Hola
a todos, somos una pareja que durante dos años hemos ido explorando
este morboso mundo liberal. Hemos probado toda clase de experiencias:
empezamos con un trío, después vinieron intercambios con otras parejas,
orgías, ¡hasta nos atrevimos con un gang bang! Lo bueno o lo malo que
tiene el sexo liberal es que siempre entran ganas de probar algo más...
algo distinto, algo cada vez más fuerte o morboso.
De alguna aventura que habíamos tenido en un club, en una fiesta bondage,
a Lluna la habían inmovilizado con cuerdas y atado en una cruz, hecho
que le
despertó el deseo y las ganas de sentirse sumisa. Esa fantasía nos fue
marcando el camino y nos ayudó a darnos el valor que supone sobrepasar
la línea del BDSM... Siempre me ha gustado complacer los deseos de
Lluna, me gusta verla entregada a otros hombres, es morboso despertar
su instinto sexual... sabiendo siempre que es un juego y una doble
vida, y esperando que al regresar a nuestra cama, siempre existe ese
deseo de hacerla mía otra vez.
Así que me decidí a colgar
unas fotos en MorboCornudos con una
pequeña frase que daba el pistoletazo de salida de nuestra aventura
BDSM.
Tardamos poco a recibir el correo de un amo, persona extremadamente
educada, que nos invitaba a compartir sus experiencias. Era una persona
muy estricta, y tenía a su cargo una sumisa a la que cuidaba. Enseguida
sentimos los dos que había algo que nos hipnotizaba, nos llamaba la
atención, nos sentimos atrapados por el morbo del amo. Nos explicó las
reglas del BDSM, que tenía sus pros y sus contras, del placer que
conseguiríamos si aceptábamos su proposición... Accedimos a su
propuesta... y llegaron las primeras órdenes, que aceptamos con
excitación. A partir de la entrega de la sumisa Lluna, solo podríamos
follar cuando él lo aprobara.
A partir de ese momento yo solo la podría montar con condón, dejándose
para él el placer de montarla a pelo... Me mandó que le hiciera varias
fotos y se las enviara por correo, y una tarde me ordenó que a las 6
quería conectarse con ella sola por cam. La verdad es que todas esas
órdenes iban subiendo nuestro lívido, nos excitaba, y aunque andábamos
calientes todo el día, a medida que se acercaba la hora, empezamos a
tener nervios. Faltaban diez minutos para la hora acordada, encendí el
ordenador, conecté la cam, abracé a Lluna, la besé, fue un beso largo,
con una mezcla de sentimiento, pasión y morbo. Sabía que durante una
hora iba a dejar de ser mía para entregarse al amo, sentí celos...
celos morbosos... Me despedí de ella con un beso en la boca, dulce y
salado. La dejé sola en casa...
Durante esa hora estuve dando vueltas por las calles calurosas de mi
ciudad, sabiendo que estaba ella en las manos de su amo. Me imaginé mil
situaciones, mis celos morbosos me hacían sentirme inquieto y excitado,
esperando su llamada para poder regresar a casa. Por fin llamó, esa
hora fue interminable, corrí de vuelta por las calles hasta llegar a
casa, abrí la puerta, necesitaba que fuera mía otra vez. La besé, ahora
el beso era extremadamente dulce, nos fundimos, le pedí que me
explicara todo lo que había ocurrido...
Lluna me fue contando todo lo que él le había ordenado, conociéndola a
ella, que odia ponerse delante de la cam, me podía hacer a la idea del
magnetismo que ya despertaba en ella su nuevo amo. Le ordenó que se
desvistiera, que le mostrara su cuerpo desnudo, que le enseñara sus
pechos, le hizo abrise bien de piernas para poder ver su sexo, la hizo
arrodillarse y ponerla a cuatro patas para poder disfrutar del culo de
Lluna.
Después le ordenó que se tumbara en el sofá con las piernas bien abiertas
y le mandó que se tocara, al principio los nervios hacían acto de
presencia, pero
el amo enseguida consiguió que ella se masturbara. A partir de ese
momento hizo que saliera de ella esa fiera sexual que Lluna lleva
dentro, llegando hasta
el primer orgasmo que consiguió con su amo.
Oyendo sus palabras no pude aguantar más, necesitaba hacer que Lluna fuera
mía otra vez... y allí en el mismo comedor donde minutos antes se había
entregado a él le saqué el vestido, la abracé, la besé desde la nuca
hasta allí donde termina su espalda y poniéndola en la misma posición
que él le había ordenado, le pasé la mano por su húmedo sexo y noté la
excitación que Lluna tenía entre las piernas, estábamos en nuestra
posición preferida... y quería penetrarla, que sintiera mi sexo
caliente, que sintiera mis ganas.
Pero en el momento que la iba a hacer mía, me acordé de que ya no la podía
follar a pelo, me tenía que poner esa maldita gomita... Lo hice, eso
todavía me
excitaba más, la agarré fuerte del pelo y apreté mi cuerpo muy fuerte
contra sus muslos, Lluna no paraba de gemir... y yo empecé a imaginar
que el amo la
había estado poseyendo virtualmente por la cam... Mi mente se retorcía
y calentaba mi sexo a punto de estallar... Al final nos corrimos
juntos. ¡Qué placer!
Seguimos abrazados en la alfombra, se había parado el tiempo, los dos
desnudos uno encima del otro, disfrutando de todos los sentidos que la
naturaleza nos ha dado... El sentido del tacto... tocando la piel de
ella, el del gusto... besándole la boca, el olfato... oliendo cada
rincón de su piel, el de la vista... mirando su hermoso cuerpo, y el
del oído... escuchando como todavía respiraba acelerada después de
tener ese magnifico orgasmo.
Y de pronto sonó el teléfono, era un mensaje del amo, quería tener un
encuentro con Lluna, quería estar con ella a solas, tenía unas horas
libres en la ciudad y las aprovecharía para conocerla. Sería el
siguiente Viernes, la quería con un vestido corto y las bragas se las
tendría que entregar.
Y llegó el Viernes, salió de casa con ese vestido corto que hace que todos
los hombres se giren a su paso, quedaron en el parking de la estación,
Lluna llegó
primera, esperó la llegada de su amo. Al llegar él, ella se subió en el
coche. Por las calles del centro de la ciudad, Lluna se sacó el tanga y
se lo entregó
como él le había ordenado. La llevó a tomar una copa en el casino.
Allí, en la terraza, él le empezó a explicar lo que era el BDSM para él,
lo que esperaba de ella si aceptaba ser su sumisa, que él la cuidaría
como tal, y
que si conseguía ser una buena alumna, obtendría el placer que también
otorga el BDSM. Le impuso las primeras órdenes: siempre le tendría de
hablar de Usted, no podría cruzar nunca las piernas, etc, etc. Después
de una larga y amena charla y de terminarse las cervezas, regresaron a
la estación, ya se había hecho de noche, y el amo aparcó el coche en el
rincón más tranquilo del parking.
Dentro del coche el amo le empezó a desabrochar el vestido, le ordenó que
se sacara el sostén, dejando sus pechos al aire, cosa que el amo
aprovechó para
tocarlos y chupárselos. Lo mismo con el resto, acarició sus muslos
hasta llegar a su sexo, lo inspeccionó y le introdujo un dedo haciendo
que a ella se le
escapara un leve gemido de placer. Le dijo que a él le gustaban los
coños rasurados y que a partir de ese momento, siempre, en todos sus
encuentros, así quería que lo llevara.
Le pellizcó los pezones con dulzura y perversión, le acarició el clítoris
y su vulva y le besó los labios y le lamió la cara... Mientras le hacía
eso, a ella
le ordenó que me llamara y me explicara todo lo que le estaba haciendo.
La voz de Lluna se entrecortaba de placer, se le escapaba algún gemido,
tenía la respiración alterada, sin duda estaba excitadísima. Eso hizo
que otra vez sintiera esos celos morbosos que tanto me gustan y me
enloquecen.
Me comunicó que había aceptado ser su sumisa, que ya era suya, que ya no
me pertenecía sexualmente, que estaba dispuesta a hacer lo que él le
pidiera... Acabábamos de entrar en el mundo BDSM.
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