Aunque
los nombre aparecerán cambiados, los hechos que a continuación voy a
narrar son reales, y en la actualidad siguen ocurriendo.
Somos un matrimonio del sur de España, Nacho (39) y Mar (41), casados desde
hace mas de 10 años, y tenemos una hija pequeña. Yo mido 1,76 y
siempre me
he cuidado mucho, deporte y alimentación sana, pero me considero un
hombre
bastante normal, con una polla del montón y con un aguante muy justo
en la cama.
Mi mujer si es algo espectacular, mide 1,73, rubia con el pelo
rizado, con
una talla 38 de falda y una 100 de pecho, con unos pezones muy
grandes y
prominentes, al igual que sus labios vaginales, que rodean un amplio
coño y
un pequeño clítoris. Siempre fue muy coqueta y presumida, no le falta
nunca
su maquillaje y sus uñas esculpidas, ni sus altos tacones de aguja, a
juego
con sus largas y torneadas piernas, aunque su vestimenta siempre fue
muy
clásica, debido a su trabajo de administrativa en unas oficinas.
Nuestras relaciones, con el paso del tiempo se fueron enfriando,
llegando a
tener sexo una vez o dos al mes, cosa que me ponía frenético, porque
la
deseaba con locura y no desaprovechaba ni un momento para tocarla y meterle
mano, pero ella lo hacia con desgana, ya que mi esposa tiene un
problemilla:
le cuesta horrores llegar al orgasmo, y las veces que lo conseguía
tenia que
ser con el clítoris, a la vez que estiraba e apretaba sus piernas con
fuerza, ya que nunca en su vida lo había conseguido por la
penetración.
Prácticamente nuestras relaciones consistían en que ella me la
chupaba (cosa
que le gusta mucho) y cuando la tenia bien dura, se colocaba boca arriba con
las piernas bien abiertas y levantadas, y me la follaba hasta
correrme en su
interior, o bien me montaba ella, cosa que era aun mejor para mi,
porque
debido a su forma de tener orgasmo, tenia un fuerte control sobre las
paredes vaginales, con lo que literalmente te ordeñaba la polla y era
capaz
de hacer que eyaculara antes.
Hace dos años, estando los dos en la cama, me comento que tenia dudas
sobre
nuestro matrimonio, que no era feliz y que no sabia si sentía lo
mismo por
mi como el primer día. A mi se me vino el mundo encima, ya que estoy
locamente enamorado de mi esposa y la considero una mujer muy
atractiva, por
no mencionar una buena madre.
Le comente que buscara ayuda exterior, una
psicóloga de parejas o una sexóloga. Conseguí que aceptara esta
ultima, por
lo que pasados unos días acudió a su consulta, en el centro de
nuestra
ciudad, de la que vino mas animada, aunque me indico que en la
próxima
deberíamos ir los dos juntos. En esta segunda, después de charlar con
ella
en presencia de mi esposa, la sexóloga nos comento que mi mujer no
alcanzaba
fácilmente el orgasmo debido a que su excitación no había alcanzado
el grado
que ella necesitaba, y que debido a los sentimientos que tenia ella
hacia
mi, deberíamos poner tierra por medio temporalmente.
Cuando llegamos a casa, nos sentamos en el salón y pensamos la mejor manera
de llevar el asunto, sobre todo de cara a nuestra hija. Concretamos que como
un primo mío tenia un apartamento que solo utilizaba para veranear,
podría
instalarme allí durante un mes, pero que puntualmente entre semana
pasaría
alguna noche en casa, y así le podríamos decir a mi hija que por
motivos de
trabajo, papa tenia que estar casi toda la semana fuera. Para el
resto de la
familia y conocidos dijimos la verdad.
Nos llamábamos casi todos los días, incluso el día de mi mudanza
follamos en
el apartamento, pero sabíamos que durante ese mes podríamos tener relaciones
con terceros, dado que era como si estuviéramos separados, y
hablábamos a
menudo como si fuéramos amigos, de por donde salíamos y con quien, si
nos
habían tirado los tejos o insinuado en algún sitio, etc... Yo por
mi
parte busqué amigos del trabajo y salíamos a las discos de
treintañeros,
pero intentaba ir a zonas no frecuentadas por mi esposa, y ella hacia
lo
mismo, aunque poco. Lo que en un principio debía durar un mes, se fue
alargando con el pasar de los días.
Cuando mas hablábamos era el día que pasaba por casa, y me acostaba
con
ella, y como me dejaba que la follara, mientras yo le preguntaba que
cosas
había hecho sin mi, me ponía muy caliente saber de sus andanzas, y a
ella
parecía que la ponía mas cachonda contármelas, con quien había
salido, con
quien se había morreado o le había metido mano, y alcanzaba mejor el orgasmo
si mientras le acariciaba el clítoris, le preguntaba quien y como se
la
habían follado.
Como tardaba tanto en llegar y se ponía tan caliente, tenia tiempo de
preguntarle cantidad de cosas, y me sorprendió un día saber que su
jefe la
estaba acosando en la oficina desde que se entero de nuestra ruptura. Empezó
por cambiarla de puesto y ponerla pegadita a su despacho, a solas con
el, en
la planta superior de la empresa. Poco después continuo metiendose
con su
forma de vestir, exigiéndole no llevar pantalones y si ajustadas y
cortas
faldas.
Todo eso que me contaba me estaba poniendo mas cachondo, ver a mi
mujer
desnuda ante mi, las piernas estiradas, juntas y apretadas, sus
brazos a sus
costados, dejando que juegue con su clítoris y chupe y muerda sus
grandes
pezones, duros como piedras, mientras me narraba como no podía
negarse a los
requerimientos de su jefe, porque peligraba su puesto de trabajo, y
yo
necesitaba que me contara mas.
Me relataba como había cambiado de
forma de
vestir, mas provocativa y sensual, cosa que había envalentonado mas a
su
jefe, que no paraba de tocarla y acariciarla cuando podía, algo que
ella
evitaba si le era posible, pero no le paraba los pies en firme, y eso
era
aprovechado por el, hasta convertirse en costumbre el tenerla siempre
cogida
por la cintura cuando hablaba con ella, despachar los asuntos en el
sofá muy
pegado a ella, metiendose con su indumentaria, que debía ser mas
corta y
ajustada, cosa que ella a los pocos días corregía.
Loco de excitación le pregunte a mi mujer donde estaba comprando la
ropa y
me dijo que en las tiendas de las chicas jóvenes, la mas corta y
ajustada
que podía encontrar, su jefe quería que fuera como una puta al
trabajo, y
ella lo complacía, pero también le estaba gustando vestir así, se
encontraba
mas juvenil y sexy, que la miraran los hombres aun mas por la calle.
Mi
mujer estaba muy mojada, le estaba gustando relatarme, entre suspiros
y
jadeos, las cosas que hacia, y me seguía contando que su jefe
continuo con
su acoso hasta que un día, de cogerla por la cintura paso a poner sus
manos
sobre su culo, por debajo de su minifalda y a sobárselo mientras la
miraba a
los ojos, ella intento separarse de el, pero la atrajo cogiéndola con
fuerza
del culo, hasta pegarla a el, y la beso en los labios, mientras le
subía la
faldita con una mano y buscaba con la otra su entrepierna,
desapareciendo
sus dedos por debajo de su tanguita, buscando su clítoris. Ella
intentaba
separarse de el, pero dejo de hacerlo cuando empezó a masturbarla,
cada vez
mas rápido, a lo que ella empezó a gemir y a responder a los besos de
el.
Así estuvo un buen rato, y de pronto paro de masturbarla, cogió la
mano de
ella y se la llevo a su coño, ordenándole que se masturbara, cosa que
empezó
a hacer sin rechistar, mientras el la desnudaba a su antojo, primero
la
blusa, dejándola en sujetador tipo balconet, como suele usar ella,
después
su faldita, dejándola solo con sus taconcitos de aguja, porque su
tanga
estaba a la altura de sus tobillos.
El relato de mi mujer me había producido una erección tremenda, al
imaginar
a mi dulce esposa prácticamente desnuda, de pie apretando las piernas
mientras se masturbaba por orden de su jefe, su amo. Mi esposa me
miro a los
ojos y jadeando me pregunto si me gustaba que su mujer se vistiera y
comportase como una puta, saber que otros machos se la follaban y
hacen con
ella todo lo que les place, y me cogió la polla y empezó a
masturbarme a mi
también.
Yo estaba como en una nube, mientras mi esposa me preguntaba
si me
gustaba estar casado con una zorra, a lo que le dije SIIIIIIIIII
cuéntame
como eres de puta con tu jefe, y sin parar de masturbarnos, me contó
como
mientras ella se acariciaba, el le quito el sujetador y la emprendió
a
chupadas y mordiscos con sus pezones, mientras le decía que a partir
de
ahora seria suya, de su propiedad, que su único trabajo en la empresa
seria
entregarle su cuerpo, a lo que mi querida esposa le contestaba que
si, seria
su esclava y el su amo y señor.
Su jefe se bajo los pantalones y
mostró su
gruesa, muy gruesa herramienta, la cogió de la mano, hizo que se
despojara
de su tanga, y la llevo a una silla, donde se sentó el y ella encima,
frente
al el, abierta de piernas, sintiendo la punta de su gruesa polla en
la
entrada de su chorreante coñito. La cogió por las caderas y la hizo
bajar
lentamente pero con firmeza, ella le dijo que sin preservativo no, no
estaba
poniendo medio debido a nuestra ruptura, y porque yo tengo la
vasectomía, le
pidió por favor que no la montara a pelo, pero no la hizo caso, y la
penetro
casi de golpe, clavándosela hasta el fondo.
Intento de nuevo
levantarse,
pero la cogió de las muñecas y le dijo que era su puta y se la
follaría a
pelo, llenándola de leche caliente, y levantándola en vilo del
asiento, la
echo sobre la mesa, comenzando a fallársela con mucho ímpetu, a la
vez que
le gritaba cosas como que era suya, que llevaba mucho tiempo
queriendo hacer
esto, tenerla así, rendida a sus pies, jadeando como una perra.
Mientras me contaba esto ultimo, de mi polla saltaron chorros de
semen, que
cayeron sobre sus pechos, a lo que yo intensifique su masturbación,
pero de
repente me paro la mano con la suya, y mirándome a los ojos me
pregunto si
me había gustado saber que era la puta de otro hombre. Le di un beso
y le
exprese mi satisfacción. Entonces ella me dijo que me tenia que
contar hasta
el final, mientras me la seguí meneando. Me dijo que su jefe la tiene
muy
gruesa y no anda mal de longitud, que se siente llena de polla cuando
la
penetra, y que tiene mucho aguante, tanto que ese mismo día consiguió
lo que
ningún otro hombre antes: que se corriera con una penetración.
Me quede atónito, nunca, ni con sus anteriores novios ni conmigo, lo
había
conseguido, pero al parecer su jefe si lo consiguió, y no solo una
vez, sino
siempre que la folla. Mientras me contaba esto se levanto y fue al
armario.
Lo abrió y de un cajón saco un corsé negro de encaje, de esos que
deja los
pechos fuera, unas medias, y se las empezó a poner sin mirarme. Saco también
de una caja grande unas botas negras, pegadas y altas sobre las rodillas,
con un altísimo bacón de aguja y se las coloco. Yo estaba embobado, me miro
y vio mi nueva erección, y me dijo que todo eso no era para mi, que tenia
una sorpresa preparada, y se fue al baño a maquillarse.
Al cabo de pocos minutos sonó el portero electrónico, ella saliendo
del baño
me indico que ya acudía ella, le pregunte quien seria a estas horas,
y me
dijo: es mi amo, todo lo que llevo me lo ha regalado el para su
único
disfrute. Yo estaba confuso y excitado. Escuche la puerta cerrarse,
y tardo
un rato en aparecer por la puerta del cuarto, de la mano de su jefe,
era
maravilloso verla de esa forma vestida, con ese corsé dejando sus
pechos
libres, sus pezones duros, esas piernas enfundadas en tales prendas,
los
labios de su coño brillando de lo mojado que estaba, detrás de el,
sumisa a
sus deseos.
Le ordeno que se echara sobre la cama, a mi lado, abierta
de
piernas y que empezara a masturbarse. Dicho y hecho, mientras el se
desnudaba, mi mujer ya estaba a mi lado acariciándose como una loca y
abriendo los labios del coño para su jefe. Cuando este se despojo de
toda su
ropa, pude ver que tamaño portaba el macho de mi mujer, se acerco y
se
acoplo sobre ella y, apuntando su gorda polla en la empapada cueva de
mi
querida esposa, me miro y me dijo que esa era su hembra, que podría
seguir
casado con ella y follarla cuando quisiera, pero que sus orgasmos le
pertenecían, que estaba a su entera disposición, en la oficina o en
mi
propia casa, y en este ultimo lugar, siempre que fuera posible,
estando yo
delante, para ver como se corria una puta con un buen semental.
Después miro
fijamente a los ojos a mi mujer, a lo que ella respondió que era su
puta, su
esclava, y que solo se correría con el y para el. Entonces la penetro
bruscamente, hasta el fondo, y empezó a bombearla con mucho ímpetu,
mientras
le cogía con fuerza, mucha fuerza, los pechos, a la vez que mi mujer
abría
mas las piernas y me cogía una mano en señal de cariño.
Empezó a
gemir muy
fuerte, le besaba en la boca y le pedía que apretara mas los pechos,
que le
pellizcara mas fuerte los pezones, como a el le gustaba. Los tenia
casi
morados, y empezó a mordérselos con mucha fuerza, pasaba de uno a
otro,
entre tanto me miraba y me decía que le tocara el coño a mi esposa,
que
sintiera como una buena polla la partía en dos. No me pude resistir y
acerque mi mano a la entrepierna de mi mujer, estaba empapada, parecía que
se había meado, muy abierta, acaricie los labios y pude sentir en mis
manos
como entraba y salía de ella, empapada en sus jugos. Mientras lo hacia.
Le
pregunte a mi esposa si le gustaba, y entre gemidos y pequeños gritos
me
dijo que le gustaba mucho, que se sentía suya. Así estuvieron mas de
quince
minutos, sin parar de bombear, los dos sudando por todo el cuerpo,
sin poder
separar mi mano de su coño, deseaba sentir el semen resbalando por su
raja.
Siguieron así hasta que mi mujer empezó a gemir mas fuerte y a decir
mi
amo, mi señor, te quiero, te quiero, te quierooooooooo y comenzó a
convulsionarse, levantando mas las piernas, señal que se estaba
corriendo
como nunca la vi antes, entonces su jefe comenzó a reírse y
dirigiéndose a
mi me dijo mira como se folla de verdad, chaval, a esta puta ya la
has
perdido para siempre, le gusta mi polla y no puede vivir sin ella, y
siguió
el mete saca hasta que, a los pocos minutos, cogiendo con mas fuerza,
si
cabe, los pecho de mi mujer, la clavo hasta el fondo y comenzó a
correrse, a
inundar su coño con chorros de semen de macho dominante.
Yo con mi mano en su entrepierna, pude sentir como se derramaba parte
de esa
corrida, y cuando la saco entera, el coño de mi mujer estaba muy
dilatado y
manaba leche de su semental, el cual se puso junto a mi mujer y continuaron
dándose besos y acariciándole los doloridos pechos. Allí yacía mi esposa,
abierta de piernas, vestida como una furcia, inundada su cueva del liquido
blanco y espeso de su jefe, que la había convertido en su posesión.
El se
levanto y fue hacia el armario, lo abrió y empezó a mostrar que clase
de
ropa estaba mi mujercita comprando para vestir de diario. Me dijo que
antes,
el tiro la que no le gustaba, y fue con ella a comprar la nueva ropa,
algunas prendas adquiridas en los sex-shopp, que las usaba cuando iba
con el
a los club de intercambios de parejas, en los que la obligaba a
follar con
el maromo de la chica que el pretendía tirarse. Y como le gusta que
la
monten a pelo, le había ordenado que se colocase un DIU, para que su
coño
este siempre llenito de leche caliente y espesa.
Yo estaba alucinando, mi mujer había pasado de estar apática en el
tema del
sexo, a convertirse en una autentica golfa.
Su jefe se vistió y mi mujer lo acompaño hasta la puerta. Cuando
volvió se
quito la ropa y se metió en la cama, sin lavarse, ordenes de su amo,
quería
que oliera el fuerte perfume de su semen en mi mujer. Ella me
pregunto si me
había gustado, y me la volvió a coger y a meneármela, a lo que le
dije que
si, me gusto verla jodiendo con otro hombre, verla en pleno orgasmo
con otra
polla y sentir su semen resbalar por sus labios. Me dijo que quizás
esa
seria la puerta de salida a la situación de la separación, dejarla
follar
con otros machos, esté, o no, yo delante, y así ella podrá
corresponderme
siendo una buena amante, esposa y madre.
Siguió pajeandome mientras
al oído
me narraba que podríamos poner un anuncio en Internet buscando buenos
sementales, con grandes aparatos, para que la montaran y la hicieran
correrse, siempre delante de mi, vestida como una puta, y de repente
empecé
a eyacular como un burro.
Hace un año casi que volvimos a estar juntos, y llevamos con este
tema el
mismo tiempo. Mi mujer viste cada vez mas provocativa, su jefe le
subió el
sueldo y se la sigue tirando casi a diario, tiene un par de amantes
mas que
durante la semana se la follan lo que quieren, y los fines de semana
vamos
juntos a los club de intercambio, buscando completar lo que falta en
nuestro
matrimonio.
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