más fuertes
que tuvimos hasta la fecha, ella continuaba más y más con el móvil,
cosa que empezaba a no hacerme gracia. Eso, sumado a todo lo que nos
decíamos y yo la provocaba, me hizo pensar en algo más.
Ella tenía desde hace tiempo planificado y reservado otro viaje con una de
sus amigas para otra actividad deportiva, pero la semana que les tocaba
irse su amiga decidió no ir y mi mujer se fue sola. No diré la
actividad para no dar muchos datos, pero ya allí varios de ellos de
otras ciudades se conocían de quedadas o competiciones. Llegó de ese
fin de semana muy cariñosa como de costumbre, continuábamos los juegos
y yo seguía provocándola, pero un día de casualidad mientras iba a
ducharse dejó el móvil sin el bloqueo y un poco por morbo, sospecha y
varias cosas más, le abrí su WhatsApp.
No podéis imaginar el vuelco que me dio el corazón al leer la conversación
con un amigo suyo en la que solo se hablaba de sexo, de las veces que
imaginaba y recordaba aquel fin de semana, de lo bien que follaba... y
él diciéndole a ella mil cosas más. Quería que me tragase la tierra,
pillé un cabreo monumental, pero al mismo tiempo estaba excitado, la
polla totalmente empalmada, imaginaba cómo sería ese tío, me dolía y a
la vez me excitaba.
Esa noche estuve muy rallado, empecé a hacerle preguntas de si hablaba con
otro o si le gustaba otro, ella me decía que algún amigo, yo iba
metiéndole más y más presión para que saliera de ella y para mi
sorpresa, poco a poco me iba diciendo cada vez más cosas. ¿Podía
considerar eso cuernos si me lo iba diciendo?
Durante todo este proceso de asimilación tuvimos varias discusiones
fuertes, pero después de ellas me la imaginaba y me ponía mucho, cada
vez me ponía más y me enfadaba menos, poco a poco todo se fue calmando.
Me contó cómo lo conoció el primer fin de semana que se fue, cómo
estuvieron por la tarde hablando, por la noche en el hall del hotel,
cómo él la acompañó a su cuarto y le comió la boca en el ascensor, cómo
se enrollaron en la cama, aunque se sentía mal y no hizo nada más.
En su segundo viaje, después de ganar seguridad con ella misma, con él y
animada por nuestras fantasías sexuales, decidió ir a todas. Además de
todo el sexo que hacía conmigo se masturbaba con él mucho por el
WhatsApp, se enviaban fotos, vídeos, corridas, etc.
Me llegó a contar cada íntimo detalle cuando lo hacíamos, disfruté
muchísimo todas esas noches con ella, cada vez quería más y le decía
que eso un día lo tenía que ver yo, que tenía que ver cómo se acostaba
con otro. Estaba cayendo en un mundo nuevo para mí, el sexo era el
mejor que habíamos tenido nunca.
Me contó que habían pedido una habitación para los dos. Nada más llegar
ella por la tarde él la fue a recoger abajo del hotel, ya estaba
registrado. Pasaron a la habitación y él no pudo contenerse de empezar
a besarla...
Os contaré ahora cómo fue más o menos su primera noche y cosas que me
decía ella al rememorarlo, esa fue su primera experiencia de alguna que
otra más que ya os narraré.
Él llevaba una camisa blanca y unos vaqueros ajustados. Ella llevaba un
vestidito a media altura con medias, una blusa con un jersey y tacones
medios, bastante elegante. Mientras se besaban él le quitaba al jersey
dejándola sola con la blusa, ella le agarraba el pelo mientras lo
besaba y le cogía la espalda. Mi mujer lo sentó en la cama y empezó a
desabrocharle el cinturón, quitó uno a uno los botones de su pantalón y
metió la mano en su bóxer mirándolo a los ojos. El tío estaba
empalmadísimo. Ella dice que iba despacio y disfrutándolo para
recordarlo. Su polla no era muy larga pero dice que la tenía gordísima
y súper dura. Empezó a frotarlo por dentro del bóxer sintiendo lo
mojada que la tenía, su líquido preseminal manchaba la mano de ella y
eso le encantaba.
Se la sacó y mientras lo miraba a la cara, empezó a masturbarlo. Él le
decía mientras ella lo masturbaba cómo se la iba a follar, que en breve
sentiría todo eso dentro de ella. Alba lo masturbaba cada vez más
fuerte mientras él metía la mano por la blusa y le tocaba los pezones.
Mi mujer estaba a mil y se la acercó a la boca, empezó a darle con la
puntita de su lengua en su glande, saboreando su líquido preseminal.
Dice que la tenía muy limpia (ella es bastante escrupulosa para eso).
Cuantos más detalles me daba cuando nosotros lo hacíamos, más me gustaba y
más me ponía. Llegó a chupársela entera, con sus labios, acariciándola
con los labios mientras él se follaba su boquita (eso me ponía).
Después él empezó a masturbarla, le quitó las medias y apartó su
tanguita al lado, le metió hasta tres dedos muy adentro, ella estaba
totalmente empapada y le encantaba sentir sus dedos entrando y
saliendo. Todo esto me lo contó alguna vez con el mismo tanguita y la
misma falda que llevaba aquella vez y mientras lo hacíamos.
Él la levantó a peso y la sentó en el escritorio del hotel, le separó las
piernas, y puso su tanguita a un lado, me contó cómo se la rozaba con
su miembro sin metérsela, cómo se agachaba para lamérselo y después la
volvía a rozar. ¡Me encantaba que me contase cada detallito! Estuvo
como 10 o 15 minutos rozándole con la punta y chupándole, ella le
agarraba el pelo y gemía mientras lo hacía.
Todavía tiene guardado el recuerdo de cómo empezó a metérsela, notaba la
presión de ese capullo tan gordo a pesar de estar totalmente empapada.
No le llegaba a hacer daño al fondo, pero no paraba de repetirme lo
gorda que era. Cuando la sacaba él se la apretaba y sacaba una gota
mientras le decía: mira cómo la dejo dentro tuya. Esto a ella le ponía
muchísimo y le decía que la follase muy fuerte. Cuando él la metió
hasta el fondo, ella pegó un gemido súper intenso de placer. Toda
aquella polla con la que tanto había fantaseado y se había masturbado,
por fin dentro suya. Mientras me contaba su experiencia (cada día me
daba más detallitos) yo le decía lo puta que era, y cómo me ponía
chuparle o metérsela donde había estado otro.
Uno de los días mientras se lo chupaba me dijo que lo dejó correrse dentro
(ella toma píldora). Eso me puso mucho. Mientras, ella me decía:
chúpamelo, ¡te gusta ehhh saber que le han dejado el semen dentro a tu
Alba!
Ella cada vez cogía más confianza cuando lo hacíamos y me decía cabrón,
cornudo y mil cosas más que a mí me encantaban. Me ponía y me pone
mucho chupárselo o follarla mientras me dice cuando le han dejado la
leche dentro. Me contó que cuando volvió y lo hicimos, ella aún tenía
su boca impregnada de su saliva y de su semen. Y aunque se duchó, sus
restos estuvieron en contacto con mi boca y mi polla. Me contaba como
se besaban, cuantas veces lo hacían, etc.
Ese fin, echaron como 9 polvos de viernes a domingo. Ella le dio su
culito, que no imagináis lo redondito que aún lo tiene. La primera vez
que él se corrió dentro la cantidad fue brutal, ella se había corrido
tres veces ya y notaba sus espasmos dentro, tensándola cada vez que
salía cada borbotón en su interior. Después la sacó y cuando ella
escurría el semen, él lo recogía con su glande y lo volvía a
introducir. Finalmente, Alba se la chupó de nuevo para dejársela bien
limpita.
Durante todo este proceso de enterarme de cada detalle y toda esa
experiencia con todo lujo de detalles, perdí la rabia que me provocó
aquello y me di cuenta de que aquello me encantaba. Me gustaba imaginar
a mi mujer y follármela después de que ella follase con otros, ella es
mucho más ardiente, todos los días tiene ganas y siempre encontramos
situaciones nuevas y nuevas fronteras.
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