Esta
historia que les voy a contar es totalmente cierta, comenzó hace 1 año
en mayo, solo cambiare los nombres y algunas ubicaciones.
Mi nombre es
Tomás, tengo 36 años y soy aparejador. Vivo en las afueras de Sevilla,
con mi mujer Paula (34 años) y con mis dos hijos, desde hace 5 años.
Paula es una mujer que tiene su punto, no es como las que salen por la
tele, pero para mi esta realmente bien. En cuanto a su físico decir que
mide 1,70 y que pesa 63, es morena con el pelo corto y usa una 96 de
sujetador. En cuanto a mi decir que físicamente estoy bien, mido 1,84 y
peso 82 y me cuido bastante, voy a natación, al igual que mi mujer, 2 ó
3 veces por semana.
Una vez que me
he presentado y me he descrito vamos a la historia. Para empezar tengo
que decir que a mi el tema de las infidelidades y los cuernos no me
atraían. Yo tenía una vida sexual satisfactoria con mi mujer y era
feliz, pero todo cambio el día que vi a mi vecino.
Como ya dije
vivo en las afueras de Sevilla, cuando nos mudamos los pisos eran
nuevos y los bloques estaban medio vacíos, en concreto en el nuestro
solo estaban ocupados unos 8 de los 30 que tenía el bloque. Debido a
esta aparente soledad que vivía nuestro bloque, un vecino nuestro,
Andrés, me comento que se iba de viaje a Valencia y que si le podía
cuidar el piso, a lo que yo acepte sin ningún problema.
Todo iba bien
hasta que una tarde estaba en mi casa y escuche unos ruidos
provenientes del piso de Andrés (aclarar que Andrés vivía en el piso de
arriba), era como una especie de gritos. Ante esto decidí subir y ver
que pasaba. Al llegar abrí la puerta con la llave que el me dejo y
entre el piso. Entre y llame un par de veces a Andrés, pero nadie me
respondía. Le eche valor y avance hasta el fondo de la casa hacia el
dormitorio que era de donde provenían los gritos. Cuando llegue vi la
puerta entreabierta y me puse a mirar.
La sorpresa que
me lleve fue mayúscula, vi a Sonia, la mujer de Andrés, tirada en la
cama con un chico encima penetrándola salvajemente y Andrés sentado en
una silla al lado de la cama desnudo y masturbándose como un loco. Yo
me quede de piedra ante esta situación y pensé en irme pero una fuerza
me obligaba a quedarme y mirar, sin saber por qué me desabroche el
pantalón y me empecé a masturbarme. Las sensaciones eran increíbles,
estaba disfrutando mucho con aquello. Tras unos minutos reaccione, me
subí los pantalones y me marche sin hacer ruido. Cuando llegue a mi
casa vi a mi mujer dormida en la cama, y sin saber por qué, empecé a
imaginármela follando con otro.
Tras aquella
experiencia mi vida cambio, comencé a interesarme por el tema de los
cuernos, las infidelidades, etc
Quería saber y más, y cuanto más sabía
mas ganas tenía que Paula me pusiera los cuernos. Y tras pensármelo un
poco decidí que tenía que conseguir que se acostara con otro hombre.
En Internet
había leído que una de las estrategias era decírselo cuando
estuviéramos en la cama follando. Me atreví con eso y le comencé a
preguntar algunas cosas:
- Tomás:
oye Paula, ¿a ti te gustan otros hombres?
- Paula:
¡pero que dices!, ¿por qué me preguntas eso?
- Tomás:
venga ya, eres muy guapa y seguro que alguna vez has mirado a alguno y
también seguro que te han mirado.
- Paula:
hombre, alguna vez he mirado y me han mirado, ¡pero no pienso en
acostarme con nadie! Así que deja ya de decirme tonterías.
En este primer
intento las cosas no salieron bien, así que cambie de estrategia.
Compre algunas películas sobre el tema, sacaba el tema de manera sutil,
la piropeaba por la calle, le decía que los hombres la miraban, la
compre ropa sugerente, etc
, pero ella no decía nada. Seguí con esa
estrategia hasta un día respondió:
- Tomás:
que guapa vas hoy.
- Paula:
me pongo así para que los hombres me vean. Esa respuesta me dejo de
piedra y con la polla tiesa-.
- Tomás:
en serio.
- Paula:
claro tonto, las mujeres bonitas tienen que estar siempre bien
arregladas.
Con estos
comentarios esa noche, cuando dormí a los niños, me fui a por ella y
los hicimos como nunca. Tras ello le pregunte otra vez:
- Tomás:
¿así que te gusta que te miren los hombres?
- Paula:
-sonriendo- es posible.
- Tomás:
¿y te gustaría estar con alguno?
- Paula:
-me coge de la mano y me mira seriamente- mira cari, yo a ti te quiero
y no te voy a dejar por otro hombre, pero me llevas mucho tiempo
hablando de que te gustaría verme con otro y, claro, me pica la
curiosidad.
- Tomás:
¿eso que significa? ¿quieres estar con otro?
- Paula:
la verdad es que sí, pero con condiciones. Primero, no soy una buscona,
así que no voy hacerlo con el primero que vea, quiero alguien que me
agrade y solo quiero uno, nada de más gente. Segundo, quiero que tú
estés presente. Y tercero se rie-, ¿qué hacemos con los niños?
Ante esta
sinceridad de mi esposa me puse a tono en un segundo, Paula me miro, se
rió y me dijo:
- Paula:
¿así que eso es lo que mi maridito quiere?
Pasaron
unos días en los que la cosas estaba bastante tranquila, aunque su
actitud claramente había cambiado. De hecho un día en la piscina Paula
se entretuvo un poco hablando con Jesús:
- Tomás:
¿por qué has tardado tanto?
- Paula:
he estado hablando con Jesús.
- Tomás:
¿te gusta?
- Paula:
la verdad es que es muy guapo y simpático.
- Tomás:
pero es muy joven, solo tiene 21 años.
- Paula:
cuando me dijiste lo de mirar a alguien para acostarme con él no me
mencionaste nada acerca de la edad.
A partir de
entonces Paula y Jesús empezaron a hablarse más en la piscina y yo
también fui conociéndolo un poco más. Jesús era un chico joven de 21
años, en forma, mide 1,79 y pesa 73 kg, es moreno con el pelo rizado,
es simpático aunque algo tímido al principio. Estaba estudiando una
carrera y venía a la piscina por hacer algo de ejercicio. A Paula le
gustaba estar con él y en la piscina se hacían alguna que otra broma,
cosa que me ponía a cien.
Al cabo de los
días Paula se me acerco y me dijo:
- Paula:
creo que me gusta Jesús.
- Tomás:
¿tanto cómo para hacerlo con él?
- Paula:
es posible.
- Tomás:
¿pero te atreves?
Tras
pensárselo un poco.
- Paula:
es lo que tú quieres, ¿no?, así que
vale, me atrevo.
Esas palabras
fueron música para mis oídos y automáticamente se puso duro dura, Paula
se percato y me ayudo a bajar mi erección con una increíble mamada.
Un día que yo no
fui a la piscina, al llegar a casa Paula me soltó de golpe que había
invitado a Jesús a comer a casa:
- Paula:
tengo una sorpresa para ti, he invitado a Jesús a comer este domingo.
- Tomás:
-se me ilumino la cara- se los has dicho y a aceptado.
- Paula:
no le he dicho exactamente que íbamos a hacer, solo le he dicho que ya
que éramos buenos amigos que se viniera a comer a casa.
- Tomás:
pero, ¿no va a ver sexo?
- Paula:
no te preocupes, ya lo convenceré.
Yo esa semana
estaba realmente impaciente, deseaba que llegara ya el domingo. Durante
esa semana me tuve que masturbar varias veces ya que Paula decía que
quería estar caliente para Jesús y así poderse lanzar sobre él. También
durante la semana pensamos en la estrategia que íbamos a seguir para
tratar de que todo acabara como queríamos. Primero decidimos enviar a
nuestros hijos con sus abuelos a pasar el domingo, les dijimos que era
porque tenía una comida con unos amigos. Y segundo había que caldear el
ambiente y por eso pensamos en desconectar el aire acondicionado (en
Sevilla a finales de mayo a las 2 de la tarde hace un calor increíble)
para así estimular el que estuviéramos ligeros de ropa.
Con todo
preparado llego el gran día. Paula se había puesto una falda vaquera
muy corta con un tanga rojo y una camiseta de tirantas verde con un
bonito sujetador. Poco a poco el reloj se acercaba a las 2, la
hora en la que habíamos quedado. A las 2 menos 5 llamaron al timbre,
era Jesús, subió y entro en casa. Paula le dio dos besos pegando
completamente sus tetas contra el pecho de Jesús:
- Tomás:
hola.
- Paula:
hola, ¿cómo estás?
- Jesús:
muy bien, aunque no vea lo lejos que vivís aclarar que Jesús era del
centro-, he tardado casi hora y media.
- Tomás:
bueno eso es lo que nos toca aguantar por vivir a las afuera.
- Paula:
pero pasa y siéntate en el salón.
Pasamos y
entramos en el salón. Jesús iba vestido muy de sport, un pantalón
pirata vaquero, unas chanclas y una camiseta de España. Cuando entramos
al salón yo me quede con Jesús mientras Paula se iba a la cocina a
preparar la comida:
- Jesús:
tenéis un piso muy bonito, pero hace mucho calor aquí.
- Tomás:
sí, es que tenemos el aire estropeado. Aunque si quieres nos podemos
quitar la camiseta, total ya te hemos visto en la piscina.
- Jesús:
sí, de acuerdo.
Jesús se
quito la camiseta, y mi mujer vino al comedor.
- Paula:
vaya que guapos sin camiseta.
Tras esto
empezamos a charlar y al poco llego Paula pidiendo un poco de ayuda con
la mesa. Nos levantamos y la ayudamos pero con tan mala suerte que se
derramo un poco de salsa encima de Jesús:
- Paula:
uy, lo siento.
- Jesús:
no te preocupes.
- Paula:
Tomás, ¿por qué no le prestas algo?
- Tomás:
ven, te voy a deja unas calzonas.
Me fui con
Jesús a mi curto y le di unas calzonas, el cogió, se las cambio y
volvimos al comedor. Cuando llegamos Paula se le quedo mirando con una
cara de gata en celo increíble. Jesús también se percato ya que la miro
y sonrió. A partir de ese momento la tensión sexual fue en aumento,
durante toda la comida Paula no hacia más que mirar a Jesús y este
trataba de disimular la tremenda erección que tenía (hay que decir que
las calzonas eran antiguas y le quedaban pequeñas con lo que se le
notaba todo el paquete).
- Paula:
¿tienes novia?
- Jesús:
ahora mismo no, estoy centrado en terminar mi carrera.
- Paula:
pues es una lástima porque creo que eres un buen partido.
La cara de Jesús
era todo un poema, estaba totalmente rojo y con una erección increíble.
- Paula:
veo que estas muy colorado, ¿tienes calor?, yo sí, con tu permiso me
voy a quitar la camiseta, ¿te molesta?
- Jesús:
no, es tu casa, haz lo que quieras.
- Paula:
¿lo que quiera?, pues creo que si estas tan colorado y tienes tanto
calor porque no nos quitamos toda la ropa.
La situación era
increíble, yo mirando como una simple comparsa, mi mujer en sujetador y
Jesús con las calzonas. En ese momento en que Paula dijo lo de
quitarnos la ropa todos nos callamos y nos miramos, Jesús me miro como
pidiéndome ayuda, pero yo estaba super cachondo y solo quería que
follaran. Tras unos segundos miramos tanto Paula como yo a Jesús, este
nos miro y sonrió, creo que ya lo había entendido.
- Jesús:
creo que ya se de que va todo esto y si queréis jugar
. pues jugamos.
Paula y yo nos
miramos, por fin lo iba a conseguir, ver follar a mi mujer delante mío.
Jesús se levantó se quito las calzonas y se quedo en calzoncillos, se
acerco a mi mujer, quedándose la cintura a la altura de su boca. Paula
me miro:
- Paula:
¿es esto lo que quieres?, ¿quieres que me folle Jesús?
Yo no respondí,
simplemente me levante de la silla, me acerque a Paula, le di un beso,
me senté en un sillón, me desnude completamente y empecé a masturbarme
(como hizo mi amigo Andrés). A partir de ese momento me convertí en un
observador. Paula se acercó a Jesús y le quito los calzoncillos,
dejando su miembro completamente libre y totalmente empalmado. Decir
que era ligeramente más ancha que la mía y prácticamente igual de
larga.
Jesús cogió a
Paula y la sentó en otro sofá, enfrente del mío, y empezó a desnudarla
suavemente. Primero su falda, después su sujetador y por último sus
braguitas. Tras esto se fundieron en un profundo beso. Yo no aguante
más y me corrí. Paula me vio, pero siguió a lo suyo. Sentó a Jesús en
el sillón y empezó a chupársela de un modo increíble. Primero la
observó de arriba abajo, después dirigió la mirada hacia mí y sed la
metió completamente, hay comenzó un lento sube y baja tremendo con un
Jesús con los ojos cerrados y del gusto que le estaba dando Paula. Así
estuvieron unos diez minutos hasta que Jesús descargó en la boca de mi
esposa, ella se afanó por que no se le escapara nada y se lo tragó
todo.
Tras esto Jesús
dijo que ahora le tocaba a él, sentó a Paula en el sillón y se puso de
rodillas. Paula estaba deseosa de que se lo comiera y Jesús no la
defraudó, logrando que alcanzara el orgasmo en pocos minutos. Tras el
orgasmo se fundieron en un profundo y cariñoso beso. Cuando terminaron
Paula me miro y me dijo:
- Paula:
¿es esto lo que quería?, ¿te gusta ver cómo me follan?, mira como Jesús
lo hace.
- Tomás:
me encanta, de verdad me volvía a correr por segunda vez-
- Paula:
bien, pues vamos a mi habitación, quiero hacerlo en la cama de
matrimonio.
Nos levantamos y
nos fuimos al cuarto, allí yo me senté en una silla en un lateral de la
cama. Paula se tiró en la cama y Jesús se montó encima, se la clavó
hasta el fondo y comenzaron a moverse, primero lentamente y después más
rápido. La situación era espectacular, yo sentado en una silla,
machacándomela como un loco, a escasos centímetros de mi cama de
matrimonio y escuchando los gemidos de Paula pidiendo a Jesús más y
más.
Cuando ya
llevaban un rato dándole y algunos cambios de posición, Jesús se corrió
dentro de mi esposa (se supone que habíamos acordado que Jesús usaría
condones, pero era tal el calentón que se les olvido, y a mi también).
Cuando se corrió
nos quedamos los dos mirándonos como diciendo que pasaba, pero Paula
dijo que daba igual y que si se quedaba embarazada pues que bueno. Al
cabo de rato, Jesús la volvía a tener completamente tiesa y esta vez le
dio por el culo, ella al principio no quería pero él la convenció.
Eran ya las
cinco de la tarde y con tanto sexo estaban agotados, se fueron a mi
habitación y los dos se durmieron abrazados mientras yo recogía la
comida. A las seis se levantaron y los escuche como hablaban, al rato
me llamaron y nos sentamos en el salón:
- Paula:
cariño, te quiero decir algo, Jesús es fantástico y yo me lo he pasado
fenomenal con él, hemos hablado y le he pedido que quiero que sea mi
amante, quiero que folle siempre que quiera, quiero que venga cuando
quiera y quiero follar cuando me de la gana estés tu o no. Hoy he
sentido algo increíble y quiero esto siempre. Jesús esta de acuerdo en
hacerme feliz y espero que tu también. ¿Qué dices?
- Tomás:
yo te quiero y si eso es lo que tú quieres, pues lo haremos así.
Desde ese
momento mi vida cambió por completo. Le dimos unas llaves de la casa a
Jesús y siempre que quería venía a casa y follaba con mi esposa,
estuviera yo o no. Además siempre lo hacían sin protección, porque mi
mujer decía que le encantaba sentir el semen dentro de su cuerpo. Yo
desde entonces soy el hombre más feliz del mundo, había pasado de ser
un hombre normal a ser un gran carnudo, pero me encanta.
Espero que les
haya gustado. Me ha salido un poco largo pero quería contarles todo el
proceso. Otro día les contare otras cosas, como cuando invitamos a
Jesús a pasar las vacaciones a la playa y me la dejo preñada. Pero eso
es otra historia.
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