Somos
un matrimonio de 38 años de Jerez de la Frontera (Cádiz) que al igual
que todos los españoles, vivió con gran expectación e ilusión la final
de la Europa 2012, en la que España como todos sabéis ganó, demostrando
ser la mejor selección de fútbol del mundo. En este relato yo me haré
llamar Fernando y mi esposa Cristina. Son nombres falsos, no queremos
dar los verdaderos nombres por motivos obvios.
Nos
casamos hace 15 años y lo de ser cornudo me empezó a dar morbo hará
cosa de 10. Cristina es muy cachonda pero nunca nos habíamos planteado
en serio hacer realidad mi fantasía hasta finales del año pasado. El
primer paso era encontrar al chico adecuado, un chico que le gustase a
Cristina, y lo encontramos bastante pronto a través de la
sección de contactos de MorboCornudos.
Es
el típico tío cachas, con un cuerpo muy cuidado y muy guapo de cara, de
27 años y de Sevilla. En el relato le llamaremos Daniel. Después de
varios meses intercambiando correos para conocerlo lo mejor posible,
quedamos con él la noche de la final de la Eurocopa para ver el partido
juntos en casa. Nos pareció una buena ocasión para vernos por primera
vez en persona, ya que la gente suele reunirse en las casas para ver
estos partidos juntos y su compañía nos pareció la más adecuada.
Llegó
sobre las 20 horas y tras las presentaciones y saludos, nos sentamos en
el sofá a conversar sobre temas variados y de actualidad, mientras
bebíamos unas cervezas y picábamos jamón y queso.
Cristina
llevaba un vestido cortito y sujetador y tanga como ropa interior, es
decir no iba vestida en plan puta, pues preferíamos una situación
natural, por eso iba vestida como un día cualquiera, no queríamos que
llegara Daniel y la encontrara como una prostituta, no nos daba morbo
crear una situación demasiado ficticia (aunque en el fondo Cristina es
una grandísima puta en la cama, por supuesto).
Cerveza
tras cerveza comenzó el partido y el golazo de David Silva lo
celebramos con otra ración de jamón de pata negra que yo corté con
esmero en la cocina. Al volver al salón Cristina estaba sentada junto a
Daniel, habían aprovechado mi ausencia para sentarse uno al lado del
otro (anteriormente Daniel y yo estábamos sentados juntos y Cristina en
otro sofá diferente).
La
cosa parecía que iba viento en popa, seguíamos charlando animadamente y
cuando Jordi Alba marcó el segundo, saltamos todos de alegría y yo con
mi torpeza habitual le di un golpe a la mesa y tiré las cervezas y el
plato de jamón al suelo. Cristina fue a la cocina por unos trapos y la
escoba y puso orden a mi estropicio.
Estábamos
asados de calor, en Jerez de la Frontera pega el calor con mucha fuerza
en estas fechas y el aire acondicionado lo tenemos averiado, así que en
el comienzo del descanso Cristina nos dijo que no aguantaba más, que
iba a darse una ducha y a ponerse un bikini (curioso que en vez de
quedarse en ropa interior decidiera ponerse un bikini, aunque en
realidad es lo mismo ya que se trata de un bikini muy sexy y con la
parte de abajo tipo semi-tanga, de esos que están ahora de moda).
Daniel
entonces aprovechó para decirme que Cristina le gustaba mucho, que
estaba muy buena y le daba bastante morbo. Por cierto, todavía no os he
dicho como es físicamente así que os la describo a continuación: Mide
1,65, tiene el pelo muy negro, liso, la melena le llega un poco más
abajo de los hombros. No está ni gorda ni delgada. Su cara es
redondita, con ojos negros, algunas pecas (muy pocas) y boca de tamaño
medio, con labios tirando a gruesos. Tetas de la talla 90, o sea unas
tetas de buen tamaño aunque no enormes. Sus pezones son grandes y las
aureolas enormes y muy oscuras. El coño lo lleva muy bien cuidado, se
lo afeita frecuentemente aunque no del todo, ya que no nos gustan los
coños totalmente depilados. Su culo es muy pronunciado, tiene la forma
perfecta.
Al
comienzo de la segunda parte del partido fui a la cocina a preparar
tres gin-tonics y al volver al salón, Cristina estaba sentada sobre las
piernas de Daniel, que la agarraba por la cintura con una mano y la
otra mano la tenía cerca de una de sus tetas, un poco más abajo.
Un
rato después, Daniel se quitó la camiseta argumentando que tenía mucho
calor, y mi mujer lo animó a quitarse también el pantalón, cosa que
hizo de inmediato, quedándose con los slips. Ella se volvió a sentar
sobre sus piernas y ahora podía notar con más precisión el bulto de su
polla rozando su culo. Cuando nos mandó fotos de su polla por primera
vez, mi mujer quedó alucinada. Una gorda y larga polla, mucho más
grande que la mía y más bonita.
Estaban
cada vez más acaramelados, Daniel de vez en cuando le daba besitos en
la espalda y en el cuello y cuando Fernando Torres metió el tercer gol,
introdujo una de sus manos por dentro del bikini y le agarró un teta.
Mientras comentábamos el gol y hablábamos del partido, siguió con la
mano dentro, manoseando la teta, y poco después hizo lo mismo con la
otra. También hacía leves movimientos con la cintura para que Cristina
notara mejor su polla, y ella también hacía movimientos con el culo.
Quedaban
pocos minutos para que finalizara el partido, la Eurocopa ya estaba
ganada y de repente, cuando parecía que era imposible humillar más a
los italianos, ¡Juan Mata marcó el cuarto gol! Yo me levanté del sofá,
me puse a gritar y Cristina aprovechó para quitarse la parte de arriba
del bikini. Entre risas y euforia se puso a dar saltos, y sus tetas le
botaban completamente libres.
Acto
seguido se volvió a sentar sobre Daniel, el cual sin reparos se las
agarró bien agarradas y le empezó a comer la boca a tope. Se dieron un
morreo impresionante mientras él le manoseaba las tetas y le estimulaba
los pezones. Yo entonces fui de nuevo a la cocina, para preparar otros
gin-tonics, y al volver ella estaba con la polla de Daniel en la mano,
la tenía bien agarrada y lo pajeaba suavemente. Se seguían besando y él
tenía una mano por dentro de la parte de abajo del bikini, le estaba
acariciando el coño mientras que con la otra mano seguía magreándole
las tetas.
Ver
a mi mujer con ese rabo en la mano me provocó una sensación de morbo
indescriptible, mi sueño se estaba haciendo realidad. Y es que, amigos
de MorboCornudos.com, ver a tu esposa con las tetas fuera, besándose
con otro hombre y agarrando un enorme pollón es una experiencia que no
se puede contar con palabras, hay que verlo para saber lo que se
siente. Es sencillamente maravilloso.
Terminó
el partido y empezaron a escucharse cientos de coches pitando y gente
celebrando la victoria, bandera española en mano. Lanzaban cohetes y
fuegos artificiales, y nosotros en nuestra casa nos disponíamos a
celebrar la victoria de una forma muy morbosa y excitante. Daniel se
quitó los slips y se quedó desnudo, y mi mujer se tumbó en el sofá y
levantó las piernas para que él le quitara la parte de abajo del
bikini. ¡Ambos quedaron totalmente desnudos!
Cristina
hizo comentarios sobre el pollón de Daniel. Mientras sostenía el rabo
en la mano, comentaba lo grande y bonito que era, y lo bien depilado
que estaba. Dirigiéndose a mí me decía : "Es enorme, ¿verdad, cariño?".
Yo asentía y le daba la razón, por supuesto.
Acto
seguido le dijo a Daniel : "Daniel, ponte de pie al lado de mi marido,
para que pueda verte bien, para que vea con detalle el cuerpazo que
tienes y la buena polla que te gastas. Muéstrale a mi marido lo que es
una polla de verdad".
Yo
estaba sentado en uno de los sofás, Daniel se acercó a mí y permaneció
de pie a mi lado, para que pudiera observar su cuerpo de auténtico
macho. La polla quedaba a escasos centímetros de mi cara. "¿Le quieres
dar una chupadita?", comentó entre sonrisas Cristina. La verdad es que
de buena gana me hubiera metido su polla en la boca (y os juro que
nunca me he masturbado pensando en hombres, y ni siquiera soy
bisexual), pero preferí dejar eso para otra ocasión y que fuera mi
mujer la que en exclusiva disfrutara de la herramienta de nuestro
amigo.
Cristina
se levantó, se dirigió hacia Daniel, lo abrazó y le comió la boca con
pasión. Polla y coño estaban pegados. Como Daniel estaba ya empalmado,
su polla estaba hacia arriba y lo que estaba pegado al coño de mi mujer
eran los huevos. Ella después lo empezó a pajear, muy cerca de mí, para
que yo lo viera bien. Él le agarraba el culo.
Mientras
tanto, en la televisión, Sara Carbonero le hacía una entrevista a uno
de los jugadores de la selección. "Menuda cara de zorra tiene esta
tía", comentó Cristina refiriéndose a ella. "Debería dedicarse al cine
porno", añadió Daniel. "A lo que debería dedicarse esta guarra es a la
prostitución, cojones", sentencié yo, y rompimos a reír a carcajadas.
Cristina
tomó el brazo a Daniel y tiró de él para llevarlo a nuestro dormitorio,
y hacia allí se dirigieron, sin decirme a mí nada y sin invitarme a
participar. Pero cuando iban por la mitad del pasillo, pararon,
Cristina me miró y me dijo: "Nosotros vamos a celebrar la victoria de
la selección, ¿te vienes o te quedas ahí?". "Ir vosotros, ir vosotros
que ahora voy yo, voy a servirme otro pelotazo", comenté algo confuso y
nervioso, sin saber muy bien cómo actuar.
Ver
a mi mujer de la mano de otro hombre dirigirse a nuestro dormitorio me
puso la polla más dura de lo que ya la tenía. Escuché unas risitas. Tal
vez estaban hablando de lo gilipollas que era yo, o de lo pequeña y
lamentable que era mi polla comparada con la de Daniel.
En
la cocina me serví un nuevo gin-tonic mientras escuchaba las voces de
mis vecinos a través del patio, hablando en voz alta y gritando,
celebrando la victoria de nuestra selección. Escuché también el sonido
de puertas cerrándose, seguramente de gente que abandonaba sus hogares
para unirse a la fiesta callejera. Ellos celebrarían la victoria
bandera en mano, y yo polla en mano.
De
repente, unos escandalosos gritos de placer provenientes del dormitorio
hicieron temblar mi mano, tanto es así que se me cayeron al suelo los
hielos que iba a depositar dentro del vaso, debido a la sorpresa y al
nerviosismo. No podía creer que ya estuvieran en plena acción, follando
como locos. Estaba claro que Cristina y Daniel no perdían el tiempo
allí dentro. Sin embargo, Cristina nunca acostumbra a gemir tan fuerte,
si bien es cierto que no es precisamente una mujer silenciosa. Pero sus
gritos y gemidos no eran normales, nunca la había oído gemir de esa
forma.
Le
pegué dos o tres tragos al cubata y me dirigí hacia la puerta del
dormitorio. Sorprendentemente, no estaban follando, estaban haciendo un
69, y los gritos de Cristina eran provocados por la lengua de Daniel,
el cual le comía el coño como un loco. Ella, debido a los gritos, no
conseguía mantener la polla de él en la boca demasiado tiempo, se le
salía debido a los gemidos. Yo me consideraba a mí mismo un buen
comedor de coños, pero estaba claro que me quedaba mucho por aprender,
pues nunca la había visto disfrutar tanto con el sexo oral. Estaba
claro que Daniel me superaba en todos los aspectos.
Cristina,
consciente de que no había podido corresponderle bien debido a los
gritos, le dijo a Daniel que se tumbara boca arriba para hacerle una
buena mamada. Él le dijo que no, que prefería ponerse de pie y que ella
se arrodillara, y así lo hicieron. Cristina, arrodillada en el suelo,
se tragaba hasta el fondo de la garganta la polla de su macho. De vez
en cuando se la sacaba para saborear sus buenos y jugosos huevos. Yo me
masturbaba contemplando la escena. A mí Cristina nunca me había comido
la polla con tanta pasión, parecía que estuviera poseída. Estaba
descubriendo una faceta de mi mujer que no conocía. ¡Estaba casado con
una auténtica guarra viciosa!
Nosotros
durante nuestros años de matrimonio siempre hemos disfrutado mucho del
sexo, ella es muy puta en la cama como decía al principio del relato, y
la polla me la chupa a las mil maravillas, pero con Daniel era
distinto. Con Daniel se comportaba como se comportan las actrices en
las películas, no sé si me entendéis. Le comía la polla de una forma
que no era normal. Parecía una profesional del sexo.
Pasados
unos minutos, Daniel le dijo que le quería follar la boca en la cama,
así que ella se tumbó y él le folló la boca como si de un coño se
tratara. Entonces, dirigiéndose a mí, Daniel me ordenó : "¡Cómele tú el
coño y el culo mientras yo le follo la boca, cornudo! Prepárame bien
los agujeros de esta pedazo de puta para que me la folle bien follada,
¡lubrícala con tu lengua, cornudo!". Y así lo hice. Me acerqué y, con
las rodillas en el suelo y la cabeza a la altura de su coño y culo,
empecé a chuparle ambos orificios con devoción, mientras Daniel le
seguía penetrando la boca con rápidos movimientos.
Yo,
mientras le introducía la lengua, me masturbaba, y estaba tan caliente
a esas alturas que estaba a punto de correrme. "Oye, yo estoy casi a
punto eh, voy a tener que parar", comenté. "Lárgate de aquí y déjanos
solos, maricón", me espetó Cristina. "Que te largues de aquí ya,
cojones. Vete fuera de la habitación a correrte y no entres hasta que
acabemos", añadió Daniel. "Este tío no vale ni para comerte el coño,
Cristina", escuché que le decía Daniel a mi mujer mientras yo
abandonaba la habitación. Me dirigí al aseo y eyaculé dentro del water.
Debo mencionar que yo suelo tener bastante aguante, pero esta situación
me superaba. Ver a un tío follarle la boca a mi mujer era algo
morbosísimo, algo que había imaginado miles de veces y lo cierto es que
la realidad estaba superando todas mis expectativas. Ni en mis mejores
fantasías pensé que sería tan excitante.
Después
de correrme en el water fui a la cocina a beber agua y a intentar
tranquilizarme un poco, pero justo cuando estaba bebiendo me llamaron.
"Tráenos agua, cornudo, que tenemos sed", me dijo Cristina. Obediente,
les llevé una botella de agua fresca, de la que bebieron sentados en la
cama. "Danos un condón, Fernando. Están en el tercer cajón de la
izquierda", me indicó Cristina.
Les
entregué el condón y cuál fue mi sorpresa cuando Cristina me preguntó:
"¿Se lo quieres poner tú, cariño?". Una sensación de morbo recorrió mi
cuerpo al escuchar su proposición. Colocarle un condón a un tío para
que se follara a mi mujer era muy humillante y morboso, y no dudé en
decirle que sí. Ambos estaban tumbados en la cama y se empezaron a
comer las bocas mientras yo agarraba la polla de Daniel para ponerle el
condón. La polla de Daniel había bajado de tamaño debido a la pausa que
habían hecho, y mi mujer, con mirada pícara de nena traviesa me dijo :
"Prepárale la polla, cari, pónsela dura para que me folle bien".
Agarré
el pollón de Daniel y empecé a explorarlo con mi mano. Era la primera
vez en mi vida que tocaba el miembro de otro hombre, y la verdad es que
la sensación me encanto. Empecé a masturbarlo con una mano mientras con
la otra le acariciaba los huevos. Ellos, mientras tanto, se besaban
apasionadamente, y Daniel le acariciaba los pechos suavemente".
El
pollón de Daniel se puso duro como el acero y adquirió su tamaño máximo
gracias a la masturbación que yo le estaba proporcionando. La boca se
me hacía agua, quería meterme ese rabo en la boca y saborearlo como
minutos antes lo había hecho mi mujer, y justo cuando me disponía a
hacerlo, Daniel dijo : "Venga, tengo la polla a tope ya, ponme el
condón de una vez que me voy a follar a la puta de tu mujer".
Me
quedé con las ganas de hacerle una mamada, pero bueno, en otra ocasión
será, pensé. Le coloqué el condón y Cristina me dijo: "Ponte en la
puerta y míranos follar desde allí, cornudo".
Cogí
una silla, la puse en la entrada de la habitación, me senté y
cómodamente me dispuse a disfrutar, polla en mano, de uno de los
espectáculos más excitantes que un marido puede contemplar.
Daniel
le introdujo la polla en el coño sin contemplaciones y de forma muy
brusca, y empezó a penetrarla a toda velocidad, como una auténtica
máquina sexual. Es entonces cuando pude comprobar el verdadero
potencial del muchacho. Ella empezó a gritar de tal forma que daba
miedo escucharla. Menos mal que debido a la celebración de la Eurocopa
había mucho ruido en la calle así como en casa de los vecinos, porque
sino probablemente alguno hubiera llamado a la policía pensando que
allí se estaba cometiendo un crimen.
Juro
por lo más sagrado que nunca había visto (o mejor dicho, oído) nada
igual. Ni siquiera en las películas porno. ¡Un auténtico escándalo! Por
momentos empecé a asustarme un poco, la verdad, pues temía que le diera
un infarto a Cristina. Gemía como una loca y ponía unas caras
indescriptibles de placer.
Daniel
iba a lo suyo y se la seguía follando como un bestia mientras le
agarraba las tetas, le pellizcaba los pezones y le daba alguna que otra
hostia en la cara. En un momento dado, Cristina me miró con cara de
loca y me dijo a voz en grito: "¡Aprende maricón! ¡Aprende hijo de
puta! ¡Así es como se folla a una mujer, hijo de la gran puta! ¡Esto es
un hombre! ¡Esto es un hombreeeeeee! ¡¡¡¡Esto es un hombre, so pedazo
de cornudooooooooo!!!!".
Minutos
después, la hizo colocarse a cuatro patas, mirando hacia mí, y le
penetró el culo, primero lentamente, hasta ir aumentando la velocidad
de las embestidas poco a poco. Yo, sentado en una silla, me masturbaba
contemplando a mi mujer a cuatro patas, con las tetas colgando, mirando
hacia mí y con un joven macho de cuerpo perfecto detrás partiéndole el
culo. Daniel le daba azotes en el culo mientras la penetraba
salvajemente, le agarraba las tetas y en ocasiones le tiraba del pelo.
Ella seguía gimiendo y gritando sin parar, me insultaba e incluso me
lanzaba escupitajos.
Volvieron
a cambiar de postura. Daniel se tumbó y ella se colocó encima para
cabalgarlo. Ahora le tocaba moverse y esforzarse a ella, y demostrar
toda su valía como zorra, si es que le quedaba algo que demostrar en
ese sentido. Empezó a botar como si botara encima de una pelota y
Daniel le agarraba las tetas, acompañando el movimiento. En un momento
concreto, Daniel le escupió en las tetas y acto seguido le extendió con
las manos los escupitajos por sus tetas masajeándoselas, como si de
crema solar se tratase.
Yo
estaba a punto de correrme otra vez y no podía entender cómo Daniel
tenía tanto aguante, aunque en el fondo lo entendía perfectamente: él
era un macho de verdad, y yo un simple cornudo. Decidí hacer un stop en
mi paja para no correrme todavía. Quería reservar mi corrida para
cuando se corriera él, hacerlo los dos más o menos a la vez, ya que
sería el momento perfecto para eyacular, observando a Cristina siendo
regada por su leche.
"¡Me
he corrido por lo menos 8 o 9 veces!", dijo mi mujer gritando. Estaba
agotada, ya apenas tenía fuerzas para seguir cabalgando a su macho. Él
entonces la agarró por ambas axilas y la movió a su antojo arriba y
abajo, con fuerza y rapidez, demostrando de nuevo un estado físico
realmente excepcional.
"Dame
tu leche ya, Daniel. ¡Dale la leche a tu puta! ¡Quiero sentir tu leche
en mi cara!", le dijo cristina a su macho.
Daniel
la hizo tumbarse en la cama, le agarró ambas piernas, se las levantó y
la penetró a tope, casi hasta meterle los cojones dentro del coño.
Entonces, giró su cabeza, me miró y me dijo: "me voy a correr, cornudo,
¡me voy a correr en la cara de tu mujer!".
Me
agarré de nuevo la polla y comencé a masturbarme. Se acercaba el gran
final, y quería correrme justo cuando Daniel se corriera sobre
Cristina. "Agárrate las tetas, pellízcate los pezones y dime donde
quieres que me corra, puta", le dijo Daniel a Cristina.
"¡Córrete
en mi puta cara, Daniel. ¡Córrete en la cara de tu zorra! ¡Córrete en
mi puta caraaaaaa".
Ella
entonces se dirigió a mí y me dijo: "¡mira cariño! ¡se van a correr
sobre la cara de tu mujer! ¡quiero que veas bien como se corren en la
cara de tu mujer, cornudo de mierda! ¡no pierdas detalle, pedazo de
maricón! ¡cornudo de mierda! ¡mi macho se va a correr sobre mi cara!".
Daniel
se salió del coño de Cristina, puso el pollón a la altura de su cara y
le derramó encima una abundante corrida. Sólo había visto derramar
tanta cantidad de leche en las películas porno. Los primeros lechazos
los apuntó hacia su boca, y el resto los repartió por la frente,
mejillas, nariz. Nunca olvidaré ese momento y lo llevaré siempre
grabado a fuego en mi mente. ¡Mi mujer con el rostro cubierto con la
leche de otro hombre, por primera vez desde que estábamos casados!
Apoteósico, electrizante. Me puse de pie y, mirándola fijamente,
observando su cara de puta zorra llena de semen, me corrí como un buen
cornudo dejando caer mi leche en el suelo.
Nos
dimos una ducha y nos quedamos hasta las 2 de la madrugada charlando.
Había sido una experiencia genial, los tres quedamos plenamente
satisfechos y Daniel incluso nos confesó que Cristina era una de las
mujeres con las que más había disfrutado últimamente. Además, eso de
follarse a una tía casada delante de su esposo le da un morbo tremendo.
Y
aquí termina esta historia, aunque os puedo adelantar que hemos quedado
con Daniel a principios de Agosto y prometo contaros esa nueva
experiencia, que esperamos sea tan morbosa como esta, a través de un
nuevo relato.
Antes
de despedirme, me gustaría agradecer a Vicente del Bosque y a los
héroes de nuestra selección la clara contribución que han hecho para el
nacimiento de mis cuernos. Si La Roja no hubiera llegado a la final, la
cita con Daniel no habría tenido lugar, o al menos no habría tenido
lugar de esta forma. Y si hubieran perdido el partido, pues lógicamente
nuestros ánimos no hubieran sido los mismos. ¡Un abrazo a todos!
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